Presentando a Jack 2 (Parte-1)

Presentando a John, el hermano pequeño de Jack.

Aquí va la primera parte de este segundo relato sobre Jack. Espero que os guste tanto como el primero. Me encantará recibir todos vuestros comentarios por mail. Huelga decir que se trata de un relato de ficción y que no es mi intención molestar ni ofender a nadie. Un saludo!

PRESENTANDO A JACK 2 (Su hermano pequeño John - Parte 1)

¡Qué desastre! - pensó Jack al ver todo el lado izquierdo de su pantalón corto a la altura de su entrepierna completamente empapado y pegajoso, justo cuando aparcaba la mountain bike en el porche.

Eran pasadas las diez de la noche del viernes y volvía a casa en su nueva bicicleta después de haber acabado el último entreno de fútbol americano antes del partido del próximo domingo. Él era el quarterback y el alma del equipo y entrenaba muy duro todos los días. Amaba el deporte, y quería estar en la mejor forma posible para conseguir victorias y hacer felices a los muchachos. Era estupendo verlos tan contentos y tan cariñosos con él al final de los partidos. Así que prefería volver en bicicleta a casa, a pesar de tener más de media hora de pedaleo, para seguir trabajando las piernas y los glúteos. No lo hacía por vanidad, sino para ser más rápido y potente en el terreno de juego. Su mejor amigo y compañero de equipo, Matt, siempre se ofrecía a llevarlo en su furgoneta al acabar las sesiones, pero a Jack, además, le encantaba montar en su bici. Disfrutaba del paseo y del aire en la cara.

Pero esta noche la vuelta había sido más larga y más agitada de lo esperado. El ayuntamiento había cortado la avenida principal que conducía hasta su domicilio por mejoras en el asfaltado así que Jack había tenido que coger un desvío por un camino de tierra lleno de baches y piedras. Y aunque su nueva y flamante bicicleta, comprada hace apenas una semana, era buena, de profesional; con su cambios, frenos y amortiguación de lo mejorcito, él no iba bien equipado. Llevaba una pesada mochila a la espalda, unas zapatillas de deporte genéricas, una camiseta de manga corta ajustada y un pantaloncito blanco, corto, muy fino y transpirable, de esos de running, de los que le compraba su hermano John y que le venía como 3 tallas pequeño. La malla interior de rejilla que tenía la prenda, a modo de "recoge paquetes" sufría lo suyo para retener todo lo que Jack tenía entre las piernas oscilando enérgicamente de un lado a otro con cada pedaleo. Y las costuras externas casi que estallaban con los enormes muslos y el voluminoso y potente culo de Jack hinchándose y deshinchándose. Más que un pantalón aquello era como una segunda piel y, para colmo, la bici era tan pro que tenía uno de esos asientos estrechos y aerodinámicos que se clavan en "el alma". El sufrido Jack había estado suda que te suda y dale que te dale a los pedales por aquel camino de cabras, sintiendo cada bache y cada piedra en su sensible y mojado ojete. La última pendiente de bajada había sido la más accidentada, con pedruscos por todas partes. Y parecía que su receptivo ojete se comportaba cada vez más como un botón: orto estimulado - rabo morcillón y babeando. Pero Jack, con tantos sudores, ni se había percatado de la enorme macha en su pantalón hasta bajarse de la bicicleta. Tan mojado estaba que el rabo, henchido, casi se transparentaba a través de la finísima tela.

Al cerrar la puerta de casa tras de sí escuchó los pasos de su hermano pequeño John que se acercaba a saludarle y darle un abrazo como tenían por costumbre. Pero enseguida que John le puso la vista encima se percató del "accidente".

Jack estaba en el recibidor, sudado y manchado, con una mano sujetando la mochila y con la otra rascándose la cabeza mientras miraba a su hermano con ojos de cordero degollado.

Jack -- Lo siento hermanito... hehe

John ­-- Ohhh... menudo desastre grandullón... ¿Ha vuelto a suceder, no?  - exclamó John mientras se acercaba a Jack con la vista fija en su paquete y la boca semi abierta.

