¿PREÑAR? A la mujer de mi mejor amigo. (3)
Mi gran amigo Juan Carlos, que es más que un amigo, es mi hermano. Me insistió en algo de lo cual no estoy muy convencido. ¿Qué pasará? De momento que ya estamos pasando algunos límites.
Habían pasado exactamente 11 días desde el fin de semana con mi amigo Juan Carlos y con su mujer. Recibí un wasap de Juan Carlos era una cara amarilla de tristeza con una lagrima y otra cara roja de enfado. Le llame en el acto y muy compungido me dijo que la noche anterior le había bajado el periodo. Le animé y no pude decirle mucho más, como estaba trabajando le dije que ya hablaríamos. No quería esos días que me vieran distraído o escaqueándome, porque había solicitado una plaza de inspección y no quería que mis superiores, que aunque en principio parecían muy “colegas” pudieran torpedearme el traslado que había pedido. Porque me quede con ganas de saber los pensamientos de Juan Carlos y de su mujer.
Ya había avisado a Pilar de que fuera buscando a alguien por si me daban esa plaza que había solicitado, se mostró muy apenada. Pero comprendió que me venía muy bien, porque además de más nomina, era subir un pequeño peldaño en mi carrera. Al margen de que quería llegar a un sitio con mis reglas nuevas de no enrollarme con ninguna compañera. No era bueno crearte una fama del tipo que ya algunos pensaban y fue cuando Pilar me soltó un notición, porque me dijo que lo de su hija estaba bastante avanzado, más de lo que yo me pudiera imaginar. Como cuando me lo dijo le dije que no la creía mucho, que estaba tratando de provocarme, ella me dijo que ya lo hablaríamos con más calma. Esa tarde cuando llegue a la academia me aviso de que quería hablar conmigo y nos fuimos a su despacho.
Hay ya mucha confianza y no eres de los que se escandalizan. Seguí rebuscando y encontré un pendrive de mi marido que no habíamos visionado. El muy cabrón se ve haciéndole cosas a nuestra hija pequeña, pero sin llegar al final, pero de todo. Como también hay algunas grabaciones con amigas mías y con una hermana mía. Todo un cerdaco.
¿Y por eso decías que estaba bastante avanzado? Si eso lo tenía claro, como también tenía claro que se fue de vuestra casa por eso. No creo que estés tan cerca de lograrlo.
Te equivocas, porque se lo enseñe y Erica se quedó muy apenada. También me conto que nos había visto. Le pregunte qué sintió y fue muy sincera, porque me dijo que se excito mucho y le gusto ver a su padre dominado por ti.
Interesante, pero que muy interesante. ¿Cuándo podemos intentarlo?
Como mínimo unas dos semanas, porque ella está apunto en cualquier momento de esos días que según los anuncios nos hacen “felices de ser mujer” y detrás voy yo.
Pues ya me avisaras cuando haya vía libre.
Jaja, te avisare no lo dudes.
Todo quedo en espera de su momento adecuado y la vida como es lógico continuo. Mi superior en mi trabajo me animo diciéndome que casi seguro que el puesto seria mío, que me lo pensara bien antes de que fuera tarde, porque el destino seria en Madrid y como mínimo me tocaría estar dos años antes de tener posibilidades de volver. Lo estuve dudando bastante porque aunque tenía que pagar la hipoteca también cobraría más y siempre podría alquilar mi piso para sufragar gastos. No quería ni ilusionarme ni adelantar acontecimientos. Hable con bastantes compañeros y me decían que tenía muchas posibilidades, porque los casados o que tenían pareja seria, no querían ese puesto y también me dijeron que antes de dos años podría volver, que de los que habían tenido el mismo puesto no llegaron al año y como es un puesto que se queda con facilidad libre, porque la gente suele pedir la excedencia e irse a alguna gran empresa.
Me reconforto oír eso y me sentí mucho más animado, pero quedaba tiempo y cuando más estaba ensimismados en mis pensamientos, un compañero me bajo de mi nube para decirme que me esperaban, era Juan Carlos que había venido a almorzar conmigo. Aparentaba estar normal, pero los años que lo conocía me hacían ver que no era así y una vez estuvimos solos y bien apartados de la gente, inicio su conversación o “ataque” de acoso y derribo.
Quiero que volvamos a intentarlo.
¿Así? ¿Ya está? No me has dado tiempo ni de respirar.
Para que andarme con rodeos.
No creo que Amparo quiera y a mí no me has preguntado.
Es verdad no te he preguntado, porque sé que eres mi amigo y que me harás el favor.
No es eso. Sigo creyendo que ha podido ser un error. Te das cuenta de que como quien no quiere la cosa, te estas convirtiendo en un cornudo consentido, de esos que me decías siempre que no entendías como permitían que me follara a sus mujeres. Que ya viste, bueno oíste, como traté a tu mujer y eso que me contuve bastante. Joder ¿No te da palo? ¿No estas encabronado?
Si te dijera que sí, sabrías que te estoy mintiendo. Creo que con esta respuesta basta.
Pues no, no me basta. Quiero que me digas lo que piensas, lo que sientes, no sé, que me digas algo, joder Juan Carlos.
