Preparativos para las Vacaciones

Como perdí la cabeza cuando vi el cuerpazo del amigo de mi hijo.

Preparativos para las Vacaciones

Hola, me llamo Mónica y la historia que voy a relatar ocurrió el año pasado, una semana antes de irnos de vacaciones.

Como es la primera vez que escribo, voy a intentar llevar el guión que suelen seguir los relatos eróticos de esta página. Por lo tanto hablaré primero de mí. Como ya les he dicho mi nombre es Mónica, tengo 37 años, el cabello moreno y los ojos marrones. Mi cuerpo, no es tan exuberante como las protagonistas de muchos de los relatos que he leído aquí, pero desde mi punto de vista no estoy mal. Soy bastante alta 1,73, con 90 de pecho y un culito bastante apañado.

Me casé a los 19 años con Carlos y tengo un hijo, Pedro, de 18 años. Como podrán comprobar por las edades cuando me casé ya estaba embarazada de Pedro. Esto no supuso ningún trauma para nosotros y ahora estamos muy bien. Carlos tiene un buen trabajo, él es comercial de una multinacional, por lo que pasa algunas temporadas fuera de casa.

Tenemos un apartamento en un lugar de veraneo muy conocido de la costa mediterránea. El sábado antes de irnos a pasar las vacaciones al apartamento empecé a revisar todo lo que teníamos que llevarnos por si acaso hacía falta comprar algo. Mi marido estaba en Alemania y regresaba el Viernes de la semana siguiente para empezar las vacaciones.

Me dirigí a la habitación de Pedro y él estaba acostado sobre la cama escuchando música con los cascos puestos. Al verme se quitó los cascos.

  • Pedro, ¿te hace falta algo de ropa para llevarte al apartamento?

  • No mamá, ya tengo todo lo del año pasado.

Pedro es un chico estupendo pero un poco desastre con respecto a la ropa. Como no me fiaba mucho le dije:

  • A ver, enséñame los bañadores que te vas a poner este año.

Él se fue al armario y sacó unas bermudas descoloridas por el sol y el salitre de la playa.

  • ¿Ese es el bañador que piensas a llevar todo el verano?. Él no contestó. Ven conmigo y de paso que compro unas cosas que me hacen falta te compras tu algo ropa.

Después de comprar todo lo que necesitaba nos fuimos a una superficie comercial de ropa deportiva. Mi hijo empezó a coger todo tipo de ropa deportiva para probarse, chándal, pantalones cortos, camisetas, etc.. Cuando estábamos en el pasillo de los bañadores, Pedro se encontró con Víctor, un amigo de su clase y del equipo de fútbol. Víctor aunque tenía la misma edad de mi hijo parecía algo mayor. Tenía una melenita morena que le llegaba casi a los hombros y era muy guapo de cara. A diferencia de mi hijo que estaba como un palillo, Víctor tenía bien definidos los pectorales y los bíceps. Se notaba que iba al gimnasio. Cuando nos lo encontramos llevaba en las manos varias camisetas y un bañador de esos que parecen pantalones cortos pero que van muy ajustados. Mi hijo eligió unas bermudas y nos fuimos hacia los probadores.

Se fueron los dos juntos charlando y yo los seguí detrás escuchando la conversación que mantenían (sobre fútbol, como siempre). Los probadores eran de esos de cortinas. Mi hijo entró en un probador y Víctor entró en el probador de al lado. Yo me quedé fuera del probador de mi hijo esperando para darle mi opinión de la ropa que había escogido.

Desde donde estaba me di cuenta que en el probador donde había entrado Víctor se había quedado un hueco entre la cortina y el marco de la puerta, por donde se podía ver el interior. Además en el interior del probador había un espejo de cuerpo entero desde donde se podía ver perfectamente a Víctor, que esos momentos se probaba una de las camisetas. Mi primera reacción fue apartar la vista del probador con algo de vergüenza, pero después volví a mirar, después de todo mirar no hace daño a nadie (además él no podía verme). Víctor se estaba probando otra camiseta por lo que dejó su torso desnudo. La impresión que me había causado con la ropa puesta, se confirmó sin ropa. Tenía unos pectorales y bíceps notables y además no tenía ni un solo pelo en el pecho. No tenía nada que ver con el cuerpo de mi marido. Se parecía más bien al cuerpo de los modelos que salen en la tele. La escena me estaba excitando. El hecho de observar a alguien sin que él supiera que le estaban mirando me estaba poniendo algo caliente. Además la situación se estaba poniendo más caliente por momentos ya que la siguiente prenda que se tenía que probar Víctor era el bañador.