Se arrodilló frente a él y puso su cara muy cerca del enorme bulto empapado y pegajoso. Jack, que contemplaba a su hermano desde arriba, no se sorprendió de que éste vistiese únicamente una camiseta de tirantes y un suspensorio, todo de color blanco, que sabía que era el color favorito de John. Su hermano pequeño siempre había sido muy caluroso y aprovechaba cuando sus padres estaban fuera de casa por trabajo para ir más "cómodo".  Lo cierto es que siempre había una temperatura muy alta dentro de casa cuando sus padres estaban de viaje, cosa que pasaba dos o tres semanas al mes. John le decía a Jack que, por un problema en la caldera, la calefacción se disparaba cada dos por tres, pero que sólo papá sabía cómo arreglarlo. Así que mientras esperaban su regreso, los dos iban semidesnudos por casa. Entre hermanos había confianza y, realmente, el calor era muy agobiante y cualquier prenda molestaba. Además, John estaba muy acostumbrado a ver chicos desnudos durante toda su vida en los vestuarios deportivos,  así que se sentía cómodo con su desnudez y la de su hermano.  Pero lo cierto es que últimamente, y sin si saber muy bien por qué, muchas veces se quedaba algo embobado mirando el trasero de su hermanito pequeño.

Bueno el "hermanito" en realidad era también un consumado deportista de 19 años ya, alto y musculoso. Medía un poco menos, 1,80 y no estaba tan "grande" como Jack, pero su cuerpo tenía una constitución perfecta, sólo que más estilizada. De cara se parecían mucho. Se notaba que eran hermanos. John era también muy guapo,  con los ojos azules, la mandíbula marcada y labios carnosos, pero en versión rubia, como su madre. Su pelo era de un rubio ceniza que siempre llevaba algo más largo y revuelto que su hermano. Sus deportes favoritos eran la lucha olímpica y el tenis así que tenía todo el cuerpo cincelado, pero en especial los glúteos. Debía de ser cosa de familia eso de los culos prominentes. Aunque a decir verdad John siempre les dedicaba especial atención en sus entrenos y los trabajaba con esmero. Así, el culo de John era un perfecto culo de burbuja, suave y redondo pero a la vez firme y poderoso, que destacaba todavía más entre las gomas de los pequeños suspensorios que acostumbraba a usar. Eran la mejor prenda para entrenar, según sus palabras y, tan cómoda la encontraba, que la llevaba a todas horas mientras estaba en casa: para estudiar, para mirar la tele e incluso para hacer las tareas de limpieza cotidianas del hogar. Era justamente en esos momentos, mientras John rondaba por la casa limpiando esto y moviendo lo otro cuando Jack se quedaba como hipnotizado contemplando el bamboleo de los voluminosos cachetes de su hermanito. Pero es que además siempre coincidía que cuando Jack se estiraba cómodamente en el sofá a mirar los deportes en la tele o a jugar a la Play un rato aparecía John por la puerta del salón al poco tiempo con su cinta de tenista en la frente, un trapo en una mano y el spray multiusos en la otra, y se ponía a limpiar el salón enfrente de Jack.

John -- ¿No te molesto, verdad hermano? - siempre le preguntaba John

Jack -- Ehh... uuhh...No, no Johnny. Tranquilo. Es estupendo que te ocupes de todo. ¿No quieres que te ayude?

John -- Para nada. Hoy has entrenado muy duro. Tú descansa.

Jack -- Gracias hermanito. Eres el mejor.

La conversación siempre era la misma y luego cada uno seguía a lo suyo. Pero, cada vez más a menudo, Jack no podía evitar desviar inconscientemente la mirada de la pantalla hacia los perfectos glúteos de su hermano. Y es que John se tomaba muy en serio todo el tema de la limpieza y la higiene y frotaba con esmero cada rincón. ¡Hasta el parquee!

John -- La casa tiene que estar perfecta para cuando vuelvan papá y mamá -- acostumbraba a decir.

Y le ponía tanto empeño que el pobre incluso se arrodillaba en el suelo. Se colocaba a cuatro patas con la espalda arqueada y el culo bien en pompa mientras frotaba y frotaba. Tanto se esforzaba y tanto arqueaba la espalda y separaba la piernas para acabar con toda la suciedad que la raja de su culo quedaba bastante abierta, dejando semi-expuesto, justo enfrente de su hermano mayor, su pequeño, rosado y perfecto ojete. El efecto que producía tan espectacular trasero abierto y oscilante desde el punto de vista de Jack era muy... absorbente.

La mente de Jack no entendía de sutilezas, tampoco en el aspecto sexual. Desde que había comenzado la pubertad y su despertar hormonal actuaba con el tema sexual igual que con la comida o el sueño.Y esto es, de forma muy primaria, muy causa-efecto, muy estímulo-reacción. Es decir, si tenía hambre comía como un animal. Cuando le entraba el cansancio caía rendido de golpe en un profundo y casi indestructible sueño. Y cuando su cuerpo recibía algún estímulo sensorial, ya fuera táctil, visual u olfativo, su cuerpo reaccionaba automáticamente. Como con su especial conexión entre ano y pene, por ejemplo. En cuanto a los estímulos visuales, a lo que más reaccionaba su cuerpo era a los pechos y, en especial, al trasero de las chicas. Le embelesaban las formas redondeadas y generosas. Precisamente lo que más le gustaba de Mary Ann era justamente eso, sus tetones y su culo, también grande y prominente. Pero las ganas y excitación con su chica siempre se veían frustradas. En cuanto Mary Ann notaba su mirada de bobalicón fija en su trasero y su ya de por sí abultadísimo paquete más crecidito de lo normal esta lo reprendía.

