Preparativos del bebé adulto (fragmento)

Traducción de un fragmento de "El interno de la tía Eva" ("Auntie Eva's Boarder", de Mako Allen) ofrecido gratuitamente por PF

El interno de la tía Eva (fragmento)


Título original: Auntie Eva's Boarder

Autor: Mako Allen

Traducido por GGG, septiembre de 2004

Una historia de crianza y puesta de pañales a adultos.

A la mañana siguiente me despertó el sonido de agua corriente y chapoteos. Me imaginé que debía ser la tía Eva trasteando en mi baño. Levanté y giré un poco las caderas, aplastando primero mi trasero contra la parte de atrás de mi pañal, y luego apretando el pene contra la entrepierna. ¡Mi estúpido pañal estaba seco todavía! Aún con todo el agua y zumo que había tomado antes de irme a la cama, aún estando cada vez más cómodo con el pañal durante el día y con mojarlo, todavía no podía conseguir mojarlo libremente durante el sueño.

Bien, realmente podía arreglarlo. Me tumbé de espaldas, cerré los ojos y escuché los chapoteos procedentes del baño. Casi sin que pasara tiempo pude sentir la vejiga hinchándose y contrayéndose al compás de los sonidos acuosos. Un momento más tarde dejé escapar un chorro caliente de pis, y sentí que se estrellaba suavemente contra el interior de mi pañal.

Suspiré satisfecho y me acurruqué bajo las sábanas. Incluso había empezado a adormilarme de nuevo cuando sentí las manos de Eva bajo el edredón, acariciando y estrujando mi pañal.

"¡Buenos días, dormilón!" me sonrió. "¿Te acabas de mojar?"

Asentí. Eva pasó la mano por la parte delantera de mi pañal, y metió un dedo dentro, explorando. "Puedo asegurarlo, el pañal está aún caliente y muy mojado por dentro. ¿Te mojaste la última noche?"

Esperaba que Eva no se quedara defraudada conmigo, pero no podía mentir. "No, tía Eva," hice un mohín, "¡parece que no puedo hacerlo!" Me acarició el vientre e hizo sonidos "tsch, tsch", pero se rió cuando parecí preocupado. "Está bien, Neil, solo que tendremos que trabajar sobre ello."

"Ahora," añadió radiante, "vamos a levantarnos y a prepararnos para el día, ¿verdad?" ¡Vamos!" Me sacó suave pero firmemente de la cama y me llevó al baño.

Vi que Eva me había preparado un baño de espuma, y estaba encantado. Observé que el lavabo estaba también lleno de agua caliente con jabón. Eva me vio mirar de un lado a otro y explicó. "Así es como voy a prevenir que te hagas caca en los pañales, Neil. Después de que te quite el pañal nocturno te voy a aplicar un enema grande y agradable. Una vez que haya terminado con él, puedes darte el baño de espuma. Me imagino que si nos acostumbramos a la rutina no necesitarás hacerte caquita en los pañales."

Me sonrojé cuando habló de caquitas en los pañales, y debo haber fruncido el ceño o mordido el labio, porque Eva me agarró y me abrazó con fuerza. "No te preocupes, Neil, no te voy a aplicar el enema para castigarte, ¡es para ayudarte! Ya lo verás, te acostumbrarás a él."

"Vale, tiita." Dije, sonriendo. Pero recordaba las circunstancias de la última vez en que me habían aplicado un enema, y el estómago se me heló con los nervios de lo que me esperaba.

Eva me dejó en el suelo, encima de algunas toallas dobladas, y me soltó los adhesivos de los pañales. Agarró un paño de la caja que estaba junto al lavabo y me restregó completamente con ella. Me estremecí de frío, pero realmente disfrutaba con la sensación de la mano de Eva, cubierta con el paño, rozándome el pene y limpiándome los muslos y los huevos. Me relajé y cuando Eva me levantó del suelo y me puso en el regazo ni siquiera me asusté.

Eva me pasó las manos de arriba abajo por la espalda, dándome masaje. Me separó suavemente con una mano los carrillos del culo, y estrujó algún tipo de lubrificante justo en mi fruncido ano. Me dio masaje en el pequeño capullo con el dedo, introduciendo dentro el frío y resbaladizo lubrificante. Sentí que el pene se me volvía a poner tieso contra la pierna de Eva cuando me insertó el dedo dentro. Eva se rió. "Ves como no es tan malo. Sé que estabas asustado porque yo estaba enfadada cuando te apliqué el último enema, ¡pero no tienes que estarlo!"

Eva pescó la pera del enema del lavabo y me dijo que respirara hondo, y luego soltara el aire suavemente mientras me la insertaba. No podía ser la misma jeringa de la última vez, ¡esta ni siquiera dolía!

"Tía, ¿este es un palo de enema más pequeño?" pregunté. ¿Por qué había dicho 'palo'?

"¿Quieres decir jeringa, Neil, cariño?"

Asentí.