Esta bien, que quieres oír, que me puse cachondo, que luego hice el amor con mi mujer y me sentí muy bien, a pesar de que te acabaras de correr tú en ella antes que yo. ¿Eso es lo que quieres oír? Pues ya lo has oído. Ahora solo dime, ¿Qué tengo que decirte para que vuelvas a intentarlo?
Nada hermano, no te enfades. ¿Amparo quiere repetir, sabe que estamos hablando de ello?
No ya se lo diré.
Pues con quien primero tienes que hablarlo es con ella y que sea ella la que tome la decisión. Porque si hay una próxima vez, te aviso que esta vez no me contendré en nada, esto para que lo tengáis presente los dos.
¿Qué quieres decir con eso?
Jaja, que voy a querer decir, que seré yo, como cuando he estado con otras parejas, la única diferencia que a vosotros os quiero y aprecio. Que lo mismo ves u oyes cosas que no te gustan y te tocara joderte, si asumes eso y tu mujer también, me lo decís los dos.
¿Te vendría bien más o menos en dos semanas?
¿Dos semanas? Puede que sea difícil que ya tengo planeado en esas fechas una cita.
Puedes cambiarla, es en las fechas que Amparo estará más receptiva para quedarse embarazada.
Tu primero arregla lo que tienes que arreglar y ya me dices, que veré que puedo hacer.
Después de estar con Juan Carlos lo empecé a ver de otra manera y no es que fuera ahora menos para mí, todo lo contrario lo veía como más hombre que yo, por reconocer lo que le pasaba y sobre todo por el amor que tenía hacia su mujer. Dos días tardo en llamarme, lo hizo por la noche. Me dijo, “Ya lo he hablado con Amparo y estamos los dos de acuerdo” mi contestación fue tajante, “eso no me vale, te dije que lo teníais que decir los dos”lo siguiente que oír fue oír como llamaba a Amparo y como le decía que hablara ella conmigo ahora y que iba al baño.
Se puso ella y con voz cortada me dijo “eres retorcido, el pobre se ha ido al baño para no oírme, no te vale conque él te lo diga, me haces que lo diga yo también, pues sí, estoy de acuerdo” y le pregunte “¿Te ha dicho que bajo mis condiciones?” ahora con voz más tirante me respondió “Si, me lo ha dicho, pero ya le he dicho que para todo hay límites. Como a él por lo visto no se lo especificaste, ¿Qué es lo que quieres hacer?” y quise ser lo más sincero posible, “Amparo te voy a ser muy sincero. Siempre te he visto como la mujer de mi hermano y por eso eras la única mujer que a pesar de estar buenísima, eras intocable para mí, ni tan siquiera en sueños o pensamientos. Una vez que se ha roto esa frontera, como me gustas y eres más que una amiga, quiero hacerte mía, pero mía de verdad y hacerte gozar lo indecible. Como veras he sido muy sincero y claro”
Esta vez no había tirantez en su comentario, “no sé qué decir, me has dejado muda, pero ¿Qué esperas de mí?” y se lo dije, “pues lo primero, que el día que vaya a tu casa, quiero que me recibas, como al amante que esperas impaciente y que quieres que nada más que te vea, sepa que estas así para mi” y ahora avergonzada o más bien cortada me dijo, “soy muy normalita en esas cosas, la verdad no sé si sabré hacer lo que quieres” y solo me sonreí. Luego me paso a Juan Carlos que me pregunto lo que le había dicho a su mujer, porque iba coloradísima y le dije que le preguntara a ella.
Pasaron las semanas y el viernes, me duche y me asee para ir a casa de Amparo y Juan Carlos. Llegue justo a la hora que empezaba pasa palabra, un concurso de la tv que le gustaba mucho a Juan Carlos. Me abrió la puerta mi amigo, nos dimos un abrazo y por el pasillo venia Amparo, no sé si era algo preparado pero se le veía un vestido de encaje trasparente de color negro, que dejaba ver e insinuaba mucho. En la parte de arriba se le veían casi todas las tetas por las trasparencias, pero unos dibujos estratégicamente colocados no permitían ver sus pezones, aunque se le marcaban de forma exagerada.
Fui a saludarla y quise de entrada besar esos labios, pero como otras veces me hizo la cobra, aunque fue a medias, porque logre besar sus comisuras. Lo que si hice fue ponerle al saludarla una mano en la cintura, que luego acaricio con suavidad el culo y pude notar que llevaba ropa interior debajo. No quise decir nada en ese momento. Nos fuimos a sentar para ver el concurso y cunado se levantó Amparo que iba a la cocina, me levante yo y Juan Carlos muy servicial como otras veces, hizo el amago de levantarse diciéndome, “dime lo que quieres que te lo traigo yo” y con un tono de cierta sorna, le dije, “lo que voy a hacer yo, no lo puedes hacer tu” se quedó sentado y me fui a la cocina.
