¿PREÑAR? A la mujer de mi mejor amigo. (4)
Mi gran amigo Juan Carlos, que es más que un amigo, es mi hermano. Me insistí en algo de lo cual no estoy muy convencido. Continuamos pasando límites.
Aproveche para marchar a Madrid un viernes y así aprovechar el fin de semana para instalarme y en la misma estación mi amigo de oposición un soriano de 35 años, mayor que yo y que se llama Santiago, me soltó de sopetón que no había sitio, me quede blanco y entonces se echó a reír y me dijo, “es una verdad a medias, he cambiado de sitio a otro mejor y con menos restricciones y en la misma zona” no me gustó mucho la broma, que ya me veía durmiendo en la calle. Me explico que estaba cansado de tantas normas y que supo de un piso de un conocido y que busco gente conocida por él y en total viviríamos 5. Llegamos a la casa, una casa que por fuera se veía que era muy antigua y al entrar al portal, no se veía mucho mejor, el ascensor era antiguo aunque con maquinaria nueva, era de estos que se veía la caja desde el exterior.
Al entrar en la vivienda todo cambio, era todo nuevo y moderno, que alivio que sentí. Mi habitación era espaciosa y con un inmenso armario, había 3 baños completos en la casa y la cocina era también grande. La única norma que había era, que cada uno se hacia su habitación y las zonas comunes, cada día uno o se contrataba a una persona para que fuera 2 o 3 días a limpiar. Que todavía no se había decidido porque estaban esperando a que yo llegara. Estábamos hablando y empezaron a llegar los otros 3 compañeros de piso. Willy de 35 años también, era más bien bajito, pero musculado a tope. Cesar de 34 años se veía que se cuidaba, con barbas y de mi altura. El último en llegar fue Mariano de 36 años, pero el más escandaloso, porque entro dando voces y saludando. Era el mejor vestido y gay. Aunque nada más verlo lo pensé, al saludarme lo dejo claro porqué dijo, “Santi que escondido tenías a este amigo, me acabo de enamorar” y nos reímos todos.
Estuvimos charlando y conociéndolos mejor, porque entre ellos se conocían perfectamente y además yo era el menor de todos. Me cayeron todos muy bien. Después de mucho hablar quedamos en contratar a una persona y la elegida por ellos era una mujer que conocía la mujer del portero, que ya lo tenían medio hablado. Lo otro que acordamos fue no había problemas que alguien se trajera a alguna compañía a pasar la noche pero eso sí, nada de visitas enquistadas. Todos tenían pareja menos Mariano y yo, que volvió a decirme que por él no había problema en ser mi pareja. También me enteré que todos estaban como yo, de paso y las novias vivían fuera. Esa misma noche salimos todos de marcha. La noche fue bastante bien y se veía que ya conocían bien la noche de Madrid. Una vez solo en mi habitación, me reafirme en mi intención de no tener nada con ninguna compañera de trabajo, con nadie de la vecindad y tampoco con la pareja de alguno que conociera.
Las siguientes semanas me fui adaptando sobre todo a mi nuevo lugar de trabajo. Que en parte era una “tortura” porque había unas mujeres preciosas y me costaba cumplir con lo que me había marcado. Mas cuando alguna compañera me daba un poco de cuerda. El siguiente fin de semana tanto Willy, como Cesar y Santiago, estuvieron desaparecidos, alguno porque se fue a ver a la novia y otros porque fue la novia quien vino a visitarlos, quedándonos solos Mariano y yo. En ese fin de semana me entere de los intríngulis de las parejas de los otros. Santiago que tenía la misma novia desde los 17 ósea que llevaba 18 años con la misma novia. Willy cuya pareja era oriental y llevaban como 3 años juntos, que vivías en Alcalá de Henares, localidad próxima a Madrid, que trabajaba en una escuela de idiomas como profesora y Cesar que estaba divorciado, por discrepancias en la convivencia y que estaba saliendo con una mujer de Ávila de donde era él. Sin yo preguntarle me dijo que lo de las discrepancias era un eufemismo de cuernos. Claro todo esto según su visión, aunque también por cosas que se habían contado. Me puso más al día de mis compañeros de piso.
El domingo noche a la hora de cenar estaban todos, que decían que lo habían pasado de fábula, aunque algunos la forma de decirlo me daba la sensación que no había sido tan de fábula. El martes después de una mañana muy atareada y a la hora de comer, encendí el móvil, que lo apagaba por las mañanas y tenía más de 10 llamadas de mi amigo Juan Carlos y lo más extraño que no había ningún mensaje de whatsapp suyo. Decidí esperar hasta después de comer para llamarle y ver que era tan urgente. Mientras tomaba el café de después de la comida le llame.
Hola, Juan Carlos, ¿Qué pasa? Que he visto que me has llamado más de 10 veces.
Jeje, era para decirte que… ¡VAMOS A SER PADRES! (El chillido me retumbo en mi oído y me dio como un escalofrió)
Pues ya está, ya lo habéis conseguido.
No sé cómo darte las gracias, tu sí que eres un amigo, has llenado nuestras vidas de felicidad.
Venga Juan Carlos, no te pongas cursi y no me tienes que agradecer nada. Ser muy buenos padres y ya con eso vale.
Por eso te he llamado tan insistentemente, no quería decírtelo por un mensaje y nos gustaría que lo celebráramos con una buena comida o una buena cena. ¿Cuándo te viene bien?
Puf, pues complicado, estoy muy liado y tardare en pasar por Valencia. Pero en el momento que vaya os aviso.
Vaya faena, que triste se va a quedar Amparo.
Hermano ya será menos, que nos conocemos, jajaja.
Que no de verdad, que te estamos muy agradecidos.
No os preocupéis que antes de que nazca lo habremos celebrado.
