Por una mirada indiscreta
Se me pegaron tanto estos, que pude notar la erección de ambos, siendo uno de ellos quién me invito a tocársela, negándome a pesar la presión.
Por una mirada indiscreta
Tan solo hace días de esto, tuve la mala suerte de pinchar, llame a mi seguro, di mis datos y el lugar, estos me informaron que de treinta a cuarenta y cinco minutos, estos se presentarían. Pasado los treinta minutos, llame a la grúa, estos me informaron que tardarían tres cuarto de hora más, pues les ha surgido otro cliente más cercano, cosa que me toco esperar.
Parado en una calle, frente a un portal de vecinos, dando vuelta en círculos, esperando a la grúa y todo por un pinchazo. Deseaba incluso entrar en dicho portal, deseaba cobijarme del frio, quitarme de la calle.
Comencé a enfriarme, sentí los pies fríos, note la manos y la nariz helarse. En el transcurso, vi pasar estupendas madres, mujeres maduras, chicas jóvenes y muy jóvenes.
Madres en verdad de todo tipo, pero algunas iban empujando carritos, cuya mirada se clavó en sus leggings, leggings que se le marcaban perfectamente, tanto en su pubis como en sus nalgas... mmm.
Eludida por mi mirada, pude verlas sonreír, quizás lo tomo como un piropo, un guiño, e incluso como un gesto de galantería.
Las chicas jóvenes había de todo, desde las picaronas, pues saben que son deseadas, hasta las hipócritas, que sabiendo que son deseadas, se los toman encima a mal.
Y finalmente, aquellas que consideramos fruto prohibido. Estas que por su edad, debemos proteger y cuidar, no deseándoles nada malo. Pero que éstas, ojo… en su gran mayoría, son incluso peores que cualquier madura o joven.
Estas son las peores y os explico un matiz, recuerdo como tres de ellas, pasaron delante de mí, sonriendo dos de ellas, sobre todo en torno a una. No vi la gracia, pero cuando me fije bien, pude ver como esta, tenía su leggings mal colocado, pues dejaba ver como esta niñita, dejaba a la vista su tanga de hilo blanco. No pude evitar fijar mí vista en ella, cuya chica en vez de molestarse o poner el grito en el cielo, solo sonrió y se tocó las nalgas, mientras sus amigas me miraban sonriente, tirándome besos.
Pensé… “Uuufff, cuerpos apetecibles, pero no para ahora, sino para dentro de dos a cuatro años”, pensamientos que nublaban mi mente, a pesar del enfriamiento del cuerpo en general.
Lógicamente hombres también, maduros, jóvenes, pero ninguno llamaron mi atención. Estaba desesperado, miraba la hora una vez tras otra, ya no sabía qué hacer. En esto veo pasar a dos hombres de color, hombres que llamaron mi atención, pues por dos cosas fueron. La primera por su forma de vestir, muy arreglados, ambos pantalones chinos de color claro, ambos zapatos, ambos chaqueta de diseño. Hombres cuya edad no superarían los cuarenta y cinco años, eso y que tenían un cierto atractivo.
Me quede mirándolos y estos pasaron de largo, caminaron todo recto, cruzaron la carretera, encaminándose hacia depósitos de basura, deteniéndose de mí a unos diez metros.
Uno de ellos, se colocó mirando hacia estos, mi extrañeza me hizo mirarlo, pude ver y eso que no era mi intención, como este comenzaba a orinar. Mientras el otro, en vez de ocultar al amigo, deambulo.
Me quede sorprendido, pues desde yo estaba pude ver su miembro, no os digo que lo viera perfectamente, pero sí que se podía adivinar el tamaño.
Momentos en que el compañero de este, llamo su atención, informándole que estaba siendo observado. Su primera intención parecía ocultarse, pero tras mirarme… sonrió, siendo yo el que simule no mirar.
Hacía tiempo que no había pasado tanta vergüenza, simule hacer otra cosa, fingí hablar con el móvil, lógicamente con el manos libres. Pero no pude evitar y más por curiosidad, mirar de nuevo hacia ese hombre de color, hombre que parecía esperar mi mirada, pues cuando fije mi vista en su miembro, este me miraba fijamente con su miembro erecto.
Ambos se me acercaron, preguntándome el motivo de mi espera, contestándole educadamente a sus preguntas, mostrándome cohibido e incluso cortado.
Uno de ellos me pregunto, si me gustaba lo que estaba viendo, lógicamente fingí no haber visto nada, siendo sujetado por el brazo por uno de ellos. Repitiéndome el primero la pregunta, viéndome forzado a contestar afirmativamente, entre risas de estos, me llamarón mariconcete y aunque, nuevamente negué tales acusaciones.
