Preparando unos buenos cuernos – 1 -

Un hombre que conozco, está deseando ser un cornudo consentido. Y su mujer de momento no colabora con él para serlo.

Este relato me va a resultar más difícil de contar, porque ha sido algo especial, distinto a lo que habitualmente me había ocurrido hasta ese momento. En pocas líneas hare un resumen de meses. Para que quien lo lea lo tenga en cuenta.

Mi amigo Juan Carlos como decía en el relato anterior, se quedó mudo durante una larga temporada. Algo que no tome a mal. Esa misma semana después del encuentro en Madrid, ya había recibido el currículum de la mujer de Víctor e hice que la llamaran y a los dos días cuando llegue a mi despacho, me dijeron que ya estaba esperando. De momento puntual era. Me puse a revisar lo que tenía par ese día antes de verla y me llego un whatsapp de Víctor. “No seas muy borde con Noelia, que está muy nerviosa y poco animada porque casi no la han llamado de ningún sitio y de donde lo hicieron se la despacharon con buenas palabras” le conteste que sería muy correcto.

Si me la encontrara por cualquier sitio no sabría quién era, porque solo la vi por detrás, quedándome claro que tenía un culo ni muy pequeño ni muy grande, con una forma bonita. Entro y me quede vacilante. Parecía más alta que cuando la vi, como 1,70 castaña oscuro, con reflejos claros, falda color gris marengo, un poco más debajo de las rodillas, justo al borde de las botas negras que llevaba, botas con un tacón alto. Un jersey fino ajustado, de cuello cerrado. Lo que hacía que se le notara un pecho muy voluminoso. La cara era preciosa, no aparentaba para nada 44 años, bueno 43 que todavía le quedaban unos meses para los 44. Apenas sin maquillaje, un pequeño toque muy suave en los ojos y en sus labios.

Tarde décimas en reaccionar y le di la mano para saludarla, luego le indique una mesa redonda donde sentaros y deje que pasara primero, mi mirada fue a su culo y lo noté más perfecto que el primer día que la vi. Nos sentamos y se oía vibrar a mi móvil en mi mesa, me disculpé y fui a por él, era Víctor, que una y otra vez me mandaba el mismo mensaje, “¿Cómo va todo?” mi contestación fue decirle que todavía no sabía nada y dándole un numero de móvil diciéndole que los asuntos personales que ese número. Regrese con Noelia y quise ser muy profesional, porque desde que llegue a trabajar allí, había estado muy distan ante con las mujeres, no quería tener ningún rollo con nadie que fuera del trabajo. Estuvimos al principio desarrollando la entrevista en plan técnico y se veía que sabía bien de que hablábamos y que estaba al día en todo, aun habiendo estado tantos años sin trabajar, aunque yo sabía que ella había seguido trabajando para su marido, pero eso no estaba en sus datos y se suponía que tampoco lo sabía. Nos relajamos un poco, no mucho.

  • Lo primero darle las gracias por esta entrevista de trabajo, que no es nada fácil que le llamen a una.

  • Vamos paso por paso. Si se ha seleccionado su currículum es porque es bueno, para tener en cuenta. Solo hay algo que a mi particularmente me extraña y es este parón que hay en su actividad profesional.

  • Pues fui madre dos veces seguidas y decidimos que me quedara con mis hijos, al principio seria por poco tiempo, pero al final se alargó en el tiempo. (Lo decía con cierta tristeza)

  • Pues para haber estado parada, está al día en todo.

  • Bueno aunque no he trabajado formalmente, si he ayudado a mi marido en su trabajo y en muchos proyectos.

  • ¿Sí? ¿En que trabaja su marido?

  • Eso da igual. ¿No cree? (Se puso nerviosa)

  • Si claro. Otra cosa que me extraña es que en ningún momento ha querido saber las condiciones laborales ni tampoco la parte económica.

  • Para que, primero tuviera que saber que me quieren contratar. Además seguro que habrá más candidatos y que no será nada fácil.

  • Nunca se sabe. ¿Cuál sería su disponibilidad?

  • ¿Cómo mi disponibilidad?

  • Si, que en caso de ser seleccionada, ¿Cuándo podría empezar?

  • Ah, pues cuando fuera necesario.

  • Pues muy pronto la llamare o la llamaran, diciéndole nuestra respuesta.

Me levante y ella hizo lo mismo, nos dimos la mano como despedida y me quede mirándola cuando se marchaba. Menuda mujer, además de estar físicamente tremenda, era simpática y muy agradable. Que suerte tenía Víctor. Solo que se la veía un poco tímida o cortada, pero podía ser también por el ambiente de la entrevista. Miré mi móvil y vi que Víctor había leído mi mensaje. Por lo que cogí mi móvil particular y lo tenía lleno de mensajes.

  • ¿Cómo la ves?

  • ¿Muy nerviosa?

  • Ya me dirás como lo ha hecho.

  • ¿Tiene posibilidades? Dime que sí.

El tío no paraba porque hubo más mensajes, pero todos por el mismo estilo. Me puse a contestarle y borré varias veces lo que quería mandarle, quería estar acertado en lo que pusiese. Mi mensaje fue muy correcto.

  • Víctor ha estado muy profesional, he podido comprobar está al día en todo. Si la he visto muy nerviosa, sobre todo al principio. Se lo note en el momento que le día la mano para saludarla. Luego se fue tranquilizando, me ha causado muy buena impresión, a pesar de que la he visto un poco cortada, que imagino que habrá sido por la tensión propia de la entrevista. (Tardo casi media hora en contestarme)

  • Discúlpame, pero estaba hablando con mi mujer. Le hizo mucha ilusión que la llamaran, aunque se quedó sorprendida, porque esperaba en tu puesto a un hombre o una mujer, como mínimo de su edad.

  • Jaja, ¿Qué edad hay que tener para ocupar un puesto así? Jaja.

  • Simplemente le ha chocado. Dice que se te ve demasiado serio, muy formal y no cree que la selecciones.

