Por un simple olor
Llegas a casa y te encuentras algo que no esperabas, todo empieza por un simple olor.
CON UN SIMPLE OLOR
Llegas a casa cansada, harta del trabajo y del día a día, solo quieres descansar y ver a tu esposo y amante. Pero el no está, ha ido con sus amigos a practicar deporte. Enciendes tu ordenador y preparas tu cena. Cuando vuelves delante de tu PC, ves el cojín de la cama descolocado. Cuando lo vas a acomodar, encuentras una bolsa debajo .
La abres y te sorprende ver dentro de ella varias prendas y objetos. Una camiseta de surf de hombre, unas bolas chinas, un consolador de pequeñas dimensiones y un minúsculo tanga que hacia tiempo que no te ponías. Lo que mas te extraña es el tanga. Lo coges y cuando lo vas a doblar, observas que esta húmedo y manchado. Lo acercas a tu nariz y su olor te es familiar, es un olor fuerte, como el olor que se queda en tu cuerpo después de una jornada de sexo desenfrenado.
En un principio te enfadas y piensas que tu marido es un cerdo, pero te das cuenta que si usa una prenda tuya para masturbarse, es por que te quiere mas que a nadie en todo el mundo y por que cada vez que piensa en ti, su excitación le hace perder la cabeza, su miembro se endurece como el metal y las venas del mismo se hinchan deseando soltar el fruto de sus testículos para poder relajarse.
Al pensar esto notas como tu sexo se empieza a humedecer, tus pezones se endurecen y empiezas a apretar las piernas, cosa que haces cada vez que empiezas a excitarte. Te desnudas y vas al servicio, te sientas en el bidé, coges un poco de jabón y empiezas a tocarte con la mano, te notas cada vez mas caliente, masajeas suave y lento, después te aclaras y te secas y vuelves junto los objetos de la bolsa.
Te pones la camiseta, sin sujetador, te queda ajustada y tus pechos se ven grandes y bonitos debajo de ella, tus pezones se marcan de una manera exagerada y los acaricias suavemente. Coges las bolas chinas y las empiezas a lamer, a la vez que llevas tu otra mano al clítoris para rozarlo. Cuando ya están bien ensalivadas, las acercas a la entrada de tu cueva y empiezas a pasarlas por tu abertura de arriba abajo. Cuando no aguantas mas te introduces lentamente la primera, la vuelves a sacar y vuelta adentro. Coges la segunda y repites la operación, pero esta vez la metes y sacas varias veces antes de dejarla dentro, acompañando a su gemela.
Te tocas durante varios segundos y tu mirada se va al consolador, es pequeño y con muchas estrías. Sabes por qué ha elegido ese, es para la entrada posterior pero tu lo utilizas para rozarte de nuevo.
Tu clítoris y los labios de tu sexo se ven muy hinchados a causa de tu excitación y no dejas de soltar líquidos. Los aprovechas para que el roce con el plástico sea mas placentero. Lo pasas lentamente de arriba abajo dejando que sus aros tropiecen con tu botoncito. Miras la hora y te das cuenta que en poco tiempo tu amante va a llegar y te preparas para recibirlo.
Vas al servicio y coges el bote de vaselina, un preservativo y te vas corriendo al salón. Recoges de camino el consolador y el tanga. Al caminar por la casa , notas como las bolas se mueven en tu interior, provocando en ti un placer que no te deja avanzar con comodidad.
Te pones el tanga y tu excitación aumente aun mas, pensando que los restos del miembro que tanto esperas, se juntan con los líquidos de tu sexo. Apartas el hilo de la prenda, y recoges con el dedo un poco de la vaselina, que llevas a tu esfínter. Lo masajeas y cuando empieza a relajarse introduces el dedo poco a poco. Lo haces lento para que las paredes del recto se unten con la vaselina. Después de meterlo varias veces coges el consolador y te lo vuelves a pasar por tu sexo, hasta que tus jugos brillen en él. Lo llevas atrás e introduces la punta, vas lenta y en un principio te molesta, pero con el roce de las bolas y tu otra mano apretando el clítoris, el dolor se mitiga y vuelve a convertirse en placer.
Cuando la ultima arista se introduce en tu oscuridad, escuchas que abre la puerta, deseas levantarte y correr para besar apasionadamente a tu hombre, pero como el no dice ni hola, te aguantas sentada en el sofá. Escuchas encenderse la ducha y ya no aguantas mas, tus dedos empiezan a moverse rápido por encima del tanga. Te masturbas con ganas a la espera, de lo que hace una hora llevas esperando. La ducha se apaga e instintivamente tu mano se mueva mas rápido.
