Por una mirada indiscreta II
Explicar una violación es difícil, tanto para una mujer como para un hombre. Quizás más difícil para nosotros, sea explicar delante de otros, como sucedido, detallar los hechos, cuando solo debería bastar... fui violado.
Por una mirada indiscreta II
Ante todo gracias, gracias a todos aquellos lectores que me han hecho saber que os ha gustado. Y por petición de uno de ellos, voy a contar como acabe.
Antes de nada, debo de aclarar una cosa, mirad ni todos los negros la tienen tan grande, ni todos nosotros las tenemos tan pequeñas. Yo puedo atestiguarlo, pues con el primero que estuve, buen pollón tenia, pero flojo de aguante. Mientras otros, cuyo grosor para nada era despreciable, incluso eran más semejantes a nosotros, era de mejor aguante.
Os recordaré, que la pasada semana me ocurrió. Comenzó todo, con la mala suerte de pinchar, dando parte al seguro, quedándome a la espera de la grúa. Detenido en la calle junto a mi coche, frente a un portal de vecinos, aguantando semejante frio, deseando que algún vecino saliera, para poder esperar dentro y cobijarme del frio.
Todo comenzó, cuando me quede mirando a dos hombres de color, me quede mirando por dos motivos, primero por su forma de vestir tan elegante y segundo, precisamente cuando uno de ellos se puso a orinar junto a un contenedor de basura. Me llamo la atención, pues no era lugar de orinar, eso y el tamaño que se le apreciaba, acabando estos a venir hacía mí. Tuvieron sus más y sus menos, insultándome, se ensañaron conmigo, unas miradas y un mal gesto, propiciaron el desenlace.
El salir de un vecino del portal, me hicieron entrar por la fuerza, llevándome a empujones hasta el cuarto de contadores. No fue fácil, pero fueron dos contra uno, acudieron a la fuerza bruta, para desnudarme. Abusando de mí cuerpo, mediante amenazas e intimidación, me violaron, me humillaron, ya sea verbalmente como físicamente. No se cansaron, hasta que me sometieron, sonriente se quedaron, cuando me doblegaron, sintiéndome avasallado y vencido. No pudiendo poner resistencia, pues fueron acalladas, mediante la fuerza, cada brote de queja… una bofetada, cada gesto de defensa… un puñetazo, finalizando mí actitud, dejándome dominar.
No os sabría precisar el tiempo, no os sabría decir cuánto tiempo, me forzaron. Pero cuando por fin acabaron, yo me encontraba tan aturdido como estos, quizás yo más, quizás porque tuve que aguantar todo, fui yo quien aguante golpes e insultos. Me sentía sucio, no solo por estar prácticamente bañado en semen, sino por la sensación que sentía, había sido vejado.
Sonreían señalándome, quizás porque aun colgaba, chorreones de las comisuras de mis labios y barbilla. Reían, por haber utilizado mis orificios, tanto el anal como el oral. Mientras notaba aún el sabor de su leche en mi boca. Sabor agrio, espeso y tibio al principio, siendo después más tragables, cuando estos ya de menor sabor, más líquidos y para entonces, ya poco me importaban como estaban.
Mientras el dominante, reía de haberme preñado, no una sino más de una, aun notaba su caliente leche dentro de mí, prueba de que este me follo a pelo. Notaba, como salía de mi orificio anal sus fluidos, sentía como estos se diluían por mi ingle hacia mis piernas, recorriendo estas hasta mis pies.
Lógicamente, explicar una violación es difícil, tanto para una mujer como para un hombre. Quizás sea más difícil para nosotros, explicar delante de otros, como ha sucedido. Como detallar como fue, difícil explicar la sensación, fui violado… lógicamente, pero hay que comenzar… por el cómo. Decir que estos me usaron para su placer, no es del todo cierto; decir que me convirtieron en su juguete, pues sí; pero el cómo… es como, pues usaron la violencia como arma, utilizaron la fuerza bruta.
Pero lo peor no fue la “violación” de estos, ni la humillación o la vergüenza pasada, menos aún el abuso y la brutalidad ejercida, sino cuando me hicieron girar, viéndome como era grabado. Primero uno y luego el otro, me grabaron con su móviles, no dejaron de decir, que era su mejor polvo en meses.
