Precalentamiento en el sofá

Tocamientos en el sofá conducen necesariamente a continuar en la alcoba

Después de cenar, con los niños ya acostados llega uno de los momentos dulces del día. Es tiempo de ponerse cómodo, relajarse, tomar posesión del sofá delante de la tele y dejar que el sueño vaya viniendo poco a poco.

Mi esposa Carla y yo cumplimos escrupulosamente el ritual. Antes o después de cenar, una buena ducha, nos ponemos el pijama y nos “echamos” cómodamente en el sofá. Mi sobrina ha tomado la misma costumbre, por lo que la escena se resume en: Carla ocupa un extremo del sofá chaise lounge, en el otro, mi sobrina y yo entre ellas dos.

Es un mueble amplio y muy cómodo, donde Carla se relaja. Desde que se levanta tan temprano para ir a la nueva oficina, casi siempre se duerme antes de terminar de ver el programa. Ahora, de momento los tres estamos pendientes y atentos a la película que hemos elegido para ver.

Mi sobrina se ha acurrucado en un extremo, con las piernas recogidas encima del sofá y apoya su cabeza sobre el reposabrazos. Tal como está colocada me deja a la vista sus piernas desnudas. Me gusta ver como de vez en cuando las mueve para frotar un pie contra el otro, y siento tentacion de alargar la mano para ponerla sobre sus pies.

Lleva puesto uno de sus simpáticos pijamas: un conjunto de dos piezas crop top y short, decorado con el dibujo de  una simpática gatita. Eso es lo que ella parece…una gatita mimosa enroscada sobre si misma a punto de dormirse en un rincón del sofá.

La respiración acompasada de mi esposa me indica que se acaba de dormir y solo ha podido ver el inicio de la película. Se ha quedado abrazada a mi lado con la cabeza apoyada sobre mi hombro, lo que se dice coloquialmente: “completamente frita”. No la voy a despertar pues está muy relajada y cómoda, no quiero estropear este momento de dulce reposo.

Davinia estira una de sus piernas hasta tropezar con mi muslo. Pongo la mano sobre su pie y  lo acaricio. No soy fetichista, aunque tocarle los pies y las pantorrillas a mi sobrina me encanta. Tiene unos deditos chiquitines, con las uñas pintadas y una piel suave. Debo tener cuidado al tocarla, pues sé que es bastante cosquillosa y no quiero que se espante.

Después de tocarle el pie durante un ratito, Davinia intercambia la pierna como si el otro pie sintiera envidia de las caricias recibidas por el primero, reclamando su parte. Sin dejar de mirar a la tele repito el masaje sobre el otro pie.

De soslayo miro al rincón donde está mi sobrina y veo que apoya la mejilla sobre la palma de una mano, mientras que la otra se hunde en su entrepierna. Prestando un poco mas de atención descubro que con mucho disimulo, mi sobrina se está dando una buena dosis de autosatisfacción.

Mientras yo le acaricio los pies, ella se toca, frota los muslos entre si y aprieta los músculos de la pelvis. De una forma discreta y callada se está haciendo un dedito teniéndome a mi como testigo sin participar.

Aprovecha el confort de la situación y mi indiscutible complicidad para darse gusto. A mi eso me estimula y excita mucho, pues se que soy parcialmente responsable de este despertar de emociones.

Yo la miro, ella me mira, se cruzan nuestras miradas y algo nos dice que nos gusta mucho la situación pero que no podemos ir más allá. A pesar de todo, mi sobrina encuentra la forma de aumentar la temperatura.  Coloca las piernas de forma que su culo queda bien orientado hacia mi y se echa el pantaloncito a un lado para así mostrarme los labios de su vulva.

Trae un pie hasta ponerlo pegado a mi muslo y con la mano se toca los labios, pasando la mano a lo largo de la raja para terminar metiéndose un dedo. Amparados por la penumbra y que mi esposa duerme plácidamente, nos podemos concentrar en nuestro erótico juego. Yo le acaricio los pies y ella se fricciona los labios de la vulva muy plácidamente.

