Presentando a Jack
Jack era un buen chico pero muy simplón e inocente... aunque todo lo que le faltaba de listo lo compensaba con su increíble físico, belleza y su sorprendente talento para el deporte.
Hola a to@s de nuevo! Ha pasado mucho tiempo desde que escribí mi dos anteriores relatos pero es que hasta ahora no me había vuelto a sentir con ganas de relatar. Espero que este guste, aunque sea, una cuarta parte de lo que os gustaron los otros. Sólo añadir que se trata de un relato de ficción y morbos sexuales y que no pretendo ofender a nadie. ¡Disfrutadlo con una mano y hacedme llegar vuestros comentarios!
PRESENTANDO A JACK
Jack estaba muy contento de haberse prometido con su novia Mary Ann. Lo cierto es que todo lo que ocupaba la cabeza de Jack eran dos cosas: Mary Ann y los deportes. Sobretodo lo segundo. Nunca había sido el más listo de la clase. Sus padres lo tenían asumido y sus amigos, aunque con cariño, le gastaban bromas continuamente debido a su inocencia y falta de picardía. Pero todo lo que le faltaba de inteligencia lo compensaba con su sus aptitudes físicas. Desde muy pequeño tenía un talento asombroso para los deportes. Gracias a eso había conseguido pasar de curso en curso. Los sucesivos equipos de hockey, natación, atletismo y fútbol americano de primaria, el instituto y ahora la universidad, se lo rifaban. Sus aptitudes físicas eran atléticas y también estéticas. Su buena genética, combinada con la práctica regular e intensiva de deporte semi-profesional lo habían convertido, a sus 22 años, en un maravilloso ejemplar de hombre. Era guapo a rabiar. Nariz recta y perfecta, mandíbula cuadrada y labios carnosos que escondían una sonrisa franca y matadora. Sus ojos azules y piel blanca contrastaban fuertemente con su cabello negro, rapado en los laterales pero algo más largo y ondulado en la parte superior. Medía 1,87 m de altura y pesaba 95 kg. Su cuerpo, sin apenas vello, era musculoso y fuerte, pero con formas proporcionadas y armoniosas. No era un cuerpo de gym, sino un cuerpo de atleta. Aunque algo más voluminoso: espalda ancha, hombros prominentes y redondeados, pectorales y abdomen marcados y, sobre todo, un tren inferior de infarto. Como un velocista. Si la natación le había ensanchado la espalda, el hockey, el fútbol y el atletismo, le habían moldeado unas piernas muy potentes, con unos muslos muy voluminosos y perfectamente contorneados, gemelos de corredor y, destacando sobre el resto, un redondeado, firme y protuberante culo. Sus glúteos iniciaban una marcada curva en la parte baja de su espalda y se dibujaban como dos perfectas montañas de carne que se ofrecían como un regalo a la vista. No en vano era el más rápido en el terreno de juego.
A pesar de todo ello Jack no era presumido y su belleza física era mucho más obvia para los demás que para él mismo. Lo único que sabía era que despertaba la admiración de la gente y eso lo hacía sentirse bien y despreocuparse por su "simpleza". Mientras pudiese seguir practicando deporte y saliendo con Mary Ann él estaba feliz. Sabía que no era el más listo de la clase pero como todo el mundo se portaba tan bien con él y eran tan atentos.... sus días pasaban sin más preocupaciones. Sin ir más lejos, no dejaba de admirarse de que Mari Ann hubiese querido ser su novia a pesar de sus cortas entendederas. Sus padres le había repetido una y mil veces que Mary Ann era de muy buena familia y muy buena chica. Que sería muy afortunado si ella accedía a ser su esposa. Si bien Jack era todavía muy joven sus padres, fuertemente conservadores, ya habían organizado el futuro matrimonio que favorecería enormemente sus intereses económicos y de clase. Pero Jack no reparaba en asuntos tan complejos. Se limitaba a hacer lo que sus padres y Mary Ann le decían y a entrenar. Con ella diciéndole qué era lo correcto y qué no, como los entrenadores en el campo, todo era mucho más fácil. Por ejemplo, estaba bien que la llevase al cine y la invitase a un batido, pero no estaba bien que Jack intentase tocarle sus pechos o besarla en otro sitio que no fuese la mejilla.
-No Jack! -le recriminaba Mary Ann- ya sabes que hasta el matrimonio no podemos hacer esas cosas. Estás hecho un pervertido!
Jack, no entendía el significado de esa palabra pero se encogía de hombros y hacía caso a Mary Ann. ¡Qué suerte tenía de que ella lo quisiese a su lado! Aunque era raro -en ocasiones pensaba Jack- que todo el mundo fuese tan cercano físicamente a él menos Mary Ann. A decir verdad estaba muy acostumbrado al contacto físico con los demás.