Mary Ann -- ¡Por el amor de Diós Bobby Jack! ¿Quieres hacer el favor de dejar de babear y comportarte? Me estás avergonzando...

Jack -- Uhhhgg ¿Cómo? -- contestaba Jack saliendo de su estado de abstracción

Mary Ann -- ¡Que no seas pervertido!

Y se alejaba enfurismada dejando a Jack, como siempre, con las pelotas llenas y sin saber muy bien qué había pasado. Pero, aunque prometidos recientemente, Mary Ann había sido su única novia desde los 15 años, y Jack no conocía otra cosa. Creía que eso era lo normal. No hacer nada hasta el matrimonio. Así lo habían educado sus conservadores padres. Y lo cierto es que, una vez desaparecido el estímulo, Jack volvía rápidamente a ocupar su cabeza con los entrenos y demás. Tampoco pasaba todo el día pensando en el sexo como la mayoría de los muchachos. Pero claro, notaba que siempre tenía una energía desbordante y una constante sensación de pesadez en sus, ya de por si, enormes testículos.

Y así fue pasando la adolescencia hasta que, sobre los 18-19, años empezó a experimentar muy frecuentemente poluciones nocturnas. Desde entonces amanecía a menudo con su pene, estómago y muslos pegajosos y las sábanas manchadas de abundante y seco esperma, ya que tenía por costumbre dormir desnudo. La primera vez que le ocurrió se alteró mucho. Aunque parezca imposible en un chicarrón de su edad, Jack ni siquiera se hacía pajas. Sus retrógrados padres siempre habían insistido en que masturbarse era pecado. Así que al ver su cama y su cuerpo llenos de corrida temió que estos pudiesen pensar que era un pervertido, como siempre lo llamaba Mary Ann. Pero, por suerte, su hermano pequeño John acudió en su ayuda y estuvo allí para calmarlo y explicarle que era algo natural. John siempre había sido muy inteligente y sabía mucho de todo. En el colegio y en el instituyo era el más listo de la clase y Jack tenía confianza ciega en él.

John -- Eso le pasa a todos los chicos cuando crecen hermano mayor. Tu cuerpo tiene que librarse de la "tensión" acumulada durante los entrenos y lo hace por la noche, mientras duermes. No te preocupes que cada vez que te pase me avisas y yo te ayudaré a limpiarlo todo para que papá y mamá no se den cuenta.

Jack -- ¿De veras hermanito? Ya me quedo más tranquilo entonces. Menos mal que tú siempre me lo explicas todo para que yo lo entienda.

John -- No hay de qué grandullón. Es normal que entre hermanos nos ayudemos.

Pero lo que Jack no sabía es que desde ese "incidente" John empezó a desarrollar una especial fijación por él. Por su físico más concretamente. John siempre había querido mucho a Jack y siempre habían compartido juegos pero se dio cuenta muy pronto de que era bastante más listo que su hermano mayor. Y aquella primera polución nocturna marcó un antes y un después en su relación fraternal. Los tres años de diferencia que había entre ellos en aquel entonces eran notorios. Jack, debido a su super desarrollo físico, empezaba a ser un hombre y John, aunque también crecidito y muy deportista, todavía estaba en la adolescencia. Así que John quedó muy impresionado cuando vio y olió toda la "madurez" de su hermano mayor en la descarga involuntaria. Se quedó anonadado al ver el asombroso tamaño de la polla de Jack cuando éste lo llamó asustado esa mañana. ¿Cuándo había "crecido" tanto su hermano? -- se preguntó. Y en ese instante algo hizo "click" en su interior.

John: --¡Joder hermano! ¡Vas a matar a alguien con eso! --dijo bromeando nervioso.

Jack: -- ¿Cómo? -- Jack no captaba la broma

John: -- Nada, nada. Anda, deja que te ayude a limpiar este desastre.