La situación me resulta muy morbosa, me gusta que mi sobrina me utilice de ésta manera para darse gusto, y no puedo evitar tener una erección enorme. La lástima es que no me puedo mover de mi posición, mi mujer me tiene bien sujeto. Por el otro costado está abrazada a mi y yo no puedo moverme si no quiero que se despierte.

Con mi complicidad, Davinia se sigue acariciando hasta que entre hondos suspiros le llega su orgasmo. Uhmmm que sensación tan rica!!! Sentir que se ha corrido mientras le cojo por los pies y juegos con sus dedos.

Con tanta emoción contenida, algo debo haber hecho para que Carla perciba algún cambio, y eso se traduce en soltarse de mi brazo. Luego se estira completamente en el sofá. Esta parcial libertad se traduce en que mi sobrina cambia de posición, pasa de darme  con los pies en las piernas a poner su cara apoyada sobre mi brazo.

Haciendo gala de su innegable osadía, pone la mano sobre mi pubis, comprueba que estoy completamente excitado y eso le da pie para agarrarme la polla por encima del pijama. Con la mano formando un canuto, la pasa repetidamente a lo largo de la verga dándole un rico masaje por encima de la tela.

Estoy encantado y le dejo hacer mientras vigilo que mi esposa siga durmiendo tranquilamente. Davinia me mira con insistencia tratando de saber a través de la expresión de mi cara si me gusta lo que me hace.

Súbitamente Carla se incorpora, durante unos segundos se queda sentada dudando que hacer. Al final dice:

-“uy, me he quedado completamente dormida”, “me voy a la cama, mañana me contáis el final de la película”, dicho esto se levanta y andando como una sonámbula se encamina hacia la alcoba.

En cuanto desaparece tras la puerta del salón, Davinia se lanza  a por mi, mete la mato dentro del pantalón y me agarra la polla decididamente. Levanto un poco el culo del asiento para poderme bajar el pantalón completamente dejando todo mi pubis desnudo.

Mi polla apunta al techo orgullosa, mi sobrina me baja el pellejo y hace que el capullo se muestre completamente hinchado, brillante con un color morado de sangre acumulada. No parece que tenga ninguna prisa por darme gusto, recreándose en los tocamientos.

Yo la miro con mucha impaciencia, deseando que me de unos cuantos meneos rápidos y enérgicos para provocar mi rápida eyaculación y así poder ir con mi mujer para que no sospeche nada.

Davinia no piensa lo mismo, se moja la mano con saliva y luego la restriega rodeando el capullo, rozándolo, toqueteándolo, para llevarme al borde de la locura con mucha parsimonia.

Cuando ya veo próximo mi orgasmo, la muy condenada, me da un apretón en las bolas, que me hace estremecer y detiene en seco la progresión de mi excitación. Repite esta maniobra varias veces, lo que provoca que mis huevos se inflen como pelotas, acumulen leche y me empiecen a doler, con lo que mi deseo por eyacular va creciendo de forma exponencial.

Oímos con nitidez el ruido de la cisterna del inodoro, una puerta que se cierra y la voz de Carla que me llama desde el fondo del pasillo.

-“¿Todavía no ha terminado la película? ¿por qué no vienes a la cama? pregunta desde la oscuridad.

Casi al mismo tiempo mi sobrina y yo miramos hacia la tele para comprobar estupefactos que ya hace un buen rato que la película terminó. Sobresaltado me subo el pantalón del pijama tratando de disimular mi erección, voy deprisa hacia la habitación, fingiré que estaba solo y que me había quedado dormido.

Por suerte, al llegar al lecho compruebo que Carla ya se ha vuelto a dormir por lo que no notará mi desazón por creer que nos ha pillado “in fraganti”. Me acomodo en mi costado de la cama, cierro los ojos y pretendo dormir a pesar del tremendo dolor de huevos que tengo.

Mi esposa, en sueños, cruza su brazo sobre mi pecho buscando la seguridad que le da sentirme cerca. Pasados diez minutos todavía permanezco inmóvil boca arriba, con los ojos abiertos, el corazón alterado y un tremendo dolor de huevos que me impide conciliar el sueño.

