Priapo
Un joven adiestra a un perro con la idea de que le sirva para sus deseos sexuales, quedando incluso más satisfecho que con las relaciones entre humanos.
El inmenso perro como de costumbre, en cuanto me huele comenzó a arañar la puerta y emitir leves aullidos. Lo tengo bien educado pues le doy de comer los más deliciosos manjares que un animal de su especie puede disfrutar.
Su verga asomaba ya entre la funda y la pelambrera y se veía brillante, palpitante, apetitosa.
Me ha costado mucho trabajo de paciencia y dinero amaestrarlo para los fines designados; pero todo eso ha tenido su recompensa, les voy a contar por qué.
Un perro de la raza de Labrador es un animal de gran tamaño, fuerte e inteligente, y que decir de su instrumento genital..., la primera vez que se lo vi en erección me asaltaron una serie de sentimientos a cual más de confusos. Por un lado la admiración por el miembro en sí; después el deseo de ser penetrado por ese objeto; por otro lado el temor de algún accidente o enfermedad que pudiera contraer.
En fin, que ese día me fui a acostar, que no a dormir, con esas inquietudes, pues como buen gay 100\% pasivo que soy, tuve que recurrir a alguno de los muchos artefactos y juguetes que poseo para consolar mi libido cuando no tengo pareja sexual. Sin embargo el asunto no dejaba de rondar en mi calenturienta mente.
Y desde luego, ganó el impulso, la razón perdió y el instinto, una vez más, salió triunfante.
Como les decía, se invirtió tiempo y dinero en esa educación canina, pero ahora me doy cuenta que valió la pena pues me ha recompensado con creces esa cuota.
Yo creo que la mayoría hemos visto cuando una pareja de canes se aparea, como se quedan "pegados" y no se separan hasta que les arrojan agua fría ó después de algún tiempo y, por lo menos yo, siempre tuve la curiosidad de saber el por qué de esta característica canina. Investigando aquí y allá y ahora por información directa, sé que en el perro (macho), existe en la base del pene una especie de "botón", esto es una esfera de músculo que al tener su eyaculación se inflama y queda atrapado por el esfínter vaginal de la perra, que se contrae al tiempo de la eyaculación; esto con la finalidad de que no se salgan los espermatozoides y también evitar la penetración por otro perro mientras no se realiza la fecundación.
Todo esto lo relato por que creo que es necesario que sepan que evalué todos los riesgos antes de realizar el acto final de bestialismo que llevé a efecto.
Una vez educado el perro (que por cierto lo llamo "Priapo"), ha cumplido con bastante aplicación sus deberes y es justo decir que ha llenado expectativas que ninguno de mis amantes humanos pueda tener.
La primera vez que tanto el can como yo estuvimos listos, no dejé de experimentar cierta aprehensión pues no sabía como iba a reaccionar el animal, y que me podía pasar si no me podía liberar de su pene, pues no sabía si el famoso "botón" reaccionaría conmigo igual que con una perra (hablo de la especie canina, desde luego), y que tanto se incrementaría el tamaño de ese apéndice. Total que armado de valor procedí a excitar a "Priapo" y a prepararme para el experimento.
No pasó mucho tiempo para que estuviera listo y dispuesto y después de dos o tres arremetidas penetró en mi ano el grueso y puntiagudo miembro, que con la fuerza del perro, entró en su totalidad y sintiéndose una vez bien afianzado comenzó el inigualable vaivén que producen los perros en su acto sexual.
Supe que el animal había eyaculado precisamente por la inflamación del botón, que aumentó de volumen como tres veces su diámetro, y efectivamente, se quedó pegado a mí y desmontó, quedándonos como las parejas perro-perra, cola a cola.
Yo sabía que sí iba a poder despegarme de Priapo pues mi esfínter anal es muy elástico y tengo bastante control sobre de él, así que no me preocupó en lo absoluto ese detalle, y si dio lugar a otra satisfacción, pues como el perro no se iba a retirar de mí hasta que aflojara, aproveché el pene aun erecto, y me di el banquete de mi vida pues tuve tres gloriosos orgasmos hasta que libere al hermoso perro de su forzada penetración. Pero eso no fue todo, pues una vez liberado el animal, olisqueó mis nalgas y lamió mi culo (cosa que fue lo primero que le enseñé), y el olor y sabor lo volvió
¡Vaya perro! Y vaya perra la que se encontró, pues él es insaciable y yo no me quedo atrás, así que imaginen que cosas no hacemos.
Desde luego que con mis amantes humanos aun tengo relaciones pues no hay nada comparable a una caricia humana, pero ya sé que si quedo insatisfecho, ahí está "Priapo" que con un buen trozo de carne, él me proporciona otro mucho mejor.
Esto, amigos, es la pura verdad. Pregunté a un amigo médico del ambiente que tanto mal podían causarme estas experiencias, y me dijo que habiendo un buen aseo no corría mas riesgo que quedar embarazado, y que si eso pasaba, que le apartara ¡un cachorrito!.
Bye. BITCH.