Posando para una web (4)
Juanma y Santi se entregan al desenfreno
Ésa fue la señal que estaba yo esperando para desbocarme del todo, que Santi se adelantara y fuera más osado siguiendo con lo que yo había empezado ante las cámaras de la web. Así, acerqué mis labios a la polla de mi amigo, que ya mantenía en mi mano hacía un momento, y cuya dureza y firmeza estaba en proceso de calibrar, y me dispuse a meterme su capullo en mi boca. La cosa no fue fácil; nunca había mamado una polla y aquello me parecía demasiado grande.
Pasé mi lengua por la aterciopelada cabeza de la polla de mi mejor amigo varias veces, fui abriendo mi boca y degustándola como quien saborea un rico polo en pleno verano a medida que iba invadiendo mi entrada superior.
Conforme la polla iba entrando en mi boca, mi amigo Santi se retorcía, gemía, resoplaba y me acariciaba la cabeza y el cuello. En esto, notando que había dejado desatendida mi polla, levanté la cabeza un momento y vi su cara de placer.
-¿Qué, Santi, te lo estás pasando bien?
-Ufff, colega, ¡de puta madre! Para ser la primera vez que chupas una polla lo haces muy bien.
-Me encanta oir eso, tío. Pero no sé…me siento raro. Me gusta, pero a la vez me da corte.
Yo decía estas palabras mientras no dejaba de menear el cipote de Santi para que no perdiera su turgencia.
-Mira, Juanma, ahora dejémonos llevar y luego hablamos y nos comemos el tarro si quieres.
Diciendo esto, mi amigo se movió un poco hacia mi cuerpo, me sujetó por las caderas y me situó sobre él en posición del 69. De esta manera mi boca volvió a encontrarse con el rabo y las pelotas de Santi y a ellos sometí al homenaje de mi lengua y mi boca, a la vez que recreaba mi vista en la forma majestuosa del pollón que estaba saboreando: Santi era dueño de un enorme pollón moreno con una forma curiosa, pues era estrecho en la base, pegando a una abundante mata de vello púbico negro y rizado, y se iba ensanchando conforme se acercaba uno a su cabeza. Toda esa maravilla estaba coronada por un enorme capullo de un rojo bastante intenso cuyos bordes sobresalían del contorno del tronco y el pequeño ojo que lo coronaba hacía como si fuera un valle que lo dividía por la mitad, todo lo cual le daba un aspecto que recordaba bastante a una seta.
Remataba el conjunto un par de enormes pelotas de piel suave y rugosa cubiertas por el mismo recio vello negro y rizado que poblaba el pubis y que se perdía hacia abajo camino del agujero del culo.
Mientras yo me dedicaba a darle placer a Santi, notaba cómo mi amigo se empleaba a fondo con todas las partes de mi cuerpo que quedaban a su alcance. Primero noté cómo su boca suave se apoderaba de mi nabo, que a esas alturas estaba como para partir hielo; notaba la presión de sus labios sobre el tronco de mi polla, su lengua jugar con el frenillo y fustigar sin piedad mi capullo que, por su parte, no paraba de soltar precum. Posteriormente noté la boca de Santi comerse mis cojones a la vez que sus manos acariciaban y pellizcaban mis peludas nalgas así como uno de sus dedos se aventuraba a explorar mi entrada trasera, jamás mancillada por otras manos de varón.
Ante estas atenciones, mis chupetones y caricias en los bajos de mi amante fueron en aumento tanto en intensidad como en frecuencia y Santi empezó a suspirar y a gemir más fuerte, soltó mi polla y susurró:
-Tío, tío, para… que me corro y no quiero que la fiesta se acabe tan pronto.
-Tienes razón, colega,-respondí- pero es que me pones muy burro y estoy desatado.
-Bueno, -dijo Santi- pero vamos a tomárnoslo con calma que el mundo no se va a acabar esta noche.
Dicho esto, y comprendiendo que Santi tenía razón, me bajé de la posición en que había estado hasta ese momento y me tumbé en paralelo a él, cara contra cara, con nuestras cabezas apoyadas en la almohada. La reacción de Santi no se hizo esperar y enseguida se inclinó sobre mí y me besó en la boca. Al principio a mí se me hizo muy raro notar los labios del que hasta ahora había sido mi colega pegados a los míos y su lengua queriendo entrar en mi boca, pero, teniendo en cuenta lo que había pasado hasta ahora, encontré que no tenía sentido tener reparos en dejarme besar por Santi. En esas, mis labios se abrieron respondí al beso de mi amigo; su lengua invadió mi boca, mi lengua se unió a ella jugueteando, nuestras salivas se mezclaron y aunque tengo que reconocer que mi cabeza era una olla a presión, disfruté, o mejor dicho, disfrutamos comiéndonos la boca el uno al otro.