Pretty woman
Celeste es una prostituta callejera que ejerce en la Casa de Campo. Un día aparece por allí un chaval joven, Paco, que contrata sus servicios... Desde ese momento, cambiará la vida de Celeste
PRETTY WOMAN
Celeste estaba ya más que harta de estar allí, en aquél rodal de la Casa de Campo, esperando la llegada de unos clientes que por ningún sitio aparecían. Llevaba allí desde poco más de las siete de la tarde y a tales horas, la una de la madrugada, más o menos, y sin “vender una escoba”, pues apenas si llevaba hechas dos “mamadas”, cuatro mil cochinas pesetas… ¡Bah!... ¡Asco de tíos!... Ya se sabe lo que pasa cuando hay fútbol… Y esa noche lo había: Un Madrid-Barcelona, nada menos… Ella no lo sabía, que de saberlo… ¡Allí iba a estar!... Lo había dicho una de las ocho o diez chicas que allí compartían con ella el aburrimiento de estar a la espera del cliente que, en tales noches, ni a la de tres llegaba… Sí; ¡asco de tíos!... Y ¡asco de fútbol!
Estaba cansada, pues aguantar horas y horas a pie firme, sin apenas moverse del “puesto de guardia” y, para más INRI, los pies embutidos en aquella especie de “bota china” que eran los zapatos de tacón increíblemente alto, pues tampoco es, precisamente, “moco de pavo”… Y a más, a más, tenía frío… No es que los helores invernales hubieran llegado ya a Madrid, que todo se andaría, sino que corrían los primeros días de Octubre y sobre Madrid reinaba, omnipotente, su famoso “Veranillo del Membrillo”, con el termómetro térmico a 22-23º diurnos, pero a esas alturas de la madrugada el mercurio bajaba hasta los 12-14º, y con lo escaso de tela que el “uniforme de trabajo” imponía, el fresquito de la madrugada podía, incluso, trocarse en frío puro y duro… Sobre todo, para personas de natural friolero como ella era
Pero, sobre todo, estaba aburrida y casi punto más que cabreada por someterse a tan inútil espera… Siempre le pasaba lo mismo… Tenía poco aguante y las pérdidas de tiempo la ponían de los nervios cosa mala, agarrando en tales casos unos “globos” temibles
Estaba ya considerando, más que seriamente, volverse a casa, para comer algo y disfrutar de lo que, para entonces, tras horas y horas de “trabajo” y aguantar de pie, era para ella más molicie que comodidad: El desiderátum de un baño caliente y las sábanas frescas, limpias, de la cama de su apartamento, cuando en lontananza aparecieron los faros de un coche enfilando aquél “mercado de la carne”, más o menos flácida, más o menos turgente… El automóvil se aproximaba lento, despaciosamente… Indudablemente, el conductor iba ojeando, a gusto, tranquilo, la “mercancía” oferente
Cuando el vehículo pasó, casi más lentamente aún, ante ella, o al menos así se lo pareció, Celeste miró fríamente al hombre que iba al volante… Era joven, veinteañero, y no en demasía, veintitrés, veinticuatro años… Y no parecía, precisamente, feo… Un “Adonis” desde luego no era, pero de agradable aspecto sí que lo era… Claro, faltaba apreciar su porte, su cuerpo de macho humano, pero a tal edad qué tío no está “bueno”… Dentro de lo que cabe, al menos… Se preguntaba qué narices hacía un chaval así buscando sexo mercenario, barato además, por más señas, cuando con su palmito se lo podía agenciar por la cara con chavalinas jóvenes, veinteañeras como él… Pues menudas eran ya por aquellas postrimerías de los 90’s del siglo XX las señoritas “bien”… Verdadera competencia desleal a las “profesionales” del “Oficio Más Viejo del Mundo” es lo que hacían las “decentes” de por ese entonces
El coche llegó a la última chica y dio la vuelta, desandando el camino para detenerse frente a ella. Celeste se aproximó a la ventanilla del conductor, bajada ya para entonces; se inclinó lo suficiente para que el “maromo” pudiera asomarse bien al balcón de su escote, generosamente ofrecido por ella a los masculinos ojos para que pudieran apreciar bien lo apetitoso de sus senos… Cuando un tío se pierde en la mirada de unas buenas tetas, su mente está más ocupada con lo que podrá disfrutar de esa fruta que con ninguna otra cosa, especialmente, las monetarias ruindades
- El completo, tres mil “calas”, cariño; una mamada, dos mil… Y si te arreglas con una “manola”, mil “pelas” tendrían la culpa, nene… Y no admito regateos; si te va, bien y si no, busca con otra
El muchacho no regateó; del tirón aceptó y Celeste se metió en el coche
- Cariño avanza un poco; métete entre esos árboles de ahí enfrente… Estaremos mejor… Con más intimidad...
