Por ser modelo me convierto en putita 2

Xavi cada vez se queda con más privilegios de mi cuerpo, en detrimento de mi novio Dani, que sigue sin saber todo lo que ha perdido en sólo 2 días... a cambio de un buen sueldo para su novia.

a de nuevo. Esta es la continuación de mi primer relato, en que os cuento la historia de cómo me he introducido en el mundo de la moda.

Al día siguiente de mi ‘cita de reconocimiento’ con Xavi en su piso, me levanté cansada por la sesión de sexo del día anterior, especialmente con Dani, pues quería recompensarle por los cuernos obligados con Xavi. Todavía sentía mi coño lleno del semen de Xavi, no me podía quitar esa sensación de encima, pero estaba en periodo, así que no había riesgo de embarazo. Me duché con agua fría, y preparé el desayuno para los dos. Desayuné rápido y me fui a vestir mientras Dani dormía. Debía ir bien arreglada, para convencer al director, o quien sea, que una modelo se vale por su belleza, no por otra cosa.

Miré a Dani, con cara de bobo mientras dormía, una carita que me enamoraba, y me dispuse a elegir la ropa interior. Cogí un tanguita azul, de lencería fina, me lo puse lentamente, simulando un movimiento seductor, y un sujetador rojo, muy sexy, que dejaba entrever mis pezones entre los bordados. Me puse un top dorado por encima, escotado, que dejaba ver la copa del sujetador y buena parte de mis pechos, sujeto por un nudo en la nuca, y una minifalda negra, de seda, muy elegante, cortita, hasta medio muslo, y unas medias marrones, que resaltaban mi bronceado logrado tras muchas horas de playa. Remataban mi figura unos zapatos de tacones, no muy altos, pero suficientes para alzarme a las alturas. Me puse mi perfume favorito, el de las grandes ocasiones familiares, miré a Dani, le di un besito en la frente, sabiendo que cuando volviera ya sería modelo profesional, su modelo profesional.

Abajo me esperaba Xavi, cosa que ya sabía por la perdida que me había hecho 5 minutos antes, anticipándome ya lo había puesto en silencio, para que mi chico no sospechase nada. Abrí la puerta y entré al coche blanco de Xavi. Me senté, colocándome bien la minifalda, me puse el cinturón, y saludé:

-          Buenos días Xavi, ¿qué tal?

-          Muy bien muñeca, ¿y tú? – me respondió acariciándome el muslo izquierdo, hasta alcanzar la parte alta, cubierta por la minifalda.

-          Bien, a ver cómo es la agencia… - dije sin mover la pierna izquierda, dejando que tocase a placer. En ese momento supe que me había convertido en algo más que su modelo, y supe que me gustaba, muy a mi pesar, pues normalmente retiro la pierna al menor roce, pero supongo que fue el incentivo del trabajo y el dinero lo que me hizo aceptar de buen grado el darle el placer de tocarme.

-          Ya verás como te va a gustar nena. La gente es muy maja, ya lo verás tú misma. – Me dijo apretándome el muslo, antes de arrancar el coche.

-          Seguro que sí… - dije para acabar la conversación.

Durante el camino seguimos hablando del trabajo.

-          Bueno Marta, aunque ya te lo dije ayer, te lo voy a recordar. Yo no quiero obligarte a nada. Cuando te digo que me la chupes o cuando te follo no es gratis, sino que es por algo a cambio. Yo te doy trabajo y tu me das placer. Y lo admiro por tu parte eh, no creas que es algo típico. En esta vida a veces hay que sacrificar lo que más quieres por sobrevivir, y tú lo estás haciendo muy bien, de momento, y seguro que lo vas a seguir haciendo bien.

-          Bueno… pero de eso nada a Dani vale? Te lo pido por favor Xavi. Yo me estoy esforzando por conseguir un futuro mejor para mí y para mi pareja, dándote lo que me pides, quizás quieras más, pero  sólo me lo tienes que pedir, que yo te lo daré. Pero a cambio sólo te pido una cosa: discreción, Xavi, por favor.

-          No lo dudes reina, si haces las cosas bien no tienes por qué temer nada. Es más, sé que las vas a hacer y que vas a conseguir ser una gran modelo, y tu chico va a estar orgulloso de ti, nena. Y yo también cariño.

