Por tú recuerdo, mis mejores experiencias en Cuba

Siguen mis maravillosas experiencias en la Hermosa Isla de Cuba...Cuando una mujer llega a la edad de 35 años, vive casada durante 15, tiene una vida sexual sin muchas emociones, monótona; sin pensarlo y sin proponérselo puede vivir una experiencia; que puede ser malinterpretada y hasta ser juzgada por quienes no la conocen. Sin embargo, debo decirles que no me arrepiento de las experiencias que he vivido junto a una persona que me parece encantadora, aunque no compartamos en la totalidad nuestras visiones de cómo debería ser el mundo.

Cuando una mujer llega a la edad de 35 años, vive casada durante 15, tiene una vida sexual sin muchas emociones, monótona; sin pensarlo y sin proponérselo puede vivir una experiencia; que puede ser malinterpretada y hasta ser juzgada por quienes no la conocen. Sin embargo, debo decirles que no me arrepiento de las experiencias que he vivido junto a una persona que me parece encantadora, aunque no compartamos en la totalidad nuestras visiones de cómo debería ser el mundo. No obstante, eso a la hora de ir a la cama, no me impidió disfrutar del sexo, tampoco me importó en lo absoluto las diferencias conceptuales que teníamos, ni me importó que de un mismo proceso tuviésemos ópticas bien distintas. Imperó en nosotros una química casi inmediata.

No daré mayores detalles por respeto a su privacidad, (así como él respetaría mí vida privada de ser él quién contará estas vivencias y experiencias). Por razones obvias, no diré su verdadero nombre, lo llamaremos Alejandro , cubano de nacimiento y de convicción, es casi 10 años menor que yo. Una mirada que embruja, desde el mismo instante en que tus ojos se cruzan con los tuyos. De piel blanca, cabellos negros, cejas muy pobladas, unos labios que incitan a ser saboreados, besados y disfrutados, un cuerpo de hombre en una dulzura de niño grande, una delicadeza para el trato con la mujer, que te lleva a disfrutar a plenitud tu sexualidad. El, te lleva a que la descubras, la redescubras, la vivas y la sientas. Y algo que no puedo, no debo (y no quiero dejar de mencionar) una verga, que al sólo toque salta, despierta y te invita a disfrutarla. Y cómo la disfruté.

Soy blanca, de ojos verdes, cabellos claros, de cuerpo no perfecto, (según los estándares de belleza que nos imponen las revistas y el mundo consumista en el cuál vivimos y del cual formamos parte), sin embargo, como mujer, sabes que gustas, que te desean, que despiertas pasiones, en los hombres que voltean a mirarte, sé que no paso desapercibida, (aunque quisiera), de estura podría decirse normal, 1.75 cm., de senos grandes, firmes, de aureolas grandes y rosadas, cintura estrecha, caderas anchas, (no se pueden negar los genes), de piernas largas, de muslos firmes, de nalgas altivas. No se hagan muchas ilusiones, de verdad no me considero para nada una "miss", pero si sé que, a mi paso, los hombres no pueden dejar de mirarme, de observarme y desnudarme con sus miradas. Siempre he sido objeto de "piropos" algunos muy dulces, otros muy atrevidos, que no me molestan, al contrario. Elevan mi morbo. A quién no le gusta saberse deseada, y que es el objeto de deseos y bajas pasiones. Dicen que mi aroma natural incita, provoca, llama e invita al sexo. Alejandro me lo dijo desde un primer momento.

Soy Investigadora en un área específica, lo que me lleva a estar presente en varios Congresos, Simposios, Encuentros Mundiales. Fue así como lo conocí. Era uno de los asistentes al evento, donde yo debía presentar una ponencia. Desde que lo vi sentado, llamó mi atención. La manera como colocaba sus manos en la boca, como hacía gestos con sus dedos, como los paseaba por su boca, y por su cara, el hecho de cómo los pasaba por su cabello, todo unido a su mirada penetrante. No eran gestos obscenos, pero me gustaba mucho como lo hacía. (No sabía explicarme la razón).