El chaval hizo lo que la mujer le indicaba y llegaron a una especie de somero bosquecillo, lugar al que las “profesionales” solían conducir a sus clientes para consumar el trato. Ya allí, ella sugirió al chico pasarse al asiento de atrás
- Estaremos más cómodos… Con más espacio que aquí delante
Así lo hicieron; una vez acomodados, lo primero que Celeste hizo fue recordar al chaval lo de la “tela”.
- Bueno nene; ¿qué quieres que te haga? ¿Un completo?
- No… No… Con que… Con que… Bueno…chúpamela…
Y el chaval sacó las dos mil “del ala”, alargándoselas; Celeste se las embolsó, diciendo
- Pues nada guapo; a la faena… Ah; puedes sacarme las tetas y tocármelas, pero no chupármelas… Tampoco meterme mano al “chumino”… Eso sólo lo permito en el “completo”… Ya sabes… Puedo ponerme cachondita del todo… Y si no follamos… Pues ya me dirás…
Le bajó la cremallera del pantalón y se apoderó del masculino miembro… Y resultó que más fláccido no podía estar… Aquello no le gustó nada… Trabajo extra, tener que ponerlo a tono partiendo de cero
- ¡Joder, tío!... Ya te vale… ¡Leches ya!… Que los tíos, con sólo pensar en irse de putas, ya se “ponen”… Aunque sólo sea un poco… Pero tú…
Pero el “tío” no le respondió nada y Celeste, sin hacer ni caso de él, fue a lo suyo: Intentar que “aquello” cuanto antes entrara en razones para acabar cuanto antes mejor… No veía la hora de terminar con eso y poder regresar a su casa… A su baño… A sus sábanas… Se empleó en el “tajo” con entusiasmo digno de mucha mejor causa, pero “que si quieres arroz, Catalina”, pues “aquello” no “despertaba” ni por lo que se dijo… Y Celeste era puta de pocos “paños calientes”, con lo que en un pis pas se salía por los “Cerros de Úbeda”… Y claro, su templanza duró menos que un pastel a la puerta de un colegio… Y, para más señas, cuando los críos salen, despendolados, de clase…
- ¡Joder y más joder, tío!... Pero qué te pasa, nene… No se te pone dura ni a tiros… ¿Es que no te gusto?... ¿Es que no te gusta cómo te la “meneo”?... Vamos a ver, amor; ¿Cómo prefieres que te lo hagan?
Pero el chaval no hacía nada… Estaba, a todas luces, muy nervioso… Inseguro… Desinflándose a ojos vistas… Y Celeste temió lo peor; que el “maromo” se le rajara… Que se arrepintiera del paso dado al irse con una mujer… No era muy común, pero tampoco tan raro que los tíos, en especial los jóvenes, aunque también los de más edad, se arrepintieran; les entraran remordimientos de conciencia a la hora de la verdad… No tenía nada de particular, pues generalmente ahí se acababa el asunto, pero los había más que bordes que querían recuperar su dinero en tales casos, lo que alguna paliza que otra le había acarreado en el pasado, pues sobre su cadáver tendrían que pasar para que ella soltara la “guita” metida en su bolso… En fin, que trató de poner “vaselina” a la cosa
- Cariño estás muy tenso… Muy nervioso… Tranquilízate, mi amor… Tranquilízate… ¿Es la primera vez que lo haces?... ¿La primera vez que estás con una mujer?
El chico asintió con la cabeza… Celeste no se lo podía creer… Que para entonces, un chico de veintialgún años, y no mal parecido, por cierto, aún fuese virgen… Que aún no la hubiera “mojado” en caliente… No sabía si alegrarse o lamentarlo… ¡Vamos, que “desflorar” ella a aquella especie de bombón masculino!...
- Pero nene; ¿es que no tienes novia?... ¿Es que nunca la has tenido, mi amor?
