Por voluntad propia (II: La Boda de mi hermana)
Con el oscuro poder de influir en las mentes ajenas, nuestro protagonista hace que su hermana se desvirgue con él sin tener conciencia de la situación hasta que ya es tarde.
Todo este asunto de mi nuevo poder tenía mi mente en alerta, pues todo el tiempo pasaba fantaseando de las posibilidades infinitas que esto representaba, pero también en la responsabilidad que ello implicaba. No podía concentrarme más en mi trabajo, así es que solicité vacaciones para tomarme un tiempo para meditar y descansar. Por supuesto que el jefe me aprobó las vacaciones de inmediato.
Los preparativos para la boda de mi hermana se habían chupado todo mi capital, así es que debía quedarme en casa. Pasaba encerrado en mi cuarto todo el día, viendo televisión, escuchando música o surfiando en la red, hasta que fuera de noche, cuando iba a buscar vida en casa de alguna amiga, o simplemente salía con mis amigos.
Una tarde, mientras revisaba mi correo electrónico, tocaron a mi puerta: ¿Puedo? - dijo mi hermana, claro, respondí. Cuando entró, vi la visión más increíble que haya visto jamás, ahí estaba mi hermana embutida en su traje de boda, lucía despampanante. Hasta ese momento nunca me había percatado de lo bella que era.
-¿Qué te parece?, -me has dejado boquiabierto, dije con sinceridad. -bah, no exageres, no creo que sea para tanto. Es que estoy tan nerviosa con esto de la boda, que quería pedirte tu opinión, pues me acaban de traer mi vestido, así es que eres el primero que me lo ve puesto. -pues te ves bellísima, te juro que si no fueras mi hermana... "te haría que me mostraras tus senos ahora mismo" terminé la frase mentalmente, sin pensarlo.
Ella puso sus manos en su escote y lo bajo un poco, fue un movimiento muy rápido, pero parece que recapacitó y rápidamente se volvió a tapar. -¡Dios, debo estar loca!, y dando media vuelta, se marchó.
El poder había funcionado con mi hermana, sin querer, aunque fue algo fugaz. Yo respiré aliviado, recriminándome cómo era posible que le hubiera dicho eso a mi propia hermana. Me preocupé tanto que decidí ir a su cuarto, para disculparme, era claro que ella se había ido confundida.
-Oye, Lucia, ¿se puede pasar? - Adelante, dijo.
Todavía estaba con su vestido, mirándose de cuerpo entero en su espejo, seguí caminando y me dejé caer en su cama, para observarla mejor. Ella se acercó de espaldas hacia mí y me dijo, ¿me ayudas con el cierre? Le bajé el cierre hasta su cintura y casi por instinto le acaricié los hombros desnudos mientras le decía:
Tranquila, relájate, necesitas relajarte, estas muy tensa, hermanita, mientras comenzaba a masajear suavemente su cuello, sus hombros y su espalda. Ella me dijo :
Hey, ¿qué haces?
Yo seguí en lo mío mientras le decía con mi mente : "tranquila, relájate, lo necesitas, estás muy tensa con lo de la boda, relájate." Ella no dijo nada más, sólo empezó a suspirar, eso que estaba pasando era increíble: la tenía en mi poder, pero, ¿hasta qué punto? además, ¿con qué fin? ¡era mi hermana! Entonces se me metió el diablo. Me dije, a ésta me la follo. Le ordené con voz tierna, pero firme : -Lucía, levántate y date la vuelta.
Ella obedeció sin chistar. Me miraba con cara de asustada, pues no entendía lo que estaba pasando. - Quiero verte desnuda, vamos desnúdate.
Torpemente se terminó de quitar el vestido, Dios, era bellísima, no podía creer que en todo este tiempo no me hubiera fijado en ella. - La ropa interior también, dije.
Ella obedeció, primero se quitó la parte de arriba, dejando al descubierto unos senos redondos y firmes, blanquísimos y con unos pezones rosados divinos. Luego se quitó las bragas de encaje que tenía puestas, dejando al descubierto la raja más bella que mis ojos hubieran visto hasta entonces. Mi hermana era una diosa, no cabía duda, y yo me iba a aprovechar de ella, y a unos pocos días de su boda, ¡no lo podía creer!
