Postales de traición 8

Con las cartas sobre la mesa

CON LAS CARTAS SOBRE LA MESA

Llegué al complejo de fin de semana, cerca de las dos de la tarde, mostré mis documentos y me registré, me indicaron que mi cabaña era la 54 y estaba próxima al comedor y al área de eventos. Un vehículo eléctrico de los que se usan para jugar golf me acercó a la misma y me dejó en su puerta.

El complejo era enorme y las cabañas estaban dispuestas en forma asimétrica sobre  pequeñas islas, unidas por un camino ondulante y muchos puentes, todo a sus alrededores era un gran lago. Como una Venecia en miniatura, adornada con gran gusto para las fiestas venideras. Todas esas luces prendidas en la noche deberían verse maravillosas, pero mi ánimo no estaba para disfrutarlo como debiera.

Abrí con la llave magnética, dejé mis cosas sobre la cama y me dirigí al baño para refrescarme la cara y ponerme presentable. Al entrar descubrí sobre la mesada un portacosmetico de hombre. Extrañada volví a la habitación y al abrir el placard encontré un gran bolso sobre los estantes.

Evidentemente se habían equivocado con alguno de los dos. Cabreada por el error, me dirigía al centro de informaciones que se halla próximo al salón principal para hacer el  reclamo, cuando al pasar frente al bar me encontré a Ángel, con una copa en la mano, conversando alegremente con Pedro y Jorge, parejas de Caro y Bea respectivamente.

-. ¿Q...qué...qué haces aquí?

-.¿Como que hago aquí? La pregunta sería ¿Qué haces tú, que llegas a esta hora? Me indicaste que la reunión era a las diez de la mañana.

-.Y...yo...me quedé dormida.

-. Sí, ya me contaron estos que cuando todos se fueron, te quedaste bailando apretadita con tu gerente. Eso sí que es vida, mientras tu pareja trabajaba, tu de joda. Vaya a saber que has hecho y a que hora te acostaste.

-. Y...yo…

-. Ja, ja, ja...es broma mujer relájate. Bienvenida.

Se dio vuelta para seguir conversando, dejándome con las piernas temblando y completamente ruborizada por las pullas de los otros hombres.

Lo que siguió no me lo podía haber imaginado en el resto de mi vida. Un desconocido Ángel se convirtió en el alma de la fiesta. Se dedicó a conversar con todo el mundo, participar en todas las actividades y bailar con todas las mujeres haciendo el payaso, aún las maduras esposas de los altos capos y a ayudar en lo que hiciera falta, sin prestarme atención el todo el día.

Durante la cena que compartimos con los altos directivos, se reveló como un gran contador de graciosas y picantes anécdotas de pueblo, que  sin ser burdas, hicieron la delicia de todos los participantes de la mesa.

Entre una cosa y la otra se hicieron como las dos de la mañana. Al llegar la hora de acostarnos y quizás por un sentimiento de culpa, me puse un camisoncito corto semitransparente que había comprado para tiempos mejores. Mientras meditaba sentada en la taza que por fin lo iba a estrenar como corresponde, escuché el sonido característico del móvil de Ángel.

Cuando salí del baño, estaba armando su bolso y se disponía a partir. Indignada lo encaré

-. ¿Donde vas?

-. Se volvió a joder el sistema de la Comisión, en cuanto termine, vuelvo.

-. ¿Otra vez me dejas plantada? ¿No te conformas con no haberme prestado atención en todo el día, que ni siquiera vas a cumplir como hombre? Vas a terminar cargándote la pareja con tus desprecios

Cuando ví su reacción me asusté, se quedó paralizado, se dió vuelta despacio y me encaró con los puños crispados, hablando en forma lenta y pausada, mirándome a los ojos con un odio que nunca creí que  pudiera sentir por mí.

-.