-          Gracias… -respondí sonriente, feliz de haberle sacado ese compromiso, y feliz por iniciar una nueva vida hacia el éxito.

Antes de llegar a casa de Xavi me acordé de Dani. Normalmente le mando un sms justo al salir de casa, diciéndole que el desayuno está en la mesa, pero ese día me había olvidado. Rápidamente cogí el móvil y le escribí un mensaje mucho más corto de lo normal: ‘te djado el dsayuno nla msa. tk’. Guardé el móvil en el bolso y bajé del coche.

Xavi me estaba esperando en la acera. Me pegó un repaso de arriba abajo cuando le alcancé, tocándome el culo sin pudor, y llevándome a su portal.

-          Qué buena que estás nena. El puesto va a ser tuyo seguro jeje. – Abrió el portal y me empujó suavemente al interior.

-          Qué pelota eres Xavi – le dije riendo, mientras me ajustaba bien la falda delante suyo.

-          No te la pongas bien nena, que ahora la tendrás a la altura de las rodillas… - me dijo desde atrás, tocándome el ombligo y besándome el cuello, mientras notaba su paquete en mi culo, marcándose bien, lleno de semen, seguramente para mí.

-          Para Xavi… porfii, que sólo son las 9. Y ya vas empalmado por lo que he notado…  - le dije muy coqueta, mientras caminaba, sin hacer el más mínimo esfuerzo por apartármelo de ahí detrás.

-          Entra al ascensor nena, ahora vas a ver lo empalmado que estoy por tu culpa putita. – Dicho esto me empujó dentro, casi me resbalo con mis propios tacones, me tuve que aguantar en la pared. Entró, sin picar el piso, y me ordenó:

-          Va putita, averigua cómo está tu amigo hoy. – Dicho y hecho. Me agaché para desabrocharle el cinturón y bajarle la cremallera. Metí la mano por el hueco de la cremallera para tocar a ‘mi amigo’, sentirlo antes de llevármelo a la boca. Lo acaricié mientras miraba a Xavi a los ojos, con cara de putita, esa cara que pongo cuando me estoy poniendo a mil sin saber por qué, pero me siento en la gloria sabiendo que el chico está más que satisfecho conmigo.

-          Le vamos a llamar Pepito – me dijo en un tono divertido, gracioso para el momento de excitación que estaba viviendo. Me hizo gracia, y sonreí mientras acercaba mis labios a Pepito, escondido tras los mismos bóxers del día anterior, con la misma mancha de ‘leche’ y con las mismas rayas azules desgastadas.

Visto que no iba a pulsar el piso, me puse cómoda, de rodillas, escuchando a duras penas un ‘eso es nena’ lleno de excitación, de su boquita. Le desabroché el botón y bajé los bóxers rápidamente. Papito saltó de su escondite, aunque no llegó a golpearme en la cara al estar demasiado vertical. Entre la puntita y los bóxers colgaba un hilito de líquido, que no dudé en devorar lentamente, mirándole a los ojos, consciente de que eso le pondría a mil. Efectivamente, cerró los ojos, dejando de controlarme. Objetivo conseguido. Vía libre para terminar rápido. Engullí a Pepito de un solo golpe, dejando que explore mi garganta y mi esófago, dejando que fuera expulsando lentamente ese líquido que el día anterior había almacenado en mi estómago, y que seguramente no fuese del todo saludable.

Me esforzaba en tragarme toda su polla, a Pepito entero, mientras él se apoyaba en la puerta del ascensor, llevado por mi magia, por el tacto de mis labios en su falo, el tacto de Pepito en mi garganta, el juego de mi lengua saboreando cada mm de Pepito.

De repente, noté el ascensor iniciar la subida. Miré a Xavi, seguía ensimismado, no creía que fuera él quien hubiera pulsado su piso.

-          Xavi, ¿has sido tú quien ha pulsado el botón?

-          Mmmm yo no he hecho nada nena… ¡Hostia! ¡Vístete anda! – Me dijo alarmado, al entrar en razón.

-          Yo ya voy vestida cariño, eres tú el que se tiene que vestir jaja. – Mientras le decía esto le subía los bóxers y los pantalones, y le abroché rápido el cinturón, como una buena esposa.

