Poseisa por la serpiente del abuelo ingles

Lo cierto es que estaba electrizada por aquel hombre y su enorme serpiente marina, a la que me la imaginaba en estado rígido, pensando daría miedo tenerla frente a una.

Había decidido tomarme un descanso y relajar mis agujeritos con un baño de agua salada y algo de sol, tras los acosos  que estaban recibiendo estos últimamente en partida doble, por lo que me decidí irme a una nudista y así comprobar in situ los bien que se está sin ropa, pues jamás había visitado una y menos estar desnudada delante de toda la gente, pues mi difunto marido era contrario a estas playas , alegando que solo había personas raras, aunque lo que mi imaginaba era que no deseaba una  comparara su tamaño con lo que había por ellas, pues visto los últimos acontecimientos y lo que ahora mi vista alcanzaba a ver, el precisamente no fue un portento en dotación.

Me tumbe y abrí mis piernas para que el sol y la brisa marina refrigerara y recuperara mi conejito, al que previamente esa mañana había acicalado con un arreglo de pelo, dejándolo cortito y provocativo, pareciendo dar resultado dicho peinado, pues todo el que pasaba frente a mi dirigía su mirada a dicha abertura, incluso los que a mi lado se encontraban no quitaban ojo del mismo.

Me sentía como una princesa ante las numerosas miradas, y  cuando me disponía a ponerme un poco de  protector solar, mi vi caminar hacia mí a un   hombre de unos sesenta años aproximadamente, pues su pelo blanco recogido en una coleta y las marcadas pero atractivas arrugas de su cara con una tez morena por el sol hacían presagiar esa edad.

Bueno para ser sincera  lo primero en lo que me fije, fue en una serpiente que se balanceaba entre sus piernas, con un movimiento elegante acompasando sus pasos, teniendo afeitada parte de esa zona púbica que aun hacia destacar más aquel grosor y longitud de aquel ofidio.

Se notaba por  el moreno integral pues no había marca de bañador alguna en su cuerpo, que era un nudista empedernido, pensando para mí que hacia bien, pues semejante estampa y bicho tenían que estar a la vista para el uso y disfrute sobre todo de mentes tan calientes como se hallaba la mía ahora.

Me quede boquiabierta cuando saco una toalla y se puso casi a mi lado, saludándome con un “hi”… pensando yo era extranjera, por lo que deduje el sí lo era.

Le dije “hola”, y él me respondió también ya en español  con otro “ahh hola” pero con acento inglés, a la vez que decía …” no molesto aquí al lado, no está ocupado no”… no no.. casi balbuceando le dije yo todo medio nerviosa , pues desde mi postura tumbada, la vista hacia arriba, donde colgaba aquel reptil enorme que parecía mirarme con su cabeza desafiante, me  tenía atolondrada, aunque menos mal que  mis gafas de sol quizás disimularan un poco donde estaba dirigiendo mi lasciva mirada.

Se sentó,  posando entre sus piernas aquello que una no dejaba de mirar, eso sí, con cierto disimulo,  pareciéndome oír hasta el golpe que dio cuando esta callo sobre la toalla.

Saco un bote de protector solar y comenzó a embadurnarse, comenzando por las piernas y continuando por aquel apéndice al que le hecho un buen chufletazo con el spray bronceador, para después restregar sin miramientos con su mano por toda la longitud y grosor de aquella serpiente marina, haciendo hincapié sin ningún descaro en su cabeza a la que dejo lustrosa y brillante, pues eras de esas que van siempre descapulladas.

Subió por su torso y brazos así como hombros y cara, para al final con una sonrisa cautivadora, pedirme si le podía poner por la espalda.

Dije para mí… (“me lo podías haber dicho antes y más para habértela puesto en otro sitio”), claro, le  respondí, incorporándome mientras él me ofrecía su espalda, a la que rápidamente frote con la crema solar extendiendo esta por toda ella.