"No, es exactamente el mismo que usamos la última vez, querido. ¿Lo sientes mucho mejor esta vez?"

Volví a asentir.

"Es porque estás relajado. Eso hace las cosas más fáciles allí abajo. Ahora voy a apretar un poco la pera y te llenará bien. Sé un buen chico por mí y quédate tranquilo y callado."

Eva apretó la pera suavemente, y el agua caliente fluyó en mi interior. Ahora que sabía lo que me esperaba ya no estaba asustado en absoluto. Realmente me sentía bastante bien. Eva sacó la jeringa, y me cubrió el ano con un dedo, ligeramente. Apreté el trasero, intentando retener el enema como sabía que ella quería de mí.

"¡Buen chico!" dijo con entusiasmo, mientras me separaba los carrillos y volvía a meter la jeringa.

Eva apuró otras tres peras llenas de agua jabonosa en mi interior. Empezaba a sentirme dilatado e hinchado, y podía sentir como mi estómago empezaba tener retortijones. Me queje un poco.

"Esa fue la última, querido. Ahora solo necesitas relajarte, y retenerlo un poco." Me copó suavemente el trasero con la mano y me dio un fuerte apretón. Me cantó cancioncillas tontorronas en voz baja, y me acarició la espalda y las piernas con la otra mano.

Yo respiraba lenta y superficialmente, y empezaba a sentirme casi adormilado cuando el estómago me pegó un enorme tirón balbuceante. Eva me levantó de su regazo, sacó el orinal y me sentó en él. Cuando liberé el enema, se escapó en una avalancha terrorífica.

Me sentía totalmente vacío por dentro. Eva me limpió sin protestar, y luego me soltó en el baño de espuma que estaba esperándome. Eva me enjabonó de arriba abajo con un paño enjabonado, prestando especial atención a la zona del pañal, por delante y por detrás. Gemí de placer cuando me limpió el ano, que sentía escurridizo y un poco en carne viva después del enema. Cuando me rodeó el pene con el paño estaba muy tranquilo, esperando que me hiciera una paja.

Eva me dio una palmada en el trasero en plan juguetón, y dijo, "Sé que es lo que quieres, cosita salida. Sé un buen chico para la tía y te dará un trato muy especial en el dormitorio. Ahora vamos a secarte."

Salí de la bañera y me pasó la toalla enérgicamente, secándome de la cabeza a los pies. La dejé ansiosamente que me llevara de nuevo a la cama, y me tumbé sin que me lo pidieran.

Eva sacó un pañal limpio del cajón de mi armario. ¿No iba a jugar con mi pitilín? Me sonrojé y me corregí a mí mismo. ¿No me iba a hacer una paja? Pero realmente cuanto más pensaba en ello, jugar con mi pitilín me sonaba más natural en la cabeza.

Estaba tan perdido en mis pensamientos que apenas me di cuenta de que Eva había terminado de ponerme el pañal. La miré ansioso. "¿Está Neil esperando su trato especial?" preguntó, y yo asentí con furia.

"Ven, arrodíllate aquí en el suelo," ordenó.

Eva se sentó en la cama, y yo me arrodillé delante de ella. Llevaba una falda azul pastel y una blusa blanca. Separó las piernas ligeramente y pude ver sus bragas de cáscaras de huevo de petirrojo coloreadas en azul, asomando por el hueco entre sus muslos separados.

Sentí que la polla se me ponía tiesa dentro del pañal, y me incliné ansioso hacia ella. Eva me agarró la parte de atrás de la cabeza y me aplastó la cara contra su entrepierna. Restregué mis ojos cerrados, nariz y boca contra ella. Podía sentir la forma de los labios de su coño, húmedos e hinchados a través de las bragas, que se le pegaban, húmedas. Los lamí y mordisqueé a través del tejido, y pude sentir como Eva se arqueaba por encima de mí.

Eva me echó atrás, bajó las manos y se quitó las bragas. Me volví a sumergir entres sus piernas, ansioso. Con las bragas fuera del camino vi que su coño estaba uniformemente afeitado, y su orgullosos labios llenos y rosados me llamaban. Dirigí hacia ellos mi cara restregándolos con la nariz de arriba abajo. Chasqueé la lengua adelante y atrás sobre su clítoris, minúsculo pero furiosamente endurecido, y profundicé en los pliegues de la vagina.

Eva temblaba, apretaba con fuerza las piernas y me apretaba aún más estrechamente contra ella. Chupé sus labios inflamados dentro de mi boca y los mordí con fiereza. Eva se agarró a la parte trasera de mi cabeza, forzándome contra ella aún con más fuerza. Se agitó liberada y me quedé sin respiración cuando se corrió y chorreó el continuo flujo de su corrida en el interior de mi boca y contra mi cara.

Eva me soltó el pelo y pude sentir como se relajaba contra la cama. Pero seguí colocado entre sus piernas y la limpié, lamiendo suavemente todos los jugos de su coño. Pensaba que ella creería que era un comportamiento realmente bueno.