Preparativos para el congreso 1
Horacio nos invitó a participar como edecanes en un congreso
Capítulo 1
PREPARATIVOS PARA EL CONGRESO
Cada 2 años se celebra un congreso mundial al que asisten ejecutivos de las grandes empresas petroleras e industrias relacionadas. La empresa de Horacio, por ser inspectora de cargamentos, no podía dejar de asistir. En estos congresos es en donde se consiguen más clientes así que no podía dejar de estar presente para darse a conocer ante prospectos, o recordarles a sus clientes de su presencia.
Horacio, excesivamente meticuloso en su trabajo, inició su preparación con casi 2 meses de anticipo. Muchas noches las pasábamos platicando y dando ideas de cómo hacer para sobresalir y que posibles clientes se fijaran en su compañía. Diseñamos folletería y tarjetas. Se rentó por el tiempo de duración del congreso, como era usual, una suite en el mismo hotel, con todos los servicios incluidos.
Pero qué podríamos hacer para llamar la atención. Ideamos panfletos, letreros y regalitos, incluidos unos panfletos con lucecitas, pero faltaba algo magnético.
Horacio, que me adora y dice que estoy muy bien, en son de chiste me propuso que yo asistiera y repartiera la información. Yo le propuse contratara a unas edecanes que lo hicieran, pero insistió en que yo también estuviera entre las edecanes y ayudara a organizarlas. Había que buscarlas, chicas muy bonitas y atractivas, con buena actitud e inteligentes. Él quería que yo también asistiera, sé que a él, como a muchos hombres, les gusta lucir a su mujer si ésta es bonita y él me considera guapa y ésta sería una gran oportunidad de darse gusto, que no solo les dé gusto a los que me miren, sino que hasta que los provoque y me deseen. Esto último lo pensé yo, pero conociéndolo estoy segura de ello. Las edecanes las tendría que contratar ya en el lugar del congreso, sin saber si irían a cumplir con los deseos de mi marido.
Ese mismo día, analizando las posibilidades de la contratación de las edecanes, Horacio me preguntó si yo no tenía conocidas que quisieran asistir, o alguna de las chicas que trabajaban conmigo. La única que me vino en mente fue mi amiga Gloria que reunía los requisitos que habíamos considerado y con la que los dos ya habíamos convivido, además de que yo ya me había dado cuenta de que a Horacio le gustaba bastante. Ella es de mi altura, también delgada, con todos los atributos bonitos de mujer, sus pechos algo más grandes y sabrositos que los míos, ya desde la escuela yo lo notaba y sentía un poquito de envidia. Actualmente trabaja como administradora de un pequeño club deportivo en una ciudad en la frontera. Se la propuse a Horacio e inmediatamente asintió, sin poder ocultar su emoción. Ella estudio Mercadotecnia del Deporte e hizo cursos como animadora. Trabajó como 2 años en cruceros ahí ganando experiencia. Es muy alegre, hiperactiva sin prejuicios, le entra a todo.
La llamé y le expuse el plan, después de una larguísima charla asintió, solo tendría que arreglar lo de su ausencia con una amiga, para que ésta la sustituyera los días en que ella no estuviera. Dio muy buenas ideas y quedamos que la compañía de Horacio no solo pagaría por el viaje y viáticos sino por la ropa que él quería que vistiera. Entendió muy bien lo que Horacio quería de nosotras, deberíamos de aparecer mucho más apetecibles que las de los anuncios de Pirelli.
En otra llamada ya nos pusimos de acuerdo en los detalles. Días antes del inicio, nosotros viajaríamos en el avioncito de Horacio hasta la frontera, ella llegaría en el autobús, unas 2 horas de viaje. La recogeríamos en la estación. Horacio tenía que hacer visitas de su trabajo y estaría ocupado por poco tiempo, mientras tanto nosotras nos dedicaríamos a ver tiendas. En el hotel rentamos dos habitaciones, éstas estaban comunicadas así que nosotras dos podríamos quedarnos platicando hasta más tarde, antes de irnos a dormir en una y ya después iríamos a la cama.