Al entrar ella se giró y estaba claro que no esperaba que fuera yo. Se puso un poco nerviosa y se volvió a girar quedando de espaldas a mí. Estaba haciendo unos canapés. Me acerque y acaricie su culo al completo y le di un buen azote, se le cayó el canapé de las manos en la bandeja, lo volvió a coger y le dije al oído, “esto te sobra” metí mis manos por debajo de su vestido y le saque unas braguitas muy monas, negras y de lencería muy fina. Después levanté su vestido y por primera vez vi su culo, era todo lujuria, vi la mantequilla que ponía en algunos de los canapés, no me pude resistir, pase un dedo por el trozo de mantequilla y una vez que lo embadurne bien, lleve mi dedo a su culo y se lo metí hasta el tope que dio mi dedo. Aspiro tanto y tan fuerte que casi me quita el oxígeno. Soltó todo en la bandeja, se apoyó con sus manos en la encimera y movió de un lado a otro su cabeza, haciendo que su coleta se moviera con violencia. Una vez que quite el dedo y baje su vestido con los ojos a punto de explotar y en voz baja me dijo.
Solo te pido una cosa, que no hagas o hagamos sufrir a Juan Carlos, que no se lo merece, ¿Me harás ese favor?
Se sincera, ¿De verdad piensas que va a sufrir? Y antes de que me contestes, de forma voluntaria y consciente nunca haría daño a Juan Carlos y ahora sí, contéstame.
Por un lado pienso que sí y por otro pienso que no. No lo sé, tú también lo conoces bien, en algunas cosas mejor que yo. ¿Tú qué opinas?
Que en un rato lo vamos a saber. Porque sugeriré varias opciones, hacerlo con la luz apagada de nuevo, que tú y yo nos vayamos a mi casa, que él se vaya solo a mi casa y vuelva mañana, hacerlo con la luz encendida.
Se va a aturullar. No va a saber que contestar.
Lo que es importante es como te comportes tú, porque sea cual sea la opción que elija si tú no te comportas como quiero, me marchare de forma inmediata.
Jope, ¿Te refieres a ser eso, “pe u te a”?
Si lo quieres decir en plan cría, pues sí, eso. Ya que lo vamos a hacer que sea a lo grande.
Entro Juan Carlos en la cocina y cogí un canapé y me lo fui comiendo al salón, pero me quedé en el pasillo, escuchando lo que se decían en voz baja, el primero en hablar fue Juan Carlos, pero hablaban tan bajo que no podía distinguir lo que se decían y desistí yéndome al salón y sentándome. Se acabo la publicidad y llame a mi amigo, que vino rápido. Aunque le dijimos que en cuanto acabara el concurso, que no le quedaba mucho le ayudaríamos a llevar todo, Amparo llego con bandejas y luego con la bebida, se puso muy cabezona para que no la ayudáramos.
Como yo había dicho que me apetecía un poco de vino, se puso a mi lado a llenar la copa y no me corte, acaricie por detrás sus piernas, sus muslos, hasta llegar a su coño que estaba mojado. Se derramo vino por la mesa. Mi amigo no dijo nada y siguio mirando la tv como si no pasara nada. La verdad que se quedaron casi todos los canapés sin probar, mi cabeza ya estaba en otro sitio y supongo que las de ellos igual. Cambié por completo la conversación y me dirigí a mi amigo, “Juan Carlos, le decía a tu mujer antes en la cocina, que había pensado que esta vez podíamos cambiar algo si quieres. Mira había pensado que lo hiciéramos con la luz encendida, para que todos nos viéramos, que tu mujer y yo nos fuéramos para mi casa, que tú te fueras para la mía, solo claro esta y que volvieras mañana o hacerlo de nuevo con la luz apagada” Amparo me miraba con preocupación y Juan Carlos apenas había terminado de hablar me respondió, “con la luz encendida” no lo dudo, se ve que lo tenía pensado.
Por su cara la sorprendida ahora era Amparo. La respuesta de su marido la dejo en fuera de juego. Como suelo hacer con otras parejas principiantes, me ausente con la excusa de ir al baño, para que así pudieran hablar. Cuando esto me sucede en algún bar, cafetería, en un sitio público, trato de ver sus reacciones aunque no pueda oírlos, porque me dicen mucho. En este caso lo único que podía hacer, era quedarme fuera de su vista escuchando. Esta vez se les oía mejor.
¿Cariño cómo te encuentras?
Confundida y porque no decirlo muy excitada.
No estés confundida.
Es que no sé cómo va a ir todo, no quiero que te sientas mal, no quiero dañarte, no sé, me da también algo de vergüenza que me veas, no sé, entiéndeme.
Seguro que me encantara verte y pensare en el niño o niña que vamos a tener y si me dejas, para que no te sientas cohibida, te ayudare, ya verás.
¿Estás seguro?
Lo estoy.
Hice ruido para que me oyeran y cambiaron de conversación. Ya no comíamos nada, estábamos esperando que alguien dijera algo para empezar, pero como nadie decía nada tome la iniciativa diciendo, “Bueno ¿Y ahora qué? ¿Seguimos perdiendo el tiempo mirándonos?” nos reímos y nos levantamos primero mi amigo y yo. Como las otras veces se habían ido primero ellos a la habitación y luego yo, Juan Carlos dijo, “esta parte vamos a hacerla a mi manera, te he dicho que te ayudaría (se lo decía a su mujer) y te voy a ayudar” vi un poco de temblor en la mano de Amparo cuando se la cogió su marido y nos fuimos para su habitación. Al entrar Juan Carlos encendió todas las luces y rápidamente su mujer dijo que con una lamparita había de sobra y era verdad. ella se encontraba mejor sin tanta luz.
