Postales de traición 9

El daño

EL DAÑO

-.Claaaaro, habló el esclarecido que nunca salió de su capullo. ¿Y tú qué lograste con tu gran dignidad? ¿Tener una empresita de mierda y vivir rodeado de grasa? ¿En vez de apoyarme, te piensas presentar vestido como un pordiosero solo para dejar en claro tus principios, sin importar cuanto me humillas?

Anonadado frente al espejo, no terminaba de encajar sus hirientes palabras. Posiblemente tuviera razón con respecto a mi vestimenta. Tantos años rodeado del dolor de los hospitales, viendo a tantas familias desesperadas durmiendo o rezando en las salas de espera, mientras las personas que aman pelean por su vida en las UCI o contemplando los rostros amarillentos y demacrados de los que se aferran con desesperación a la vida en las salas de radioterapia o los sillones de diálisis, me habían convencido de la fragilidad de nuestra existencia y lo inútil de la ostentación. ¿Acaso una enfermera estaría más apta para salvar una vida si su pollera fuera más corta? Seguro que no.

Hasta segundos antes de sus insultos estaba dispuesto a cambiarme de ropa y no lucir tan hortera, reconociendo entre dientes que quizás tenía razón,  pero de pronto todo había cambiado.

Después de tantos años de complicidad y proyectos mutuos. ¿Eso era lo que pensaba de mi y de mi trabajo? ¿La simple y lógica posibilidad de un ascenso convertía en basura todo lo que tocaba? Definitivamente esa reunión no era para mí, algo pasaba en esa empresa para que todas perdieran la cabeza de esa forma y lo tenía que averiguar antes de actuar.

Apenas vi por la ventana que Laura subió al taxi, tome mi móvil y marqué

-. Hola Ángel qué sorpresa.

-. Hola Rosa ¿Sigues en la ciudad?... Necesito un favor

-. Sí, estoy hasta el lunes, ¿Que necesitas?

-. ¿Estás libre esta noche?

-. Para tí estoy siempre disponible.

-. Te invito a salir de fiesta, vístete bien elegante y en media hora te paso a buscar. ¿En qué hotel estás?

A pesar de sus años, la rubia cañón estaba tan atractiva como la recordaba de mis años adolescentes. Voluptuosa, curvilínea y tan puta como siempre, mantenía su costumbre de viajar una vez por mes a la ciudad y alojarse en un hotelito con la excusa de los chequeos médicos.

Esos fines de semana aprovechaba para reunirse con sus amigas para  salir de ligue y por supuesto que una hembra como ella, siempre ligaba. Creo que Antonio lo sabía y miraba para otro lado, fue la fórmula que encontró para  darle la válvula de escape a su sexualidad explosiva y evitar que lo humille en el pueblo con el primero que se le cruce.

Rosa mantuvo la costumbre de llamarme cada vez que estaba por viajar a la ciudad, por si necesitaba que me trajera algo del pueblo y de paso ponerme al tanto de las novedades de nuestros conocidos. Desde que papá y mamá no estaban, ella y su hija eran mi única conexión con mi pasado. Por eso sabía que estaba en la ciudad.

Después de ponerme de acuerdo con ella, pasé a mi habitación y rescaté un viejo traje negro de corte cruzado que tenía en el armario, tomé de la bolsa del disfraz la peluca blanca y  la maticé con el aerosol que usaba Laura para tapar algunas tempranas canas, me la coloqué con el pegamento para que quede firme y la recorté un poco para que no se vea tan exagerada.

Buscaba lograr el aspecto de un hortera señor mayor. Me puse una camisa blanca, una corbata roja bien antigua del tipo ancho con un nudo ostentoso y rematé el disfraz con unos zapatos negros bien brillantes y lentes oscuros.

Cuando la pasé a buscar, casi no sube al coche de la impresión.

-. Ja, ja , ja. Hubieras avisado que íbamos a un baile de disfraces, así me vestía mas puta. Ja, ja, ja...Aunque debo decirte que te ves muy distinguido con esa pinta, más acorde con mi edad. Ja, ja , ja

Al ver mi seriedad, cortó las risas y me preguntó qué me sucedía, le expliqué lo que pasaba, cuál era mi presentimiento y lo que necesitaba de ella. Lamentó que volviera a estar pasando por lo mismo otra vez y se comprometió a ayudarme.

