Presa

Victima de un cazador veterano... Presa de su profesor...

Presa

Días como esos, no eran los que valían la pena para su paga… Tener que quedarse una tarde adicional para presentarles una evaluación al grupo de vándalos de clase media era suficiente, pero el tener que evaluar una tarde de un sábado… Era algo inconcebible. Que le quedaba, más que soportar las quejas sobre la dificultad, lo largo, y lo tedioso del examen, un día de estos, se lo pedirían a colores con lazo de regalo.

Pero el no se dejaba manipular, no era tan suave como los demás profesores. En su profesión, lo cual le convenía, era un verdugo, cruel, frío e indiferente a cualquier cosa que le dijera un alumno, cualquier queja. Lo que el mandara, sea lo que sea, tenia que ser cumplido al pie de la letra, y si este requisito no era cumplido, las consecuencias eran atroces al final de año. No, no podía llamarse preocupación por que sus alumnos sean aplicados (risa) no… Era sadismo. El pequeño placer de ver el sudor frío y la desesperación hasta en el más aplicado, del sufrimiento que causaba con algo tan sencillo como una prueba. Y paradójicamente, a pesar de lo tedioso de ir al trabajo en fin de semana, le resultaba estimulante el ver los rostros cansados, fatigados y asustados (esto en algunos casos hasta el libido le subía) de las criaturas

Diez minutos

Una macabra sonrisa se hizo notar en su rostro al oír la queja general, mas tiempo… Por supuesto, si ellos le pagaran el tiempo extra, aunque dinero no era lo que le interesaba, y sabia que ninguna señorita de ese curso estaría dispuesta a esa bajeza. Que bueno seria encontrar alguna pequeña lo suficientemente "osada", como la llamaría él… La presión apuró al grupo, por lo cual entregaron segundos después de que dijera la frase, excepto una de ellos. El no miró hacia la joven hasta que todos los demás se hubieran ido de nuestra escena, el último cerrando la puerta de golpe

C, voy saliendo ya, tres minutos

La aludida no se sobresaltó, de hecho era una de las muy pocas personas que se había acostumbrado a la actitud explosiva del tutor. El lo sabia, porque ya había visto como en medio de sus arranques, en que denigraba a su grupo por irresponsabilidad, mientras los demás temblaban como si vieran al demonio, ella solo se quedaba embelesada, como admirándolo… Esto le producía tanta frustración… Le molestaba que su placer se le fuera negado.

La chica solo le dirigió una fugaz mirada de desprecio. Una media sonrisa por parte de él cruzó su rostro, no le podía quitar la mirada de encima. Dos minutos. Miró su reloj, luego detalló el leve nerviosismo de su última victima, y se le vino a la mente la imagen de ese nerviosismo aumentando, convirtiéndose en miedo autentico. Desesperación. Pánico. Súplicas y lloriqueos. Él haciéndole temer, humillándola.

¡No! ¡Espera! Por favor, dame una oportunidad mas aunque sea... ¡Te lo pido!

No. Mejor quitarse eso de la cabeza, solamente el imaginarse eso lo calentaba, y no podía permitirse eso, si no podía después saciar el deseo. Y no era la moralidad lo que le frenaba, sino mas bien las mínimas (nulas) posibilidades de que ocurriera algo así, y el sabía porque… Tal vez hoy, como el sátiro que era, tendría que saciar sus ansias en algún bar de mala muerte, en compañía de los "panas", y comprarse por unos momentos alguna chiquilla de pecho de silicona y poco seso. No era habitual que lo hiciera, de hecho, le gustaba algo más "espontáneo", pero ni tiempo tenia para algo así, la ocasión tan agobiante requería un remedio poco usual. Terminado el tiempo.

Acabado el tiempo. Adiós.

¡Espere un momento!