El ascensor se detuvo en el cuarto. Entró un hombre mayor, de unos 50 años, con su maleta y su traje.

-          Buenos días Xavier. – Saludó a mi manager.- Buenos días señorita.

-          Buenos días Josep – Le devolvió el saludo Xavi, aún rojo de la excitación de mi mamada.

-          ¿Qué? ¿Una nueva chica? – Preguntó Josep mirándome las tetas.

-          Sí, pero esta apunta maneras eh – le respondió colocándose a su lado, los dos observando mi espectacular cuerpo. – De hecho me la estaba chupando aquí mismo, si hubiese sabido que eras tú la hubiese dejado ahí chupando para que la vieras. Es muy buena tío, de verdad.

-          No si ya lo aparenta. Esta si la alquilas dímelo eh, que estoy dispuesto a pagar por ella. Que hace mucho que no follo con una hembra así macho – Le dijo a Xavi antes de bajarse del ascensor- Bueno, mejor ve a casa que ahí nadie te va a molestar. Adiós.

-          ¿Cómo que alquilas? ¡No soy una puta eh Xavi! – Le dije enfadada, aunque bastante mojada por la idea.

-          Tranquila nena, no es momento de hablarlo ahora, ahora vamos a casa y acabemos lo que habíamos empezado. – Picó al primero, bajamos y entramos en su piso.

Me llevó a la misma habitación del día anterior, mientras me metía mano debajo de la falda. Me apresuré a llegar lo antes posible, para acabar cuanto antes e ir a la agencia a firmar el contrato. Una vez dentro me giré hacia Xavi y le besé en la boca, muy excitada. Era la idea de ser su puta, alquilándome a sus vecinos sesentaañeros. Quería demostrarle que haría lo que él me pidiera, incluso acostarme con sus vecinos.

Me respondió al beso con otro aún más apasionado, metiéndome la lengua hasta la garganta antes explorada por Pepito, quitándome bruscamente el top y el sujetador, dejándome las tetas al aire, para manosearlas a placer, duramente, incluso pellizcándome los pezones a ratos. Luego bajó una mano a mi culo, bajándome hábilmente el tanga y la minifalda a la vez, hasta las rodillas, dejando un acceso privilegiado a mi puerta de entrada vaginal. Mientras nos besábamos, me llevó a la cama, estirándose boca arriba, y yo encima suyo, comiéndole el cuello, bajando por la camisa, quitándosela rápidamente, exponiendo sus pectorales de gimnasio. Me los comía, literalmente, por la excitación, mientras mis tetas eran exprimidas por sus manos. Enseguida bajé a su ombligo, para el último asalto a su polla, a Pepito, que asomaba esperándome por el hueco de la cremallera, todavía abierto desde el ascensor.

Le desabroché el cinturón y le bajé los pantalones y los bóxers de golpe, exponiendo a Pepito de  nuevo, cubierto de los restos de mi saliva del ascensor. Me lo engullí enseguida, haciéndole una mamada a Xavi inolvidable, a un ritmo elevadísimo, atragantándome en cada comida de polla, notando cómo Pepito iba creciendo a un ritmo increíble. Xavi gemía de placer. Parecía a punto de correrse.

Entonces paré. Me miró atónito. Pero hice una locura: me subí encima suyo, de mi Xavi, mi manager, mi amo, me abrí a horcajadas y me metí a Pepito en el coño. Xavi sonreía, era una sonrisa triunfal. Cerró los ojos, sabiendo que yo lo iba a hacer todo por él. Me puse a botar encima de Pepito, para luego girar en ruleta, con Pepito dentro de mi coño. En uno de estos giros noté cómo Xavi temblaba y me inundaba el coño de semen, un semen caliente, que salía a borbotones, y se depositaba dentro de mis entrañas, sustituyendo, ya definitivamente, al semen de Dani como propietario de ese rincón privilegiado de mi cuerpo.

Seguí moviéndome hasta dejar de notar su semen brotar dentro mío, y sentir cómo a Pepito se le agotaban las energías, y se tornaba cada vez más flácido en mi interior, después de haber vaciado todo su contenido en mi útero.

Miré a Xavi. Estaba muerto de placer. Esa ‘hembra’ por la que envidiaba a Dani se había convertido en ‘su’ hembra, y su coño se había reservado sólo para su semen, relegando al semen de Dani a otros lugares menos sagrados, como mi estómago o simplemente mi cara.

