....Porque eres mi nieta...
Segunda parte de ¿por qué no? esta vez por él... Se puede leer sin el otro aunque no es lo mismo
Como explicar cómo me hace sentir esa criatura creada para el pecado, solo diré en mi defensa que nunca tuve escapatoria y que estuve condenado al fuego eterno desde el mismo instante en el que ella decidió que quería que su abuelo la follara… ¿porque qué ser humano, es capaz de decir no, cuando ante ti aparece y se ofrece el mejor de tus sueños? Lo hice con toda mi alma desde el primer instante, me perdí en el calor de su joven cuerpo, su olor, la suavidad de su piel, el calor de su sexo que me atrapó y me subyugó. Muchos no lo entenderéis incluso a mí me costaría entenderlo si no estuviera plenamente inmerso en esta espirar de pasión y desenfreno en la que me siento felizmente envuelto desde que regresé sobre mis pasos a la cocina para darle lo que demandaba y lo que todo mi cuerpo clamaba a gritos.
Te miro en mitad de la noche dormida a mi lado, estas desnuda y no puedo evitar tocar tu piel, de la misma manera que no puedo evitar ese cosquilleo en la punta de mis dedos cuando lo hago. No me quito de la cabeza ese día en el que tras la puerta oí como le contabas a mi hija (tu tía) que tenías un lio con tu jefe y tras varias preguntas por parte de ella le confesabas que tenía mi edad, esa noche a solas en mi cama pensé en la suerte que tenía ese tipo, me excité y terminé masturbándome, negándome a hacerlo pensando en ti… mi nieta. Pero sin darme cuenta la chica imaginaria con la que tenía sexo empezó a parecerse demasiado a ti y terminé corriéndome imaginariamente en tu coñito, que ni en sueños era tan hermoso como es en realidad.
No puedo evitarlo y con cuidado te tumbo de espaldas y separo ligeramente tus muslos prietos para mirar con avidez tu joven coño, estiro la mano y mis dedos recorren la humedad de tus hinchados labios vaginales, libres de pelitos y sonrío recordando la primera vez que vi tu pubis imberbe como el de una niña. Mi polla a pesar del ajetreado fin de semana palpita entre mis piernas cansadas y noto como empieza a hincharse, a despertar de su corto letargo.
Estas caliente, mojada y a pesar de dormir profundamente ronroneas de placer.
Sigo recordando cómo empezó mi fijación por ti y el siguiente paso fue sin duda el día que decidiste arreglarme la barba con ese aparato que me regalaste por navidad, al agacharte pude ver tus tetas redondas bajo la camiseta que llevabas y aparté la mirada para que no me cazaras mirándote las tetas; pero fue peor porque miré el espejo y este me devolvió la imagen de tu redondo culo.
Mis dedos siguen recorriendo tu rajita suavemente, apenas percibes el roce, no quiero despertarte.
Quiero seguir recordando cómo semanas después volví a casa a sabiendas que estaba solo, que mi hija había salido de fin de semana; entré en tu habitación y abrí el cajón de la cómoda donde sabía que dejabas algo de ropa para no cargar con ella cada vez que vinieras a vernos y entonces la tentación de tocar tus braguitas fue demasiado… no sé cuánto tiempo paso pero de repente allí estabas en el marco de la puerta. Tan centrado estaba en mis pensamientos que creí que eras fruto de mi mente, pero eras real, tan real como la mano que para mi sorpresa empezó a menear mi polla, quise frenar aquello que me pareció una aberración, pero mi polla estaba demasiado dura. Tu movías la mano con maestría, olías tan bien… y llevaba tanto tiempo deseándolo…
Cuando todo acabó me sentía tan avergonzado que me metí en mi habitación, decidido a que no volviera a suceder y me dormí firmemente convencido.