Te recuerdo que hace seis meses que tu no me prestas atención y que hace tres que no cumples como mujer. No conforme con eso, te rebajas a vestirte de gala para un hijo de puta y me humillas quedándote hasta la madrugada bailando apretadita con él. Eres tú la que ya se ha cargado a la pareja

-. ¿Qué estás insinuando? Para que lo sepas Javier, es un buen hombre, mucho más gentil que tú.

-. Yo no insinúo nada. Eres tú la que lo dejó entrever, dejándome como un cornudo ante los demás. Y con respecto al gentil hijo de puta, veremos si mañana sigues pensando lo mismo.

Se dió media vuelta y se marchó dando un portazo.

Si no lo conociera, pensaría que estaba alardeando, pero tratándose de él, mucho me temía que todo se había ido a la mierda. A pesar de que en esos momentos me sentía fuerte para encarar lo que viniera, me puse a llorar. No habían pasado más diez minutos desde que se fué cuando golpearon a la puerta.

Sin percatarme de cómo estaba vestida, la abrí y me encontré con Raúl vestido solo con un pantalón corto, que me miraba preocupado.

-. ¿Qué pasó? Escuché los gritos

Imposibilitada de hablar por la angustia, me arrojé a sus brazos y me largué a llorar, Raúl me llevó hacia adentro después de percatarse que nadie nos veía y sin dejar de abrazarme cerró la puerta.

Despacio, paso a paso me acercó a la cama, hablándome suave al oído y acariciándome la cabeza. Me acostó y se echó a mi lado sin dejar de decirme palabras suaves, me acariciaba la cara, me besaba el cuello y yo me dejaba reconfortar entre sollozos. Poco a poco bajó mis breteles descubriendo mis pechos y yo lo asimilaba bien, reconfortante, con escalofríos, no fué hasta que abrió la boca diciéndome cuanto me deseaba, que tomé conciencia de lo que pasaba, para ese entonces ya estaba abierta de piernas, con la polla de Raúl a punto de perforar mi coño como un desesperado. Reaccioné violentamente encogiendo las piernas, apoyándolas en su pecho, y dándole un empujón que lo arrojó de la cama.

Se levantó confundido

-. Perdóname se me fue la olla, yo creí que…

Extrañamente calmada lo interrumpí

-. Por favor vete, y olvídate de esto.

Raúl se colocó el pantalón y se retiró avergonzado.

Tardé en dormirme, los últimos acontecimientos me habían dejado descolocada, no por lo que pasó con Raúl. Sabía que me tenía ganas y como una estúpida le dejé la puerta abierta. Me tenía mal lo de Angel. ¿Y si tenía razón?

Él nunca desconfió de mí, y no hablo de celos, hablo de mi capacidad. Siempre sostuvo que valía más que lo que me consideraban, que si tenía que apelar a mis armas de mujer, la empresa era una mierda. Quizás los hechos le estaban dando la razón.

El día amaneció hermoso y por supuesto Ángel no había aparecido y estaba segura de que no lo haría, se sentía herido en su amor propio y eso para él era inaceptable. Cuán equivocada estaba.

Al llegar la hora, con precisión suiza, llamaron a la reunión. Mientras nos íbamos acercando, un señor mayor que apenas podía con sus huesos, vestido de Papa Noel, nos iba ubicando repartiendo golosinas.

Sobre la tarima que oficiaba de escenario, estaban dispuestas las sillas para las concursantes con sus parejas y para los dos gerentes involucrados con sus respectivas esposas.

Raúl oficiaría de maestro de ceremonia y a una señal del organizador, se encaminó al micrófono, luego de agradecer a la concurrencia entre risas aplausos y chiflidos pidió silencio.

-. Queridos compañeros, luego de que un jurado formado por los directivos de la empresa analizara las propuestas presentadas por vuestras compañeras, se ha elegido a la próxima gerenta de recursos estratégicos. El método ha sido original, con igualdad de condiciones para las participantes y si nadie tiene nada que objetar, procederemos a dar el nombre.

Ante el asombro de todos, Papá Noel levantó un brazo. Raúl pensando en algún tipo de broma preparada de antemano reaccionó en forma jocosa.