Así, desde ese momento, casi de forma inconsciente al principio, John siempre intentaba estar presente cuando Jack se desnudaba. Jack de por sí era desinhibido y despreocupado y eso le facilitaba mucho las cosas a John. Por ejemplo empezó a abrir la puerta del baño cuando sabía que Jack estaba dentro, fingiendo que no se había dado cuenta, y aprovechaba para echar una mirada rápida a su gordo pene mientras meaba. O también había cogido por costumbre entrar al cuarto de Jack a preguntarle algo sin importancia cuando escuchaba que éste salía de la ducha para ver si había suerte y lo pillaba vistiéndose. Pero estos frugales y forzados momentos no satisfacían ni mucho menos la curiosidad de John así que su despierta mente tuvo una perversa idea.

Sabía que Jack tenía un sueño a prueba de bombas. Si no se levantaba de forma natural tras haber descansado, era una odisea intentar despertarlo en mitad de la noche. Ni voces , ni gritos, ni empujones conseguían perturbar el descanso del súper deportista. Además, por suerte, los dormitorios de ambos se situaban en el tercer y último piso de la casa familiar, con sus respectivas puertas enfrentadas al fondo del pasillo, mientras que el dormitorio principal de sus padres se ubicaba en la segunda planta. Así que los dos chicos disfrutaban de bastante privacidad. Sabían que no molestaban a nadie si venían sus amigos a casa para hacer los deberes o jugar un rato a la consola. Pues bien, siendo así las cosas, John pensó que sólo tenía que cruzar el pasillo cuando sabía que toda la familia ya dormía para tener "acceso libre” a su hermano. Además, muchas noches los padres estaban fuera por trabajo.

Pero los primeros intentos del pervertido hermano pequeño fueron muy tímidos. Al fin y al cabo era un muchacho de unos 16 años por aquel entonces. Al principio, si se levantaba a mear de madrugada, en ocasiones, antes de regresar a su cuarto, se paraba en frente de la habitación de su hermano y miraba a través de la rendija de la puerta entreabierta. La cama de Jack estaba situada de costado contra la pared, bajo una ventana que daba a la calle, de tal modo que siempre una tenue luz caía sobre Jack. Éste, rebosante de energía y calores, tenía por costumbre dormir en pelota picada y era de los típicos que siempre acababa destapado por lo mucho que se movía durante la noche, ya hiciese frío o calor. Por lo tanto la mayoría de veces que John se asomaba se encontraba con alguna parte del el perfecto cuerpo de su hermano al alcance de sus curiosos ojos. Que si medio muslo fuera, que si todo el torso descubierto... Pero John no se atrevía a ir más allá y aunque ya se había ido aficionando a visitar a su querido hermano mayor a escondidas en plena madrugada casi cada noche como método para conseguir contemplar sus "dones" sólo se limitaba a estar un rato mirando, sopesando en su interior las implicaciones de lo que estaba haciendo.

Pero las semanas y los meses fueron pasando y, para disgusto de John, no se había vuelto a repetir ningún episodio de polución nocturna. Así, conforme ambos hermanos crecían John se obsesionaba más y más con el magnífico desarrollo físico de su guapísimo hermano mayor y se envalentonaba también cada vez más en sus visitas nocturnas. Sin duda, las mejores noches eran aquellas en las que Jack se destapaba por completo y sus enormes genitales quedaban expuestos. Esa abundante masa de carne que reposaba pesada sobre los potentes muslos de Jack causaba en John un efecto casi hipnótico. En cuanto veía la enorme polla de su hermano mayor instintivamente John empezaba a masturbarse en silencio en el umbral de la puerta. Pero, para su desgracia, esta visión solía durar sólo unos instantes, ya que Jack tenía por costumbre (casi manía) tumbarse principalmente de su lado izquierdo para dormir, dando la espalda a la puerta. Y aunque los imponentes glúteos de atleta también eran un regalo para los ojos, la obsesión de John era la polla de su hermano mayor y se lamentaba cada vez que este se giraba sobre su costado. Entones John se volvía a su cuarto a dormir. Pero a medida que el tiempo corría John, que se también se hacía cada vez más hombre, fue aumentando más y más ese deseo y fijación por su hermano mayor y ello lo llevó a dar el próximo paso y no esperar al siguiente "accidente" de polución nocturna para poder volver a ver bien de cerca la pollaza de Jack.

Una calurosa noche de verano John estaba especialmente cachondo y no podía dormir. No dejaba de dar vueltas en su cama mientras esperaba el momento indicado para levantarse y "visitar" a su hermanote. Por fin llegaron las 02:00h am y John salió de su dormitorio deseando que esta vez Jack estuviese bien destapado. Y, afortunadamente, así fue.

-- ¡Toma! -- se alegró.