Juan Carlos, se puso a desnudar a su mujer delante de mí. Ni ella ni yo nos lo esperábamos. Ella y yo estábamos frente a frente como a unos tres metros, el uno del otro. Juan Carlos en medio y dándome la espalda, como si fuera un acto ceremonial y con mucha solemnidad, Juan Carlos lo primeo que hizo fue quitarle los zapatos con tacones que llevaba. Luego se puso detrás de ella y le bajo la cremallera del vestido, sujetándoselo para que no cayera de golpe. Mientras yo me iba desnudando. Juan Carlos bajo lentamente y con mucha pompa el vestido de su mujer, hasta que cayó al suelo y se quedó desnuda salvo unas medias negras que la hacían más atractiva, le volvió a colocar sus tacones y se apartó. En ese momento fue cuando me vio desnudo y su vista se clavó en mi rabo y luego miro a su mujer, la cual sonrió como una niña traviesa.
Pero se acabó tanta ceremonia, ver a aquella mujer tan espectacular, desnuda para mi me hacía sentir el hombre más afortunado, me acerque a ella y ya ni me moleste en tratar de besarla, me fui a su cuello como un vampiro y empecé a lamerlo, a besarlo, a succionarlo y a sentir como su piel se erizaba para mí. Me percaté de que ella era reacia a que lo hiciera en la parte izquierda de su cuello, hasta que me di cuenta que si se lo hacía en ese lado, su cabeza cara se giraba hacia donde estaba su marido y por lo que se ve, le daba corte, porque cuando se lo hacía en el otro lado bien que se dejaba. Todo el tiempo ella se dejaba hacer pero no hacía nada y resultaba incomodo además de notar cierta apatía, aunque fuera fingida. Había que cambiar eso o no funcionaria, estaba más tensa que los días pasados, lo de la luz lo mismo no había sido buena idea. En otra situación ya habría tomado las riendas desde el primer momento, pero era mi amigo y su mujer.
Llevaba acariciando y toqueteando su coño un buen rato, cada vez estaba más mojada, eso me indicaba que no podía dejar que pasase más. Fue el momento que con mucha suavidad y mucho tiento, acariciando sus hombros, apretaba hacia abajo para que ella se agachara a comerme el rabo, porque una vez que lo hiciera y su marido lo viera, sabía que se le pasaría toda vergüenza. Lo único que ella se resistía y no se agachaba. Lo primero que hice fue echar un vistazo a mi amigo, que se estaba dando cuenta de lo que yo quería y vi que no decía nada, solo miraba y también me di cuenta de que estaba empalmado, el bulto de su pantalón era evidente.
Me puse en mi sitio y le di dos buenos azotes uno con cada mano, los dos sonaron bien y sé que le tuvieron que picar. Abrió los ojos y me miró fijamente, entonces le dije, “si el no estuviera aquí ya me estarías comiendo el rabo, olvídate de todo y empieza a comérmelo, el si quiere que mire, que se haga una paja a nuestra salud o que se vaya, pero tú decides” y entonces agarre su barbilla con una mano e hice que mirara a su marido. Mi amigo estaba con cara de salido, se le notaba y mucho. Se que ella esperaba alguna señal de él o que dijera algo, pero no encontró respuesta. Pensé rápidamente que hubiera hecho si no fueran ellos y me arriesgue al decirle a mi amigo, “Anda Juan Carlos ven y échame una mano con esta zorrita” fui suave con lo de zorrita para que no se asustara.
Esperaba su reacción y su mujer aún más. Veía que quería levantarse pero era como si no se decidiera, hasta que se levantó, tratando de tapar el bulto prominente de su pantalón, del cual se dio cuenta su mujer también, que aunque no dijo nada, se le vislumbraba una leve sonrisa, pero no sabía si era de nerviosismo o de que. Se acerco a su mujer, la beso dulcemente y luego con pasión, ella por primera vez no fue una estatua, desapareció su rigidez y toco el rabo de su marido por encima del pantalón y mi mano metía sus dedos dentro de su coño, abriendo ella ostensiblemente las piernas para que me fuera más fácil. Luego Juan Carlos mirándola fijamente a los ojos, la fue ayudando a agacharse y ella sin quitarle la mirada se fue agachando.
Amparo se lo tomo con calma, agarro mi rabo con sus dos manos quedándola parte de arriba de mi rabo y el capullo fuera de ellas, miro a su marido, el debió de entenderla porque se sonrieron. Empezó a lamer todo mi rabo, nada de metérselo de primeras en la boca. Juan Carlos se sentó en el borde de los pies de la cama y se quedó mirando atentamente, ella me miraba y su mirada era toda una provocación, su marido se movió para verla mejor y ella al darse cuenta se metió el rabo en la boca sin dejar de mirar intensamente a Juan Carlos. Él estaba obnubilado viéndola. Me daba cuenta que el con mucho disimulo, al tener sus manos cruzadas puestas sobre su rabo, como si fuera natural, se rozaba tímidamente. Se fue a donde había puesto la silla, que desde ese sitio solo podría ver el movimiento de la cabeza de su mujer y poco más.