En ese momento salio mi hijo para preguntarme como le quedaba el chándal que se había puesto. Yo le dije que muy bien casi sin mirar y él se volvió a meter dentro del probador.

Cuando volvía a mirar por la abertura Víctor ya se quitaba los pantalones vaqueros dejando a la vista una piernas totalmente depiladas y un culo muy bien formado. Al quitarse los calzoncillos pude ver reflejada a través del espejo una polla enorme. Yo no tenía mucha experiencia en el tamaño de los penes, ya que sólo me había acostado con mi marido, pero la de Víctor tendría unos 20 cm de longitud y un grosor considerable. Pero lo que más me llamó la atención es que tenía todo el bello púbico afeitado, lo que daba aspecto de monolito a ese pedazo de polla. Se agachó para recoger del suelo el bañador que quería probarse mostrándome un plano impresionante de su ano, que también tenía depilado. Yo estaba alucinando, nunca había visto un cuerpo tan perfecto. Notaba mis braguitas totalmente mojadas y mi pezones durísimos, casi se me caía la baba admirando semejante cuerpazo.

En ese momento salió mi hijo del probador diciendo que se quedaba con todo. Yo salí de esa especie de trance en el que estaba y dejé de mirar por el hueco de la cortina. Al rato salió Víctor ya vestido con los vaqueros.

Salimos del centro comercial y lleve a Víctor y a mi hijo a mi casa. Pedro quería enseñarle a Víctor su el último juego de ordenador que se había comprado.

Nada más llegar a casa me metí en la ducha y dejé a los chicos jugando con el ordenador. Ya no lo podía resistir más y tuve que masturbarme varias veces para bajarme un poco la calentura que llevaba encima. Me imaginaba esa gran polla penetrándole hasta el fondo y me volvía loca. Nunca le había puesto los cuernos a mi marido (aunque estoy segura que él con tanto viajecito sí) pero esa polla tenía que ser mía. Mientras me secaba el pelo se me ocurrió una manera de quedar con Víctor sin que estuviera mi hijo en casa.

Salí con la bata de baño puesta y le dije a mi hijo:

-Pedro, me puedes hacer el favor de comprar una barra de pan. Se me ha olvidado y yo no estoy vestida.

-¿Tiene que ser ahora mamá?. ¿No ves que estamos jugando al ordenador?.

-Si será solo un minuto. Está en la esquina mismo. Yo acompaño a tu amigo mientras tanto.

-Vale. Ahora vuelvo.

Cuando salió de casa yo me puse a hablar con Víctor sobre los estudios, el fútbol y todo eso. Durante la conversación Víctor me echaba alguna que otra mirada a la abertura de la bata, que yo había dejado abierta más de la cuenta a propósito. Fui guiando el tema de la conversación hacía aspecto estéticos del cuerpo y fue cuando me comentó que se depilaba el pecho. Yo le dije:

  • ¿Si te cuento una cosa no se la dirás a mi hijo? .- No, contestó él.

  • Prométemelo.- Prometido.

  • Pedro me ha contado que no solamente te depilas el pecho. Dice que también te afeitas tus partes íntimas. – Él se puso rojo como un tomate pero asintió.- Me parece muy bien – le dije – lo del hombre y el oso cuanto más bello más hermoso es una cosa de otro tiempo ¿te importaría hacerme un favor? .- ¿Qué puedo hacer por usted? Contestó. – Mira, es que quiero darle una sorpresa a mi marido para cuando regrese de viaje y quisiera que me ayudaras con cierta operación que no me atrevo a hacer sola, además como tú tienes experiencia, querría que me ayudaras a depilarme mis partes íntimas.

  • ¿Depilarte?, ¿¿¿el qué??? – Preguntó con incredulidad. Me gustó que ya no me llamase de usted.

  • Mira, Víctor mi hijo siempre me habla muy bien de ti, se que no intentarás propasarte y yo necesito ayuda para llegar a algunos sitios si quiero dejar mis partes íntimas totalmente depiladas. – Él no se creía lo que le estaba pasando. A mi me parecía que se me iba a salir el corazón por la boca y no me creía lo que estaba diciendo.

Después de una pausa contestó con voz temblorosa:

  • De acuerdo.

  • De todo esto no se tiene que enterar mi hijo, me daría mucha vergüenza. Por eso será mejor que quedemos el lunes por la tarde, cuando él está en la academia de inglés. – Vale el lunes por la tarde. – Contestó él.

A los cinco minutos llegó mi hijo con la barra de pan y continuaron jugando al ordenador.