-. Vaya, vaya, parece que Santa tiene algo que decir, por favor suba al escenario.

El hombre, con extrema dificultad, se levantó de su silla, se acercó al escenario y empezó a subir los escalones uno por uno en forma muy lenta. Mientras una expectativa risueña recorría el auditorio, el organizador intercambiaba miradas con la plana mayor que desde la primera fila exigía explicaciones.  Una vez arriba se acercó a Caro y metiendo la mano en la bolsa sacó una cajita envuelta en papel metálico rojo con dibujos de campanitas doradas, que estaba cerrada por una cinta roja en cuyo extremo tenía su nombre.

Repitió la entrega con Bea, luego con María, y más tarde con Juana. Cuando lo hizo conmigo, me miró de frente y me guiñó un ojo, produciéndome un escalofrío al reconocer quien era y haciéndome temer un desastre.

Se acercó al micrófono, se irguió en toda su altura y sacándose la barba y la peluca, Ángel pronunció las palabras que cambiarían mi vida para siempre-

-.

Deben parar esta farsa, el concurso está amañado y tengo pruebas.

El griterío fue ensordecedor y la plana mayor pedía su expulsión del predio, mientras tanto, la seguridad no se atrevía a intervenir viendo el tamaño de Ángel y su predisposición a dar batalla.

Finalmente decidieron llamar a cuarto intermedio e invitarnos a pasar al salón de negocios, donde el grupo del escenario se ubicó sentado alrededor de una gran mesa ovalada, frente a una gran pantalla de Led. Todos se ubicaron en pareja, menos Ángel que lo hizo lo más lejos mío posible.

El primero que habló fue el capo mayor. El señor Ponce

-. Bueno...aquí estamos, espero que lo que tenga que decir tenga asidero, caso contrario deberá responder en los tribunales. Y lo que sobra son testigos.

Angel no contestó, como en una ceremonia ensayada se levantó de su silla y se acercó a Javier

-. ¿No tienes nada que decir?

Javier lo miró furioso y negó con la cabeza,  entonces Ángel se dirigió a la pantalla, insertó la memoria y tomando el control la encendió.

Ante la mirada consternada de todos, pero las aterradas de Cara, Bea y María, aparecieron las imágenes de Javier en su departamento dictándole el trabajo a Caro con todo detalles, pasados unos segundos las imágenes mostraron como Javier ejecutaba, corregía y entregaba el trabajo de Bea.

Se podía comprender la reacción aterrada de Caro y Bea, pero no entendía la de María. Lo más sorprendente es que cuando la proyección terminó, las tres mujeres suspiraron aliviadas, aunque para dos de ellas fuera el fin de sus carreras.

Javier miraba el piso con una cara de odio que asustaba y su mujer no acababa a encajar lo que estaba pasando.

Cuando todo terminó, volvió a hablar el señor Ponce

-. Debo suponer que el video que compromete a su mujer, no lo vamos a ver.

-. Mi mujer realizó el trabajo en el ordenador de su oficina, fuera de su horario de trabajo y en presencia de un superior. Dejando a su familia de lado para lograr su objetivo.

-. Puede corroborarlo con el personal de seguridad, con las cámaras internas y hasta haciendo analizar la actividad de su ordenador. Buenas tardes.

No atiné a reaccionar, todo era muy fuerte e inconcebible. Ángel tenía razón, Javier era un hijo de puta y me lo acababa de demostrar, para colmo, a pesar de nuestras peleas me estaba salvando el culo. Solo alcancé a tomarlo de una de sus amplias mangas cuando se iba.

-. No puedo creerlo, estuve toda la mañana a tu lado y hasta que no me miraste a los ojos, no te reconocí.

-. No te extrañes, yo estuve cinco años a tu lado y hasta que no vendiste tu dignidad por un ascenso de mierda, tampoco supe quién eras en realidad. Soy yo el que no puede creer que puedas mirarme a los ojos, sin que se te caiga la cara de vergüenza.