Las sábanas de Jack estaban arrugadas a sus pies y éste dormía boca arriba a pierna suelta, con el brazo derecho y la pierna derecha que le medio colgaban por el borde de la cama. En esa postura su gordo y largo pene reposaba sobre sus enormes testículos, siguiendo toda la circunferencia de los mismos y llegando incluso a descansar un buen trozo del rabo sobre el colchón. La tenue luz de la ventana hacia que todo quedase lo suficientemente iluminado para que John no dejase de tener la boca abierta. Esa noche necesitaba ver ese rabo más de cerca... necesitaba tocarlo, olerlo...

-- ¿Lamerlo? ¿Cómo era posible que sintiese auténtico "apetito" por los atributos de su hermano? -- se interrogó.

En fin, sin pararse a pensarlo demasiado decidió que este era el mejor momento para su intento de aproximación y, armándose de valor, y seguro de lo profundo del sueño de su hermano, se atrevió a cruzar el umbral de la puerta y acercarse hasta la cama de Jack. El fornido muchacho respiraba profunda y pausadamente totalmente ajeno a su visitante nocturno. De cerca el cuerpo y los genitales de Jack eran simplemente, gloriosos. Ya en posición y muy lentamente John fue estirando su mano temblorosa hacia la polla de Jack pero, justo cuando estaba a escasos centímetros de ésta, Jack se dio la vuelta repentinamente y quedó acostado sobre su lado izquierdo. A John casi se le para el corazón del susto. Pero enseguida se dio cuenta de que Jack seguía durmiendo como un tronco y simplemente había vuelto a su postura favorita.

-- ¡Mierda! -- pensó John.

Pero esa noche John estaba decidió a palpar el rabo de su hermano mayor sí o sí y no se dio por vencido. Jack reposaba con la espalda arqueada, la pierna izquierda estirada y la derecha cruzada sobre esta de tal modo que su enorme y musculoso culo sobresalía un poco sobre el borde de la cama. De hecho el cruce de piernas repentino había dejado medio atrapadas las grandes pelotas de Jack entre sus muslos de forma que estas quedaban proyectadas hacía fuera como si de los huevos de un tigre se tratasen. Realmente era algo digo de ver. John se sentó en el suelo y estudió la situación detenidamente. Tal vez.. si conseguía levantar un poco la pierna derecha de su hermano... podría meter la mano y... sí, estirar del pene y conseguir que éste también quedase sobresalido hacia afuera, atrapado entre los muslos de su hermano, dándole así libre acceso a John al mismo.

-- Puede que funcione... -- se animó John.

Así que se metió en faena y empezó a empujar el muslote derecho de Jack hacia arriba. Cuando John agarró la pierna se sorprendió de lo caliente y robusta que era. Tuvo que hacer bastante fuerza con las dos manos para levantarla apenas un palmo. Pero ¡tachan! ahí estaba su preciado objeto del deseo. La salchichota de Jack reposaba sobre su muslo izquierdo, magníficamente en calma. John colocó entonces su antebrazo izquierdo entre las piernas de Jack para mantener el paso abierto y con su mano derecha agarró y tiró con suavidad del cipote de su hermano hasta que este sobrepasó los muslos y, con mucho tacto, volvió a dejar caer la pierna derecha de su hermano mayor en su sitio.

--¡Ahora sí! -- pensó John mientras una sonrisa de oreja a oreja se dibujaba en su atractiva cara.

Tal y como había planeado los muslos, bien cerrados uno sobre el otro, proyectaban hacia atrás de manera exagerada los enormes genitales de Jack. Sus testículos, más grandes que dos pelotas de tenis, estaban como apretados contra las piernas, hinchados de tanta leche como almacenaban, y la enorme polla caía fláccida pero majestuosa sobre el isquiotibial izquierdo. Y en ese momento y como si de una invitación se tratase Jack se movió un poco y culeó dejando todo el trasero completamente fuera del colchón, haciendo así que la polla colgase libre en el aire. John no podía creer su suerte. ¿Cuánto medía ese trozo de carne? A escasos centímetros de su rostro le parecía algo desproporcionado. Sin poder reprimir más sus ganas John acercó por fin las manos y empezó a palpar la polla de sus sueños.

Primero sopesó su peso y consistencia en su mano derecha. Casi no podía abarcar toda su circunferencia y eso que estaba en reposo.

--Asombroso--musitó John.

Luego pasó a descapullarla. El rosado y perfecto capullo de Jack salió a la luz.

--Uff...-- suspiró John.

