Premeditadamente (2)
Liseth recibirá en su casa a su prima Esther quien venía de viaje por tres días, ella ya había planeado dominarla bajo hypnosis y lo logra.
Cerca de las 12:00 del día, Esther llegaba al Aeropuerto del Callao procedente de Cuzco, no llevaba equipaje, sólo permanecería unos días. A las afueras del terminal aéreo le esperaba un auto deportivo de color rojo que era conducido por Liseth, su prima, abordó el vehículo, se sentía algo cansada por el viaje, eran 4 años sin subirse a un avión.
Tomaron dirección con destino a la casa de Liseth, en el centro de Lima; llegando allí, cada cual se duchó y se cambió por turnos empezando Esther por ser quien estaba más estresada.
Liseth le tenía preparada un almuerzo agradable al paladar, con una buena decoración, tal como a Esther le gustaba, comieron, charlaron contándose sus experiencias y anécdotas. Ya Liseth había planeado acostarse con su prima aprovechando que la tendría en su casa por tres días; ella vivía sola y así le sería más íntimo poder tomar su cuerpo por completo sin ningún inconveniente. Para esto había puesto en el refresco de Esther un poco hachís, producto del cáñamo con la particularidad de adormecer a la persona, espero un rato prudencial para poder iniciar su plan.
-Y, ¿Qué tal el vuelo?, debe ser agotador.
-Sí y mucho, a pesar de la ducha y de la comida, aun me siento fatigada y algo estresada.
-Si quieres, puedo ayudarte a calmarte un poco para que te relajes y te sientas mejor.
-Me caería bien y te lo agradeceré, en verdad.
Era lo único que le bastaba para poder dar marcha a su plan. Ella practicaba la Parasicología y la Hipnosis, lo había practicado con su hermano mayor de quien obtuvo el deportivo rojo, lo había hecho en la universidad para terminar aprobada sin necesidad de dar exámenes finales, lo había hecho con Mary, su amiga, a quien había sometido la noche anterior para sus fines lésbicos, ahora era el turno de su prima Esther, ya el hachís empezaba a causar sus efectos.
-Ven, siéntate en la sala en el sofá.
Así lo hizo, se acomodó un poco echando su largo pelo hacia atrás. Lioseth se acercó por detrás de ella casi susurrándole.
-Bien, te daré unos masajes, ponte cómoda, tranquila, confía en mí, relájate.
Empezó a deslizar sus manos en círculos sobre los hombros de su prima, su voz sonaba suave y monótona.
-Sí, sabes que confío en ti.
-Siente mis manos que se mueven suavemente en tus hombros y en tu cuello, siente cómo te relajan poco a poco.
Lo hacía con suavidad, con buen tacto, que la hizo sentirse bien sin que sospechara nada.
-Te sientes mejor, verdad, Esther, te sientes bien ahora que estás en mis manos.
-Sí, me siento muy bien.
-Así es Esther, deseas sentirte así todo el tiempo, deseas estar en manos siempre.
-Sí, lo deseo.
Ya la había capturado, ya la estaba dominando. Liseth sabía perfectamente que uno de los factores para poder hipnotizar a alguien es la confianza, que ese detalle ayuda en mucho para inducir a la hipnosis a una persona. Por eso lo había logrado fácilmente con su hermano y con Mary, ahora lo lograba sin dificultad con Esther. Le dio un rodeo al sofá hasta ponerse delante de Esther sin dejar de tocar sus hombros y su cuello, allí le clavó la mirada directo a sus ojos, empezó a hacerle pequeños masajes en las mejillas.
-Mírame a los ojos, prima, mírame para que te sientas mejor todavía, siente mis dedos en tus mejillas deslizarse libremente haciéndote sentir cada vez mejor, cada vez más relajada, cada vez más placida.
-Sí, me siento mejor.
-Deja que te envuelva con mi mirada, deja que tus pensamientos se desvanezcan, que tu mente se blanquee totalmente, deja que tu voluntad vaya muriendo poco a poco, así te sentirás cada vez mejor, mucho mejor.
-Sí, cada vez mucho mejor.
-Eso es, Esther, eso es, sin nada que pensar, sin nada en tu mente, sin hacer nada por ti misma te sientes cada vez más relajada, más placida. Te sentirás mejor si te entregas al sueño, puesto que estás cansada, sabes que necesitas dormir y que te hará mucho bien entregarte al sueño.
-Sí, debo dormir.
-Sí, Esther, dormir, duerme, duerme, duerme que yo me encargaré de todo, duerme, Esther.
Le tocó la cabeza y ella se quedó dormida, sin embargo, podía escucharla cada cosa que le decía y hacer cada cosa que le pedía, estaba sumergida en un sueño por el cual se sometía más y más a su voluntad.
-Esther, te sientes bien así, verdad, de ahora, en adelante, cada vez que te mire a los ojos y te toque la frente, te encontrarás otra vez en este estado de relax y harás todo cuanto te diga.
-Sí, entiendo.
-Ahora, me besarás, conforme nos vayamos besando te irás despertando, pero te sentirás absorbida por mí y sólo recordarás que estábamos charlando y te pedí ser mi pareja lo cual aceptaste, entendido, Esther.
-Sí, entiendo, Liseth.
Se acercó a ella, puso su manos derecha en sus cabellos, la otra en su cintura y juntó sus labios a los suyos, era un beso tierno, suave, pero alargado, acompañado con las caricias de ambas mujeres; entretanto, Esther despertaba de su estado hipnótico sin percatarse de ello, en su mente se dibujaba una escena en que Liseth le pedía ser su pareja y que había aceptado con el mayor entusiasmo y cariño de su ser. Terminado dicho beso, ambas mujeres se miraron y sonrieron en un tono muy suave como si se tratara de una pareja ideal.
Eran las 5:00 de la tarde y el plan de Liseth había funcionado bien, había ya sometido a su prima y la tendría por dos días más para ella sola; en un par de horas llegaría Mary, pero quería estar a solas con ella, se dirigió a Esther, le estampó un beso correspondido, era un beso apasionado acariciándose a la vez sus cinturas y sus espaldas, terminado el beso, la miró fijamente a los ojos y le tocó la frente haciéndola entrar nuevamente en estado hipnótico.
-Bien, Esther, de ahora en adelante, no consentirás que nadie te bese, solamente yo podré besarte y tocarte, entendido.
-Sí, entiendo.
-Ahora te besaré nuevamente, y después de eso despertarás de este estado y saldrás a visitar a la tía Soffy, allí pasarás la noche, no le dirás nada de mí, entendido.
-Sí, entiendo perfectamente.
Nuevamente la besó, pero esta vez fue más atrevida, le acaricio la entrepierna, a la altura de la vajina por encima de la ropa; terminado el beso, Esther se arregló y salió de la casa diciendo que iría a ver a la tía Soffy. Una vez quedando sola en casa, suspiró, pensaba ya en hacerla suya y en tomar posesión de su cuerpo, pero eso lo haría al día siguiente, de momento, tenía que preparar lo necesario para la llegada de Mary a quien la haría suya esa misma noche.