Me agaché y le besé en la boca. Estaba a cuatro patas, como una gatita, encima suyo. Me acerqué a su oído y le susurré:

-          Llévame a la agencia, cariño.

-          Uff nena, ahora estoy muy cansado. Quizás más tarde, o mañana. Ya veremos. – Me respondió, con una voz de cansancio.

Pero yo tenía un as en la manga, por si pasaba eso:

-          ¿Sabías que a Dani aún no le he dejado follarme el culito?- Le susurré antes de besarle la oreja sensualmente.

-          Mmmm, cómo me conoces Martita, haremos una cosa. Vamos a ir ahora, pero tu culo será sólo mío – me dijo mientras me lo acariciaba con una mano-. Nadie podrá follártelo hasta que no te de permiso eh.

-          Mmm vale cariño. Mi culo será tuyo a cambio de ir ahora a la agencia. – Y le di un beso en la boca.

-          Vístete niña, que vamos.

Me vestí ahí mismo, mientras Xavi me observaba desde la cama, estirado, deleitándose con mi precioso cuerpo. Me tomaba mi tiempo, acariciándome los pechos, el culito, el coñito inundado de su semen, mis muslos, por los que aún caían gotitas blancas, jugaba con mi pelo, muy sensual, mientras me iba vistiendo para él. Mientras me ponía el tanga, me acordé de la escena de la mañana, mientras me vestía delante de Dani, dormido profundamente, después de haberme dado permiso para ser la puta de Xavi, sin saber nada de lo que estaba ocurriendo. Ahora, en cambio, se repetía la misma escena, pero con Xavi, despierto, después de habérmelo follado yo misma, con su semen inundándome el coño y goteando por mis muslos, observándome y deleitándose con mis curvas.

Me peiné y le miré.

-          ¿No te vistes cariño? – le pregunté.

-          Sí, pero se me acaba de ocurrir otra cosa. Me quiero hacer una paja en tus tetas antes de irnos – me respondió con total relax, desde la cama.

-          Vaa Xavi… me has dicho que iríamos ahora mismo. –Le supliqué.

-          Ponte de rodillas nena. – Me ordenó, mientras se incorporaba desnudo.

Enseguida se puso manos a la obra, cogiéndosela con la mano derecha, meneándosela, mientras yo le miraba desde el suelo, como una buena puta obediente. Me abrí el escote, cogiendo el sujetador y el top, estirándolos para que tuviera mejor vista de mis tetas. Mi vena de puta había florecido en su máximo esplendor, y en un acto reflejo le miré, abriendo la boca y sacando la lengua fuera, acercándola poco a poco hasta su polla, para rozarla y ser una buena chica.

Estábamos en pleno éxtasis sexual, y Xavi no dudó en darme una bofetada con la mano izquierda.

-          ¿Quieres polla putita? ¡Pues toma polla! – me dijo a la vez que me la metía en la boca de un solo golpe. Me agarró del pelo con las dos manos, mientras me follaba la boca hasta la garganta. Pepito me embestía con fuerza, quería entrar más en mis entrañas, y las manos de Xavi parecían querer meterlo más, pero mi cuello no daba para más, así que empujé hacia fuera con las manos, porque me ahogaba.

Miré a Xavi, como pidiéndole disculpas, y rápidamente me la volví a meter en la boca, sin darle tiempo a quejarse, ahogándome con Pepito yo misma, esperando excitarle. Al rato me la sacó, me dejó una mano en el pelo, sosteniéndome fuertemente la cabeza, y con la otra haciéndose la paja. Con las manos me abrí de nuevo el escote, esperando su corrida. No tardó mucho, aunque su puntería dejó mucho que desear. Primer chorro,  a mi boca. Pasé mi lengua rápido para echar su semen y dejarlo caer por mi cuello; segundo chorro, a mi escote, aunque no directamente a mis tetas, ya irá cayendo, pensé; y tercer chorro,  a mi teta derecha. Luego fueron cayendo chorros pequeños, que salpicaban gotas de semen por todos lados, que me alcanzaban el top, el pelo, las pestañas o las manos.