Y entonces llegó lo peor, pues el “nene” se le echó a llorar como un chiquillo… “¡Lo que me faltaba para completar la noche!… Dita sea, dita sea, dita sea… Esto sólo me pasa a mí” se dijo… Quiso bajarse… Dejarle allí, con su llorera; sus cuitas y problemas… Total, la “guita” ya la tenía, que era lo que importaba, luego a qué perder más tiempo… Pero esas lágrimas la podían… La atraían… Y no se fue; se quedó, acariciándole las mejillas, el pelo; consolándole… Haciendo más de madre que de otra cosa…
El chico se disculpó con ella… Había hecho una tontería… Su novia le acababa de dar “puerta”…
- Me venía poniendo los cuernos desde hace ya meses… Con un amigo… Con un íntimo amigo mío, además, y para más INRI…
Por eso quiso irse de putas, triste venganza de lo que su novia le hiciera… Paco, que así dijo llamarse el muchacho, se quejaba amargamente de haber sido tan tonto con la que fuera su novia
- La muy zorra me negaba a mí lo que al otro le estaba dando hasta hartarse el tío de sexo… Conmigo, sólo la manita… Y gracias… Bueno; tres, cuatro veces consintió en lo de la boca… Pero, a las claras, lo hacía con un asco…
Celeste empezó a hablarle, tierna, solícita… Le ofreció un cigarrillo y juntos se pusieron a fumar… Y así, poco a poco, Paco fue calmándose… Se le notaba a gusto con Celeste y ella no estaba menos a gusto con Paco… Comenzó a haber entre ellos esa cierta complicidad propia de amistades de toda la vida, lo que hacía que ambos dos se sintieran más que cercanos el uno al otro, él a ella, ella a él…
Entonces, inopinadamente, ella notó cómo una mano masculina se apoderaba de sus senos… Celeste miró, divertida, a Paco y, sonriendo, su mano fue a la entrepierna de Paco encontrando al “pajarito” bastante más receptivo que antes… Bajó la cremallera del pantalón, y el “pajarito”, sumamente alegre, escapó de su “jaula”, casi, casi, que cantando con delicioso trino… Se apoderó de él, homenajeándolo con su blanca manita hasta que el trinar del “pajarito” comenzó a tornarse la mar de potente… Entonces, se inclinó sobre él, degustando con sus labios, con su lengua…con toda su boca el delicioso “pajarito”… Paco se sintió transido de placer; cerró los ojos y, mimoso, fue acariciando el pelo de quien tantísimo gozo le estaba dando. Se dio cuenta de que Paco estaba a punto de caramelo… A punto de que su venéreo volcán entrara en erupción; lo remedió estrujándole los testículos hasta hacer gritar de dolor al muchacho
Seguidamente, sacándose la blusa o camiseta por la cabeza, dejando así sus senos al aire, amén de empujar un pezón a la boca de Paco, y tras subirse la falda hasta la cintura, se montó sobre el “nene”, buscando acoger al “pajarito” en su femenina intimidad… Y lo logró, comenzando a moverse rítmicamente adelante y atrás, aunque también rotando, girando su “cosita” en torno a aquél eje de rotación que palpitaba, poderoso, en su interior… Paco no sabía ni qué hacer, pues eso es lo último que podía él esperarse
- Yo… Yo sólo te he pagado por una mam…
No pudo seguir hablando, pues Celeste le tapó la coca con sus labios, con su boca, con su lengua, besándole con enorme pasión, aunque tampoco exenta de una cierta ternura, una cierta dulzura… Lo hicieron, entregándose ella a él, él a ella, en silencio… Sin dirigirse palabra alguna… Para qué hablar si sus cuerpos, sus ansias, lo decían todo… ¡Y de qué manera se hablaban con esos silencios!... En aquél coche, y entonces, sólo se escuchaban suspiros, gemidos, jadeos de inmenso placer… De inigualable dicha…
Pero el que no se escucharan palabras no significa que no se dieran las caricias entre los dos… Fue de verse cómo Paco acariciaba los senos de Celeste, cómo se los besaba, rendido de placer…hasta podría decirse que de cariño a ella… Cómo le sorbía los pezoncitos… Esos divinos pezones, oscuritos, gordotes… Duros como piedras que a gritos decían “Cómemelos, cómemelos, cómemelos”… Y cómo entonces gemía, ahíta de placer la mujer… O cómo se besaban, henchidos de pasional deseo aunque tampoco absolutamente ayunos de dulce ternura… O cómo ella le mordía a él los labios, el cuello, los hombros el pecho con sus masculinas tetillas… O los arañazos con que las femeninas uñas señalaron espalda, hombros y pecho del hombre
