Porque 9
Un infierno en la oficina
Eran las 8 de la mañana cuando mi mama me despertó. Me dijo que habían hablado de la oficina y que tenía que ir a trabajar o más bien a hablar con el dueño de la empresa. Yo sabía que de seguro esa mañana me correrían gracias a Joaquín y a la estúpida Tamara, pero aun no sabía cómo decírselo a mi mama y mucho menos a mi papa. Como pude me levante de mi cama y me metí a bañar. Al salir de bañarme vi mi rostro en el espejo de mi cuarto. Tenía los ojos hinchados y bastante rojos debido a todo lo que llore la noche anterior. Me medio arregle para irme a la oficina y sin ánimos de más, salí de mi casa, tome un taxi, no sin antes pasar a la farmacia a comprar una píldora del día siguiente y ya de ahí, me fui a la empresa.
Cuando llegue, Isabela me pregunto que como estaba, que mi cara demostraba que había pasado muy mala noche. Le dije que luego le explicaba, que ahora debía de ir a la oficina del dueño, porque necesitaba hablar conmigo. Isabela no me pregunto más y me dejo ir. Al entrar a la oficina del dueño pensé que me diría que estaba despedida y que no volviera pero no, lo que me dijo era algo peor a que me hubiera corrido:
-Señorita Elizabeth, a partir de hoy y a petición del Ingeniero Fernando, usted será la secretaria del Ingeniero Ignacio, mientras que la señorita Tamara, será la secretaria de Fernando.
No podía creer lo que me estaban diciendo. No perdí mi trabajo, al contrario me quedaría ahí siendo la secretaria de Ignacio, mientras Tamara se salió con la suya y se quedó con Fernando. Sin más que decir, le di las gracias al dueño de la empresa y me dispuse a cambiar mis cosas al escritorio que estaba afuera de la oficina de Ignacio. Para mi buena suerte ni Fernando ni Tamara estaban en la empresa aquella mañana, así que no les tendría que ver la cara cuando me cambiara de lugar de trabajo. Después de acomodar mis cosas en el escritorio, me dispuse a reportarme con Ignacio:
-Buenos días Ignacio.
-Buenos días Ely. Veo que ya le dieron las “buenas noticias”
-Si así es. Me necesita para algo?
-Por ahora no. Pero antes de que se valla, podemos hablar de lo que paso ayer?
-Lo que paso ayer? (Mi voz empezó a sonar entrecortada)
-Si. Quiero escuchar su versión, porque no creo que hayas hecho todo lo que el idiota de mi hermano dijo.
No pude más. Le conté todo a Ignacio. Desde el principio, como comenzó mi relación con Fernando. Le dije que todo había sido una trampa de Tamara y de Joaquín, que me había echado algo en el maldito jugo, y que por eso había podido tener relaciones conmigo. Ignacio escucho atento toda mi historia y la descifro lo mejor que pudo, porque, mientras más le contaba, más me ponía a llorar:
-Ely tranquila, yo te creo.
-De verdad?
-Si. Conozco a Joaquín desde hace muchos años. Es un tramposo y no es la primera vez que hace estas cosas.
-En serio?
-Sí, pero mi hermano es tan estúpido que tiene fe ciega en él y no quiere ver la realidad.
-Ignacio yo amo mucho a Fernando, quiero estar con él.
-Lo sé. Pero dale tiempo. Pronto buscaremos la manera en que Joaquín diga la verdad. Mientras puedes contar conmigo como un gran amigo o amiga si lo quieres ver así jajajaja.
-Jajajaja gracias Ignacio, me hace sentir mejor saber que alguien cree en mí.
-De nada Ely, yo sé que tu serias incapaz de hacerle algo así a Fernando.
Todo lo que resto de la tarde nos la pasamos platicando como dos grandes amigos o amigas en este caso. Ignacio me convenció de contarle toda la verdad a Isabela y así lo hice. Isabela se comportó muy compresiva conmigo. Entre los dos poco a poco fueron devolviéndome a la vida y haciendo que se me olvide todo el daño que me habían hecho. Con el paso de los meses casi no veía a Fernando, suponía que estaba recuperando todo el tiempo perdido con Tamara y la verdad es que no me equivoque.
Un miércoles por la tarde, Ignacio se encontraba revisando unos planos, cuando me llamo a su oficina:
-Ely, necesito que les lleves estos planos a Fernando, puedes hacerlo? O si prefieres los llevo yo.
-No te preocupes Ignacio, yo puedo hacerlo.
Me apresure a llevarle los planos a Fernando. Es cierto que podía hacerlo, pero mientras más pronto termine con esa tarea, mejor. Estaba a punto de entrar a la oficina de Fernando, cuando oí unas voces:
-Ya no quiero pensar en ella Tamara. Haz que me olvide de esa puta por favor.
-Claro que lo hare mi amor. No te preocupes, tú deja todo en mis manos.
Movida por la curiosidad más que por otra cosa abrí la puerta. Lo que vi a continuación solo confirmaba mi teoría anterior. Tamara estaba encima de Fernando, cabalgándolo sin piedad:
-Fer mmm… alguien nos está viendo.
-Quién es?
-Es la zorra de Elizabeth. Que se te ofrece puta?
Como pude me salieron las palabras de mi boca:
-El ingeniero Ignacio quiere que revise estos planos.
-Lo hare en cuanto termine de hacer esto. Lárgate de aquí maldita puta.
-Hay no la corras Fer. Que vea lo que es darle placer a un hombre.
-Tienes razón Tamara. Observa bien puta, para que aprendas lo que tienes que hacer con Joaquín.
Tamara volvió a cabalgar a Fernando sin piedad. Se podía oír como chocaban sus bolas con su trasero. Fernando no dejaba de apretar los pechos de Tamara y esta lo único que hacía era pedirle más. Sus gemidos se escuchaban por toda la empresa. No pude quedarme a ver más. Salí corriendo de la oficina y entre llorando a la oficina de Ignacio:
-Ely estas bien? Que paso? Fernando te dijo algo?
-Fernando estaba teniendo relaciones con Tamara cuando entre a su oficina.
-Perdóname Ely, no debí de mandarte a su oficina.
-No te preocupes Ignacio no es tu culpa. Lo de hoy solo me sirvió para darme cuenta de que Fernando nunca me va a perdonar.
-Mi hermano es un estúpido. En cuanto hable con el…
-No le digas nada! Ya no quiero que intervengas. No quiero saber nada mas de él.
-Está bien, si tú me lo pides eso hare.
-Gracias Ignacio.
-Ely si no te sientes bien, puedes tomarte el resto de la tarde libre.
-No es necesario. Me quedare a trabajar hasta que termine el turno.
No hablamos más del tema durante todo lo que resto del día. Por la noche Ignacio nos invitó a Isabela y a mí a tomar unas copas. Isabela se puso algo borracha, así que no dejo de gritar e insultar a Fernando y a la estúpida de Tamara. Yo solo me limite a reírme sin parar. Por la noche al llegar a mi casa, me hice la promesa a mí misma de que tenía que olvidarme de Fernando a como diera lugar, lo que no sabía es que pronto llegaría alguien que me ayudaría a hacerlo…