Cuando acabaron, comenzaron a vestirse, sonreían mientras me miraban, no dejando de mentar momentos, no dejaron de hablar de cómo la comía. Yo me mantenía callado, atado aun al pilar, bastante tenía con el dolor de orificio anal, cuyas paredes anales, tendría en carne viva. Eso por no mentar el dolor de mi boca, cuya dentadura la tenía desencajada, mientras mis labios estaban resecos y rasgados. Mi cuerpo marcado por la violencia, lleno de moratones e incluso arañazos, debido al trato dado por ellos, prueba fehaciente de la violencia ejercida, prueba de la violación.
Pero lo peor, vino después. Pues nos llevándonos el peor susto, precisamente cuando estos se marchaban. Pues la puerta se abrió, precisamente en esos momentos, apareciendo un hombre mayor, canoso de escasos cabellos, cuya vestimenta por su mono de trabajo, dimos por hecho que era el de mantenimiento. Hombre que se nos presentó, con un tono seco como el encargado de mantenimiento del bloque. Mientras nos preguntaba…
- “¿Quiénes sois?”.
- “¿Qué hacíamos allí?”.
Respuestas vergonzosas, que yo esperaba oír de boca de estos. Respuestas que no dieron, pues entre empujones salieron, casi haciendo caer al de mantenimiento. Dejándome allí, atado al pilar, dejándome allí desnudo a falta de los calcetines. Se marcharon corriendo, dejándome con la pena de no haber podido escuchar sus respuestas, respuestas lógicamente que deseaba escuchar. Este volvió a preguntar…
- “¿Quiénes eran?”.
- “¿Qué hacían aquí?”.
- “¿Quién eres tú?”
- “Y que haces así”.
Avergonzado me quede, callado, no supe explicarme, no supe que decir, como explicar lo sucedido. Como lo podría explicar, sin que suene a chiste. Ver ese enorme hombre hay parado, mirándome, me cohibía, sabía que debía de explicarle, que esos hombres habían abusaron de mí, sin hacerle creer que no soy una nenaza.
El silencio me hizo mirar. Mire hacia atrás, tímidamente y encogido, descubriendo a este hombretón, tenía sus ojos clavado en mis nalgas. Pensé que quizás, llamo su atención las pruebas del castigo, pensé que mis nalgas debían de estar enrojecidas por las palmadas dadas, aunque también pensé que podría ser por el tamaño que quedo mi orificio, al menos después de la penetración del último. Aunque también, podría ser producto de lo que dejaron dentro, cuya prueba esta aun tibia y diluyente, pues aun sentía como salía... mmm.
Me arme de valor, pensé detenidamente que decir, volví a girarme, viendo como este hombre canoso se marchaba, caminaba hacia la puerta, me puse nervioso al pensar que me dejaba ahí. Pero este, nada más llegar a la puerta, se detuvo y hecho mano al pomo, acabando por echar el pestillo. Dándose la vuelta, volviendo a caminar hacia mí. Andando sonriente, mientras tiraba del zipper de la cremallera hacia abajo, zipper que pertenecía a su mono azul marino, dejando ver su camiseta interior blanca de tiranta.
Comencé torpemente a hablar, comencé a explicarle lo sucedido, no deseaba mirarle a los ojos, estaba avergonzado, me aterraba lo que estuviera pensando, estaba aterrado por la humillación pasada. Titubeante pude explicarle, como estos dos hombres habían abusado de mí, intentando de la mejor forma, explicaba lo sucedido a pesar de la vergüenza, lo que me hicieron.
Esperaba una respuesta, deseaba unas palabras de ánimo. Volviéndolo a mirar ante el silencio. Abrí los ojos, encontrándomelo con su mono azul marino quitado, prenda que se encontraba en sus rodillas. Este se encontraba delante de mí, cuyas prendas interiores blancas, no eran otras que su camiseta de tiranta y su bóxer, prenda que se apreciaba el tamaño de su miembro… mmm.
Hay me encontraba yo, callado y sorprendido, desnudo a falta de mis calcetines, prenda que me salvaban de tener los pies fríos. Encorvado por la posición, cuyas manos las tenía aun las tenía atadas alrededor del pilar, atadas precisamente con mi cinturón. Miraba a este hombretón, miraba como el me miraba a mí, comenzando este a moverse, comenzaba a actuar. Como dirigió una de sus manos a pelvis, comenzando a magrearse ese bulto sobre ese prenda, durante unos minutos. Tiempo que tardo después en tirar del elástico de su bóxer, sacándose su grueso miembro fuera, acabando por sujetársela. Comenzando a moverlo, cuyo movimiento de su mano y las gesticulaciones de su cara, me hizo una idea de lo que pretendía, lógicamente no era otra cosa, que continuar el legado de aquellos hombres de color.