Según le decía eso, sabía que los evitaría lo más posible. No quería involucrarme más de lo debido, que ya había sido bastante. Pasaron casi 4 meses y me había enfrascado en mi trabajo y en mis estudios. Llevaba una vida casi monacal, en ese tiempo no había echado ni un polvo y había momentos en que me subía por las paredes. Por eso empecé a programarme un fin de semana en mi tierra y ver con quien sería mejor quedar. Me enfrié de golpe cuando sobre las doce de la mañana vi que me entraba una llamada de Juan Carlos. Ni toque el móvil que estaba encima de la mesa de trabajo. Se me fue la idea de lo del fin de semana. Volvió a sonar el teléfono y lo cogí porque tarde o temprano tendría que hacerlo.
¿Qué tal va el embarazo?
Que cara que tienes, ni una llamada ni un mensaje, nada de nada. ¿Ya te has olvidado de nosotros?
Que va, ya quisiera poder ir a veros, es que tiempo libre tengo muy poco, de verdad. No hago más que pensar en esa comida.
Pues no pienses más en la comida ni en nada, tranquilo.
Me quitas un peso de encima.
Jajaja, es que estamos aquí. Te has quedado mudo. (Era verdad)
Si, menuda sorpresa.
También me dijo que Amparo tenia a la hora de comer hora en la peluquería, así podríamos comer solos y luego eso sí, ir de cena los tres. Se habían hospedado en un hotel cerca de la Plaza de España, que luego vi que era un hotel muy bueno, no se habían privado de nada. Por eso quedamos en la Puerta del Sol, un sitio donde no nos perderíamos. Al encontramos nos dimos un verdadero abrazo entre amigos y fuimos andando hasta encontrar un sitio donde comer. Empezamos mal la comida, lo digo porque después de pedir, Juan Carlos quiso enseñarme unas imágenes de ecografías que llevaba en el móvil y le dije que no, que prefería mantenerme distante en ese tema. Se quedo serio, pero enseguida hablamos de mí, de cómo me iba.
Lo siento Juan Carlos, de verdad. No he querido ser cortante y menos contigo, pero me ha salido así. Así que cambie esa cara.
Tienes razón, estoy serio pero no es por eso.
¿Va todo bien? ¿Algún problema? ¿Puedo hacer algo? (Le aturulle con preguntas)
Me resulta difícil, pero déjame hablar sin interrupciones. ¿Vale?
Aunque no he estado en los Boy Scouts ye lo juro por ellos.
Joder, déjate de gracietas, con lo difícil que me resulta. (Guarde silencio) Desde que paso lo que tú y yo sabemos, nada ha sido igual. Nada ha sido igual. No me refiero a nuestro amor, al llevarnos bien, que todo eso no ha cambiado para nada, me refiero a lo que tú sabes (No sé porque hablaba en momentos como en clave, si no había nadie alrededor nuestro)
He dicho que no te interrumpiría, pero déjame solo una cosa clara, cuando estas refiriéndote a lo que yo sé, a lo que sabemos, ¿Te refieres al sexo?
Pues a que si no. No me interrumpas. Amparo siempre fue normalita como yo en eso del sexo. Pero después de ti, se, le noto que le falta algo más. Ella me dice siempre cuando la pregunto, que no, pero sé que no es verdad. Trato de comportarme como tú, pero no me sale, tú tienes una naturalidad que yo no tengo. Le he dicho un millón de veces que si quería te llamaba y te proponía repetir, pero se pone furiosa y me dice un NO muy seria, pero sus ojos la delatan. Por eso estamos aquí, le he mentido diciéndole que por trabajo me tocaba venir, que me pagaban un buen hotel y podía llevarla. Así que aquí estamos.
Pero Amparo, ¿No sabe que estamos comiendo los dos?
Ni lo sabe y le prometí que no te diría nada, que no te llamaría. Porque dice que siendo tan grande Madrid es difícil encontrarnos.
Que manera de complicarte la vida hermano y lo peor es que me la complicas a mí también. ¿Cómo se te ha ocurrido algo así? ¿Qué pensabas?
Amo mucho a Amparo y quiero que sea feliz. Si no le puedo dar todo, pues tratare de conseguírselo, aunque me mienta diciéndome que no quiere. Por eso quiero que me ayudes. Había pensado que aparecieras donde vamos a cenar esta noche. Una casualidad.
Se que lo haces con una buena intención. Pero Amparo no es tonta, lo primero. Puede ser que sea verdad que no quiere y no te esté mintiendo. ¿Has pensado en ello? Y sobre todo no me voy a prestar a hacerme el encontradizo, no, me niego.
No me esperaba eso de ti. No creía que me dejarías tirado.
Y no te voy a dejar tirado. Lo único que si quieres no va a ser como tú has planeado. Le contaras todo a tu mujer y cuando digo todo es TODO. Desde el viaje que no es por trabajo, hasta que hemos estado comiendo y lo que me has propuesto. Pero lo más importante, si ella quiere que cenemos y digo solo cenar de momento, será ella la que me tenga que llamar.
Va a ser difícil, porque no se ve bonita. Dice que le han engordado las tetas, el culo y que ya se le nota la tripa.
Pues tu veras lo que haces, esas son mis condiciones. Oye ¿Es verdad que todo eso le ha crecido tanto?
Es verdad. No lo veo posible.
Pues lo siento entonces.
Nos despedimos y vi cómo se iba con un punto de tristeza. Sus planes de momento se habían hecho añicos. Aunque tenía la certeza de dos cosas, si se lo contaba a Amparo o bien ella se cogía el mayor de los cabreos o aceptaba, indiferente no se quedaría. En ese momento lo que pensé yo, que la tentación estaba en todo lo alto, ya veríamos la fuerza de voluntad de ella. Poco tiempo después de dejarle, me llego un mensaje de whatsapp por parte de él que decía, “no seas borde, le he contado las cosas a medias, pero si se decide a llamarte no seas cabrón” el mensaje me dejaba confundido porque no sabía con exactitud lo que le había contado y no acabe de leer el mensaje cuando ella me llama.
