Preludio

Toda esa situación me había alterado, lo que al principio era un tremendo nerviosismo después se fue transformando, empecé a desear que me hiciese cosas y cuando finalmente se marcharon esos hombres así fue.

Soy una mujer muy sociable y simpática, con una vida correcta de cara a la galería. Tengo 36 años, soy de un pueblo del norte de España.

Me encanta llevar un estilo de vida sano en cuanto a la alimentación y acondicionamiento físico, me gusta tener un aspecto cuidado.

No he tenido muchas parejas, por el simple hecho de que me aburre la monotonía sexual y siempre he tenido mis morbosidades.

Antes de marcharme a estudiar fuera de casa, a los 18, en mi casa tenía un comportamiento de lo más correcto aunque ya había tenido contactos sexuales desde hacia tiempo. Hacia un año que  conocí a un chico  con el que  empecé a quedar, la tenia moto y nos tenía a todas revolucionadas. Quedamos en alguna ocasión a solas y para meternos mano, siempre he creído que el tenia la certeza de que él fue el primero que me sobo, al primero que acaricie su pene hasta que poco a poco lo masturbe, el primero al que di besos en la punta de su pene, mientras lo acariciaba suavemente para finalmente meterlo dentro de mi boca y mamarlo y lamerlo mientras escuchaba  gemía de placer, eso sí poco duraba el acto...

Al poco tiempo de quedar con él, sentía que siempre era lo mismo y me encontraba sin libertad para sentir todo lo que mi cuerpo necesitaba y me pedía a gritos. Tenía ganas de vivir sensaciones nuevas que de forma repentina surgían en mi mente pero al comentárselas a este chico eran criticadas y anuladas al momento. Me sentía avergonzada por querer sentir más cosas, así que decidí ir en solitario, de ese modo no necesito la aprobación de nadie.

Justo en el verano en el que había cumplido 18 años, tuve la oportunidad de ir unos días a conocer Madrid, ciudad de la que estoy enamorada por completo y en la que viviría hasta finalizar los estudios. Y tuve la suerte de ir a la capital con forma liberal de pensamiento, ciudad en la que existe todo tipo de gente, local…además de la simpatía y amabilidad de los madrileños…aunque ese es otro tema y no quiero desviarme. Jejejeje.

En Madrid viví la primera de las experiencias en las que me sentí viva por completo, viaje sola y estaba alojada en una pensión del centro.

Después de haber estado todo el día dando vueltas para ir conociendo la ciudad y sitios más emblemáticos, cene algo rápido en uno de los bares y comencé el camino hacia la pensión. De camino encontré un pub Irlandés (me apasionan) y entre para tomar algo, pedí una copa y la verdad que el sitio estaba casi vacío, solo un grupo de señores mayores al fondo y en una mesa un par de mujeres. Yo estaba sentada en la barra tomando la copa y el camarero empezó a darme conversación, el era un hombre que me sacaba unos cuantos años pero parecía muy simpático. La verdad que estaba pasando un buen rato y pedí otra copa, la conversación resultaba interesante y no tenía otros planes.

Cuando fui a pedir una tercera copa me di cuenta de que no me quedaba más dinero en la cartera, así que le pregunte al camarero si podía indicarme donde había un cajero de mi banco o similar. El me dijo que no me preocupase, que me ponía otra copa y que después ya fuese al cajero, que no era un problema. Al principio me dio vergüenza porque soy muy de pagar al momento todo pero el rápido la puso.

Mientras tomaba esa tercera copa él seguía hablando conmigo, el entre risas me decía que parecía una cría y que cuantos años tenía, yo le conteste que 18 a lo que el rápido contesto que se veía que era muy tierna, y acto seguido se reía de forma cariñosa.

Rápido me pregunto si sería capaz de adivinar su edad, la verdad que estaba muy perdida y le dije que 32, nuevamente se echó a reír, pero esta vez a carcajadas y me dijo que muchas gracias por el piropo, que el tenia 41 pero que se alegraba de que lo viese tan joven.

Las dos mujeres que estaban sentadas en la mesa se marcharon y solo quedaban al fondo de la barra esos hombres que estaban a punto de terminar tanto la conversación como su consumición, cuando vio que quedaba poco en la mía rápidamente me la relleno mientras que a los otros clientes del fondo les advirtió de que se acercaba la hora de cierre.

El se acerco nuevamente a mi mientras recogía cosas de la barra y me dijo que para la edad que tenia le atraía mucho, la verdad que no fue nada ofensivo, todo lo contrario.

Yo tenía claro de que él quería algo conmigo y además me estaba emborrachando. El me daba mucho morbo, la verdad es que tenía un cuerpazo y me gustaba que ligase y que quisiese hacer algo más.

Antes de que los hombres del fondo se marchasen, me dijo que si quería ver la cocina del pub. Yo le dije que sí y fui hacia la puerta, cuando entre, el también entraba desde la barra. Me sonreía y directamente se acerco a mí y me dijo que tenía pinta de estar muy rica, la verdad es que ahí me corte un poco y me quede quieta. El empezó a sobar mis pechos y acercar su paquete y apretarlo junto  a mí, yo estaba muy nerviosa porque era la primera situación que se me presentaba así pero en el fondo lo había provocado, tenía ganas y la verdad que el alcohol también envalentona.