Celeste era una excelente amazona cabalgando aquél brioso potro, y Paco resultó ser un potro de incansable galopar, buscando siempre más, más, más… Pero es que la amazona tampoco se quedaba atrás en su empeño por cabalgar bien cabalgado a su fogoso potro… Por fin, los gemidos, los jadeos de puro disfrute se trocaron en aullidos de ella… En berridos de él… Aullidos de loba en celo, que no de “lupa”(1) de ella…berridos de gran ciervo macho, vencedor en cuantas berreas llevara disputadas, de él, cuando los dos llegaron al clímax de la volcánica erupción del amoroso deseo gloriosamente satisfecho… A tal estado fue Paco quien primero llegó… Pero no se desinfló, sino que aguantó como bueno, manteniendo el “galope” hasta que ella llegó también a su esplendoroso final
El que los dos acabaran tampoco fue el final de la mutua relación, pues tanto ella como él siguieron apurando, durante algún minuto que otro, la cabalgada de la pasión, aunque, eso sí, pausadamente ya, sin el frenesí en que, progresivamente, fueron cayendo tanto paco como Celeste… En especial ella… Lo que entonces continuó fue algo suave, delicado casi… Eran las últimas degustaciones del intenso placer antes disfrutado… Por fin, Celeste, tras besar larga y dulcemente a su “nene”, se dejó caer a un lado, quedando sentada junto a Paco, resoplando los dos, apremiados por la falta de aire en sus pulmones… Las altas pulsaciones cardíacas… Cuando sus respiraciones fueron atemperándose, se miraron a los ojos… Se sonrieron y se besaron, con toda suavidad, toda dulzura y poca, muy, muy poca pasión.
- Ha estado bien, ¿verdad?( dijo ella )
- Ha sido… Ha sido… Maravilloso… Divino… No podía imaginar que “esto” fuera tan…tan… Como es… Pero ¿sabes?... Creo… No; no es que lo crea… Es que estoy seguro, que si “hacerlo” ha sido tan incomparable, ha si do porque era contigo con quién lo he hecho… Tú lo has hecho maravilloso… Con ninguna otra hubiera sido tan feliz como contigo he sido… Eres maravillosa… Divina… Única…
- Tú también te has portado la mar de bien… Me has hecho disfrutar como pocas veces he disfrutado con un tío… Bueno…más bien diría que como nunca nadie me ha hecho disfrutar del sexo… Tú también eres divino follado…
- Celeste… Me gustas mucho… Muchísimo… Me encantaría que fueras mi novia…
Celeste se echó a reír, alegre, ruidosa… Sin doblez
- ¡Conque quieres ser mi novio!... Vamos… Mi chulo… Porque los novios de las putas son sus chulos… Pues… A lo mejor no estaba mal… La verdad es que me gustas… Me has tratado muy bien… Y me has hecho muy dichosa…
- No Celeste… No… No quiero ser tu chulo… No podría, ¿sabes?... No… Yo no podría vivir de una mujer… Explotarla… Es indigno… Muy…muy indigno…
Celeste volvió a reír
- Lo decía en broma, hombre… No te enfades… Ya sé que no eres de esos… Eres demasiado educado… Demasiado “finolis”… Demasiado sensible…Demasiado idealista para ser un chulo…
Dicho esto, no pudo evitar volver a besarlo
- Pero cariño… Lo que dices de que quieres que sea tu novia, es una locura… ¡Cómo se te puede haber ocurrido!... Eso a una prostituta no se le dice… Ningún hombre, de tu clase, que bien se ve que obrero no eres, le dice eso a una puta como yo…
Paco no respondió al alegato de Celeste. Y siguieron así; uno junto al otro, porque Celeste no hizo intención alguna de bajarse del coche dando por terminada la fugaz relación… Volvieron a encender sendos cigarrillos… Volvieron a besarse… A acariciarse… Pero no hablaron… De nuevo las palabras sobraban… Es más; en sus caricias hubo mucha más ternura que pasional deseo… hasta que éste volvió a surgir cuando las manos de Paco reptaron por debajo de la camiseta de Celeste, buscando esos senos que le volvían loco… Ella, entonces, se estrechó contra él; en su rostro se pintó una pícara sonrisa y en sus ojos bailoteó un diablillo saltarín, juguetón e inofensivo al tiempo que su boca, eróticamente susurrante, deslizó en su oído
- ¿No has tenido bastante?
- ¿Tú qué crees?