  • Que sepas que lo voy a hacer, no le dije un sí, en el momento, porque aunque tengo plena libertad, antes quiero comunicarlo.

  • Menuda alegría se va a llevar. Muchas gracias.

  • Ya veremos cómo se le da. La ventaja es que donde va a estar ella es un grupo de gente de su edad, repartidos a partes iguales entre mujeres y hombres, bueno más o menos.

  • Hablando de todo un poco, ¿A que esta buena mi mujer? (Me quede desconcertado y solo era el principio)

  • Hombre, que quieres que te diga, pues sí, es evidente.

  • Lo malo que no me hizo caso en ponerse una falda más corta, que con esas botas si hubiera sido más corta, uf, como hubiera estado, te hubieras quedado anonadado.

  • Pues no sé. (No sabía que contestarle)

  • Y que no te engañe, que la ropa no le hace justicia. Que durante estos años, se pasaba horas en el gimnasio que tenemos en casa. Por hacer ejercicio y porque se desestresaba. Lo que ha hecho que tenga un cuerpo espectacular.

  • Si yo no he dicho nada, jeje, eso lo sabrás tu mejor que nadie.

  • ¿No me digas que no te has fijado en el culito tan apretado que tiene? Y muy durito con tanto ejercicio. (Me preguntaba de que iba)

  • Pues créeme que no em he fijado, te lo digo en serio. (Evidentemente mentí)

  • Como sois los jóvenes, ahora solo os fijáis en un buen coche, en un buen móvil y nada más.

  • Sera eso. (Tratando de finalizar la conversación)

  • Y lo de estar cortada, es que es así. Noelia si no tiene mucha confianza le cuesta abrirse, eso sí una vez que la tiene es diametralmente opuesta. Es como en la vida familiar, de cara al resto de la familia es una santa, pero en nuestra habitación es lo contrario, ya sabes a que me refiero. Aunque últimamente…

  • Oye Víctor, que me queda mucha mañana por delante y muchas cosas por hacer, ya seguimos en otro momento.

  • Otra vez, muchas gracias, te debo una muy grande, aunque tu digas que no te debo nada.

Leí de nuevo todo lo que había escrito y no lo entendía, lo primero que pensé que era un fanfarrón alardeando de mujer y si le dejas, será un siete machos. Comunique mi intención de contratar a Noelia y nadie puso ninguna pega y me dieron vía libre. No quise decírselo a Víctor, porque no tenía ganas de entrar en otra larga conversación y porque pensaba que la que primero tenía que saberlo era Noelia. Tenía una reuniones y aunque mi intención era llamarla en ese momento, hasta última hora de la tarde me fue imposible. Así que la llame, era prácticamente la hora de cenar en muchas casas.

  • Dígame (Una voz muy agradable)

  • ¿Noelia?

  • Si soy Noelia, ¿Quién eres?

  • Disculpe que la llame a estas horas, soy Pelayo… (Me interrumpió)

  • No, no hay nada que disculpar. Le agradezco que me haya llamado personalmente y entiendo que no fuera seleccionada, la gente joven hoy está muy bien preparada y… (Ahora la interrumpí yo)

  • Noelia déjeme hablar, por favor.

  • Si, discúlpeme.

  • Mi llamada es para comunicarle que ha sido la seleccionada y aunque pueda ser precipitado, si le viene bien mañana se pasa por personal, para hacer todo el papeleo y pasado mañana pues empieza a trabajar.

  • ¿Es verdad? ¿No se está quedando conmigo? (Voz alegre y muy nerviosa)

  • No la llame antes porque he estado todo el día ocupadísimo. No, no es una broma. Ya nos veremos el próximo día, buenas noches y disculpe las horas tan intempestivas.

  • Por cosas así me pueden llamar a cualquier hora. Jajaja.

Me alegró ver que alguien estaba feliz. Al día siguiente cuando llegue a mi trabajo y después de hacer cosa urgentes, mire mi móvil privado, que me lo había dejado cargando. Leí el primer whatsapp y alucine, era de Víctor.

  • Ya te debo dos grandes favores. Gracias y muchas gracias. Menudo polvazo que pegue ayer, me dejo seco, todo por la gran noticia que le diste. Me dejo fuera de combate, estoy para el arrastre esta mañana. (¿Qué contestar a un mensaje así?)

  • Me alegro por ti.

  • Jaja, tuve que pedir tiempo como en los partidos de futbol. Hacía años que no la veía así y uno ya no está para esos trotes, jajaja.

  • Jaja (Me limite a poner solo eso)

Ese tipo de whatsapp empezaron a ser frecuentes, pero se quedaban bordeando una línea muy fina de la imprudencia y de la prudencia. Al igual que mi amigo Juan Carlos que me dijo que quería dejar pasar un poco de tiempo, que necesitaban serenarse y pensar con tranquilidad, algo que respete y entendí.

Noelia se adaptó rápidamente a su trabajo y a sus compañeros, aunque seguía con ese toque de cortedad y se mantenía algo distante de la mayoría de sus compañeros. Por lo que pude ver y lo que llego a mis oídos, era muy discreta, no hablaba de nada que fuera muy personal y cuando oía algún cotilleo sobre algo o alguien, buscaba una disculpa y desaparecía. Almorzaba casi siempre con las dos mismas mujeres y no solía ir a comidas o cenas. Vestía muy bien, con gusto, pero guardando las apariencias. Ni un escote llamativo, ni una falda que el quedara corta y una inmensa colección de pantalones. Eso sí, una cosa que no cambia era su calzado, siempre con tacones altos.

En ningún momento me sobrepase con ella, ni una ligera insinuación. Mantenía con ella mucha distancia, más que con el resto de las mujeres. Algo que me estaba resultando muy fácil. Aunque mis pensamientos en el caso de Noelia y de otras, me traicionaban, pero se quedaba en eso, en pensamientos. Noelia aparte de por su físico se diferenciaba de las demás sobre todo en que se notaba que le gustaba pasar desapercibida.