Dije que se acabó el tiempo… Puede quedarse el examen y enmarcarlo en su pared si quiere, porque no se lo acepto

La sonrisa sádica de triunfo se exhibía descarada en su rostro entrado ya en años. Se dispuso a dejar a la joven, en su cruel excusa favorita para perjudicar a cualquier alumno, recogió todo en su maletín negro y llego a la puerta a zancadas, dejando a la joven muriéndose de la rabia

Movió el pomo, no cedió. Esperó un segundo, intento abrir con mas cuidado, este se movió sin accionar el mecanismo… ¿Qué demonios había pasado? Se quedó inmóvil, como si mirar fijamente la vieja puerta le concediera el milagro de abrirla.

¿No que se iba…?

Pegó un grito, en espera de que alguien oyera, nadie contesto. No había nadie en el piso, tal vez tampoco lo hubiera en el edificio. No volteo a mirarla siquiera. No sabía si ella lo decía en tono de queja o de burla. En cualquiera de los dos casos, le molestó bastante. Dejó caer el maletín a su lado pesadamente, preparándose para ver si dando uno que otro golpe lo liberaría de la prisión… Aparte de haberse dañado el mecanismo, era bastante resistente, demasiado tomando en cuenta la contextura del hombre, que maldijo por lo bajo. Al pasar la furia se quedó pensativo frente a la puerta, como esperando el milagro todavía. La chica se le quedó mirando entre asustada y divertida, le gustaba la actitud cascarrabias de el, desde que lo conocía así... De hecho era raro lo que no le gustaba de el

No le quedaba otra, se sentaría en el escritorio, mandaría un mensaje a la directora comunicándole la situación, tendría que ser con el móvil de la chica, y vendría poco después algún cerrajero o alguna señora encargada de limpieza que estuviera disponible, a esa hora del día. Sería una larga espera.

Hasta que ambos no se hubieron resignado a que se quedarían un buen rato, él no dio cuenta de la situación en la que se encontraba. Estaba solo, nada mas que con una alumna (y esa alumna justamente), ambos encerrados hasta quien sabe que hora (gracias a la eficiencia del personal)… Al parecer, su ahora compañera de prisión también dio cuenta de la situación, y quien sabe bajo que perspectiva vio aquello, que empezó a sonrojarse de manera delatadora, y la expresión de su rostro se torno extraña

Bien, solo les quedaba esperar, hasta que alguien les ayudara… Mientras tendrían que pasar el tiempo de alguna forma

Charlar era una buena idea.

Bueh… ¿Terminaste?

La chica quedó sorprendida, aquella actitud no era normal...

¿No y que no iba a aceptarme el examen?

Démelo.

Sin dejar de medio sonreír, y haciéndole caso omiso al comentario, le recibió la hoja.

Ahora, hazme el favor de sentarte aquí.

Observo atentamente sus facciones, desde que se acercó de nuevo hasta que se sentó justo en frente del escritorio. La joven no dejaba de mirarle a los ojos. A continuación, empezó a corregirle el examen, mientras ella petrificada no le quitaba de encima todavía la mirada, al momento reaccionó de su ensueño e intento disimular revisando su celular, y así evitar aquella tensión… Tranquilamente, tachando con un bolígrafo azul sus respuestas, hecho un vistazo hacia la chica.

¿Tienes saldo?

La aludida dio un respingo, quedo aturdida por un segundo.

¿Tienes o no? – El hombre era demasiado impaciente.

No… Solo revisaba mensajes viejos

Que irresponsable, deberías tener siempre la posibilidad de comunicarte, no sabes cuando se puede presentar una emergencia… Solo observa esta.

La joven frunció el ceño.

Pues usted tampoco tiene… Y en su caso es mas grave la falta.

Solo siguió corrigiendo su prueba. Unos tachones más, y guardó el examen en su maletín con el resto. Acto seguido, se paró y comenzó a pasearse por el salón.

La joven le siguió con los ojos, había esperado una reacción diferente, quizá algo más… agresiva.

¿Y bien?

¿Y bien que?

¿No me va a decir cual es mi nota?