Celeste volvió a reír para de inmediato “cascarle” el beso más sensual, más erótico, que imaginarse pueda; un bes hondo, largo, a tornillo, de lengua, que rebañó hasta el último rincón del interior bucal de Paco… Luego, su boca se apartó de la del “nene” para volverse a tornar en susurro a su oído
- ¿Sabes mi amor?... tampoco yo he tenido bastante… Quiero más, cielo… Quiero mucho más… Me has hecho muy… Muy dichosa, ¿sabes?... Y deseo seguir siéndolo… Por toda esta noche… Pero aquí no, cariño mío… En mi casa… ¿Quieres?... En mi cama…que esta noche será la nuestra… No es ancha… De 90cm nada más… Pero…¿Qué más vamos a necesitar para amarnos?
- Nada mi amor… Nada…
Se pasaron los dos al espacio de conducción y Paco arrancó rumbo a la dirección que Celeste le dio
Era más de mediodía cuando Celeste despertó… O, mejor, medio despertó, pues del todo despierta no estaba, sino en ese estado transitorio entre la lucidez y la duermevela. Extendió su brazo, buscando el amado cuerpo de su nocturno amante… Del novio de una noche que para ella fue Paco… Pero su mano sólo encontró la sábana… El lugar que durante toda la noche ocupara su “novio”, pero él allí ya no estaba… Se despertó del todo al instante, sobresaltada; se incorporó, medio sentándose en la cama y, ansiosa, le buscó en todo su derredor… Pero tampoco le encontró… Entonces, vino a su mente, como en una nube somnolienta, el recuerdo de que él, a ni se sabe qué hora de la ya más que mañana, la despertó para cualquiera sabía entonces qué… Bueno, sí lo supo en tal momento, aunque en los precisos instantes no se enterara de nada… Estaba demasiado dormida para apercibirse de nada: para despedirse de ella… Hasta nunca jamás, seguro
Volvió a tenderse; a arrebujarse entre las sábanas… Y el recuerdo de la maravillosa noche que precedió a su despertar se enseñoreó de su mente… Toda una noche de sexo… Toda una noche de mutua entrega… Toda una noche de amor hombre-mujer… Porque esa noche fue, sí, de sexo inacabable, pero también de absoluta entrega mutua, de ella a él…de él a ella… De dulce, amorosa ternura de amantes que desean eso, precisamente, amarse hasta la extenuación
Y lo hicieron, consumaron ese amor que por una noche les unió en cuantas posturas se les ocurrió pues allí, en esa cama, y esa noche, no había nada sucio, nada abyecto… Todo era bello, hermoso, limpio… Con esa belleza, esa candorosidad que da el amor asociado al sexo…el sexo asociado al amor Así, a veces, ella fue amazona sobre potro desbocado; a veces, puesta en cuatro, yegua de monta para su embravecido garañón… A veces, mujer amada por su hombre, su novio de una noche, ya fuera a la manera misionera, ya enlazados ambos en la menos tradicional forma de “cuchara”, levantando entonces ella, en el aire, una pierna a fin de facilitar la accesibilidad a su “partenaire”
Y así, arrullada por tan grato recuerdo, su alma se sumió en esa tan en ella recurrente ensoñación, puramente onírica, asociada a la película “Pretty Woman”… Porque, bajo esa Celeste fría, distante, calculadora que era la profesional del “más viejo oficio del mundo”, latía el corazón, el alma, de una muchacha eminentemente romántica que, en sus horas bajas, (y hay tantas en la vida de una prostituta), soñaba con el argumento de tal película: La llegada de un Richard Gere que rescata de su sórdida vida a la puta callejera, como ella misma, que es, en la pantalla, la Julia Roberts… Entonces, en su ensueño, se veía a sí misma felizmente casada… Una feliz mujer, amante esposa de amoroso esposo y amantísima madre de casi innúmeros hijos
Y es que su más hondo, su más íntimo ideal de vida era ese: Un hogar, un marido que la q amara y al que ella amar… Y unos hijos, como complemento idealizado de esa ideal vida… Lo que nunca tuviera… Lo que nunca ella conociera… Porque Celeste no llegó al mundo prostibulario, sino que nació en él; su madre era una prostituta de la calle de la Ballesta allá por los albores de los 70’s y su padre…pues “adivina quién te dio”… Digamos, que un fallo técnico: Un condón que se rompe o se sale cuando no debía… O vaya usted a saber… Y su casa, su hogar, una sórdida habitación de una no menos sórdida pensión de la zona de la Ballesta, donde su madre solía llevar a sus clientes y por la noche, a partir de las tantas, dormía junto con su hija
