Pornstar (Día Libre)

Le arranco el cigarro de las manos y lo desnudo ahí mismo en el balcón. Le despedazo la camiseta y el boxer vuela por los aires. Caminamos y nos subimos a la cama. Lo pongo a que me chupe la verga.

Anteriormente en Pornstar: Sebastián y Teo consiguieron contratos como actores porno gays en Miami. La relación entre ambos se ha ido enfriando, a medida que cada uno se ha sumergido en sus filmaciones. Sebastian se ha besado con William (copropietario del estudio) y con J.F., el asistente colombiano. Con éste último ha hecho un pacto, además, para ayudarlo a descubrir si realmente es gay.

(Día Libre)

Otra mañana. El sol reluce en amarillo incandescente. Casi no he dormido, por lo que mi cara perfectamente blanca se halla desarmonizada por las ojeras que marcan mis parpados. Me he pasado la madrugada en vela tratando de encontrar la manera de contarle a Teo la propuesta que he aceptado de J.F. No es sano mentir. Pero aún no sé que decirle.

Él está junto a mí, en la cama, moreno, musculoso, rapado. Nada me desagrada de su apariencia. Aunque la verdad es que su personalidad no va con su cuerpo. Es muy dulce y muy inocente en muchos rasgos. Quizás por eso me animo en protegerlo. Pero a decir verdad también es problemático a la hora de tomar decisiones. Se asusta con lo desconocido, aunque creo que no soy el más apto para dar críticas sobre este asunto. En lo único que le he notado una real determinación ha sido en venirse a Miami para trabajar en ésta industria. Sé que no puede ser perfecto. Quizás nunca conozca alguien que lo sea. Pero es un chico que se ha mantenido fiel a su sueño (por muy descabellado que parezca), y está esforzándose para conseguirlo.

Por debajo de las sabanas siento su esponjoso culo cubierto solo con un calzoncillo de algodón. Mi pene está erecto, como es costumbre tras cada amanecer. Me pego de él y mi falo apunta entre sus nalgas, por encima del short.

  • Buenos días –masculla.

  • Buenos días –respondo- Hoy no hay trabajo.

  • Ajá, para ninguno de los dos.

  • ¿Qué haremos?

  • Deberíamos quedarnos aquí…

  • No, por fin los dos estamos libres para pasear, disfrutar. Hagamos algo.

  • ¿Qué propones?

  • No sé, tú dime.

  • No tengo idea.

  • Podríamos ir a la playa.

  • No, por favor. La última escena la grabé en una playa y terminé tostado por el sol y con arena dentro del culo.

Nos reímos. Me levanto y enciendo el nuevo teléfono que me ha regalado William. A Teo también le ha dado uno. Es para mantenerse en contacto con nosotros.

  • Tal vez podamos hacer algo loco –expongo, mientras observo la pantalla del móvil.

  • ¿Loco? ¿Cómo que?

  • Pues no sé… Ir a uno de esos clubes que salen en la televisión.

  • ¿Y que haríamos ahí? –Teo parece intrigado.

  • Ver… Beber… Que sé yo. Solo quiero salir.

  • Ummm… No sé.

  • O quizás…

  • ¿Qué?

Me gusta la cara de desconcierto de Teo, lo hace ver más sexy y más inocente.

  • Quizás podríamos hacer algo realmente loco.

  • Termina de explicarte.

  • Podríamos follar con extraños.

Creo que ésta será mi táctica para conseguir lo que quiero.

  • ¿Qué?

Teo no parece creerse lo que le estoy sugiriendo. Su cara mantiene una expresión que nunca le había visto. ¿Metí la pata?

  • No entiendo –pronuncia, al fin, luego de un breve silencio.

  • ¿Qué cosa?

  • Que desde que llegamos a Miami no has dejado de celarme y ahora me propones, así de simple, que follemos con otras personas. Es extraño. ¿Recuerdas el casting? ¿Recuerdas cuando huiste de mi primera escena? No disfrutaste de verme con alguien más.

