Poseída en violencia

Cómo mi novia pierde el equilibrio.

Unas piernas que prometen mucho. Si tengo que describir a mi novia elijo esa frase. Morocha, de largas y excelentes piernas, con cara simpática y pechos normales.

Tanto prometen que ella usa su potencia casi al máximo, con polleras y mini shorts, deslumbrando conocidos y forasteros.

Una noche ella lucía un pequeño short negro con unas botas negras y una media también del mismo color, acompañados de una bluza que dejaba ver un poco sus codos y su ombligo. Tenía que salir con sus amigas a festejar que una de ellas se había recibido.

Fueron a un bar donde tomaron bastante entre amigas, sacaron muchas fotos como hacen normalmente, rieron, y quizás fumaron algo también. Luego de la larga fiesta, que terminó alrededor de las 5 am, se dispusieron a volver, para lo cual fueron caminando ya que estaban cerca todas. Fueron en grupo hasta que Lucía, mi novia, se separó para las últimas dos cuadras hasta mi casa. Iba caminando riendo un poco y rememorando una todavía fresca situación pasada. De repente aparece entre la tenue luz de algunas luces callejeras una figura masculina, ancha y un poco alta que le dice algo que ella no alcanza a escuchar, por lo cuál pregunta "¿Qué", y la sombra se abalanzó hacia ella, la tomó por la boca para que no gritara y la subió a una camioneta que había a pocos metros. Era una camioneta pequeña pero cerrada y polarizada con un acoplado normal.

El la soltó lentamente sobre el suelo tapandole con una mano los labios, y recibiendo sin mutarse sus no tan débiles pero torpes golpes. Enseguida le metio un pañuelo en la boca y se la tapó con cinta. Hizo lo mismo con los brazos.

Luego comenzó a acomodar el ambiente, púso música suave, y comenzó a contarle una historia de amor y odio, con una paz y una pausa que hicieron que luego de unos minutos Lucía pierda el nerviosismo notablemente y comenzara a llorar en silencio. En ese momento el sujeto aprovecho para acoger con su hombro el llanto. Aguardó unos minutos y cuando comenzaba a frenar ese ya suave llanto, empezó a tocarle un poco el muslo, ocasionando una respuesta tensa y sorprendida de Lucía que enseguida pareció resolver mentalmente la situación y se relajó en cierta forma de resignación. Prosiguió con el manoseo hasta llegar a las partes altas de sus muslos para sujetarlos con fuerza y luego recostarla bien en el suelo para comenzar un masaje con dos dedos sobre sus labios vaginales, por encima del pantalón. Lucía se retorcía pero el sujeto era fuerte y controlaba sin problemas sus impulsos. Con la otra mano comenzó a masajear sus senos mientras con los codos frenaba los forzejeos.

Luego de unos minutos así, fué bajando para dirigir su mentón hasta los muslos de Lucía y comenzar a bajarle los pantalones junto con su diminuta tanga que se perdía en su cola. Hecho esto junto con sus zapatos, y sosteniendo las piernas de Lucía, comenzó a besarle en la vagina, y acompañado por un pequeño masaje, pudieron luego de varios suaves minutos, encender la primera chispa de Lucía, quien no pudo evitar un pequeño gesto de lujuria con su cara. Atento a esta situación quien la estaba trabajando comenzó a meterle un dedo lentamente, primero un poquito de puntita, y así fué aumentando, hasta que luego de un minuto tenía dos dedos enteros metidos y haciendo tope sobre la entrepierna generosa de Lucía, que ya como podía con su tapón en la boca gemía de placer. El tipo le sacó el tapón y Lucía sólo comenzó a gemir más fuerte. El comenzó a besarla en la boca, metiendo aún sus dedos. Luego comenzó a sacarlos, y alejó su boca de Lucía...

.... fué entonces cuando Lucía con su mirada envenenada en lujuria se aceró nuevamente a sus labios y con su mano tomó su miembro y lo tiró hacia ella...

Ni lerdo ni perezoso el tipo accedió unos segundos y nuevamente se separó, diciendole que pida por favor para volver a insertar su miembro.

No se hizo esperar, Lucía le suplicó que la penetrase más y más.

Luego de un ir y venir el la fué satisfaciendo, pero Lucía que era multiorgásmica, no se cansaba, y su lujuria sólo parecía crecer y descansar para volver en cuanto sus músculos se lo permitiesen. El tipo que siempre estuvo muy atento a los gestos de Lucía, venía observando sus sucesivas contracciones, y entonces en la cercanía de una, comenzó a meter un dedo en su carnosa cola, y al ver que este entró, hizo un brusco pasaje y comenzó a penetrarla por allí, lo que la hizo gritar en forma seca y pequeña pero fuerte, hizo tope de una sola pero lenta y dolorosa embestida. La siguió otra un poco más rápida y otra más. Al cabo de unos minutos, Lucía con su mano estimulaba su vagina y tenía múltiples orgasmos.

Yo cuando me enteré que ella tuvo esa circunstancia, quise remediarlo, pero nada pudo volver esa situación ya vivida por Lucía y que la tenía poseída queriendo más y más.