Estando en estas se animó a utilizar también la mano izquierda para acariciar y sujetar las bolas de su hermano mayor. Eran suaves y también muy pesadas. Perfectamente afeitadas. Si bien Jack no tenía apenas vello corporal John sabía que sus sucesivos entrenadores siempre le habían insistido en que llevase sus partes íntimas bien "pulidas" para evitar, decían ellos, molestias innecesarias. Y Jack lo había asumido como otra más de sus muchas rutinas de entrenamiento. Tan solo se dejaba algo de pelo en las axilas y en el pubis. Y, a decir verdad, sin vello todo parecía más lustroso.

Finalmente John, completamente envalentonado acercó la boca al capullo de su hermano mayor y le pegó un lametón.

-- Mmmm-- gimió flojito-- Y un calambrazo recorrió todo su cuerpo.

Animado por la respiración pausada e inmutable del bello durmiente John, que parecía haber perdido de golpe toda la paciencia de la que había hecho gala los últimos meses, abrió la boca lo máximo que pudo y, sin más preámbulos, se metió el enorme glande dentro.

-- Ufggmff...

Pequeños sonidos escapaban de sus labios mientras intentaba con esmero abarcar en cada bocanada de aire algo más de semejante pollote en su húmeda boca. Pero pronto se percató de que esto iba a resultar misión imposible ya que al parecer, el cuerpo de Jack estaba reaccionando a las gentiles caricias bucales de su hermanito y John notaba como el pene deseado crecía y crecía por segundos resultando muy difícil mantenerlo en su boca.

--¡Y eso que sólo tenía el capullo dentro!-- exclamaba John para sus adentros.

Pero por nada del mundo quería dejar de seguir disfrutando de aquella oportunidad así que pensó que recorrer toda la superficie del mástil de su hermano con la lengua tampoco estaría nada mal. Sin más, pues, se puso a ello y se aseguró de que ni un solo centímetro de la polla de Jack quedara desatendido. John sacaba la lengua lo máximo que podía y recorría toda la longitud del miembro, desde la punta hasta la base una y otra vez. Así, lametazo a lametazo la enorme polla de Jack iba adquiriendo tamaño y grosor. En la vigésimo quinta vuelta de capullo-base John decidió que también quería saborear las pelotas a su hermano mayor y, de la misma forma metódica, se puso a ello. Tampoco le cabían en la boca así que se concentraba en lamerlas y besarlas. Pero John estaba famélico. Cuanto más lamía más hambre tenía. Se podría decir que la gula lo había tomado por completo y de pronto, en una pausa para tomar aire, cayó en la cuenta de que había mucha más carne que llevarse a la boca.

--¡El culo de Jack! --se exclamó.

Las dos enormes moles de carne, se le antojaron, de pronto, irresistibles y jugosas y empezó a palparlas y estrujarlas con esmero. El tacto de esas montañas de músculo era a la vez tierno y firme. Eran fácilmente moldeables, pero enseguida volvían a su esfericidad cuando John dejaba de aplicar presión. Maravillado por este efecto John empezó a separar ambos cachetes con las manos para acto seguido soltarlos y contemplar cómo rebotaban y volvían a su estado inicial, repitiendo el proceso varias veces. Esta acción pareció causar efecto en Jack, quien adoptó una posición más fetal, poniendo todavía el culo más hacia afuera y haciendo que su ojete quedase a la vista. John nunca había contemplado esa parte tan íntima de Jack. Ni siquiera había fantaseado con ella. Toda su obsesión era el rabo de su hermano. Pero ahora que lo tenía delante sintió como la curiosidad y la gula se aliaban y lo impulsaban hacia él. El ojete de Jack era una pequeña y perfecta circunferencia fruncida y rosada. Al acercar la cara a la raja de su hermano John se sorprendió del olor que emanaba de la misma. Era como una mezcla intensa de sudor, jabón de ducha, juventud, fuerza y misterio... Casi notaba cierto dulzor en el paladar. Desatado como estaba sacó la lengua y dio un buen lametazo al ojete.

--Ghammm.. -- un leve sonido escapó de los labios de Jack.

John esperó unos segundos y, tras volver a chequear que la respiración de su hermano seguía siendo profunda, dio un segundo lametazo más intenso.

-- Ahhhh -- gimió Jack -- Esta vez el sonido fue más audible y John notó como la polla de Jack daba un respingo.

--¿Qué está pasando aquí?-- se preguntó John.

Para salir de dudas dio un tercer e intenso lametazo en el suave y apretado ojete de su hermano mayor y acto seguido vio como todo el cuerpo de Jack se estremecía y su cipote aumentaba todavía más sus dimensiones.

--Vaya, vaya... parece que mi hermano mayor tiene una zona sensible aquí-- pensó John.