  • Lo sé… Pero esto será diferente.

  • ¿Por qué? ¿Acaso te gusta alguien y usas esto como excusa para follar con él?

Mierda. Me descubrió ¿Ahora que hago? No preparé nada para éste tipo de contingencia. ¿Deberé mentir? No me gusta eso. Había olvidado lo inteligente que es Teo para deducir cosas.

  • Ya se de que viene todo esto. –Se sienta a la orilla de la cama y me da la espalda- Te he notado raro últimamente. Deberías de ser franco conmigo.

Bien… Bueno, creo que seguiré su consejo.

  • Te diré la verdad –digo.

Justo cuando voy a empezar a hablar, mi teléfono suena. La llamada es del único número que he guardado: el de William.

  • Aló.

  • Sebastián, ¡te tengo buenas noticias! –William parece más exaltado que de costumbre.

  • ¿Cuáles? –pregunto casi sin emoción. No tengo tiempo para llamadas imprevistas.

  • Tus videos son sensación en la Internet.

  • ¿En serio? –no creo lo que me dice, estoy distraído con la cara de enfado de mi novio.

  • Sí, parece que a la gente le gusta ese estilo rudo tuyo. Tus escenas han sido las más descargadas durante ésta semana.

  • No se que decir…

  • No digas nada, solo alégrate. Sé que es tu día libre, pero sería genial si pasaras por aquí para replantear tu contrato.

Observo a Teo levantarse molesto y meterse a la ducha.

  • ¿Y Teo? –cuestiono.

  • ¿Qué pasa con él?

  • ¿También debe ir?

  • Queremos hablar contigo. Tus videos se han vendido mejor que los de la mayoría. Los de Teo se mantienen en el nivel promedio de descargas.

Aquellas palabras de William me duelen, no se porque, como un puñal clavado en el pecho. Pero se despide y me cuelga antes de poder decirle algo.

Me siento en la cama, entonces, y contengo el aire dentro de mis pulmones largo rato. No se como explicarle a Teo que me siento atraído por William, no se como exponerle que J.F. me ha pedido que tenga sexo con él, no tengo idea de cómo decirle que mi contrato será renovado antes de tiempo y que el de él no. No se como hacer para no herirlo.

Me pongo una camisa y un pantalón. Me calzo los zapatos y paso mis dedos para peinarme el pelo.

  • Teo tengo que ir al estudio, William quiere hablar urgente conmigo –digo.

  • ¡Espérame! –grita desde la ducha.

  • No es necesario que vayas, quiere verme es a mí. Volveré rápido para hablar.

  • ¡Pero…!

Salgo del departamento antes de que Teo lleve oportunidad de alcanzarme.

Cuando me aparezco en el estudio a quien primero veo es a J.F. sentado en su pequeño escritorio. Parece un niño de secundaria, con una camisa de cuadros y el cabello perfectamente peinado. Creo que está sacando algunas cuentas.

  • Hola –lo saludo a través de un amplio ventanal a unos metros de la entrada.

  • Ho… Sebastián, hola… ¿Qué haces aquí? Es tu día libre –su voz está entrecortada por el sobresalto que le produjo oír mi voz. Se reincorpora y presiona un botón para que la puerta se abra.

  • William me pidió que viniese –le explico, una vez que estamos uno en frente del otro.

  • Ah vale… Le diré que estás aquí entonces.

Cuando se levanta para ir hasta la oficina de William no puedo evitar que mis ojos se claven en su culo. Su firme, redondo y virgen culo. Me mareo con el movimiento que el caminar le otorga a los jeans que lleva puestos.

Está comprobado. No logro controlarme frente a éste chico. Es como si me volviera un cazador y como si él fuese mi presa. Quiero perseguirlo, atraparlo y volverlo el sustento de mi cuerpo… ¿Está mal que sienta esto? Recuerdo haberlo sentido con Teo, hace mucho ya.