El punto de inflexión fue en su pubertad. Siempre había sido un buen muchacho pero desde que había empezado a desarrollarse todos a su alrededor eran más cercanos y cariñosos. Como si lo quisieran más que nunca. Sus compañeros y compañeras de clase siempre le daban abrazos y achuchones. La chicas igual eran algo más comedidas, pero siempre lo buscaban y le pedían de salir, pero él sólo pensaba en el deporte. Y los colegas de los diferentes equipos en los que había jugado también lo cogían y abrazaban a la menor ocasión. Sobretodo en los vestuarios, al final de cada partido. En especial, por algún motivo que a Jack se le escapaba, siempre acababan con las manos en su trasero. Llos manoseos eran constantes. Incluso cuando los entrenadores hablaban con él y lo felicitaban por sus logros en las competiciones remataban sus comentarios con un cachete, pellizco o apretón en sus nalgas. Jack lo veía como algo totalmente natural, como una muestra de afecto entre amigos y compañeros. Había crecido con eso y lo tenía totalmente integrado.
Por ello, ya en la universidad, se había habituado sin problema a las bromas de sus compañeros de equipo. Que si un pellizco en lo pezones por aquí, que si un latigazo con la toalla en su trasero cuando iba camino de las duchas por allá, etc. El caso es que las bromas habían llegado a tanto que cuando ganaban algún partido gracias a su buen juego, la celebración consistía en que entre todos los compañeros lo agarraban, lo llevaban al vestuario, lo desnudaban por completo en un segundo y le tiraban agua, refrescos, el cubo de hielo y todo lo que pillaban por encima mientras coreaban al unísono y como energúmenos ¡Donkey! ¡Donkey! ¡Donkey!, paseándolo en volandas por todo el vestuario y subiéndolo y bajándolo una y otra vez.
Hahaha ¡Estáis locos tíos! -gritaba Jack divertido.
Además Jack pensaba que le llamaban "donkey" como un apodo cariñoso por su "simpleza" pero lo cierto es que el mote se lo habían puesto por le que le colgaba entre las piernas... Aunque Jack no le diese especial importancia, del mismo modo que todo su cuerpo se había desarrollado magníficamente, sus genitales habían crecido hasta un tamaño digamos "exagerado". El muchacho de 22 años tenía un pene enooorme. De no menos de 18 cm y gordo como una lata de red-bull en estado de reposo. También tenía unos grandes y redondos testículos, contundentes y pesados. Unos pelotones que estaban en perfecta armonía con semejante aparato. Así, en esas celebraciones, con los alzamientos en el vestuario, vítores y el grito ensordecedor de ¡Donkey! la enorme polla de Jack se bamboleaba sin parar, arriba y abajo, a izquierda y derecha, mientras iba chocando contras sus propias piernas y estómago, los brazos y torsos de los compañeros, incluso golpeándoles en sus caras. Jack era una mole y se necesitaban un buen número de chicos para alzarlo. Un montón de manos lo agarraban de las pantorrillas, los muslos, la espalda, las axilas y lo glúteos para conseguir alzarlo. Sobretodo siempre notaba muchas manos en su culo. Manos apretando, agarrando y palmeando. También alguna que otra chafando sin querer sus pelotas. Pero él se contagiaba de la euforia de sus compañeros y sonreía feliz e inocente. No le daba ninguna importancia cuando algún dedo -accidentalmente por supuesto, pensaba Jack-se apretaba contra su ojete e incluso, debido al sudor y la humedad del vestuario, se introducía un poco hacia dentro, o un mucho...dependiendo de la ocasión y la intensidad de la celebración. Pero a Jack no le molestaba. Sabía que sus compañeros estaban tan animados que no se daban ni cuenta. A veces notaba hasta dos o tres dedos dentro de su sudado agujero pero Jack no se quejaba. Podía aguantarlo. Sus compañeros estaban muy felices y no pretendía arruinarles la fiesta. Lo único que le preocupaba un poco es que, cuanto más dedos se colaban, más se acentuaba ese extraño cosquilleo en la punta de su polla...
Jack no acababa de entenderlo. Siempre había habido una estrecha y rápida conexión entre su ano y su pene. Si, por ejemplo, se rascaba el culo porque le picaba, notaba un sutil cosquilleo que viajaba desde la base de sus huevos, hasta la punta de su pene y este se ponía algo morcillón. Si se sentaba en alguna superficie dura que separaba mucho sus glúteos y hacía que el ojete rozase con el calzoncillo, lo mismo. Pero sobre todo le pasaba cuando la estimulación era más fuerte. Como cuando iba a cagar. Era notar el zurullo presionando en la punta de su ano y automáticamente su polla crecía y crecía hasta llegar a empalmarse por completo. Y aquello que Jack había experimentado desde su adolescencia se convertía en un problema si, por casualidad, sentía la urgencia de hacer sus necesidades estando fuera de casa porque la polla de Jack empalmada era, para decirlo de una forma clara, una auténtica monstruosidad: 27 cm, gorda como su antebrazo y con un capullo lustroso y rosáceo que, para colmo, no paraba de soltar líquido preseminal. Muuucho líquido preseminal. Estando en casa no le importaba pero si tenía que hacer caca en algún lavabo público o en los vestuarios de los centros de entreno le tocaba esperarse un buen rato hasta que la empalmada le bajase, ya que era algo totalmente enorme y fuera de lo normal y no podía disimularlo de ningún modo. Además, Mary Ann lo consideraba una vulgaridad. Si alguna vez se excitaba estando con ella ésta lo miraba con cara de reproche y le decía enfurecida:
-¡Haz el favor de taparte esa abominación y no ser un grosero Bobby Jack! -cuando Mary Ann le reñía utilizaba su nombre completo...