Baje hasta donde su trasero formaba aquel sutil canalillo y estuve a punto de decirle se levantara para ponerle en el también, pero la situación hubiera sido peligrosa pues no sé si al volver a ver aquello balanceándose entre sus piernas, una se hubiera podido contener…

Me dio las gracias y quedamos así un buen rato tomando el sol, cuando paso un vendedor de esos playeros que llevan fruta y algo de bebida ofreciéndonos.

Nos dijo este.. “pareja no quieren algo para hidratarse…” y dirigiéndose a él le volvió a decir… “cómprele a su señora una fruta fresca que se va a quemar toda aquí al sol “

Se rio el inglés, pero no le aclaro al vendedor nuestro estado ni que no éramos pareja, aunque sí que compro un par de refrescos y trozo de piña natural, ofreciéndome cortésmente para que tomara junto a él.

No me negué pues fue muy correcto y educado, y tras pagar y marcharse el vendedor, entre sonrisas dio,  mi señora como acaba de decir el chico, no tengo el gusto de saber su nombre, el mío es John… Rosa le respondí,.. Esposo mío, continúe diciendo entre las risas ya de ambos, y rompiendo el hielo para comenzar un fluida y banal conversación playera.

Aunque entre tanto me dijo vivía allí hacía mucho tiempo pues se había mudado tras unas vacaciones con su ex­ esposa y el posterior divorcio entre ambos.

Yo le dije era viuda desde hacía tres años, apenándose por ello con un “sorry”... “lo siento”, aunque yo rápidamente le aclare estaba superado y estaba comenzando una nueva vida.

Era embrujadora su mirada y sus sonrisa y no os quiero contar su entrepierna a la que no dejaba de mirar cuando mi vista me lo permitía hacer con discreción, recibiendo también halagos suyos de palabra y mirada, cuando me decía no tendría problemas de rehacer mi vida, pues era una mujer muy atractiva.

Yo también le correspondí con palabras de halago, sin hacer alusión por supuesto a su enorme entrepierna, respondiendo el que bueno procuraba cuidarse aunque ya era abuelo también y esto le hacía sopesar su futuro para rehacerlo.

Me invito a darme un baño junto a él en el mar, ofreciéndome la mano para que levantara y le acompañara y acepte, pues viendo lo que tenía delante no podía negarme o hubiera sido una tonta.

Nos metimos en el agua nadando cerca ambos y continuando la conversación en la misma, pasando ya a transformar la conversación a temas más personales, viendo que aquel hombre se sinceraba mucho y era un buen conversador que buscaba compañía, pues daba la sensación de sentirse solo… aunque una en mi interior pesaba como podría estar libre con lo que tenía entre las piernas… si aquello le sabia dar buen uso, no le faltaría candidatas sin lugar a dudas..

Salimos del agua y observe que aquello había encogido poco con esta, sentándonos nuevamente a charlar y ofreciéndose el a ponerme     un poco de crema solar.

Acepte con agrado y más cuando vi con que delicadeza y sutileza me ponía la misma sobre mi espalda  hombros , devolviéndome  el bote para que continuara poniéndome yo  por el resto de mi cuerpo, aunque ante mi sorpresa, pues hasta yo misma quede atolondrada, le dije que no me importaba que siguiera poniendo el por el resto.

Creo me puse colorada cuando me di cuenta lo que había dicho, aunque él se lo tomo con naturalidad y continuando por mis piernas y muslos teniendo cuidado no  rozar por las inmediaciones de mi sexo, aunque este lo hubiera agradecido.

Paso a mi barriga con una sutiliza tremenda, llevando sus dedos a rozar con vello púbico que tan bien había arreglado para la ocasión playera, e incluso ante mi sorpresa por la parte superior de mis pechos que embadurno elegantemente y con cuidado de no parecer me los sobaba.

Ese hombre me había puesto loca y por dentro estaba que explotaba de pasión, temiendo me pidiera yo le pusiera crema a él, pues no sabría qué hacer cuando llegara a su entrepierna.