En el espacio establecido para las preguntas, realizó una que me pareció la más importante durante el evento. Me permitía compartir con los asistentes, mis últimas investigaciones, Alejandro, como que lo sabía o al menos lo intuía. (No creo que su intervención fuese casual, aunque él me diga que si). Cómo les decía fue muy acertada su intervención ya que me permitió desarrollar el tema que me apasiona. (aparte del sexo). En uno de los descansos durante el congreso se me acerco y conversamos sobre el tema, quedamos en continuar con nuestra conversa luego que termináramos la jornada del día.

  • Cree usted posible que pueda enseñarme todo lo que desconozco? Me preguntó mientras compartíamos unas tazas de café y el tomándose unos vasos de refrescos.

  • Yo sólo puedo enseñarte y orientarte sobre mi línea de investigación, pero no todo sobre lo que desconoces,- le respondí con una sonrisa. E inmediatamente encendí un cigarrillo.

  • No me agradan las mujeres que fuman, por más lindas y excitantes que sean.- Sentí su ataque.

Me reí de buena gana, mostrándole mis dientes perfectos, blancos,

Y le respondí: - Y yo no dejo de hacerlo, porque complementa siempre mis placeres.

-¿Se puede saber cuáles son esos placeres?- Preguntó

  • Te estás volviendo un poco curioso, le respondí

Se ofreció a enseñarme la ciudad Cienfuegos y los lugares de mayor atracción turística, y con mucho agrado acepté su invitación. No dejaba de mirarlo a los ojos, y de observar con atención los gestos que él hacía. Recorrimos por varias horas aquella hermosa ciudad, que yo ya conocía, pero que él, tuvo a bien mostrarme algunos lugares, que me eran desconocidos. Me invito a comer y acepté su ofrecimiento, pero le dije que yo pagaba la cuenta, a lo cual me respondió:

  • Sería una ofensa la que usted me haría si no me permite invitarla

Le respondí: que por favor me tuteara que me sentía extraña siendo tratada con tanto protocolo, y que además no era tan vieja, como para ser tratada de esa manera. Reímos de buena gana los dos.

Me llevó a comer a uno de esos lugares callejeros, donde asisten los jóvenes de hoy, y que usualmente nosotros llamamos "comida chatarra", sin embargo, hacía más de 20 años que no iba a disfrutar de la noche, y de comer una deliciosa "asquerosita" (bocaditos, le dicen los cubanos), sentada en el capo de un carro, de los años 50, en mi país hace mucho que no se ven, claro, soy del país del derroche y del "todo está barato dame dos". Un problema cultural, el de gastar, el consumismo per se. Cuando se lo comenté volvió a reírse, me pareció mucho más joven de lo que era, y me gustó su aire desenvuelto.

  • No puedo creer que te pierdas de las delicias más simples de la vida.

  • Muchas veces; los compromisos, la edad, y los deberes nos hacen olvidar lo delicioso, lo simple y lo hermoso de la vida. Y casi sin querer mis pensamientos fueron directamente a mi matrimonio; monótono, apacible, sin ningún tipo de emociones. Recordé aquella famosa frase que leí en el "Principito"… Lo esencial es invisible a los ojos. No se lo dije.

  • Por qué tan callada preguntó?

-Pensaba en el tiempo que ha pasado y desde cuando yo no disfrutaba de estás "asquerositas" maravillosas.

No quise decirle "y de momentos como este".

  • ¿Te has perdido de mucho? Me preguntó

  • Creo que si, le respondí sinceramente, con un extraño sabor en mi boca.

  • ¿Quieres regresar al hotel? Volvió Alejandro a preguntar.

Le respondí que si, que el día siguiente sería un día fuerte dentro del congreso, y que el programa así lo exigía, y creía que ambos debíamos descansar.

  • Cómo quieras, aunque si por mi fuese me pasaría la noche entera a tu lado, me respondió.

Logro que la sangre subiera a mis mejillas y se tornaran del color característico cuando algo te avergüenza. Alejandro se echo a reír nuevamente y me dijo:

- Eugenia no es para ponerse tan nerviosa.

Y acto seguido comenzamos a caminar en dirección al hotel donde me hospedaba.