Me acercó su preciosa polla a los labios, dejándoselo bien limpito enseguida, porque tenía prisa por ir a la agencia. Se vistió (¡por fin!) mientras yo me limpiaba el semen de mi cuerpo en el baño, procurando no dejar rastro, para ir impecable a la agencia. En 5 minutos estuvimos listos los dos, bajando al coche, con constantes sobeteos por su parte.

Llegamos a la agencia sobre las 12h. Xavi entró primero, presentándose a la recepcionista, que enseguida le dejó pasar. A mí me puso un colgante de ‘visitante’. Cogimos el ascensor y subimos a la 3ª planta, donde estaba dirección y administración. Xavi picó a una puerta, que a su vez daba a un pasillo largo, en cuyo final estaba ‘Dirección’.

Picó dos veces. Estaba tensa. Le abrió un hombre de estatura normal, de unos 60 años, elegante, con su corbata y su camisa blanca arremangada. Unos ojos negros penetrantes, supuse que de joven fue bastante guapo, y unos brazos regordetes, como su barriga.

-          ¡Hombre Xavi! Tú por aquí, qué alegría… - Se dieron un abrazo, a la vez que me miraron los dos- Nueva chica eh, parece guapa… Buen cuerpo, sin duda. ¿La has probado? – Le preguntó el hombre a Xavi, en tono machista.

-          Ya ves, Paco, es muy buena, te lo digo yo jajaja.

-          Así que la has probado… y te ha gustado. Si ya digo yo que eres el más espabilado de la agencia macho… ¿Cómo se llama? – Le preguntó a Xavi.

-          Marta – respondí yo, como haciendo acto de presencia.

-          Vaya, si la chica habla y todo… jajaja – Dijo casi gritando, mirando a Xavi, que también reía a carcajadas.

-          Si es que las buscas completitas eh, qué jodido. Anda pasa Martita que te vea.

Caminé dentro, avergonzada de la burlas, pero asumiendo mi rol, el de la empleada que viene a buscar trabajo.

-          ¡Siéntate en mi silla nena! – Oí chillar desde la puerta a Paco, el director.

Obedecí y me senté en su silla. Qué comodidad. Me sentía una directora, con plenos poderes para mandar y ser obedecida. Xavi y Paco se quedaron hablando, lanzándome miraditas de vez en cuando, y sonrisas pícaras. Cuando se cerró la puerta, sólo vi entrar a Paco. Xavi, por lo visto, se quedó fuera. Paco se acercó a mí, quedándose de pie a mi lado. Hice el amago de dejarle sentar, pero me cogió del hombro y me forzó a quedarme quietecita en mi sitio.

-          Así que eres nueva. ¿Cuál es tu sueño muñeca?

-          Me gustaría ser modelo internacional – respondí con confianza, mirándole desde abajo.

-          Aha… Modelo internacional eh, pues deberás de esforzarte nena, ¿lo sabes?

-          Sí, ya me lo imagino jefe.

-          Aún no soy tu jefe muñeca, eso te lo tendrás que ganar… a ver, muéstrame tu cuerpo nena.

-          Vale. – Me levanté y me puse delante suyo, a escasos centímetros de él.

Me acaricié el cuerpo por encima del top, de manera sensual, destacando con un bailecito espontáneo mis grandes pechos. Sabía que si quería llegar lejos tenía que camelarme al jefe. Me metí las manos por debajo del top, subiendo hasta mis tetas, me las sobé lo justo, mientras su mirada me las devoraba, caía saliva de su boca entreabierta, señal de que era buena, muy buena, excelente. Fui más allá. Me bajé los tirantes de mi sujetador, ante su atenta mirada, lentamente, por debajo del top. Me los quité de cada brazo, de manera muy sexy, acercando mis tetas a su cara de bobo. Mis pechos ya no se sustentaban por nada, caían por su propio peso. Me las amasaba a escasos cm de su cara, mientras llevaba una mano a la espalda para desabrochármelo por completo. Llevé la segunda para ayudarme, y zasca! Ya me lo estaba sacando por debajo del top. Lo cogí con dos dedos, y se lo pasé por su cara de tonto, hipnotizado como estaba. Mis pezones se marcaban en el top, aunque buena parte de mis tetas se veían por fuera, por ese generoso escote.