Te mueves ligeramente apretando mi mano con tus muslos, no quiero sacarla, no quiero dejar de tocarte íntimamente mientras vuelven a mi mente sensaciones de cuando desperté y me levanté con el ruido del portazo, fui a comprobar daños y te vi, mojada como un pollito, temblando como una hoja. Quería protegerte, secarte, hacerte entrar en calor. Pero todo se me fue de las manos y el calor recorrió mi cuerpo en oleadas al ver como la tela se pegaba a tu cuerpo primero, luego al volver con las toallas para secarte me besaste por primera vez y supe que tenía que huir a pesar de ver tu cuerpo desnudo que es lo más bonito que he visto jamás. Solo logré escapar unos metros, antes de regresar y… darle con ello un nuevo sentido a mi existencia.
Mis dedos resbalan hacia la entrada al paraíso que es tu cuerpo y curvándolos te penetro, tu ronroneas más fuerte y mueves las caderas hacia mi mano, mi polla vuelve a estar a mil, dispuesta como nunca, dejándome completamente alucinado una vez más de la pronta respuesta, después de haber tenido más sexo en un fin de semana que en el último año. Meto los dedos hasta el fondo y abres los ojos, buscas mi mirada y tras una sonrisa pícara separas más tus muslos. Separo los dedos en tu caliente y húmeda vagina, los junto, entro y salgo y tú te retuerces de placer.
-Que rica estas mi niña
De nuevo me sonríes y buscas con la mirada mi sexo, te relames y este se endurece aún más con ese gesto, me excitas hasta niveles estratosféricos, me cuesta pensar con claridad cuando te tengo cerca, cuando veo tu expresión excitada me enloquezco y cuando gimes como ahora me siento el dueño del planeta. Mi pulgar busca tu clítoris y mientras entro cada vez más profundamente en tu interior lo froto, entonces subes las caderas, arqueas la espalda y con la mirada turbia te corres. Saco los dedos de tu sexo recordando lo irritado que debe estar, pidiéndote perdón con la mirada. Llevo tu mano a mi inhiesta polla dejándote claro que me conformo con una paja, sé que no estas para fiestas, pero sueltas mi mástil y creo que ni eso quieres.
Entonces para mi sorpresa trepas por mi cuerpo, te tumbas completamente sobre mí, tus pechos pegados al mío, tu torso, tus brazos y tus piernas se pegan ídem, a mi homónima parte. mi polla roza toda tu raja, pegadita a la humedad de tu corrida, te mueves como un gusano y siento que podría correrme así, pero entonces dejas caer tus rodillas a los lados de mi cuerpo, apoyas las manos en mi pecho y te echas un poco hacia atrás haciendo que mi polla entre en tu cueva, despacio, sin dejar de mirarme empiezas a balancearte ligeramente como un péndulo y el placer recorre mi cuerpo, toda la sangre va a mi polla, apoyas los pies planos en el colchón y te clavas de un golpe seco, calzándote el poquito de polla que quedaba fuera de ti, doy un alarido de placer mirando como tus tetas se balancean, con tus duros pezones tiesos desafiando a la gravedad que el tiempo vencerá pero hoy no, hoy apuntan al techo.
-No puedo más mi niña
-Córrete abuelito, llena a tu nieta de lechita –susurras moviéndote-
Este fin de semana todo ha cambiado, ahora oírte llamarme abuelito me pone aún más caliente si cabe. Sobo tus tetitas, despego el culo del colchón, mientras tú bajas golpeándonos y estallo en mil pedazos vaciándome en tu interior.
Apenas puedo respirar, mi corazón va a mil por hora y se en ese instante que no voy a poder renunciar a ti, a esto, porque ahora mismo me siento más vivo que nunca, porque contigo todo es desmesuradamente espectacular y sé que aceptaré lo que sea con tal de seguir experimentando y sintiéndome así.