Oigo un clic metálico que proviene de la puerta, en medio de la penumbra veo que un bulto avanza hacia donde estoy. La casi completa oscuridad me impide distinguir quien ha entrado pero estoy seguro que es mi sobrina la que se acerca.

Tanteando en la oscuridad para no tropezar, alcanza la cama y a continuación me toca la pierna levemente. Una vez situada a mi altura busca mi brazo, me sacude con cuidado tratando de despertarme sin saber que yo ya estoy despierto.

Me agito sobre la cama haciendo ver que me ha despertado y enseguida siento como pone su manita sobre la boca para impedir que diga nada.

-“Shissst… shissst no hagas ruido…he venido a darte las buenas noches”, me susurra al oído tras acercar su cabeza a la mía.

-“¿estas loca?¿qué haces aquí?...¿no ves que es muy peligroso? Anda vete a tu habitación y no compliques las cosas. Mañana hablamos…¿vale? Le digo con intención de hacerla desistir de lo que tenga pensado hacer.

Evidentemente no acepta mi rechazo pues sabe que yo también estoy deseando que se quede y me ayude a liberar la tensión que llevo acumulada. Sin dar tiempo a más conversación baja la mano desde mi hombro hasta mi entrepierna deslizando los dedos lentamente por el pecho y el vientre.

Allí se encuentra mi polla totalmente empinada y dura como una roca. La agarra por encima del pijama dándole unos roces muy ricos. Yo no puedo aguantar más, con ambas manos me bajo el pantalón hasta más debajo de las rodillas y le dejo a su alcance todo mi sexo.

-“¡Qué bien se está aquí! ¡me encanta que te pongas así por mi!, me susurra.

-“Esto es una locura… nos puede pillar y sería muy embarazoso para todos”, le advierto.

-“No te preocupes, lo hacemos todo con mucho cuidado y en silencio…tu tranquilo…déjate llevar”

Tras su comentario me siento un poco más relajado, yo con tal de que me libere de este intenso dolor de huevos que me persigue, me abandono en sus manos para que haga conmigo lo que quiera. Inclino un poco la cadera hacia el costado que está ella y le dejo vía libre para que me haga lo más desee.

Tras manosearla un poco, me la coge por la raíz, noto su aliento cerca del capullo hasta que su lengua cálida y húmeda me da unas lamidas alrededor del capullo. Me siento desfallecer y no soy capaz de oponer la más mínima resistencia a su incursión nocturna.

-“me gusta tanto…y se que lo estabas deseando,  no podía esperar hasta mañana”, me dice entre chupada y chupada. “Uhmmm que rica está. Me encanta sentirla dentro de mi boca, y ese juguito que desprende… uhmmm me vuelve loca” dice de forma entrecortada.

Deseo con todas mis ganas que siga y me la dejo chupar. Rodeada por la penumbra la observo y me parece ver un tierno becerrito chupeteando y succionado la teta de su mama. Asi es la cara de satisfacción tiene Davinia mientras me lame la punta.

Estamos un buen rato hasta que mis huevos empiezan a ponerse bien duros y quieren liberar la presión con una gran corrida.

Mi cuerpo coge rigidez, aprieto los glúteos y todos los músculos de las piernas. Mi respiración se hace entrecortada, apoyo mi mano sobre su cabeza acariciando su bonito pelo y me dejo llevar por el intenso placer que me proporciona con sus lametones y chupadas.

-“Siiii…siiiii me viene, me vieneeee…” le susurro  al tiempo que entre espasmos incontrolados dejo ir varias andanadas de leche espesa  y caliente que no se donde va a parar, quizás sobre el top de su pijama, no se…

Me da unos suaves meneos hacen aflorar hasta las últimas gotas de leche que Davinia luego recoge sobre sus labios y con la lengua.

-“uffff, ha estado de maravilla…”, le digo mientras paladeo la intensa sensación de bienestar que me ha quedado después de mi orgasmo relajando mi cuerpo por completo.

-“buenas noches querido tío… ahora los dos ya podemos descansar tranquilos”, “Buenas noches…hasta mañana”, dice mi sobrina antes de desaparecer en la oscuridad de la noche.

Deverano.