Llegamos al restaurante y no tardé en ubicarlos. Al ver cómo estaban dispuestas las parejas, mis peores temores comenzaron a hacerse realidad. Nos ubicamos en un rincón alejado sin perderlos de vista y pedimos la comanda.

Las risas de Laura a las atenciones de Javier, no presagiaban nada bueno y cuando se levantaron para salir, los seguimos hasta un pub donde se pusieron a bailar unos con otros. Cuando después de un par de horas, las otras dos parejas se fueron, mirándose cómplices por la que se quedaba, supe lo que iba a pasar.

Verlos bailar pegaditos y besarse apasionadamente me revolvió el estómago, tanta complicidad no era cosa de un día, poco quedaba ya de lo que nos unía, pero cuando se encaminaron a los reservados supe que era el final.

¿Debía parar todo? ¿Que ganaría? Postergar el desenlace no era opción. No podría vivir con la duda permanente.

Nos ubicamos en un sillón cerca de ellos y en la penumbra, con el estómago revuelto y disimuladamente, saqué un par de fotos de los morreos y la felación, pero cuando se subió la pollera y se empaló no aguanté más, tomé un par de fotos y me marché, pasé por casa, tomé el bolso con el resto del disfraz y los regalos que había preparado y me marché al hotel con Rosa, donde me pasé toda la noche contándole nuestra historia mientras ella me acariciaba la cabeza. Una novela cruel, donde una puta promoción se había llevado el premio mayor, porque seguro que era eso lo que estaban festejando.

A las diez de la mañana estaba en el club, pedí la habitación, me afeité y dejé el bolso con el disfraz en el armario. Un rato más tarde, conversando con las parejas de Bea y Caro, me confirmaron con retintín lo que ya sabía. Almorcé con ellos y cuando la vi llegar a las dos de la tarde, hermosa con esos vaqueros ajustados y la expresión feliz de bien cogida, me regocijé tristemente reprochándole delante de sus compañeras por las horas a las que llegaba, insinuándole abiertamente lo que se quedó haciendo con su gerente.

Verla tartamudear con la cara enrojecida por mis insinuaciones y las puyas de sus amigas fué una  patética revancha a su desliz. El resto del día me lo pasé realmente bien, me integré con el grupo y me prendí a todo lo que proponían, cualquier cosa era buena con tal de no estar con ella.

Cuando llegó la hora de acostarnos y ví lo insinuante que se preparaba en el baño, coloqué una cámara sobre el espejo de la cajonera y me marché, no sin antes discutir y soltarle parte de la mierda que tenía adentro. El solo hecho de pensar en tocarla me daba náuseas, además presentía que Javier buscaría repetir.

Llevé todas mis cosas a un trastero en el que guardaban sillas y otros menesteres, me coloqué el disfraz sin la casaca y acomodé unos sillones para echarme. Una vez ubicado, encendí el primer cigarrillo de la cajetilla que tomé del hotel  y me dispuse a esperar la nueva traición de Laura.

Encendí mi ordenador y, contra lo que pensé que pasaría, presencié atontado, en vivo y en directo, la follada inconclusa que le quiso meter Raúl.

Una vez repuesto de la sorpresa, la procesé, la pasé a una memoria y la coloqué en la cajita de regalo de María, junto con la de su follada con Javier. Finalmente, tomé la memoria destinada a Laura y le agregué a las fotos el video de esa noche.

El viernes por la mañana había procesado todos los videos de Caro y Bea separando la parte inherente al trabajo de las folladas en sí y procesado las otras según lo que buscaba. El sábado a la mañana, antes de que llegara Laura al club, ya había grabado las imágenes de la noche anterior en su pen drive de regalo.

Tal cual me enseñó mi padre, debía desprenderme de todas esas imágenes que no me aportaban nada y que, en cambio, eran postales de traición que recordaban mi fracaso.

En algún momento de la madrugada me dormí.