Volvemos a dormirnos y despierto con el agradable olor de café recién hecho, me muevo en la cama y tu olor eclipsa al del café, me siento en la cama y apareces:
-Buenos días dormilón
Me levanto y poniéndote de puntillas te estiras para aferrarte a mi cuello y acercas tus labios, ofreciéndote y ¿qué puedo hacer que no sea besarte apasionadamente?
-Como me gusta que me beses, que me toques, que me folles… -ronroneas pegando tu grácil cuerpo al mío- vamos a desayunar.
Andas ante mí por el pasillo y solo deseo que este no acabe nunca, porque ver tu cuerpo cubierto solo por una camisetita y esas braguitas de algodón que apenas cubren una tercera parte de tu culo es una gozada.
Desayunamos casi en silencio hasta que decido coger al toro por los cuernos:
-¿Que vamos hacer ahora?
-Con ahora te refieres a hoy o a un futuro próximo –dices riendo-
-Me refiero a partir de ahora, no sé qué esperas que pase
-Espero más abuelo, quiero seguir con esto… si tú quieres claro
-Y ¿te lo preguntas?
-Sé que tienes dudas y escrúpulos, que crees que no está bien
-No lo esta pequeña, sabes que no lo está.
Y en ese momento suena el teléfono es mi hija quien me devuelve a la realidad y a la clandestinidad.
-hola cariño, estoy desayunando, ¿cuando vuelves?
-Esta noche, ¿cómo lo lleva Claudia?
-Claudia bien, está durmiendo –le digo mirándote-
Cuando cuelgo sin dejar de mirarte pienso en la reacción de mi hija si supiera lo nuestro y sé que no lo soportaría y tú sabes que pienso en ella porque sin decirte nada me dices:
-Ella no tiene por qué saberlo, podemos seguir con nuestras vidas y mantener esto cuando podamos
-Tendríamos que ir con mucho cuidado mi niña
-Lo haremos
Saltas como un resorte para sentarte en mi regazo y me besas hasta hacerme perder el sentido, si tuviera veinte años menos… volvías a caer, pero a pesar de desearte con toda mi alma, es pronto para otra parte de mi cuerpo.
Más tarde disfruto de tu risa en un restaurante del pueblo, donde ante todos somos un abuelo y su nieta, sin que nadie pueda sospechar lo que pasa cuando nadie nos ve. Hasta eso me excita, eres mi secreto, lo prohibido e imperdonable y eso me pone la polla dura. Cuando nos levantamos te acercas a mí en la barra mientras espero que me cobren y me dices al oído.
-me muero por tener tu polla dentro abuelito
Casi se me cae la cartera al tiempo que otra cosa sube como la espuma, eres diabólicamente sexi y retorcida. Te encanta jugar ante todos disfrutando también de nuestro secreto. Ya en el coche te recrimino de broma excitado y tocándome la entrepierna te digo:
-Mira como le has puesto la polla al abuelo –me la estrujo para que veas el tamaño-
-¿Puedo tocarla abuelo?
Miro hacia todos los lados, son las cuatro de la tarde y no hay nadie a nuestro alrededor cuando aparto el brazo del volante dándote plena libertad.
Tu manita acaricia con firmeza el bulto y me miras relamiéndote mientras pongo el coche en marcha. Llegamos a casa en diez minutos, solo dejas de tocarme para abrir la verja y cerrarla cuando la traspaso, vuelves a subirte al coche, siguiendo con lo tuyo desabrochas el pantalón para sacar mi polla, mientras conduzco hasta el final del camino en un lateral de la casa donde está el porche-aparcamiento con una pared frontal que a su vez aísla el patio trasero de la entrada, caben dos coches y hay una puerta que da a la cocina sin tener que salir de la tejavana. Paro el coche y tú sigues masturbándome con afán, mi polla vuelve a estar durísima bajo tu mano.