Ahora quise que ella parara y cuando tire de ella para arriba para que parase, me miro con la boca medio abierta, mucha saliva en su boca y una mirada que me decía que porque la quitaba. Una vez que estuvo de pies, la tumbe en borde de la cama, donde minutos antes había estado su marido, sus piernas quedaba fuera, doble la almohada grande la puse debajo de su culo y me puse entre sus piernas, haciendo que colocase sus piernas por encima de mis hombros. Ahí tenía en la mejor posición todo su coño para mí. Empecé como ella sin prisas, mordisqueaba sus muslos, los lamia desde abajo hasta arriba pero sin llegar a ese tesorazo que tenía. Cuando sus movimientos eran más notorios y sus gemidos apagados empiezan a ser algo más sonoros, mi lengua empezó a lamer su clítoris y mis dedos follar su coño. Veía como tenía girada su cabeza al lado contrario de donde estaba su marido, veía como se mordía el labio inferior y como se le escapaban gemidos, unos detrás de otros. Hasta que el aguante no pudo más y empezó a correrse, fue un orgasmo como por capítulos, un gemido muy fuerte, luego algunos contenidos y al final un suspiro grandísimo de satisfacción.
Mi boca sabia deliciosa tenía un sabor formidable. Me coloque del lado contrario de la cama de frente a mi amigo, que se había sacado el rabo aunque lo tapaba con un cojín ahora, por lo que se ve le habíamos cortado, hice como si no hubiera visto nada. Ahora hice a Amparo venir hacia mí, para que se colocara de rodillas en el borde de la cama y follarla de esa manera, ella me pidió que mejor desde el otro lado, sé que me lo pidió porque así no tendría a su marido de cara a ella y con una sonrisa puñetera le dije que no. Se coloca como yo quería, pero desde el primer momento agacho su cabeza y como no le bastaba eso solo, dejo que toda su melena cubriera su cara.
Era el momento esperado y deseado, jugué, provoque su desesperación, pasando mi rabo a lo largo de toda su raja que me lo empapaba, era una catarata y no exagero nada, mucho más que las otras veces, era una buena señal. Para dar más morbo a la situación, también un poco de provocación dije, “hermano hacía mucho tiempo que no me encontraba una mujer con un coño tan jugoso, tan mojado, menuda perrita que tienes” ahora el que se mordía y apretaba sus labios era mi amigo. Me indico ese gesto que con él iba por buen camino, así que añadí, “siempre he pensado que tu mujer estaba muy buena, pero viendo este culo ahora, es que casi me hace correrme solo con verlo y ahora se lo voy a tener que poner rojito, porque está muy callada y eso no es bueno, ya verás que excitante le queda” empecé a acariciar sus dos nalgas, con mucha suavidad, con mucha ternura y le dije, “veo que has olvidado muy pronto como tienes que comportarte y por eso te toca esto” zas, zas, los dos primeros azotes, los distancie un poco, porque quería ver como reaccionaba su cuerpo, pego la cabeza sobre sus manos que estaban apoyadas en el colchón, pero se aguantó y no dijo nada.
Me gustaba su aguante, si no estuviera su marido, mi amigo, ya me habría pedido que la follase, era todo cuestión de doblegar su vergüenza, porque no era nada más que eso. Zas, zas, zas, zas, zas, así hasta por lo menos una docena o un poco más y como pasa con esto, que me voy animando y cada vez son más contundentes, ver su culo como cambiaba de color me hacía ponerme más burro. Pare unos instantes y acariciándola le pregunte, “¿Quieres que siga? ¿Tanto vicio tenías escondido? ¿A qué esperas puta? Si al final lo vas a decir, porque estas deseando que te meta el rabo y que tu marido lo vea” en ese momento esperando una respuesta de ella, alguna palabra, alce la vista y vi a mi amigo con su rabo fuera. O tenía la mano muy grande y no me había dado cuenta o su rabo era bastante normalito. Estaba mirando a mi amigo cuando Amparo dice, “venga si, métemela, ya” solo así no, quiero más le respondí. Soltó una bocanada de aire fuerte que se oyó perfectamente.
“Si fóllame lo quiero lo deseo, no me hagas esperar más, soy una puta, venga méteme ese pijón y córrete dentro de mí, lléname por completo” me agache y bese sus dos nalgas, dos besos cariñosos y cuando me incorpore, agarre mi rabo, lo coloque en la entrada de su coño, note su tensión al sentirme y luego fui metiéndolo, notando su ligera estrechez, que al estar tan mojada fue como la seda. Una vez mi cuerpo toco el suyo, indicación de que mi rabo estaba todo dentro ella, volvió a soltar un gran suspiro diciendo, “Augggg, madre mía, perdón, perdón, perdón, Juanca, no lo puedo evitar, vete no me veas, no me oigas, será mejor, aaahhh” porque aunque la cama era nueva, se oía a la perfección, el ñac, ñac, ñac, típico de eso momentos.
Era una putada porque ella estaba excitada al máximo, pero parecía que lloraba, la vergüenza la superaba. Fue cuando con cierto ímpetu, estire mis brazos hasta coger su cabellera y tirar hacia mí, ella se esforzaba y tiraba en sentido contrario para que su marido no le viera la cara, al final vencí yo y como supuse aunque no la veía, que tendría los ojos cerrados, le dije, “Abre los ojos, ábrelos, mira al cornudo de tu marido como se pajea viendo lo que te hago” supe que los abrió porque ahora con una voz totalmente distinta le dijo, “será posible, yo apenada por ti y tu zumbándotela, pues ahora veras lo que es bueno” ya no bajo su cabeza y se movía como una diosa, culeaba en todos los sentidos. Se puso cañera y ahora sí que gemía, que pedía más, le decía a su marido como mi rabo la llenaba por completo, la buena idea que había tenido y de pronto le pidió que la besara que estaba a punto.
