Por venganza se las di a mi suegro

Si mi esposo se había cogido a mi hermana, cogerme a sus amigos no era suficiente.

Por venganza se las dí a mi suegro.

Llevaba ya algunos meses siéndole infiel a mi esposo con sus amigos del trabajo, en venganza de que él me puso los cuernos, pero al confirmar que también me los puso con mi hermana, sentí que no era suficiente cogerme a sus amigos, así que pensé en dárselas a mi suegro y a mi cuñado; ambos siempre se me habían antojado. Mi suegro tiene fama de mujeriego –por algo ha de ser- y mi cuñado simplemente está bien bueno…me encantan sus nalgas y se le ve muy buen paquete.

Lo que no sabía era cómo hacerle para que mi suegro me encamara; siempre me ha coqueteado, pero me daba la impresión de que sólo era eso y que no se atrevería a ir más allá. Ya saben, me besaba cerca de la boca, me abrazaba abajito de la cintura –entre culo y cintura- me acariciaba las piernas a la menor posibilidad; incluso alguna ocasión jugando en la alberca de su casa me dio un buen arrimón en mi colita. Pero cuando estábamos solos nunca iba más allá.

Una ocasión Miguel –mi esposo en aquél entonces- viajó unos días por cuestiones de trabajo; la soledad ofrecía muchas posibilidades para cornearlo y una de ellas fue con mi suegro. Para que yo no tuviera problema, la encamada debía ser idea de él y no mía. Recordé que los jueves mi suegro –Don Rafael- iba con sus amigos a jugar dominó o póker y acostumbra tomar bastante en esas juergas. Debía lograr que estuviéramos solos en casa ya tarde para que estando él borracho poder calentarlo y no pudiese contener sus deseos, su calentura. Me arreglé para salir a un antro con algunos amigos y amigas; una minifalda tableada tipos escocesa –como de colegiala- un top blanco con tirantitos y un juego de ropa interior blanca: pequeña panty que apenas me cubría la conchita y media nalga, y un brassiere de media copa.

En el antro estuve coqueteando con algunos de mis amigos, siempre me gusta hacerlo pero esta vez además me ayudaría para irme poniendo a tono. Me dejaba dar arrimones y toquetear un poco mientras bailábamos, pero cuando estaba sentada todo tranquilo...a excepción de un momento poco antes de hablarle a mi suegro, en que un amigo de un amigo empezó a acariciarme las piernas por debajo de la mesa con la punta de sus dedos; subía por el muslo hasta donde empezaba la minifalda y volvía a bajar. Eso empezó a calentarme, después volvía a hacerlo pero ahora subía un poco la mini hasta casi llegar a mi panty por el costado. Yo mientras seguía bebiendo y mojándome la entrepierna...me estaba poniendo cachondísima. Como a las 2:30 fui a llamarle a mi suegrito. Enseguida me di cuenta que estaba algo pasado de copas porque me decía "guapa", "preciosa", "mami", "reinita", y sólo me dice así cuando está tomado y empieza a coquetearme. Le dije que me había ido a un antro con unas amigas, pero que con la que me había ido ya no la encontraba, así que le pregunté si podía recogerme. "Yo te recojo, mami", me dijo, "dame una media hora y voy a recogerte". Seguía insinuándose mi suegrito.

Volví a la mesa, seguí tomando otro poco para "justificar" mi calentura y animar a mi suegrito, y Luis -el amigo que me estaba metiendo mano- volvió a las andadas, pero ahora fue más allá. Me acariciaba el muslo con la punta de sus dedos y fue acercándose a mi panty por el costado, pero ahora al llegar a la panty se dirigió por el borde de ella hasta mi conchita...los roces me tenían ardiendo y ya estaba deseando no haberle llamado a mi suegro y llevarme a casa a Luis para que me diera una buena cogida. Me rozaba la conchita por encima de la panty..."Estás empapada...", me susurró..."Cabrón", pensé. Mi suegro todavía tardaría unos 30 - 40 minutos en llegar y este güey ya me tenía a mil; ¿qué sólo quería dedearme? ¡Ya cógeme, carajo!. Metió su dedo pequeño a mi panty y me acarició suavemente la conchita...

  • No seas...

  • Qué rico te la rasuras, Tere...¿y si nos vamos a otra parte?

  • No puedo, van a pasar por mi en un ratito.

  • Dile a quien venga que yo te llevo.