Sujeto su miembro con una de sus manos por la base, mientras posaba la otra sobre mi cabeza, sentí el peso de al tiempo que sus dedos, comenzaba a acariciar mis cabellos. Sentía como su mano moverse, como se deslizaba por mi nuca, presionándome poco a poco hasta su ingle. Soltándome…
- “Chúpamela un poquito”.
- “Venga abre la boca, quiero sentir lo mismo que esos negros”.
- “Vengas no te hagas el estrecho, conmigo”.
Palabras que me dijo, a la vez que con su mano acariciaba mi nuca. Veía su polla delante, sentí el tacto de su glande en mis labios, como presionaba contra estos y pude apreciar, el olor que emanaba este maduro miembro, olor a orín y a excitación.
- “Venga abre la boca”.
- “Te prometo que cuando acabemos, te suelto”.
Aquellas palabras, me hicieron recapacitar. Separando finalmente los labios, abrí la boca, dejando entrar ese trozo de carne dentro. Trozo que en esos momentos, no era otra cosa que su glande, cuyo líquido que emanaba era por su excitación… mmm. Dejando este, escapar un suspiro, mientras me acariciaba mis cabellos, soltando palabras de agradecimiento.
- “Aaahhh… gracias”.
Sujeto mi cabeza con ambas manos, dejándomela fuertemente sujeta, sintiendo en la sien la fuerza de sus dedos. Comenzado a moverse él, moviendo sus caderas de delante hacia atrás, emulando la penetración, haciéndome tragar medio centímetro, poco a poco, quizás fuera menos… uuuhhh. Llegando a rozar contra mis dientes, roce que le hacía ver las estrellas, retrocediendo un poco para volverlo intentar, repitiéndolo varias veces. Hasta sacarla finalmente, advirtiéndome…
- “Cuidado con los diente cabrona”
- “Cuidado, si no quieres quedarte sin ellos”.
- "Qué pasa, que la de los negros te gusta más, o que quizás la mía es más gruesa".
Ambas preguntas, no estaban mal encaminada, pero la causa no era otra que el cansancio, cansancio que estaba ya haciendo mella. Eso y que llevaba horas que no bebía, una causa más de mis labios reseco. Pero este, sirviéndose de las mismas armas que los anteriores, me hizo poner de mi parte a la fuerza, mediante sendas bofetadas. Después volvió a intentarlo, introduciendo poco a poco su miembro, despacio y sin prisa, sintiendo arcadas al faltarme el aire.
Fue acelerando, a medida que me veía más entregado, claro está no me quedaba otra. Iba follándome mi boca al compás de sus embestidas, moviendo su pelvis, cada vez con más entusiasmo. No deteniéndole, ni gestos de arcadas o nauseas que hacía, no siendo otra causa que el rozar su glande con mis amígdalas.
Aunque también, la dificultad a la hora de tragar mi propias salivas, ya que estas eran la que en verdad me producían las arcadas. Eso y la falta de aire. Sonriente, sacaba su polla de mi boca, momentos en que aprovechaba para poder respirar, aunque fueran segundos.
Minutos fueron, los que este tardo en acercar sus grandes testículos a mi boca, haciéndome saber, el deseo que se los chupara también… ooohhh. No dejándome de acariciar, desde su posición, orejas, cuello, hombros, espalda, hombros y pecho… uuummm. Mientras le iba chupando aquella polla, este no dejaba suspirar y jadear. Preguntándome y sin esperar respuesta, volvía a insistir...
- "Me vas a dejar follarte".
- "Venga, déjame. Te prometo, que iré con cuidado".
- "Déjame que te la meta por el culo".
Claro está, no pude contestar, la causa no fue otra que su gruesa polla. Mientras este no dejaba de hablar, no dejaba de preguntar…
- “¡Ay!, que gusto me estás dando maricón”.
- “Estás buenísimo, que suerte que he tenido”.
- “¿Anda, deja que te folle ese culito que tienes?”.
Aún recuerdo, aquel momento, cuando este saco su miembro de mi boca, tosiendo repetidas veces, como si me hubiera atragantado. Claro está, no fue solo por cogido aire con ganas, sino más bien por tragar saliva... Sí; fue esa la razón. Sentía mi garganta seca, muchas horas sin beber, claro está me refiero algo liquido de verdad. Este, rápidamente se da cuenta, acabando por soltarme...
- "Sé perfectamente lo que necesitas”.
- “Te lo veo en tus labios”.
- “Estas sediento puta, necesitas beber".