-Me encanta tu polla abuelo
-Y a mí polla le gustas tú… pruébala chiquilla –te digo agarrándote de la coleta y acercándote a ella-
Estoy tan cachondo que no puedo esperar a entrar en casa, llevo desde que te observaba comer imaginándome tus labios recorriendo mi falo. Lo haces como todo, enérgicamente, sin ceremonias, rodeas el glande con la punta de tu lengua, luego lo succionas haciendo unos ruiditos que se me antojan la mar de excitantes, mi polla palpita entre tus labios y estos resbalan dejando que entre en tu boca, consigues abarcar más de la mitad, retrocedes y lames todo el trozo que tu boca no abarcó, vuelves a succionar y de nuevo lleno tu boquita. Tu mamada es enloquecedora, pero tu mirada encendida desata mis más oscuros deseos, sigo con tu coleta entre mis dedos y empujo cuando mi polla está dentro, metiéndote un par de centímetros más, aguantándote ahí, viendo tus ojos brillar por el esfuerzo y al borde de la locura tiro de tu pelo apartándote de mí polla, gruñes como a un bebe que le quitas el chupete, como a un niño que le quitas la mejor de las golosinas y bajo la cabeza para besar tus labios.
-Vamos dentro antes de que alguien nos denuncie por escándalo público –te pido con un ápice de cordura-
-No pasa nadie y si pasara no vería nada claro, estamos lejos de la verja, demasiado para que se distinga nada -dices quitándote la camiseta que cubre tus pechitos-
Miro tus mejillas rojas, tu camiseta en el salpicadero, tus tetas enloquecedoras y me lanzo desesperado a lamerlas, chupetearlas y morderlas. Mientras tú te mueves en el asiento retorciéndote de placer.
-Quítate el pantalón y las bragas, ¡necesito follarte ya!
No dejo tus tetas mientras tú te quitas como puedes el pantalón, vuelvo a mi sitio y echo el asiento hacia atrás, no el respaldo. Tu tan desesperada como yo saltas de nuevo a mi regazo, me besas mientras mi polla roza tu tripa, luego apoyas los codos en el volante, levantas las caderas y yo empujo mi polla hacia tu anhelado coño, bajas clavándote en mi polla, llevándome una vez más al paraíso, rodeado de tu estrecha, caliente y encharcada vagina.
Agarro tus tetas, tiro de tus duros pezones pellizcándolos y tú gimes con una mezcla de dolor y placer. Luego bajo la mano hasta llegar al tesoro que escondes entre tus piernas, busco el botón y lo estimulo, lo presiono, lo pellizco y gimes, te retuerces, resoplas y explotas moviéndote como una posesa, estrujando mi polla con los espasmos de tu orgasmo y no lo aguanto, te abrazo, te muerdo, te aprieto fuerte y aúllo, jadeo y estallo dentro de ti mientras sigues con tu orgasmo.
-Joder a mi edad creo que es la primera que follo en un coche –aun sorprendido-
Estoy demasiado extasiado con tus artes amatorias para darme cuenta que habrá un antes y un después de este polvo, si hubiera prestado más atención a la sombra que entre los arbustos se escondía, para ser testigo de nuestra pasión prohibida y desenfrenada.
Salimos del coche medio vestidos para entrar por la puerta de la cocina, una vez allí nos vestimos entre risas ajenos a todo. Nos sentamos ante la tele dispuestos a ver una película, antes de acabar esta aun cogidos de la mano el ruido de la verja nos avisa que debemos soltarnos, para volver a ser el abuelo que ve la tele con su nieta. Llega mi hija y como un vendaval barre toda nuestra intimidad sin saberlo, gracias a Dios sin sospechar lo que ha sucedido este fin de semana.
Al día siguiente me quedo triste y solo sin ti, cuando se va mi hija la casa se me cae encima, tu olor y tus recuerdos llenan la casa de soledad y decido huir.
