Prepárame un café... ¡Me gusta caliente!
Veía como su rostro se esforzaba al sentir dolor pero al mismo tiempo aguantaba... aguantaba para complacerme y también lograr meter aquello en su mojado coño.
Ambos trabajamos en el mismo edificio y aún cuando somos de diferentes departamentos nuestros cubículos nos ubican el uno frente al otro, nuestros espacios tienen divisiones transparentes por lo que soy testigo de cada uno de sus movimientos, dichos cubículos a pesar de ser diseñados para dar privacidad, no cumplen esa función.
Mi verga se endurece cuando veo su pronunciado escote, tiene una tetas firmes, de tamaño normal, pero le gusta resaltarlas, particularmente puedo pasar horas viendo como se mueven rítmicamente junto a su respiración aprisionadas en aquella ropa ajustada que le encanta usar.
Me gustaría llegar y tomarla por el cabello, forzar su cabeza hacia atrás y dale un buen beso con lengua incluida, quiero morder esos labios color carmín con los que me relamo cada vez que la veo morder algún alimento... puedo sentir que mi verga está a punto de reventar.
Ella es el objeto de mi deseo... el cual se incrementó cierto día en el que estaba charlando con su amiga por teléfono y no se percató de que yo estaba detrás de ella. En dicha conversación le comentó de sus particulares gustos y como le encantaba ser tratada como la zorra y puta que es.
Aquel día me marché en silencio, sin que ella notara siquiera mi presencia.
Un viernes en la noche, tuve que regresar a la oficina pues había dejado atrás algunas cosas de las cuales no quería prescindir. Al entrar todo estaba oscuro excepto por la luz que emanaba de un monitor... su monitor.
Caminé hasta mi lugar y siendo que ella tenía los audífonos puestos, no me escuchó llegar.
¡Dios mío, casi me matas del susto! - Exclamó cuando se dió cuenta de que estaba ahí.
Tranquila - le guié el ojo descaradamente- Puedes llamarme simplemente Raphael - le dediqué una encantadora sonrisa. Es muy tarde para que estés aquí a estas horas.
Miró el reloj.
- No me di cuenta de la hora - dijo al tiempo que bostezaba.
Imaginé lo que podría hacerle a aquella boca...
Sonó su celular el cual atendió rápidamente, intené darle privacidad pero a esas horas el ruido ambiental era casi nulo.
Terminó la conversación claramente enojada.
¿Todo bien?
¡No! Llevo horas esperando al estúpido del que será mi futuro ex - novio y, a estas horas ¡Viene a decirme que regrese en taxi!
¡Tranquila! Si quieres puedo llevarte, solo tengo que ...
Ella aceptó sin que yo terminara la frase. Tenía a mi mente trabajando a mil por hora...
Ella estaba súper enojada, por lo que ni siquiera notó que la conduje a un lugar muy especial...
¡¿Que es esto?! - exclamó cuando se dió cuenta de que la llevé justo hacia el lado contrario de donde se encontraba su destino.
Esta es mi casa de fin de semana ¿Quieres dar un vistazo?
Sin darle tiempo a mucho, me acerque para besarle de manera profunda, invadiendo completamente su boca con mi lengua al tiempo que una de mis manos se deslizó para tomar uno de sus senos ente mis manos, lo froté y lo apreté mas, y mas... y MÁS.
Lo reconozco, los senos son mi debilidad.
Para mi sorpresa y deleite, ella no se resistió, por el contrario me devolvió el beso de manera apasionada y me permitió que tocara y volviera a tocar su cuerpo a placer.
Por un par de minutos, quizás estuve tocándola y besándola, quería inundarme de aquel sabor, explorar completamente su boca y llenarme de su aroma.
Sin decir nada, simplemente dejé de besarla y giré para bajar del carro y dirigirme entonces a abrir su puerta y hacerla bajar, no dejemos que la buena educación se pierda.
- Baja - esas fué la única y sencilla palabra con la cual comencé todo.
Aunque dudó un poco, bajó un par de instantes después.
- Sígueme.
Debido a sus zapatos de tacón y súper apretada falda, tropezó cayendo de rodillas en la gravilla de la entrada. Se disculpó incorporándose de inmediato y arreglando lo que se pudo haber desarreglado de su atuendo. Llámenme loco pero aquello era un buen presagio...
Se quedó inmóvil tras dar unos pasos dentro de la casa, expectante y observando todo a su alrededor, realmente es una casa bastante simple, sin embargo, le di su espacio dejándola ahí.
Aquello también me excitaba, la espera y anticipación.
Le llamé desde la cocina.
Escuché el sonido de sus tacones al andar conforme se acercaba.
