Premio o castigo

La primera aventura de una mujer descubriendo su faceta más sumisa

Todavía no sé si fue un premio o un castigo; el caso es que cuando me quise dar cuenta estaba en un resort de playa, en mi maleta apenas unas camietas alguna mini y zapatos de tacón, nada más. La maleta de mi marido estaba mucho más llena, yo na sabía que había allí, no me había dejado mirar, como no me había dejado meter nada más en la mía.

Al llegar ya ví que no era un hotel normal, a nuestro alrededor, sin pudor y a la vista de todos había gente desnuda en la piscina, las parejas, o los grupos se acariciaban sin recato, parecía lo más natural del mundo, la gente pasaba por delante y no se asombraba, les saludaban, se acercaban a intercambiar cuatro palabras y seguían con sus juegos, de vez en cuando veías aumentar uno de los grupos...

Tras hacer el check-in nos acompañaron a nuestra habitación, todas en la planta baja, alrededor de la piscina, un gran ventanal nos abría a ella, no había forma de esconderse, tanto las habitaciones como el resto del hotel eran un gran espacio abierto... a todas las miradas.

Yo quería descansar, el viaje había sido largo, pero mi marido, en cuanto me hube refrescado, me indicó que no estábamos allí para dormir, me puso frente al ventanal, al otro lado del cristal había un grupo de cinco personas entretenidos con sus juegos, un chico tumbado en el césped, con una chica a horcajadas sobre su boca y otras dos chicas chupándole la polla con cara de muchas ganas, para rematar la imagen, otro chico estaba de pie frente a la que estaba sentada en la boca del primero con su polla en la boca de ésta.

La imagen me encendió, el descanso ya no me parecía buena idea, pero tampoco me dejaron elegir. Mi marido se puso tras de mí y me quitó la camiseta desde atrás me pellizcaba los pezones, yo empezaba a notar mucha humedad en mi sexo y detrás su polla cada vez más dura apretándose contra mi culo, él me decía al oído que me iba a convertir en una zorrita como las que estaba viendo, me prometía que me iba a divertir mucho, pero que debía obedecer en todo y no poner pegas a nada, que debía cumplir todos sus deseos, teníamos por delante una semana...

Entre sus caricias y la imagen del frente, yo estaba ya al límite, pero no me atrevía a moverme, siempre habíamos fantaseado, pero esto... se salía un poco de todo. Despacio me dí la vuelta, estaba deseando meterme su polla ya durísima en la boca, disfrutarla despacio, acariciarla con mi lengua, pero no pude, en cuanto empecé a moverme, me agarró del pelo y me empujó hacia abajo, del primer empujón me metió la polla hasta que sus huevos me golpearon la barbilla, y tras este primer empujón, uno detrás de otro contra mi garganta, estaba como poseído, con una urgencia increíble, me follaba la boca con una fuerza que yo no conocía, sacó su polla de mi boca y sin dejarme reaccionar me metió los huevos en ella, me decía: tienes que aprender a chuparla bien, que vas a chupar muchas y todos tiene que quedar contentos. él seguía guiando mis movimientos a tirones de pelo,  incluso cuando decidió que debía levantarme, tiró de mi pelo hacia arriba, me dió la vuelta y empujó mi espalda contra la cama, se apoyó sobre mí y me dijo... putita... has visto? ya tenemos espectadores, podría invitarles ahora mismo a follarte, pero de momento eres sólo mía, cuando lo decida, no podrás negarte.

Yo miré hacia la ventana el grupo de cinco ya era por lo menos de ocho y todos nos miraban, no dejaban de follar, pero nos miraban a nosotros, a él ésto le calentaba, así que me subió la falda descubriendo mis glúteos y mi sexo mojado y me metió su polla de una embestida, seguía diciéndome que no iba a ser la única polla que me follara esas vacaciones, que tenía que ser una zorrita para él. Tras unas cuantas embestidas empecé a notar que mi coño se llenaba, creo que él lo notó también, porque se apartó para dejar brotar el líquido de mi cuerpo, después volvió a follarme, mientras me obligaba a mirar a nuestros espectadores y me decía... sonríe, que sepan que mi zorrita disfruta, que después te disfrutarán ellos. Cuando él estuvo listo, me sentó en la cama para correrse en mi cara, recogía con sus dedos el semen que resbalaba por mis mejillas y me hacía comerlo mirando al público, después me pidió que le limpiase la polla con la lengua, cuando acabé, me tumbó en la cama, me abrió las piernas y enseñó mi coño dilatado, abierto y mojado a todo el que quiso mirar.

Te ha gustado? me preguntó; cuando le dije que sí, sonrió, y me dijo que descansara, que después de la cena iba a ser mucho mejor.