Un día reuní a toda la sección técnica, para explicarles un nuevo trabajo que había que hacer, el cual era muy importante. Después de la oportuna exposición, los repartí en equipos de tres personas, sabiendo de antemano que habría una sobre carga de trabajo. De cada equipo designé un coordinador y en el que puse a Noelia, puse a la persona que llevaba más tiempo. Los deje y vi como empezaron a funcionar todos desde un principio. Un viernes después de una semana muy dura, invite a todos a cenar, la única que se excuso fue Noelia. No lo entendía, porque sus hijos estaban estudiando fuera, salvo que Víctor fuera más “tirano” de lo que quería aparentar. En una de sus tandas de whatsapp aproveche para sondear a Víctor.

  • ¿Cómo le va a la buenorra de mi mujer? (Era un lenguaje que no encajaba con él y cuando empezaba así, es que iba a subir el “tono”)

  • Siempre igual. No cambias.

  • Cuando se tiene la fortuna de tener una mujer así, porque callárselo, ¿O no?

  • Tu mismo. Respondiendo a tu pregunta, le va muy bien aunque sigue teniendo esa barrera con la mayoría de sus compañeros y no la quita. Ni tan siquiera se queda a cenar cuando les invito por el trabajo tan bueno que hacen.

  • ¿Cómo que no se queda? Puede ser que no se enterara.

  • Que va, si se enteró, se excusó y ya está.

  • Pues a mí no me ha comentado nada. Ya la tanteare. (Iba a sonsacarle más, sin preguntarle)

  • Que no es que me importe, lo decía porque se integrara más con sus compañeros. Pero que no me quiero meter, que es como su forma de vestir, que viste muy bien pero con un punto de “conservadurismo”

  • Ahí estamos de acuerdo, que mira que tiene un armario para ponerse cualquier cosa que le quedaría de categoría, pues nada, no hay manera. Que si se pusiera algunas cosas que le digo yo, provocaría esguinces cervicales, jajaja y más de uno iría al aseo jajaja.

  • Que bruto y que exagerado que eres.

  • ¿Exagerado yo? ya te lo demostrare en cuanto pueda.

Me quede convencido de que él, no era quien la hacía ser así, era porque ella quería. Aunque no entendía muy bien tanta confianza por su parte conmigo. Perseguía algo o es que era así, tal vez un poco fanfarrón. El nuevo trabajo iba a durar meses y todo el mundo se enfrasco en el rápidamente. Los compañeros de Noelia al poco tiempo tuvieron un accidente de moto y tuvieron que darse de baja. En un principio era un gran problema, porque si quitaba a otros de algún equipo, se quedarían también descuadrados, así que tome la determinación de que no se tocarían los equipos formados y yo trabajaría con ella a ratos.

Me acerque a su despacho y estaba con las dos mesas llenas de papeles. Dos ordenadores con trabajo y ella con el pelo medio revuelto, porque se veía que no daba abasto. Di un par de golpes en la puerta abierta y entre. Iba vestida muy formal con siempre. Se puso algo nerviosa y nos pusimos a trabajar, su olor impregnaba todo, era un olor que trasportaba. Su marido seguía escribiéndome todos los días. Así me enteré que la ponía nerviosa, pero que le agradaba mi compañía y como era de esperar según pasaban los días cogíamos más confianza y nuestra relación era más estrecha. Como también me di cuenta porque lo sentí, es que cuando nuestras miradas se cruzaban era como si recibiera una descarga eléctrica. Como decía la relación era más estrecha pero solo en lo referido al trabajo, porque en lo personal ella se ponía como un escudo.

Tuve que ausentarme unos días y aunque hablaba con ella por teléfono, se fueron acumulando algunos problemas en la parte de su trabajo. Quedamos para verlo el sábado por la mañana. Partió de ella la idea y me sabia mal por apartarla de su marido. Pero ella no le dio importancia porque Víctor tenía un campeonato de golf. Por lo que quedamos así. Fue aceptar y bombardearme Víctor con whatsapp.

  • La tienes totalmente nerviosa. Por si ha metido la pata en algo.

  • Seguro que no, tu mujer es muy inteligente.

  • Ya verás como no era exagerado.

  • ¿Exagerado en qué?

  • Ya lo veras el sábado y lo entenderás. Que le voy a elegir yo su vestuario, jajaja.

  • Siempre estas igual no cambias.

La conversación quedo en eso. El sábado cuando llegue no había llegado Noelia, me puse a hacer cosas cuando apareció ella. Venia comparado con otros días espectacular. Venia vestida como más informal, botas, minifalda vaquera, no muy escandalosa, pero que dejaba ver unas piernas bonitas y una blusa de color rojo, que por una vez no llevaba cerrada hasta el cuello. Se le notaba más volumen en el pecho y la falda resaltaba más su culo. Tenía razón su marido, era para volver la cabeza a su paso. En varios momentos pude ver al agacharse su escote y se apreciaban unas buenas tetas. Me estaba cogiendo un calentón bestial y me daba corte que mi rabo me jugara una mala pasada y se me notara una erección. Me pita el móvil.

  • Cuidado con el empalme. (Era Víctor)

  • ¿Qué dices?

  • Jajaja, porque a estas alturas estarás como un animal. ¿A que esta rebuena? ¿A que tenía razón?

  • Víctor estamos trabajando y trabajando no me fijo en ciertas cosas, las personas que trabajan conmigo son intocables.

  • Jajaja, con lo joven que eres, jajaja, seguro que te la beneficiabas si pudieras, que yo he tenido tu edad.