Prepárame un café - le ordené sentado desde el servicio que tenía para dos personas ubicado en aquel lugar, observándole y acechándole a cada instante.
Me gusta bien caliente.
Buscó entre los diferentes muebles lo necesario para hacerlo, la observé mover aquí y allá mientras sus caderas se contoneaban al ritmo y con cierta gracia al trasladarse de lugar en lugar.
Se acercó con cuidado de no derramar nada, hasta donde yo estaba con aquel café humeante entre sus manos, me puse de pie cuando llegó hasta ahí.
Mi mirada la hacía sentir acechada, se notaba, di unos pasos para rodearle hasta colocarme de pie frente a su espalda y entonces deslicé mis brazos por enfrente de ella para tomar la taza que me ofrecía.
Ella se tensó, tomé entonces la taza con una de mis manos y con la otra la sujeté de manera firme por el cuello, presionando mis dedos poco a poco, esperando que ella dijera o hiciera algo, ante mi sorpresa no se movió ni un solo milímetro aguantando aquel agarre.
- Buena perrita - le susurré al oído.
Tomé la taza que me ofrecía para colocarla justo encima de sus hermosos y firmes senos, tras unos segundos donde estoy seguro que ella adivinó lo que haría, en un solo movimiento vacié el contenido de aquella humeante taza sobre sus senos, provocando que ella se encorvara tratando de esquivar aquello.
Apenas unos cuantos quejidos salieron de su boca, la cual estaba abierta tanto por intentar de jalar un poco de aire, como para emitir un quejido por lo que acababa de suceder.
Regresé a mi lugar, esperando su reacción, la cual no se manifestó... bien, bien.
- ¡Desnúdate! ¿Que esperas? - grité al tiempo que golpeaba con mi palma, la mesa produciendo un sobresalto en ella.
Obedeció dejando visible su perfecta anatomía...
-Busca algo con lo cual azotarte, quiero escucharte gritar.
Eligió entonces una cuchara de madera después de mirar un poco por ahí para ponerla en mis manos y después recostarse en la mesa sobre su vientre y abdomen.
¡Demonios, estaba a punto de reventar! tan dispuesta, tan sumisa ¡Tan mía!
En aquella posición sobé sus glúteos y separé sus labios para comprobar que aquello la excitaba y estaba quizás mas caliente que yo pues se notaba ya la brillantez de sus fluidos.
Introduje algunos dedos para hacerla gemir, utilicé cuatro de ellos para meter y sacar rápidamente forzándole a tener oleadas de placer llevándola al límite.
Me detuve entonces... ¿Era el momento de utilizar aquella cuchara.
El primer impacto la hizo brincar por la sorpresa, hice una pausa. Los siguientes cinco golpes los dirigí hacia el glúteo izquierdo, uno detrás del otro y con la suficiente fuerza para que emitiera un grito de dolor.
- ¡Ayyyyyyyyyyy!
Ahí estaba ¡El grito que buscaba!
Deslicé un lado de la cuchara sobre su espalda para alternar entre golpes suaves y fuertes azotes que iban marcando su blanca piel. Repetí aquello muchas veces más para terminar azotando fuerte y firmemente sobre toda la superficie de su espalda y parte de los brazos. Aquel sonido era embriagante ¡Melodía para mis oídos!
-Shatzzzzzz, Shatzzzzzz, Shatzzzzzz,
Tenía que controlarme si no quería perderme entre el sonido de los azotes y sus lloriqueos y quizás romper la cuchara de madera.
Introduje entonces la parte posterior de la cuchara en su pequeño orificio trasero, ésta tenía forma de in pequeño cilindro, solo introduje una pequeña parte para dejarla ahí.
- ¡Sujétala bien! ¡Quiero ver que aprietes ese culo! Si la dejas caer te romperé el culo sin piedad, terminé mi frase con un par de nalgadas que por un momento pensé que la forzarían a soltarla, pero no fue así.
Me saqué mi dura verga y me puse frente a ella para golpearle la cara con ella.
Estaba sujeta de la mesa con su barbilla en el borde. De inmediato ella abrió la boca, la tomé por el cabello para asegurarme de que no se moviera después de que mi verga le llegara hasta la garganta y no es que tenga un larga verga descomunal, pero si lo suficientemente larga para producirle arcadas..
- ¡Aguanta maldita zorra! ¡No será la primera verga que te tragas !- Dije al tiempo que empujaba aún mas.
Pude ver como sus dedos se extendían para sujetar con mas fuerza aquella mesa ante la incapacidad de no poder encontrar el respiro que buscaba y al mismo tiempo ansiaba con desesperación.
Disfruté cogiendo aquella boca que tantas y tantas noches imaginé.
