Presidenta ejemplar

Artimañas de una presidenta para intentar retener a su más codiciado jugador de fútbol, ¿Lo conseguirá?

A mis 18 años ya contaba con una proyección infinita. Mis condiciones físicas y técnicas me hacían un jugador temido por los rivales. Medía 1,78 m, pesaba 76 Kg, cuerpo que le quitaba el hipo a las chicas, era rubio con ojos claros.

La temporada transcurría para el equipo peor de lo esperado, el vestuario no acababa de unirse y las diferentes controversias y lesiones hacían que un equipo creado y diseñado para el ascenso no consiguiera si quiera entrar en puestos que daban plaza a jugar la liguilla de ascenso.

Mi temporada por el contrario estaba siendo brillante, mi equipo adaptaba su juego a mis características aprovechando mi velocidad y desborde, en 30 partidos había marcado 32 goles ( más de la mitad del equipo). Me había convertido en el delantero de la selección sub 21 española.

Marisa era la presidenta del equipo, era jóven, atractiva, tenía un par de buenas razones que la hacían deseada por jugadores y aficionados. A menudo era protagonista en mis sueños eróticos y en los de la plantilla, siempre soñé en poseerla. A pesar de mi corta edad tenía unos instintos sexuales demasiado desarrollados.

Quedaban 3 meses de competición y mi contrato llegaba a su fin. Desde hacía bastante tiempo Marisa intentó mi renovación pero yo quería esperar a que finalizara la temporada antes de decidir mi futuro. Corría el rumor de que un equipo de 1ª división y que con seguridad bajaría a 2ª división comenzaba a planificar la temporada y yo estaba entre los candidatos para liderar el ataque en busca del objetivo del ascenso.

Marisa conocía este interés y sabía que debía darse prisa porque un equipo de 2ª B no puede competir económicamente con uno de 2ª A y yo era un jugador demasiado cotizado y codiciado. Bajó al vestuario a la finalización de un entrenamiento y quedamos en tener una reunión en su casa la noche siguiente. A su salida de allí comenzaron las burlas de los demás compañeros. Todos sabían que retenerme era imposible, había desechado ofertas de la misma categoría que me doblaban el sueldo.

Día de la reunión, acudo en taxi a la casa de la presi. Al verla abrir la puerta casi me desplomo. Llevaba mini falda negra y camisa blanca con dos botones desabrochados en su parte superior, sus pezones de veían al trasluz de la camisa, no llevaba sujetador, Dios mío, se había pintado y maquillado para la ocasión. Un fuego intenso recorrió mis entrañas cuando me saludó con un beso y me invitó a entrar.

Acomodado en el sofá no paré de observar todos su movimientos cuando fue en busca de vino. Sus piernas eran firmes, delgadas, su culo respingón pegado a su ajustada mini falda hacía que se marcarán sus cachetes. Me estaba volviendo loco, un sudor frío me hizo comprender que solo bastaría una sonrisa para hacerme suya, para hacerle el amor con arrebato, delirio, frenesí. La oscilación, la celeridad de suus senos sin sostén me causaban desfallecimiento, agobio. En mi cabeza solo habita la manera de llegar a ellos, de llegar a ti, de envolverte con mis manos, de enlazar nuestros cuerpos.

Me sirves el vino y entre la abertura de tu camisa observo atónito, pasmado, aturdido la belleza innata de tus pechos. Sabes que los estoy mirando con sigilo y discreción; lo sabes y no haces nada para evitarlo.

Tu mirada cómplice, secuaz me abduce a ti, a que te abrace, a que te haga mía por una noche. Te acomodo junto a mi y te acaricio tu delicada, tu suave y sensible cara.

Te brindo mis labios; tú los reluces, los relames. Hemos abandonado nuestro fundamento de la reunión dedicándonos a cosas más interesantes.

Abandonas mis labios para tomar la iniciativa, muestras tus credenciales sorbiendo, aspirando y lamiendo mi cuello. Cierro los ojos y comienzo a diluirme en un mar de deseos eternos. Tus caricias y tus labios recorriendo mi cuerpo con una delicadeza, con una finura, con una sutileza infinita acabarán conmigo.

Estoy rendido a ti, mi rebeldía, mi resistencia a ti se ve frustrada. Firmaría ahora mismo el contrato si me brindas esta evocación, esta huella durante todo el año.

Al llegar a mis pantalones vaqueros te veo parar:

  • Núñez, tendrás esto cada vez que quieras, pero sabes lo que tienes que hacer para conseguirlo.

Me acababa de dar un golpe bajo, estaba tremendamente exitado y podía seguir así durante toda la noche si no firmaba el contrato.

-Mi caché es altísimo y lo sabes, tengo bastantes ofertas y muy tentadoras. Con la pasta que me den podré tener cuantas tías quiera y que me harán sentir igual o mejor que tú. Así que si de verdad te intereso no debes dejar a medias lo que empezaste, prometo tener un trato especial a tu oferta si tus incentivos son buenos.

Me moría por entrar en ella, pero no iba a arruinar mi futuro por un capricho.