Eso fue asó hasta que un día, una noche, mejor dicho, encontraros aa la hacedora de sus días en los lavabos de un bar de alterne de aquellos andurriales, con todavía el “pico” de “jaco”(2) hincado en su vena… Corrieron rumores de que aquello había sido más suicidio que accidente, aunque vaya usted a saber… La cosa es que la mujer las palmó y Celeste, con quince años no cumplidos, se vio sin un “clavo” y con la “patrona” de la pensión encima, reclamándole el precio de la última semana de estancia o a la puta “rue” si no le pagaba al día siguiente… En fin, que la chica lo tuvo muy claro: Se sorbería las lágrimas y tomaría el testigo que su madre dejaba… Total, tampoco lo vio tan grave: A fin de cuentas, lo que había vivido desde que nació…
Agitando una mano ante su rostro, como quitando de ante sí algo molesto o baladí, Celeste se levantó de la cama yéndose seguidamente al baño a ducharse; comió lo que buenamente encontró en la cocina y a las cinco y pico de la tarde comenzó a emperifollarse para a eso de las siete de la tarde volver a estar al pie del cañón en su puesto de la Casa de Campo
Pero desde entonces las cosas para ella empezaron a variar… Nunca le había pesado la “profesión”… Era lo que era, y ella lo aceptaba como la cosa más normal y natural del mundo… Sin sacrificios pero tampoco sin placer… Era una “profesional” y punto. Pero desde aquella su primera y única noche de amor con Paco nada ya fue lo mismo, pues comenzó por hacérsele el “oficio” cuesta arriba para llegar a serle enteramente odioso.
Tomar con su mano un masculino miembro y, no digamos, metérselo en la boca, le causaba verdaderas nauseas que a duras penas lograba reprimir… Y un cruel suplicio “dejarse hacer” por tíos y más tíos… A veces, aquello lo superaba poniendo, in mente, la cara de Paco en el rostro del “maromo” de turno, pero eso no era tan fácil y no pocas veces acababa llorando en silencio, sin gemir, debajo del tío que se la beneficiaba a más y mejor… Durante algún que otro mes recurrió a la “nieve”, la cocaína, para aguantar en el “tajo”… Para aguantar que los tíos se la “tiraran”… Pero, a Dios gracias, fue poco tiempo… Sabía, más que bien, lo que era eso… Sus fatales consecuencias… No era una, ni dos, ni tres, las compañeras de oficio, allí mismo, en la Casa de Campo, que habían caído en las redes de ese “Ángel Exterminador” con carita blanca…inocente… Pero se agarró, y de qué manera, a lo que se da en llamar “Droga Blanda”, el hachís, el kiffi, la marihuana… Vamos, el “costo”, “chocolate”, la “maría”… Se pasaba la vida fumando tales porquerías… Y es que, si no estaba “colgada”, en pleno “viaje”, le era imposible “trabajar”…
Y todo porque aquella noche inolvidable, la que pasara con Paco, ese novio que sólo lo fue una noche, al final se convirtió en su imposible pero permanente novio… Esa noche la vida de Celeste cambió para toda su vida… Por una parte para bien, pues conoció lo que es el amor… Sí; se enamoró perdidamente de Paco… Ni ella misma se podía explicar cómo había sido, cómo en unos minutos, allá en el coche, con quién le pareció más crío que hombre, ese criaturo se le pudo meter tan hondo en el alma… La noche que con él pasó era lo único bonito, agradable, que, en verdad, en su no tan larga vida le había ocurrido
Pero esa dicha tan inefable… Esa rosa tan maravillosa de aquella noche de amor, también tenía, arteramente escondidas, sus crueles espinas… Las que le laceraban el alma, profundamente clavadas, por no poderle tener… No poder, de verdad, ser suya para siempre… O mejor dicho, que él fuera de ella “per in sécula seculorum; amén”, pues ella, indiscutiblemente, era suya, de él por siempre jamás… Sin remedio…