Tuve que cortar los mensajes porque no entendía donde quería llegar. Porque pensaba ya de todo y veía que Noelia, si su marido se traía algo entre manos, ella no era participe. Se nos fue la conexión con internet y después de hacer varias gestiones, nos dijeron que como mínimo media hora y entonces la invite a la cafetería de abajo y cuando vi que ella iba a poner algún reparo, no se lo permití y nos fuimos a almorzar. Inicie la conversación para que se rompiera el hielo. Lo más importante de la conversación fue más o menos…

  • Me agrada haberte contratado, trabajas muy bien, eres muy eficiente y en algunos temas nos das mil vueltas.

  • Gracias y a mí me gusta mucho trabajar aquí.

  • ¿Tu marido no se disgusta porque trabajes en sábado?

  • Que va, el encantado de la vida. Ya que así está más tiempo con su golf y sus amigotes.

  • ¿En que trabaja?

  • (Dudo y se puso en guardia) Es directivo de una gran empresa.

  • ¿Ah sí? ¿En qué empresa?

  • En la empresa… X (Dubitativa)

  • Con esa empresa tenemos trabajos comunes. ¿Cómo se llama? Que lo mismo le conozco.

  • Víctor… (Nerviosa, ojos de preocupación y se mordió el labio por nerviosismo)

  • No lo conozco en persona pero si he oído hablar de él y quién no. Dicen que es muy serio, algo correoso y bastante testarudo. Jajaja.

  • En lo de testarudo te doy la razón, porque cuando algo se le mete en la cabeza, no para hasta conseguirlo.

  • ¿Y cómo es que no te coloco en su empresa?

  • No quise yo. (Los vinos que tomábamos relajaron su nerviosismo) Es mejor buscar otro sitio. ¿espero que no sea un problema?

  • Mientras no interfiera en el trabajo, ninguno.

  • En eso no te preocupes.

  • ¿Y qué tal tus hijos?

  • Esos viendo la vida, estudiando, pasándoselo de lujo y a vivir. Los veo como tú, sin prisas de formar una familia.

  • Jajaja, ¿Quién ha dicho que yo no la tenga? Jajaja, es verdad, prefiero vivir un poco más la vida y luego, si acaso ya me lo planteo.

  • No sois listos, a tu edad tenía yo ya a mis dos hijos.

  • Corriste mucho.

  • Si es verdad. Todo tiene sus ventajas y desventajas. Ventajas que se crían mejor a los hijos, estas con más fuerzas y desventajas, que dejas cosas sin hacer.

  • Bueno, pero aunque el tiempo no se pueda recuperar, si se pueden recuperar cosas que dejaste de hacer.

  • Jajaja, algunas es imposible.

  • Depende.

  • En el momento que te casas, ya hay cosas imposibles, jajaja.

  • Con lo bien que tu estas, no hay nada imposible. (Supe que me pase diciendo esto, entre otras cosas porque se le corto la risa y se puso como su blusa)

Miro la hora y dijo que seguro ya estaba restablecida la conexión. A pesar de todo, ese día supe que habíamos avanzado mucho en nuestra amistad y efectivamente mientras pasaban los días, más confianza teníamos, pero dentro de unos límites, más por ella que por mí y yo no forzaría ninguna situación más allá de la simple amistad, tanto porque trabajaba para mí y porque su marido era directivo de una empresa mucho más grande de la que trabaja yo, no quería malos rollos. Aunque me tenía bastante confundido con sus whatsapp, que cada vez eran más “atrevidos” pero lo hacía tan bien que nunca pasaba esa línea de lo incorrecto, para darme pie a algo. Un día en unas de esas conversaciones eternas con Víctor, no sé cómo, ni se el porqué, pero me cogió con el morro torcido y le puse, “Víctor, creo que tenemos la suficiente confianza como para que te pueda hacer una pregunta bastante personal, ¿Me equivoco o es así? Que no quiero ser indiscreto” y el me contesto rápido, “Por supuesto que hay confianza y las preguntas no son indiscretas, más a veces si lo son las respuestas, pero yo no te daré una respuesta indiscreta, pregunta lo que quieras”

Ahora vería como se lo tomaba, “Me llevo preguntando un tiempo si me provocas con tu mujer, si lo que buscas es que la entre, resumiendo ¿Es que quieres ser un cornudo consentido? Si me he excedido, te pido disculpas” veía como marcaba que escribían y no llegaba nada, me estaba escribiendo un discurso o que. Hasta que me llego un mensaje muy escueto, “Mañana te llamo y hablamos” tanto escribir para mandar eso. Durante la noche y después de reflexionar el cuerpo no se me quedo muy bien y esperaba la llamada esa mañana, no me asustaba, pero presentía que iba a tener que torear todo con una buena disculpa. Lo único que la llamada no llego. Lo que si llego fue que note a Noelia super nerviosa y con ganas d decirme algo, eso ocurrió casi al mediodía, “Mira mi marido se ha empeñado en que quiere conocerte en persona, que como tú, ha oído hablar de ti y quiere si te viene bien, que comamos hoy” acepte aunque me sorprendía la situación.

Ella y yo fuimos juntos a la comida, en el coche estaba más nerviosa aun, le agarre la mano con mucha delicadeza y le dije que estuviese tranquila. Me miro, sonrió de manera forzada y seguimos el camino. Al entrar en el restaurante Víctor estaba en la barra y cuando nos vio, se quedó esperando, su mujer nos presentó. “Así que tú eres el gran Pelayo, Noelia no para de hablar de ti y todo muy bueno” “Encantado Víctor, tu mujer también me ha hablado de ti, pero muy poco, es una mujer muy reservada” se me había olvidado comentar, que ese día Noelia era la vez que iba más sugestiva. La comida iba bien, Noelia se relajaba, nosotros hablamos de nuestro trabajo y trataba de evitar que no se me notara que los ojos se me iban al escote de Noelia, bueno a ella en general. La comida termino de forma más relajada a cómo empezó y en la despedida Víctor con la excusa de un motivo profesional, quedo conmigo al día siguiente por la mañana. A la mañana siguiente lo primero que me dijo Noelia, que por trabajar ella conmigo, no estaba obligado a hacer favores a su marido, me lo decía nerviosa, como avergonzada. La tranquilice y ella en plan confidencia, me dijo que a su marido le dabas la mano y se tomaba el brazo. Me fui a donde había quedado con él.

