Pornstar (Fuera de Cámara)

Comienzan los chicos primero, yo permanezco fuera de cuadro. Ellos hablan, se desvisten, se acarician. El moreno musculoso se echa sobre el mueble y el otro le chupa la verga. Así duran unos minutos. Luego el blanco se pone a cuatro patas y deja que el otro le lama el culo. Toda la escena comienza a excitarme. Entonces el director me pide que me una.

Anteriormente en Pornstar: Sebastian acompaña a su novio Teo a un casting en Miami para ser actor en películas porno gays. Ambos terminan contratados. Teo graba su primera escena con un negro y Sebastian, en un arranque de celos, se larga del estudio en medio de la filmación. Después, durante una conversación, William (copropietario del estudio) le roba un beso. A Sebastian le toca hacer su primera escena con un chico llamado Patrick, a quien termina lastimando por la excitación que le ha causado el contacto anterior con William.

(Fuera de Cámara)

Desde mi última escena grabada han pasado cinco días. Teo ya ha rodado otra más aparte de la que hizo con aquel negro. Aún no le he contado sobre el beso que me dio William. No se si sería lo mejor, no deseo herirlo, lo quiero. Aunque últimamente casi no hemos podido compartir juntos, ni disfrutar del viaje. Como se me ha prohibido eyacular en mí vida privada, cuando estamos en la cama solo nos tocamos, nos besamos y cuando me siento venir tenemos que parar. Es duro… Pero más duro es tratar de sacar a William de mis pensamientos. Su beso ha despertado en mí un deseo irrefrenable que parece dominarme; incluso a veces, cuando pienso mucho en él, siento como si mi corazón fuese a estallar, no logro controlar la respiración, ni mucho menos mis latidos. Me he retenido, con todas mis fuerzas, para no masturbarme con la imagen de su recuerdo. Hasta me he negado a follar a Teo porque sé que si lo hago evocaría a William, me sobreexcitaría y terminaría eyaculando al no poder parar.

Me siento culpable por ello, es como si le fuera infiel a mi novio. Y lo peor es que no puedo hacer nada para sacar a William de mi mente.

Hoy me he levantado y he decidido salir a hacer un poco de ejercicio a la playa. Quizás eso me sirva para aclararme la cabeza. Teo se ha ido por su parte a comprar comida y otras cosas que yo detesto comprar. Hemos quedado en vernos al mediodía en un centro comercial del cual recuerdo la ubicación pero no el nombre.

Ya voy aprendiendo a manejarme dentro de Miami. Aunque aún no se pronunciar bien como se llaman ciertas avenidas y calles, sí sé como llegar a ellas.

Llevo rato trotando entre todo tipo de gente: viejos, jóvenes, muy jóvenes, gorditos, musculosos, feos, atractivos, muy atractivos; y de pronto noto a alguien conocido. Disminuyo el paso y espero a que los tres sujetos que se hayan a su alrededor se aparten para confirmar que se trata de quien creo. A ver… Sí, es J.F., el colombiano. No puedo creer que sea él. Se ve tan distinto sin camisa, con esos abdominales y esos pectorales empapados de sudor. Parece todo un hombre, a excepción de su cara de niño.

Nos saludamos y percibo miradas de odio de los otros sujetos cuando J.F. me invita a caminar.

  • ¿Sales con alguno de ellos? –nuevamente no controlo lo que digo.

J.F. me mira extraño, luego se seca el sudor del pecho y contesta:

  • No, los acabo de conocer. Estaba haciendo abdominales y se me acercaron.

  • Ummm… Debe ser por como te ves sin camisa.

  • Jaja… No sé.

Recapacito. Las mejillas se me colorean de rojo. ¡Que lanzado me he puesto!

  • ¿Y Teo? ¿Como está? – pregunta.

  • Bien. Nos veremos en un rato para almorzar.

  • Vale.

  • Sí.

  • ¿Sabes? Ustedes hacen buena pareja… Yo no creo que pudiera hacer eso.