Recorrer el campo disfrazado regalando golosinas, haciéndome el viejo achacoso fue hasta gracioso, ya que todos los organizadores suponían que la sorpresa la preparó el otro, pero verle la cara a los viejos carcamanes de la directiva cuando anunciaban el ganador y  levanté la mano no tuvo precio.

Subí la escalera simulando dificultad y repartí los regalos. A Bea y Caro sus jodiendas con Javier, a María la suya y la de su esposo con Laura, a la esposa de Javier la follada con María, pero con la cara de la dama pixelada y finalmente a Laura la colección completa.

Cuando todo estalló marché a casa, llamé a mis tristemente conocidos organizadores de mudanzas que había vuelto a contratar, les di la copia de las llaves de su departamento del centro, les indiqué cuales eran las cosas de Laura y como acomodarlas para que se las llevaran y organizaran.

También llamé a un cerrajero para cambiar las cerraduras y dos horas más tarde, en mi casa no quedaban rastros de la mujer que compartió mi vida los últimos años. Solo un vacío en mi corazón y un profundo dolor en el alma por el fracaso, escasamente atenuado por una ira creciente que me ahogaba.

Horas más tarde la escuché llegar e intentar entrar. Con una gran indignación me obligué a no oír sus golpes pidiendo que le abra, ya todo estaba dicho para mí, nada iba a sumar un enfrentamiento y menos en el estado que me encontraba. Cuando se marchó, llegó la soledad.

El Lunes temprano tocaron el timbre del piso, observé por la mirilla y me encontré con la cara seria de María, que seguramente se había colado al edificio cuando salió algún vecino.

La hice pasar y antes que pueda preguntarle disparó

-. Le he dicho a Raúl que renuncie a la empresa y se vaya de casa o lo hundo. No pienso tolerarle lo que hizo.

-. Anda que tú...

-. Ya lo sé, pero lo de él es de una bajeza inconcebible, aprovecharse así de su posición de poder es imperdonable, por suerte me dió la excusa perfecta para sacarmelo de encima, hace rato que andamos mal. Lo que no sé, es que pensar de Laura.

-. Yo pienso que es claro que estaba vulnerable y él se aprovechó de su momento de debilidad, ya viste su reacción.

-. Si que la vi, por eso la propuse para el puesto de Raúl. Pero hay algo que no entiendo. ¿Por qué la protegiste? Estoy segura que ella también se folló a Javier. Caro me lo dijo.

-. Porque ese es un tema privado entre los dos y no influyó para nada en su promoción. Se mató trabajando muchos años para merecerla. Arruinar su triunfo, hubiera significado que el sacrificio de nuestro matrimonio para lograrlo fue en vano y nada hubiera sumado a nuestro fracaso como pareja. Solo agregarle mas rencor.

Se acercó, me dio las gracias por no descubrirla, se despidió con un pequeño beso en la boca y se marchó.

El miércoles por la tarde me visitó Caro, vestida con un corto vestido blanco veraniego que le marcaba una curvas de infarto estaba para comérsela. Venía loca de contenta, Laura la había reincorporado y le había dado la gerencia vacante.

Me alegré que mi chica privilegiara la eficiencia de su compañera, por sobre los problemas personales, Caro era una profesional de primera línea.

Además Caro había asimilado bien que yo descubriera la trampa para defender a Laura y me agradeció que no la haya expuesto en lo personal. Al despedirse me abrazó y antes de soltarse me mordió el lóbulo de la oreja y clavándome sus preciosas tetas en el pecho, me susurró al oído,

-. ¿Te calentó lo que viste en el video?

Me separé alarmado al notar mi violenta erección, pero ella tomó nota. Sonriendo lascivamente se arrodilló a mis pies y de un tirón me bajó pantalones y calzones, haciendo que mi polla saltara erguida como muñeco de una chistera. La tomó asombrada por su tamaño y mirándome con una cara de zorra caliente exclamó para sí...

-. Y Laura cambió todo esto por el pichacorta de Javier, mira que hay que ser estúpida.

Y se la tragó hasta donde le dió la garganta. Volví a recular separándome de su boca, pero Caro sin soltar mi polla y adivinando mis reticencias me aclaró sonriendo lascivamente.

