Postre ii
Léelo después de leer la parte I... Ahora voy a probar un trio
Este escrito es la continuación de Postre I. Si no lo has leído por favor léelo antes de leer este para que lo comprendas mejor. Espero críticas constructivas de tu parte querido lector. Gracias por tu lectura.
Me quede dormida, rendida al placer. No sé cuánto dormí pero me despertó una sensación de sobresalto. Vi en la puerta una hermosa mujer observándonos con una sonrisa en sus labios. Miguel se movió a mi lado y con una sonrisa se dirigió a la mujer:
- Hola corazón. ¿cómo estás?
- Bien – repuso ella – ¿disfrutaste?
- ¿tú qué crees? – le contestó él – bebé te presento a mi amiga Sonia, Sonia ella es Angelique.
- Hola Angelique – Me sonrió dirigiéndome una mirada que abarcó todo mi cuerpo apenas cubierto por la sabana.
- Ho… Hola – repuse con incomodidad. Esa mujer me observaba como quien ve algo que se quiere devorar poco a poco.
- ¿Me puedo unir o es algo privado? – preguntó ella con desparpajo.
Miguel me observó, colocando una mano en mi seno, di un respingo. Al observar mi reacción me dijo con ojos suplicantes:
- Por mí no hay problema, todo depende de ti.
Jamás me había visto en tal disyuntiva, nunca había compartido a mi pareja, ni hecho el amor con dos personas a un tiempo, mi mente corría veloz, diciéndome que esto no era normal, pero el morbo ganó a la razón ¿por qué no? me dije internamente y me hice a un lado de la cama. Sonia interpretó mi movimiento como aceptación y se acercó suavemente despojándose de su ropa, quedándose completamente desnuda ante mí.
Que diosa, era hermosísima, tenía un cuerpo de envidia, su piel morena brillaba por la ansiedad de ser acariciada, su senos endurecidos y enormes pedían a gritos ser lamidos, y esa totonita depiladita completamente. Se me acercó con una sonrisa en sus labios y me beso suavemente en la boca.
- Traviesa, me gustan las primerizas y sé que te voy a gozar – me dijo con voz ronca y susurrante, despojándome de la sabana que me cubría. Pasó su mano por mi seno y lo tomó con delicadeza chupando mi pezón. Gemí guturalmente y cerré mis ojos disfrutando del momento, echando mi cabeza hacia atrás, ella aprovecho mi movimiento, besando para subir su boca a mi cuello echándome hacia atrás hasta acostarme en la cama.
Miguel solo nos observaba, su miembro estaba erecto demostrando lo excitado que se encontraba ante la visión de nosotras besándonos y acariciándonos. Sonia ahora acariciaba mi totonita, me metía sus dedos con un movimiento circular, excitando mis sentidos. Comenzó a besarme en todo el cuerpo bajando su cabeza hasta mi totonita, acariciando con su lengua mi clítoris, metiendo y sacando sus dedos con un movimiento que me volvía loca, sorbiendo mis jugos como ante un maná. Miguel se me acerco y comenzó a colmarme de caricias y besos. Me pellizcaba y lamia los pezones. Me sentía increíble, dos personas me colmaban de caricias y sensaciones por todo mi cuerpo. Abrí mis ojos y observe como Sonia me comía con su boca y entonces sentí los primeros ramalazos del orgasmo que estremeció todo mi cuerpo. Me sentí como toda una hembra abierta de piernas y estremecida por el deseo de esos dos seres que me daban placer.
Sonia abandonó su posición entre mis piernas y se arrodilló colocando su totona ante mi cara, quería que yo me comiera su coño y así lo hice, en forma golosa, la observaba estremecerse ante mis caricias y fue cuando me di cuenta que Miguel estaba justo detrás de ella, tocando y acariciando sus pechos y clavando su pene en mí. Era increíble, mi morbo nunca había imaginado una situación como esta. Me devore la totona de Sonia con mi lengua y clave mis dedos dentro de ella con un movimiento de mete y saca rítmico que la hacía gritar mi nombre, mientras tanto yo me estremecía por las estocadas que me daba Miguel con su pene, sus movimientos eran fuertes, de repente me sujetó de los tobillos y me abrió más de piernas lo que le facilito que me clavara aún más ese pene potente y enardecido dentro de mí, Sentí que me iba nuevamente a un orgasmo desgarrador al mismo tiempo que observe como Miguel sacaba su pene de mí y regaba la espalda de Sonia con su leche y como Sonia se estremecía manando de su totona los jugos que bañaban mi cara estremecida de placer. La sensación fue fantástica, Sonia se retiró de mí y dándome un beso se dirigió al baño. Miguel se tumbó encima de mí, diciéndome al oído:
- Sabía que mi postre era de largo comer, te voy a disfrutar de todas las formas posibles bebé.
- Unos orgasmos y te crees el rey del mundo – le dije con una sonrisa picara en mis labios.
- Te deseo, te tengo y te deseo mas de lo que antes te deseaba.
- Yo también te deseo.
- No se me pasa el hambre por ti.
- Quizás no deberíamos.
- Si, deberíamos.
- ¿Crees que puedes persuadirme? – le dije con una sonrisa.
- Soy un científico.
- Y ¿eso que tiene que ver con el sexo? – le pregunté desconcertada.
- Después de todo, los orgasmos no son más que una reacción biológica a la estimulación.
- ¿Qué acabas de decir? – le dije con una carcajada
- Los orgasmos son biológicos ¿quieres que te lo demuestre?
- y exactamente ¿qué me quieres demostrar?
- Antes de un orgasmo, el cuerpo se excita cada vez más – dijo Miguel abrazándome – se incrementan la respiración, el ritmo cardiaco y la tensión arterial – me beso en un hombro.
- entendido – le dije cerrando los ojos.
- las pupilas se dilatan, los labios de la boca se oscurecen y hormiguean.
- oh, siiiii.
Tomo mi cara y me beso en la boca, su lengua me la penetró y jugo con la mía. Mis pechos duros suplicaban que los tocara con sus dedos, con la lengua, con el lento succionar de su boca.
- los pezones se endurecen – explicó él con voz ronca. Bajó la cabeza y se introdujo un pezón rígido en la boca húmeda y caliente y succionó mientras con la mano me acariciaba el otro. Su pene lo sentía rígido tocando mi vientre. En eso abrí mis ojos y observe a Sonia de pie en la puerta tocando sus senos con una mano y acariciándose la totona con la otra, disfrutando lo que veía y escuchaba.
- Miguel deja ya de hablar – suspiré.
- El clítoris se inflama, se endurece y sobresale igual que mi pene crece y se endurece por ti – me dijo abrió mis piernas y colocó su pene en la entrada de mi totona.
Gemí en sus labios, subí las caderas rogándole que me clavara de una vez ese pene que tanto ansiaba aun.
- Esta es una de mis fantasías, tenerte así, debajo de mi para clavártelo una y otra vez – me dijo metiéndolo hasta lo más profundo de mi ser.
Nos movimos suavemente, con ternura, hasta que alcanzamos un suave clímax, los tres al unísono, porque Sonia no dejaba de gemir, debido a sus movimientos masturbados. Este día todavía prometía.