Hola desaparecido, ya me ha dicho Juan Carlos que habéis comido juntos y también me ha dicho que si quiero que vengas a cenar con nosotros te tengo que invitar yo, todo eso ¿Por qué?
Porque sé que no quieres verme, porque sé que te pongo nerviosa, porque sé que si me ves recordarás cosas, porque sé que la tentación es muy peligrosa, ¿Quieres algún por qué más? (Silencio profundo)
Pues te has equivocado en todo lo que has dicho.
¿Sí? ¿Estas segura?
Segurísima.
Pues nada que cenéis bien.
¿Me estas vacilando? ¿Es que no vas a venir a cenar con nosotros?
Lo tenía pensado pero lo has pedido de tal manera, que parece que te estén obligando y eso no me hace gracia.
Nadie me obliga, te lo digo con sinceridad.
Antes tú me has preguntado y ahora te pregunto yo, ¿Por qué quieres que vaya a cenar? Y la verdad.
Nos caes muy bien, te debemos mucho y te estamos agradecidos.
Nada de eso me vale ni me convence, quiero que me des tus motivos, los tuyos solos. (De nuevo silencio)
Vale, me caes muy bien, me gusta hablar contigo, eres gracioso me haces reír. ¿Te vale con eso? y he sido sincera.
No me vale del todo, pero de momento me conformare. ¿Juan Carlos puede escuchar lo que te digo?
No.
Lo que tú no te atreves a decir lo diré yo. Iré a la cena, quiero verte de tal manera, que me quede con la boca abierta, que el rabo se me ponga como una piedra, porque si lo haces así, esta noche pasaremos todos los limites. Ya sin tonterías, porque no será para embarazarte, será para hacerte mía, poseerte al máximo y con un espectador único y al que los dos queremos. No me contestes, la respuesta la veré en cuanto te vea y eso sí, si quieres que pase lo que yo por lo menos quiero que pases, lo tendrás que pedir delante de tu marido. Ahora pásame a Juan Carlos.
Se puso mi amigo y me dijo donde cenaríamos, que sería en el mismo hotel, que le habían dicho que tenía un restaurante buenísimo. Quiso quedar conmigo una hora antes, en la cafetería del hotel. Nada más vernos lo primero que me pregunto era que le había dicho a su mujer, que se había quedado seria. Le quite hierro al asunto diciéndole, que la había vacilado un poco con lo de no ir y todo quedo en eso. La siguiente pregunta, que le costó más hacerme, “¿Te has pensado lo que te dije? ¿Intentaras algo para ya sabes qué?” y al preguntarme eso, era el momento de ser lo más sincero posible con mi amigo, “Juan Carlos la otra vez te pregunte si estabas seguro, si sabias los riesgos, esta vez te pregunto y te afirmo, ¿Sabes que si pasa algo hoy ya habremos sobrepasado todos los limites? y lo que si te afirmo, si los pasamos no tendré miramientos y si pasa tiene que ser porque ella lo quiera, no por lo que tú y yo queramos”
Se quedo reflexionando y no quise interrumpir a sus pensamientos, bebí de mi vaso y entonces hablo, “Mira lo llevo pensando días y días, solo me preocupa una cosa, no quiero sentirme un cero a la izquierda, quiero ser participe, ¿Me entiendes?” le respondí, “Te entiendo, lo único que en esos momentos específicos se pueden decir cosas que en otros momentos pueden resultar hirientes, ser un insulto y si eso sucede no te lo tendrías que tomar a mal, porque son cosas de eso, del momento” y a él le parecía bien y soltó un suspiro grande de relajación al haberlo hablado. Pero eso le dio cuerda para volver a insistirme en que pusiera de mi parte y lo único que obtuvo de mi fue que no iba a hacer nada, que sería ella la que tenía que decidir y el soltó con voz de disgusto, “Pues si es ella la que tiene que tomar la iniciativa estamos arreglado, buaf”
Vimos a Amparo acercarse. Iba espectacular, como si fuera desfilando por una pasarela. Efectivamente se le notaba bastante tripita y los pechos si habían aumentado, parecía que se le iban a salir las tetas por el escote y los pezones a más de uno que miraban les podían haber sacado un ojo. Me levante y nos dimos dos besos, los cuales fueron además de sugerentes muy prometedores. Hablábamos como amigos que llevábamos mucho sin vernos. Llegada la hora nos levantamos para ir hacia el restaurante, al cederle el paso, pude ver su culo y no le había crecido mucho, estaba perfecto. Como ellos se habían empeñado en invitarme a la cena, yo ya había pensado un sitio donde llevarlos a tomar una copa. Durante la cena mis ojos se clavaban en su escote, eso y los 4 meses y un poco más que llevaba sin follar, me tenían el rabo a mal traer. Empezaba a cuestionarme lo de no hacer nada para conseguirla. La cena llegaba a su final y mi amigo estaba nerviosísimo, estaba atacado, porque veía que no pasaba nada.
Cuando les dije de irnos a tomar una copa a un sitio que había conocido y estaba muy bien, ella fue la primera que hablo diciendo un NO firme. Prefería que fuéramos a la cafetería a tomar algo y no salir del hotel. Las posibilidades acaban de reducirse un montón. No habíamos terminado de tomarnos la bebida, cuando Amparo dijo, “En la habitación tengo una botella de champan especial para un día como hoy, para hacer una buena celebración y ya que mi marido quiere vernos otra vez follando, ¿Te parece bien que le demos el gusto a tu amigo?” su sonrisa era perversa, maliciosa, perturbadora y muy caliente. Mi contestación no pudo ser otra que un sí.
