Preliminares de la boda (2)
Nuestra protagonista descubre en su subconsciente el motivo de tan rápida infidelidad, y se encuentra con nuevas experiencias
PRELIMINARES DE LA BODA 2
Nota previa: esta segunda parte está dedicada a "Peperoncino", quien con sus comentarios sobre la primera parte me ha hecho ver que necesitaba profundizar sobre la personalidad de la novia.
Por la noche, una vez mi novio se durmió, empecé a pensar sobre todo lo ocurrido aquella tarde. Estaba a punto de casarme, y quería a Oscar, pero el pacer que sentí fue intenso, tanto como... y entonces lo recordé, ¡¡mi subconsciente lo había ocultado, pero no borrado!! ¡¡Gracias hermanita por haberme hecho tan puta como tú!! Lloré confusa mientras lo recordaba...
Acababa de cumplir los 18, y mis padres se fueron de viaje. Yo sabía que mi hermana mayor aprovecharía para entrar con su novio y que tendrían sexo constantemente. Y por los gemidos que oí cuando entré en casa, así lo supuse, pero no era con su noviete de entonces, sino con dos hombres a los que no había visto en mi vida, mayores que ella, y muy... cachas. Ella se pensó que yo me quedaría en casa de una amiga, y por eso estaba en la habitación de nuestros padres, con la puerta abierta. Lo que vi fue alucinante, y me superó en mis expectativas. Marga estaba en medio de los dos hombres, y pude ver perfectamente cómo tenia las dos pollas clavadas en el coño. Ella gemía arqueada sin poder ni hablar, mientras ellos alababan la dilatación de su vulva. Yo no era ninguna mojigata, ya no era virgen, pero nunca imaginé algo así. Y sin darme cuenta, mi sexo se fue humedeciendo, a medida que aumentaban los gritos de ella. Cuando los tres acabaron, me escabullí sin que se dieran cuenta, y me fui a la cocina. Allí estaba en estado de shock, cuando uno de ellos se me acercó desde detrás, totalmente desnudo y me preguntó si me había gustado. Sólo él se dio cuenta que tenían público. Yo lo miré, primero a la cara, y luego a su tranca, tiesa, brillante, con el olor de marga impregnado en todo su cuerpo.
No le respondí, y él cogió mi mano y me acercó a su cuerpo. Sin resistirme, me dio un beso en los labios y se apretó a mí. Noté que su tranca se clavaba en mi vientre hasta casi el pecho. ¡¡Era enorme!! Sus manos hábiles levantaron mi falda y apartaron mis braguitas blancas. Sus dedos comprobaron que mi silencio era sólo vocal. Mi cuerpo le pedía a gritos ser usada como Marga. Me tumbó en la mesa de la cocina, y me empezó a comer el clítoris mientras se giraba y ponía su aparato cerca de mi boca... Supe qué hacer, pero no me cabía apenas, y no me importó sentir el ácido olor de Marga en su pene... Succionaba como podía en un intento de gustarle, tanto como él me daba placer a mí. Y cuando se giró y su polla ya acariciaba mi hinchada vulva, lo llamaron para volver. Él, con una sonrisa de disculpa me besó en los labios y me dijo que mirara si quería. Me quedé un buen rato con las piernas abiertas encima de la mesa, pro cuando volví a oír los gritos de Marga, supe que yo fui un instante de deseo para él, pero a mí me marcó, deseaba sentir algo tan grande dentro de mí, y ese deseo se quedó dormido hasta ayer. Seguí llorando hasta que me dormí.
Al día siguiente lo tenía muy claro ya, volvería; y hasta que por fin se fue mi novio de viaje Estuve impaciente, muy nerviosa, no acababa de irse nunca, hasta me molestó su beso de despedida, porque mientras juntábamos nuestras lenguas y me aclimataba a su calidez, me metió bruscamente un dedo por el culo en un movimiento rápido por dentro de mi pantalón. Me dijo que quería conservar mi aroma. Estoy segura que se equivocó de agujero, pero disimuló.
Ya desde el aeropuerto llamé al trabajo para avisar que me era imposible ir, y me dijeron que como faltaba tan poco para la boda, que me tomara estos días libres... las cosas iban a mejor...
Aparqué en nuestra futura plaza de parking, respiré hondo y salí a la calle. El día era radiante, luminoso, y parecía que un rayo de sol iluminara la puerta de la tienda de lencería, como una señal divina: está aquí, entra, vamos, parecía que me lo dijera a cada paso que daba.
Cuando crucé la puerta, la señora me sonrió.
_Vaya, vaya... veo que te gusta lo que te ofrecemos aquí... Pero ahora el probador está ocupado... y yo sabía perfectamente a qué "probador" se refería. Claro que si quieres mirar...
Y sin esperar mi respuesta, me cogió de la mano y me llevó a la trastienda. Allí vi a Juan estirado en un camastro, mientras una mujer, de unos treinta y pocos, lo cabalgaba intentando en vano clavarse todo aquel pedazo de carne. Por la lubricación que mostraba, aquella mujer apenas pudo meterse la mitad de la polla, y cada vez que bajaba, su vientre se contraía por el espasmo que le provocaba el "pinchazo" del glande en el fondo de su vagina.
La escena era en sí ya excitante. Esa mujer tenía una muy bonita figura, mostraba su cuerpo depilado por completo, y realmente disfrutaba como una loca, sin importarle que estuviéramos allí. Por su parte, Juan, al vernos, hizo una especie de sonrisa, y noté cómo su verga aún creció un poco más, con lo que la pobre mujer en ese momento ya sólo bufaba por el grosor y la dilatación a que estaba sometida.