  • Que pases –me dice una vez que ha vuelto. No me dirige la mirada nunca.

  • Gracias –le doy y sigo adelante.

Ya dentro de la oficina veo a William sentado al escritorio y a Mark, más bronceado que de costumbre, con su típica sonrisa burlona dibujada en la cara. Es él quien me saluda primero:

  • Good morning, babe. Pasa, no te morderemos.

Como detesto su actitud. Quizás si no fuera tan engreído, tan rubio y tan anaranjado, podría encontrarlo atractivo.

  • Sebastián. Que bueno que viniste tan pronto –William me hace señas con su mano para que tome asiento- Tenemos cosas de que hablar.

  • Seguro. Lo que me dijiste me inquietó mucho.

  • Lo imagino. –Se acaricia la barba y luego gira la cabeza hacia donde está Mark:- ¿Nos dejas solos unos minutos? Quiero hablar en privado con Sebastián.

  • ¿Solos? ¿Why? –pregunta Mark.

  • Please, te lo compensaré luego.

No entiendo nada. ¿De qué quiere William hablar conmigo que tiene que hacerlo en privado? ¿Por qué Mark se ve molesto? ¿Acaso son pareja? Estos sujetos son tan confusos.

Mark sale de la oficina y deja caer la puerta tras de sí con gran estruendo.

  • Bien, ya estamos solos –dice William, mientras se acomoda en su silla.

  • Ajá, ¿Qué es lo que querías decirme?

Estoy nervioso por su respuesta. No creo poder retenerme si él llegase a insinuárseme allí. Es tan alto, tan fornido, tan sexy, tan varonil, y, para colmo, huele súper bien. Hasta donde estoy me llega el aroma de su perfume. De verdad no sabría como controlarme si éste hombre llegase a robarme otro beso. Aunque, ¿Quién me dice que esas son sus intenciones? Estoy divagando.

  • Good, eh… Solo te falta filmar una escena para que tu contrato termine. Así que quiero plantearte la idea de un nuevo contrato. Ha sido increíble la receptividad que has tenido con nuestro público. Muchos han dejado comentarios en la página y claman por más escenas hechas por ti.

  • ¿De verdad?

  • Claro. Queremos que hagas una sesión fotográfica para tomar algo de allí y ponerlo de portada en la web del estudio.

  • Es broma.

  • No.

  • Pero, no entiendo. ¿Y Teo?

  • A él le va bien, pero no tan bien como a ti. Así funciona el negocio… Sabía que llegarías lejos.

Esto es como una pesadilla. ¿En que momento le robé el sueño a mi novio? Yo guardaba las esperanzas de que ninguna de mis escenas consiguiera venderse. Se suponía que pasaría un mes en Miami, grabaría tres videos, cobraría tres mil dolares y regresaría a mi vida en Venezuela. ¿Y ahora que?

  • Si es posible queremos hacer la sesión de fotos mañana. Sé que todo ha pasado muy rápido, pero así es éste mundo. Debes aprovechar ahora que le gustas a la gente. No te mentiré: es probable que pronto llegue alguien que les guste más.

  • Ajá –estoy atónito por todo lo que William me ha dicho.

  • Nosotros te apoyaremos en tu carrera –él se levanta de su asiento y se coloca en la silla junto a la mía, pone su mano sobre una de mis piernas, me sobresalto, entonces susurra:- Yo te apoyaré en todo.

  • ¿Qué?

Se para velozmente y afinca sus manos en los apoyabrazos de mi silla. Su cara queda a centímetros de la mía. De nuevo tengo esos ojos tan negros e intimidantes clavados en mí.

  • ¿Qué haces? –pregunto.

William parece detallar mi rostro. Me observa. Yo sudo y tengo ganas de salir corriendo. Ahora comprendo, con J.F. yo soy el cazador y él mi presa. Es a lo que estoy acostumbrado. Pero con William es a mí a quien va dirigida la cacería… Y no me gusta sentirme así. No me gusta ser vulnerable.