Como era natural me lo pidió, y le puse sin miramientos  por la espalda así como  por su torso fuerte y musculoso que para sus años tenía, bajando a también a sus piernas y con un descaro por mi parte que ni yo misma conocía,le puse hasta por el interior de sus fuertes muslos, rozando por el dorso de mi mano en aquel reptil que reposaba dormido  sobre la toalla.

Uyy, perdón le dije al rozarlo,.. No pasa nada dijo el, con una pícara sonrisa, si  fueses mi esposa real te pediría le pusieras crema también…. Yo algo lanzada por el lugar donde me encontraba y el entorno todos desnudos e incluso con alguna pareja en las inmediaciones haciendo algunas calentoñas,  le dije..: bueno según el chico de los refrescos soy tu señora.

Por lo que me dispuse no sin un poco duda manifiesta por el temblor de mis manos, por ver como se tomaría aquello, a ponerle crema por todo lo largo de aquel tronco reptil.

Lo cogí con  mis manos tras previamente untarlo de crema y suavemente la extendió por toda su longitud hasta la cabeza que la rodee con la palma de mi mano para quedar bien impregnada… me miro con una naturalidad pero con una mueca de picardía ante mi decisión, a la vez que dijo… ten cuidado con los temblores de la mano, no sea despierte aquí en medio la playa y provoquemos una estampida.

Le reí dulcemente procurando dar naturalidad al momento, pero lo cierto es que estaba electrizada por aquel hombre y su enorme serpiente marina, a la que me la imaginaba  en estado rígido, pensando daría miedo tenerla frente a una.

Se la solté no sin un poco de pena, dejándola caer sutilmente sobre uno de sus muslos, haciendo se tumbara para ponerle sobre su cara también un poco de crema, pues no quería parecer solo me interesaba su entrepierna.

Me excite como una loba sedienta sexo del líder de la manada, cuando extendía esta por su rostro masculino, marcado por  el moreno y unas atractivas arrugas que lo hacían muy varonil, agradeciendo el este masaje facial, pues me dijo que lo hacía de maravilla, a la vez que su mano se posaba por mi cintura titubeando si bajar con caricias o quedarse allí solamente.

Como vio me recree un rato, esta al final se deslizo y rozo mi trasero al que sutilmente acaricio.

Abrió los ojos y nos quedamos unos segundos mirándonos fijamente sin mediar palabra, solo se movía mi mano por su rostro pero ya no era repartiendo crema y su mano por mis nalgas, cuando me agache y lo bese.

Correspondió  el  con un largo y dulce beso que una agradeció con pasión casi desbordada, pues retirándome con delicadeza mi cara me dijo, tranquila cariño que estamos a la vista de muchos… vente a mi apartamento que está aquí cerca y continuamos  allí privadamente.

Pero primero tomemos otro baño que esta calentura va a hacer mella en mí y no quiero alarmar aquí a la gente… haciendo alusión a que su entrepierna había comenzado a tomar vida.

Nos metimos en el agua rápidamente y allí volvió a besarme y rozar ya sin pudor su monstruo marino por mi conejito, por lo que ante los raudos acontecimientos volvió a insistir ir a su apartamento,… aceptando una gustosamente.

Entramos y fue soltar las toallas y bolso de playa para que nuestros cuerpos se fundieran en un abrazo con besos de pasión por boca, cuello y pecho.

Se transformó en una amante increíble, pues sabia y pacientemente fue recorriendo todo mi cuerpo con caricias y besos, haciéndome estremecer.

Sus manos tenían una delicadeza tan sutil en el manejo de mis pezones y sexo que a los pocos minutos estaba casi a punto explotar y más aún cuando  dejó caer al suelo sus pantalones cortos de playa que ya duras penas podían retener y disimular aquello que yo tanto anhelaba, viendo ahora en primer plano como se había endurecido aquel reptil con unas dimensiones que asustaban, pues ya no era el grosor y dureza, era también la longitud que abarcaba aquel bicho.