Hace seis meses cuando me medio retiré dejando la empresa en manos de mi hija y con solo un par de tareas a la semana para el negocio, compré un trozo de tierra en las afueras, allí paso mis horas muertas junto a mi amigo Miguel que me ayuda en lo más pesado dos días a la semana. He cambiado el cómodo gimnasio por el campo y me sienta bien pasar esas horas al aire libre. El terreno tiene una casita de una sola estancia, allí en la chimenea preparamos alguna comida los dos días fijos que estamos los dos, el resto de la semana voy solo a regar y a quitar algún hierbajo. Es agradable después de tantos años encerrado en la oficina, entre viajes y hoteles.
II
Ha pasado un mes y solo hemos hablado por teléfono, echo de menos tu risa, tu voz y para que engañarnos tu cuerpo vibrando al tiempo que hace vibrar el mío, pienso mientras riego unos naranjos. Hoy estoy solo, los viernes Miguel come con un hermano suyo en un pueblo cercano. Sigo regando y como no pienso en ti… cuando creo oír tu voz a lo lejos y me giro casi regañándome por no dejar de recordarte, pero eres real, estas tras la verja de la entrada que no puedes abrir por mi coche. Como un adolescente tiro la manguera al suelo y voy a abrirte.
-Hola abuelo, la tía me dijo que estabas aquí –dices besando mis mejillas rozando peligrosamente mis labios- me dijo como encontrarlo y no pude resistirme a hacerte una visita. ¿Me enseñas esto?
-Te enseño lo que quieras muñequita
Entras detrás de mí arrastrando la vieja bici que estaba en el garaje y que tu tía hace años dejo de usar, la apoyas en la pared lateral de la casa y te giras para lanzarte a mi cuello ahora que sabes que la casa nos protege de miradas indiscretas.
-Te he echado de menos abuelito ¿y tú?
-Toca mi niña y comprueba cuanto te ha echado de menos el abuelo
Noto tu mano en mi paquete y sin vergüenza te muerdes el labio suspirando y mirándome sin esconder el deseo en tus ojos.
-No me fio, deja que la vea –pides desabrochando ya el pantalón-
Yo no pierdo un solo segundo más y devoro tu boca, chupo tus labios gordezuelos, rojos y húmedos que me saben a gloria, mientras tu manita ya se ha hecho con mi polla.
-Está muy gorda abuelo
-Es toda para ti mi niña –te digo metiendo mis manos bajo tu faldita-
Me deshago de tus bragas con tu ayuda, sin dejar de lamernos, de besarnos y hasta mordernos con ansia. No puedo más, siento que voy a estallar si no te follo. Subo una de tus piernas, flexiono las rodillas y acerco mi polla a tu raja, paseando el glande por tu humedad, buscando la entrada a tu deliciosa cueva, la apoyo y agarrándote de la cintura entro despacio, sin pausa, te necesito más que respirar, mientras tú te retuerces apoyada en la pared, moviendo las caderas hacia mi pubis, clavándote todo lo que entra de mi polla que doblada ya está más de tres cuartos en tu interior.
-Estas ardiendo mi niña
-Te he añorado
-Y yo pequeña –no puedo dejar de jadear-
Arremeto como un poseso una y otra vez, levantándote casi del suelo. Me gustaría entrar hasta el fondo pero sé que así me bastaría para correrme, pero entonces dices:
-Espera abuelo, la quiero toda –dices y te apartas-
Mi polla abandona su caliente y húmeda funda y te das la vuelta, apoyas ambas manos en la pared, te separas un palmo más y pones el culo en pompa.