- ¡¡¡Eres una excelente puta!!!
Antes de correrme saqué mi verga para terminar en sobre aquel rostro, jalé sus párpados hacia arriba con toda la intención de que mi semen le cayera dentro de los ojos.
Haaaaaa , exclamé cme vacié sobre aquella gran puta.
Limpia todo este desastre con esa lengua de zorra - ordené - ¡No desperdicies ni una gota! Comenzó con su lengua alcanzando lo que estaba tenía al alcance para después juntar con sus dedos los restos y meterlos a su boca y terminar lamiendo algunas gotas que se derramaron por la mesa.
Ahora girate hacia arriba - le ordené - junte sus muñecas y las até sujetandolas hacia atrás y por encima de su cabeza dejándolas lo suficientemente tirantes para limitar el movimiento. A ésta puta no había necesidad de inmovilizarla.
Me incliné para levantar la cuchara que se había caido en el proceso y se la mostré con cierto placer en el rostro.
- La dejaremos aquí por unos momentos. La metí debajo de ella, entre su espalda y la mesa.
Até a sus tobillos unas esferas metálicas considerablemente pesadas, para limitar sus movimientos.
Froté entonces su clítoris de manera intensa, buscando que se retorciera podía ver el placer en sus ojos, llevándola al límite una y otra vez.
- ¡Noooooooooooooooooooooo! ¡Por favor! ¿Puedo correrme? ¡Por favooooooooooorrrr! ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhh!
Golpee con el puño su vientre, ocasionando que se contrajera, todas sus extremidades debían de doler por la posición, pero su lubricación decía lo mucho que disfrutaba aquella sesión.
Abrí el congelador, sacando una charola de hielos. Tomé uno y lo pasé por sus pezones, debía arder tras derramarle aquel café, los froté con el hielo hasta que se endurecieron.
Nuevamente gemía de placer. Descendí lentamente hasta encontrarme con su abertura.
El primer hielo ya casi estaba completamente derretido cuando llegué hasta ahí, tomé el segundo y toqué ahora su clítoris, subiendo y bajando, el contraste en la temperatura debía ser algo que a ella le gustara pues sus gemidos se intensificaron. Ayudado con mis pulgares introduje aquel hielo en su coño... después el segundo, y así sucesivamente... hasta terminar de introducir el contenido de dos charolas de cubitos de hielo.
La helada sensación que ahora tenía dentro de ella estaría haciendo efecto ahora mismo pues se retorcía para aliviar la incomodidad.
Utilizando un consolador que había colocado en un palo, los empujé aún más.
Sus reacciones eran de gritos entre placer, sorpresa e incomodidad... su sonrisa la delataba.
Mi verga estaba lista por lo que sustituí el dildo con carne real y ¡Dios! Aquella combinación de temperaturas... fue difícil controlarme para buscar mi propio e inmediato placer.
Me tomé mi tiempo con aquel agujero a mi disposición... Presioné su clítoris y con embestidas pausadas le permití por fin tener su orgasmo para llenarla con mi leche nuevamente.
Choreaba entonces agua y semen.
Su respiración era agitada y se estremeció cuando retiré mi verga de ella.
Después de ésta pausa y minetras ella limpiaba con su lengua el líquido derramado, era momento de continuar para lo cual colqué una bola en su boca y la sujeté firmemente.
Con unas pinzas quirúrgicas, de esas que una vez que presionas las puedes asegurar para que no suelten el agarre, tomé uno de sus pezones, para asirlo y fijarlo.
Lo retorcí lentamente, observando sus expresiones pasando del placer al dolor para después escuchar sus gritos justo cuando lo forcé mas allá del punto en el que parecía imposible retorcer más.
Feliz estaba de haber probado lo contrario, en su piel, ella debía saber que ahora era mía y estaba y estaría a mi disposición por el tiempo que yo quisiera.
Ante sus ojos de terror, jalé hacia arriba con pequeños tirones, como dije, me gustan los senos básicamente para torturarlos.
Al sentir alivio bajó la intensidad de sus gritos únicamente para respirar aceleradamente, abría y cerraba los ojos fuertemente con los dientes clavados en la bola de su boca.
Intenté algo diferente con el otro, nuevamente aprisioné y aseguré el pezón entre las pinzas retorciendo un poco solamente y estirando hacia arriba.
Disfruté de sus gritos y le miré con malicia.
Busqué una aguja y aunque soy neófito en esto ¡Quería hacerlo! Sus senos se me antojaban perfecto para probar; introduje un poco solamente viendo como ella se agitaba al ver y sentir aquel objeto desaparecer en su piel. Ahora quería atravesar también sus labios... me pregunto...