Al llegar a la entrada del hotel, nos despedimos y al irnos a dar el beso de Buenas Noches, volteó su rostro y lo estampó en mis labios, fue ligero, suave, pero muy perturbador, me quedé parada, helada, sin saber que decir… Y volvió a decirme:

  • Si continúa tu sangre, subiéndose a tu rostro, parecerás eternamente un camarón. Y nuevamente volvió a sonreírse, de una manera que volvió a perturbarme.

Se despidió, y me dejo helada, parada y sola con mis pensamientos, en la entrada del hotel, y sin ser capaz de articular una sola palabra, caminó un buen trecho y desde lejos, se volteó, me sonrió y me gritó "Buenas Noches Profesora" , con un grito que de seguro escucharon todos los huéspedes del hotel. Cuando se perdió de mi vista, giré en torno a mis talones, me dirigí al lobby y solicité la llave de mi habitación. Mi esposo había llamado en numerosas oportunidades, y me dejaba en el último recado, que lo llamará en cuánto llegará al hotel. Recogí los mensajes, pulsé el botón del elevador, marqué el piso y mi corazón latía a un ritmo muy acelerado. Mis pies parecían de cemento. Entré a la habitación, encendí un cigarro, y comencé a desvestirme para darme una ducha. Seguía la imagen de Alejandro en mi cabeza, su sonrisa diáfana, su voz gruesa, sus ojos impactantes… sobre mí. Y el roce de sus labios que quemaban los míos.

Decidí llamar a mi esposo, que con su voz monótona respondió:

  • Aló, me dijo

  • Hola Fernando, cómo estás?

  • Cansado, dónde estabas?

  • Salí con un grupo a dar un paseo por la ciudad-, mentí y me extraño hacerlo.

  • Ah qué bien, lo disfrutaste?

  • Si claro, le respondí e inmediatamente le pregunté: Y tú que has hecho?

  • Lo mismo de siempre, trabajar, leer e ir a visitar a mi madre.

  • Me parece bien- le respondí

Acto seguido le dije que iba a darme una ducha y que iría a la cama. Sin nada más que decirnos, colgamos las bocinas. Mientras preparaba la ducha, pensaba en Alejandro , y el recuerdo del roce de nuestros labios sacudió mi cuerpo. Imaginé cualquier cantidad de escenas posibles con él, y mientras más lo pensaba e imaginaba más me excitaba. Salí del baño y desnuda me acosté en la cama, llamé a recepción para que, por favor me despertaran a las 6 de la mañana.

Al día siguiente no me esmeré como acostumbró en arreglarme, me vestí con una falda larga, abierta por un costado de mis piernas, una blusa de gasa negra, unas sandalias bajas y coloqué un maquillaje casi invisible. Estaba nerviosa, ansiosa y no entendía el porqué, no podía creer que ese sólo roce de labios produjera esa sacudida en mi interior.

Estaba fumándome un cigarrillo, hablando por mi celular, recostada de la barra esperando un café, cuando sentí una voz en mi espalda

  • Si insistes en fumar, no podré besarte como deseo - me dijo Alejandro

Al voltearme lo vi, con su peculiar y llamativa sonrisa.

Me despedí de mi hermana diciéndole que luego la llamaba

  • Buenos Días Alejandro , que significa eso de besarme?, le pregunte

  • Tienes unos labios, que desde que uno los mira deseas besarlos y yo quiero deleitarme en ellos.

  • Oye, creo que… me dejo con la palabra en la boca y se fue hasta el salón de las conferencias. Cuando entrábamos me dijo,

-Te invito nuevamente esta noche a salir, aceptas?-

  • Si, le respondí

  • A las 7:00 paso por ti

  • Estaré lista, dije

Así pasamos el día dentro del evento, con una agenda apretada, y cumpliendo con el programa. Al terminar la última ponencia, subí a mi habitación, busqué lo que me pondría y me decidí por unos Jeans marrones, (carmelita) un Suéter cuello tortuga del mismo color y unos mocasines de cuero. Tomé mi morral y esperé a que me llamara.

Llegó puntual y me dijo:

-Hoy no quiero que estés pendiente del tiempo, así que quitémosnos los relojes, apaga tu celular y vamos a disfrutar de está ciudad que hoy será sólo para ti y tú disfrute, y de ello me encargaré yo,-

Me entregué a sus planes, guardé mi reloj, apagué mi celular y le dije:

  • Cómo quieras, hoy llevas la voz de mando.