Para no perder la costumbre, de camino a su habitación, ella iba agarrada del brazo de su marido, muy digna y hablando como si tal cosa, quien nos viera podría imaginar de todo, menos lo que iba a pasar. Mantuvimos las formas todo el tiempo. Al entrar en la habitación, que era como una mini suite, lo primero que vimos era una cubitera con una botella dentro. Juan Carlos se acercó a ella, saco la botella y le pregunto a su mujer, ella le dijo que era una sorpresa de ella para ellos dos, pero ya que estaba yo también, pues para los tres. Había dos copas y cogimos un vaso. La botella me llamo mucho la atención, quiero decir que yo no era de champan ni cava, era una botella de color plateado, un Armand Brignac, pero lo más llamativo era que la botella tenía un as de picas, viniéndome a la cabeza alguna cosa que había leído y oído de los famosos as de picas. ¿Casualidad? No lo sabía. Quien abrió la botella fue Juan Carlos, primero lleno las dos copas y cuando iba a llenar el vaso, su mujer le dijo que el champan y menos ese se bebía en copa o de otra manera. Me hizo beber y luego me dio un morreo para degustarlo de mi boca, en su beso note que estaba tan cachonda o más que yo.
Como Juan Carlos protesto porque quería hacer un brindis, le dejo que echara un poco en el vaso. Ella y yo teníamos una copa, Juan Carlos el vaso. Hizo Juan Carlos el primer brindis, “Por nuestro hijo” luego ella alzo su copa y brindo diciendo, “Porque tu mi amor, sepas llevar bien los cuernos, que te los pondré porque eres lo que tú quieres” se me quedaron mirando esperando mi brindis y dije, “Por el deseo que cumpliré esta noche, follarme el culo de una mujer tan divina” Juan Carlos se quedó descuadrado, no sabía que decir y entonces mirándole le dije, “Te avise de que no habría limites, podría follárselo y que no te enteraras, pero quiero que participes y que me ayudes” miro a su mujer y ella le dijo, “No hare nada que no quieras y mucho menos eso que siempre lo has querido tu” no dijo nada y di por entendido que ese culo seria mío.
Amparo se fue al baño y yo me empecé a desnudar, solo me quedé con la ropa interior. Juan Carlos me miraba atónito. Cuando salió su mujer del baño, estaba sentado mirando. Ella se me quedo mirando y Juan Carlos de pie sin saber que hacer o que decir. Di un sorbo a mi copa de champan y le dije, más bien fue una orden, “Vamos Juan Carlos, desnuda lentamente a tu mujer, que hoy será mi puta, no tengas prisa” tuve que indicarle como empezar, por eso le dije que se colocara detrás de ella, quedando Amparo de cara a mí. Ver a esa mujer tan voluptuosa mirándome con lujuria y a su marido muy lentamente bajándole el vestido, hasta que sus tetas salieron disparadas al no llevar sujetador, hinchadas y con unos pezones que se habían oscurecido y que estaban inmensos, le tuve que decir que sin prisas. El vestido estaba en su cintura, ya no tenía evidentemente esa tripita tan plana, tenía una redondez no muy exagerada.
Le hice una señal para que continuara y ya bajo su vestido del todo. Llevaba liguero, braguitas minúsculas y medias negras. Se la veía más sexual que nunca. Sobre todo, cuando mi amigo, su marido, estaba agachado, quitándole el vestido, como le miraba y como me miraba a mí, con una expresión perversa. Juan Carlos ahora estaba agachado y sin saber cómo seguir, le dije que le quitara las braguitas, así lo hizo y entonces le dije, “Bien dime como está la puta de tu mujer, tócala y me lo dices” el como si le dirá vergüenza, toco a su mujer, viendo como le cambiaba la expresión cuando su marido le paso los dedos por el coño. Me miro y me dijo, “Está bien” y con voz algo más seria le pregunte, “¿Cómo que está bien? Se más explícito” y ahora el también más serio me respondió, “Está muy mojada” como lo conozco sé que paso vergüenza, pero estaba seguro que también estaba cachondo. Veía a mi gran amigo de otra manera y desde ese momento el me vería de otra.
Ahora le ordene a Amparo, “ven, acércate y come mi rabo, que tu marido vea lo zorra que eres y que se dé cuenta de lo cornudo que va a ser” ella le dio un breve pico a su marido y se acercó hasta donde estaba yo, se puso de rodillas entre mis piernas y le dije a Juan Carlos, “no seas así, espabila, trae uno de esos cojines para que no se destroce las rodillas” mi amigo se dio prisa y ella me sonreía, mientras sobaba mi rabo por encima de mi ropa interior. Jugaba con sus manos y con su boca daba mordisquitos por encima de la ropa, a lo largo de todo mi rabo, que estaba tan duro que un buen trozo asomaba por fuera del slip, donde se veía la cabezota bien roja e hinchada. Ahora le daba lengüetazos y me miraba a mí y miraba a su marido. Desde mi posición veía la forma de su imponente culo. Culo que en muy poco seria profanado por un rabo que no era el de su marido.
Me estire un poco, se me había ocurrido algo que me estaba resultando tentador y con un cierto toque perverso. Cogí mis pantalones y saqué mi cinturón, los dos se dieron perfecta cuenta de mis intenciones o lo intuían, Juan Carlos se levantó de donde estaba sentado y me miraba con mucha tensión, pero sin decidirse a hacer nada o en espera de, sin embargo ella seguía chupando mi rabo y medio cerro sus ojos demostrando sumisión. Aunque eso no lo podía ver su marido ni darse cuenta, le lance el primer zurriagazo, que dio de lleno en una de sus nalgas, un leve quejido por parte de ella y se metió parte del rabo en la boca, otro zurriagazo en la otra nalga, lo mismo que con el primero.