Paco estaba hipnotizado por completo. Su mirada no se desviaba ni un cm de mi escote, así que fui más allá: le puse mi sujetador por colgante. Ni se inmutó. Me puse a jugar con el top, subiéndolo y bajándolo hasta mitad de mis tetas, por debajo, sin dejar ver mis pezones, siendo cruel con él, a medida que bailoteaba muy sexy con mis caderas. Dejé el top a esa altura, justo por debajo de mis pezones, y me dediqué a jugar con la minifalda, la cremallera bajó al instante y enseguida me la quité. Creí que así sería más sexy el juego, con tanga al aire y mis tetas a punto de saltar en su cara. Efectivamente. Se estaba poniendo rojo. Ese hombre era mío. Me acerqué a sus pectorales, y rozando los míos, le pasé un dedo por su mejilla.

-          Soy la chica que buscas, Paquito… - le susurré al oído, mientras con la otra mano le acariciaba el paquete lentamente- ¿Te gusto, a que sí amor?

-          Me encantas nena… - me respondió a duras penas.

Entonces fue cuando vi que era mi oportunidad. Me quité el top, manteniendo el contacto con él, y le ofrecí mis tetas.

-          Tócalas, no seas tímido Paquito. – Le susurré de nuevo. Paco estaba temblando de la excitación. Subió las manos lentamente hasta mis pechos y me los amaseó, cada vez más fuerte, casi pellizcándomelos.

Ya lo tenía donde quería. El trabajo era mío.

-          ¿Me vas a contratar Paquito? – le dije aumentando el ritmo del masaje en su paquete.

-          Sí claro nena. Vas a ser mi putita particular. Chúpamela va. – Me ordenó casi sin aliento.

Me arrodillé, dejándole acabar de amasarme las tetas, y le desabroché el cinturón muy lentamente. Le saqué la polla de su escondite, pero cuál fue mi desgracia que sólo metérmela en la boca ya se corrió. Pero él era mi hombre, así que disimulé e hice ver que estaba encantada con su corrida en mi cuello, en el suelo y algunas gotitas en mis labios. Acto seguido me la metí de nuevo para acabar de limpiarla, para luego ponerme de pie a su altura, recoger con mis dedos el semen que tenía por mi cuerpo y llevármelo a la boca, en actitud muy zorrona, a sólo medio cm de su boca. No se me ocurrió mejor manera de librarme de tragarme su corrida que dársela a él, que, embobado por mis aptitudes femeninas, o mejor dicho, de buena putita, no llegaba a reaccionar. Así que, con su semen en mis labios le di un beso con lengua en la boca, pasándole todo su semen, y cerrándole la boca con mis dedos.

-          Trágatelo Paquito, sé bueno. – Y Paquito se lo tragó… - Eso es, buen chico.

Ahora la dominante era yo. Y me encantaba serlo. Entonces se me ocurrió aprovecharme de la situación.

-          Ven, cariño, siéntate. – Le ordené con dulzura, mientras lo conducía tirándole del brazo. Lo senté en su silla. Yo me senté encima suyo, con mis tetas rozándole la cara.

-          Vas a hacerme un contrato de supermodelo, y vas a promocionarme en las mejores revistas ¿a que sí amor? – le susurré al oído, acariciándole con un dedo la mejilla.

-          Cielo… sabes que no puedo pagarte tanto…

-          Ssshhhh – le hice callar, poniéndole el dedo en los labios – Tengo novio, se llama Dani, y hasta ayer era el único propietario de ese cuerpo, cuando apareció Xavi, al que le encanta correrse en mi coño y que hoy se va a quedar con mi culito en exclusiva. ¿No quieres tu parte Paquito? Eres el jefe, ¿y no te vas a quedar con una parte de tu nena?

-          Jeje si… nena. Quiero follarte por todos tus agujeros muñeca… ¿Cuánto quieres?

-          5000 al mes fijos, más 1000 por sesión, de los que 600 serán para mí y 400 para Xavi. Viajes y fiestas a cargo de la agencia. Y podrás follarte ese cuerpo cuando te apetezca. ¿Te parece bien mi amor? – le propuse muy sensualmente, fijando mis tetas en sus labios.

-          De acuerdo nena… - Aceptó balbuceando de los nervios, a la vez que lo escribía en la pantalla del ordenador, a modo de contrato oficial.

