Postales de traición 4
Cadena de mentiras
JUSTO HOY
La hora se acercaba inexorablemente y yo estaba cada vez mas nerviosa. El clima de tensión que se vivía en la fiesta esperando el nuevo nombramiento era insoportable.
Los murmullos conjeturando quien iba a ser la elegida, estaban a la orden del día. Todos tenían algún dato de un amigo de un compañero de un jefe,que le había pasado la información.
Todavía no habían llamado a sentarse, pero muchos ya lo habían hecho para tener la mejor ubicación. La contienda había sido tan reñida y extensa, que tenía a todo el mundo intrigado.
Miré a mi derecha y descubrí a Caro, hermosa como siempre, vestida con un atuendo muy sugerente y hablando muy confiada con su marido, ella era así siempre tirando para adelante sin importar los medios, solo el objetivo y confiada en los resultados. Por algo era la líder de ventas indiscutida.
Un poco mas allá estaba Bea, fascinante, sinuosa, hablando como siempre en voz baja, insinuando mas que imponiendo. Levantó la vista y me vió. Esbozando una sonrisa de superioridad, levantó la copa y me dedicó un brindis. Se la veía confiada, como cuando destrababa las negociaciones mas complicadas. En ese campo no tenía quien la iguale, era una negociadora maravillosa.
Esas eran mis rivales, distintas pero semejantes, capaces de cualquier estratagema para lograr sus objetivos. Así se tuvieran que follar a media compañía. Vaya par de putas, dicen que no hay gerente que no haya pasado por sus abiertas piernas. Aunque vamos que yo, después de las últimas dos noches tampoco podía abrir la boca.
Y todo por culpa del gilipollas de mi marido, en el momento más importante de mi carrera, me dejó sola entre las fieras. Primero con la excusa de no compartir el metodo para coronar mis ambiciones y luego por privilegiar su puto trabajo. Que se joda, se los tiene bien merecidos.
Para colmo Javier y Raúl me miran como lobos hambrientos, maldita la hora en que se me ocurrió darles cabida. Todavía no se podrán creer que la brillante y pacata estratega de la empresa, tan modosita ella, fuera tan puta. ¿Ahora quien los para? Y encima el idiota no aparece, que estará haciendo para plantarme así justo hoy.
CADENA DE MENTIRAS
Justo hoy era el día en que de una vez por todas aclararía con Laura, la situación insostenible en que se había convertido nuestra convivencia por sus continuas puyas. Dejé un par de trabajos pendientes y la llamé para avisarle que iba al departamento para hablar con ella,
Llegué alrededor de las tres de la tarde, no había nadie a la vista y la habitación de Laura estaba cerrada. Golpeé la puerta para avisar que estaba y dos minutos después salió Laura despeinada y con una bata mal puesta.
-. Perdona la facha, se me pasó la hora por completo
Tras ella salió un maromo de dos metros, vestido solo con un boxer, le dió un beso en la boca y se fue al baño. Decir que me quedé paralizado es poco. Otra vez la sensación del puñal en el estómago me revolvió las tripas y tuve que salir corriendo a vomitar en el baño chiquito.
Al terminar me enjuagué la boca y sin decir palabra, fui a mi dormitorio, tomé los libros y me retiré a la facultad. No me percaté de que Laura me observaba desde la puerta de la cocina, con los puños apretados y lágrimas en los ojos.
En el resto de la semana no volví al departamento y me quedé a dormir en el taller donde tenía un altillo con todas las comodidades. El fin de semana, aprovechando que se habían ido a sus pueblos, recogí mis cosas, arreglé con la casera y me marché. Yo no jugaba en esas ligas. Esos movimientos de intrigas y pasiones me superaban.
El Lunes a la noche, estaba por irme a dormir cuando golpearon la persiana del galpón en forma insistente. Al abrir la pequeña puerta insertada, encontré a Carmen echa una fiera.
Entró como una tromba revoleando el volado de su corto vestido blanco y marcando el paso con sus altos tacones. Se sentó en una silla y haciéndome ademanes ampulosos para que me siente a su lado, me espetó.
-. Tu eres idiota o qué, ¿Por qué te has ido?
-. Porque no quiero estar en medio de una guerra que no me pertenece. Laura está enloquecida desde que piensa que nos acostamos y no estoy dispuesto a tolerarlo.
-. ¿Qué le has hecho? Se la pasa llorando encerrada y no suelta prenda.
-. ¿Yo? Lo único que me faltaba. Ahora la culpa la tengo yo. El lunes la cité en el departamento para hablar con ella y dejar la guerra de lado y me recibió semidesnuda, en medio de una follada con un gorila de dos metros.
-. Ja, ja, ja ¿Y que le has dicho?
-. ¿Y quién soy yo para decirle nada?, me dió tanto asco su actitud, que vomité el almuerzo. Tomé mis cosas y me marché.
-. ¿Así que fue eso? ¿Y por qué te afectó tanto? ¿Te has enamorado de ella?
