Por un trabajo

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POR UN TRABAJO

Fue por mi amigo Pablo que conocí a Carlos cuando buscaba trabajo. Insistió en que saliera el sábado con ellos, ya que Carlos tenía una empresa en alza y le podría interesar contratarme. No conocía a ninguno de los amigos de Pablo que iban a ir pero al final accedí y lo pasamos bien. Tomamos unas copas en varios sitios y charlé bastante con todos. Pablo se encargó de comentarle el tema a Carlos y este accedió enseguida a que le enviara mi currículo. Me dio una tarjeta con su teléfono y correo.

Carlos era un tipo bastante grande, seguro debía medir casi dos metros, corpulento, con barriga pero no se podía decir que estaba gordo. Moreno con barba y voz grave, todo un jefe de los que dan miedo. Parecía bastante serio pero era de los que se le encuentra el punto divertido. La verdad es que no me importó el momento de la noche en que nos quedamos solos, o mejor dicho, sí me importó, me gustó como me miraba cuando no hablábamos.

El domingo estaba hecho polvo, dormí hasta tarde, le envié mi currículo a su correo, vi una película de acción y luego unas escenas de una porno gay, en las que casualmente salía un tipo flaco con barba. No se parecía en nada Carlos pero tuve ganas de imaginar que era él y eso me calentó más de lo normal. Me masturbé dos veces con aquella escena e imaginando.

El lunes todavía no tenía respuesta, así que a última hora de la tarde, después de pensarlo bastante, decidí llamarle.

–¿Sí? ¿Quién es? –era su voz grave inconfundible.

–¿Carlos? –pregunté de todas formas. Se escuchaban sonidos de oficina de fondo.

–Sí, soy yo ¿Quién eres? No tengo tu número –dijo.

–Soy el amigo de Pablo, el sábado, ¿te acuerdas? –me expliqué.

–Ah! Sí, sí… dime –su voz sonaba interesada y no parecía ajetreado.

–Nada, mira, solo saber si habías recibido mi correo –me puse un poco nervioso sin saber porque.

–Sí, lo he recibido, perdona que no te haya contestado, es que aún no lo he repasado, que por cierto, era bastante grande –explicó.

–¿Bastante grande? –pregunté confuso, quizá por los nervios.

–El fichero, digo, cuando lo guardé ocupaba bastante –explicó de nuevo.

–Ah, sí, jejeje –reí –no sé, será por… –no sabía que decir.

–¿A que pensabas que me refería cuando dije grande? –interrumpió sonriendo él.

–No, nada… no… yo… –ahora sí que me sentía bloqueado.

–No te preocupes, si hablamos de tamaños la mía es más grande –rió a carcajadas.

–Eso no lo sabemos, jeje –me animé.

–Tienes razón, habría que verlo –su voz sonó pícara.

–Casi mejor no –dije en tono burlesco.

–¿Y eso por qué? –se hizo un silencio de dos segundos eternos.

–Que igual nos gusta y no sería solo verlo –me atreví.

–Luego te llamo –sonrió y colgó.

Me sentí entre alegre y estúpido. No sabía en que estaría pensando o que estaría haciendo él, pero yo me encontré con un bulto que empezaba a crecer en mi pantalón. Tenía el teléfono en una mano y con la otra me tocaba por encima del pantalón. No me llamaba, pero yo ya la tenía fuera, caliente y cogiendo tamaño. Pasaron unos diez minutos cuando volvió a sonar el teléfono. Era él.

–¿Por donde íbamos? –preguntó.

–Pues tú no sé, pero yo imaginando mucho –dije muy precavido.

–¿Sabes que me pones muy caliente? –me dijo. Se le escuchaba más claro y los sonidos de oficina se oían lejanos, como si se hubiera aislado un poco.

–Eso espero porque yo ya la tengo fuera para que la midamos –dije en voz baja.

–Yo aquí no puedo hacer mucho pero me gustaría verte ¿no tienes webcam? –preguntó.

–No… pero espera –colgué.

Nunca había hecho lo que iba a hacer pero sentí que debía hacerlo, quería hacerlo. Grabé con mi móvil como me masturbaba lentamente durante 15 segundos. Solo se veía mi mano subir y bajar de mi polla que ya estaba dura. Se lo mandé e inmediatamente me llamó él de nuevo.

–Eres increíble –dijo nada más descolgué.

–¿Sí? –dije en tono pícaro.

–Sí y me gustaría follarte –añadió susurrante.

–Y a mi me gustaría sentirte dentro de mi –le contesté.