  • Sé que la oferta de 2ª A si llega será irresistible y no quiero truncar tu futuro. Pero no voy a consentir que juegues en 2ª B en otro equipo que no sea el nuestro. Te voy a enseñar en contrato, en él tienes cláusulas especiales para equipos de superior categoría.

Marisa se levantó y fue a buscar el contrato que me ofrecía. Las cantidades no eran tan malas, también me explicó que ayudaría al club si me quedaba o si cobraban un traspaso por mi.

  • Esta es mi última oferta, no puedo ofrecer más, la economía del club no es buena.

  • Tras estudiar tu contrato me decido a firmarlo siempre y cuando cumplas tu palabra de tener sexo cada vez que quiera mientras esté en este club.

  • Firma ya anda, estás tardando, mi calentura está menguando dijo con una mirada llena de picardía.

Tras la firma Marisa me llevó a su habitación, no habíamos cenado pero aparecieron otras prioridades y tenía que celebrar a lo grande que continuo en el club.

Marisa me tumbó boca arriba en la cama y prosiguió su trabajo y su estilo de dominar la situación, su grandioso y monumental culo reposaba en mi ardiente polla deseosa que alguien detonase la carga explosiva que llevaba dentro.

Ayudé a despojarme de mis pantalones dejándome con las vergüenzas al aire. Mi pene firme, restregado una y otra vez con su tórrido cuerpo buscaba el anhelado y codiciado buen trato por el que siempre suspiró.

Marisa sujetó el tronco del pene con sus delicadas manos, lamió su magnifico lomo absorbiendo cada gota de líquido preseminal, mi excitación comenzaban a desesperarme. Estaba a punto de explosionar, mi pene afligido por la fogosidad comenzaba a dolerme. Te das cuenta y comienzas a chupar con fuerza acabándo en paja., observas mis gritos y mis pataletas, signo de mi evidente orgasmo y la vuelves a meter en la boca para no ponerlo todo perdido. Ya me he ido, mi cuerpo yace en tu lecho de pasión, inmóvil, inerte, petrificado ante tus habilidades seductoras. No sabes lo encantado, lo gozoso y complacido que estoy por aceptar tu oferta y te voy a demostrar los agradecido que estoy, quiero probar, catar, libar cada rincón de tu cuerpo.

Te despojo de tu blusa, tus senos piden ser succionados, chupeteados y lo voy a hacer, te demostraré que mis habilidades no solo se limitan al campo de fútbol, comprenderás que mi lengua está ávida, afanosa de ti. Un brillo en tus ojos acogen con recogocijo mis palabras. Entregada a mi, abandono tus férreos pechos y comienzo a masajear todo tu cuerpo acompañado por mis labios durante unos minutos. Te hurto tu falda, observo que no llevabas nada debajo y que tu sexo está chorreando. Podría precipitarme y entrar pronto en ti, pero no, jugaré un ratito, tendrás un orgasmo tan grande que te oirán en Pekín te lo aseguro.

Empiezo desde tus pies hacia arriba, con tranquilidad, tu piel se eriza al tacto con mi piel, comienzas a moverte, se que lo que deseas pero aún no es el momento. Mis manos masajean tus muslos en especial el interior acercándome peligrosamente hasta donde tú quieres para luego retroceder. Mi boca vuelve al interior de tus muslos siendo peregrina de las inmediaciones de tu inundado sexo. Te retuerces de placer, miro el extasis en tus ojos y doy fe que te encuentras en la misma situación que yo hace unos minutos y decido darte un poco de lo que ambicionas.

Mi lengua entra en los pliegues de tu sexo, paladeo cada gota de tus llameantes fluidos, arqueas tu cuerpo, te encorvas, todo esto sobrepasa la frontera, la divisoria de lo que tus sentidos habían percibido. Mi lengua roza tu clítoris y se aleja, me suplicas que lo desgaste, que no te haga sufrir, que tu cuerpo angustiado no tolera más la retención del orgasmo.

Causas en mi una sensación de pena y reacciono besando tus labios, te voy a dar lo que quieres, mi lengua hurga en tu clítoris, sujeto fuertemente tus piernas para que no te escapes. Tu orgasmo está próximo, la furia, la cólera, la violencia hacen que casi no pueda sujetarte, tus puños golpean repetidamente la cama y un grito estridente retumba en el cielo español. Caes rendida y tu cuerpo parece haber expirado.

Mi pene que se mantuvo al margen pide protagonismo, me recuesto junto a ti para que con mis abrazos recuperes la conciencia. Notas mi pene tieso en tu estómago y lo coges, un signo de aprobación lo conducen hasta tu vajina y tras varios minutos de animadas embestidas llego al nuevo orgasmo. Eres preciosa, veo en tu cara una sonrisa que muestra conformidad y me hacen sentir tranquilo, reposado, sosegado.

Estamos exhaustos, se suceden las caricias, los mimos, los halagos. Quedamos aletargados hasta que reaccionamos.

La reunión ha sido larga e intensa pero al final ambos nos beneficiamos del acuerdo.