-. Déjate llevar, te lo debo. Pedro y yo somos una pareja abierta, pero no hubiéramos sobrevivido a un escarnio público... Y se la volvió a tragar.

No se si por el cabreo, o por la larga abstinencia, tener a esa rubia entregada a mis pies, me excitó, pero no lo suficiente como para desperdiciar un polvo en una mamada. La tomé de las axilas y  la ayudé a ponerse de pié, la subí a mi cintura y me la llevé a la cocina, la senté en la mesada, coloqué sus piernas sobre mis hombros y corriendole la tanguita minúscula que llevaba, le enterré la polla hasta los huevos, descargando toda mi frustración.

Todavía me zumba el oído del grito que pegó. Fue un polvo salvaje, que terminó con ella apoyada en la pared sentada en mis antebrazos, mientras la machacaba como un martillo pilón. La hembra encadenaba orgasmos y chorreaba que daba gusto mientras la perforaba con furia. Cuando me alcanzó el orgasmo, la explosión de los dos fue brutal.

Apoyados en la pared recuperando el resuello sin que mi polla se saliera de su coño, nos fuimos besando furiosos sin hablar, mirándonos fijamente a los ojos como midiéndonos, hasta que mi mástil recuperó su vigor. Ensartada como la tenía, la llevé a mi cama, la deposité suavemente sobre ella y recordando el video saqué la polla de su coño y le arranqué la tanga, elevé su culo y se la fuí enterrando despacio en su puerta trasera.

Fué un polvo que arrancó suave por el tamaño invasor, pero que terminó a los caderazos entre los  gritos de los dos. Cuando nos calmamos, nos duchamos juntos entre besos furibundos y profundos silencios, como saldando cuentas pendientes.

Tan agradecida y entregada en el sexo, como agresiva en su actividad profesional, a partir de ese día me visitaba cada vez que sentía la necesidad de satisfacer su líbido o cuando buscaba descargar el estrés que su trabajo le provocaba. Sexo puro y duro de pocas palabras.

De Bea no supe más nada y de Laura recibía noticias cada vez que me visitaba Caro o cuando hablaba con María, ya que nunca más intentó contactar conmigo, ni yo lo deseaba

Me propuse no volver a reincidir en el amor.

Me refugié en mi trabajo, mi empresa creció y yo con ella. Vendí el viejo taller y compré un gran galpón en una zona industrial. Vendí el departamento y compré una casita en un club de campo cercano al taller. El club contaba con campos de golf, canchas de tenis y una gran pileta olímpica.

Una vez por mes me visitaba Rosa en sus habituales escapadas a la ciudad, donde había cambiado el hotelito barato por mi casa y esos fines de semana la pasábamos cenando afuera, yendo a bailar y follando o, según fuera la estación del año, tomando sol en la piscina. El siguiente verano recibí la visita de Rosetta que se pasó un mes de vacaciones en mi chalet.

Por conversaciones con María, que cada tanto me visitaba, y los comentarios de Caro en nuestros calientes encuentros, Laura se convirtió en la joya de la empresa, asombrando a todos por sus estrategias comerciales y el liderazgo que ejercía sobre su grupo de trabajo, con la inestimable colaboración de Caro y Bea que se volvieron sus aliadas incondicionales.

Todo fluía y la vida se ordenaba, llegó Marzo y con él, la pandemia y la cuarentena. En proporción inversa al derrumbe de la economía y la quiebra de las empresas, nuestro negocio tuvo un crecimiento explosivo, la instalación acelerada de salas de cuidados intensivos, el mantenimiento de los respiradores, y todo lo inherente al funcionamiento de las instalaciones en sanatorios y hospitales, nos tenían demandados las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.

Llegamos a formar diez equipos de trabajo de cinco personas cada uno, organizados en turnos rotativos. Poco a poco fuimos enfermando por el contacto diario con el virus, pero por suerte ninguno grave, catorce días de descanso y al yugo otra vez. Para fines de setiembre estábamos todos agotados pero inmunizados

En Octubre, María me comentó que su financiera presentaba quiebra y mandaba todo el mundo a la calle. Para Noviembre con el calor, los casos empezaron a remitir, pero nuestro trabajo se mantenía demandado, según las noticias de Europa había que prepararse para la segunda ola.