  • ¿Cómo le va a Noelia? Supongo que esta mañana más nerviosa, porque desde ayer me está diciendo que no se me ocurra pedirte ningún favor, que no vaya a provocarle problemas a ella.

  • Es verdad la he notado más nerviosa, pero no sabía el motivo.

  • ¿Te gusta Noelia?

  • Me cae bien. (Ante la duda de a qué se refería)

  • No me jodas, sabes a que me refiero, ¿Esta buena o no lo está? Se sincero y luego te contestare a tu pregunta.

  • Pues sí, claro que está muy bien.

  • Mi respuesta a tu pregunta, no me importaría y me excita, aunque no sé si pasara, como me sentiría después. Tampoco te mentiré diciéndote que es por ella, es por los dos, llevamos demasiados tiempo juntos. Espero que no te escandalices y que esto quede entre caballeros.

  • Lo que pasa que no veo a Noelia tan liberada como tú. Porque es super vergonzosa y muy reservada, no solo conmigo, con todo el mundo.

  • En eso tienes que ayudar tú, que yo ya pongo de mi parte. ¿O no te has dado cuenta de que va vistiendo de otra manera? Pues es por mi insistencia. (Desde luego era un tío morboso)

Me quede pensativo, Noelia estaba muy buena, pero era romper el principio que me había marcado. Aunque no soy de piedra y mi falta de respuesta le envalentono, hasta el punto que se puso a escribirle un whatsapp a su mujer y me lo dejaba ver a mí. Se le notaba muy excitado aunque se contenía para que no se le notara.

  • Hola Noelia, estoy con tu jefe, te lo dije ayer, menuda zorra que eres, me dijiste que era un tío normal.

  • Víctor ahora estoy en el trabajo y sabes que no se puede usar el móvil. En casa hablamos y POR FAVOR, no me llames eso, que sabes que no me gusta.

  • Pues anoche cuando follábamos bien que te gustaba. Pero vale, vale, te iba a decir lo que me ha dicho de ti, pero vale. Hasta luego. (Era un zorro, picaba a su mujer)

  • ¿Qué ha dicho?

  • Aaahhh, mira como ahora te interesa. Que eres muy conservadora, que estas en el vestir un poco chapada a la antigua.

  • No me puedo creer lo que dices. Pero ¿está ahora ahí contigo?

  • Esta pero ha ido al W.C. y a hablar por teléfono un momento. Cuando regrese a su despacho quiero que busques una excusa para entrar y que lleves varios botones desabrochados para que le pongas cachondo.

  • Ni lo sueñes, estas enfermo. Siempre con tus tonterías.

  • Si, si, mis tonterías, pero luego por la noche quieres que te cuente mis “historias” y bien que te pones cachonda, toda una puta.

  • Que grosero y chabacano eres con tu lenguaje.

  • Te dejo ya, que le veo venir. Haz lo que te he dicho, salvo que tenga razón y seas antigua.

  • ADIÓS PESADO.

Era lo que yo pensaba, ella en su intimidad seria como fuera, pero no quería nada de historias raras. No estaba preparada y así se lo dije. Víctor seguía insistiendo en que teníamos que hacer un frente común y me dijo muy serio, “Ya sé que será la primera vez para ti en una movida como esta, para mí también, es cuestión de unirnos” cuando le respondió se quedó blanco, “Para mí no sería ni la primera, ni la segunda, ni la tercera… no me pilla de nuevas, si te vale para algo” no sé si eso le asusto porque me dijo, “Bueno, lo que quiero en un principio es un tonteo, eso sí bastante subido de tono y ver cómo nos sienta, ¿Me entiendes?” y muy serio le respondí, “Lo que tienes que saber y tener en cuenta, que esto puede llegar un momento en el que no se pueda controlar y pase lo que tenga que pasar, ¿Sabes a lo que te arriesgas?” y serio pero con una mirada brillante, me dijo que si y que adelante.

Ahora mis dudas era si se lo contaba a Noelia o no se lo contaba. Al final decidí esperarme y no adelantarme, tiempo habría de hacerlo. Llegué a mi despacho y vinieron varias personas con problemas o incidencias, a Noelia la vi de reojo y no había hecho caso a su marido, no llevaba escote. Solucione en lo que puede las incidencias y luego entro Noelia para hablar conmigo, muy educadamente le dije si podía esperar que tenía que hacer una llamada urgente. Hice la llamada y mientras con el otro móvil escribía a Víctor. “Tu mujer no está por la labor de hacerte cornudo, porque no te ha hecho caso en nada. Haz una cosa llámala y así veo su reacción” no me contesto, pero al rato vi que ella se fue a su sitio a atender una llamada de teléfono. Sin lugar a duda era su marido.

Porque se puso azorada y ponía la mano tapando el teléfono para hablar. Vi cómo se soltaba algún botón y luego vino a mi despacho, cerró la puerta tras de sí. Me pregunto nerviosa por la reunión con mi marido. Salí al paso diciéndole que habíamos hablado de trabajo y de la competencia, básicamente. Para que se fuera más tranquila le dije, “Lo que he visto que hay que tener cuidado con tu marido, es muy listo, trata de llevarte a su terreno, supongo que estará un poco molesto, porque no lo ha logrado” y ella sonrió y me dijo, “Pues ya es raro, porque en eso tienes la razón, te lleva a donde quiere y cuando estas, te preguntas como ha podido ser” se levantó para irse, se iba ya más tranquila y fue cuando le dije, “Mira Noelia, la semana que viene, tengo un viaje a Madrid, 2 o 3 días y necesitaba que alguien viniese conmigo. Había pensado en ti, que ya tenemos más confianza. Siempre que quieras. Si no puedes elijo a otra persona” y ella se volvió a poner nerviosa, diciéndome si me podía contestar al día siguiente y así que damos.