  • ¿Qué cosa?

  • Estar de novio con otro hombre.

  • ¿Por qué? Si es lo que te gusta no existe otra forma de que seas feliz.

  • No es eso. Es que… A mi me enseñaron algunas cosas. Espero que no te ofendas.

  • Tranquilo. Sé a lo que te refieres. Yo me se el cuento entero de Dios, la biblia y el infierno que me espera.

  • ¿No te asustó desafiar todo lo que te habían enseñado? ¿No te dio miedo decirles a tus papás que eras… gay?

  • ¿Miedo? ¡Terror! Pero si no hubiese hecho todo eso no estaría hoy hablando contigo. Y mira que aunque gran parte del rato me paso de imprudente, me gusta hablar contigo.

Nos detenemos en un localcito donde J.F. compra dos Gaterodes .

  • ¿Ya lo sabes? –le cuestiono.

  • ¿Qué?

  • Si eres gay.

Se hace un silencio eterno entre nosotros. Bebemos de las botellas. Creo que hasta se puede oír el líquido bajando por nuestras gargantas.

  • Bueno, no tienes que responder… ¡Me paso de…!

  • Aún no lo sé.

Seguimos caminando. Ya comienza a hacer mucho calor, tal vez sea por el verano o tal vez sea la imprudencia que me calienta el cuerpo.

  • Quisiera decirte que nunca me he sentido atraído por un hombre, que jamás me he imaginado besar a otro… Pero hacer eso sería mentir.

  • Entonces…

  • Entonces no sé. Estoy confundido.

  • Eso es normal a tu edad.

  • ¿A mi edad? ¿Cuántos años crees que tengo?

  • 16

  • Jaja. No exageres. Tengo 19.

  • Oh, si fueras un tanto mayor podría quitarte toda esa confusión de encima.

  • Jaja, claro. ¿Es que tú te crees muy adulto ya?

  • Por lo menos te llevo dos años de ventaja.

Paramos y nos miramos por unos segundos. Es como si pensáramos lo mismo.

  • Puedes ayudarme –dice.

  • ¿A verificar si eres gay?

  • Sí –culmina, con rostro de vergüenza.

  • ¿Estás seguro?

Él asiente y baja la cabeza, como un niño apenado. Entonces me acerco y lo tomo por la cintura, lo aproximo hacia mí y lo beso en la boca. Rápidamente. Un leve toque de labios.

  • Pon el día y la hora y te sacaré de dudas –me marcho y veo a J.F. quedarse a orillas de la acera totalmente desconcertado.

Cuando llego al lugar donde quedé en encontrarme con Teo me doy cuenta de que mi mente ha cambiado las fantasías sexuales con William por las de J.F. No puedo evitar excitarme con el recuerdo de su cuerpo, su olor, sus labios.

Tengo el pene tan erecto que me lastima. Debo encontrar un baño antes de ver a Teo. Me acerco a un lavamanos y me mojo los dedos, los paso por mi frente.

Alguien entra y se para a mi lado. Es un muchacho, rubio, medio alto, delgado. Noto por el espejo como se fija en el bulto que llevo cercano a la ingle. Me lavo las manos y me dispongo a irme. Él se interpone en mi camino y chocamos. Me disculpo en castellano, él se disculpa en inglés. Reímos.

Veo a Teo en la distancia, parado cerca de una fuente. Lo saludo con la mano.

  • Pensé que nunca llegarías –me reclama.

  • Se me hizo algo difícil llegar hasta aquí -miento

  • ¿Comemos?

  • Sí.

Luego de la comida regresamos al departamento. Nos tocamos, nos besamos. Caminamos por la cuadra. Cae la noche y dormimos.

Me despierto con el sonido del timbre. Teo ha salido. Me arrastro hasta la puerta y la abro.

  • Hola –Es J.F.

  • Hola –digo, aún somnoliento- ¿Qué haces por aquí?

  • Disculpa si te desperté. Busqué en los archivos del estudio tu dirección. Necesitaba hablar sobre lo de ayer.