-A partir de este momento, todo el placer que yo sienta, tú lo sentirás, es más, lo sentirás el doble, ¿me entendiste? - Sí, me respondió (su cara cambió). -Ven, acércate, me vas a mamar la verga y después haremos el amor. Erick debe haberse aprovechado de ti muchas veces, ¿verdad?- -No...no, nunca lo he hecho antes- dijo titubeando -¿Acaso quieres que crea que eres virgen? -Pues sí, con Erick (su novio de por vida), sólo hemos llegado a magreos, pero nada más.
No me lo podía creer, tenía a mi hermana a mi disposición, con la casa sola, a pocos días de casarse y además, era virgen , no podía imaginar algo mejor. En un santiamén me quité la ropa, me recosté en la cama y la atraje hacia mí, le dije:
-No te preocupes, no te va a doler nada, más bien me lo vas a agradecer al final. Le volví a ordenar que se relajara, ahora con más determinación, era obvio que ella iba a ser mía, pero necesitaba un poco más de trabajo mental.
-Ven, acércate, a partir de este momento no hablaras más, y procurarás darme todo el placer que puedas, comenzarás besándome, quiero probar esos labios carnosos.
Y ella me besó con pasión. Yo también la besé y con mis manos tomé sus pechos, ¡qué pechos!, ella se estremeció al contacto de mis manos. Le tomé la cabeza con mis manos y la guié hacia abajo, mientras le decía, imagina que es tu helado favorito. Empezó a pasarme la lengua tímidamente por la cabeza de mi glande.
Poco a poco fue tomando confianza, y se empezó a meter toda la cabeza de mi verga en su delicada boquita, yo no podía dejar de verla. Al ir aumentando sus pasadas, las oleadas de placer me iban invadiendo, y ella, bajo mi control mental, empezó a sentir verdadero placer con lo que hacía. Cerré mis ojos un momento para concentrarme en mi placer, y cuando los abrí, ella tenía una de sus manos en su vagina y se masturbaba frenéticamente, mientras me daba la mejor mamada de mi vida. Estuvimos así varios minutos, ella me la chupaba, la engullía (todo lo que podía), con una mano me acariciaba las bolas, la recorría completa con esa lengua divina, era increíble. No podía aguantar más, eso era demasiado, así es que le ordené : ¡córrete!
Mi hermana empezó a convulsionar de placer, pero no se detenía, su boca chupaba y chupaba, como si la vida se le fuera en ello. Entonces no pude más y exploté, ¡fue el orgasmo más violento y delicioso de toda mi vida! y me lo había proporcionado ¡mi propia hermana! De mi verga brotaban chorros de semen sin cesar, y mi hermana, tragaba lo que podía, y lo demás se le salía por la comisura de sus labios. Era tanto el placer que sentí en ese momento que me desconcentré por completo, entonces pasó algo terrible : mi hermana recobró el dominio sobre sí misma.
No lo noté hasta que la escuché gritando :
-¡Ernesto!, ¿qué estás haciendo?, ¿estás loco?. Rápidamente intenté recobrar el control sobre su mente, pero ella estaba demasiado perturbada como para aceptar alguna orden mía. Entonces, poniendo la cara de inocente más creíble que pude en ese momento le dije :
-Dios mío hermanita, pero me dijiste que no había nada de malo en esto, ¡por eso deje que me desnudaras y que me hicieras esto!.
Mi hermana estaba en shock, por supuesto que no entendía ni gota de lo que estaba pasando.Yo por mi parte, y siguiendo en mi nuevo papel de víctima, empecé a llorar desconsoladamente, y salí corriendo hacia mi cuarto, gritando : por favor, no le digas nada a mamá acerca de esto, ¡que seguro nos va a matar a los dos! ay hermanita, ¿qué me has hecho?
En ese momento, los pensamientos se agolpaban en la cabeza de mi hermana a mil por hora, lo único que ahora importaba para ella, era que mamá no se diera cuenta de esto. Yo entré a mi cuarto y me acosté en mi cama, boca arriba, lloraba de verdad, pero de rabia, cómo era posible que hubiera dejado pasar esa oportunidad de esa forma tan tonta.