Tanto trabajo, tanta tensión, tanta urgencia, además de mi agotamiento físico e intelectual, empezaron a pasarnos factura. Faltantes de repuestos, atención a destiempo y cuentas sin pagar, eran las señales. Había llegado la hora de delegar funciones y nombrar un gerente ejecutivo que nos organizara y fijara las estrategias comerciales.

Le rogué a María que me ayude y organice una búsqueda por la red, que me filtre a los candidatos, me dé los resultados y fije las primeras entrevistas para las dos primeras semanas de Enero.

El lunes posterior a las fiestas, retomamos la actividad plena y fijamos el miércoles 6 como el día de la primera entrevista, llegué una hora antes para leer los legajos y no encontré nada sobre mi escritorio. Llamé a María bastante molesto y me informó que se le había pasado, que ya me los alcanzaba. Pasó la hora y María no llegó. A las ocho en punto mi secretaria me informó que el primer candidato estaba en la sala de espera.

Abrí la puerta furioso, dispuesto a decirle que se vuelva a su casa y me encontré sentada en la sala, como regalo de Reyes, a una hermosa mujer de pelo negro, peinado en una larga trenza, que vestida con un sobrio y amplio trajecito azul francia, me miraba sonriente con sus cautivantes ojos verdes, a través de sus grandes anteojos de carey.

PROPUESTA DE TRABAJO

En lo mejor de mi carrera apareció el virus, justo cuando empezaba a superar mi divorcio y hacía planes de viaje en compañía de alguna de mis laderas incondicionales. El país se cerró prematuramente, la economía empezó a trastabillar y se volvió necesario estar al frente del timón a tiempo completo.

Pero todos los esfuerzos fueron en vano, en Octubre la financiera presentó quiebra y fuimos todos a la calle.

El divorcio había sido consensuado, ninguno reclamó nada al otro y en tres meses éramos libres otra vez. La parte más dura, quizás, fue que Ángel le firmó un poder a su abogado para que lo represente y no tener que volverme a ver.

Sé que lo lastimé demasiado y quería disculparme, pero no me lo permitió. Por un lado estaba tranquila, conociendo su carácter sabía que saldría adelante, él era un optimista de la vida y nunca miraba atrás. Mucho menos en el acontecimiento que nos separó, del cual no tuvo ninguna culpa. Pero por el otro, me seguía doliendo no poder explicarle lo que sentía.

Las noticias que recibí de María, me confirmaron que mi apreciación no era errada. La empresita que yo desmerecí con el solo fin de dañarlo, se volvió imprescindible dentro de la pandemia.

La temeridad y la eficiencia para resolver los problemas más acuciantes, en medio de situaciones tan dramáticas como la que estábamos viviendo, sumado a que ya todos los integrantes del equipo habían padecido la enfermedad, los convirtieron en los número uno en su rubro.

El compromiso de Ángel con su empresa y con los enfermos, era rayano en el fanatismo y los empujaba para que no flaquearan en medio de tanto dolor.

Mi caso fue todo lo contrario, mi empresa no se pudo sostener y a pesar de tener buenos ahorros de las comisiones ganadas, no volví a encontrar  un trabajo de ese nivel y me empecé a preocupar.

Cuando Maria me comentó que Ángel le había encargado la búsqueda de un gerente estratégico no me hice ilusiones, difícilmente quisiera volver a verme. Cuando me propuso demorar la búsqueda una semana con el fin de que me presente y vea qué pasaba, con sentimientos muy pesimistas acepté.

El día de la entrevista dejé de lado la ropa que usaba en mi anterior trabajo y me vestí como a él le gustaba verme. Sé que suena hipócrita, pero era lo que sentía que debía hacer,

Entré a sus nuevas oficinas temblando y cuando su antigua secretaría me vió, pensé que me iba a dar vuelta la cara, sin embargo, se levantó de su asiento, me dió un beso y me acompañó a la sala de espera deseándome suerte.

Cuando Ángel abrió la puerta furioso, temí lo peor.