Me concentré en esa sesión, los labios superiores e inferiores los dejaría para después...
Sus gritos salían ahora de lo profundo de su garganta y me detuve a observar mi obra al tiempo que le mostraba la segunda aguja.
Ella movió su cabeza de lado a lado con los ojos llenos de terror, mientras mi cabeza hacía el movimiento contrario, así como mis ojos estaban llenos de placer.
Deslicé la punta de aquel instrumento sobre su estirada piel, causando pequeños rasguños sobre esta hasta llegar al punto donde la introduje en un solo movimiento... y solo un poco...
- ¡Agggggggghhhhhhhhhh! ¡Noooooooooooooo! ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Ella berreaba pidiendo que no continuara, sus ojos estaban enrojecidos y mucha baba salía de su boca.
Sonreí mostrándole una aguja más. Tomé un mechón de su cabello para girar su cara en mi dirección, le miré deseando que ella entendiera que esto no pararía, la escupí entonces.
- ¡Vamos por una mas! ¡Calla zorra!
Me miró suplicante ahora bañada en sudor.
Elegí ahora el lado contrario del mismo seno introduciendo y retirando sin sacar completamente, introduciendo y girando aquella aguja...
¡Sus gritos! ¡Ahora entendería que yo era dueño de esos gritos! Seguro que lo recordará por días.
- ¡Lo hiciste perfecto puta!
Respiraba de manera agitada, solté entonces la pinza para que de un solo golpe el seno regresara a su posición, con las agujas aún en él. Las retiré y limpié todo, no quería arriesgar sus preciosos senos, después de todo.
Un nuevo y distinto grito salió de su garganta.
La liberé de sus ataduras para que descansara un momento, la necesitaba con movilidad para lo que seguía.
Tengo la suerte de tener un vecino con las mismas inclinaciones que yo, lo cual descubrí una tarde que se encontraba cuidando de su huerto particular ayudado de su esclava completamente desnuda y con arneses, pero esa historia la reservaré para otra ocasión.
En su huerto entre otras cosas cultiva zanahorias , pepinos, plátanos, que de alguna retorcida manera, logra que sean de descomunales tamaños.
Sonreí al recordar que justo un día antes había dejado una canasta con algunas de ellas en la puerta de mi casa, tomé 4 de ellas y las coloqué en el suelo.
- ¡DE PIE! - le grité.
Ella observó aquellas verduras.
- Quiero ver como te rellenas con estas verduras, puta zorra... te doy exactamente el tiempo en el que me termine una cerveza... la cual no veo que coloques en mi mano.
Le mostré mi mano esperando que colocara la cerveza en ella e hice una pausa. Como pudo se movió por aquel lugar y colocó la cerveza en mi mano.
- ¿Te mencioné que estoy sediento?.
Tu decides sin embargo, donde colocarlas... pero al término del plazo, meteré las restantes en tu culo mientras me cuentas lo mucho que te gusta que te destroce ese pequeño orificio tuyo.
De inmediato se puso en cuatro patas frente a mi con el culo en pompa y comenzó por introducir una zanahoria en su boca, otra en su coño, lo cual fue sencillo, después la segunda con cierta dificultad, pero solo por la resistencia, podía ver que tenía la lubricación necesaria, comenzó entonces con la cuarta verdura que era nada mas y nada menos que un descomunal pepino, veía como la introducía ayudada por su otra mano y como tenía dificultad para hacerlo.
Soné la lata para que se diera una idea de la cantidad de líquido que quedaba.
Me gustaba la escena al ver las hojas colgar de su coño y de su boca, era como una maceta humana.
Veía como su rostro se esforzaba al sentir dolor pero al mismo tiempo aguantaba... aguantaba para complacerme y también lograr meter aquello en su mojado coño.
Finalmente dando un gran respiro, empujó con la suficiente fuerza para lograr meterlo completo.
Con respiración agitada, bañada en sudor retomó su posición a cuatro puntos y esperó, espero y esperó...
Aunque había completado la labor en tiempo récord y soportdo el dolor para satisfacerme, no estaba complacido, pero soy un Amo de palabra, después de todo ocupó el área gris de mi instrucción.
La dejé en aquella posición, había sido una larga noche y yo tenía una rica y cálida cama esperando por mí.
- Apenas salga el sol, despierta a tu Amo con una buena mamada o tendré que agregar par de verduras a tu relleno... come la verdura que tienes en la boca... hasta las hojas, esa será tu cena.
Le miré y aún con su cara llena de lágrimas sonreía.
- Si Amo, es usted muy bondadoso.
Sonreí complacido, mañana... será un nuevo día lleno de placer, gritos, tormentos y orgasmos para mi nueva sumisa...