Que rica estas, como me pone saber que estas tan caliente como yo, te subo la falda y dejo tu culo al aire, precioso como lo recordaba al igual que el resto de tu cuerpo al milímetro. Mi polla babea de gusto y agarrándola me acerco y la llevo entre tus piernas, busco de nuevo tu calor y la ayudo a penetrarte, dejo solo el glande dentro, apoyo mis manos a cada lado de las tuyas y beso temblando de placer tu cuello, pego bien mi cuerpo al tuyo y voy entrando mientras mis dientes se clavan en tu hombro. Tus grititos de placer al sentirte llena casi hacen que me corra, pero se lo que quiero y ahora debes correrte tú. Una de mis manos abandona la pared para buscar entre tus piernas el botoncito que como si de una lámpara mágica se tratase sé que al frotarla saldrá el genio que te hará gritar de placer como así sucede tan solo un minuto después. Mientras oigo y noto tu orgasmo pierdo el control y dejándome llevar por el más salvaje de los instintos te follo sin piedad. Una y otra vez entro y salgo de tu cuerpo, ahora sí que te levanto, te muevo, te empotro y no paro, necesito seguir, necesito correrme y quiero hacerlo ahora, en tu coño que aun palpita tras el orgasmo, aun aprieta mi polla como si quisieras ordeñarla y te doy lo que tu coño pide, empujo una última vez y un potente y fuerte chorro de semen llena tus entrañas, grito, jadeo y empujo mientras me corro a raudales.
-Vaya abuelito veo también me has añorado –te ríes mientras mi polla sale y el semen escurre por tus muslos-
Te llevo dentro y abro el agua del fregadero entregándote una toalla limpia y tras mojarla limpias los restos de mi furor obsceno. Miró lascivamente como pasas la toalla por tu sexo que acabo de penetrar sin clemencia, me obligó a desviar la mirada y la subo a tú cara roja, a la camiseta que no cubre tu hombro magullado por mis dientes, nuevamente excitado vuelvo a mirar como sigues frotando tu sexo sin dejar de mirarme, a sabiendas de la guerra interna que estoy librando.
-¿No te ha bastado abuelito? -miras mi polla aun fuera del pantalón-
Esta vuelve a dar señales de vida y con una sonrisa te arrodillas ante mí.
-Levántate –pides y obedezco-
Me despojas del pantalón y me empujas ligeramente para que vuelva a sentarme, te acercas separando mis muslos y bajas la cabeza, agarras mi sexo y comienzas a meneármela mientras tu lengua vivaz lame mis pelotas.
No sé si me excita más tu lengua, tu mano o tu mirada libidinosa mientras tu lengua menea mis testículos al mismo ritmo que tu mano menea mi polla. Jadeo y tú pasas la lengüecita por el prepucio, haces círculos con ella antes de chupetear con avidez.
Pronto mi polla está en pleno apogeo entre tus labios, dentro de tu boquita. Succionas y tragas casi la mitad antes de retroceder y terminas lamiendo el resto hasta hacer de eso una dulce tortura que me cuesta soportar. Entonces te aparto, siento que mi polla palpita esperando más de tu boca, pero se lo niego, te siento en la mesa, separo tus muslos y hundo mi cara, mi boca y mi lengua por fin en tu coño. Me enloquece lamerte, probarte, saborear tu sexo que sabe a lozanía, tu sabor es dulce y picante a mi lengua que jamás se saciara de ti. Mi mayor premio son tus jadeos y tus espasmos de placer mientras te devoro, te retuerces en la mesa y aprovechando tu abandono subo tus pies a la mesa y tu apoyándolos te abres y subes el culito para que mi lengua tenga más recorrido, entonces bajo hasta tu agujerito trasero, paso mi lengua por el antes de meterla dentro de ti, jadeas, gimes y aúllas cuando mis dedos se cuelan en tu vagina y los aprietas.
Sé que estas al borde, pero raciono tu placer, lo racaneo para llevarte más lejos. Subo con mi lengua de nuevo por tu raja, soslayo mis dedos y busco tu botoncito, lo absorbo con fuerza y lo mordisqueo flojito mientras mi dedo medio juega en tu culo mojado de mi saliva y empujo, te quejas pero vuelvo a chupar tu clítoris y olvidas tu culo, eso me hace ganar tiempo para seguir entrando, moviéndome en tu estrecho conducto, luego añado otro dedo y te penetro con dos, entro y salgo dilatándote, preparando tu culo abriéndolo para mi polla.