En esos momentos, mil cosas se me pasan por la cabeza, ninguna buena la verdad. Pienso en que bajeza se le habrá ocurrido, pienso en todas las cosas que me han hecho, no sabiendo que fue lo más humillante. La idea que se me quedo clavada, no fue otra que este me diera de beber orina, si... no fue otra. Pensé que este, acabaría por orinarse en la boca, al fin y al cabo… es líquido.
Pero la idea, acabo por desaparecer. Cuando lo vi caminar, quedándose tras de mí, sentí sus manos en mis caderas, acto seguido se arrodillo. Sentí sus mano, desplazarse desde mis caderas a mis nalgas, una en cada glúteo... mmm. Y acto seguido, sentí su lengua entre estos, comenzando a lamer… ooohhh, sentí entre escalofríos, como la deslizaba entre mis glúteos… uuummm.
Comenzando a comerme el culo, sentí sus labios entre mis glúteos... ooohhh, sentí su lengua lamer mi orificio... ooohhh, dándome tanto placer… uuufff. Notaba como me limpiaba, escuchaba como tragaba los restos de semen, acabando este por cogerme mi miembro y masturbarme…
- “mmm... uuufff... ooohhh”.
Jadeaba del placer proporcionado, disfrutaba como nunca. Hasta hacerme acabar, restos que recogió rápidamente en su mano, menuda paja me hizo, eché mucha leche la verdad. Acabando este por levantarse, dirigiéndose nuevamente, delante de mí.
Levante la vista, hay estaba el. Mirándome sonriente, mirada que daba miedo, más aun cuando con una de sus manos, me coge de mis cabellos, tirando de ml cabeza hacia arriba. Pensando que me va a introducir su polla de nuevo, pero que equivocado estaba, pues lo que este me introdujo, no fue otra cosa, que mi propio esperma… mmm. Vertió el contenido de su mano en mi boca, obligándome a tragar, mientras decía…
- “Venga traga”.
- “No dirás que no te he dado de beber”.
Trago, no pudiendo hacer otra cosa. Aunque en verdad mi propio semen, para nada tiene un mal sabor, no hubiera sido mi primera vez, pues ya lo he probado en otras ocasiones.
Tras finalizar. Satisfecho, camino hasta colocarse detrás de mí, en el silencio el ruido de su grueso miembro azotar mis nalgas… mmm. Note como restregaba su glande, contra mis glúteos… aaahhh. Notaba su nerviosismo, no solo por sus maneras toscas, sino también por sus gestos. Deduje que deseaba hacerme muchas cosas, deseaba hacer realidad quizás alguna fantasía, las mascullaciones lo delataba. Notaba como intentaba introducirla, pero si éxito alguno, presionaba su glande contra mi orificio, causándome más daño a mí que a él, no dejaba de decir...
- "Joder, que estrecho eres, maricón".
Cuando en verdad, el causante era él... mmm, sentía como su glande resbalaba entre mis glúteos, acabando este por perder la erección. Volviendo a colocarse delante de mí, volviéndome a introducir su polla en mi boca, no siendo por otro motivo, que para volvérsela a levantar. Sacando su polla de mi boca, a los pocos minutos, nuevamente dura como una estaca, volviendo a intentarlo.
Pero cuando lo sientes detrás, no entendía porque no me la metía, note sus manos en mis caderas. Acto seguido al tiempo que me habla, me hace arrodillar, me hace colocarme a cuatro patas, colocarme en la posición de perrito, soltándome…
- “Eres muy alta puta”.
- “No tienes el puto coño a mi altura”.
- “Joder, eres muy grande, como para poder follarte”.
Noto su basta mano izquierda en mi cadera, acto seguido su glande en la entrada de mi orificio anal… uuuffff. Cojo aire, aprieto los dientes, sabiendo lo que me viene. Más aun al sentir su mano derecha en mi hombro, sintiendo un golpe de pelvis, sintiendo el dolor de la penetración. Casi dos lagrimones me caén, cuando este comienza a embestirme, siento como poco a poco me la introduce entera, soltándome…
- “Te gusta, maricona”.
- “Eres toda una puta, que calladito lo tienes”.
- “Tú eres, de esos que follas en casa y te follan fuera”.
- “Ostias, que caliente lo tienes”.
Siento como su grueso miembro, entra y sale de mí, ambos gozamos y gemimos al mismo son. Su glande golpea mi próstata, sus embestidas son precisas, fuertes por su cuerpo corpulento… aaahhh. Introduce sus dedos dentro de mi boca, animándome a chupárselos, mientras me suelta…
- “Sabes cabrón, tengo los huevos cargados de leche calentita, leche que te lo vas a llevar tú”
- “Llevo semanas que mi mujer no cumple, no me ordeña como es debido, no pudiéndome ni llegar a hacerme pajas, por no manchar los putos calzoncillos”.