Nada más salir le mande el siguiente whatsapp a su marido. “Se desabrocho un botón, pero como si no lo hubiera hecho. La he dicho de venir a un viaje a Madrid la semana que viene, dice que me responderá mañana, porque esta reticente” y él me dijo que lo dejara de su cuenta. Por la noche me mando un whatsapp Víctor, diciendo que ya estaba todo solucionado, que mañana me diría que sí. Efectivamente por la mañana en el momento que quedamos solos me confirmo lo que ya sabía. Como saldríamos en tren el domingo por la tarde, me ofrecí a pasar por ella a su casa, pero me dijo que no, que la llevaría su marido.

El domingo por la tarde estando en la estación esperando, los vi aparecer. Venían los dos hablando y Víctor llevaba una maleta, que me pareció demasiado grande para 3 o 4 días. Pero como tendríamos comidas y cenas, pensé que había traído ropa para esos momentos. Venía con unos jeans, un suéter y unas botas donde llevaba metida las perneras de los pantalones. Los deje pasar para ver bien su culo, con esos pantalones tan ajustados se veía un culo que se me caía la baba. Les llame se giraron y como había tiempo nos fuimos a tomar un café.

Nada más sentarnos Víctor se fue al aseo. Me llego un whatsapp de Víctor, ni en ese momento se contenía. Me decía, “No me digas que no esta buena hoy, le he elegido yo mismo el modelito. Lo mejor lo veras en Madrid, porque le he cambiado el contenido de la maleta, tu vista disfrutara. Digo vista, porque está prohibido hacer cosas mayores, solo tonteo o un ligero acercamiento” le pedí disculpas por leer el mensaje y por contestar, alegando que cosas de trabajo. Escribí la contestación, desde el enorme cabreo que me produce que me quieran manejar u ordenar lo que tengo que hacer. Lo escribí pero no lo mande, lo deje preparado.

Tardaba en regresar, seguro que esperaba algún comentario mío y le vi venir con cara de medio enfado. Hice el comentario de que ya venía, ella se giró para verle y aproveche para enviar mi whatsapp, en el que le respondía, “Cornudo tu no me vas a decir lo que puedo hacer. Si has sido tan cornudo de cambiarle la maleta, que ya veremos tus gustos con el vestuario, hare lo que pueda y si no estas conforme, no la dejes subir al tren, ¿Te ha quedado claro cornudo? Eso sí, te iré informando de los avances y de todo lo que suceda con detalle” Mientras la mujer le decía lo que había tardado, el cogió su móvil y lo miro. Según leía el whatsapp sus ojos se abrían desmesuradamente y luego se relajó. Como no lo pudo disimular Noelia le pregunto si pasaba algo malo y el con tranquilidad le respondió a ella, para responderme a mí. “Nada, que hay personas muy osadas de palabra y luego son un bluf” Noelia no le entendió nada, yo sí.

Ya tocaba ir subiendo al tren, él nos acompañó hasta el registro de seguridad. Antes de poner las maletas en la cinta de seguridad, beso a su mujer y nos dijo, “Noelia pásalo bien, aprovecha estos días y tu cuida a mi mujer bien y si ves que se pone seria dale un empujoncito para que se anime” Noelia se quejaba diciendo que ya veríamos si podíamos ver algo de Madrid con todo el trabajo que se nos avecinaba y yo dándole la mano y apretándosela bien fuerte, le dije con una sonrisa totalmente provocadora, “No te preocupes que la cuidare bien (Como Noelia estaba enseñando su billete aproveche para seguir diciéndole, esta vez en voz más baja) y si puedo la daré más de un empujoncito” lo dije provocándole al máximo. El me miro serio, pero no enfadado.

En el tren la note distinta, más relajada de lo habitual, aunque seguía con algo de distancia. Llegamos al hotel y nuestras habitaciones 304 y la 306 una al lado de la otra. Antes de meternos en nuestras habitaciones le dije, “A las 9 en el hall, que vamos a cenar aquí cerca, ponte guapa, aunque eso es fácil” me sonrió y nos metimos cada uno en nuestra habitación. Como no, me sonó un mensaje de whatsapp, era de Víctor que me mandaba varios pantallazos de una conversación con su mujer.

  • Cógeme el teléfono. No me cortes la llamada.

  • No quiero hablar contigo, me tienes muy cabreada. Como se te ocurre cambiarme la ropa de la maleta, es que te mataba si estuvieras aquí.

  • Lo he hecho, para que te vistas, como cuando vamos solos por ahí.

  • Víctor eres, eres, un imbécil. Así parezco que voy pidiendo guerra.

  • Exagerada.

  • ¿Exagerada? Pues estoy viendo como decirle que no voy a cenar con él. Porque me da corte.

  • Venga, no te hagas la inocente, vístete con cualquier cosa, que le pondrás cachondo y cuando regreses al hotel hacemos ciber tú y yo. Se una buena puta.

  • Joder, Víctor, no me llames eso. Mira te dejo que estoy muy cabreada. Ya hablaremos.

Me prepare para oír la excusa que ponía y poco después me llamo por teléfono, me decía que no se encontraba muy bien, que sería el viaje. No se lo admití y después de un buen rato, me dijo que nos veríamos abajo.

Estaba sentado en uno de los sillones de recepción, leyendo un periódico y la vi llegar. Venía con un vestido ajustado, con los hombros al aire y bastante corto. Era de color verde casi pistacho y lo que me sorprendió además del vestido en sí, es que se le notaban enormemente los pezones muy marcados. Se la veía muy nerviosa, pero hice que no le daba importancia y se relajó. De camino al restaurante fuimos hablando de la reunión del día siguiente. Iba poniéndola en antecedentes de las personas con las que nos encontraríamos, eso la relajo aún más. Lo hice para que se sintiera a gusto, tranquila.