-Nena, el abuelo quiere follarte el culito…
Me miras demasiado cachonda para negarte y bajas de la mesa, subo solo la camiseta y saco tus tetas por encima del sujetador, pellizco tus pezones y tiro ligeramente antes de darte la vuelta y doblarte sobre la mesa, apoyando tus tetas en ella. Me pongo detrás y vuelvo a meter mis dedos en tu esfínter, entro y salgo un par de veces antes de llevar mi glande que agarrado por dos dedos consigue entrar en tu estrecho canal.
Sollozas pero separas más las piernas, gimoteas pero pones el culo más en pompa y entro un poco más, te aferro por las ingles y un poquito más, mi polla palpita al borde del orgasmo, constreñida.
-Me matas de placer –suspiro extasiado-
Mis dedos dejan tus ingles y con una mano separo los labios de tu sexo, con la otra acaricio alrededor de tu inflamado clítoris hasta que tiemblas bajo mi cuerpo, estoy al límite y entonces acaricio con una sola yema la punta y estallas lloriqueando.
-Me corro abuelo, me corro, fóllame, métemela hasta los huevos
Y obedezco encantado llenando sus entrañas mientras me corría sintiendo el placer recorrer desde mi cuero cabelludo hasta la punta de los dedos de mis pies.
-Sí, mi niña, que gustazo –grito entrecortadamente-
Me apoyo unos segundos en tu espalda y noto tu agitada respiración, luego lentamente salgo.
-Ahora si cielo mío, ahora has exprimido del todo al abuelo
De nuevo sonreímos ajenos a lo que nos rodea y media hora después sales en tu bici, mientras mi sonrisa de oreja a oreja desaparece al ver llegar a Miguel acercarse desde la parte de atrás.
-Desde cuando estás ahí –le pregunto en el fondo sabiendo por su mirada que lo sabe, que nos ha visto-
-Lo suficiente para ver de nuevo como te follas a tu nieta
-¿De nuevo? –pregunto entontecido-
-Si la primera vez fue en tu casa, en tu coche, en tu aparcamiento
Su mirada no presagia nada bueno, aun así le pido que guarde el secreto
-¿Y yo que saco “amigo?
-Mi eterno agradecimiento
-Lo siento, pero no me basta, ojala fuera así, ojala fuera capaz de olvidar lo que vi y lo que he visto, pero no puedo olvidarlo y juro que estas semanas lo intentado, por ser quien eres, por nuestra amistad…
-¿Y que necesitas para olvidar lo que has visto?
-Sé que voy a parecerte el más carbón y desgraciado de los seres humanos que conoces, pero me ciega el deseo
-¿El deseo de que? –le pido intuyendo lo que va a decir-
-El deseo de tener una parte de tu pastel
-Ni lo sueñes, ¿crees que estamos hablando de una puta? Joder es mi nieta
-Si es tu nieta, a la que no deberías follarte, si no lo hicieras yo tampoco tendría acceso a ella, pero te la follas amigo…
-Esto es un chantaje, ¿lo sabes no?
-Si lo sé y aunque no lo creas no me gusta hacerte eso a ti….
-Pero…
-Pero la deseo más de lo que me fastidia ser un jodido cabrón
-Vete de aquí
Me quedo dándole vueltas al escándalo que se formaría, imagino a mi hija, a mis amigos, al resto del pueblo, tachando todo esto de aberrante.
-¿Que quería? –me preguntas al volver-
-nada –no quiero asustarte-
-No me mientras abu –tu expresión seria me obliga a ser sincero-
-Nos ha visto, hoy y el día del coche e intenta chantajearme
-¿Te ha pedido dinero?
-No…
-Joder abuelo ¿qué coño quiere ese tío?
-A ti