Yo me pasé el resto del fin de semana pensando en el cuerpazo de Víctor y lo que tenía que suceder el Lunes.

Cuando llegó el Lunes por la tarde tenía todo preparado encima de la cama una toalla, un barreño con agua caliente, espuma de afeitar, cuchillas nuevas, crema hidratante...

Víctor llegó alrededor de las 5 de la tarde y Pedro salía a las 9 de la academia por lo que teníamos cuatro horas para realizar la operación. Llevaba un chándal de marca color azul, muy apropiado para la ocasión. Directamente pasamos a la habitación. Los dos estábamos un poco nerviosos por lo que yo traté de quitarle hierro al asunto comportándome de la manera más natural posible.

  • Esto es como ir a algún sitio de estética. – Le dije guiñándole el ojo y sonriendo. – Sí, la verdad es que no pasa nada y como dijo usted yo tengo experiencia – Contestó él.

  • Bueno, tendré que quitarme la ropa sino poco podremos hacer. – Él asintió con la cabeza. Se le veía un poco más relajado.

Hubiera bastado con desnudarme de cintura para abajo pero me desnudé entera. Quería mostrarle mi cuerpo como él me lo había mostrado en el centro comercial sin saberlo. Yo ya tenía los pezones durísimos. Era la primera vez que me desnudaba delante de un hombre que no fuera mi marido.

Él intentaba mirar hacía otro lado pero su mirada se posaba una y otra vez sobre mi cuerpo desnudo.

  • Me echaré en la toalla.

  • Vale.

Me tumbé suavemente sobre mi espalda y abrí lentamente las piernas dejando al descubierto mi intimidad.

  • Mira, yo estoy tan nerviosa como tú, pero tómalo de esta forma. No estamos haciendo nada malo, aunque nunca deberán enterarse mi hijo ni mi marido. Además entre nosotros hay ya algo de confianza, ¿no?, así que manos a la obra que no tenemos todo el día. – Dije en un tono desenfadado.

Tal como lo dije le tomé la mano y la coloqué en mi vientre, dejándome caer hacia atrás, dándole a entender la única opción que tenía. Sin mediar más palabras, comenzó a humedecerme toda la zona púbica y después separó mis piernas con sus manos para hacer lo mismo con el contorno de los labios y las ingles. Yo tenía el sexo bastante hinchado, lo que revelaba la notoria excitación que me provocaba la situación, pero sobre todo, lo que consiguió enardecerme hasta un grado casi insostenible fue que a través del pantalón del chándal se podía adivinar el contorno de su polla en total excitación.

Seguía sin creer que estuviera haciendo aquello, pero no cabían más discusiones. Así que me dispuse a disfrutar del momento.

Se dedicó a seguir humedeciendo con agua templada toda la zona, por supuesto con la mano desnuda, lo que puede decirse que era acariciarme todo el vientre, con dulzura, y las ingles, rozando levemente los labios de mi coño que para entonces estaba entreabierto por culpa un poco de la postura, las caricias, los nervios y sobre todo las dimensiones que estaba tomando mi clítoris.

Recortó todo el contorno con un cortapelos para dejar el pelo con el tamaño deseado. Aquello empezaba a tomar forma y quedaba francamente bien. Después recortó con la cuchilla de afeitar, poniendo algo de espuma, rasurando lo que sobraba hasta quedar totalmente liso y definido un triángulo pequeñito y "redondeado" de pelillos. Supongo que esa forma la habría visto en alguna revista porno, pero la verdad es que me quedaba muy bien. Al final Carlos le tendría que dar las gracias al chico.

Además de caliente Víctor me estaba dejando totalmente asombrada con los resultados.

Ahora venía lo difícil. Afeitar completamente los lados del coño, para lo que tenía que proteger las zonas más delicadas, así que con la mano entera tapó los labios de mi coñito, estirando la piel para poder afeitar la zona hasta la ingle.

Mientras lo hacía le miré a la cara. Todo este tiempo habíamos estado muy callados y tensos y hasta casi me asusté cuando le vi que me miraba con unos ojos de infinita comprensión, tranquilidad... el caso es que aquella mirada con la media sonrisa que la acompañó, me terminó de relajar. Me parecía que habían cambiado las tornas. Se suponía que yo era la experimentada y él el novato. Pero la realidad era otra. Acariciaba mi coño con suma maestría y sin duda notaba la humedad que me estaba provocando.

  • "¿Todo bien?, ¿te está molestando?" – Me dijo - a lo que contesté.