¡¿Y porque se la tengo que decir antes que al resto?! ¿Qué se cree?

Mientras le decía esto, el tutor se había sentado encima de la mesa del escritorio, ahora si había subido el tono de voz

¡Solo le estoy pidiendo lo que tengo derecho a saber! ¡Ni tiene porque reaccionar así!

¡Ah! ¿Tú crees que ahorita tienes derecho a saberlo?

Déme una buena razón para que no sea así.

Pues porque no me da la gana de decirte a ti eso. Ahí tienes.

(Risa) ¿Ahora es que no te da la gana? Necesitas un médico, la edad te esta empezando a pegar

La edad no es lo único que pega… También hay otras cosas, y esas son las que a ti te afectan

La chica no dijo nada, enrojeció de la ira. El triunfante y divertido siguió paseando, terminando una larga vuelta, para volver otra vez a sentarse sobre el escritorio.

¿Molesta?

La chica hizo caso omiso, sin apartar la mirada del móvil.

¡No te molestes! ¿Tienes novio?

No… - No se esperaba esa pregunta por parte de el. En el fondo, le ofendió demasiado.

¿Haz tenido novio?

Aquello era demasiado, demasiado descaro, demasiada frialdad para ella. Pero no iría a dejar humillar tan fácil. Preparó una sonrisa sarcástica en su rostro, lo mas ponzoñosa que pudo, y finalmente se enfrento decidida a los ojos negros.

No es algo que te importe la verdad… Dudo que te considere algo importante como para compartir contigo esa información, aunque como me imagino que seguirás insistiendo… Si, he tenido, varios.

Vaya… - El hombre recibió el balazo, resistiendo lo que pudo, he iba a devolverle el tiro. – Así que haz estado disfrutando por allí bastante, eso explica muchas cosas, Cañedo

No creo que estas sean preguntas que pueda hacerme un profesor, a menos que dicho profesor quiera que le denuncie

¿Denunciarme? ¿Por preguntarte si tenías novio? Se reirían en tu cara

Puedo decir que fueron preguntas con intenciones indebidas

Y como se ve que no te sabes las leyes… Es mas, tan entupido es, que hasta me provoca ayudarte. Vamos a darte una razón más sustancial para denunciarme

Se acerco hasta quedar a un palmo de distancia del rostro de la sorprendida muchacha, y aspiró, como oliendo la fragancia.

¿… Haz tenido sexo? ¿Cuándo fue tu primera vez?

Ella se levanto de la silla, poniendo su rostro a la misma altura que el del tutor.

Esas son dos cosas que ya sabe perfectamente

Nadie dijo nada durante varios minutos.

La segunda no estoy tan seguro

Pues malo para usted, piense lo que quiera

¿Hasta cuando vas a actuar así? ¿Fingiendo que no pasó nada?

¡Ah! ¡Ahora soy yo la que finjo! Como si tú no me hubieras dado la espalda.

Yo solo le doy la espalda a los que me la dan a mí.

Otro tenso silencio, la ira por parte de ambos llenaba la cárcel que era el salón. Nada mas malo que estar completamente cansado, agotado, encerrado hasta quien sabe que hora sin posibilidad de comunicarse… En otras circunstancias, ambos hubieran apreciado la compañía.

¿Y bien?

¿Y bien que? – Contesto ella.

No me vas a contestar entonces

¿Qué quieres que te diga?

Nos vamos a quedar bastante rato… Como no vamos a poder tener "nada" aquí de todas maneras, al menos vamos a conversar un poquito, como amigos ¿Te parece?

¿Amigos, desde cuando amigos?

El mayor hizo caso omiso del comentario, siguió con el interrogatorio.

Dime ¿Novio tienes, loca?

Te dije que no es algo que te importe ya

¡Ah! ¿Eso quiere decir que no tienes?

Como me habías dicho algo diferente cuando decidiste terminar

No lo se.

¿Víctor se llamaba no? ¿O era Héctor?

No lo se.