En eso estaba cuando la puerta se abre y mi hermana pasa y se sienta en mi cama, a mi lado, y me dice:
-Mira, Ernesto, no sé cómo fue que esto pasó, pero no esta bien, nosotros somos hermanos,- mientras decía esto, me secaba mis lagrimas con ternura,- ahora bien, con respecto a mamá, no puede saber ni una palabra de todo eso, si no habrá un lió terrible.
Mientras me decía esto, noté en su voz que estaba más calmada, así es que volví a probar. Le ordené mentalmente : acaríciame la verga. Y ella seguía dándome su sermón, pero su voz cambió, se oía más gutural, y su mano fue bajando hasta tomar mi verga, que con solo el roce de sus dedos se puso lista para la guerra, otra vez. Y me dije, esta vez no la voy a desaprovechar. Le ordené: hermanita, ahora te vas a sentir muy excitada, te acostaras boca arriba, y seguiremos lo que dejamos inconcluso. Sorprendentemente, se acostó tal y como yo le había ordenado. Qué bien, me dije, aún esta bajo mi poder.
Yo me levanté y me dediqué a gozar de sus pechos, ella, con la prisa, había entrado a mi habitación sin ponerse nada encima, así es que no tuve que perder tiempo con su ropa.
Seguí entretenido con sus pechos, qué suaves eran. Poco a poco se fueron endureciendo, y yo seguía magreandolos, sobandolos, chupandolos, mordiéndolos, estaba muy excitado, pero mantenía un cierto control, para no echarlo todo a perder. Decidí bajar a su cueva, mi hermana estaba súper húmeda, su olor de hembra en celo ya inundaba todo mi cuarto. No lo pensé dos veces y hundí mi cabeza entre sus piernas, mi lengua fue abriendo sus labios, y el olor se hacía más fuerte. Ella más que gemir, gritaba, con sus manos se tocaba sus pechos, y me decía : -ay hermanito, ay hermanito, ay hermanito. Yo seguía chupando y chupando sin cesar, cuando descubrí algo que a lo que no le había prestado la debida atención: su clítoris estaba totalmente erecto, sobresalía de su pequeño capullo, desafiante, mirándome, incitándome a la pelea. Y yo lo complací. Lo rodeé con mi boca (ella gimió de gozo), y poco a poco lo succionaba y le daba suaves mordiscos, ahí fue el acabose; ella estaba como poseída, prácticamente me tenía prisionero con sus piernas, no podía moverme, así es que le ordené que las aflojara un poco, cosa que hizo. Esto me permitió deslizar mi mano derecha más hacia abajo y tras masturbarla un rato con mi dedo corazón, lo dirigí hacia su ano, y entró sin mucho esfuerzo. Mi hermana gemía y pedía más, entonces pensé, ahora es cuando.
Saqué mi dedo de su ano y la masturbé un poco más, no quería inconvenientes para lo que tenía planeado.Me acosté boca arriba en la cama y la atraje hacia mí, le dije: me vas a cabalgar. Te vas a desvirgar tú sola, y lo harás despacio, sin prisa, y te dará mucho placer. Sí, eso es lo que más quiero en este momento, me contestó. Eso espero, le dije. Ella se puso a horcajadas, y cuando estaba en posición, le pasé la punta de mi glande (que estaba a reventar) por sus labios y por su clítoris, y le dije, puedes jugar con él, pero no te penetraras hasta que yo te lo ordene, ¿me entendiste? -Sí. Empezó a aprisionar la cabeza de mi glande con sus labios, se movía en círculos, cada vez que yo empujaba un poco, sentía una resistencia en su cueva, entonces lo sacaba y seguía jugando con sus labios, le daba golpecitos, y lo volvía a intentar, poco a poco, sin prisa, le fui metiendo la punta, hasta que mi glande chocó contra su himen.
Este era el momento que tanto había soñado durante ese día, pero le tenía preparada una sorpresa a mi hermanita, la última orden que le di fue : ahora tienes mi permiso para que te desvirgues de una buena vez, pero justo cuando sientas tu himen romperse, recobraras el control de tu mente.
Confieso que era arriesgado, pero a la vez sumamente excitante, el hecho de poseer a mi hermana su primera vez y que ella estuviera consciente de ello, ¡era el crimen perfecto!
Ella se acomodó mejor, me tomó la verga por la base, la apuntó a su concha y de un solo tirón, se sentó encima mío, pegando un grito, que creí que lo habían oído en todo el vecindario.