Horacio llegó y decidimos ir a tomar o una cena temprana, o comida tarde. Nos cambiamos por ropa que acabábamos de comprar, unas minifaldas bien cortas, iguales las de las dos, y blusas, también iguales. Fuimos a un restorán que nos recomendaron los empleados de Horacio, bastante grande, se entraba por una calle directamente al restorán, por la calle de atrás se entraba a lo que es el bar que está comunicado y lo dividían unas mesas de billar y una barra. Estaba lleno, ahí se reúnen muchos operadores que tienen que pasar un tiempo antes de que les den el paso por la frontera.
Cenamos y platicamos mucho tiempo sobre los detalles del próximo trabajo. El calor que hacía nos hizo tomar unas cervezas y estar en ambiente con la música que se alcanzaba a oír. Gloria se alborotó y decidió que fuéramos a bailar, que había suficientes hombres deseosos de sacudirse. No tardamos nada e inmediatamente nos invitaron a bailar. A las dos nos tocaron jóvenes con muchas reservas y no se detenían al manosearnos, Gloria y yo, muy discretamente para no lastimar a Horacio, nos dábamos el gran agasajo y así como ellos nos manoseaban, nosotras a ellos también. Nos dejábamos rosar con sus abultamientos de enfrente, hasta se los mediamos y al final los dejábamos bien calientitos.
Las dos estábamos muy acaloradas y sudando, fuimos al baño y platicábamos de lo que habíamos gozado. Por el calor decidí ventilarme el pecho, me levanté la blusa, me quité el brasier y me abaniqué para refrescarme. Gloria hizo lo mismo. Ya menos acaloradas decidimos volver a vestirnos, solo que a Gloria se le ocurrió ponerse mi brasier, le quedó apretado pero sus senos se le veían muy bonitos, saliéndose por la parte de arriba. Yo me puse su brasier y me estuvo muy cómodo, flotando. Así salimos, no había pasado mucho tiempo y en eso, tocaron Lambada, nos miramos y ella preguntó si la sabía bailar, porque ella no así que decidimos probar de lo que recordábamos haberla visto bailar.
El ritmo nos llevaba a los movimientos, nos abrazábamos y nos pegábamos, al principio solo los muslos, pero nuestros pubis nos llevaron a tallarse uno contra el otro, luego nuestros pechos y las caras. Sudábamos a cantaros y nos chupábamos los cuellos, lamiéndonos el sudor. Mientras más duraba la pieza más estrecha era nuestra unión. Estábamos empapadas en las entrepiernas, nuestros muslos nos los sentíamos mutuamente. Ella me jalaba de mi trasero y yo también, inconscientemente no encontrábamos como incrustarnos una en la otra. Sin darnos cuenta intercambiamos muchos besos, la besé en sus labios, sus ojos, así como ella también, en su desesperación me lamia las orejas y con la mano me jalaba del cuello y ------- acabó la música, nos quedamos por un rato “amarradas” una con la otra. Todo mundo nos aplaudió con mucha fuerza, fuimos a sentarnos con Horacio que nos recibió con un abrazo muy fuerte y muchos besos. Bebimos algo fresco y el dueño del local se sentó a nuestra mesa. Le preguntó a Horacio si éramos bailarinas de toples o de algún antro.
“¡No, lo que bailaron les nace, son mis familiares!”
“¿Les gustaría bailar por paga, aquí nos gustaría tenerlas y complacer a mis clientes?”
“¡Oh, no!” respondimos las dos, “somos muy felices, así como somos, con mi marido y mi parejita” le dijo Gloria, “¡pero vamos a bailar otra pieza de Lambada, que nos la pongan!”
Fue el acabose, tremendo, las dos terminamos viniéndonos, con los pantis empapados, con las piernas que se nos doblaban y apenas nos sostuvieron para llegar a nuestras sillas. Mejor decidimos retirarnos y regresamos al hotel, ya los tres exhaustos. A Horacio también lo habían sacado a bailar todo el tiempo.
Decidimos tomar un baño, era demasiado el sudor que habíamos acumulado. A Horacio lo dejamos que se metiera primero en el baño de nuestra habitación, Gloria me cedía el paso para que yo me metiera en su regadera, pero le propuse que nos metiéramos las dos juntas. Estuvimos un rato y platicamos.
“¡Ay manita, llevaba 39 días sin tener sexo y hoy tuve mi primer lésbico, riquísimo, te sentí muy buena, pero no me satisfizo, voy a necesitar algo más fuerte! ¿Tú no te sentiste muy lesbiana, como yo?” me preguntó Gloria.