- “Tú, vas a dejar bien satisfecha la polla”.
- “Tú, vas a exprimirme mis huevos, maricona”.
Embestía con fuerza, una vez tras otra, sintiendo que poco le quedaba, se detenía, descansando unos segundos, tomando aire. Volviendo a la carga, notando en esta ocasión, como eran más profundas, no es raro, más aun cuando te sujetan de los hombros, sintiendo los golpes de pelvis contra mis nalgas, sintiendo sus cojones chocar… aaahhh.
- ”Joder, como me pones, putita”.
- ”mmm…, estás buenísimo, cabrón”.
- ”Te voy romper ese coñito que tienes”.
- “Joder, que culito tienes, maricona”.
No dejaba de insultar. Incluso cuando se detenía a respirar, echaba su cuerpo sobre mi espalda, sintiendo su velludo pecho sudado, mientras este intentaba chupar mi oreja. Sintiendo como besaba mi espalda, como sus manos acariciaban mi pecho… ooohhh. No dejaba de magrear mi cuerpo, acariciaba mi culo, llegando a introducir uno de sus dedos a pesar de tener su polla dentro. Yo estaba muy excitado, sentía mis pezones duros, claro está erectos, no solo por toda esta excitación, sino por cómo me los retorcía… mmm.
Comenzó a alardear, haciéndome saber que pronto se vendría, preguntándome, como si eso le hubiera importado…
- “Me voy a correr, maricona”.
- “¿Quieres que me corra dentro?”.
Claro está le dije que no, primero con movimientos de mi cabeza, luego verbalmente, soltándome este…
- “¿Qué pasa, te gusta más la leche de los negros que la mía”.
Tras decir esto, sintió algo caliente dentro de mí, siento… aaahhh. Diciendo este…
- “Te estoy, preñando cabrón… ooohhh”.
Se queda dentro de mí, tiempo suficiente para que note como pierde la erección, mientras soporto el peso de su cuerpo sobre mi espalda, mientras este me besa mi espalda y acaricia el resto. Aprovechando la posición, para soltar mis muñecas del cinturón, dejándolo caer al suelo, quedándome en silencio. Quedándome a la espera de que se levante, tras hacerlo, comienza a vestirse, animándome a hacer lo mismo, sugiriéndome que esto no se sepa, haciéndome saber que no desea quedarse sin empleo, haciéndome sentir culpable, cuando dice que es marido, padre y abuelo.
Ayudándome a vestirme, mientras me abraza, arropándome entre sus enormes brazos. Intento ponerme mis prendas, a pesar de tener mi cuerpo sudado y pegajoso, no deja de besar mi cuello y cara. Proponiéndome una segunda cita, mientras presiona su pelvis contra mis nalgas, haciéndome sentir como su miembro vuelve a estar duro… mmm. Entre caricias, me encita a darle una mamada, sacándose su polla fuera, mostrándome lo dura que está nuevamente. No pudiéndome negar ante tal pollón, colocándome en cuclillas, sujeto con una mano su tronco, mientras con la otra tomo sus testículos, bajo la cabeza, hasta que mis labios chocan contra su glande… mmm. Lamo primero su glande, engulléndomelo una vez tras otra, mientras comienzo a desnudarme, siendo el quien me retira la camisa, ascendiendo sus dedos por mi espalda… mmm. Me introduzco su miembro, sintiendo como chocan mis amígdalas, el peso de su mano hace que trague más, notando como se aloja en la boca de la garganta. Momentos en que noto, como sus dedos se introducen en mi dolorido culito, sintiendo como descarga por senda vez, descargando dentro de mi garganta, tragando como un loco.
Un tiempo después, vestidos nos marchamos, no sin antes un beso de despedida, teniendo ambos el número de móvil, llevándome la propuesta de volverlo a repetir, llevándome la sugerencia de ser compartido, llevándome la insinuación de volver a ser forzado.
Bueno aquí finaliza esta experiencia… espero que os haya gustado tanto como a mí recordarla, espero vuestros comentarios, pero, por favor, no me seáis muy crueles. Sé de sobra que me gusta recibir como la putita sumisa que soy, pero aun siendo sumiso me va poco a poco probar cosas nuevas, moviéndome por el morbo y la curiosidad. Mi email es Jhosua 1974 @ Gmail . com (lógicamente va todo junto).