Por trabajar hasta tarde - 3
En la anterior entrega contaba que fui a la oficina a pedir el numero de teléfono a Carla. Cuando llegó el viernes salimos a cenar y después ...
En la anterior entrega contaba que fui a la oficina a pedir el numero de teléfono a Carla y ya que estaba allí, a buscar otra cosa, la cual obtuve, y con creces.
Al día siguiente al tener una cena con ex-compañeros no podría ir de nuevo a verla y eso, a lo largo del día siguiente me producía un gran malestar.
La cena transcurrió más o menos como era de esperar, con las copas al final, contando chistes y anécdotas y como siempre se terminaba por presumir de los triunfos en cuestión de sexo.
Yo no podía decir nada de lo de las dos noches anteriores. Imagino que más de uno de los allí presentes habría tenido alguna experiencia similar ya que de tres ex-compañeros desde hace años habíamos supuesto que eran homosexuales. En mi caso tengo clarísimo que no soy homosexual pero no puedo decir que el sexo anal no me guste. La cuestión es que mientras algunos fantasmeaban con sus conquistas yo me evadí mentalmente recordando a Carla. ¡Lo que hubiera dado por estar con ella en ese momento!
Llegue a casa bastante tarde y aunque pensaba consolarme a mí mismo pensando en Carla decidí acostarme directamente ya que estaba bastante cansado. Sabiendo que a esa hora Carla estaría despierta, la puse un mensaje al móvil para preguntarle que hora sería mejor para llamarla, ya que al trabajar de noche no sabía si dormía por la mañana o por la tarde.
Unos tres minutos más tarde recibí una llamada. Era el móvil de Carla
Hola Pedro, estas despierto aún?
Sí, acabo de llegar a casa y bastante cansado -dije como queriendo excusarme por no estar con ella.
Ya imagino, después de dos noches con tanto jaleo y hoy llegando tarde...
Claro. Te he puesto el mensaje para saber qué hora te viene mejor que te llame.
A las 2 de la tarde me pillas despierta seguro. Y por las noches, je je je.
Vale, pero ya que estamos hablando, ¿por qué no quedamos para mañana para salir por ahí?
El día siguiente era un viernes, es decir, posiblemente Carla no trabajase y yo no tendría que madrugar el sábado.
Pero, ¿quedar por ahí? ¿en un sitio público? -me respondió dubitativa.
Si, claro, ¿te apetece cenar en un restaurante y después nos tomamos algo?
Claro que me apetece! -se le notaba muy alegre
Lo que pasa -prosiguió Carla- es que me ha sorprendido que quieras quedar con una... ya sabes, conmigo, para salir por ahí.
Traté de eludir un poco el tema ya que si bien Carla podría pasar por una mujer sin ningún problema, de momento en mi entorno nadie entendería que estuviera con una trans.
Bueno, no todo en la vida va a ser sexo a secas, no? Además, el sexo con una cena y unas copas antes sienta muy bien.
Jajaja -rió ella- o sea, que lo que quieres es sobornarme para llevarme a la cama.
Estooo -me había quedado sin palabras.
Pues espero que el soborno merezca la pena, jejeje.
Sí, no lo dudes.
Me dijo de un café bastante céntrico que yo conocía por haber estado alguna vez. Es un sitio que para parejas resulta muy acogedor por lo oscuro del lugar y con suficiente espacio entre las mesas, lo que da un poco más de intimidad. Comentó que cerca del café había un restaurante indio que la apetecía ir y si yo no tenia problemas podríamos ir los dos. Por mi parte, no puse ninguna objeción.
Nos despedimos hasta el día siguiente a las 8 de la tarde.
Durante toda la jornada estaba pensando como podría sorprender, esta vez yo, a Carla, y en caso de que fuera ella la que tomase las riendas, ¿cómo me sorprendería?.
Una de las veces que los compañeros fueron a por un café no me pude levantar ya que se notaría mi erección. Otra de las dudas que tenía era el tipo de ropa que llevar. La verdad es que entre esto y el cansancio acumulado de las noches pasadas la jornada fue poco productiva. Menos mal que al ser viernes teníamos la tarde libre.
Para llegar a las 8 de la tarde tendría que salir de casa sobre las 7:30 así que tenía tiempo para dormir un par de horas y llegar descansado.