  • Ahora Noelia, vamos a ser sinceros. ¿Qué es lo que te pasa? Porque te deje en la puerta de tu habitación muy bien. Luego me llamas que no vas a cenar, bajas muy nerviosa. ¿Qué ha sucedido? ¿He dicho o hecho algo inapropiado? (Dejo la copa de vino sobre la mesa, me miro como no sabiendo que decir)

  • Pues mi marido Víctor. Que es muy “gracioso” y me hizo una de las suyas.

  • Pues ya ha tenido que ser muy gorda, para estar así. Cuéntame.

  • Bueno, pues en cuanto me descuide, el muy cretino me cambio el contenido de la maleta. Vamos que el vestuario que traigo me lo eligió el y como que no ha sido el más adecuado. Para muestra un botón, este es el más discreto.

  • Pues perdona que te contradiga, el vestido te queda de vértigo y si este es el más discreto, ya estoy deseando ver el resto. Tu marido tiene buen gusto.

Había química entre los dos, la diferencia que ella no iba a dar el primer paso, pero tampoco daría el segundo. Después de cenar logre convencerla de ir a tomar una copa. Fuimos a un sitio donde también se bailaba y quise bailar con ella, pero ella no consideraba que fuera muy apropiado, entre jefe y subordinada, en un viaje de trabajo. La convencí al final y no lo pude evitar, bailando, bailando, mi rabo se puso duro y aunque no me quise apretar a ella, al final lo noto. Aguantamos los dos el tipo y en algunos momentos nuestros cuerpos se dejaron llevar de manera prudente. Nos volvimos a sentar y ella se disculpó para ir al aseo. Aproveche para mandar un whatsapp a Víctor, que me dejo un mensaje de que le llamara en cuanto pudiera.

  • No te voy a llamar ahora. Estoy tomando una copa con tu mujer ¿Qué quieres?

  • ¿Qué vestido lleva?

  • El de color pistacho.

  • Buffff, con se está muy bien. Aunque con el azul eléctrico esta que revienta. Ese no creo que es lo ponga, porque solo lo hace cuando está muy cachonda, para que la meta mano.

  • En este viaje te estrenaras como cornudo.

  • No me lo creo. Para que veas le he quitado todos los sujetadores que tenían pezoneras.

  • ¿Pezoneras?

  • Jajaja, si lo que has oído. Ya te habrás dado cuenta de que se le notan los pezones. No es porque este cachonda, es que los tiene sumamente grandes y por eso se pone pezoneras para que no se le marquen.

  • Jooooder, increíble. Entonces cuando se le pongan duros, como se le notaran, madre mía.

  • Jajaja, ver para creer.

  • Venga cornudo, luego te sigo contando que ya viene.

Al rato de estar sentados y sin saber porque nos dimos un leve pico. Luego otro y al final nos morreábamos con mucha pasión. No parábamos y en cuanto pude mi mano estaba entre sus piernas, tocando su coño húmedo. Empecé a hacerle una paja y abrió las piernas, se mordía los labios y me miraba con intensidad. En un momento me dijo que parara, que no estaba nada bien hacer eso. No la hice caso, trato de quitar mi mano, volví a besarla y al rato sentí como se corría, mordiéndome el labio y tapando sus gemido con mi boca. Se levanto de golpe y se salió a la calle, fui rápido a pagar y regresamos al hotel sin hablar. Iba muy congestionada. Al llegar a nuestras habitaciones, la suya era la primera, volví a besarla como despedida o como bienvenida, me respondió al beso, pero se quitó con enfado, diciendo, “ESTO NO ESTA BIEN, ¡VETE! POR FAVOR” se metió en su habitación y cerró la puerta de golpe.

Los dos días siguientes además de estar más distantes, fueron de trabajo muy intenso y cenas hasta las tantas, irnos a dormir y madrugar. Nos tocó quedarnos un día más y nos podíamos ir al mediodía, pero provoque el quedarnos esa noche. Estábamos los dos pletóricos, porque habíamos sacado todo adelante, cuando en ningún momento se esperaba ese resultado. Fuimos al hotel y dije de cambiarnos, por lo menos yo, para quitarme el traje y salir a celebrarlo con una buena cena. La vi tan alegre que solo pensaba y deseaba que se pusiera ese vestido azul eléctrico que me dijo su marido. Pero bajo con uno negro, que era infarto. Con un escote bien pronunciado y aunque la falda no era tan corta, si era holgada, con bastante vuelo.

La cena la paso hablando casi todo el tiempo Noelia. Me limite a escuchar, a mirar sus ojos y como no, a mirar ese escote divino que mostraba parte de lo que se veían que eran un buen par de tetas. No paro de hablar, estaba eufórica. Se la veía muy hermosa y con un brillo especial. Estaba hablando de seguido, cuando se frenó en seco y me pregunto.

  • Di algo tú, que nada más hablo yo.

  • No sigue, me gusta oírte.

  • Y a mí me gustaría saber que estás pensando.

  • Jajajajaja, mejor que no lo diga.

  • No te hacía con miedo.

  • No es miedo, es para no enfadarte.

  • Seguro que no me enfado, venga, dilo. ¿Tan malo es?

  • No es nada malo. Que te estoy viendo, oyendo y mirando, cuanto más lo hago más ganas me entran de follarte.

  • Pues sí que has sido claro y me halagas. Pero no entiendo como un hombre tan joven como tú, se fija en una mujer de mi edad, porque tú eres simpático, culto, agradable y no te debe ser nada difícil conseguir estar con cualquier chica joven y guapa.

  • Eso no tiene nada que ver, con los gustos y apetencias de cada uno. Sera mejor que lo dejemos en este punto y nos vayamos a dormir.