Y al final no te fuiste a la cama con el ¿Verdad?

¿Tu que sabes?

Tus amigas a veces dicen mucho con lo poquito que van soltando

¿Sigues molestando a mis amigas? ¿Qué tienen que ver ellas con eso?

¡Mucho! De ellas saco lo que necesito saber

No creo que logres mucho

¡Ah! ¿Tu que sabes?

Pues se bastante.

¿Bastante que?

Olvídalo ya. De verdad, púdrete, olvida todo ya.

El tutor, que llegaba a los 50, con una leve expresión burlona, se fue acercando a la joven, de apenas 18 años, que ya fingía no escucharle.

¿Olvidar que? ¿Qué has tirado por ahí?

¡Todo!

¿Todo que?

¿Hasta cuanto con tus preguntas?

Hasta que no solucionemos esto

Tú no has querido

Tú impediste que se solucionara.

¡Cometí un maldito error! ¿Esta bien? Tú también me hiciste las cosas difíciles.

No, no has cometido un error… Y una vez que una mujer engaña a un hombre, este jamás debe perdonarla, nunca se debe echar para atrás… Nunca.

¿Y para que dices que se debe solucionar esto entonces?

El maduro hizo un gesto de fastidio, empezó a dar otra vuelta. Ella solo se le quedo viendo de reojo, cada vez más furiosa. Se estaba burlando de ella, eso era seguro. Y el estaba seguro de que ella jugaba con el. Eran dos ciegos y sordos tratando de coincidir, en una habitación pequeña, que ni a la suerte se encontraban como deberían. El orgullo por parte de ambos era una competencia reñida… Y tendrían que aguantarse entre ellos.

Aquella seria una larga tarde

Ahora ella fue la que volvió a comenzar.

Imbécil.

Sigue insultando y molestándote, que así se arregla todo.

Tú sigue echándome la culpa de todo.

¿Quieres disculparte?

¡¿Yo disculparme?!

Por ser tan traicionera, tan mentirosa… ¡Por estar con otro hombre y dejarme a mi varado!

¡¿Por qué no te disculpas tú?! ¡Por haberte burlado de mí! ¡Por estar acosando a todas mis amigas y por estar intentando tener algo con una de ellas! ¡En frente mío!

A el le temblaban las manos, a ella casi le salen las lágrimas. Estaba parada, mirando por una ventana hacia el horizonte al fondo del salón… Extraordinariamente, habían llegado a un punto en que el orgullo ya era cosa del pasado, como lo eran los roces y el sudor abundante que compartieron en una cama. Ella siguió mirando por la ventana, imaginando que en aquella estancia no había nadie mas. El se quedo viendo hacia su ex amante… Aun le deseaba, y le hería su orgullo de hombre aquella situación tan penosa, y no iba a ser él el que se arrodillara, no… La verdadera pecadora aquí era ella, he iba a hacerle confesar en su cara

Y el trance de la chica fue roto por un par de manos rudas, gruesas, que apresaron sus hombros con suma facilidad, por muchos esfuerzos que hizo ella por zafarse. El cuerpo igual de fuerte se pegó a su espalda, aprisionándola a su vez contra la ventana.

A ver, ¿Cómo es eso de que a mí la edad me pega? ¿No y que te excitaba un hombre mayor?

Las manos, tan duras, empezaron a masajear sus hombros, y el aliento del maduro chocaba contra su cuello, aumentando el calor, y la sorpresa, que ya tenía la joven.

Pues si… Pero se me acaba cuando el hombre se pone pesado

Y… ese tal Viktor, o como se llame

Nunca estuve… con... ningún hombre… realmente.

¿Ah no? Entonces… ¿Por qué me dejaste?

Me… me presionaron a que lo hiciera… ¡Ah!

Sintió la mandíbula del mayor clavándose en su cuello, acto seguido empezó a lamerle la marca que habían dejado los dientes. Eso fue suficiente para hipnotizarla, dejó escapar un jadeo… El orgullo reapareció en ella, e intento salirse de aquella camisa de fuerza.