  • No, no puedo...es mi suegro...me dijo que él pasaba...para cuidarme...

  • Lástima...estás bien buena y caliente. Te acompaño afuera en lo que pasan por ti, ¿te late?

  • Ok.

Salimos y nos fuimos a un estacionamiento abierto que está al lado del antro, estábamos entre dos coches -uno de ellos el suyo- se puso detrás de mi, me arrimó su paquete me acarició los muslos, subió hasta mi cadera, luego subió una mano a mis tetas y la otra bajó a mi entrepierna. Acarició mi panochita sobre la panty ya empapada, y luego metió la mano para dedearme.

  • ¡Qué rica papayita tienes!

  • ¡Qué rico me acaricias!

  • Te vas a venir en mis dedos, chiquita; me masturbaba delicioso.

  • ¿Quieres que me venga en tus dedos?...ay, qué rico, síguele.

  • Quiero dejarte picada...caliente...para que veas de lo que te pierdes...mira, siéntelo...-me agarró la mano y la puso en su paquete.

  • Mmmmm...¡qué rico! Está grandote...

  • Y te va a entrar todito...en la boca...en la panocha...-tallaba su paquete en mis nalgas.

  • Métemela, Luis...métemela, ya no aguanto...

  • No, ahorita no, si quieres que te coja dile a tu suegro que yo te llevo a tu casa.

  • Ya te dije que no puedo...por favor, ya no aguanto...-me metió un dedo y jugueteaba en mi conchita- Ay...eres un cabrón -volvió a masturbarme.

  • Vente, chiquita...dame tus jugos.

  • Sí...me voy a venir, Luis...síguele...así...así...así...-en ese momento vi que llegaba el coche de mi suegro al antro, la excitación se multiplicó y me vine delicioso- aaaaaaaahhhhhhhhhhhhh...mmmmmmmmm...sí, sí, sí, sí...

  • Ah, así, chiquita, así...vente...-metió dos dedos en mi conchita- vente en mis dedos, chiquita...-mi suegro se paraba frente al antro esperándome; sonó mi celular, seguro era él avisándome de su llegada.

Después de venirme le dije que ya habían llegado por mi y que debía irme. "Háblame cuando tengas ganas, chiquita...no te vas a arrepentir", me dijo. "Ya veremos", contesté. Me fui al coche de mi suegro fingiendo estar muy pasada de copas, no lo estaba tanto en realidad; él sí.

  • Hola, preciosa...¿cómo estás? ¿todo bien?

  • Ay, hola, suegrito...muchas gracias por recogerme.

  • Cuando quieras y donde quieras, linda. Oye, no te vi salir. ¿Ya estabas afuera?

  • Fui a buscar algo de comer para que se me baje la borrachera...jejejeje.

  • Así que andas borrachita, eh!

  • Un poquito...jeje. ¿Me va a regañar? Jajaja.

  • Habrá que darle sus nalgadas por traviesa, Teresita.

  • Bueno -me puse de lado enseñándole mi culito- pero no muy fuerte, eh, suegrito...jajaja -para mi sorpresa me dio una nalgada-...¡ay!

  • ¡Por traviesa! jajajaja.

  • Usted también anda medio jarra, ¿verdad?

  • Pero yo soy hombre.

  • ¿Y?

  • Que de mi no se aprovechan, en cambio de usted sí, mamita. Y mire nada más cómo viene vestida...se le ve todo...y...

  • ¿"Y"...qué? Además sólo ven.

  • Pues eso, que se antoja algo más que ver, nuerita. Está usted muy...

  • Muy qué?

  • Pues muy rica, la mera verdad.

  • Ay, muchas gracias.

  • Suerte la de Miguelito...lo que se come.

  • Ay, suegro...-me recosté como para dormir unos minutos en lo que llegábamos a la casa dándole la espalda y cruzando la pierna para que se levantara la mini y pudiera deleitarse (y excitarse) con mi culito asomándose por la panty. Luego de unos minutos sentí que me movían la falda para descubrirme aún más el culo.