Cuando acabamos de firmar los dos, le di un beso en la boca, largo y profundo, como agradecimiento. Subió las manos y me apretujó las tetas duramente.

-          Jefe, si quieres te hago una paja, porque me tengo que ir ¿vale? – Y le cogí la polla de pie, aún al aire, dura, se la meneé un poquito, y ya estaba otra vez brotando el semen. Abrí la boca y acerqué la cara a media distancia, desde arriba, como para alcanzar alguna gota de semen en la boca, o alguna salpicadura en mis tetas que le satisfaga. Sólo noté una gota en mi frente y unas cuantas en mi escote. Recogí las de mi escote con los dedos y se las puse muy sensualmente en los labios.

-          Trágate tu semen Paquito… - Y tragó su semen de nuevo, embobado, hipnotizado por mi imagen dominante. – Muy bien, está bueno ¿a que sí?

-          Si… - Respondió con los ojos perdidos en mis tetas.

Entonces supe que ya podía vestirme, que Paquito estaba servido, y que Xavi me estaba esperando ahí fuera.

-          Llama a Xavi, que venga a recogerme.- Le ordené a Paco, sin mirarle.

-          De acuerdo muñeca – respondió en actitud sumisa, algo que me hizo sentirme la auténtica dominadora de la situación con el jefe. – Xavi, ya estamos. Pásate cuando puedas a recoger a tu chica al despacho.

‘A tu chica’, esa palabra me puso cachonda. Era la chica de Xavi, su ángel, su nena, su putita. Dani había sido relegado, ya nadie le tenía en cuenta. Había sido sustituído por Xavi, incluso yo pensaba más en Xavi que en mi chico. Por cierto, ¿habrá comido?¿Habrá ido al trabajo?¿O tenía que estudiar?¿O había quedado con algún amigo suyo? Ya no sabía nada de él. Xavi me había robado toda mi atención y mi tiempo.

-          ¡Vamos nena!  - Oí que me decían. Era él. Xavi. - ¿Ya has firmado cariño?

-          Sí, y muy bien todo– Le respondí mientras me acercaba a él. Me cogió de la cintura y me plantó un beso en la boca, profundo, su lengua me palpaba la garganta. Muy sensual. No sabía qué era para él, su putita o su novia. Cuando me soltó seguía cogida a sus pectorales, mirándole desde abajo, con la cabeza apoyada en sus pechos.

-          Va nena, vamos a casa – la ‘casa’ era ‘su’ casa, ya no era la de Dani, en la que había vivido estos últimos 7 meses.

Me llevó delante suyo, hasta recepción, donde estaba la secretaria.

-          Señores- nos dijo.- Usted es la señorita Marta (…) verdad?

-          Sí- respondí.

-          Mañana nos pondremos en contacto con usted para concertar una cita para entregarle los documentos oficiales, así como la tarjeta de entrada y demás utensilios. En caso de no poder contactar con usted nos tiene que dar otro número.

-          Dale el mío nena – me ordenó Xavi, mientras me tocaba el culo.

-          Vale. Apunte…

Apuntado, fuimos a su coche, aparcado justo en la puerta. Me llevó a su portal.

-          Espérame aquí, que voy a aparcar. – Me dijo.

-          Vale.

Me quedé de pie, recordando cuando nos conocimos, que estuve de pie, achicharrándome al sol, hasta que llegó. Esta vez estuve a la sombra de su portal, apoyada en la pared. En esas que vi a Josep, el vecino de Xavi, llegar al portal. Me miró con cara de sorpresa y placer.

-          Hombre, ¿tu no eres la chica nueva de Xavi? – me preguntó, sin mirarme a los ojos, sino repasándome el cuerpo.

-          Sí, me llamo Marta. Encantada – respondí amablemente, aceptando que era ‘la chica nueva de Xavi’, una entra tantas otras.

-          Mmm pareces buena, ya hablaré con él y ya nos veremos otro día nena, con mayor intimidad. – Y me guiñó un ojo acariciándome la cintura. En aquel momento supe que ese hombre me iba a follar, tarde o temprano, y que a mí me iba a gustar ser su puta de turno.

-          Vale, hasta luego. – Le saludé, sabiendo que nos volveríamos a ver.