Salimos caminando del hotel, y luego paramos un taxi, él dio una dirección y al cabo de unas cuantas vueltas llegamos a una "tasca". Se veía de buen ambiente, buena música, y yo tenía muchos años, sin disfrutar de una noche así.

  • Pensé déjate llevar.

Me preguntó que deseaba para beber, le respondí que: - una cerveza-

Pidió dos, y comenzamos a conversar de cosas triviales. Cuando llegaron las cervezas, hicimos un brindis.

  • Por ti, dijo él

  • Salud, le respondí yo.

Ponían una música de Gilberto Santa Rosa , me invitó a bailar,

  • No sé si recuerde como hacerlo, le dije

  • No soy un bailarín profesional, no me daré cuenta de cómo lo haces, mientras no me pises.- Volvimos a reírnos, y salimos a la pista de baile. Tomó mi mano, mientras ponía la otra detrás de mi espalda. Y nos dejamos llevar por el ritmo de la música.

  • Me gusta tú olor – dijo, y acto seguido se pegó mucho más a mi cuerpo. Intenté decirle algo, pero hablo muy cerca de mi oído,

  • Disfruta y déjate llevar -.

Cerré los ojos e hice lo que me decía… disfruté el momento. Bailamos un buen rato, hasta que cambiaron el ritmo de la música y me llevó de regreso a la mesa. Volvió a pedir 2 cervezas más, y yo encendí un cigarrillo. Se echó a reír y entonces dijo:

  • De todas formas, aunque enciendas todos los cigarros del mundo, me provoca besarte.

  • No lo hagas, respondí

  • No te estoy pidiendo permiso, sólo te digo lo que deseo hacer

Bebí un trago de cerveza y aspiré mi cigarro. Para luego comentarle, que me sentía extraña en aquel lugar, que aunque me agradaba, hacía mucho que no tenía esas salidas nocturnas.

  • Eugenia parece que te has perdido mucho de la vida últimamente. (Su comentario me dolió)

  • Lo mismo pensé yo hace un rato, le respondí sinceramente

  • Entonces déjate llevar y disfrutemos de la noche- me contesto.

Volvimos a la pista de baile, y está vez nuestros cuerpos estaban mucho más unidos, su mano estaba en mi espalda y de repente comenzó a bajarla, me separé un poco de él, y volvió a mirarme con esos ojos capaces de derretir un témpano de hielo.

-Disfruta, - fue lo único que dijo

Me deje llevar. Cerré los ojos, y ya mis pies parecían menos pesados, y me era más fácil, seguirle el paso, me demostraba ser un excelente bailador. Regresamos a la mesa, tomados de la mano, acercó su silla mucho más a la mía, y conversamos mucho rato, y no sé en que momento, nuestros labios estaban unidos, en un beso, que al principio fue suave, delicado, pero que poco a poco fue subiendo de tono, hasta convertirse en un beso lujurioso, cargado de pasión. Sentía mis labios latir, mi corazón desbocarse y una excitación apoderarse de mi cuerpo.

  • ¿Qué hora es?, pregunté

  • Quedamos que no estaríamos pendiente de la hora, me dijo

  • ¿Quieres irte?, preguntó

  • Creo que es lo mejor, le respondí.

Pedimos la cuenta, no aceptó que pagará, ni siquiera que lo ayudara con la cuenta, discutimos un rato, para luego conciliar… prometiéndome, que la próxima vez, sería yo quién lo invitaría, pero que está vez sería el quién se haría cargo de la cuenta. Salimos del lugar, me llevaba pegada a él por la cintura, buscamos un taxi, lo abordamos, tomó una de mis manos y se llevo mis dedos a su boca, uno a uno los lamió, uno a uno, los mordió ligeramente. El taxi, se estaciono en algún punto de aquella ciudad, lo miré, no era mi hotel, me dijo:

  • Vivo aquí, pagó el taxi. Me ayudo a descender de el y atravesamos el pasillo del edificio, nos paramos frente a la puerta de un viejo ascensor. Mientras llegaba, seguimos besándonos, salieron del elevador dos personas, que lo saludaron y el les respondió con amabilidad. Dentro del ascensor, me pegó de la pared, me beso con una lujuria que comenzaba a calentarme de una manera casi olvidada por mi. Subió su mano hasta uno de mis senos, lo apretó… Me gustó esa caricia. Llegamos a su casa, un apartamento pequeño, se notaba que era el apartamento de un hombre soltero, aunque estaba ordenado, no tenía los detalles propios de una mano femenina, una luz tenue iluminaba el recibidor, y allí mismo casi sin cerrar la puerta, comenzaron los besos, las caricias, la lujuria EL PLACER . Nos entregamos al disfrute pleno.