La señora se le acercó y acariciándole los pechos me dijo:
-Esta putita se llama Susana, es una de mis mejores clientas, así que tiene un trato especial. Y acto seguido le dio un beso dulce en los labios, que Susana aceptó con deleite, a pesar de las embestidas a que estaba siendo sometida, mientras la mano de la propietaria de la tienda bajó hasta el clítoris, y lo empezó a acariciar con las uñas.
Si aquello volvía loca a Susana, a mí me estaba poniendo a mil. La envidiaba, quería ocupar su lugar. La propietaria, de la cual aún no sabía su nombre a pesar de que le entregué mi cuerpo (ver la 1ª parte), lo sabía, y por ello prolongaba mi tortura, a la vez que el placer de Susana, con ligeros toques y pellizcos que frenaban su orgasmo. Como un pistón, la polla de Juan empujaba frenéticamente. Su mirada coincidía con la mía, y me pareció conectar con él, como si deseara que fuera yo la que ocupara el lugar, y que por eso la follaba con una violencia brutal. Susana al final no aguantó más, y tuvo un orgasmo brutal, tanto que no controló su cuerpo, y gotas de orín salpicaron la mano de la mujer de Juan. Tardó casi cinco minutos en reunir fuerzas para salirse del objeto de su placer, y cuando lo hizo, le pude ver la gran abertura que había allí donde seguramente hasta hace pocos minutos había una pequeña sonrisa vertical. A todo esto, Juan no se había corrido aún, y su mástil, desafiante, buscaba guerra, otro lugar donde batallar, y mi cuerpo iba a ser su víctima.
Susana le pidió a Gloria (por fin supe el nombre de esta enigmática mujer) que la ayudara a levantarse, aún le temblaban las piernas. Lo hizo, mientras en la mano llevaba unas bolas de acero gruesas, y le dijo que siguiera usándolas, para que su sexo pudiera adaptarse más al de Juan. Susana sonrió al cogerlas, y tras guardarlas en su bolso, se puso un vestido largo que levaba, sin nada más, y con un efusivo beso en la boca al matrimonio, se despidió feliz y radiante. Gloria la acompañó a la puerta, dejándome a solas con Juan. Éste emitió un gruñido para captar mi atención. Blandía en su mano su herramienta. Quería que le hiciera algo. Me acerqué a acariciarla. Olía a Susana, una olor fuerte, de hembra en celo. Estaba segura que yo debía desprender un aroma parecido, ya que notaba mis bragas muy mojadas. Restos de flujo de ella aún continuaban pegados a su glande. Yo ya estaba rozando el capullo, cuando Gloria volvió.
-Bueno, chiquilla, ya es todo para ti... y para mí, porque creo que le has gustado mucho, no se ha corrido dentro de Susi porque quiere hacerlo dentro de ti, así que vas a excitarlo mucho con mi ayuda. Y lo dijo mientras empujaba mi cabeza hacia su polla. Como una autómata, abrí la boca y degusté aquella carne en barra con salsa de Susana. Apenas me cabía en la boca. Mientras, Gloria empezó a desnudarme, mientras le hablaba a Juan.
-Juan, esta putita te gusta, ¿verdad? Le cabe toda tu polla dentro, es una de las pocas que lo han logrado, y hemos de compensarla dándole mucho placer, que desee vernos cada día, ¿estás de acuerdo? Juan gruñó. Suponía que debería ser un sí.
Sin dejarme sacarla de la boca, me hizo girar, ya sin ropa, para mostrar mi coño a Juan.
-Mira Juan, mira su coñito. Está húmedo y caliente. Gloria rozó toda mi rajita para mojar su dedo y ponérselo en la boca. Demuéstrale que no sólo sabes utilizar tu tercer brazo. Y como accionado por un resorte, empezó a lamerme el coño de una manera que nunca me lo habían hecho. Y Gloria a la vez se dedicó con su lengua a mi culito. Estaba siendo deliciosamente comida, y me gustaba muchísimo. En ese momento no me importó ni la próxima boda, ni mi futuro esposo ni nada, sólo quería dar y recibir placer.
Gloria separó con sus manos mi entrepierna para que ambos pudieran acceder mejor con sus lenguas. Me estaban volviendo loca, y a pesar de la lengua larga de Juan que se metía muy profunda en mi vulva, empezaba a necesitar algo más consistente. Y Gloria lo supo.
-Juan, mira, creo que necesita ya algo duro que la llene... pero a ti te gusta cómo te la chupa... creo que te va a gustar ver cómo le entra mi mano dentro...
Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Estaba firmemente cogida, sin escapatoria, y Gloria iba a hacerme un fisting. Había oído hablar de ello, y alguna foto. A mi novio le excitaba ver a tías reventadas así, y yo siempre le dije que eso era para putas que usaban constantemente su coño... pero eso era justamente lo que era yo en estos momentos. Mi cerebro decía no, mi cuerpo sí. Mis ganas de placer me vencieron cuando Gloria llevaba ya cuatro dedos hurgando en mi interior y forzaba al pulgar a entrar rompiendo mi resistencia.
Cuando los nudillos se abrieron paso y con un sonoro "plop" su mano se deslizó por completo hasta chocar con mi útero, me saqué la polla de Juan de la boca y me arqueé mientras gemía de dolor y placer.
-Mira Juan, le ha cabido toda!! Exclamaba Gloria, muy excitada. Imaginaba su coño licuado también por la escena. El espectáculo acababa de empezar.
CONTINUARÁ