Acabamos de cenar y nos fuimos para el hotel, esta vez el que no hablaba era yo. Al entrar en la recepción del hotel, vimos que estaba abierto el pub que había dentro y fue ella la que quiso que tomáramos una copa. Acepte diciéndole que solo una. Me daba la impresión de que esa noche ella estaba más predispuesta, pero era solo una impresión. Estábamos hablando cuando me llegaron varios whatsapp, ella al oír los avisos, me decía que por ella no me preocupara, que los mirara, porque por la hora que eran, lo mismo es que se había torcido algo del trabajo. Mire y era Víctor que me mandaba varios pantallazos.

  • O tu jefe es maricón, o es incompresible que no te haya entrado.

  • Siempre igual, un día te pondré los cuernos con el primero que pase.

  • Con cualquiera no, con tu jefe me da morbo, que está muy bien. Pero esos tan perfectos tiran aceite.

  • De este no lo creo.

  • Ponte el vestido azul.

  • Ni borracha, que con ese si parezco una puta.

  • ¿Hacemos esta noche ciber? Que el primer día de tu viaje fue formidable.

  • Ya veremos.

  • Venga, que te volveré a contar muchas guarradas con tu jefe, que bien puta que te pone.

  • Ya veremos. Si al final te tendré que llamar cornudo.

  • Ufff, como me pondría.

Me tuve que aguantar la sonrisa y le dije que era de un grupo de amigos. Me vino a la cabeza eso de que hicieron ciber el día que la hice la paja, menuda que era la amiga Noelia. Ante tanta provocación de Víctor le respondí, “Pues esta noche te estrenaras como cornudo, que sepas que me la voy a follar” y luego le mande otro, “Si llamas en 45 minutos la pillaras con mi rabo metido hasta los huevos” la cantidad de whatsapp que me llegaron a continuación fueron desmesurados, apague el móvil.

Acabamos y nos fuimos cada uno a su habitación. Cuando llegamos a la puerta de su habitación, nos quedamos hablando de tonterías y nos mirábamos con muchas ganas. Repetí lo de la otra noche, la besé con profundidad, fue un beso largo y morboso. Esta vez no dijo nada, no se escapó. Paramos de darnos el beso, abrió la puerta y no la cerro de golpe cuando se metió, lo que entendí como una invitación y entre detrás de ella.

Estaba de espaldas a mí, se había puesto pegada al escritorio que había en la habitación, donde había también un gran espejo. Se empezó a quitar los pendientes, con mucha parsimonia. Me miraba por el espejo, me acerque y la bese con mucha suavidad el cuello, se le escapo un leve gemido de aceptación. Sin dejar de besar su cuello, pase mis brazos por sus costados hasta que mis manos empezaron a acariciar sus tetas, eran muy grandes, no me cabían en mis manos y eso que son grandes. Era verdad lo que dijo Víctor, eran unos pezones extragrandes, gordos y bien duros. En el mejor momento sonó su móvil y salió de ese trance más maravilloso en el que estaba. Vi en la pantalla el nombre y el careto de Víctor. Ella contesto la llamada y puso el altavoz.

  • Que, ¿Ya te están follando?

  • Que tonterías dices. Estoy desmaquillándome, por eso he tardado en coger.

  • Seguro que hay tienes a tu jefe follándote.

  • Mi jefe como dices tú, hace un buen rato que se ha ido a dormir. (Aproveche para meter mi mano por debajo de su falda, ante la mirada furiosa de ella, estaba muy mojada)

Víctor empezó a contarle una “fantasía” en la que el principal interviniente era yo. Entre lo que ella oía y mis toqueteos, aunque ella trataba de evitarlo con sus manos. Seguía masturbándola y llego un momento en que se puso a gemir, oyendo como su marido le decía lo puta que era, que seguro que a mí me entregaría el culo y sin protestar como hacía con él. Que seguro que le metía más que la punta. Ella entre gemidos le pregunto “¿Por qué quieres ser cornudo? ¿Qué dirías si Pelayo estuviera aquí metiéndome mano?” y el con voz excitada le decía, “Porque quiero que te hagan una buena puta, esa que no logro sacar yo. Le diría que te diera muy fuerte, para que me llamaras lo que me gustas” y tan cachonda se puso que se corrió y a él le pude oír también. Corriéndose y llamándola puta, zorra y diciéndola cuando termino un inmenso TE QUIERO.

Ella se levantó se fue hacia la puerta la abrió y me miro. Clara invitación a que me fuera. No me molesto. Sabía que tarde o temprano pasaría y era mejor que pasara cuando ella estuviera preparada. Porque así lo disfrutaríamos más y mejor. Por la mañana en cuanto me desperté, encendí mi móvil, encontrándome un montón de whatsapp por parte de Víctor y más de cinco llamadas. En vez de mandarle ningún mensaje le llame directamente.

  • Acabo de encender el móvil y no veas. ¿Es que anoche estabas aburrido?

  • Eres un cabrón, me dijiste que estarías follándote a mi mujer, apagaste el móvil y resulta que te fuiste a dormir. ¿De verdad que no eres gay? Porque no entiendo como no has entrado a mi mujer.

  • Porque me la follare en tu casa. (Le dije para salir del paso y que no se pusiera muy pesado) Así que tu veras.

  • Uy, que buena idea, muy pronto será su cumpleaños. Que mejor regalo que tú. (Era increíble, no se rendía)

  • Pues sería un buen momento. Pero eso sí, si no se pone ese famoso vestido azul eléctrico que me has dicho, no hay nada que hacer.

  • Mmmm, eso estará más difícil, pero lo intentare.

En el tren de vuelta, íbamos más callados que en el de ida. Hasta que Noelia rompió esa tensión. Me conto que se sentía muy mal, por haber perdido los papeles, por haberme dado sobre todo la última noche expectativas para… y al final haberse arrepentido. Que esperaba que eso no enturbiara nuestra buena relación y olvidáramos dentro de lo posible lo sucedido. No le di importancia a nada de lo sucedido y dije esa frase tan tonta de, lo que sucede en Madrid se queda en Madrid, pero le saqué una sonrisa y una cara de mayor tranquilidad.