El que si se puso nervioso fue mi amigo quien me dijo, “joder tío, no te pases, que eso tiene que doler un huevo, córtate” tocaba olvidarme de que era mi amigo y que se diera cuenta de todo, “TU CÁLLATE, esta zorra es mi puta y hare lo que quiera con ella, Amparo díselo tu” el, que me iba a responder al decirle a su mujer que hablara ella se quedó esperando y su mujer le dijo, “no te preocupes, si tiene que ser así que sea” como no quede conforme le lance varios zurriagazos seguidos exigiéndole que le dijera a su marido lo que le tenía que decir, entonces ella con voz cachonda le dijo, “me gusta lo que hace, me gusta como lo hace y me tiene loca de placer, cállate y aprende si eres capaz” Juan Carlos se sentó y no dijo nada más. Vi que se quedó demasiado frustrado por lo que actúe sin demora, “Juan Carlos, no desaproveches el culo de tu mujer, ponte detrás, cómele el coño y el culo que tiene que estar en su momento más jugoso, pero antes desnúdate, que te llevamos ventaja”
Empezó a desnudarse con prisa y su mujer me miraba y me sonreía, él estaba empalmado también, se puso a comerle el coño a su mujer y le sacaba profundos gemidos a ella, lo que hacía que me comiera el rabo mucho mejor. Quería que le comiera el culo, que se lo ensalivase bien y que se lo fuera preparando, pero no lo hacía estaba muy reacio. Como no lo podía ver fue su mujer quien me lo dijo, “que sepas que no te hace caso, al culito ni se acerca” en tono amenazante le dije que si no lo hacía me iría. A los pocos segundos, Amparo me miraba con cara de salida y me hacia una seña de que ya estaba haciendo lo. Hice que azotara a su mujer pero lo hacía muy suave y con mucha delicadeza, ella ni se inmutaba. Le mande que trajera lubricante o alguna crema, como no tenían lubricante, trajo una crema corporal de ella.
Mientras traía la crema la había hecho ponerse de rodillas a cuatro patas sobre la cama, con mis manos azotaba su culo, se oían los azotes y el miraba. Le dije que le diera y volvía a darle con mucha delicadeza y ella con una risa cachonda dijo, “déjale esto no es lo suyo, sigue tu”, como quería que el sintiera que participaba en algo, le puse a untarle bien el culo. Lo hacía con suavidad y solo le daba crema lo que era en el principio de su ano y con un dedo. Era desesperante, hice que se untara bien dos dedos, luego los lleve al culo de su mujer e hice que se los metiera bien, sacándole un gemido a su mujer. Eso hizo que se animase un poco más y le fuese llenando de crema el culo y yo no deje de azotarle el culo, le deje descansar de los azotes y cuando mis dedos tocaron su coño y su clítoris, estaban chorreando. Le pregunte, “¿Estas loca ya porque te follen?” y ella casi sin voz me respondió, “porque me follen no, porque me folles tú y te quiero ya, por favor, no me aguanto más”
Me parte un momento y me empecé a colocar un condón. Ella al verme me pregunto porque me lo ponía y le dije que así esa primera vez entraría mejor en su culo. No dijo nada y se quedó esperando. Juan Carlos también se había apartado y nos miraba a los dos, quería implicarle más y darle más morbo al momento, así que le dije, “¿Qué haces? ¿Por qué te has quitado? Si tú eres el que vas a abrir las nalgas de tu mujer para que me folle su culo, tú me vas a invitar, ¿No os parece?”
Amparo dijo, “Juanca yo creo que es lo apropiado” y él nos dijo, “Que mamones sois los dos” pero se acercó ya abrió muy bien las nalgas de su mujer, solo le faltaba babear. Al abrirle las nalgas su mujer dejo escapar un “uuummmm, que bien lo haces” y viendo su buena predisposición, una vez me coloqué detrás dispuesto para clavarle mi rabo, le dije a Juan Carlos, “Deja caer un poco de saliva en su agujerito” el presto así lo hizo, que bien lo estaba enseñando. Solo faltaba el toque final, me hice un poco el torpe y mi rabo resbalaba en cuanto lo ponía en la entrada del culo, entre la crema y la lubricación propia del condón, no había manera. Así que el dije a mi amigo, “Deja que yo abra sus nalgas y tu coloca mi rabo” se quedó totalmente parado y desconcertado y Amparo giro su cabeza para mirarnos. Abrí las nalgas de ella y me quede parado, esperando, Juan Carlos me agarro con decisión mi rabo y lo mantuvo en la entrada del culo de su mujer.
Me costó bastante meterle la cabeza del rabo, porque además de tenerlo estrechito, hacia fuerza y le costó relajarse un poco. Nada más notar el primer puntazo, me pidió que parara, se puso nerviosa. Me quede quieto, esperaba que se relajase un poco. Le estaba costando, así que le dije a Juan Carlos, “Que ya puedes soltarme el rabo, metete debajo y cómele el coño a tu mujer, que eso hará que se relaje y será más fácil” Juan Carlos como si de una culebra se tratase, culebreo por la cama hasta estar debajo de su mujer, con mucho cuidado de que mi rabo no se saliese, hice que se fuera agachando un poco, para que sintiera la lengua de su marido. Llego un momento que prácticamente había dejado caerse del todo, dejando su coño aplastado en la boca de su marido y con los brazos estirados manteniendo el resto del cuerpo erguido.