Me quitó el Suéter que llevaba, desabrochó mi ajustador, y mis senos quedaron expuestos a su boca y a sus manos, comenzó a acariciarlos, los observaba, y los lamía casi que al mismo tiempo. Metió uno de mis senos a su boca, lo lamió, recorrió la aureola de mi pezón ya muy duro, lo mordió suavemente, todo esto ocurría mientras yo le quitaba su franela y le dejaba desnudo su torso. Con el mismo deleite con el que se había dado banquete con mi teta derecha lo hizo con la izquierda, suavemente me llevo hasta su alcoba donde se sentó al borde de la cama, y me pegó a él, mientras saboreaba y jugaba con mis senos, yo acariciaba su cabeza y besaba su cuello, bajo sus manos, alzó su mirada y comenzó a desabrochar mi pantalón, comenzó a bajarlo hasta dejarme desnuda, me recostó en la cama, y siguió llenándome de besos y lamidas, de pequeños mordiscos, que producían en mi una agitación perturbadora, y me arrancaban suspiros de placer. Su lengua es experta en el recorrido del cuerpo de una mujer. De mis senos, bajo a mi ombligo, de mi ombligo bajo a mi vientre y por encima de mi ropa interior, comenzó a olerme y lamerme Que delicia Dios!!!! Sus manos recorrieron mis muslos, acariciaron mis piernas mientras continuaba en el reconocimiento de toda mi anatomía, que hacía suya. Poco a poco comenzó a despojarme de mi ropa interior, hasta dejarme absolutamente desnuda, Con su mirada penetrante y llena de lujuria, placer, deleite.

  • Me gustaste desde el primer momento que te vi, me dijo

No me dejo responder, lleno mi boca con su lengua, mientras sus manos recorrían mi cuerpo entero. Poco a poco, yo comencé a desvestirlo y a llenar mis ojos de su cuerpo, mi nariz con su aroma, y mis sentidos de todo él. Fue así, cuando ya no solamente sentía su enorme verga sobre el pantalón sino que pude ver en todo su esplendor la pinga que tenía, y que me daría tanto placer durante las siguientes horas.

Nos dedicamos al juego erótico, a reconocer nuestros cuerpos con nuestras lenguas, nuestras manos, nuestros olfatos, pasaron varios minutos, y aumentaba en el ambiente el calor de nuestros cuerpos que llenaban la habitación completa, se respiraba el delicioso olor del sexo, la lujuria y la pasión desenfrenada. Fuimos poco a poco reconociendo nuestros cuerpos, y fue entonces, cuando él se sentó y yo arrodillada frente a él, comencé a lamerle su pinga, a saborearla, a recorrerla, a disfrutarla. Comencé desde su cabeza… roja, hinchada, deliciosa, percibí sus olores que embriagaron mis sentidos, y me llenaron de una lujuria no sentida desde hacía mucho tiempo, mi boca, mi lengua, mi nariz, se regodearon en sus huevos, en su pinga, que no dejaba de entrar en mi boca, la recorrí completa, la mamé con gusto, y lo masturbe suavemente. Se incorporó, y me pidió que lo dejara ahora disfrutarme a mí, abrió mis piernas, metió su cabeza entre mis muslos y su lengua comenzó un exquisito trabajo de lamer, con una maestría asombrosa mi clítoris y mis labios, su nariz se impregnaba de mis olores… olor de hembra cachonda, de hembra deseosa de un hombre apasionado. Mis manos apretaban su cara contra mi ya muy húmeda cuca, mis uñas se afincaban en su espalda, la recorrían completa, y de mi boca salían expresiones de placer, que aumentaban nuestra excitación. Tuve mi primer orgasmo, y él bebió cada gota de mis jugos, subiendo luego a darme un beso, que me embriagó con mis propios olores.