En ese mismo instante, su mirada cambió, me veía fijamente, sin atinar a decir nada. Ella bajó su vista y se vio totalmente ensartada por mi verga. No sabía qué hacer, no se movía, no decía nada, sólo bajo su mano y me tocó la base de mi verga, como para comprobar que de verdad era eso lo que ella sentía dentro de sí. Luego me miraba a mi, miraba alrededor del cuarto como preguntándose cómo había llegado allí. Con todo el cinismo del mundo le pregunte: ¿qué pasa, hermanita, querías liberar tensión, no? y sin darle oportunidad a responder empecé a mover mi pelvis hacia arriba y hacia abajo, despacio al principio (confieso que tenía una mezcla de miedo y excitación por ver cómo iba a reaccionar mi hermana), y poco a poco fui acelerando mi ritmo. De momento ella no participaba, entonces pensé "el que calla otorga", así es que aceleré mis entradas y salidas. ¡Qué estrecha y deliciosa estaba su concha! Ya para ese momento a mí no me importaba nada, sólo estaba concentrado en disfrutar, tal vez no iba a tener esa oportunidad otra vez. Seguí con ese ritmo bestial por un rato más, y empecé a sentir esa comezón en mis genitales que nos avisa que nos queda poco de diversión, así es que comencé a darle pequeños pellizcos en las tetas a mi hermana, y sucedió lo que no me hubiera esperado : ¡eso la enloqueció!. Ella se sumó a mi violento vaivén. Ya liberada de sus prejuicios, empezó a gemir otra vez, mientras me decía: ay hermanito, dame más fuerte, más fuerte, por favor. -Ves que te gusta, que no había nada de malo en esto, le dije, a lo que ella me respondió: cállate de una buena vez y fóllame, asiiii, asiiii, más fuerte, más fuerte hermanito, qué ricoooooooo, sigue cabrón, no pares, que me corrooooooo.
Sentía mis huevos inundados con su sangre y sus líquidos, y estaban tan hinchados que hasta me dolían un poco cada vez que ella bajaba su cuerpo violentamente para ensartarse más. Ya no podía seguir más, tenía que acabar.
¡Vamos, hermanita, gózalo todo lo que puedas pues te voy a llenar tu concha de leche!. ¡No, no estamos protegidos! No le presté atención, no estaba para pensar en ese momento, la tomé de la cintura con toda la fuerza que pude y aceleré mi ritmo, ella intentaba zafarse -No, hermanito, no lo hagas, me puedes embarazar-. Dos empujones más y exploté en su interior. Ella seguía intentando salirse de su cabalgadura, pero yo no la dejaba. Mi verga, palpitante en su interior vomitaba chorros de semen sin parar.
-¡Ay hermanita...! dije jadeando. ¡Estás tan rica...! Poco a poco mi verga empezó a relajarse, para entonces mi descarga no cabía más en su concha y buscaba salida en las partes que mi verga le iba dejando espacio al irse relajando, sentí mi semen bajar por su concha hasta que me mojó mis testículos. Hasta ese momento solté los muslos de mi hermana, que había tenido fuertemente atenazados con mis manos, pero ella ya no hizo nada para moverse de ahí.
Ella pensaba en voz alta : cómo voy a hacer para explicarle a Erick que no soy virgen, si lo he tenido en ayuno todo este tiempo, oh Dios, cuando lo sepa, no se querrá casar. Y estalló en llanto. En ese momento, pensé en las consecuencias de lo que le había hecho a mi hermana y me sentí terrible, claro, sólo por un momento, pues imaginé que podía haber una solución para ese problema y a la vez podía divertirme.
Así es que le ordené a mi hermana : "ahora vas a dejar de llorar, te vas a relajar, y vas a llamar a Erick a su casa, y le dirás que venga exactamente en una hora, que estas muy nerviosa y que necesitas de su compañía, yo me encargare del resto, ¿entendiste?"
Sí, hermanito, lo que tu digas.
Envié a mi hermana a bañarse y prepararse para su novio, mientras yo me relamía los labios pensando en el espectáculo que iba a presenciar. Quién sabe, tal vez hasta podría tomar parte en él, ¿ustedes que harían en mi lugar?
autor : Ernesto. cherepo@hotmail.com