  • No lo podrías hacer mejor, cualquiera diría que eres un profesional, ¡voy a tener que contratarte!

  • "Ni se te ocurra", me dijo riéndose y siguió afeitando. Con un lado había acabado y levantó la mano para ver cómo quedaba... ¡Perfecto! - dijo. Yo noté como al levantar su mano un hilillo de mi jugo resbaló hasta mi ojete y pude ver en su cara una mirada que delataba su total excitación. Terminó la obra, volviendo a tapar con la mano y rasurando la otra parte hasta que quedó verdaderamente perfecto. Para terminar me hizo ponerse en cuatro patas, con el culo muy abierto y le afeitó todo el perímetro del ojete. Esto jamás lo podría haber hecho yo sola.

  • Ahora, -me dijo- te voy a dar con una crema hidratante para que no se te irrite -y, acto seguido, empezó a acariciar con la mano pringada de crema (y con lujuria, todo hay que decirlo) por todas las partes que le había afeitado, comprobando que mi excitación, lejos de extinguirse, había aumentado soltando líquido de mi interior hasta formar un cerco en la toalla sobre la que se había efectuado toda la operación.

Yo ya no podía resistirlo más y él lo sabia. Notaba como se deslizaban sus dedos con suavidad por mis partes más íntimas, incluso llegó a introducir un dedito en mi culo, que pringado como estaba con crema entró con facilidad.

  • Bueno, ahora que hemos terminado con la depilación tendré que probarlo. Yo soy un buen profesional y no doy por finalizado un trabajo sin probar que funciona perfectamente. – Y a mi que me había parecido tímido al principio.

  • Si tienes que probarlo no voy a ser yo quien te haga romper una de tus reglas. – Dije sonriendo.

Él se rió y comenzó a chupar aquellas partes de mi cuerpo que anteriormente había depilado. Tengo que decir que al chico se le notaba mucha soltura en el tema. Empezó lamiéndome el coñito a la vez que introducía sus dedos en mi vagina. Llevaba un ritmo bastante lento, se notaba que quería hacerlo durar. Mi respiración se agitaba cada vez más a medida que iba bajando su lengua hasta mi culito recién depilado. - Mi marido nunca me había chupado el culo pero es una experiencia que aconsejo a las lectoras de este relato-. Introdujo su lengua en mi agujerito y empezó a moverla más rápido mientras que su mano trabajaba mi coño con una velocidad de vértigo. Notaba su caliente y palpitante lengua en mi interior, oradándome, llenando cada milímetro de mi interior, provocándome un placer que hacía mucho tiempo que no disfrutaba y llevándome a alcanzar el primer orgasmo de la tarde.

Él estaba a tope y yo quería sentir esa polla impresionante dentro de mi.

  • Follamé Víctor.

Sin decir una palabra empezó a acariciar su polla por encima del pantalón del chándal. Debajo del mismo, la carne latente y vibrante pugnaba por salir, por explotar de una vez por todas. De un ligero tirón quedó descubierto su polla totalmente erecta y depilada. Al verla en todo su esplendor casi me desmayo. Quería sentir todo ese aparato dentro de mi. Se recostó sobre mi y poco a poco se abrió paso a través de mi mojadísimo coño, y al notar esa dura y grande polla entrando en mi no pude evitar gemir. Al no tener bello en el pubis, notaba como su suave piel presionaba contra mi clítoris cada vez que él envestía y era una sensación impresionante. Yo humedecí mi dedo en la boca y comencé a introducirlo en su culito depilado. Esto pareció agradarle porque empezó a moverse con más fuerza mientras mi dendo lo perforaba más y más cada vez. Me estaba produciendo un placer tremendo sentir su polla entrar y salir de mi, con una facilidad increíble, cada vez más rápido y más profundo…y no pude más. Me corrí como nunca lo había echo (a la vez que él), estoy segura de que mis gemidos se oían por toda la casa, aunque intentaba callarlos. Los espasmos recorrían mi cuerpo como una descarga eléctrica y yo me apretaba más y más contra Victor… mmmmfggggg, ahhrggg, aarfff, arfff…. ufff, ufff, uf, ummm..- que gusto … me encanta… ufff…estuve unos instantes con la polla de Víctor metida hasta el fondo, apurando hasta el último momento del orgasmo que había sentido.

Él me sonrió y me dijo:

  • Cuando quieras otra depilación ya sabes donde estoy.

  • Me lo anotaré.

A mi marido le encantó mi coñito depilado y pasamos un verano inolvidable. Pero eso ya será otra historia.

Mónica.