VISITA SORPRESA

Quedé con la boca abierta, si hay una persona en el mundo que no pensaba encontrar esperando en la salita, esa era Laura. Y menos en la versión que más había amado.

La hice pasar sin poder articular palabra, una vez sentados y después de observarnos por largo rato, ella abrió el fuego.

-. Te ves cansado

-. Lo estoy, es muy duro lo que estamos viviendo y no siempre se puede ser inmune a tanto dolor.

-. Lo imagino, no sabes cuanto te admiro.

-. Ya me lo has demostrado con creces. ¿Qué haces aquí?

La golpeó mi sutil reproche, pero se empujó a seguir hablando.

-. Vengo por el puesto que tantas veces me ofreciste y ahora está vacante.

-. Sabes que no puedo pagarte lo que gana un profesional de tu nivel.

-. En este momento estoy en la calle, no tengo pretensiones.

-. Laura...esta peste va a pasar. No puedo organizar todo con un profesional que a la primera de cambio me deje tirado por una mejor oferta.

-. Nunca haría una cosa así.

-. Ya lo has hecho una vez. Porque no lo harías de nuevo.

-. Quizás porque ya vi lo que hay del otro lado y busco nuevos desafíos.

-. Y para ver eso tenías que traicionarme?

-. ¿Nunca me vas a entender? Vengo por un trabajo que necesito y para el que sé que estoy capacitada, no para que me aceptes a tu lado.

-. Tienes razón, he sido poco profesional, no son tiempos de miserias personales. Me debo a mi gente y no puedo dejar escapar a alguien de tu nivel. Arregla tus honorarios con mi secretaria, hazte los chequeos médicos y el puesto es tuyo. Si todo resulta bien el lunes dieciocho empiezas.

-. Gracias por la oportunidad, verás como no te voy a fallar.

-. Espero que lo tengas claro. Solo te pido un favor, vivimos un presente donde la gente termina boca abajo en una camilla de hospital, con un  tubo enterrado en su garganta para poder respirar, sin importar si llegó vestido con un mono de trabajo o un traje de Armani. Sé tú misma, no vengas disfrazada de pasado, me recuerda nuestro fracaso y me hace daño.

LA CRUDA REALIDAD

Salí de la oficina de Ángel con un gusto agridulce en la boca, por un lado tenía trabajo nuevamente, y a pesar de que había arreglado un salario muy por debajo de lo que acostumbraba a ganar en mi otro empleo, ganaría lo suficiente como para no esquilmar mis menguantes ahorros. Pero por el otro, el rencor que Angel me guardaba, me lastimaba.

Era verdad que lo había traicionado de la peor manera, metiéndole los cuernos con un tipo al que él aborrecía, pero no había mantenido un romance, solo se habían dado una serie de circunstancias desgraciadas, una mala combinación de enojo, mezclado con euforia y agradecimiento, que me llevaron a cometer ese error.

Y ya lo habíamos pagado todos con creces, Ángel me expulsó de su vida como si estuviera apestada, sin la mínima posibilidad de explicarme o disculparme y Javier, además de perder su trabajo también había perdido su matrimonio, aunque en su caso, tirándose como se tiraba todo lo que tuviera faldas y respiraba, era solo cuestión de tiempo.

Como paradoja de lo acontecido y a pesar de lo zorro que era, le estaba agradecida, me había valorado para mi promoción sin mediar ninguna insinuación ni oferta deshonesta de parte de ninguno de los dos, solo por mi trabajo y a pesar de todo, teniendo claro desde el principio que optaría por mi, aprovechó la oportunidad y se follo a mis contrincantes. Todo un golfo.

Lo de Ángel iba más allá, él lo vivía como una desilusión profunda, como una traición a sus sueños. Sueños que en aquellos momentos, no eran los míos, y eso nunca lo entendió .

Para colmo lo vi apagado, taciturno. No digo derrotado, porque el fuego de la batalla seguía prendido en sus ojos. Quizás podría definirlo como agobiado. Terminé con éxito con toda la parte médica y el Lunes dieciocho me incorporé.