“¡Claro que sí, muy rico, te movías fantástico, te sentía como acariciándome mis muslos, pero a mí también me satisface algo que me entre, pero me gustó muchísimo, lo más por haberte tenido a ti!”
“¿Crees que en el congreso consiga algún ligue?”
“¡Puede ser que sí! Por ahora vamos a dormir, ¿Qué te parece si tú vas a la cama de Horacio, te acurrucas junto de él y ahí duermes? Si te pones viva, es posible que tu cuenta no llegue a los 40 días sin sexo. Solo déjalo a él, acostumbra a abrazarme al medio despertar. Yo lo acaricio y voy a su pene, se lo chupo y él viene a mí, a veces se me monta, otras veces me jala para que yo me le suba, y luego continuamos durmiendo como bebés.”
“Manita querida, que linda eres, pero me siento incomoda e insegura, claro que me encantaría, muchas veces me lo como enterito, llego a soñar con él y hasta me hago ideas, pero no vine a incomodarlos ni a abusar de ustedes. ¡Que rico sería!”
“Déjate de formalismos, vamos a hacer un arreglo, mientras tu estés con nosotros tendrás todos los mismos derechos que yo, somos sus esposas, así que ¡a parar la cuenta, que no llegue al cuarenta!”
Nos dormimos, Horacio despertó primero, vio que era muy temprano y volvió a acurrucarse, esta vez abrazando a mi amiga. Ví que Gloria ya estaba despierta, se quitó el negligé y dio la vuelta hacia Horacio ya desnuda, no tenía puestas pantaletas. Le chupó su pene y éste la besó y se le subió. Ella lo besó muy cariñosa y le chupó una de sus tetillas y su pecho y se dejó que se la metiera. Ella es algo ruidosa y sus gemidos la delataron, se emocionaba y gemía fuerte. Yo no sé si yo también hago ruidos o digo cosas fuertes cuando voy llegando a mi clímax, o en los momentos que me van provocando excitación.
Horacio se dio cuenta, la abrazó y la besó y le agradeció le cumpliera una fantasía que había tenido por mucho tiempo.
Yo estaba tan caliente de verlos, me paré discretamente en la puerta, pero de repente Horacio llamó,
“¿Gloria, estas despierta?”
Él estaba con ella, la tenía en sus brazos, ¿cómo era que la llamó?, mi piel se me puso chinita, piel de ganso, me excitó tremendamente, sentí que me deseaba como a ella siempre lo había hecho. Me sentí excitadísima, como si yo fuera extraña y me le antojé. O sospechaba que yo estaba viendo lo que hacía Gloria con él. Como me hice la dormida, me quedé pensando si se había equivocado inconscientemente, o con intensión, no contesté de inmediato así que volvió a llamar:
“¡Gloria, ven, queremos tu compañía, ven!”
Emocionadísima, subí a la cama y me acurruqué con ellos. Él nos quería agradecer lo que le estaba dando a él, yo, a ella, amiga mía, que ha sido su sueño y ahora se la estaba dando incondicionalmente, sin límites, y a ella le agradecía porque ella le daba su ser, su cuerpo y su cariño.
“¡Las amo a las dos!” exclamó, y continuó su sexo con Gloria, al sentir ella casi venirse propuso que cambiáramos y se viniera en mí. Le pregunté en secreto y rápidamente si estaba protegida, dijo que sí, entonces,
“¿No quisieras, deveras, que se vacié en ti?”
“¡Mucho, mucho, gracias, déjalo, déjalo venir, más, más!, ¿puedo?, amiguita mía.”
“¡Apriétalo fuerte, muy fuerte y déjalo venirse dentro, que te llene, órale, Sonia, amiga mía!” Le dije en voz alta.
”¡Ay, que rico, que lindos son ustedes!” y todavía le bombeó un poco más hasta darse por rendida, Horacio seguía excitado y la jalaba de su trasero abriéndole las nalgas y haciéndole circulitos alrededor de su ano y metiéndole un dedo. La abrazó fuerte y Gloria me jaló para que yo también lo sintiera, yo ya estaba totalmente desnuda, me acerqué a ellos y los acaricié con mis senos desnudos.