  • Qué buena está la chamaca. Mira nada más el calzoncito que trae. Esta lo que buscaba era calentar pingas, igual que todas las pinches viejas que están buenas...Igual y hasta le dieron caña o se la sabrosearon. No vayas a andar de güila, chamaca. Sólo con tu suegrito...yo sí me la chingaba, con el perdón de Miguelito. Está re buena su vieja -me moví sentándome de frente, haciéndome la dormida y abriendo las piernas-. No te vayas a despertar...shshshshshsh...-me alzó la mini para poder ver mi panty- qué rica cuquita debes tener, mami...-me tocó suavemente pero no tanto como él pensó y me moví un poco como si me fuera a despertar, sólo para asustarlo un poquito- ay...andas con el coñito húmedo...huele a sexo...andas calientita...y mira cómo me pusiste. Y las tetas que se te ven con esa blusita...puta madre.

Llegamos a la casa y mi suegro insistió en acompañarme al departamento, subió detrás de mi para ir viéndome las nalgas en todo su esplendor, hasta me levantó la mini en una ocasión para poder ver mejor; yo fingí que no me daba cuenta. Al llegar a la puerta del depa fingí no poder abrir y él tomo las llaves y abrió. "Ya ves, si no hubiera subido ¿quién te abre?".

  • Ay, muchas gracias suegrito...-me recargué en él como si no pudiera mantenerme en pie, él me abrazó de la cadera para detenerme. Bueno, gracias, qué lindo.

  • Te ayudo a acostarte y ya me voy.

  • Ay, no, cómo cree.

  • Qué tiene? Somos familia, preciosa...mi nuera.

  • Bueno...me quiero lavar la cara...

  • Vamos al baño, pues -me acompañó se puso detrás de mi en el lavabo y mientras yo me lavaba él me restregaba su paquete en mis nalgas, sentía cómo se endurecía su reata en mi culo; yo dejaba que se calentara el agua un poquito, cuando estaba lista me incliné aún más, él se acercó aún más; restregaba mi culo contra su paquete simulando como si fuera el movimiento propio de enjuagarme la cara. Mi suegro no aguantó más, ya sentía palpitar su verga, y me levantó la mini descubriendo por completo mis nalgas- Qué ricas nalgas tienes, mami, y qué coqueto calzón traes.

  • No, ¿qué hace?

  • Dándote lo que necesitas, preciosa.

  • Qué?? No...Don Rafael...

  • Qué nalgotas...-me las acariciaba y seguía restregándome su paquete- moría por acariciártelas...he soñado con este momento...

  • Tengo días sin sexo...-me acarició la conchita por entre las piernas, oí cómo e bajaba el cierre del pantalón y luego escuché cómo éste cayó al suelo; me movió la panty y me la metió de una sola estocada- aaahhhhhhh...no...suegro...

  • AAhhh, qué buena estás, mami...-me bajó los tirantes del top y todo el top hasta la cintura- hace mucho que te deseo...y ya no pude aguantar.

  • No...no...no, puedo...

  • Venías bien mojada del pinche antro ese, chamaca, ¿pues qué hiciste, eh?

  • Nada, Don Rafael.

  • Dejaste que te metieran mano, verdad? Andabas de cabrona, chamaca?

  • No, de veras…ay…

  • Andabas caliente y fuiste buscando macho? Por eso traías esta ropita de güila?

  • No…déjeme Don Rafael…por favor…ayayayyyyyy…

  • No le vayas andar poniendo el cuerno a mi hijo, eh, pinche chamaca…si andas con ganas aquí está suegrito, pero nadie más, Teresita.

  • No, Don Rafa-el…de verdad…aaahhhhh…mmmmmmmm-sentía delicioso cómo entraba y salía su verga de mi panochita; la tenía deliciosa y con buen ritmo.

  • Si me entero que andas de cabrona te chingo, eh, chamaca.

  • Sí, Don Rafael…-empecé a mover la cadera en círculos.

  • Ah, con que te está gustando, chamaca…

  • M-hmmm…

  • Cómo “m-hm”? Te gusta? –no respondí y me la metió fuerte-

  • Ah!

  • Que si te gusta, chamaca?

  • Ay! Sí, sí…me gusta Don Rafael.

  • Te ves buenísima así, preciosa...puta madre, ya me voy a venir...-aceleró sus embestidas y ya casi al terminar se salió y se vino en mis nalgas; me embarró hasta la espalda y el cabello. Yo estaba aún recostada en el lavabo, cuando mi suegro dijo que no pudo resistirse por la borrachera y me advirtió que nadie debía enterarse, lo que era obvio- Pero si vuelves a extrañar la de mi hijo…ya sabes, eh; pero ninguna otra. Y no andes de güila en los antros enseñando todo.

Se fue dejándome no del todo satisfecha, pero había logrado mi cometido.