La primera impresión que me llevé al comenzar mis tareas, fue que a pesar del desorden, todo era perfectamente controlable. Al haber sido llevado el negocio en forma transparente y documentada, dada las características de los servicios y su necesidad de que el personal fuera idóneo y los equipos certificados, solo era cuestión de organizar las tareas y fijar prioridades, lo que no era sencillo de realizar comunicándonos solo a través de su secretaria.

Ángel entraba una hora antes que yo, organizaba la agenda del día y salía al campo antes de mi llegada. Por la tarde no tenía horario de regreso, como si no tuviera vida para disfrutar fuera de su trabajo. Aunque la verdad era un poco más dura para mí, mi ex buscaba no cruzarse conmigo si podía evitarlo

Poner todo en orden me llevó un par de meses, era solo trabajo burocrático, pero lo que me ponía loca eran las indicaciones sin sentido que me llegaban a través de su secretaria. Órdenes de compra a los países más avanzados con la vacunación, para  la adquisición de concentradores de oxígeno nuevos o usados, respiradores artificiales en condiciones de uso o no y cientos de implementos para terapias intensivas. Se estaba dejando el capital de la empresa en la aventura y yo sin poder hablar con él para impedirlo.

Poco a poco las horas de trabajo no alcanzaban y cuando me llegó el requerimiento para contratar personal técnico con experiencia, que estuvieran sin trabajo por la gran recesión para ampliar el taller, fue el acabose, cientos de correos de profesionales desocupados inundaron mi ordenador.

A finales de abril, mi paciencia se agotó, el mercado financiero estaba despertando y las ofertas de trabajo menos estresante y mejor remunerado me empezaron a llegar de a puñados. Cualquier oferta era mejor que seguirle la corriente a una desquiciada sinrazón que nos llevaría a la quiebra.

Un lunes me presenté a la empresa dos horas antes de la apertura y lo esperé en su oficina, media hora después entró un espectro de lo que fue mi esposo. Pensé que lo iba sorprender con mi visita, pero solo alzó las cejas intrigado.

-. ¿Qué haces aquí ?

-. No doy mas, renuncio

-. Me parece bien, arregla la liquidación con mi secretaria y si puedes, quédate un par de semanas para entrenar a tu reemplazo.

A pesar de tenerlo decidido, de haberme estudiado y documentado las razones de mi decisión para justificarme e indignada por su indiferencia y arrogancia, me olvidé de todo y lo encaré de mala manera.

-. ¿Así nomás?¿No tienes nada que decir?¿Una vez más ni siquiera vas a escuchar el porqué de mi decisión?

-. ¿Y qué quieres que te diga?¿Que lo esperaba?¿Que aguantaste demasiado? ¿Que esto no es para ti?¿Qué estamos hablando de gente que sufre y no de pijos estirados que pierden unos pesos en la bolsa?¿Que aquí no puedes lucir tus modelitos de alta costura?¿O que lo que en realidad te molesta, es no poder festejar tus logros con un buen polvo en una discoteca?

-. Pues ya lo he dicho...de todas maneras te agradezco tu ayuda, en un par de meses lograste cosas que yo no habría podido hacer. Sin tu ayuda no hubiéramos podido comprar ni la mitad del equipo.

Angel hablaba desde el rencor, después de mucho tiempo estaba sacando toda la mierda que tenía adentro y no se lo tuve en cuenta.

-. ¿Y aún estando conforme me dejas ir sin intentar retenerme?

-. ¿Acaso pude retenerte cuando eras mi esposa?¿Cuando el contrato que nos unía era un juramento de amor y así y todo lo rompiste por dos centavos?¿Si no pude entonces, cómo podría ahora que nuestro vínculo es un simple papel?

Y sin decir una palabra más se marchó dejándome con la palabra en la boca y sin escuchar ninguno de mis argumentos. Cabreada por su intransigencia, tiré todo lo que había preparado a la basura y le avisé a su secretaria de mi decisión. Firmé mi renuncia y decidí quedarme hasta fin de mayo para terminar de recibir los equipos comprados e instruir a la persona que incorporaran en mi reemplazo.