Me desperté tras la siesta y me di una ducha y decidí ponerme un traje oscuro. No sé si era lo que esperaba Carla, pero más vale pasarse que no quedarse corto. Además, por la zona hay muchas oficinas y sobre esas horas habría mucha gente tomando algo después del trabajo, con lo que no desentonaría.
Antes de salir de casa, y por si acaso había surgido algún contratiempo, puse un mensaje a Carla diciendo que salía para la cita.
A las 8 menos 10 estaba en el café que a esa hora no estaba muy lleno, sólo con algunas mesas ocupadas. Esto me vino muy bien ya que pude elegir mesa y cogí una mesa en un rincón que, aparte de estar más apartada del resto, permitía ver quien entraba por la puerta del local sin apenas ser visto, ya que a quien entrara yo lo vería de lado, casi de espalda.
Después de unos minutos esperando, vi entrar una mujer de una altura similar a la de Carla, pero el aspecto era completamente desaliñado. Tenia unos vaqueros viejos y muy anchos y un jersey muy grande y rudo. El conjunto lo completaba una bufanda multicolor sacada de algún mercadillo cutre. Por un momento pensé que pudiera ser Carla ya que el pelo era igualmente largo y moreno y se me cayó el mundo a los pies. Yo allí trajeado y ella hecha un desastre!!! Todavía quedaban casi dos horas con los grandes almacenes abiertos para ir a comprarla ropa y arreglar el desaguisado, pensé.
Por fortuna, la mujer tras mirar a un lado y a otro se dirigió a una mesa que estaba a la otra punta del local y en la que estaba una señora de unos 60 años.
Mientras seguía con la vista a esta mujer vi de reojo entrar a un bellezón en el café. Se trataba de una mujer más bien alta y muy esbelta, con un vestido azul muy ceñido que le llegaba a las rodillas, una chaqueta igualmente entallada, una melena larga y rizada y unas grandes gafas de sol que ocultaban buena parte de su cara. No podía ser Carla ya que aparte de que Carla tiene el pelo liso, no me parecía tan alta y su cintura, siendo de unas medidas muy buenas, tampoco parecía tan delgada.
La mujer hizo un repaso visual de lo que había en el local y como el cambio de luz no la dejaría ver, se quitó las gafas de sol.
JODER!!!! Era Carla!!! Me vió y vino en dirección a mí. Lo de la altura era explicable. Llevaba unos taconazos de vértigo (mínimo 10 centímetros) que no había visto y aun así se movía como si no hubiera caminado con otra cosa en toda su vida.
Menos mal que me puse más o menos elegante ya que habría sido yo el que hubiera desentonado por completo con ese bellezon que venía hacia mí.
Me levante y agarrándola por la cintura la di un par de besos y la hice sentar. Su perfume me llamo la atención por lo discreto y elegante, ya que los días anteriores, aunque olía bien, no iba perfumada por estar en su trabajo.
Que elegante estás -me dijo
Anda que tú!! Qué sorpresa me has dado. Estas preciosa.
Jeje, es que he pasado por la pelu esta tarde.
Pues te queda fenomenal, deberías dejártelo así.
Pero tú... da igual que sea de noche, pero si vas a visitarme a tu oficina vente así
Carla -protesté-, después de todo el día con el traje también de noche para ir a verte?
Mmmm, sí, me gustas más así.
Se acercó el camarero, pedimos un par de cafés y charlamos un rato hasta que nos dieron las 9:30 aproximadamente. Decidimos levantarnos e irnos al restaurante que había dicho ella. Era un local pequeñito y desde fuera la apariencia no era muy buena, pero una vez dentro la decoración era exquisita y muy cuidada.
Un camarero nos llevó hasta la mesa que Carla había reservado y nos tomó nota de las bebidas. Al poco rato se nos acerco otro camarero que con una voz muy amanerada dijo:
Holaaa, ¿qué haces tu por aquí? -miraba a Carla-
He hecho caso de tu consejo y he venido. Te presento a Pedro. Este es Marcelo, un amigo -dijo mirando hacia el camarero.
Encantado, dije yo.
Fui a darle la mano pero el se lanzó a darme dos besos.
Marcelo, después de charlar un rato con Carla de viejos tiempos, nos estuvo aconsejando varios platos y al no conocer yo prácticamente nada de lo que ofrecía la carta, seguí sus consejos. Carla eligió lo mismo que yo.
Me estuvo contando que Marcelo es un amigo que hacía tiempo que no veía, pero que hace tiempo tuvieron muy buena relación. Carla vio mi cara y dijo sonriendo:
Descuida, que este ve un par de tetas y sale huyendo. Y mira -se señalo el pecho.