Según fui notando su excitación por lo que le había su marido, fui metiendo mi rabo, con mucha calma. Porque no tenía que tener prisa, si lo hacía bien el “premio” sería muy valioso, porque sus miedos se disiparían y encontraría placer en el sexo anal. Igual que lo metía lo sacaba un poco, escuchaba bien su respiración y todo lo que salía por su boca, no me perdía nada. En el momento que escuchaba el más leve quejido, me paraba y sacaba mi rabo un poco. Estuve una eternidad así, hasta que mi rabo lleno por completo su culo y cuando el contacto de nuestro cuerpos, giro su cabeza me sonrió y nos dimos un grandísimo morreo. Empecé a moverme, según los movimientos de ella, hasta que llegó un momento que el movimiento era ya normal, no se quejaba y si gemía mucho. Una de las veces me pidió algo más de potencia y era que la muy zorra se quería correr y así lo hizo, pero no se paro quería más.
Nos volvimos a morrear y me susurro que le molestaba que llevara condón y que se perdiera la corrida, le dije que no se preocupara que me correría en su boca. Me hizo gestos de que lo mismo su marido no le gustaba. Así que le dije al oído, “no hay más que hablar, me correré en tu boca y luego te besaras con él para compartirlo” su única respuesta fue, “buffff, como sabes ponerme” nos pusimos los dos muy cachondos y empecé a follarla con más vehemencia y ella lo recibia con muchas ganas. Se volvió a correr y saque mi rabo de su culo, estaba a punto de correrme. Me puse de pie, me quité el condón y me seguí tocando yo solo, ella se quitó de encima de su marido, él se puso al lado de ella. Ella empezó a mamarme el rabo y con otra mano pajeaba a su marido, que medio cerraba los ojos de lo cerca que estaba de correrse. Pero el tío aguantaba bien.
Amparo noto que estaba muy apunto, así que dejo a su marido por un momento y me pajeaba con furia, abriendo la boca y sacando a tope la lengua, indicativo claro de que quería recibir mi corrida. Juan Carlos nos miraba atónito e incrédulo, pero sin articular palabra. Ni avise empecé a gemir y a bufar, mientras una gran corrida iba a la boca de Amparo, que no dejo escapar ni una sola gota y con la boca bien llena, que se le podía ver, se giró hacia su marido, agarro con fuerza su rabo y le dio un morreo esplendido y tan esplendido fue, que él se corrió pringando todo lo que pillo a su paso. Una vez acabaron mi amigo le dio algo de corte mirarme, pero lo mejor fue lo que expreso Amparo, “que bien me he quedado y cuanta falta me hacía, no se puede pedir nada más, porque no hay nada mejor. Tengo a un cornudo que amo y que adoro, un amante que es un auténtico animal follando y lo mejor la complicidad que tenemos los tres y este nuestro gran secreto o ¿Cómo lo veis vosotros?”
Juan Carlos dijo más serenamente, “desde luego algo peculiar si es, pero reconozco que aunque me dé un poco de vergüenza y me pueda parecer una indecencia en algunos momentos, es algo que no se puede describir, me refiero al placer que me ha dado” y yo con un poco de sorna dije, “esto es como el comer y el rascar que es todo empezar, pero tanta vergüenza no te abra dado cuando he perdido la cuenta de las veces que tu lengua a lamido mis huevos”, Juan Carlos se ruborizo, no lo negó y su mujer abrió los ojos y solo dijo que le hubiera puesto muchísimo verlo. Como él se quedó mudo le dije a Amparo, “no te preocupes que la próxima vez, si es que la hay, me comeréis el rabo los dos juntos” ella solo dijo, “solo de pensarlo me he puesto de nuevo con unas ganas terribles” yo me reí y Juan Carlos no dijo nada de nada. Terminamos de beber lo que quedaba de champan y se puso a darle coba a su marido, para que fuera a por otra botella, él quiso pedirla al servicio de habitaciones, pero como no tenían esa marca, ella le daba más coba. Me fui al baño y podía oír como él le decía al final, “vale bajo yo, pero júrame que si no estoy yo, no haréis nada” ella se lo juro. Una vez nos quedamos solos.
Siempre había oído de ti, de esa fama que te persigue y de veras, creía que exageraban y afortunadamente he visto que no. Siempre te he visto como un simpático y atrayente golfo o chulo, como mejor te siente.
Pues yo a ti siempre te he visto muy dócil, muy tranquila y nada apasionada, no sé, así me has parecido siempre, a pesar de ese cuerpazo que tienes, lo mismo era por ser la novia de mi amigo primero y luego su mujer.
Es que ahora ¿No me ves dulce?
Si, sigues teniendo esa cara angelical, pero por dentro eres una verdadera puta y eso me pone muy cachondo. Seguro que Juan Carlos cuando se ha dado cuenta se ha puesto igual.
Eres un pervertido.
Jaja, ¿YO? y que me dices de ti, que te has puesto cachonda como una perra, cuando le has besado con toda mi corrida en la boca.
La verdad que me ha puesto a tope, porque nos hemos besado como nunca lo habíamos hecho. No se explicártelo.
¿Tienes ganas de verle como me come el rabo?
Uufffff, supongo que como a los tíos cuando ven a dos mujeres, que os ponéis fuera de sí. Te contesto SIIIIIIIIIIIIIII me pondría mucho.
Mas te pondrá cuando le invites tú a hacerlo.
La lleve a que me comiera el rabo y se puso “dura” me decía que se lo había jurado a su marido, lo de no hacer nada sin estar él. Le azote el culo y según lo hacía se le ponía cara de perra. Hasta que se acercó a mi rabo, que estaba semi flácido. Se lo metió en la boca y al notar su lengua empezó a endurecerse. Una vez que comprobé lo fácil que me resultaba dominarla, hice que parara y se disgustó. Le dije que seguiría en cuanto llegara su marido, pero eso no evito que le siguiera dando una buena sesión de azotes hasta que llego su marido. Que nada más entrar y como no veía la zona de la cama, al oír los azotes entro como una flecha, al verme solo azotándola se quedó como más tranquilo y mucho más cuando su mujer le dijo, “Como no le he permitido hacerme nada, mira cómo me castiga” lo decía con voz dulce y él se sonrió.