En ese momento llegó el desastre, la falta de vacunas y la laxitud en los cuidados de la gente produjeron una ola de contagios sin control, las terapias intensivas se empezaron a llenar y una vez más la visión de Ángel colocó a la empresa a la vanguardia del mercado.

La demanda era furibunda y el ritmo de trabajo tan alucinante, que tardé en darme cuenta que no me sentía bien. Pensando que era producto del cansancio, no comprendí lo que me pasaba hasta que yendo por un café, no le sentí el gusto.

Inmediatamente le avisé a la secretaria de Ángel y me fui para casa, una hora más tarde apareció él con su equipo de seguridad y con un kit de PCR, un oxímetro de pulso y provisiones para una semana. Tomó la muestra, me dejó instrucciones de controlarme  la oxigenación cada seis horas y reportarme,  además de la observación de mandar un reporte urgente si la indicación del oxímetro bajaba de 95, me deseó suerte y se marchó. Doce horas más tarde me confirmó el positivo y me puso en contacto con el servicio de seguimiento telefónico .

La primera semana transcurrió sin mayores inconvenientes fuera del gran cansancio, así y todo me mantuve trabajando en línea desde mi casa. La noche del séptimo día, estaba tan cansada, que me acosté a las diez de la noche, dos horas antes de hacerme  el control, y no me desperté hasta las diez de la mañana sintiendo que no podía respirar.

Intenté avisar a su equipo desde el móvil y lo encontré descargado. Desesperada intenté llegar al teléfono fijo y ya no supe más.

Desperté unos días más tarde con dolor de garganta. Después de haber estado intubada en cuidados intensivos todo ese tiempo, mis pulmones habían respondido a la medicación aplicada y estaba en acelerada recuperación.

Dos días después, el cuatro de Junio, recibí la visita de una sonriente Lucía, la secretaria de Ángel.

-. Yerba mala nunca muere ja ja ja. Que gusto verte bien.

-. Pues si a esto le llamas bien...madre mía, estoy molida, como si me hubiera pasado un camión por encima.

-. Estas viva muchacha, no sabes lo que he rezado por tí.

-. ¿Tu sabes como terminé aquí?

-. No te lo imaginas?

-. ¿Ángel?

-. ¿Y quién si no? Estuvo pendiente de tus reportes todo el tiempo, al ver que no te reportaste dos veces seguidas, salió disparando para tu casa. Por suerte conservó la llave, siempre la lleva colgada en el cuello.

-. ¿Sabes si va a venir?

-. Sabes bien que no, es demasiado orgulloso, tu renuncia en este momento le cayó muy mal. Estuvo a tu lado cuidándote todo el tiempo abusando de sus contactos en terapia, pero cuando te desintubaron y avisaron que te iban a pasar a sala común, me avisó para que te acompañe yo, porque él ya no iba a volver.

-. Si tanto me odia ¿por qué me salvó? Pregunté angustiada.

-. ¿Odiarte?¿Después de todo lo que viviste con él, aún no lo entiendes? Te contagiaste trabajando en la empresa. Aún habiendo renunciado, todavía eras uno de los nuestros y para él eso es sagrado. De la misma forma que lo hizo con tu trabajo cuando aún eran pareja, cabreado o no, con razón o sin ella, Ángel a su equipo no lo abandona, aún a costa de sus propios intereses.

Noobstante que él sentía que lo había vuelto a defraudar, mi Ángel particular me había salvado el culo otra vez.

A pesar de tener el alma llena de sentimientos encontrados -rabia, agradecimiento,impotencia, frustración- y la garganta repleta de cosas por decir, con lágrimas en los ojos tuve que aceptar, que ese sí era el final.

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Desde estas supuestas frívolas páginas, marche mi homenaje a esos incansables y anónimos personajes que luchan en las sombras y sacrifican sus vidas y sus familias lejos de las luces de los reflectores de los noticieros o las frías estadísticas de los periódicos, para ayudar a combatir este mal que nos aqueja.

Seres humanos imperfectos, que como nosotros, tienen sus luces y sombras, pero que nunca dudan en ayudar a los demás, aun a costa de su propia vida.

A TODOS ELLOS ¡¡¡ CHAPEAU !!!

Musa1

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