Aparece por la puerta, viene desnudo, sabe que lo estas esperando, pero tu no te mueves te sigues masturbando mirándole a los ojos. Ves su excitación, por el tamaño de su miembro y por que en su cara se refleja la lascivia. Él se acerca sin decir nada, y cuando está a tu altura, se arrodilla y mete su cabeza entre tus piernas. Su lengua se desplaza con desesperación por todo tu sexo, sorbe y saborea tus jugos como si fueran el mejor manjar jamás probado. Sus labio aprietan tu clítoris y tus manos se van a su cabeza para sentirle aun mas lento. Sus manos acarician tu cintura y suben directos hacia tus pechos, los aprieta con sus grandes manos y roza tus pezones con sus dedos.
Mientras sigue saboreando tu intimidad, juega con las bolas y el consolador. Estas tan caliente que lo apartas de mala manera y te lanzas como una leona, en busca de lo que mas deseas. Agarras su miembro y te lo llevas a la boca. Lo recorres con tu lengua y lo sacas y metes con ansias. Mientras estas en esa posición, lo miras a los ojos sabiendo que lo pondrás mas calientes. El te agarra la cabeza y se empieza a mover, como si te estuviese violando la boca. Tus manos acarician sus testículos, para mas tarde apretar sus nalgas para que sentir mas dentro su miembro. Le sigues observando y ves en su rostro que está lo mas cerca del paraíso, de lo que un hombre pueda estar.
Cuando te la saca de la boca, te da la vuelta violentamente y te acomoda para que tus dos agujeros se queden a su voluntad. Opta por tu vagina. La mete poco a poco, la vuelve a sacar con la misma parsimonia. Utiliza este juego varias veces y te pone nerviosa. Te excita que descuide un embarazo, pero sabes que tiene control. Le pides que te de caña, pero no te hace caso. Como castigo decide sacarte el consolador y te prepara para sustituirlo por su miembro. Lo pone en la entrada pero no hace ningún movimiento. Espera a que seas tu quien tome la iniciativa y no le haces esperar. Aprietas hacia atrás lentamente pero sin parar hasta llegar al fondo. El tener el consolador antes hace que sea mas fácil. Cuando llegas al fondo te mantienes quieta y el empieza a moverse despacio. El grosor de su miembro hace que te duela pero poco a poco el esfínter se dilata, y junto con las caricias en tu sexo, el placer pronto hace su aparición.
Utiliza varios ritmo, tan pronto se desboca como un toro de lidia, como pasa a no moverse. Después de minutos de bombeo, la saca, se pone el preservativo y se tumba boca arriba en el sofá. Deja que te la metas con ganas y que te muevas rápidamente. Te coge los brazos y te los sujeta detrás, y utiliza tu pelo para echarte la cabeza hacia atrás. Te quieres mover rápidamente, pero su fuerza casi no te deja. Tras un tiempo en esa posición, empiezas a notar un cosquilleo en el estómago, sabes que el orgasmo está cerca y apuras tus movimientos. Un rayo golpea tu cuerpo, lo sientes llegar por el estomago y tu mente se nubla. No dejas de gemir y tus piernas se aprietan para sentir mas su miembro. Tras varios segundos flojeas y te mantienes recostada, sobre el pecho del amante que te ha dado este momento de placer.
El te deja descansar pero cuando te ve recuperada, se echa encima de ti y te penetra con violencia, su mete-saca es rápido, quiere llegar al climax con rapidez y no te dá respiro.. Cuando ves que se tensa te sacas de encima, le quitas el preservativo y lo masturbas con avidez, hasta que su semilla golpea contra tu cara y pechos.
Le ves relajado y te acercas. Tus labios se pegan a los suyos y le das un beso de te quiero que el corresponde cómo te mereces.
Te recuestas sobre él y os relajáis, y es entonces cuando te llega ese olor que una hora antes habías pensado por un momento que era repugnante.
Ese olor, es el del amor de dos personas que no vivirían el uno sin el otro, el de la relajación después del placer. Un olor que en un principio parece repugnante, pero que da lugar a un placer desorbitado y a un amor de los que son para siempre.
Es el olor del paraíso en la tierra.