Los dos se estiraron para meterme sus dedos en mi vagina, no sé de quién fueron, pero sí sentí que eran varios que jalaban para un lado y para el otro. No faltó mucho para que yo me derrumbara con un orgasmo sabroso. Me dejé caer en la cama y los dos vinieron a mí a besarme mi cosita, me abrían los labios que ya los tenía muy sensibles por mi excitación y con la boca me jalaban el clítoris, como me encantaba, me decían que lo tenía hasta paradito y fácil de masturbar. Los sentía como que me lo mordisqueaban y me llevaron a un orgasmo fabuloso.
Así me hicieron tener mi segundo orgasmo, mientras tanto ellos se abrazaban y acariciaban, estaban muy excitados por lo que me habían hecho, yo también me excité por verlos.
Aprovechando que Gloria estaba boca arriba y con sus piernas bien abiertas, y mientras Horacio le mamaba sus pechos, me arrimé lo suficiente y fui subiendo en sus piernas hasta llegar en donde se juntaban y comencé a chuparle sus labios delgados, color de rosa, con las manos yo me apretaba la boca usando sus labios mayores y le metía la lengua dentro de su vagina que estaba llena del semen que le salía al meterle el dedo. Esto la puso loquísima, se contoneaba y sacudía de desesperación, Horacio pasó su pierna encima y le metió el pene sin él moverse, ella subía y bajaba su pelvis a lo loco. Lo volteó de espaldas, puso sus piernas a los lados dándole su espalda y se le montó metiéndose todo su pene, sus huevitos le golpeaban el ano dándole lo mejor de sus caricias, y al sentir su máximo orgasmo le faltaron las fuerzas, se dobló y le colocó sus pechos sobre sus piernas. Explotaron y quedamos dormidos, los tres en la misma cama unos sobre otros, desnudos.
Despertamos tarde, Horacio tenía una reunión casi al medio día y no había razón de levantarse temprano. Él había dormido en el lado izquierdo de la cama, Gloria en medio y yo, abrazada por Gloria, del otro lado. Desperté desorientada, acaricié a Gloria en la cara, creí que estaba ya despierta, pero no se movió así que la besé en la mejilla y ella me pasó su brazo, ronroneando y nos quedamos quietecitas por un buen rato, después despertó y me abrazó, sorprendida sin saber que estaba con nosotros. Horacio tenía que apresurarse, vio que las dos estábamos desnudas, se inclinó y nos propició unas mordiditas o chupeteadas en cada uno de nuestros senos.
El resto de la mañana la pasamos en la alberca que estaba a nuestra disposición, no había nadie más, estábamos estrenando nuestros bikinis que intencionalmente compramos de tallas más chicas que las que nos correspondían, pero los gozamos riendo y viéndonos que tan seductivas nos veíamos.
Horacio regresó y nos invitó a comer, otras personas se reunirían con nosotros. Llegaron dos de sus colaboradores y sus secretarias, ellos iban a ayudar en el congreso. Muy agradables todos ellos. Una pareja operaba la oficina al sur de la frontera, la otra desde la oficina al norte, en donde radicaban y todos estaban perfectamente coordinados, al estilo de Horacio.
La pasamos muy bien, intercambiamos ideas y ya Horacio les dijo cuales iban a ser nuestras funciones.
Una de ellas, Olga, nos advirtió que Horacio ya los había puesto al tanto hasta de cómo deberíamos de vestirnos y dijo que ella se haría cargo de que fuéramos exactamente como estaba estipulado, si no, ella misma haría que nos cambiáramos los vestidos, tal como eran las reglas.
“¡No se preocupen, van a estar preciosas y muy pocos se sobrepasarán! ¡Pero sí deberán de estar supersexis!”
Gloria ya ha de haber tenido experiencia al respecto, así que solo las escuchó y después me dijo que una vez hasta casi desnuda había tenido que actuar en un crucero. Yo era la novata y si tenía bastante miedo, me había acostumbrado a aparecer vestida muy formal durante bastantes años de trabajo, pero Gloria como siempre, me infundía valor y sí estaba dispuesta a aparecer. Todavía faltaba el vestido que teníamos que ir a comprar, pero como Horacio quería que estuviera más allá del límite de lo supersexis, me imaginaba a mí misma, casi desnuda y en ropa interior delate de toda la audiencia. Pero había que darse valor.
Al día siguiente salimos a media mañana, llegamos a la terminal del aeropuerto de aviones privados y ya una limousine esperaba por nosotros para llevarnos al hotel.