No andes cambiando el tema como loco

Yo no cambie el tema. Ni siquiera abrí la boca.

Hum...

¿Quién te presiono?

¿En que?

En dejarme… - Una mano gruesa fue bajando y subiendo por encima de todo el torso, por encima del uniforme

No lo se

¿No lo sabes…? – Halló y apretó los recién formados pechos, más grandes que aquella última vez… - ¿Cómo es que no lo sabes…?

Terminó de decir esto en su oído con un leve gruñido, mientras seguía estrujándole con las manos.

Me convencieron de que… que no debía… seguir y… que solo te burlabas de mi, solo me utilizabas, les creí… La verdad, no se que… creer. – Se le cortaba la respiración, esto hizo que el mayor fuera más despacio. Aparte, le estaba frotando con ahínco la hinchada entrepierna contra la falda.

¿Te dejas manipular por tus amigos…?

La chica había volteado y pegado sus labios a los de él de forma abrupta. Las manos de él viajaron inmediatamente de sus senos a sus glúteos, estando los primeros presionados contra su pecho. Aumentó la agresividad al sentir una mano suave apretar a su vez la hinchazón en su pantalón. Ella intentó hablar, intentó parar aunque su esfuerzo no fue mucho… y ya había incitado al macho, que ahora no le soltaba, que buscaba las mil maneras de atravesar la barrera del uniforme, hasta la cálida piel que tanto extrañaba en el fondo… En su recorrido por debajo de la falda, intentó abrir más sus piernas, y enroscar una de ellas alrededor de su cintura, para así poder pegar la entrepierna de la chica a la suya…deseaba echarse al piso, penetrarla rudamente y hacer que le cabalgara encima. La lucha entre sus lenguas era lo más frenético. Él exploraba daba círculos rápidos con la lengua alrededor de la boca de su chica. Iba rápido, brusco, salvaje en el beso, no quedándose atrás en lo que hacia en su cuerpo. Le obligó a quitarse el pulóver, y mientras volvía a unir su lengua con la de ella, le arrancaba los botones de la camisa

Espera… espera… yo lo hago

Ella terminó de desabotonar los únicos tres botones que no habían saltado por los aires bajo la mano salvaje de su amante, y mientras lo hacia, la lengua de él ahora hacia un delicioso recorrido por su cuello, y le bajaba el short y la ropa interior. El ya tenía la camisa totalmente desabotonada, cinturón desabrochado, cierre abajo, y el bastante notable bulto debajo del boxer. Agarró una mano de ella, y la froto contra aquella latiente erección aprisionada.

Es… Espérate un…. momento

¿…Que?

Si pasa alguien… ¡Aah! (Le había mordido otra vez el cuello, mientras se reía suavemente)… Si pasa alguien, nos vera por la ventanilla de la puerta

Entre jadeos, se miraron unos segundos. El, apretándola en un abrazo pasional, volteó hacia la mencionada ventanilla. Volviéndose hacia ella se besaron de nuevo.

Ven… Y haz lo que te digo, a partir de este momento… - Recorrió con los dedos la zona ahora descubierta, por debajo de la falda del uniforme. – No me discutas más.

Esta bien… - Volvió a tener la lengua del mayor dentro de su boca

Sin previo aviso, el hombre la cargó, boca contra boca, pecho contra pecho, hasta donde estaba el escritorio, pasándolo de largo hasta que la espalda de ella chocó contra la pizarra. Pudo sentir la potente erección, apenas cubierta por la tela del boxer restregándose contra su sexo, como a punto de explotar dentro suyo, como hace tiempo había ocurrido antes… recordó su primera vez, que también había sido con él, en la cama del tutor… recordó como esa maquina varonil fue iniciando suavemente para romper el tejido virgen, y para después embestir tan furiosamente que todo en aquella habitación parecía moverse a su ritmo, impulsándola fuera del planeta y llevándola por primera vez al mundo del éxtasis.