Mmm, ya veo, ya -masculle yo.
¿Me estaba poniendo celoso? Joder... yo no me podía permitir implicarme sentimentalmente en esos momentos, pero es cierto que Carla tenía un "no-se-qué" que hacía que me gustase e incluso sin estar follando me gustaba.
La cena transcurrió entre risas, carantoñas y algún roce de piernas bajo la mesa. Me estaba encontrando muy a gusto con Carla, eso era innegable. Tras cenar, Marcelo nos invitó a unos chupitos con los que brindamos en voz muy baja por un buen polvo.
Salimos del restaurante cogidos de la mano. Ya en la calle nos dirigimos a un pub cercano a tomar una copa y nos cogimos de la cintura. A veces deslizaba mi mano hacia su trasero. Que durito y apetecible estaba. Entramos en el pub pero el ambiente que había, excesivamente ruidoso y muy lleno de gente y con una mezcla de olores un tanto extraña, no nos gusto a ninguno de los dos. Decidimos salir.
Conoces algún otro sitio por aquí? -dije yo
Pues no sé -dudaba ella-, sí, puede ser, pero estarán como este.
Tengo el coche aquí cerca, si quieres vamos a otro sitio.
Mi intención era que el otro sitio fuese mi casa, pero Carla dijo:
Lo tienes bien aparcado?
Sí, no esta en sitio prohibido ni nada de eso
Pues si quieres vamos a tomar algo a mi casa que esta a unos 10 minutos andando de aquí.
Acepté, y la verdad es que aliviado ya que aunque en mi casa vivo solo, mi madre tiene la llave y no sería el primer sábado que por la mañana se presenta sin previo aviso en casa.
De camino a su casa los abrazos y besos eran ya propios de una pareja de enamorados. El ambiente de juerga nocturna por la zona era enorme pero íbamos en nuestro mundo y no hacíamos caso a los relaciones públicas de locales que pretendían que entrásemos.
Al llegar a la puerta de su casa se paró y se puso frente a mí. Yo fui a besarla pero me interrumpió:
Verás, una cosa. No vivo sola, vivo con una amiga.
Vale, no te preocupes, seré discreto y no meteremos mucho ruido -la dije.
No es eso, es que mi amiga es... bueno, como yo.
Y qué problema hay? A estas alturas...
Pues... -dudaba si continuar hablando- ella no tiene un trabajo, como yo y se gana la vida... con clientes -dijo tras un breve silencio.
Vamos, que la amiga se prostituía, no hacia falta decir más. ¿Carla lo habría hecho alguna vez? Era patente que quería dejar claras algunas cosas antes de subir a su casa y continuó hablando.
Igual estarás pensando que yo también, ya me entiendes.
Pues... -quedé callado, no sabía qué decir, la verdad es que sí que lo había pensado, pero era muy incómodo confesárselo.
Mira, los comienzos de una vida de trans son muy duros. Yo en mi caso tuve suerte por que en mi trabajo me permitieron seguir.
Y como fue? - pregunté llevado por la curiosidad
Pues verás, desde siempre me había sentido una mujer. A mis 20 años ya no podía seguir engañándome más y decidí cambiar. Yo por aquel entonces trabajaba en la misma empresa de seguridad que ahora, pero como hombre. Comencé a hormonarme y al principio, como el pelo lo llevaba más bien corto no se me notaba demasiado y no había problema, aparte de que todo el mundo pensaba que era homosexual, hasta que decidí transformarme por completo. En unas vacaciones me operé el pecho y me dejé crecer el pelo. Después de eso me despidieron pero conseguí que me readmitiesen. Para mi jefe, que es un homofobo, sigo siendo un hombre y vió la ventaja de tener un hombre colocado en sitios donde solo admiten mujeres, y gracias a eso, seguí en la empresa. De todos modos, ya ves que tengo los mejores turnos -dijo con ironía-, los más ocultos.
O sea, que el jefe te trataba como un hombre que podía colocarlo como una mujer?
Sí, así era. Pero gracias a eso pude volver a mi trabajo... -hizo una parada sin saber si continuar
Y? -pregunte yo
Pues que durante el tiempo que estuve fuera y para poder pagar abogados y demás tuve que... en fin, eso.
Ya, entiendo -dije tratando de atajar la conversación.