  • Ajá, pero pasa, yo iré a cambiarme.

Me tardo unos cinco minutos en ponerme presentable.

  • Bien, listo.

  • Ok

  • Oye, disculpa lo del beso –me excuso mientras me siento- Fue un arrebato. No quería incomodarte.

  • No te preocupes… No me incomodaste.

  • ¿Ah no?

  • No

  • ¿O sea que te gustó?

  • Mas o menos –observo como se sonroja- Pero quisiera repetirlo para estar seguro.

  • ¿Quieres que te bese otra vez?

  • Si no te molesta. Sé que yo no te gusto, así que no habrá problema. Tú amas a tu novio.

Aquella frase me da risa, no se porque.

Entonces, dispuesto a satisfacer los deseos de aquel muchacho, me siento a su lado y toco una de sus piernas. Él se sobresalta.

  • Tranquilo, hagámoslo despacio para que nadie se altere.

  • ¿Y si me gusta?

  • Pues… Si te gusta, te gusta. Ya veremos.

Lo agarro por el cuello e inmediatamente percibo su olor, dulce y fresco. Con mi otra mano acaricio su cintura y subo hasta su pecho. Siento como está temblando. Lo tranquilizo dejando que mis labios envuelvan a los suyos. Meto mi lengua en él y consiento que mi mano se escurra por su espalda. J.F. permanece con los ojos cerrados. Lo halo hacia mí. No paramos de besarnos. Aprieto sus firme culo por sobre el pantalón y resuelvo meter mis dedos entre sus nalgas. Busco su orificio hasta que lo encuentro. Meto la punta de mi dedo medio en él y, entonces, J.F. deja de besarme y se levanta.

  • ¿Qué haces?

  • Lo que me pediste.

  • Yo no te pedí que me agarraras el culo.

  • Está bien… Discúlpame. Me excite de más.

Nos miramos, con todo a nuestro alrededor en silencio.

  • ¿Te ha gustado? -pregunto

  • Un… Un poco. Sí.

  • Bien, pero creo que eso no te ha aclarado todo ¿cierto?

  • Me gustó, pero también me gusta besar mujeres.

  • Ok. Entonces quizás seas bisexual.

  • ¿Qué? ¿Tú crees?

  • Claro, si no ¿como explicas que te atraigan mujeres y hombres? Aunque podrías follar con un tipo para que compruebes si eres o no gay.

  • ¡¿Qué?! No. No podría.

  • ¿Por qué? Será solo sexo. Si te gusta, bien. Y si no te gusta, pues ya lo olvidaras.

  • ¿Pero tendría que dejarme follar?

  • Eso solo lo sabes tú. Pero la posición y el rol no importan. Si disfrutas de hacer eso sabrás que eres gay. Y si disfrutas por igual hacerlo con un tipo que con una mujer sabrás que eres bisexual.

  • Vale… Entonces, ¿te podría follar a ti?

  • ¿Qué?

  • No tengo a nadie más a quien pedírselo.

  • Ja, encantado lo haría, pero sabes que tengo novio.

  • Teo no se enterará.

  • No entiendo. Tú eres lindo, creo que cualquiera podría sacarte de esa duda.

  • Pero es que no sé. Creo que prefiero hacerlo contigo… Ya me has besado.

Me quedo observándolo. De verdad que tiene expresión de desconcertado. No hay otra cosa que me gustaría más que cumplir con lo que me pide, pero está la cuestión de que tengo novio y no puedo serle infiel fuera de cámara… Aunque, como J.F. dice, Teo no tiene porque enterarse. ¿Será tan fácil? ¿No habrá consecuencias?

  • Hagámoslo –digo.

  • ¿En serio?

  • Sí… Pero no ahora. Yo te tendré que avisar. Y tendrá que ser donde tú vives.

  • Bien.

  • Bien.

Con el pacto sellado cada uno toma su rumbo. Me recuesto en la cama un rato, a desvariar sobre todo lo que ha pasado. No se claramente que acabo de hacer y tampoco sé que haré después, pero lo cierto es que J.F. me está gustando más de lo debido.