Luego, comenzó a pasar por mi cuerpo su tiesa y dura pinga, las colocó entre mis senos, apretándolos y masturbándose con ellos, que delicioso fue ver salir su cabeza hinchada y con líquido preseminal que mi boca luchaba por tener dentro. Me pidió que lo cabalgara, que le encantaba esa posición, se acostó y con su verga erecta cuál asta de bandera, comencé a cogérmelo, como el sólo merecía ser cogido. Tuve que hacerlo poco a poco, su gran verga me llenaba completa, y quería tenerla toda adentro. Sus expresiones, demostraban el placer que estaba sintiendo. Mientras, yo comenzaba con los movimientos de meterme su verga en mi bollito y sacarlo poco a poco, el apretaba mis tetas, apretaba ligeramente mis pezones, y yo, comencé a cabalgarlo, ya presa de un placer infinito.

Queríamos alargar el orgasmo, (yo ya había tenido 3), y fue así como cambiamos de posición, me acostó en la cama, puso mis piernas sobre sus hombros y comenzó su arremetida. Entraba y salía con tal ímpetu, que no pude dejar de decirle,

-sigue así, coño no pares de cogerme bien rico, se siente divino tu verga dentro de mi coño, esto lo puso más caliente, y siguió metiendo su verga en mi bollito… Sentía como se abría paso, sentía como su verga entraba y rozaba con mis paredes, y su bamboleo se hizo más intenso, más fuerte… Y tuvo un delicioso orgasmo, derramo sobre mis tetas toda aquella deliciosa leche, la cual lamí y chupé como una criatura. Me incorporé y metí nuevamente su verga en mi boca, acariciaba sus huevos, lo deje limpio, resplandeciente y listo para continuar con nuestras faenas sexuales. Se acostó a mi lado, paso su brazo por debajo de mi cuello yo recosté mi cara en su pecho. Entonces me preguntó:

  • ¿Deseas beber algo?

  • Ahora lo que tú quieras, aunque la próxima vez quiero beberme toda tu leche. Nos reímos, nuevamente. Le pregunté si le molestaría que me fumara un cigarro, me dijo que no, me prestó una camisa, salimos al balcón, mientras inhalaba el humo, absorta en mis pensamientos, fue por dos vasos de agua. Cuando regreso, los colocó en una mesa pequeña, me abrazó por detrás y juntos, sin hablar miramos el cielo estrellado de aquella hermosa ciudad. Admiré el hecho de ver aquel cielo limpio y despejado, que me brindaba una noche muy estrellada. Culminé con mi cigarro, y quise decirle algo, pero cerró mis labios con un beso, para concluir diciendo:

  • No digas nada que pueda estropear está noche, que ha sido maravillosa.

Entro nuevamente al recibidor y yo fui tras él, y sin pensarlo dos veces, me pegué a su espalda, lo abracé y comencé a besarlo. Poco a poco baje por su espalda, se volteó y yo nuevamente tomé entre mis manos su pinga, que no estaba del todo erecta como hacía poco rato, y sin embargo costaba metérmela completa en la boca, la agarré con mi mano, saboree su cabeza, lamí todo su tronco, chupe sus huevos, y fue así como despertó nuevamente y volvió a su gran tamaño. Degusté esa verga, como se degusta un manjar, de vez en cuando volvía la mirada para ver su rostro, al cabo de unos minutos, se sentó en la butaca, y yo seguía arrodillada, frente a él, lamiéndolo, chupándolo, mordiendo esa enorme pinga. Se incorporó, se puso detrás de mi, me hizo inclinar y quedo justo detrás de mi, golpeaba mis nalgas con su verga, recorrió mis nalgas, las amaso, las apretó, me dio dos pequeñas nalgadas, y poco a poco introdujo uno de sus dedos en mi culo, que delicia!!!! Poco a poco introdujo otro, y espero a que mi culo de dilatará y se acostumbrará antes de introducirme el tercer dedo. Lo humedeció con los jugos que chorreaban de mi cuca ardiente, lo lubricó y comenzó a meter su verga en mi ano, primero con una paciencia, comenzó poco a poco a meterlo, hasta que tenía poco más de la mitad, fue justo en ese momento cuando me la metió de un solo golpe, arrancándome un ligero grito, no de dolor, sino de un placer que hizo estremecer todo mi cuerpo,