Y animado por el deseo y la crecida del nabo de Jack el hambriento hermanito se lanzó a comer con fruición el divino botón rosado y ... todo lo demás. John entró en una especie de frenesí y no daba a basto a sujetar, palpar, morder, chupar, estrujar, lamer y olfatear tanta carne como podía. Pasaba del rabo al culo, de las pelotas al ojete, de la punta del capullo al perineo y así hasta que todos los genitales y posaderas de su hermano mayor quedaron cubiertos por una abundante capa de saliva.

Llegados a este punto y con tanto estímulo recibido el ojete de Jack había empezado a contraerse y relajarse periódicamente, como si palpitase... Casi se diría que estaba pidiendo...

--¿Más? -- se preuntó John.

Así que John le dio más. Separó todo lo que pudo los glúteos de Jack con las manos y hundió la lengua en el suplicante agujero. El ojete no opuso ninguna resistencia y aceptó la intrusión de buen grado, abriéndose como una flor y haciendo jadear en sueños a nuestro deportista favorito. Otro cambio que notó John fue que el ahora increíblemente henchido nabo de Jack empezó a soltar abundantes cantidades de líquido preseminal como si de un grifo mal cerrado se tratase. Al verlo John tuvo una ocurrencia y se empapó bien la mano derecha del espeso y pringoso jugo de su hermano y se aventuró a meter el dedo pulgar en el orto de Jack.

--Ummmfffff--murmuro el hermanote.

Después de la buena acogida que había tenido el pulgar John metió el índice sin apenas apretar así que supuso que el anular también entraría.

--Como todo el mundo sabe donde caben dos caben tres... -- musitó John.

--Ahhhggghmmmfff-- gemía Jack en sueños.

John no daba crédito al calor y suavidad de aquella gruta. Sentía como sus dedos entraban y salían libremente del antes estrecho ojete de su hermano mayor quien, por cierto, ahora ya tenía todo el cuerpo cubierto por una fina capa de sudor.

John, hasta ese momento ajeno a su propio cuerpo sintió como su rabo le llamaba dolorosamente la atención, estando como estaba apretadísimo en sus pequeños slips blancos, que era la única prenda que usaba para dormir en aquella época. Así que no pudiendo aguantar mas, y sin dejar de trabajar el culo de su hermano, bajó su mano izquierda hasta el slip, se sacó la tumescente polla y se la empezó a cascar con desespero. A pesar de ser el hermano pequeño y todavía, por aquel entonces, tener apenas 17 años, John también estaba muy bien dotado. Su aspecto rubio y angelical contrastaba con su definida musculatura y su gran polla que, empalmada, le medía bien, bien 20 cm. Aunque claro, nada podría compararse con lo que su hermano mayor tenía entre las piernas. Pero mientras estaba casca que te casca su rabo y mete que te mete los dedos en el culo del empalmadísimo Jack cayó en la cuenta de que si su hermano disfrutaba tanto como parecía que estaba disfrutando con el trabajo anal ¿por qué no lo probaba también en él mismo?.

Hasta ese momento toda su vida se había masturbado estimulando únicamente su pene, obviando por completo la que él consideraba que era su mejor parte. Si en rabo no podía igualarse con Jack en lo que a culo se refería iban muy a la par, sobretodo si uno tenía en cuenta que Jack era tres años mayor que él. El tenis y a la lucha libre hacían maravillas. Por todo ello estaba convencido de que cuando se hiciese un poco más mayor al menos si podría superar a su hermano en cuanto a trastero se refería.

En fin, que de pronto a John le pareció lo más lógico del mundo que si el culo de su hermano mayor era tan sensible como para provocarle semejante empalmada incluso en sueños el suyo propio también debía de serlo. Al fin y al cabo compartían los mismos genes. Guiado por esta repentina revelación dejó de menearse el rabo (de ningún modo quería parar de ensartar el culo de Jack) para pasar a palpar su virgen ojete. Asegurándose antes, eso sí, de poner la mano bajo el manantial de precum que brotaba del descomunal pollón de Jack para tenerla bien lubricada. Al presionarse el ojal todo su cuerpo tembló, como le pasaba al de su hermano mayor, y una oleada de calor lo inundó.

--¿Qué demonios...?-- pensó--.

Ardiendo como estaba no tuvo paciencia y directamente hizo fuerza y se metió el índice y el anular hasta el fondo.

-- ¡¡Ohhhhh.. mierda.... como duele... cómo duele... cómo du-e... cómo... du.. cómo d........ Cómo... gnfssf... cómo.. uffgss--- cómo mola!!.--musitaba mientras sentía como su recién estrenado canal se acomodaba a los dedos.

--¡Qué sensación!.¡Qué gustazo!.¡Serás capullo John! ¡¿Qué coño te has estado perdiendo hasta ahora?!--- grito John más alto de lo que había pretendido.