Se me pegaron tanto, que pude notar la erección de uno de ellos, siendo el otro quién me “invito” a tocársela. Nuevamente me negué, siendo otra vez convencido, esperando por un lado que apareciera alguien, aunque por otro mejor que no, como explicar la situación, en mujeres es fácil pero en hombres… no.
No pude evitar llevar mis manos a sus entrepiernas, trague saliva, más aun, cuando pude comprobar como estaban.
Otra vez el segundo, me amenazo, pues me negué a sus pretensiones, me negué, cuando me dijo… “Arrodíllate y comételas”. Abriéndose en esos precisos momentos la puerta del portal, tras salir una mujer, no se cercioro que la puerta se cerrara, evitándolo en mayor medida uno de estos. Haciéndome entrar mediante empujones, obligándome a caminar hacia el fondo, entrar en uno de los cuartos de contadores.
Nuevamente mediante amenazas, acabe arrodillándome entre ellos, asustado por su brutalidad, no dejándome resistirme, ni tan siquiera protestar. Ya no era solo cuando me sujetaron del brazo, menos aún el rodillazo o pisotón, sino la bofetada o incluso el puñetazo.
Cuando arrodillado entre estos, se bajaron ellos mismos pantalones y calzoncillos, me quede helado, pues menudos pollones, pues si uno tendría dieciocho centímetros, el otro calzaba al menos veintidós centímetros de pura carne negra.
No me quedo otro remedio que asumir la situación, teniendo que aceptar sus peticiones, más aun cuando me ordenaron… “Cógelas”.
“mmm… Joder, menudo marrón”.
Cogí ambas, lógicamente fingí no saber qué hacer, siendo otra vez en segundo el que ordeno… “Mastúrbanos”, cosa que comencé. Viéndome hay arrodillado entre estos, viéndome como movía mis manos por esas barras negras, sentía como estas vibraban, notaba la dureza de estas, notaba sus venas temblar e hincharse. No quise mirarlos, claro está por vergüenza… mmm.
Nuevamente el segundo mando… “Chúpalas, puta blanca”.
Me negué y fue un manotazo lo que sentí en la cabeza, para ser exacto en la nuca, moviendo la cabeza una vez más, volviendo a notar la fuerza bruta de este, pues tras cogerme por los pelos, me dio dos sonoras como dolorosas bofetadas, quedándome un estado de shock.
Mientras volvía en sí, pensé podría haberlo hecho por las buenas, más aun sabiendo que aquello me gusta, no hay nada como unas buenas pollas, pero la verdad es que el juego me atraía. Eso y que no deseaba que supieran de mi inclinación, no deseaba que lo vieran… mmm. Pues no soy homosexual pues me considero hetero, no me reconozco como bisexual pues no me gustan los hombres, no he salido del armario pues nunca he estado, no tengo plumas ni soy afeminado, no soy como dicen un maricón. Solo me veo como un tío pasivo, un chico que le gusta los maduros activos, maduros que rebasen los cincuenta, pues fueron estos los que me iniciaron. Bueno continuo, que se me va el hilo…
Acabe aceptando, llevándome primero a la boca la de su amigo, aquel pedazo de pollón de cerca de veintidós centímetros, chupe con precaución, no precisamente por el grosor de este, sino por el tamaño. Chupe con ansias… mmm, no pudiendo evitar elevar la mirada, pudiendo ver como este disfrutaba, mientras no deje de masturbar el miembro del otro.
Me insultaban despreciándome… “Mira la muy Puta como la come, esta ha tenido de saborear más de una, como se lo tenía callado la muy zorra”.
Aquel pedazo tronco, poco a poco me pude introducir, sintiendo como traspasaba mis amígdalas, como se deslizaba por mi garganta, tragándome casi entero. Haciéndome sacarla el bruto, introduciéndome la suya en la boca, viendo el grosor, comencé por lamer y chupar su glande, restregándomelo por los labios, lamiendo su tronco, chupando sus genitales e introduciéndome… mmm, como pude su glande… aaahhh.
Me lleve largo rato chupándosela, hasta que me hicieron levantar, llevo su mano a mi entrepierna, notando el estado de excitación, pidiéndome que me desvistiera, negué nuevamente. El puñetazo en mi costado me hizo recapacitar, comenzando a desvestirme, comencé con la chaqueta… tirándola al suelo, continúe por la camisa, me descalce y me quite los pantalones, quedándome finalmente en calzoncillos y calcetines.
El más alto no dejo de acariciar mi espalda, pecho y cuello. Mientras el agresor, no dejaba de magrear mis nalgas y orificio anal, no dejando de insultarme. Llamadme… “Puta, zorra, nenaza, maricona, etc.”, entre otras cosas.