En fin, ya sabes parte de mi historia. Y es historia -recalcó-. Ahora, tú dirás si quieres subir a mi casa o no.
Como una forma de afirmar que sí que quería pasar la noche con ella le planté un enorme beso que la pilló de improviso.
- Jeje -dijo con una sonrisa- veo que sí. Vamos para arriba, no perdamos el tiempo.
Abrió la puerta y en el ascensor subimos cuatro plantas. Entró ella a su casa primero, como queriendo comprobar qué era lo que había dentro y tras ver que todo estaba en calma me hizo pasar.
Para evitar encuentros que ella no deseaba, fuimos directos a su habitación. Me fijé, eso sí, que al pasar por el pasillo cambio un cuadro de posición e imaginé que sería una forma de aviso de que no estaba sola.
Su habitación era absolutamente femenina. Incluso el perfume delataba a quien dormía allí. Todo en la habitación, que por otra parte era bastante espaciosa, tenía una armonía perfecta.
Que habitación más bonita -dije.
¿Te gusta? La ha decorado un amigo. Ya sabes que los gays tienen mucho gusto para estas cosas.
jeje -sonreí yo-. Sí, eso dicen. Pero además es que es muy amplia.
Claro, es por que si mi compañera trae visitas prefiero cerrarme en mi cuarto.
La verdad es que la habitación, a falta de una cocina, era un apartamento en miniatura, ya que incluso tenia baño propio. Tenía, además de la cama y armario, una zona en un rincón con una mesa camilla y un sillón, con una televisión pequeña.
Ya veo que es una casa en miniatura.
Jejeje -sonreía-. Aquí hago prácticamente toda la vida.
Después de la conversación, Carla se acerco a mí, me rodeó el cuello con sus brazos y me dio un beso muy dulce en los labios.
Quieres tomar algo?
A tí -dije yo entre risas-. Ya en serio, un whisky, si tienes.
Salió de la habitación y en unos minutos que se me hicieron eternos llego con un par de vasos, una cubitera y una botella de whisky, que puso sobre la mesa. Sirvió un par de copas y me ofreció una. Elevó la suya para brindar.
Por nosotros -dije yo.
Yo sigo brindando por un buen polvo -respondió ella.
Pues por un buen polvo -recalqué yo.
Dimos un traguito y nos fundimos en un abrazo. Nos estuvimos besando por un buen rato como si nos fuese la vida en ello. La mano que tenia libre recorrió toda su espalda y su culo. Por su parte ella estaba haciendo lo mismo conmigo. Cada vez estábamos más apretados el uno contra el otro y las erecciones de ambos eran ya notables. A posta nos frotábamos intentando chocar con los penes. Yo notaba su pecho contra el mio y estaba teniendo unos deseos enormes de comerme ese pecho que, hasta ahora, solo había tocado.
Hicimos un alto ya que temía que derramásemos los vasos, que los dejamos sobre la mesa.
Se quitó la chaqueta y vi un vestido ceñidísimo que marcaba una cinturita de avispa y unos pechos prominentes. El vestido era sin mangas y sus hombros estaban al aire. El escote delantero era muy discreto, pero el trasero, y ya lo había adivinado antes, le llegaba a todo lo largo de la espalda. Tenía delante de mí a una diosa y estaba decidido a pasármelo como nunca.
Me hizo sentar en su cama, se separó un poco de mí y comenzó a bajar su vestido al tiempo que se movía de forma muy sensual. Me estaba haciendo un strip-tease para mí solo. Bajó el vestido y lo dejó caer a sus pies. Lo que dejó ver ya era casi infartante: Unas medias sujetas con ligas a un corpiño (que era lo que la hacia la cintura mucho más estrecha de cómo la recordaba) y los pechos que pugnaban por salir, dejando a la vista un canal en el que perderse. Tapando su regalo tenia una braquita negra casi transparente. Viéndola en conjunto, con sus taconazos altísimos y su corpiño estaba deseable hasta más no poder.
Hice amago de levantarme, pero con un gesto me dijo que me quedara quieto. Yo lo que hice fue empezar a masajearme la polla encima del pantalón.
Tal y como estaba sentado, ella abriendo sus piernas se puso de rodillas en la cama se sentó sobre mi a horcajadas. Me abrazó y nos dimos un beso que más que un beso parecía una pelea entre lenguas.
Mis manos, entre tanto, se fueron directas a su pecho masajeandolo de forma suave al principio y más brusco conforme avanzaba el beso. Mi pene se frotaba contra su entrepierna ya que ella comenzó un movimiento de vaivén.