–Joder… joder… –dijo entre pausas –¿sabes? Vamos a cerrar dentro de cuarenta minutos ¿por qué no te vienes y le dices a mi secretaria que tenías una entrevista? –me ofreció y le sentí impaciente.

–Claro, espero que me la apruebes –dije.

–Ven y veremos que pasa –contestó.

Colgué. Estaba muy caliente y me fui rápido para allá. Quedaban veinte minutos para que salieran del trabajo. Entré, hablé con la secretaria pero me dijo Carlos había dicho que no le molestaran y que no tenía ninguna entrevista programada para hoy. Después de discutir cinco minutos salió él. Se disculpó con la secretaria por no haberla informado e hizo el papel para mí de que no eran horas de entrevistar, pero me llevó adentro de su despacho. Nos sentamos y cogió unos folios como para disimular.

Sin decir nada empezó a tocarse lentamente por encima de su pantalón, nos mirábamos y yo hacía lo mismo. "Sácatela" dijo, y yo obedecí. Había ido a allí y estaba dispuesto a ser su perro si era necesario. Las persianas del despacho estaban cerradas no verían desde fuera mi polla dura de nuevo.

Llamaron a la puerta y me detuve. "No te la guardes" me dijo. Entró su secretaria, yo estaba de espaldas a la puerta, así que si no se acercaba no me vería. Carlos no dejaba de mirarme la polla tiesa sin tocármela. La secretaria le dijo que se iba ya y que ya no quedaba nadie. Le traía unos papeles y Carlos le indico un mueble que había al lado de la puerta para que los dejara allí, así no se acercaría. Cerró y quedamos solos.

Carlos salió del despacho a comprobar que no había nadie mientras yo seguía tocándome. Volvió y me agarró por detrás, me inclinó sobre la mesa y yo me dejé. Extendí mis brazos sobre el cristal, me bajó los pantalones y restregó su bulto sobre mi culo sin quitarse el pantalón. Se echó encima de mi, era enorme, no me hubiera podido mover. Me mordió la oreja mientras seguía restregándose con fuerza.

De repente se apartó y mientras abría su pantalón me arrodillé hasta lamer sus bóxer. Los bajó y no tardé en engullir aquella polla enorme como si me fuera la vida en ello. Ya estaba grande pero noté como creció todavía más en mi boca a cada mamada que le daba. Carlos jadeó un par de veces y me volvió a inclinar sobre la mesa con fuerza.

Ahora si noté aquel trozo de carne caliente colarse lentamente entre mis nalgas. Cuando pensé que estaba empezando a penetrarme ya tenía la mitad dentro y la sacaba y volvía a entrar. Se quedó quieto dentro de mí y sentí como le palpitaba la polla. Eché una mano hacía atrás con ansia de acariciar su huevos tersos, suaves y grandes que colgaban en una bolsa que no podía dejar de acariciar, pero él seguía sin moverse de dentro.

Entonces sentí su mano grande apartar la mía y cubrir casi toda mi polla y empezar a masturbarme al tiempo que volvía a entrar y salir de mi. Aquel momento era un éxtasis del que no quería salir, pero salí enseguida. Me corrí en su mano, no pude evitar dar varios suspiros al tiempo que espasmos. Su polla se deslizó afuera en contra de su voluntad, pero no tardó en entrar de nuevo, cuando yo aún no había terminado de correrme.

Empezó a embestir con fuerza, le sentí atravesándome pero era un barco grande que se deslizaba suave en un mar cálido. Nunca había tenido mi ano tan mojado y tan lleno al mismo tiempo. Me levantó sin salir de mí y me follaba de pie frente a la mesa. Quería ser completamente suyo y me encantaba ser suyo. Sus brazos cubrían mi pecho y mi cintura y casi me levantaba mientras nos acelerábamos. Seguro estaba por correrse pronto. Mi polla estaba flácida ya pero él seguía sin parar de apretarla en momentos breves con su mano aún húmeda de mi semen.

Me volvió a inclinar sobre la mesa y ahora jadeaba cada vez que me penetraba, y lo hacía rápido, muy rápido, era como un animal desesperado en celo. Entonces salió de mi, mi ano se quedó vacío por un instante anhelando más y sentí su leche caliente rodar por mis nalgas y gotear en mi muslo.

Al final obtuve el trabajo, pero no se me daba bien y solo estuve poco más de dos meses donde hice más prácticas con Carlos fuera del horario de trabajo que en la empresa. Después de que me despidiera todo se enfrió y lo dejamos.