Intente yo también ser delicada y arrodillándome lo agarre con sutileza  y me lo lleve a mi cara para frotarlo con ella, pasando su dura y jugosa cabeza por mis labios para lubrificarla y saborearla en primera instancia.

Como era natural sabia a mar, pues los restos de sal del agua de la playa  en aquella punta le daban un toque exótico y sabroso, agarrándola con mis dos manos sin llegar a cubrir la longitud, la moví y balancee testando su rigidez, a la vez que ya sin miramientos deguste su cabezón con fervor y pasión, consiguiendo que el moviera su cadera instintivamente ante las acometidas de mi boca.

Me dejo devorarle un buen rato, ofreciéndome también sus dos buenos depósitos que igualmente saboree y mordisquee mientras mis manos ahora testaban la dureza exquisita de su culo, provocándome aun si cabe más excitación.

Tomo la iniciativa y tomándome en sus brazos con una facilidad pasmosa, pues me levanto como si mi peso fuese pluma, me llevo a su cuarto y me dejo caer sobre la cama, continuando ahora el  con besos, desde mi boca bajando hasta mi sexo.

Al llegar allí se recreó con una sapiencia que al minuto me hizo mojar, conteniendo el con sus manos en mi cadera los espasmos de la misma, mientras seguía saboreando con su experta lengua los frutos que allí manaban.

Mis pezones ahora eran pasto de sus dedos que con sabiduría testaban la dureza de estos, haciendo gemir como una adolescente cuando los pellizcaba dulcemente, todo sin dejar de jugar con su lengua en mi agradecido conejito.

Mire con descaro a ver como estaba mi serpiente favorita y  esta colgaba dura y rígida de su entrepierna, pues la postura que tenia de semi rodillas devorando mi sexo me permitía ver en todo su esplendor aquel reptil enorme que mirando al frente desafiaba a mi conejo.

Se tumbó ante mi sorpresa a mi lado, e  invitándome a sentarse sobre él, puse mi mojado sexo  sobre aquel enorme falo para restregarme y sentir ahora el calor que desprendía, acompasando el mis movimientos para que fuesen lentos y suaves.

Deseaba ya ser penetrada y montarme sobre el para cabalgar como una loca, pero el sabiamente me retenía y retardaba el momento, jugando con mis pechos mientras mi cadera seguía en el juego del roce.

Me tomo con delicadeza por mi nuca con su mano y me acerco a su boca para besarlo, levantándose mi cadera un poco en el momento que el ya guiaba con maña, aquel ofidio hacia la puerta del paraíso.

Sentí con lentitud como iba entrando, dilatando mis paredes hasta el punto de sentirlo comprimido y apretado dentro de mí, temiendo que esas tremendas dimensiones me produjeran algo de dolor en primera instancia, sin embargo ante tal excitación y su sapiencia en los preliminares, esta entro hasta el fondo produciéndome un placer que mis ojos se entornaron por segundos, cortando mi respiración momentánea hasta que quedo ubicada y colocada en mí.

Deje caer el peso de mi cuerpo sobre ella y sentí en mis nalgas sus duras pelotas… retomando fuerzas iba a comenzar como una loca a cabalgar sobre aquella tranca que me tenía ensartada, cuando delicadamente y con voz sensual me dijo… tranquila no te muevas deja que los cuerpos trabajen solos, relájate y envía tu energía a tu sexo veras como el solo disfruta de lo que tiene dentro.

En principio quede algo despistada, pues estaba acostumbrada a moverme o que se movieran sobre mí, pero el insistía y decía, desvía tu energía a tu sexo y deja que comprima con sus musculo y estruje el solo mi pene, veras que placer más rico.

Me relaje como él decía, aunque mi excitación iba en aumento sentada sobre aquel semental y con aquellos veintitantos centímetros dentro de mí, y comencé a intentar que los músculos interiores de mi vagina trabajaran sobre aquel intruso, y lo cierto es que lo estaba consiguiendo, pues su cara y el gustirrini que ahora  una comenzaba a sentir nos delataba.