El tiempo, los meses, fueron pasando y tras los meses, más de un año, casi dos, hasta el mes de Julio de dos años más tarde… Una noche de ese mes, a eso de las once-doce de la noche, esperando, como siempre, al cliente, los clientes suyos de cada día, pues a ver si no de qué vivía… Allí estaba, más “colgada” que nada, hasta el culo de “chocolate”, “maría” y otras yerbas, y nunca mejor dicho lo de “yerbas”, asomó en lontananza un coche más… Otro “salido” en busca de sexo fácil y más bien barato… Celeste, con frialdad no exenta de asco, le vió acercarse a velocidad lenta, muy, muy lenta… Sin duda, examinando, a fondo, la “mercancía” puesta en ese mercado cárnico
Las “chicas” se abalanzaban, ansiosas, casi frenéticas, sobre el coche
- Vente conmigo, guapo… Ya verás lo bien que te lo vas a pasar… Follando, soy una máquina, guapetón… Ya lo verás, nene
Esas y otras “lindezas” más clavaditas a la tal que otra cosa, le dirigía al conductor la manada de “leonas” al acecho… Pero el vehículo seguía, impertérrito, inexorable, el conductor, sin detenerse ante ninguna de las “leonas”, que cuando las rebasaba se acordaban hasta de sus más añejos antepasados, dedicándole “flores” del calibre de “cacho cabrón”, “hijo de puta”, “mariconazo” y demás… Y así llegó el auto ante Celeste; y allí se paró… El conducto, entonces, abrió la portezuela que daba a ella y asomó mínimamente la cabeza, para decirle
- Sube cariño
Celeste no se lo podía creer… ¡Era él!… ¡Su Paco!... ¡Había vuelto!… ¡Había vuelto por ella!... Celeste no se subió al coche, sino que se lanzó dentro como si se lanzara, en plancha, a una piscina… Y, ya dentro, se arrojó al cuello de su amor, besándole con pasión indescriptible… Con la misma calenturienta pasión que él, Paco, correspondía a sus afanes
- ¡Paco…Paco!... ¡Mi vida…mi cielo…mi amor!... ¡Has vuelto!… ¡Dios mío, has vuelto…no te has olvidado de mí!... ¡Te quiero, Paco, te quiero!… ¡Te quiero…te quiero…te quiero!... ¡Llévame a casa!… ¡Anda amor, no perdamos más tiempo!... ¡Quiero!… ¡O Dios mío! ¡No quiero, ansío, tenerte…tenerte dentro de mí!... ¡Otra vez, mi amor…otra vez! ¡Llenándome, amor… llenándome!... ¡Llenándome de tu amor!… ¡Llenándome de ti!... ¡Cada día…cada noche!... ¡Continuamente, mi amor…continuamente!...
- Mi amor, mi vida… Celeste mía… Yo también te amo… Tampoco yo veía la hora de volver a tenerte… A amarte, como aquella noche… Sí; iremos a casa… Pero no a la tuya sino a la nuestra… A nuestra casa; el piso que acabo de comprar para ti y para mí… Para que vivamos juntos… Juntos, mi amor, hasta el fin de nuestros días… Bueno, tú y yo…y los hijos que me des… Los que tú y yo tendremos… Porque nos casaremos, mi amor… Nos casaremos… Claro, si tú me aceptas… ¿Sabes, cariño mío?... Acabo de terminar la carrera… Ya soy arquitecto… Desde este pasado mes de Junio… Por eso no he venido estos meses pasados… Estos casi dos años de desesperación que han pasado… Para estudiar como nunca lo había hecho… Porque tenía prisa en terminar… Para casarme contigo… ¿Me aceptas por tu novio?… ¿Por tu futuro marido?
Celeste, casi dos años antes, cuando Paco le dijo que le gustaría que ella fuera su novia, le respondió que qué locuras se le ocurrían, pero ahora, cuando, para su inmensa dicha él le estaba proponiendo matrimonio, ella le repuso
- Mi amor, si tú así lo quieres, yo también así lo quiero… ¡Y que sea lo que Dios quiera!... Ya verás… Te haré dichoso… Muy, muy dichoso… Te voy a querer como nadie…como ninguna mujer te querría… Te querrá nunca, mi amor… Pero una cosa, cariño mío… Celeste se acaba aquí y ahora… Desaparece para siempre jamás… Yo soy Margarita… Marga si te parece bien…
Se volvieron a besar, felices, contentos… ¡Qué dicha…qué divina dicha que ambos dos disfrutaban… Volvieron a besarse, a estrujarse, anhelantes de amor… De mutua y absoluta entrega…
- Amor, déjame que pueda conducir… No quiero que lo “hagamos” aquí, y si seguimos más, no podré contenerme… Te “violaré” amor… Te “violaré”…Aquí mismo, y sin pensármelo dos veces…
- No mi amor… Aquí no… En casa… En nuestra casa… En nuestra cama… En nuestro lecho conyugal…
La ya Marga, allí sentada, junto a Paco, a su lado, acariciándole las mejillas, el pelo y, de vez en cuando, recostando su cabeza en el hombro de… ¡Claro que sí!... ¡De su amadísimo novio… Su novio… Su novio… Estaba como en trance… No acababa de creerse que tanta dicha, tanta felicidad, fuera cierta… Pero sí que lo era…
Y lo que son las
