Por un aprobado en historia. 2 y final

Una mamada no ha sido suficiente para el profesor de historia. ¿Qué más tendrá que hacer Javi para aprobar el curso?

Antes de nada recomiendo leer la primera parte para conocer los personajes y la situación en la que se encuentra, ya que ahora iré directamente al grano continuando la acción donde la dejé.

Me fui hecho una furia al despacho de Santi. Después de lo humillante que había sido agacharme y chupársela para que me aprobase ese cabrón me la había jugado bien. Abrí la puerta de golpe y sin llamar.

  • Eres un cabrón - le dije tras tomarme un segundo para comprobar que estaba solo.

  • Vaya… ¿a ti te parece esa la forma de entrar al despacho de un profesor?

  • Que te jodan, tío - contesté -. ¿Qué coño te pasa? Hice lo que me dijiste.

  • Sí, y yo también.

  • No me jodas, me has puesto un 4.

  • A ver, Javi - dijo sonriendo de una forma que me sacó de mis casillas -,yo te dije que te subiría la nota y eso he hecho. Tenías un 3, ahora tienes un 4.

  • Te dije que necesitaba aprobar, tío. Te chupé la polla, te corriste en mi boca y me lo tragué.

  • Sí, y lo hiciste bastante bien, pero querer que te suba dos puntos por eso no sé… me parece demasiado.

Me quedé allí parado, debatiéndome entre largarme de allí y denunciarle, joderme y aguantarme o tratar de seguir negociando con él.

  • Eres un mierda. A mí me sirve igual un 3 que un 4 y lo sabes. Te hice eso y ahora estoy igual que estaba. ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? ¿Ponerme otra vez de rodillas y chupártela otra vez para que me subas el punto que falta?

Santi se levantó de su silla y se fue acercando a mí.

  • No, ese trabajo ya me lo has hecho, no me interesa otra vez. Pero a lo mejor podría subírtelo si…

Empezó a tocarme el culo.

  • Ni de coña - le contesté quitándole la mano de ahí.

  • Pues venga, ahí tienes la puerta, y tu nota es la que es.

Joder, aquello no podía estar pasándome. Ahora el tío quería darme por culo. No es que fuese a ser la primera vez que alguien me lo hacía, pero tampoco es que tuviese mucha experiencia. Realmente solo me habían dado dos chavales, el primero que apenas pudo hacerlo porque me dolía mucho y otro con el que más o menos sí fue bien y con el que lo he hecho 3 o 4 veces. En todo caso ninguno la tenía tan grande como Santi. No quería hacerlo, pero una vez más no veía otra alternativa. Y me mataba pensar que la humillación del otro día no serviría de nada, así que, de perdidos al río.

  • ¿Si te dejo me pondrás un aprobado?

  • Sí.

-¿Sin más trucos?

  • No ha habido trucos, pero tranquilo. Si pones el culo en pompa tienes un 5 y estás aprobado en mi asignatura.

  • Pero más te vale ir con cuidado. No he hecho esto más que un par de veces y hace tiempo.

  • Tú relájate y déjame hacer. Ven aquí.

Me acerqué mientras él retiraba de la mesa unos papeles. Me puso delante de su mesa y me dijo que me agachase y me apoyase sobre la madera. Después me bajó los pantalones sin delicadeza ninguna y me dio una palmada en el culo.

  • No está nada mal.

Oí cómo desabrochaba su cinturón, luego el botón, se bajaba la cremallera y los pantalones, y enseguida noté su polla restregándose contra mis piernas y mi culo. Empezó a ensalivarse un dedo y a metérmelo. Yo di un pequeño gemido de dolor cuando noté que entraba.

  • ¡Aaah! Cuidado.

  • Joder, si esto te molesta tú hoy vas a sufrir.

Eso no me animó precisamente. Después de estar un rato metiéndolo y sacándolo me metió un segundo dedo con algo de esfuerzo. Luego se aburrió de aquello y fue al grano. Empezó a escupirse en la polla y a esparcir la saliva por todo el tronco.

  • ¿Qué haces? - le pregunté.

  • ¿Tú qué crees? – contestó mientras ponía su capullo a la entrada de mi culo y empezaba a hacer un poco de presión.

  • Espera, joder, ponte un preservativo.

  • No, te voy a follar a pelo.

  • ¡No, para, no quiero así!

Echó todo su cuerpo encima de mí, atrapándome entre él y su escritorio e impidiendo que me moviese. Con su mano derecha me tapó la boca para que me callase mientras con la izquierda guiaba su polla para ayudarla a entrar en mi culo. La presión fue aumentando hasta que su capullo empezó a entrar matándome de dolor. Con la boca tapada no pude evitar gemir como un loco y se me escapó una lágrima.

  • Calla, coño, que aún no te he metido nada y nos van a oír - dijo mientras aflojaba un poco la presión de su mano, lo suficiente para dejarme suplicarle.

  • Joder, para, espera, espera… poco a poco, me duele mucho.

  • Que te calles, joder - fue su respuesta mientras empujaba metiendo casi de golpe todo el tronco de su polla en mi interior.

Me tapó la boca bien fuerte de nuevo, y menos mal, de no haberlo hecho se hubiese escuchado en todo el instituto mi desgarrador grito de dolor. Santi estaba fuera de sí, le daba igual todo, prácticamente podía decirse que estaba violándome. Sin importarle lo más mínimo mi dolor empezó a meterla y a sacarla. No estaba todo lo bien lubricada que debería, por lo que mi culo ardía de escozor cada vez que ese cerdo se movía. Además no se cortaba en absoluto y apuraba cada embestida sacándola casi entera.

  • Así, maricón, aguanta - me susurraba al oído entre jadeos -, tienes un culo muy apretadito.