Juan Carlos dejo de tocarse y se acercó se tumbó y su mujer le empezó a comer la boca, se devoraban entre ellos mientras notaba que una mano de él estaba en su coño tocándola, lo note porque alguna de las veces note algún dedo que me tocaba mi rabo, pero que se veía que era accidental. Qué manera de correrse que tuvo esta vez Maribel. Le dije que estaba a punto y se colocó de manera veloz boca arriba y Juan Carlos coloco un par de almohadas detrás de ella, para que su parte baja quedara levantada. Abrió las piernas y volví a follarla mis embestidas eran brutales y sus gritos más, me tenía bien agarrado y me decía “vamos león lléname bien, no te pares, sigue, sigue, que me tienes otra vez a mil por hora” todas esas palabras y sus gemidos provocaban en mi más fiereza y la daba con todas mis fuerzas.
Justo cuando me iba a correr, ella me pidió unos segundos más de aguante y vi que agarraba la mano de su marido, que lo miraba y le decía que le quería mientras nos corríamos los dos. Juan Carlos unas vez que nos habíamos corrido, le entro prisa porque me quitara, no se cortó con mi presencia, se puso a follarse a su mujer y ella me miraba y me sonreía, no sabiendo el significado de esa sonrisa. Me acerque con mi rabo a su boca, que estaba pringado de nuestras corridas y se puso a mamármelo, logrando sacarme alguna gota más de mi corrida, era perfecta mamando. Mas por las ganas que ponía y lo que le gustaba, que como lo hacía, que lo hacía muy bien. Juan Carlos se puso en un momento como ofuscado follándosela y me aparte, cuando se empezó a correr ella le garro la cabeza y se fundieron en un gran beso, que el en un principio trato de evitar, pero que luego además de dárselo, fue tremendo como le comía la boca.
Aunque estábamos ajustados en la cama, nos quedamos relajados los tres y ella en medio y su marido no le permitió moverse ni quitarse las almohadas de debajo, diciéndole que tenía que estar así más tiempo. Nada más se oían nuestras respiraciones aceleradas que iban recuperando su ritmo normal, hasta que Juan Carlos empezó a reírse a carcajada limpia, le miramos y le preguntamos el motivo, aminoro las risas hasta que se tranquilizó y dijo, “está claro que cuando nacimos yo llegue tarde al reparto de pollas y tú el primero” nos reímos los tres. Quise hacer un comentario para quitar importancia al tamaño y el con todo naturalidad me dijo, “que no pasa nada, por mí no te preocupes, pero es verdad, joder, no me gustan los tíos, pero se te veía majestuosa la tienes además de grande y espectacular muy bonita” no supe que decir, ni una mujer me había echado tantos piropos a mi rabo, a su mujer le sorprendió también porque dijo con cachondeo, “uy, uy, uy, que a mi maridito le gusta su amigo, que le gusta su pija, uy, uy, uy, que peligroso se está volviendo esto” y nos reímos mi amigo y yo por el comentario.
Tanto ejercicio nos dio hambre y Juan Carlos fue el primero en pasar por el baño, luego dijo que mientras nosotros nos recomponíamos él iba a hacer una de sus famosas tortilla de patatas. Maribel no se esperó que nos dejara solos, me hizo gracia, dos personas que acaban de follar y a ella le entran las vergüenzas. Así como quien no quiere la cosa, se colocó muy disimuladamente la sabana, pero para hablar no le entraron las vergüenzas y uso un tono serio.
Te has dado cuenta de que hoy hemos traspasado muchas fronteras en nuestra relación, ¿Verdad? y sabes que en el momento que me quede embarazada todo esto se acabó y quedará en el olvido y que todo volverá a su normalidad ¿Verdad?
Me lo preguntas y me lo dices para autoconvencerte de algo.
¿De qué me iba a tener que autoconvencer?
Pues de que has follado a las mil maravillas, de que has visto como tu marido mi amigo se pajeaba viéndonos follar y tu toda cachonda viéndole. Que me ha hecho quitarme muy rápido para meter su rabo estando llena de mi leche y que hayas visto como se ha puesto. ¿Le has visto alguna vez así, corriéndose de esa manera? Pero tranquila a mí no me quedara en el olvido, pero como dices tú, una vez que quedes embarazada, volverás a ser la Amparo intocable.
¿Por qué eres tan brusco al hablar, porque no adornas un poco lo que dices?
Porque soy así, pero ya te digo que después de, se cual será mi sitio e incluso estaré un poco más distante para que os sea más fácil.
Hombre tampoco seas tan extremista. Todo puede ser como antes.
Ya veremos, lo que tienes que tener claro, que hasta entonces serás mía, serás mi puta. Y ahora vamos a ducharnos.