S Ella, de antiguo, era incondicional fan de la película “Pretty Woman”… La veía y soñaba con que, algún día, vendría un “Príncipe Azul”, un Richard Gere, y la redimiría de esa vida de prostitución que llevaba… Y allí estaba su “Príncipe Azul”, su “Richard Gere” hablándola de matrimonio… De un futuro honorable, como esposa y mujer suya… Claro que Paco no era Richard Gere, pero si entráramos en su fuero interno, veríamos lo que al respecto pensaba esa Marga/Celeste, esa Celeste Marga: Que qué más querría el actor americano que parecerse, siquiera fuera por el forro a su Paco de su alma…
Si su primera noche de amor fue memorable, aquella segunda no le fue, en absoluto, a la zaga… De nuevo, amándose, entregándose mutuamente en integral fusión de cuerpos y almas, les volvió a sorprender el sol, pero esa segunda vez Paco no se salió de la cama, sino que permaneció allí, junto a ella, junto a Marga, y “dándole a la vara” mientras las propias energías de ambos dieron suficientemente de sí
En escasos dos meses, Paco y Marga se casaron; ante Dios y ante los hombres… Primero se dieron el “Sí” en el juzgado del distrito donde vivirían, para luego dárselo en la parroquia correspondiente. En el juzgado, Marga vestía un elegante traje sastre, pero en la iglesia lució un espléndido vestido de novia… Níveo…impolutamente blanco, y un precioso ramo de azahar en la mano
Y, lo que son las cosas… A la postre resultó que su ensueño inalcanzable se hizo palmaria realidad…Y casi, casi, que calcadito, pues Paco descalzo precisamente no estaba, sino que era hijo de una especie de magnate de la Arquitectura, uno de los más acreditados arquitectos no ya de España, sino a nivel internacional, con edificios construidos tanto en España, como Europa, Estados Unidos y hasta Japón, sin olvidarnos de la América de habla española
Pero es que, además, Marga tuvo la enorme suerte de que, sus suegros, a pesar de su alta posición, en absoluto se lo tenían “creído”, siendo, en cambio, una gente de lo más sencilla. Puede que fuera, precisamente, por sus grandes posibles por lo que para su hijo Paco no aspiraban a desposarle con una chica millonaria, que para millonarios ya estaban ellos, y de rechazo, él, sino una mujer que, de verdad le quisiera… Que, en verdad, supiera hacerle feliz… Y eso, “popó” y “momó” lo apreciaron largamente a poco que trataron a su futura nuera…
Aceptaron como verdad evangélica lo que Paco les contó de su novia y sus orígenes: Que era, desde luego, “hija del pueblo”, ganándose la vida como la gente normal se la gana, trabajando; y que era huérfana y sola en el mundo, sin hermanos ni demás familia, salvo ellos mismos, Paco y sus padres De manera que no hubo preguntas indiscretas ni alusiones a “árbol genealógico” alguno… Claro que también constataron que muy culta la chica no era, pero concluyeron que las cosas mundanas se aprenden, a poca inteligencia y empeño que el sujeto tenga y ponga… En fin, que más “de pie” Marga no pudo caer en su nueva familia, la del que sería su marido y los que, después, más que suegros fueron verdaderos padres de ella
Y, para acabar, sólo añadir una cosa. Marga había dicho a Paco que Celeste desaparecía para siempre jamás… Pero resultó, también, que eso no fue así en absoluto, pues desde su segunda noche de amor, tan pronto Marga se metía en la cama con su Paco, Celeste, la prostituta, reaparecía ocupando el lugar de Marga… Y, en añadidura, más puta que nunca, “ad majorem gratiam” de Paco… Y de ella misma, Marga/Celeste-Celeste/Marga… Pues si “no sólo de pan vive el hombre”, la verdad es que la mujer tampoco…
FIN DEL RELATO
NOTAS AL TEXTO
- “Lupa” (loba) era como en la antigua Roma se denominaba, popularmente, a las prostitutas. De este término, “Lupa”, deriva “Lupanar”, (Casa de Prostitución)… Lo de denominar “Lupas” a las rameras venía de que los lupanares solían estar en los pisos más altos de las casas y las “pupilas” de tales casas salían a lo alto de las terrazas llamando desde allí a los viandantes masculinos. Así, parecían lobas aullando, ululando, desde lo alto de elevadas rocas
- “Pico“: Inyección de droga dura.- “Jaco”: Heroína.- En España a esta droga también se la conoce por “Caballo” o “Jaco”