Dejándome anonadada con su ácida, fría y críptica respuesta, se soltó de mi brazo y se marchó. Lo que siguió esa tarde fue demencial. Reuniones y más reuniones. Finalmente fuí ungida como nueva gerenta y Javier, Bea y Caro conminados a renunciar o afrontar una denuncia por fraude que arruinaría sus carreras para siempre.

La reunión terminó tarde y Raúl, con una extrañamente cabizbaja María, me llevó a casa alrededor de las diez de la noche. Quise entrar y la llave no encajaba. Al ver la luz en el interior golpeé la puerta con fuerza pero nadie abrió.

Cuando ya estaba por llamar a Ángel por el móvil me percaté del pequeño sticker pegado junto a la mirilla. Solo tenía escrito una dirección, la de mi viejo departamento. A buen entendedor le sobran las palabras.

Mi historia con Ángel se había terminado, había llegado la hora de desplegar mis alas.

Llegué a mi antiguo hogar y lo encontré limpio y ordenado, con comida en la heladera y todos mis utensilios de belleza en el baño, así como la ropa de temporada acomodada en el placard y todas mis herramientas de trabajo dispuestas como a mi me gusta tenerlas. En ese momento empecé a tomar conciencia de que posiblemente lamentara haber perdido a Ángel

Me dirigí al salón, me senté en el sillón de la sala de estar emitiendo un suspiro profundo y abrí la cajita que me había obsequiado Santa. En su interior encontré solamente un pen drive. Lo coloqué en mi ordenador personal y al darle play al video, presencié el porqué del terror en las miradas de las tres mujeres y la grandeza de la personalidad de Ángel.

Observé con asco las imágenes de humillación a las que se sometieron mis compañeras y la traición de María a Raúl. Pero no fue hasta llegar a las fotos de Javier y yo en el reservado, que comprendí cuánto le debió costar a Ángel mirarme a la cara estos últimos dos días y evitar destruirme en la reunión.

Lo que me terminó de desarmar, fue la grabación de lo que yo creía era una cuasi violación de Raúl, estaba detenida justa antes de mi reacción y para cualquiera que la viera, me había entregado como una puta.

El lunes llegué a la oficina temprano y al avanzar por los pasillos, escuchaba los susurros de mis compañeros a medida que los cruzaba. A media mañana fui citada a una reunión directiva.

Subí temerosa a la anteúltima planta y después de felicitarme por mi promoción me notificaron que Raúl había renunciado por considerarse responsable de lo acontecido y por decisión del socio mayoritario, habían decidido promoverme a su nivel.

Lo que en realidad querían saber era si me encontraba capacitada para aceptar el reto. Por supuesto que acepté, ya que ellos no sabían que Raúl no era más que una figurita decorativa que se anotaba los porotos de los demás.

La siguiente consulta era sobre quien recomendaba para la gerencia que yo había dejado libre, sin dudar recomendé a Caro y la reincorporación de Bea. Eran dos elementos valiosísimos y corríamos el peligro de que fueran captadas por la competencia.  Después de todo, les informé, el máximo responsable y principal instigador del fraude había sido Javier, vaya a saber con qué propósito.

Aunque yo lo supiera, ellos lo desconocían.

Como máxima responsable del área, aceptaron mi propuesta y al día siguiente, cuando se reincorporaron, entre gritos de alegría de sus compañeros que las querían mucho, me vinieron a agradecer la oportunidad.

-. Tu gesto te enaltece, siempre fuiste la más capaz de nosotras.

-. No me lo agradezcan solo a mi, también tuvieron un Ángel guardián.

-. ¿Te lo ha contado? Qué vergüenza haber caído tan bajo. Perdónanos

-. Si no lo hubiera hecho, no estarían acá, yo también caí en las redes de Javier, pero por otros motivos y Ángel también lo vió. A diferencia de ustedes, yo perdí a mi pareja. Y en mi caso, me lo merezco.

-. Pero estoy donde quería estar, solo lamento haberlo lastimado tanto.

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