Aquel flash back se rompió, al notar como su mano acariciaba inconcientemente la erección ahora descubierta. Palpitaba, tenia la dureza de una roca, y el calor que emanaba le quemaba las manos… Intercambio una mirada con el en ese momento, el cual le rogaba con los ojos que hiciera lo que tanto le encantaba. Ella sabia que hacer, empezó a agacharse… Con la mano ahora sobre la base del falo, y su cara a la misma altura, recorrió con la lengua la punta de aquella erección, que le agradecía las caricias que tanto echaba en falta, lubricando de forma abundante. Suavemente introdujo la cabeza completa en su boca, recibiendo un ruido placentero de aprobación, y tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no ahogarse, porque no solo que su hombre estaba bien dotado, sino que además estaba tan endemoniadamente excitado que la había agarrado por los cabellos y de forma brusca le presionaba, hasta metérselo de lleno en la garganta. Le bombeaba adentro de su boca, ella había puesto sus manos sobre la ingle del macho, intentando en vano aminorar la velocidad de aquel sexo oral. Al fin pudo respirar, le había halado la cabeza de manera que se salio de ella, que jadeaba descontroladamente.

Se encontraba encima de el, volviendo a comenzar su tarea del masaje bucal, mientras percibía la lengua del macho recorriendo la entrada de su intimidad, para penetrarla después con la lengua, sacándole jadeos a cada intrusión… Le respondió a su vez lamiendo, chupando, besando su órgano viril, mientras pasaba la lengua de vez en cuando en los testículos.

Los jadeos y gruñidos cada vez eran mas fuertes, hacían esfuerzos bestiales en no hacer demasiado ruido, y el placer intenso les dificultaba la tarea. Ella casi grita cuando él empezó a darle golpes a lo largo de su espalda y piernas, sin tocar los glúteos, como sabia que le gustaba. Se le cortaba la respiración con cada golpe que recibía, cada uno a punto de llevarla al punto crítico.

Fue violentamente empujada hacia el piso, para después ponérsele encima el fornido y pesado cuerpo del profesor. El calor abrazador del hombre robusto hizo que se fuera del planeta, como si fuera su primera vez haciéndolo.

Sentía el placer masoquista de la presa por la dominación de la bestia, de aquel depredador que volvía a atraparla en sus fauces. Las grandes manos ásperas redescubrían cada rincón de su cuerpo, quitándole la poca ropa que le quedaba, solo dejándole la falda, y degustándose los placeres que tanto tiempo fueron negados, olvidados por orgullo, casi violándola. Placer para ella de tener otra vez a su mayor encima, jugando con su lengua, mientras seguía pegándole en sus piernas. Placer para el, que volvía a aprovecharse de la criatura, volvía a mandar sobre ella, mientras sentía sus uñas frenéticas arañándole la espalda.

Un quejido casi virginal, cuando sintió aquel trozo de carne entrando entero en su sexo, olas de placer le invadieron cada célula del cuerpo, al ser embestida contra el frío piso de mármol, mientras a su vez, su ahora amante por segunda vez le gruñía al oído, entre jadeos y ruidos, que no volvería a salir de sus garras, que seria suya de nuevo, la poseería cada vez que el antojo apareciera y que nadie mas se impondría en aquello, porque si no las consecuencias tanto para el que se atreva, como para ella, serian fatales

Esas últimas palabras las escucho distantes, entre aquellas olas de placer, aumento la marea, dando un golpe final que haría correrse a ambos, cazador y presa

Unos pasos cerca de la puerta, ya estaban vestidos y "arreglados" si eso se podía decir, cuando abrieron la puerta un albañil y una muy avergonzada monja, que no había escuchado los gritos de ayuda del tutor

Y así empezaba otra vez el círculo vicioso, ella se decía "que venga lo que tenga que venir entonces…"

Y el compartía el pensamiento. Despedida, se arreglarían mejor a la próxima