Yo me aferraba a la mesa con todas mis fuerzas. El dolor no se pasaba, y Santi cada vez embestía más fuerte. No me quitaba la mano de la boca, a esas alturas ya no iba a gritar, pero le ponía cachondo tenerme así de indefenso. Empezó a darme palmadas en el culo de vez en cuando mientras seguía follándome. Ese hombre me estaba haciendo sentir más humillado y sucio de lo que probablemente me sentiré en la vida. Estaba siendo completamente utilizado, como un objeto. Al menos un par de veces se le salió la polla de tanto apurar, y cuando eso sucedía la volvía a meter de golpe. Era en esos momentos cuando más notaba lo mal lubricada que estaba, cuando el roce me quemaba la piel al volver a meter su polla entera en mi interior.

No puedo recordar durante cuánto tiempo estuvo destrozándome el culo, literalmente. Su bombeo se iban haciendo cada vez más bestia, hasta el punto de que la mesa empezó a desplazarse con cada embestida y a mí me dolía muchísimo la madera clavada en mi piel. Pese a todo el escozor de mi culo fue desapareciendo y se hizo más soportable. Me cogió la polla con la mano izquierda y empezó a meneármela.

  • Venga, no voy a ser el único que descargue hoy, ¿no? Para que no digas que no pienso en ti.

El caso es que, pese a las circunstancias, siempre he tenido una facilidad asombrosa para correrme mientras hacía de pasivo, así que al poco de empezar a pajearme (y debo decir que lo hacía muy bien) me corrí sobre su mano, sintiendo una mezcla de placer y de asco. No me sentía bien conmigo mismo corriéndome mientras ese cerdo asqueroso me sodomizaba de esa forma tan bestia, pero no había podido evitarlo. Santi recogió con su mano toda mi leche.

  • Joder, tanto lloriquear y mira si te gusta esto, puta.

Me hubiera gustado mandarlo a la mierda, pero seguía sin aflojar la presión de su mano derecha en mi boca. Después, dispuesto a seguir humillándome más aún restregó todo el semen que tenía en la mano izquierda por mi cara, mi nariz, mi pelo, mi cuello. Sentía toda la cara pegajosa, era asqueroso. Esto debió excitarle más aún, porque aceleró el ritmo de sus embestidas y empezó a clavármela más hasta el fondo aún. Estaba a punto.

A esas alturas ni me planteé que pudiese tener la decencia de correrse fuera, y en caso de haberla tenido seguro que lo hubiese echado en algún lugar de todos modos humillante. El caso es que llegado el momento me cogió fuertemente de la cintura, apretó si cabe más su mano en mi boca y jadeando como un loco me la clavó hasta el fondo, donde noté que empezaba a descargar chorros y chorros de su leche caliente.

Todo su cuerpo se convulsionaba encima de mí mientras seguía inundándome. A medida que se relajaba fue relajando también la presión de su mano, hasta dejar de nuevo mi boca libre. Fue un alivio poder respirar de nuevo bien y empezar a notar cómo su polla iba decreciendo en mi interior. Seguía echado encima de mí, pero todo había terminado ya.

  • Joder, Javi, ¿has notado mi leche? ¿Has notado cómo te llenaba?

  • Sí, lo he notado, joder. ¿Puedes sacármela ya? Me duele muchísimo todo el cuerpo.

  • Espera, espera.

Se tomó unos segundos para reponerse y recuperar la respiración. No tenía intención ninguna de ceder a mis peticiones. Cuando le dio la gana me la sacó y noté un pequeño chorro de su asquerosa leche chorreando a través de mi culo abierto por mi pierna. Se subió los pantalones y sacó un cleenex de su bolsillo.

  • Toma, límpiate, anda.

Lo cogí sin darle las gracias y me limpié. Me subí la ropa yo también y cogí mi mochila. Quería largarme de allí ya.

  • Me vas a aprobar, ¿verdad? - pregunté de nuevo.

No me respondió al momento, se quedó sonriendo, lo cual me puso nervioso.

  • ¿Qué te parece un 7? Has aguantado como un campeón, y perdona si he sido algo bestia.

  • Te has pasado bastante -contesté -, me ha dolido muchísimo.

  • Bueno, ya sabes. Estudia desde el principio de curso y no te arriesgarás a estas cosas.

Salí de allí sin decir nada más, asqueado, con unas ganas terribles de llegar a mi casa, expulsar su semen y meterme en la ducha durante horas.

Santi cumplió su palabra, cuando nos dieron el boletín definitivo de notas tenía un 7 en historia. Había conseguido lo que necesitaba, pero no me alegré mucho. Nunca pensé que una nota tan buena para mí me sabría tan amarga.

Pasó el verano, tuve sexo con otros chicos para olvidar el mal trago, me divertí, descansé. También debo reconocer que, para mi sorpresa, cuando me pajeaba algunas noches mi cabeza volvía sin quererlo a aquel despacho, con la imagen de Santi encima de mí sometiéndome. No puedo entender por qué me sucede. Me dio asco en su momento, y pensarlo ahora también, pero también creo que me excita de alguna manera aquella forma en que fui utilizado.

Por otro lado hablando con compañeros del instituto y fijándome en detalles de notas que cambiaban intuí que yo no era el primero al que Santi chantajeaba con aprobar a cambio de sexo. Estoy casi seguro de que se lo ha hecho a otros chicos de mi instituto. A saber a cuántos.

De todos modos el verano acabó y en Septiembre me tocó volver a las clases. Para mi sorpresa, cuando se hizo la presentación de profesores volvía a tener a Santi en historia, algo que no me esperaba en absoluto, pues estábamos seguros de que cambiaba de instituto ese curso.

Pero las cosas que me están pasando este curso son otra historia que ya contaré más adelante.

FIN.