-que apretado tienes el culo

-que rico se siente tu verga dentro – le dije, no pares, dale rico, rómpemelo, haz conmigo lo que quieras, le decía mientras el comenzaba a meterlo y sacarlo de mi culo,

  • coño que rico coges Alejandro, le decía mientras sentía como se abría mi culo en cada una de sus embestidas, sus huevos se pegaban a mis nalgas de una manera que me hacían proferirles palabras que cargaban el ambiente de un erotismo que desde hacía mucho tiempo yo no experimentaba.

De golpe saco su verga de mi culo, y comenzó a metérmela desde atrás por mi rajita caliente y chorreante. Y sus idas y venidas eran con tal ímpetu que nuevamente logré un orgasmo escandaloso y electrizante.

-Que calientes eres, me paraste la verga desde el mismo momento que te vi, decía mientras continuaba dándome el mayor placer experimentado.

-Quiero que acabes en mi boca, que tu leche recorra mi cara, le suplique,

Y acto seguido, me volteó para complacerme, de su pinga salió un chorro de leche, que fue a parar justo a mi cara, y a mi boca, me la tragué, la saboree, y me deleite con ella, y nuevamente, le mame su verga, para limpiar todo rastro de su leche y de mis jugos. Nos sentamos en el sofá de su sala, abrió sus piernas y me recosté, mientras acariciaba mi cabellera.

  • Tomo mis tetas, acarició mis pezones, los pellizcaba con una delicadeza que hizo que cerrará mis ojos y disfrutará de sus caricias. Mientras yo acariciaba sus muslos, los recorría con mis uñas.

-Me preguntó ¿Cuándo regresarás de nuevo a Cuba?-

Regresé a mi realidad, y tuve que responderle con la mayor sinceridad, - no lo sé, depende de muchos factores, y agregué que siempre entre ellos (los cubanos) y su Isla, me sentía en casa, que era el lugar perfecto para pasar toda la vida,

Su risa, lleno el salón completo, me volteé, lo mire a sus impactantes ojos, y le estampé un beso. Para luego decirle, que los seres humanos somos inconformes por naturaleza, que lo que yo buscaba en la vida lo encontraba en su país, y que de seguro él creía que lo que buscaba lo encontraría fuera. Puso su dedo en mi boca y me pidió no hablar de ello. Respeté su pedido. Y lo besé, lo saboree, me deleite con su boca, su saliva, sus olores.

Me incorporé, le dije que me daría una ducha y que debía irme al hotel, me pidió que le regalará esa noche, que me quedará con el, y que disfrutáramos hasta que nuestros cuerpos no pudiesen dar más.

Nos fuimos juntos al baño, nos duchamos, el enjabono mi cuerpo, completo, y yo hice lo mismo con su cuerpo. Duramos varios minutos bajo la ducha, nos secamos mutuamente, y decidí regalarme una noche con este increíble hombre.

Hablamos durante mucho rato, de diversos temas… Y poco a poco me fui deslizando, bajé nuevamente hasta sus muslos, lamí sus piernas, acaricie sus pies, para nuevamente subir y posar mis labios y mi boca en su verga. Cuando logré que estuviera de nuevo bien empalmado, me levante y comencé a agacharme, hasta lograr que toda su pinga estuviese dentro de mi bollito, húmedo, caliente y puse mis manos sobre sus muslos, lo cabalgué, lo cabalgué con erotismo, con lujuria, con frenesí, subía y bajaba a un ritmo, al ritmo que marca el deseo, y juntos logramos sincronizadamente un gran orgasmo. Descansé sobre él, y así nos quedamos dormidos, me despertó a la mañana siguiente el cantar de los pájaros, el rico olor a café recién colado, me cubrí con las sábanas y me dirigí a la cocina, allí estaba él, con su mirada tierna, su sonrisa y su cuerpo desnudo, esperando nuevamente por mis caricias

Por ti y para ti

Millones de mis besos, lamidas y chupadas, que sin duda te gustarían mucho

Verusjka