Por una foto de WhatsApp...
En la pantalla sólo aparecía tu bonita cara, pero en mi pervertida imaginación ya estabas desnuda...
Desde que recibí tu WhatsApp, y miré la foto, ya no pude pensar en otro cosa… En la pantalla sólo aparecía tu bonita cara, pero en mi pervertida imaginación ya estabas desnuda y haciendo guarradas conmigo.
Me gustaría conocerte un día, en un hotel perdido... Nos veríamos en el hall; nos reconoceríamos al instante. Nos acreditaríamos en recepción, y sin perder más tiempo iríamos a la habitación. Al principio estarías cortada y vergonzosa, y en cuanto te acariciase con la mano, tu corazón saltaría. Pero al besarte, poco a poco te serenarías y cada vez querrías más. Desearías que te levantara la falda, y que dirigiera mis manos hacia tu caliente entrepierna.
Tu respiración cada vez sería más fuerte, sobre todo al empezar a besarte el cuello y las orejas. Comenzarías a desvestirme, y yo a desnudarte a ti. Pronto estarías en ropa interior, y yo en calzoncillos. Un bulto delataría mi erección. Ansiosa, me bajarías el boxer y sin pensártelo te meterías todo mi falo en la boca, chupando sin parar, como tantas veces has deseado. La mamada sería extraordinaria, pero ninguno querríamos que me corriera tan pronto. De manera que te levantaría y te llevaría hasta la cama, donde te despojaría del sujetador, desparramando tus grandes tetas. Primero me recrearía en ellas, lamiendo los oscuros pezones que tantas veces me has enseñado en fotos. Pero me iría sin demora a tus bajos: te quitaría las bragas, dejando libre tu precioso coño. Su olor me embriagaría, y raudo me lanzaría a chuparlo. Pasaría la lengua una y otra vez, de arriba a abajo, jugueteando en el clítoris hasta que me pidieras a gritos que te follase.
Entonces te metería mi tiesa estaca hasta el fondo de la vagina, que estaría chorreante de flujos. Te penetraría duramente y con violencia, hasta hacerte chillar; pero a la vez besándote el cuello y los labios. Tu orgasmo estaría próximo: estarías muy excitada de tenerme por fin dentro de ti. En efecto, entre jadeos, y agarrándome el culo, te correrías como hacía tiempo que no lo hacías.
Pero querrías más: me pedirías que me corriese en tu cara, así que sacaría la polla, y machacándola fuerte, eyacularía en tu rostro, mientras tú abrirías la boca tragándote parte del semen y lamiendo con la lengua el glande. Exhaustos, nos tiraríamos a la cama. Pero poco tardaríamos en volver a empezar: hemos tardado mucho tiempo en estar juntos, así que mi cipote estaría duro en cuestión de minutos, y tú querrías tenerlo dentro de nuevo.
Pero esta vez te pondrías a cuatro patas, suplicándome que te taladre el culo. Sin pensármelo, la metería por ese culito que tanto costó que me enseñases en fotos, pero merecería la pena. Yo apenas aguantaría unas embestidas, ya que el morbo de metértela por el ano haría que me corriese pronto. Enseguida, notaría cómo se acercaba el ansiado clímax, y me correría dentro de tu culo, dejando tu ano repleto de esperma que se iría escurriendo hacia afuera al sacar mi pene de su interior.
Ahora sí, descansaríamos unas horas desnudos sobre la cama, hasta que, una vez repuestos de la intensa sesión de sexo, volveríamos a gozar el uno del otro.