Pero ya le daba un poco igual todo. Se sentía en la mismísima gloria. Con la mano derecha metía y sacaba sin cesar hasta cuatro dedos del abierto ojete de su hermano mayor y con la izquierda se auto-penetraba con dos dedos furiosa y rápidamente, postrado de rodillas ante el espectáculo del monstruoso cipote de Jack totalmente henchido, brillante y chorreante.

Y aunque para John había pasado rapidísimo ya llevaba más de media hora "trabajándose" a su hermano, y súbitamente notó como el ojete y los poderosos glúteos del super deportista se apretaron con fuerza sobre los dedos de su mano derecha. Entonces contempló estupefacto como la punta del nabo de Jack soltaba, uno tras otro, abundantes y poderosos chorrazos de esperma que lo manchaban todo: las pantorrillas del propio Jack, la cama, el suelo...

--Oh mierda hermano... ¡lo vas a dejar todo perdido! -- masculló John. Percatándose de que no se había parado a pensar en el desenlace de su aventura.

Y, haciendo lo primero que se le pasó por la cabeza, se abalanzó rápidamente sobre el miembro-aspersor de Jack y colocó su boca sobre el capullo, a modo de ventosa, chupando como si la vida le fuese en ello. Pero, simplemente, era demasiada leche. ¿Cuánto tiempo llevaba su hermanote sin correrse? -- pensó John-- Trallazo tras trallazo la boca de John quedó rápidamente colmada de la caliente crema y, a pesar de sus esfuerzos por tragar deprisa, le empezó a rebosar el exceso por las comisuras de los labios, pringándole la barbilla, y chorreándole hasta su propio abdomen, rabo, piernas y suelo. Allí estaba John, con más carne y leche de la que podía manejar, completamente sobrepasado, con la boca y el estómago llenos, la cara roja y lágrimas en los ojos del esfuerzo y la falta de respiración. Una mano atrapada en el voraz ojal de Jack y la otra hurgando en un lugar muy profundo de sí mismo. Así que sin poder aguantar más la necesidad de coger aire abrió de golpe la boca y una cascada de leche se precipitó desde ésta hasta su genitales. Y fue justo el contacto del calentísimo esperma de Jack con el henchido capullo de John lo que desencadenó su propio orgasmo. Sin siquiera tocarse el cuerpo John experimentó el mayor gustazo de su vida y todo él empezó a convulsionar mientras su generoso cipote escupía también leche para dar y vender.

Su éxtasis duró tanto como el tiempo que tardó el carajo de su hermano en dejar de soltar leche. Y eso fueron como 40 ó 50 largos y gloriosos segundos.

-- ¡Oh Diós mío! ¡Oh Diós mío!-- exclamaba John para sus adentros-- ¿Qué acaba de pasar?

Una vez agotada la proverbial fuente, pasado el orgasmo y calmada la respiración, John volvió un poco en si mismo y sintió la imperiosa necesidad de salir por patas de allí. Así que se levantó de un salto y dejó a su productivo hermano mayor y su dormitorio completamente empantanados mientras volvía a su cama y se escondía bajo las sábanas como si él no hubiese hecho nada. Pero mil sensaciones y pensamientos cruzaban su mente y después de largas horas de elucubraciones y sin pegar ojo de la emoción John llegó a las siguientes conclusiones.

La pimera es que por la mañana, al escuchar la llamada de Jack, se levantaría y ayudaría a su hermano en "su nuevo y desafortunado episodio de polución nocturna". ¡Vaya que si lo ayudaría!Tenía que cubrir sus huellas y esa sería la excusa perfecta. Y de paso podría volver a ver y olfatear las maravillas de su hermano ya con este despierto.

--¿Cómo no se me había ocurrido antes? -- pensó John.

Bien pensado, de ahora en adelante Jack iba a "padecer" muchísimos episodios de polución nocturna. De hecho uno casi cada noche.

La segunda conclusión a la que llegó John fue que a partir de ese mismo momento iba a indagar sobre todo ese asunto de la estimulación anal. Como buen estudiante que era conocía la anatomía y la fisiología del cuerpo pero, en su conservadora familia y entorno, nadie le había contado nunca nada sobre todo lo que se podía hacer y disfrutar con él. Así que desde esa noche John estudió y experimentó todo lo que pudo con su culo.

Y la tercera conclusión a la que llegó es que su hermano mayor se había convertido ¡en su crush! Y no iba a parar de darle a su espabilado coco para recrear mil y unas situaciones donde pudiese disfrutar de su escultural anatomía y gloriosos genitales.

Continuará...