El champan estaba caliente y muy previsor había traído dos bolsas de hielo en vez de pedírselas al hotel. Nos dijo que tendríamos que esperar un poco. Ahora empecé a meter mano a Amparo delante de él y él se volvió a desnudar, empalmándose rápidamente. Veía que ella me miraba mientras la tocaba y que tenía una sonrisa como mínimo maliciosa. Juan Carlos que ahora se cortaba menos, se sentó en una silla y se sobaba el rabo con suavidad mientras me veía metiendo mano a su mujer. De pronto ella se puso a “jugar” con mi rabo. Pero no me hacía nada en realidad, lo único que hacía era tapar la visión de su marido. Que al ver que ella no cambia de posición se puso de pie y se acercó. Entonces ella, dio con su mano dos golpes sobre el colchón, para que se sentara allí, cerca de ella y que no se perdiera nada.
Ahora si empezó a lamer mi rabo en toda su longitud, desde los huevos hasta la cabezota, se deleitaba haciéndolo y a mí me ponía al máximo. Sin dejar de mirar a su marido, empezó a dar ligeros besos en la cabezota, lo hacía abriendo muy poco los labios. Así durante un rato, cada vez con más intensidad hasta que vio como Juan Carlos aumentaba el ritmo de su paja, entonces se lo metió en la boca, haciendo ruidos de agrado. Estiro su mano y agarro la mano de su marido, la llevo hasta mi rabo, haciéndole que lo sujetara y quitando ella sus manos. La muy zorra lo estaba llevando al huerto. Ahora de vez en cuando se sacaba el rabo y se acercaba a besar a su marido, que se notaba como se ponía, porque se veía como se comían la boca y porque apretaba mi rabo de forma distinta. En uno de estos morreos que se dieron, Amparo le cogió la mano y se la movió de abajo a arriba, hasta que noto que ya no hacía falta, porque ya la movía el solo.
Ahora ella se giró un poco, de tal manera que me facilitaba el que pudiera tocar bien su coño y estaba que parecía una catarata. Me seguía comiendo el rabo, me lo había dejado lleno de saliva. Ahora ella sin decir nada, se quitó beso a su marido y le llevo la cabeza hacia mi rabo, él no se dejaba pero ella le decía, “no seas tonto, sé que lo quieres hacer y nadie se va a enterar, será otro de nuestros secretos” y al final lo consiguió, empezó tímidamente pero luego me hacia una mamada en toda regla. Ella se acercó a mí me beso y la toque el clítoris muy poco, se había puesto tan cachonda viendo a su marido, que se corrió rápidamente. Aunque a ella no le hizo mucha gracia, le dije a Juan Carlos que parase, me miro cortado y avergonzado, hice que su mujer se sentara encima para que se clavara mi rabo. Una vez que lo hizo empezó a moverse muy suavemente y su cara cambio, cambio la de su marido también, cuando le dije, “vamos amigo, es hora de follarnos a esta puta los dos a la vez” ella puso cara de viciosa y él se subió a la cama, no atinaba en meterle el rabo a su mujer.
Así que tuve que poner un poco de orden, porque era la primera vez para ellos. Hice que ella se agachara todo lo posible, pegándose a mí, la tripa del embarazo no lo hacía muy fácil. Le indique a Amparo que no se moviese y a él, que con tranquilidad le metiera el rabo en el culo. Ella gemía de verdadero placer, aunque al principio el rabo de su marido se salió algunas veces, hasta que logro compaginar su movimiento con el mío. Los tres alucinábamos, por la cantidad de orgasmos que le provocamos a Amparo. Al final nos corrimos los tres a la vez, la llenamos por todos los lados y cuando nos relajábamos, me miro intensamente y me dijo un TE QUIERO, que pudo oír mi amigo y me dejo en shock, que fue acompañado de un beso por parte de ella. Juan Carlos saco su rabo y como estaba manchado, se disculpó y dijo que se daría una ducha. Se fue al baño y cerró la puerta.
Te has quedado cortado, cuando te he dicho que te quería.
Mas que cortado por eso, ha sido por Juan Carlos.
Que susto. Si es por eso no hay problema, él lo sabe y lo entiende. Hemos hablado mucho de todo esto, de nuestra situación y nuestros sentimientos. Que el que sienta eso por ti no quiere decir que no le ame a él, que lo amo más que antes. Se que es difícil de comprender, eso de que se pueda amar a dos personas a la vez.
No me parece raro y entiendo que pueda ser posible. Y ya que estamos hablando tan libremente, lo de la botella de champan, ¿El logo que lleva es casualidad o ha sido adrede?
No sabía si lo pillarías, pero veo que sí. Es que desde que se puso primero a insinuar y luego más descaradamente, a que me pudiera ver contigo de nuevo, pero eso si estando él. Me puse a investigar en internet y leí de todo. Pero también te digo una cosa, esa dama de picas es solo para ti.
Salió del baño Juan Carlos, hablando de donde ir a comer al día siguiente y diciéndonos sitios que le habían recomendado. Mientras hablaba con su mujer, pensaba y trataba de asimilar todo lo que había dicho Amparo. Me levante con la intención de darme una ducha y luego marcharme. No sé qué pensé y porque lo hice, una vez me levante me encamine al baño, me pare, retrocedí y le dije a Amparo de ducharnos juntos, ella enseguida se levantó y se vino conmigo. Juan Carlos también se vino, pero una vez estábamos en el baño sin cortarme nada y con una doble intención le dije a mi amigo, “creo que será mejor que salgas, quiero follarme a mi puta yo solo y creo que a ella también le apetece” el me miro, luego le miro a ella, que se le acerco le dio un beso muy tierno en la boca le dijo, “tenemos que obedecerle, ¿NO?” y el con resignación se salió del baño.