Tirando un poco del corpiño hacia abajo sus pechos saltaron libres. Con avidez lancé mi boca contra ellos. Los quería devorar. El olor de Carla me estaba embriagando y su sabor me hacía querer comérmela entera, todos los rincones de su cuerpo.
De un salto se apartó y se puso de rodillas frente a mí. Echándome hacia atrás me soltó el cinturón y me desabrochó el pantalón. Tiró para bajármelo y se llevó una sorpresa ya que lo que yo llevaba no eran calzoncillos sino el tanga que por error me había llevado dos noches atrás.
Ja ja ja -sonreía ella- Ya decía yo que no lo encontraba. estas hecho todo un fetichista, eh?
Que va! me lo puse por error y te lo quería devolver.
Nooo, quédatelo tú, te hará falta otro día -me amenazó.
Lo bajó y mi pene saltó al sentirse libre. Estaba completamente empalmado. Ella lo miró con lujuria y sin decir nada lo agarró con una mano y puso sus labios en mi polla. Durante un rato sus labios abrazaban el capullo mientras que con la lengua me acariciaba la punta. Yo creía estar en la gloria pero quería que se lo metiese más a fondo. Desde la posición en que estaba, yo trataba de empujar para follarla la boca pero ella con una mirada entre divertida y pícara hacía por huir, pero sin sacarse mi polla de su boca. Cuando ya creía que de ahí no iba a pasar, se la engulló de un golpe. No me corrí de milagro!!!! Pero ella con una maestría ejemplar supo marcar los tiempos y mantenerme en ese punto en el que estas cerca del orgasmo durante unos minutos.
Sacó mi polla de su boca y se incorporó un poco pero sin darme tiempo a reaccionar cogió sus pechos que abrazaron mi polla durante un buen rato en una cubana maravillosa. Para facilitarse la tarea, me puso de pie y continuó haciendo lo mismo. De nuevo conseguía llevarme hasta casi el orgasmo, y como antes, sabía el momento justo de parar.
Estuvimos así, entre una cosa y otra casi un cuarto de hora. Yo ya tenía ganas de más. Y sobre todo, quería correrme ya!!
Se soltó las ligas aunque aún así, las medias seguían en su sitio. Bajó sus braguitas y su pene quedó colgando y de él, un hilillo de líquido preseminal. Me estaban entrando ganas de comérselo para agradecerla lo que me había dado, pero no era su intención de momento.
Se agachó un momento y se metió mi pene en su boca. No sé de dónde, pero había sacado un preservativo y me lo había puesto con la boca. Yo ni me di cuenta hasta que se la sacó de la boca. Acto seguido, se subió sobre la cama y se puso a cuatro patas. Su ano estaba expuesto para mí. Como una gatita en celo, ronroneaba:
- Vamos, cariño, métemela, que esta mujercita quiere ser follada.
No me lo pensé, me subí y apunté mi pene a la entrada de su ano. Justo en ese momento recordé lo que me hizo dos días atrás y casi sin piedad trate de clavársela. No pude. Algo en mí me lo impidió y fui incapaz de hacerla daño. Mojé con saliva la entrada de su ano y traté de introducir solo un poco la polla. Al comienzo parecía entrar con un poco de dificultad. Yo, con más ganas que tino, empujé pero ella emitió un gemido, quizás de dolor:
- No te preocupes -decía-, sigue poquito a poco.
Así fui haciendo. Casi en cámara lenta fui introduciéndome dentro de su culo hasta que llegue al fondo... o al límite de lo que yo daba. Mi pene es normal, de unos 18 cm, así que no creo que la lastimase demasiado. Al llegar al final me paré un rato, sobre todo por calmar la excitación que ya tenía. Mis huevos chocaban contra los suyos mientras que sentía como apretaba con su esfinter mi polla al ritmo de los latidos.
Ella suspiraba y solo acertaba a decir:
- Ssssiii, sí!
Yo me agaché sobre ella para susurrarla al oído pero con ese movimiento el pene salió un poco.
Ya está toda dentro -la dije.
Fóllame, fóllame -era lo único que decía
Entonces, me incorporé e inicié un movimiento para sacarla, muy despacio y volverla a introducir. Carla ya gritaba de placer
Psch -chistaba yo-, nos pueden oír
Me da igual! - grito Carla-, me estoy muriendo de gusto, fóllame!!!