Veo una diminuta sonrisa en la cara de William y trato de ponerme en pie. Pongo mis manos contra su pecho y empujo. No logro ni moverlo un poco. ¿Qué me pasa? He perdido mis fuerzas. Siento su respiración cerca de la mía, mientras mis manos comprimen sus firmes pectorales. Siento su aliento de menta cerca de mi nariz, acariciándome la frente. Siento su vapor corporal mezclándose con el mío, convirtiéndose ambos en uno solo. Siento como sus labios vuelven a estar sobre mi boca y como su lengua se adueña de la mía.

Cuando empiezo a excitarme con el beso y mi pene se comienza a llenar de sangre, William se endereza, alisa su camisa con la mano y regresa a su asiento. Yo me quedo desorientado sobre aquella silla y le pido una explicación con la mirada. Él me guiña un ojo y sigue hablándome:

  • Entonces quedamos en que mañana será la sesión de fotos. Tu próxima escena será en un par de días. Te conseguiré un compañero que esté a tu altura… Y a la altura de tus fans.

  • ¿Fans?

  • Sí, ya eres casi famoso. Tu pene se está haciendo popular. Claro que tienes fans.

  • Ja, no creo.

  • Es verdad. ¿Y sabes lo que piden?

  • ¿Qué cosa?

  • Que hagas de pasivo.

Tales palabras de William causarían un torbellino dentro de mi cabeza. Eso más el beso que me ha dado otra vez. He salido del estudio con más excitación de la que lleva un astronauta que ha pasado un año en el espacio. Quiero descargar todo esto… Necesito descargar todo esto.

Cuando llego a casa (si, he comenzado a llamar “casa” nuestro departamento) veo a Teo sentado en el balcón, con boxers y una camiseta. Está con un cigarrillo en la boca.

  • Pensé que habías dejado de fumar –digo.

  • Pensé que no volverías… Me has dejado falto de muchas explicaciones.

  • Te las daré después. Quiero que seas mío, ya.

Teo voltea su cuello en sentido a donde estoy y me lanza una mirada de extrañeza.

  • ¿Qué dices? –inquiere.

  • Que quiero hacerte el amor. Cogerte. Hacerte mío. Quiero estar dentro de ti.

  • Ja, y ¿tienes permiso para eso?

  • No lo necesito. Solo requiero de mi verga y ésa está dispuesta a follarte el culo.

A Teo siempre le ha gustado que le hable sucio y que sea duro con él en la cama. Siempre que me porto así, terminamos explotando de placer. Y yo ansío explotar todo lo que llevo por dentro.

Le arranco el cigarro de las manos y lo desnudo ahí mismo en el balcón. Le despedazo la camiseta y el boxer vuela por los aires. Caminamos y nos subimos a la cama. Lo pongo a que me chupe la verga. Aunque llevamos largo rato juntos, él no se acostumbra a sentir algo tan grande en su boca. Se atraganta de vez en cuando, pero continúa con su subibaja. Le doy unas nalgadas y su perfecto culo se colorea de rojo. Hago una pila con las almohadas y lo monto encima –creo que he recuperado mis fuerzas-, aparto sus nalgas con mis manos y le doy una olfateada a aquel monumento. Es el aroma de la gloria. Meto un dedo por su orificio, después dos, después tres. Teo gime. Halo su cara hacia mí y lo beso. Cuando menos lo espera incrusto mi verga dentro de su culo. Grita y me pide que baje el ritmo. Me calmo un poco, pero no dejo de mover mi cadera. Siento como su anillo de carne recorre cada parte de mi falo. Siento como relleno el hueco de su recto.

¿Cómo pueden gustarte tanto tres personas? ¿No es un delito? Ya no sé quien me atrae más. Teo. J.F. William… Tendré que renunciar a dos, a uno, a ninguno, a todos. William. Teo. J.F.