En ese momento si me agobie por los hombres de fuera y le dije que por favor que esperase a que se marchasen. El me dijo que sin problema.

Toda esa situación me había alterado, lo que al principio era un tremendo nerviosismo después se fue transformando, empecé a desear que me hiciese cosas y cuando finalmente se marcharon esos hombres así fue.

Al marcharse, yo seguía metida en la cocina medio sentada en una mesa. El me dijo que ya nos habíamos quedado solos y que estuviese tranquila. Me dijo que le había gustado mucho tocarme las tetas aunque hubiese sido por encima de la ropa, me miraba fijamente y me pregunto si me importaría que se las dejase ver un poco. Solté los botones de mi camisa y el saque fuera del pantalón sin llegar a quitármela, así se veía mi sujetado y sin quitármelo saque mis pechos dejándolos al aire libre. Cuando los vio me dijo que le gustaban mucho y que le gustaría acariciarlos un poco.

Los acaricio, mis pezones se ponían duros. Me quito la camisa y el sujetador dejándome desnuda de cintura para arriba mientras seguía sentada en la mesa y el acariciándome las tetas, lamiendo mis pezones… en seguida me dijo que me quitase las bragas y que le enseñase lo que tenía por ahí abajo.

Antes de quitarme los pantalones y las bragas, notaba como me había excitado, estaba completamente mojada y notaba mucho calor, tenía muchas ganas de que quisiese tocar mi coño. Cuando lo deje al descubierto el lo miro y paso sus dedos por él mientras sonreía.

Empezó a acercar su paquete para que notase que su polla estaba dura, seguía muy nerviosa pero la verdad que cada vez estaba más excitada y lo mejor de todo es que no me conocía nadie allí, nada de lo que pasase se conocería.

Instintivamente acariciaba su paquete por encima del pantalón y él me preguntaba si me gustaba notarla así, la verdad que si me gustaba notar su polla y la situación de que alguien que pudiese ser mi padre me estuviese viendo y sobando las tetas además de ofrecerme su paquete.

El se bajo la cremallera y saco su polla que para nada tenía que ver con las que había visto antes, esta ya era la de un hombre. Me dijo que se la podía acariciar y así lo hice aunque al principio continuaba con la vergüenza, poco a poco me iba soltando. Notaba como cada vez se ponía más dura.

Me pregunto si alguna vez había hecho una mamada, yo muy cortada le dije que sí pero que nunca a un hombre, el sonrió y me dijo que no había problema y que a él le encantaría que se lo hiciese si a mí me apetecía.

Me acerque a él y continúe acariciando muy suave su polla, le pregunte si así le gustaba o quería que lo hiciese de otra manera. Me dijo que así lo hacía bien, pero que debía probar a dar unos besitos en la puntita.

Me arrodille e hice lo que me pidió y comencé a darle besos en la puntita y a lo largo de su polla, empecé también a dar pequeñas lametadas, suavemente le pajeaba mientras besaba y lamia. - El me dijo que lo hacía muy bien y que le parecía que no era la primera vez que hacia eso -. Entre gemidos me decía que así tenía que hacerlo, notaba como su polla crecía dentro de mi boca, el cada vez quería que lo hiciese más rápido pero no podía, el cogió mi cabeza con sus manos y comenzó a meter y sacar fuerte y rápido su polla de mi boca, me dio miedo porque parecía que me iba a ahogar aun así cada vez notaba que estaba más mojada.

Era una mezcla de vergüenza, excitación, miedo al ver el tamaño de su miembro, morbosidad…después de que me follase la boca, me sentó en una de las mesas de la cocina y mientras me acariciaba el chocho él también se acariciaba.

Se acerco a mí y empezó a meter poco a poco la puntita en mi coño, me gustaba mucho lo que me estaba haciendo, me la metía muy despacio, poco a poco iba metiéndola mas mientras aumentaba el ritmo. No podía parar de gritar, no paraba de metérmela y sacarla cada vez más duro, me dolía un poco pero me gustaba mucho lo que sentía.

La saco y me dijo que se la chupase un poco más, me incline y  obedecí, rápido el me dijo que me estaba portando muy bien, saco su polla de mi boca y de nuevo me coloco sentada en la mesa y me abrió las piernas, en esta ocasión, coloco la puntita y la metió de un empujón, me hizo dar un grito, le dije que por favor que un poco más suave porque me dolía, el continuo follandome (aunque ya no tan duro) y cuando estaba para correrse, la saco y se corrió en mis tetas y volvió a decirme que se la chupase un poco.

Cuando acabe de chupársela, fui a asearme al lavabo y a la vuelta me dijo que no era necesario que fuese al cajero para pagar las copas que él me invitaba

Dado que es la primera vez que me atrevo a escribir sobre estas cosas que me suceden… me encantaría que me dieseis vuestra opinión de si os gusta como lo he expresado o que aspectos puedo mejorar. Cualquier crítica constructiva será bien recibida y sugerencias sobre temas también.