-. Quizás si lo estaba. En realidad no sé. Me desconciertan sus actitudes. Cada vez que estuve por hablarle, puso un maromo entre ella y yo. Lo que si te aseguro, es que ya no quiero saber nada de Laura. Es una mujer tóxica.
Carmen me miró con una sonrisa y levantándose de su asiento empezó a caminar hacia mí, terminando por sentarse a horcajadas sobre mis rodillas.
-. Entonces tengo el terreno despejado. Solo una pregunta mas ¿Por qué no te acostaste conmigo esa noche? ¿Por amor a Laura?
-. En parte por eso, en parte por no arruinar la convivencia y mayormente porque me pareció que lo hacías por haberte ayudado esa noche.
-. Pues te equivocas, me gustaste desde que te ví la primera vez y a medida que fui descubriendo lo buen tipo que eres me has tenido por tus huesos, tu ayuda de esa noche fue la frutilla del postre.
Tomándome de la nuca con su mano derecha, acercó su cara y me dió un pequeño pico. Separó su cara y me miró esperando mi reacción. Pasé mis brazos poe debajo de sus piernas y corvas, la levanté y la llevé a mi buhardilla.
La deposité en la cama de costado y lentamente sin dejar de mirarla a los ojos levanté su corto vestido, bajé lentamente sus bragas y me sumergí en sus humedales. Quince minutos después, Carmen botaba como una loca apretando mi cabeza contra su coño. Cuando alcanzó el orgasmo se quedó desmadejada. Mientras se reponía, aproveché a desnudarla totalmente con su atontada colaboración.
Cuando me paré para sacarme la ropa no me lo permitió. Se sentó en la cama, despasó mi cinturón, bajó mi pantalón junto con mis boxers y dándole el visto bueno a mi tranca, se la tragó. Mi experiencia no era muy abundante, pero la niña sabía lo que hacía. Quise separarla cuando me iba, pero no me dejó y acabó tragándose la abundante corrida hasta desbordarle por las comisuras de su boca -llevaba bastante tiempo sin descargar-.
Siguió lamiendo golosa buscando una nueva erección, cuando la logró, sonrió orgullosa y se recostó tirando de mi pene para que no me escape. Me fue llevando hacia el objetivo y cuando lo presentó a las puertas, de un caderazo la clave a la cama.
Follamos como posesos todo el fin de semana y nos convertimos en amantes sin condiciones casi hasta el fin de la carrera. Cuando le calentaba el chichi, me mandaba un mensaje para ver si estaba libre y se venía. Lo mismo de mi parte.
Pasábamos las vacaciones juntos o separados según los planes de cada uno, siempre sin preguntar y sin cuestionamientos. La ayudaba con sus estudios y ella que estudiaba abogacía lo hacía con mis contratos.
Cuando ya cursábamos tercero, se unió a nosotros su amiga Sara con su novio, una morocha de infarto, desfachatada, provocativa y muy divertida. De hecho solían tener noches de chicas juntas de las que volvían desmadejadas a la mañana siguiente y sobre las que prefería no preguntar. Solíamos hacer acampadas juntos donde nos reíamos mutuamente de los gritos que se escuchaban de la otra carpa.
También era normal en verano, que pasaramos unos días en la casita de la costa de mis padres, donde a pesar de sus insistentes reclamos nunca quise invitar a Sara, sus insolentes biquinis brasileros que solo se atrevía a usar cuando estaban juntas o los descarados toptess con tanga de tira que solía usar, habrían sido la comidilla de las vecinas amigas de hace veinte años de mi madre.
Nuestra relación centró a Carmen en sus estudios, lejos ya de sus fiestas despendoladas de todas las semanas y concentrada su actividad sexual casi en exclusiva en mi persona, se fue poniendo al dia, al llegar al último año estaba un semestre adelantada con respecto a mi desempeño y ya tenía planeado un viaje de postgrado a Londres, la capital de las finanzas, para el segundo semestre.
No había podido seguir su ritmo de estudios, pero mirándolo del lado positivo, mi empresita había crecido y ya éramos diez activos que nos repartíamos la mitad de las ganancias a partes iguales. Del resto, la mitad iba a equipamiento y el saldo a mi bolsillo.
Ese año Carmen arrancó rara. A la vuelta de las vacaciones que se tomó con Sara donde estuvieron solas quince días en la costa y relajándonos después de un polvo bestial me miró poniéndose seria y me tiró la bomba.
-. Es la primera vez que no disfruto de las vacaciones.
-. ¿Y eso?
-. Estuve más preocupada de lo que estarías haciendo tú, que de divertirme, ya no me llena follarme todo lo que se me cruce por el camino. Hasta discutí con Sara porque la dejé plantada en medio de una jodienda.
-. ¿Qué te sucedió?
Le pregunté serio, ya que tanta información me retorcía el estómago. Suponía lo que hacía, pero nunca quise preguntar.