Pero es que encima Jack acostumbraba a vestir con ropa de deporte muy ajustada y, simplemente, tanta carne no le cabía en el pantalón. Era su hermano pequeño, John, el que siempre le animaba a vestir así, muy ajustado. De hecho era el mismo Paul el que le compraba la ropa, ya que Jack no tenía ojo para eso. John le decía que era lo que mejor le quedaba. Pero aunque Jack pensase que algunas de las prendas realmente eran muy pequeñas, en especial, los pantalones, sentía devoción por su hermano pequeño de 19 años, ya que siempre lo trataba con mucho cariño y sabía que era mil veces más inteligente que él. Así que no le llevaba la contraria. Además, Jack no se preocupaba por su aspecto físico y no era vergonzoso. Le daba un poco igual ir vestido de un modo u otro. Y no se percataba de que todo el mundo se giraba a mirarlo al verlo tan ceñido y destacar tanto como destacaba... Sólo sentía vergüenza si Mary Ann lo criticaba porque su paquete abultaba demasiado.
En fin, que la estrechas prendas proporcionadas por su hermano bastante tenían con conseguir retener sus protuberantes glúteos y su voluminoso paquete en estado de reposo.
-No podías esperar que también soportasen y cubriesen tu descomunal polla empalmada! -le recordaba John cuando Jack le comentaba sus problemas.
Por todo ello, siempre que Jack tenía que ir al lavabo fuera de casa tardaba muchísimo en salir porque se esperaba a que bajase la "hinchazón". Lo que si que no podía evitar ni esconder era la manchota que dejaba el abundante líquido preseminal, porque su rabo seguía expulsando fluidos mucho rato después de haber ido al water. Por suerte su buen hermano Paul se preocupaba de lavarle la ropa y tener una muda lista para él encima de su dormitorio siempre que Jack regresaba a casa. Desde siempre, los dos hermanos habían tenido una relación muy estrecha. Sobre todo desde 7 años atrás, cuando sus padres fundaron su propia empresa y no paraban de viajar, dejando solos a los dos hermanos durante casi toda la semana muy frecuentemente, teniendo estos que espabilarse para hacerlo todo casa. Es decir, John era el que llevaba la casa y Jack se dejaba llevar.
El caso es que esa extraña conexión suya entre culo y pene, ese extraño cosquilleo que aparecía al ser manoseado su trasero y estimulado su ojete era lo que inquietaba un poco a Jack durante sus primeros "encumbramientos" y celebraciones en los vestuarios. No quería parecer vulgar pero no podía controlarlo y con cada dedo que entraba y salía sentía como su polla se hinchaba y crecía. Pero pronto se esfumaron de sus mente las preocupaciones porque asombrosamente, y a diferencia de lo que pasaba con Mary Ann ¡a sus colegas no parecía importarles! Es más, cuanto más crecía su pene debido a tanto estímulo, más fuerte gritaban sus amigos ¡Donkey! ¡Donkey! ¡Donkey!. Tampoco parecía molestarles que los constantes chorros de líquido preseminal que goteaban de su capullo les salpicasen, pringando sus brazos, pectorales, pelo y hasta sus rostros. Y es que Jack notaba com su glande golpeaba desafortunadamente las caras de sus compañeros. Incluso, en ocasiones, sentía el cálido aliento de sus bocas, siempre abiertas debido a los gritos que pegaban. A muchos, con tanto grito y por accidente y mala suerte, hasta se les llegaba a colar el pene de Jack en la boca. Bueno, más que colarse, el rabo de Jack taponaba sus bocas, ya que no había mandíbula que se abriese tanto como para que cupiese semejante cipote. Pero todos se reían a carcajadas y chillaban todavía más cuando el rabo volvía a quedar libre y bamboleante, aunque el pobre amigo de turno que había sufrido el pollazo quedase con toda la boca desencajada y correando de precum.
- O mierda! Los siento colega! -gritaba Jack -Pero el jaleo general engullía sus disculpas.
En fin, que Jack era muy feliz en esos momentos. Entre sus compañeros no sentía vergüenza. No importaba que su extraña conexión culo-polla se manifestase delante de todos al colarse, sin querer, varios dedos de sus amigos en su ano y que su enorme y gorda salchicha fuese golpeando y babeando a diestro y siniestro a sus agradecidos y entusiastas compañeros. Eran accidentes sin importancia que ocurrían porque los muchachos estaban fuera de sí celebrando la victoria y, como decía su hermano John:
-¡Maldita sea hermano mayor! ¡Tu polla es jodidamente enorme y simplemente no puede dejar de chocar con todo!