Premio o castigo II

Tras la primera aventura... por la noche más y mejor

Llegó la hora, me dijo tras la siesta y la cena, vamos a prepararte para la noche...

Ambos estábamos desnudos en la habitación, sacó de su maleta un pequeño paquete y me lo tendió, cuando lo abrí, no entendía muy bien lo que pretendía, era una de cola de zorro pegada a un consolador de silicona, en cuanto lo abrí me dijo: Para que seas de verdad una zorrita.

Yo no podía creerlo, pretendía que me metiera eso en el culo?, si él sabía que nunca había practicado el sexo anal, intenté negarme, pero no cedió, volvió a ponerme a cuatro patas y empezó a dilatarme el culo... primero un dedo, luego dos, un poco de crema, me gustaba... lo estaba disfrutando, cuando vio que empezaba a mojarme decidió que ya había sido suficiente preparación y cogió el consolador con la colita y me lo metió en el culo, la sorpresa me hizo gritar así que me tapó la boca y me dijo que no me lo podía quitar en toda la noche, casi no podía levantarme! mucho menos caminar y él pretendía que yo llevase eso puesto toda la noche!

Despacio me fui incorporando luego empecé a caminar, era imposible sentarme para nada, sacó de mi maleta una camiseta muy ligera y eligió unos zapatos de tacón, me indicó que me lo pusiera todo mientras él se vestía. Poco a poco me fui acostumbrando a llevar eso en el culo, me empezaba a resultar excitante, en mi cabeza ya se dibujaban todo tipo de imágenes, pero él había decidido no dejar de sorprenderme... cuando acabó de vestirse, se acercó a mí y me puso un collar en el cuello... con una correa.

Así me sacó de la habitación, con la camiseta, los tacones y la colita, mi sexo al aire y él sujetando la correa.

En la planta sótano estaba la discoteca y allí me llevó de esa manera, aunque a nuestro alrededor había todo tipo de disfraces sexys, colegialas, enfermeras, chachas, había policías, bomberos, todo el mundo nos miraba al pasar.

Cruzamos el local hasta llegar a la barra, pidió nuestras copas y ató la correa a la barra, él cogió su copa y se fue a bailar.

Pasaba la gente y me saludaban, yo no me atrevía a decir nada, él estaba bailando y sí hablaba con muchas personas, a mí me estaban matando los tacones, no me podía sentar, no podía moverme mucho ya que estaba atada a la barra y la correa no era muy larga.

Él se acercó a mí, me sonrió, le dije que me dolían los pies, y me dijo que hiciera como todas las perritas, que me pusiera a cuatro patitas, sin más se volvió a la pista a bailar.

Cuando ya no pude más me coloqué a cuatro patas bajo la barra y ahí empezó todo, la gente que pasaba me acariciaba como si realmente fuese un perrito, me acariciaban la cabeza, la espalda, algunos por abajo la barriga y las tetas.

Cuando mi marido vio ésto, volvió a acercarse y me dijo: -Una perrita buena cuando la acarician lo agradece, verdad?, los perritos lamen agradecidos a quien los acaricia.

A partir de ahí se hizo un grupo a mi alrededor, si me acariciaban yo tenía que lamerles, me ponía a dos patitas - de rodillas-, él, o ella, según tocara, se apoyaba en la banqueta contigua y yo les lamía el coño o la polla, ellos me acariciaban y yo volvía a chupar, mi marido sonreía y seguía bailando, otros pasaban y me tiraban de la colita, alguno me daba cachetes en el culo, pero no podía mirar, siempre tenía una polla o un coño en el culo.

Se acercó una pareja, me acariciaron ambos y se colocaron para que yo les chupara, primero a ella el coño, luego la polla de él, de manera intermitente uno y otro, cuando estuvieron bien mojados ambos, él decidió follarse a la chica allí, sin dejar de acariciarme, con lo que mientras ellos follaban yo le chupaba los huevos, de vez en cuando sacaba la polla del coño de ella y la metía en mi boca.

Yo ya estaba muy, pero muy cachonda, ya no me daba vergüenza, parece que mi marido se dio cuenta de ello, porque se acercó de nuevo, me levantó del suelo, levanta perrita buena, que tienen que dolerte las rodillas. Pareces en celo, tienes el coño muy húmedo, creo que es el momento de que te cubran, voy a elegir el primer semental.

Yo tenía muchas ganas de que me follaran, pero pensé que lo haría él,y no, me apoyó la barriga contra una banqueta de la barra, mi cabeza y mis tetas colgando por un lado, del otro la colita y mi coño húmedo, no hubo tiempo de nada, enseguida noté que levantaban mi cola y me metían una polla en el coño, chillé, por la sorpresa, y al momento tenía otra polla en la boca, mi marido se apoyó en una columna mirando, el ambiente estaba ya muy caldeado, empezó a pajearse mirándome en todo momento, no tardaron en acercarse dos chicas que empezaron a comerle la polla mientras él me miraba, de mi coño salía uno y entraba otro, al igual que de mi boca yo iba a estallar de un momento a otro.

Ví que se volvía a cercar a mí, apartó a los hombres que tenía a mi alrededor y se tumbó sobre mi espalda, de un tirón me quitó la colita e introdujo su polla en mi culo, me embestía mientras me decía que ésa había sido sólo la primera noche, que teníamos siete, yo ya no pude más y me corrí de una forma bestial, por mis piernas resbalaban mis jugos, con mis convulsiones él también estalló, llenándome el culo de semen, me agarró del pelo y levantó mi cara, -sonríe al público, me dijo.

Cuando ambos habíamos acabado, me levanto, me soltó de la barra, agarró la correa y me llevó de nuevo a la habitación.

  • Descansa, amor... que nos quedan muchas noches.