Nos fuimos a su baño. Tenían una bañera grande y nos metimos juntos para ducharnos, aunque mi intención era follármela en ese mismo sitio. Cuando ella se dio cuenta de mis intenciones, me corto de raíz, aclarándome el motivo. “si fuera una ducha no me importaría y siempre que mi marido estuviese presente, en la bañera no, que ya me caí una vez porque me resbale y me da mucho miedo” debía de ser verdad porque se puso blanca. Así que me quede sentado en la tapa, de la taza del wáter sin quitarle ojo, ver cómo le caía el agua por su cuerpo era más que excitante, era un momento bellísimo y como dije, excitante hasta el extremo de que mi rabo, se irguiera nuevamente quedando como un obelisco. Se giro y cuando me vio se sonrió diciéndome, “¿Es que nunca te cansas? ¿Siempre estas con el “arma” preparada?” no quise contestarla, me limite a mirar.
Salió de la bañera y cogió una toalla, se secó y se fue a coger un albornoz, se lo puso se lo iba a anudar y de pronto dijo, “ya está bien, dejemos de jugar” se vino hacia mí con el albornoz abierto, se colocó y agarro mi rabo se lo fue metiendo en su coño y antes de que lo tuviera todo dentro, me abrazo, me soltó un beso inesperado, metiéndome la lengua hasta la garganta y se dejó caer del todo y mientras yo, absorbía su lengua, atrapándola en mi boca. No dejamos de besarnos era como si nuestras bocas fueran una, como si se hubieran pegado. Ella era la que se movía ahora con rabia, con ganas, su cara estaba tensa por el esfuerzo que hacía, quería un polvo rápido, quería correrse ya y lo logro, cuando lo hizo me arreo un mordisco bestial en el labio y me clavo las uñas en la espalda, ahora sí que se había corrido con verdaderas ganas.
Ella se fue del baño y yo me vestí, Juan Carlos estaba en la cocina que acaba de terminar con la tortilla. Nos sentamos y en ese momento se dio cuenta de mi boca y bastante ingenuo me pregunto, “¿Qué te ha pasado en el labio?” no sabía que contestarle y fue su mujer, que no le oculto nada, “Sabes lo que me pasa y como me pongo cuando estoy a tope, no me he controlado” esperaba algo de descontento por parte de mi amigo, pero solo dijo con una sonrisa, “nena contrólate, que un poco más y te llevas el labio, mira que te lo tengo dicho” la cara de su mujer se relajó y yo me quede más tranquilo. Cenamos y luego nos tomamos unos licores de los que preparaba una tía de Juan Carlos y nos quedamos hablando, pero de nada que hiciera referencia a sexo ni a nuestra nueva situación.
Ellos se fueron a su habitación y yo a la mía. No podía dormir, todo por el beso, bueno por los besos de Amparo, fueron calientes, muy especiales. No sé el motivo, pero no podía dormir. Recordé lo que me decían y hacían de pequeño cuando no podía dormir, un vaso de leche caliente ayuda a dormir. Después de mucho pensarlo, me levanté sin hacer nada de ruido, iba hasta descalzo, fui a la cocina y me calenté un poco de leche. Se me fue la mano y estaba hirviendo. Me senté tranquilamente para tomármelo. Estaba sin parte de arriba de pijama, solo un pantalón. Apareció mi amigo, “como te ha dejado la fiera la espalda” me dijo y luego al verme con el tazón de leche de forma graciosa me pregunto, “¿Qué estas recargando, jeje?” de la misma forma graciosa lo mande a la mierda y nos reímos los dos. Me dijo que se volvía a la cama, que solo se había levantado porque vio la luz y por si necesitaba algo.
Me quedaba ya poca leche por tomar cuando entro Amparo en la cocina. Me pregunto que me pasaba y le dije a forma de excusa, que me costaba dormir en otra cama que no fuera la mía. Llevaba un camisón muy corto y semi trasparente. Resaltaban sobre todo sus piernas, sus muslos y la forma de su culo. Se fue a preparar un vaso de leche también y me dio la espalda para hacerlo cuando me soltó, “no está bien que me mires el culo, que sé que lo estás haciendo” me reí y le dije que tenía razón. Luego se vino a sentar junto a mí, pero antes entorno la puerta de la cocina y empezamos a hablar entre susurros para no molestar a Juan Carlos.
Tonta no soy, sé que no duermes por lo del baño, ¿A que sí? Porque a mí me pasa lo mismo.
Es por lo que te he dicho, no por eso. (Mentí para quitarle importancia a ese momento)
Pues que suerte tienes, porque yo estoy dándole vueltas. Tengo una pregunta para ti, tú que eres más corrido en todo esto. Tengo mis dudas con respecto a mi marido, no sé exactamente en el punto que esta y que estamos y necesito saberlo, necesito quitarme muchas dudas que tengo en mi cabeza.
Hay una forma de saberlo o por o menos de saber si le gusta todo lo que ha sucedido. Lo que no se si te gustaría a ti. Porque casi seguro que pondrías pegas, aunque te diera morbo.
A ver todo lo sabe, dímelo y ya te diré.
La próxima vez que te folle y me corra dentro de ti, en vez de permitir que luego el haga lo mismo, dile que te lo coma. La otra solución sería que me corriera en tu boca y luego le besaras. Lo que pasa que como solo me puedo correr dentro de ti, es la única opción. Además que se supone que no dejas que nadie se corra en tu boca.
Cualquiera de las dos cosas las veo muy, no sé cómo decirlo. Lo de la boca todavía podría ser pero lo otro es muy guaro ¿No crees?