Ummm muy bien veo eres una buena alumna aprendes rápido ..mmmmm así despacito que disfruten ellos ….refiriéndose  por supuesto a mi conejito y su enorme rabo ensartándolo.

Era increíble que sin moverme y el igual inmóvil sobre la cama pudiéramos gozar tanto en esos dulces momentos donde las paredes de mi conejito parecían tener vida, comprimiendo  y masajeando aquel enorme intruso.

Una mano seguía en un pecho y la otra andaba por mi boca ofreciéndome los dedos a los que sobaba y chupaba como si de otro elemento se tratase mientras mi cadera ahora comenzó a vibrar sin control   sentada sobre él, preludiando un orgasmo de los que asustan por la intensidad y duración.

Como me sujetaba  de la cadera para no moverme en exceso, era mi cabeza la que se agitaba como si estuviera poseída mientras por mi boca lanzaba gemidos y alaridos de placer.

Fue de tal  duración aquella explosión de placer, que pensé se habían fusionado dos orgasmos en uno, quedándome ahora tras aquel apoteósico momento, sin fuelle para seguir con aquel juego.

Con sabiduría el tomo ahora las riendas, y bajándome de su montura me puso sobre su cama tumbada boca abajo para que me relajara y recuperara, a la vez que con suavidad coloco un cojín sobre mi bajo vientre levantando este unos centímetros de la cama.

Se puso por detrás y acerco su miembro otra vez a mi sexo para perforarlo con suma delicadeza haciendo que por mi boca, volvieran a salir suaves gemidos de placer.

Ahora si se movía el con maestría, bombeando su grueso miembro dentro de mi agradecido sexo, que abierto como una flor impregnada de roció  recibía con agrado las entradas y salidas de  aquella serpiente.

No se los minutos que estuvo en esa postura, pero si se volví a explotar ante mi sorpresa pues, últimamente andaba descubriendo con qué facilidad se repetían mis orgasmos, aunque también no tenía dura de que parte de esa culpa era debido a los maestros y  miembros de los que últimamente disfrutaba.

Se dejó caer sobre mi espalda sintiendo ahora su agitada respiración, a la vez que metió sus manos debajo mi cuerpo para abrazar mis pechos, sin dejar de mover su cadera con ese ritmo parsimonioso pero exquisitamente sabroso y gozoso.

Cambio su ritmo de respiración y a la vez también el de su cadera, impulsándose esta   ahora con algo más de fuerza, cuando soltó un grito de placer sobre mi nuca, a la vez que su cuerpo ahora golpeaba con toque sutiles pero secos sobre el mío, haciendo que  su enorme falo vomitara en mi interior intensa ráfagas de pastosa leche, sintiendo la virulencia con la que esta salía.

Quede rendida y sometida por el placer de aquel semental y durante unos largos minutos el quedo sobre mí manteniéndome insertada, aunque cariñosamente besuqueando mi cuello y nuca en agradecimiento al momento sublime que habíamos tenido.

Me dijo con voz suave, que había sido magnifico, que había  gozado mucho y más viendo a una también explotar con tanta frecuencia y pasión.

Le dije no tenía palabras, cuando suave y delicadamente  se bajó de mi tumbándose a mi lado.

Pase yo ahora a besar y acariciar su pecho subiendo hasta su boca, para besar esta apasionadamente mientras mis manos mesaban sus caballos cariñosamente.

Me pregunto qué iba  hace el resto del día,.. Respondiéndole que esperaba que el  me invitara a comer para después tomar en su compañía una rica siesta y si había fuerzas algo más…

Ummmm, magnífica idea, aunque creo la siesta se va a posponer hasta finalizar ese trabajillo, pues fuerzas para eso las hay y muchas….

Y lo cierto es que cumplió con su promesa con creces, haciéndome caer tras aquella segunda sesión de sexo,  en una siesta tan larga y  placentera que casi se nos hace de noche.

Pero eso se los contare otro día, pues fueron varios los encuentros con este abuelo inglés, como a él le gusta le llame cariñosamente.