Poco a poco fui acelerando los movimientos hasta que ya entraba y salía con total soltura. En un momento se me ocurrió con la mano coger su pene para acariciarlo pero duraron poco las caricias ya que dio un alarido de placer y se corrió con abundante semen que dejo la colcha empapada.
Yo, como no había llegado al orgasmo seguí bombeando. Carla apretaba el ano para abrazar más aun a mi pene
- Diosss, como me esta gustando, ¿por que no me has follado antes? - decía como enloquecida
Después de un rato, se dejó caer para adelante sacándose la polla. Se dio la vuelta en la cama y me hizo avanzar hacia ella. Así, de rodillas como estaba, me quito el condón, levantó un poco su cabeza y se metió la polla en la boca. De lo fuerte que la apretaba entre la lengua y el paladar creí que me quería morder. En un momento dijo:
- Córrete ya, dame tu leche!
Poco me pude resistir ya, y en un momento di varios espasmos llenando su boca de leche. Parecía como si bebiese de un biberón y que me iba a dejar seco. Yo me dejé caer y apoyando mis manos sobre la cama y ella tendida con la polla en la boca permanecimos un rato.
Como quien acaba de comer un poco de miel, Carla se relamía cuando se sacó la polla de la boca. Nos pusimos en pie y entre abrazos y besos terminamos por desnudarnos, ya que yo seguía casi vestido por completo. Para quitarse el corpiño la tuve que ayudar yo, mientras decía:
Te he gustado así con el corsé? -dijo Carla
Si, se te veía muy excitante
Sabes? Me lo he comprado para tí.
Pues te lo agradezco, porque me has gustado un montón.
A veces, las frases tienen doble interpretación
Eh? -pregunte yo, no entendía- qué quieres decir?
Si, fijate que he dicho que lo he comprado para tí.
Uff, ya me temía lo peor, y el caso es que algo en mí deseaba verme con el puesto y ella tras de mí taladrándome. Ella corto mi silencio con una risa:
- Ja ja, pero eso otro día, quieres?
Entre aliviado y desilusionado dije que sí.
Retiró la colcha de la cama y nos tumbamos. Mi mano, sin que apenas yo me diera cuenta se fue a posar sobre su paquete que al momento reaccionó. Su cara mostraba las ganas que tenía de que yo hiciese los honores a su regalo. No tardé mucho en bajar, pasando la lengua por sus pechos y ombligo hasta llegar a la base de su pene. Me entretuve un rato pasando la lengua por su pubis completamente depilado y su ansia por que me comiese el tronco que al lado de mi boca se alzaba orgulloso era evidente. Comencé lamiendo de abajo a arriba en movimientos cortos. En algunos casos sólo con la punta de la lengua y en otros con toda la boca. Poco a poco fui llegando hasta arriba del todo, junté mis labios y, como quien muerto de hambre se encuentra un manjar, me la metí de un golpe y moviendo mi cabeza empece a succionar.
Oí un suspiro de Carla, que estaba disfrutando la mamada que le estaba proporcionando y al poco rato se movió y cogió mi polla que al instante mostraba una erección en toda regla. Acercó su cabeza y sin más preámbulo se la comió de un golpe.
Que maravilloso 69! La sincronización era perfecta, si yo succionaba ella lo hacía igual, si ella lamía yo lo hacía igual. De pronto noté que un dedo suyo pugnaba por entrar en mi ano.
Ya era hora -pensé-. Yo por mi parte hice lo mismo, e incluso al poco rato un segundo dedo estaba dentro de su culo. Conforme ella echaba su culo para atrás, los dedos se le clavaban más a fondo y si me metía más su polla en la boca los dedos salían. Ella sin embargo se dedicaba a mover en círculos y a juguetear con su dedo.
Al rato, el clímax fue tal que Carla empezó a convulsionarse regando mi boca de su rica leche. Yo dos segundos después hice lo propio.
Se giro rápido dándose la vuelta y colocándose frente a mí. Su boca se dirigió rápido hacia la mia y en un profundo beso mezclamos nuestros fluidos. Nuestras lenguas jugaban a ver cual arrebataba más néctar. Así estuvimos un buen rato hasta que ya no quedaba nada, ni en mi boca ni en la suya.
A los dos al unisono empezó a invadirnos el sueño y abrazados como estábamos nos quedamos dormidos desnudos sobre la cama.
El largo fin de semana de sexo con Carla no había hecho nada más que comenzar.