Jaja.
¿Por qué te ríes?
Porque ahora te estás haciendo la digna, pero te ha puesto, porque los pezones se te han puesto empitonados nada más oírme.
Que cerdo que eres, siempre fijándote en todo. Pero me parecía en cierto modo humillante, aunque si, reconozco que tiene su punto morboso.
Se levanto a dejar el vaso en el fregadero, le estaba dando un agua, cuando me puse detrás de ella y automáticamente dejo el vaso y echo su culo para atrás. Le dije al oído, “has venido a que te follé y te iras bien follada, ¿mi amigo lo sabe?” y ella solo me contestaba afirmando con la cabeza, le di un azote más sonoro que fuerte y entonces me dijo, “Si, lo sabe”. Me puse a acariciar todo su cuerpo abrazándola desde atrás, su coño estaba empapado de nuevo y cuando tocaba su clítoris, ella espachurraba fuertemente su culo contra mi rabo y ejercía un movimiento impetuoso. La verdad que lo que más me apetecía era desvirgar ese culo tan perfecto, pero me quité esas tentaciones y me puse a follarla apoyada en la encimera. Algunas veces la empotraba de tal manera, que porque la tenía agarrada por la cintura, porque si no sí que hubiera quedado empotrada contra el mueble, porque le fallaban las manos.
La diferencia era que ahora si gemía sin remilgos, cuando la decía cualquier cosa ella me seguía el rollo. Ahora si daba gusto follarla. Tanto ella como yo sabíamos que Juan Carlos estaría oyéndonos y así se lo dije, “Ahora gritas bien, para que te oiga tu marido, menuda puta estas echa. Te pone cachonda se te nota” y ella me decía con la voz a trompicones, “si, me encanta, eres un animal, que manera tienes de hacerlo, uufffff, me haces derretirme, logras tenerme empapada todo el día” y esto no lo decía en susurros seguro que Juan Carlos la oía. Se corrió una vez y lo hizo a todo volumen. Aminoré el ímpetu y me recosté sobre su espalda, para decirle al oído y esta vez sí susurrándola, “ahora me voy a correr dentro de ti y luego como buena puta, le darás a probar ese manjar a tu marido, ¿OK?” y ella me respondió afirmativamente.
Recupere mi ímpetu y nada más empezar se volvió a correr, no me lo esperaba, esta vez no pare para nada y cuando iba a empezar a correrme se lo dije en alto, para que Juan Carlos nos oyera y mis gemidos fueron muy sonoros, que ella al oírme se unió con los suyos de una nueva corrida. Antes de sacar mi rabo le dije que no se cortara y que no perdiera el tiempo, que fuera con mi amigo, otra vez que solo afirmo con la cabeza. Saqué mi rabo y antes de irse le di un buen azote que seguro que oyó su marido y se fue deprisa para su habitación. Fui prácticamente detrás de ella y la muy zorra cerro prácticamente la puerta de su habitación. Menos mal que tengo buen oído, pero me privo de poder ver nada.
Al entrar oí como le decía su marido, “joder nena, como me habéis puesto, ahora me lo tienes que solucionar, ven túmbate” ella con voz empalagosa, le decía, “no puedo, es un bruto me ha dejado destrozada, imposible, pero si quieres me lo comes que sigo ardiendo” un silencio un poco prolongado y Juan Carlos le pregunta, “¿Per no se ha corrido en ti?” ella con voz firme le responde, “Si ¿Y? ¿No te gusta la idea?” ahora su marido con voz dudosa le dice, “No es eso, es que pensaras de mi si lo hago, es eso” suelta Amparo una carcajada corta para decirle, “lo hagas o no lo hagas no más a modificar lo que pienso de ti, que es que te gusta ver como tu amigo me folla y me trata y eso tiene un nombre” oí un tienes razón muy rápido y al rato oía a su mujer decirle, “así, así mi amor, oí lo estás haciendo mejor que nuca, que bárbaro”
Por la mañana cuando me levanté y fui a la cocina me encontré con Amparo sonriente y jovial. Después de saber lo que le hizo su marido, no espere al final, me fui a dormir. Después de los buenos días quise tantearla, “ayer cerraste la puerta y me quede sin saber lo que pasaba, así que dime, ¿Qué paso al final?” ella con todo su papo me contesto, “no pude me dio corte, fue superior a mi” y se quedó tan ancha. Cuando se levantó Juan Carlos y mientras desayunaba iba perfilándonos el día, sin que se lo esperaran dije que yo en cuanto terminara de desayunar me marchaba. No quise dar más explicaciones pero mientras él se iba a duchar, Amparo con extrañeza me pregunto, “¿Qué ha pasado? ¿Por qué ese cambio así de pronto?” y mi respuesta fue seria, que no es que estuviese ni serio ni enfadado, quise que mi postura se notara, “No me gusta que me mientas, porque yo a ti no te he mentido y oí perfectamente lo que paso anoche. El porque me has mentido, no lo entiendo”
Ahora sí que se quedó descolocada Amparo, se quedó compungida y sin saber que decir. Nada más salir Juan Carlos de arreglarse, me despedí y me marché. A él le dije, que temprano recibí una llamada de un amigo que tenía un problema y no podía escaquearme. Lo entendió y me fui.