Tras unos minutos recuerdo que hoy me toca grabar una escena. Me arreglo y me voy.

Al llegar al estudio William me abre la puerta:

  • J.F. no ha venido a trabajar hoy. Llamó y dijo estar enfermo. He tenido que cumplir con sus labores toda la mañana.

  • ¿En serio? –de seguro J.F. le mintió a William para poder ir a visitarme justo cuando Teo estaba en grabaciones.

  • Sí… Y puedes relajarte, tu chico está en una locación externa. No lo verás follando con otro.

  • ¿Locación externa?

  • Sí, en una playa. Lejos de aquí.

  • No me dijo nada de eso.

  • Don’t worry, lo tendrás contigo de nuevo para la cena.

William actúa como si nada hubiese pasado entre nosotros. Como si aquel beso no hubiera existido. Que extraño se está comportando la gente a mí alrededor. O ¿acaso seré yo el del problema? No importa. Me concentraré en mi actuación.

  • Please, no vayas a romperle el culo a estos chicos ¿ok?

  • ¿Chicos? ¿Me follaré a dos?

  • Yes. Considérate afortunado.

Entro al set y saludo. Me siento en la cama. El director se acerca y me dice que ésta vez lo haremos en el jardín. Camino hasta la parte trasera de la casa y me topo con un inmenso lugar lleno de grama y arbustos. Entre todo eso hay una piscina.

Me explican que la “acción” se llevará a cabo sobre un largo sofá que han dispuesto en el corredor frente al jardín. Entonces entran dos muchachos.

Estamos retrasados. No hay tiempo ni para presentaciones. Solo sé que uno de los chicos es más alto que yo y muy fornido, con la piel canela y lleva un tatuaje en el brazo. El otro es de mi tamaño, delgado, blanco, con aretes en las orejas y una argolla en la tetilla izquierda. Los dos tienen tremendos culos.

  • ¡Rodando! –grita el director.

Comienzan los chicos primero, yo permanezco fuera de cuadro. Ellos hablan, se desvisten, se acarician. El moreno musculoso se echa sobre el mueble y el otro le chupa la verga. Así duran unos minutos. Luego el blanco se pone a cuatro patas y deja que el otro le lama el culo. Toda la escena comienza a excitarme. Entonces el director me pide que me una.

Me siento en el medio de los dos. Uno me quita la camisa y el otro me saca los pantalones. Cuando mi verga queda destapada, percibo miradas de emoción. Primero me la chupa el blanco, duro y sin pausa, como si se tratara de una mazorca de maíz a la que quisiera sacarle el máximo jugo. El moreno se sube y coloca una pierna a cada lado de mi cuerpo, su culo queda en mi cara. Le pego unas nalgadas y me apresuro en darle un lengüetazo a aquel manjar. Recorro sus torneadas piernas con mis labios. Sumerjo mi lengua en su orificio. Es como si aquel culo se tratara del de William y como si el que me chupa los huevos fuese J.F.

Me pongo de pie y obligo al más grande a que me chupe la verga. Nuevamente no acato sugerencias del director. Pongo al blanquito de rodillas sobre el sofá y de una embestida le incrusto todo mi pene dentro del culo. Un grito de dolor se expande por el corredor. Sigo moviendo mi cadera y el muchacho tiembla. El moreno yace a mi lado, besándome y tocando mis pectorales. Sigo follando al chico por unos segundos y después empujo al otro sobre el mueble y lo penetro sin aviso. Se queja. Meto mi falo hasta la base dentro de su culo. Grita.

Ambos chicos terminan brutalmente cogidos por mí, en una filmación de más de hora y media. Los he follado a ellos como deseo follar a otros. No se que hacer ¿Me convertiré en infiel? ¿O acaso ya lo soy? ¿Es que ya no quiero a Teo?... ¡¿Es que tendré que follarme a William y a J.F. para quedarme tranquilo?!