Por un puñado de euros - por Yuste

Un grupo de autores de TR hemos decidido escribir una serie de microrelatos como ejercicio. Esperamos que sean del agrado de los lectores.

Aún temblaba cuando sacó la cámara digital del cajón de su armario. Pues temblando así, pensó, no iba a poder hacer nada. Había que tranquilizarse. Imaginarse que estaba en un lago. Un lago de aguas muy azules rodeado de pinos y abetos, que… ¡Que se follen al lago!. Cogió la cámara con tembleque y todo y se dirigió al cuarto de su hermana.

Una respiración profunda y serena le recibió. Dormía. Menos mal. Terriblemente nervioso se acercó hacia las cortinas y las descorrió un poco. Afortunadamente entraba la luz necesaria como para evitar el flash. Bendito fuera el ayuntamiento y su manía de poner farolas junto a las casas decentes.

Pero todavía no podía cantar victoria. Aún faltaba el momento más delicado. Con suma cautela deslizó la sábana que cubría su cuerpo. Nada, aún dormía como un tronco. Pena que estuviera boca abajo, pero no sería él quien tratase de moverla.

¿Le pagarían lo prometido sus colegas por unas fotos a media luz de su hermana boca abajo y con camisón?. Él desde luego no pagaría por eso. Habría que darles algo más de… carne.

Con la garganta seca y el pulso como para ir a robar panderetas agarró la faldita del camisón de su hermana y la levantó muy pero que muy despacito.

¡No llevaba braguitas!. Bueno, ahora sí que les bastaría.

¡Clik!, Foto uno. A ver que tal. Pasable. Venga: a lo loco. ¡Clik!, ¡Clik!, ¡Clik!, ¡Clik!. Sesenta eurazos para sus cojones que se acababa de ganar.

¿Qué pasa?, ¿qué haces? – la voz de su hermana sonó preñada de sueño y sorpresa.

Nada, Sofi. Que iba a beber agua y al pasar por aquí te he visto destapada y he entrado a taparte.

Ah, vale, gracias

Tum-tum, tum-tum. Su corazón. Su corazón iba a reventar. Misión cumplida.