Se metió en la ducha y abrió el agua caliente, poniendo el agua a una temperatura alta, nos duchamos tranquilamente, uno frente al otro y mirándonos con mucho deseo. Nos besamos apasionadamente y ella se giró, se agarró a una barra de seguridad que tenía la ducha, puso el culo en pompa y me dijo, “por donde quieras, aunque prefiero que al final acabes dentro de mi culito” esta vez se lo follaría sin condón. Costo que entrara, pero lo hice sin menos miramientos que antes. Ella gemía y se soltó una mano, para acariciarse el clítoris. Le dije, “A partir de ahora serás lo que yo quiera y harás lo que te diga” ella me decía que sí. “Iras preparando a tu marido para que sea tan obediente y tan zorra como tú” ella me respondía con un sí, más largo y sonoro. “¿Quién es tu dueño?” y me sorprendió la respuesta porque espera un simple TU. Pero no ella me dijo, “Tu eres mi dueño y mi amor, amor, ya lo sabemos” y eso me llevo a preguntarle, “¿Cómo que lo sabéis?” y a punto de correrse me respondió, “Yo lo tengo claro después de lo de hoy y seguro que Juan Carlos tiene también claro que es nuestro cornudo” y después se corrió y le llene el culo con mi corrida.
Nos terminamos de duchar y salimos enrollados en toallas. Nos llamó la atención que Juan Carlos estuviera completamente vestido. Me cogió de sopetón no me esperaba lo que quería decirme, “quiero deciros una cosa pero en especial a ti Pelayo. No quiero que esto vuelva a suceder, me he sentido muy mal, desplazado, cuando me habéis echado del baño. Mis sentimientos están encontrados y creo que nos hemos equivocado y que es conveniente reconducir nuestras vidas” su mujer no dijo nada, se quedó de pie mirándonos y no era capaz de decir nada. Por mi parte le dije, “no quiero que por mi culpa se vaya vuestra relación a la mierda, así que tranquilidad” me fui al baño con mi ropa a vestirme y oía como hablaban entre susurros, pero aunque no oía bien, el tono entre ellos era normal. Él se había vestido para acompañarme abajo, a pesar de que le dije que no hacía falta. Me fui a despedir de Amparo, dándole dos besos en las mejillas y ella no se cortó en darme un buen morreo y diciéndome luego al oído, que ya lo arreglaría ella. Nos fuimos abajo y ya estaba cerrada la cafetería y el que había en la recepción nos indicó un pub que estaba abierto hasta casi el amanecer. Nos fuimos a él y estaba con gente un poco pasada y desfasada de la noche. Nos sentamos en un esquinazo a hablar.
Lo primero perdóname, sé que me habías dicho que el pasar unos límites podía ser malo y tenías razón, perdóname.
Tranquilo Juan Carlos, a mí no me tienes que pedir perdón, entre amigos no.
Es que cuando me has dicho eso en el baño, se me han cruzado los cables.
No creas que lo dije por decir. Lo hice adrede, para que te dieras cuenta de cómo serían las cosas si continuábamos por ese camino.
Es que ha sido eso, luego lo que he hecho, que lo he pensado y me muero de vergüenza, y sabes a que me refiero.
Pues a mí no me ha dado ninguna vergüenza nada de lo que hemos hecho. No veo que sea nada anormal. Cosas de la vida. Es más me ha gustado todo. No le doy más importancia.
Joder, es que tu desde siempre has visto la vida desde otra atalaya distinta a la mía o a la de los demás.
Que va, estamos en la misma. Es cuestión de coraje y tener menos prejuicios. No te trato de convencer de nada. Pero lo importante es que tu mujer te sigue amando a rabiar a pesar de lo que ha sucedido y aunque no me lo ha dicho con esas palabras, sabe igual que yo lo sé, que eres un VALIENTE, por hacer a toda costa feliz a tu mujer en todos los sentidos.
¿De verdad piensas eso?
Claro que lo pienso. La valentía, el ser un hombre. No está en lo que le mida a uno el rabo. Ni tampoco está en que se lo mames a un tío, está en hacer todo y más por la mujer que amas y punto.
Me alegra oírte decir eso, porque sé que lo dices de verdad.
Ahora también te digo una cosa. Tú me has pedido que se acabara esto y se acabó. Aunque eso no quiere decir que para ti que eres como mi hermano, lo que necesites y cuando lo necesites. No quiero perder tu amistad ni tu cariño en la vida.
Nos dimos un abrazo y note su alivio, marchándose al hotel y yo hacia mi casa. Sabía que tenía que evitar y así lo haría, que pasara nada entre Amparo y yo. Como sabía que ellos dos tenían que tener una larga y extensa charla, que podría provocar alguna fricción entre ellos, pero que lo solucionarían, porque a pesar de todo lo pasado, sabía que se amaban con locura. Al día siguiente me despertó el zumbido de mi móvil, era Juan Carlos, que me llamaba para despedirse ya que se volvían a Valencia y para decirme que se habían tirado toda la noche hablando. Lo siguiente que hizo fue pedirme perdón de nuevo y le dije que ya le había dicho que no me lo tenía que pedir. Luego me dijo que se habían puesto los dos de acuerdo y que la decisión de él, era firme y no le replique nada porque me pareció muy bien. Nos despedimos y quedamos en seguir en contacto como llevábamos haciendo toda nuestra vida.