-. Estábamos las dos desnudas en el piso de unos americanos, recibiendo una comida de coño espectacular, cuando me puse a pensar que tú, posiblemente, estuvieras en tu pueblo tirándote a esa Rosetta y no pude seguir. Me vestí y me fuí sin dar explicaciones. Al otro día Sara volvió desecha por haber tenido que atenderlos a los dos y me armó un lío de órdago. El enfado no se le pasó en todo el viaje
-. Y que conclusión sacas de esto? ¿Quieres cortar lo nuestro?
Me acarició la cara con cariño
-. Todo lo contrario, quiero que intentemos ser pareja, sin terceros en el medio. Pienso cancelar el viaje Londres, no quiero tentaciones en nuestro camino.
-. Mal empezamos si para no tentarte, debes estar controlada. Haz el viaje, tu futuro está primero
Como toda respuesta, me comió la boca y echamos un polvo espectacular. Desde ese día se mudó a mi departamento y empezamos una vida nueva, sin preguntas del pasado y sin reproches.
Terminó el semestre, Carmen se graduó y una semana mas tarde, viajó entusiasmada a Londres. A la semana, las novedades abundaban, cursaba su postgrado en una universidad de prestigio y compartía el piso con dos compañeras, Helga de Alemania y Jhoana de Estados Unidos.
Para no hacerlo tan cargoso nos cominicabamos una vez por semana y tratábamos de no tocar el tema sexo por pedido expreso de ella, se sentia incomoda hablando de ese tema o teniendo sexo virtual estando sus compañeras cerca. Dos meses después de su partida, Sara se apareció por mi departamento con su novio a pedirme si podía prestarle el de la costa por una semana.
Al ser mediados de Agosto y pleno invierno, hacía un frío de cagarse, estaba todo cerrado y no habría vecinos curiosos ni mucha carne para mostrar. Por lo tanto accedí sin dudarlo y sin saber lo que me iba a costar.
A la semana, volvieron locos de contentos a devolverme la llave y quisieron pagarme por el alquiler, a lo que me negué terminantemente. Finalmente me propusieron, encontrarnos una semana las dos parejas en la casita de la costa a la vuelta de Carmen, con todos los gastos pagados por ellos y prometiéndome Sara, socarronamente, ser casta y recatada. Entre risas le di mi consentimiento.
Una semana antes de la vuelta de Carmen y con todo organizado, apareció Laura por mi taller después de dos años o más sin verla.
-. Tenemos que hablar ¿Cuando puedes?
-. No tengo nada que hablar contigo, no vengas a joderme la vida. Ya lo has hecho bastante
-. Ya lo sé y me disculpo. Vengo precisamente a eso, pero te va a interesar, dime que ves.
Sacando su teléfono, lo desbloqueo y me mostró una foto, en ella estaba Carmen con un bikini indecente, a su derecha una rubia tetona que debería ser Helga y a su izquierda un maromo musculoso que la tenía tomada por la cintura.
-. Son sus compañeros de piso. Nervioso, la contradije
-. Estás equivocada, falta Johana.
-. No hay tal Johana, es John, y se conocen del verano pasado. Es uno de los americanos por los que discutió con Sara.
Un frío y viejo rencor me recorrió la espalda, a la vez que las náuseas hacían acto de presencia nuevamente. Lacónico le contesté...
-. Viernes a las ocho en mi casa. ¿Quieres la dirección?
-. Se perfectamente donde vives.
Se dió media vuelta y se marchó. El resto de la semana no di pie con bola, Carmen intentó hablar conmigo varias veces, pero no la atendí. Finalmente llegó el día y a las ocho en punto Laura tocó el timbre del departamento.
La hice pasar, estaba vestida sobria como siempre, con un vaquero holgado y un jersey grueso que ocultaba su silueta. Se sentó en el sillón doble invitándome a hacerlo a su lado, sacó su ordenador portátil y lo apoyó en la mesa del tresillo. Serví dos tragos y me senté a su lado.
-. Antes que nada quiero disculparme por como me porté contigo, pero quiero que sepas que el día que encontré a Carmen en tu cama, me confesó que habían tenido sexo toda la noche.
-. Eso no es verd…Me tapó la boca con su mano
-. Ya lo sé, me lo confesó burlándose de mí, el primer día que se acostaron.
-. Anda que tú con el gigante…
-. Ese gigante es mi hermano, y estaba ahí para hacerte pensar lo que pensaste y darte un escarmiento por sugerencia de Carmen, a la que le había confesado que estaba enamorada de tí.
-. ¿Enamorada de mi y te comiste la boca con un tio delante mis narices en el pub, justo el día que iba a confesarte mis sentimientos?
-. Ese tío era un ex que me agarró de sorpresa y le di vuelta la cara de un tortazo, cuando te lo quise explicar te habías ido y no te vi mas por mas de tres meses. Después ya era tarde y pasó lo que pasó.
Un estremecimiento, junto a una sensación de haber sido burlado, me corroía las entrañas. Y todavía faltaba lo peor.
……………………………………………………………………..