Me hizo inclinar, comiéndosela nuevamente a su amigo, mientras el bajaba mis calzoncillos, sintiendo como acariciaba mis nalgas, sintiendo como deslizaba sus dedos por mi ingle… mmm. Escupía en mis glúteos, diluyéndolo con su dedos hacia mi orificio anal, sintiendo sus gruesos dedos introducirse… mmm.
Proteste al sentir esos dedos deslizarse entre mis nalgas, sintiendo en esta ocasión no su mano, sino un correazo, el dolor me hizo atender, me dejo dócil, manso e incluso obediente. Correazo que me dio con mi propio cinturón, utilizando este para sujetar mis muñecas a un pilar, teniéndome más predispuesto… mmm.
Aún recuerdo, cuando me hacia comerme su polla, pues me era casi imposible, tiraba de mis cabellos… cuando sentía mis dientes. Amenazándome y pidiéndome colaboración, tragaba una vez tras otra, sintiendo arcadas e incluso nauseas. Mientras este presionaba mi nuca, sintiendo al mismo tiempo otras manos magrear mi orificio anal… mmm, golpeaban mis nalgas, una vez tras otra.
Siendo el opresor quien me tomo primero, mientras el otro me tenía sujeto, sentí el tremendo dolor de su glande, presionaba contra mi orificio anal. Sintiendo como esta, comenzaba a introducirse… aaahhh, hasta sentir sus genitales desnudos, golpear mis glúteos… ooohhh. Comenzando a moverse de dentro hacia atrás, comenzaba despacio a moverse, sintiendo como esa dura polla entraba… uuufff.
Golpeaba mis muslos… ooohhh, golpeaba mis nalgas… aaahhh, moviéndose a su placer, llevándose a veces por su hombría, pues me tomaba por la cintura unas veces, mientras en otras, sujetándose a mis hombros, me hacía ver estrellas… uuufff.
Hasta que la fuerza de sus dedos, me hicieron presagiar el final, sacándola con la violencia que le caracterizaba, descargando su orgasmo, descargando su leche tibia sobre mi espalda y nalgas… mmm.
Pero cuando creí que era el final, fue cuando toco al pollón, fue algo fácil, sentí como entraba su glande en mí, claro está era menos grueso. Pero cuando fue empujando, sentí como presionaba mi próstata, sin haberla introducido del todo, comenzó a moverse, disfrutando ambos en verdad, sintiendo tanto dolor que se me bajo.
No dejo de embestirme, eran embestidas violentas, daba la sensación que llevaba meses sin hacerlo, no pude gritar por temor a ser descubiertos, eso y un objeto que me lleve a la boca, debía de evitar gritar, deseaba aguantar el dolor.
Cuando por fin acabo, no solo lo note por los espasmos, sino por sentir como me llenaba, sentí su caliente leche dentro de mí, comprobando que este me follo a pelo.
Pero lo peor no fue la “violación” de estos, ni la humillación o la vergüenza pasada, menos aún el abuso y la brutalidad ejercida, sino cuando me hicieron girar, viéndome como era grabado. Primero uno y luego el otro, me grabaron con su móviles, no dejaron de decir, que era su mejor polvo en meses.
Cuando acabaron, comenzaron a vestirse, sonreían mientras me miraban, no dejando de mentar momentos, no dejaron de hablar de cómo la comía. Yo me mantenía callado, atado aun al pilar, bastante tenía con el dolor de orificio, por no mentar el dolor de mi boca, desencajada y con los labios doloridos.
Llevándome el peor susto, precisamente cuando estos se iban a marchar, pues la puerta se abrió, apareciendo un canoso en mono de trabajo. Se nos presentó como el de mantenimiento, mientras nos preguntaba quienes éramos y que hacíamos allí, respuestas vergonzosas que esperaba. Pero que estos dos no se las dieron, pues se marcharon corriendo a la calle, dejándome allí atado al pilar, desnudo a falta de los calcetines.
Avergonzado me quede, callado sin poder dar una explicación, no sabiendo que decir y menos como decirla. Miraba tímidamente su rostro, descubriendo que este tenía la mirada fija en mis nalgas, quizás por lo abierto que tenía mi orificio, o quizás porque de este aun caía leche.
Cuando quise hablar por fin, vi como este se giró, camino hacia la puerta, pudiendo ver como cerraba el pestillo, volviéndose a girar sonriente, caminando hacia mí, mientras se bajaba la cremallera, sacándose de su interior su miembro… mmm. Y lo demás ya lo podéis imaginar… mmm.
Bueno aquí finaliza esta experiencia… espero que os haya gustado tanto como a mí recordarla, espero vuestros comentarios, pero, por favor, no me seáis muy crueles. Sé de sobra que me gusta recibir como la putita sumisa que soy, pero aun siendo sumiso me va poco a poco probar cosas nuevas, moviéndome por el morbo y la curiosidad. Mi email es Jhosua 1974 @ Gmail . com