Por fin llegó Xavi, a paso acelerado, deseoso de hacer conmigo lo que le plazca. Yo le esperaba como una buena putita, apoyada en la pared, con las piernas cruzadas, mostrando carne a mi público anónimo que pasaba por la calle.

-          Pasa nena. – Me dijo mientras me empujaba con una mano. Caminé delante suyo, guiándome por su mano, hasta el ascensor. Una vez dentro, me acercó hacia él y me dio un beso en la boca, muy sensual, romántico, sin bestialidades. Aquello me enterneció, le cogí de la cintura con dulzura, como si fuéramos novios, correspondiéndole el beso, cerré los ojos.

-          Eres mi putita Marta… tu culo y tu coño me pertenecen… - me dijo entre beso y beso, casi sin aliento. Yo andaba ya bastante mojada, por lo de Paco, lo de Josep en el portal y por lo de ahora, y eso me inundó el tanguita. – Te voy a follar el culo, nadie te lo va a follar más que yo… ¿a que no muñequita? – Me preguntó con voz de excitación.

Dejé de besarle, le miré a los ojos, le sonreí y le dije: No, claro que no Xavi, en mi coño sólo te corres tú, y mi culito sólo lo follas tú. Soy tu putita. Te pertenezco amor. – Estaba en las nubes al lado de ese hombre que me doblaba la edad, me tenía a mil a cada segundo del día. Había conseguido borrar de mi mente todo atisbo de Dani o de otro que no sea él. Sólo quería ser suya, satisfacerle en todo momento, que estuviera a gusto conmigo, que no fuera ‘una chica más de Xavi’, sino ‘su chica’. Que si me ordenaba follarme a Josep, me lo follaba, que si me ordenaba follarme a otro, me lo follaba, que si tenía que chupársela a fulanito, se la chupaba lo mejor que sabía. Quería hacerle rico con mi cuerpo. Lo adoraba.

-          Pica al primero nena, que te voy a estrenar el culito guarra.

-          Sí amor…

Llegamos al ansiado primer piso, abriendo la puerta bruscamente y entrando en nuestra habitación, la de esa misma mañana. Xavi se sentó en la cama, mientras yo me desnudaba para él, de pie, con prisa, pero dejándole disfrutar del show. Le dedicaba sonrisitas pícaras cuando me miraba a los ojos, y me acariciaba las tetas lascivamente para él.

  • Ven aquí guarra – Me ordenó, mientras alargaba los brazos para llevarme hacia él más rápido. –Desnúdame perra. – Lo hice sin rechistar, encantada de obedecerle. Le quité la camiseta rápidamente, le desabroché el cinturón y le estiré los pantalones. Quedó en bóxers y zapatos.

-¡Los zapatos también puta! – Rápidamente me arrodillé frente a él y le desabroché los zapatos, se los quité y le miré. – Ahora ven aquí so guarra.

Me puse encima suyo, dejándole que me comiera las tetas bruscamente mientras me daba azotes en el culo.

-          Cómemela anda, prepárame para romperte el culito nena

Enseguida bajé al suelo y me puse de rodillas a chupar. Me la engullía como una hambrienta de polla, sin mirarle a los ojos. Quería que me estrenase el culo cuanto antes. Estuve varios minutos interminables, comiéndosela, sin mirarle, hasta que me tiró del pelo y me levantó con fuerza. Grité.

-          ¡Ponte con el culo en pompo puta! – Se había vuelto agresivo, pero no me importaba. Obedecí de inmediato.

Le ofrecí mi culo, sin mirar atrás. Era suyo, se lo había entregado en propiedad esa misma mañana. Sólo él podía follarlo. Noté un puñal. Era sin duda su polla, que luchaba por penetrar mi pequeño orificio anal. Gritaba de dolor. Unas lágrimas, que iban haciéndose cada vez mayores, brotaban por mis ojos. Nunca nadie me lo había follado de esa manera. Algún chaval adolescente que quería aprender a follar culos, de soltera, sí que lo había disfrutado, pero tenía la polla la mitad que la de Xavi.

Notaba que entraba a duras penas, y volvía a salir, cada vez entraba más y mejor. Me dolía cada vez menos, gemía menos de dolor y más de placer, aunque eso a Xavi parecía no importarle, sólo pendiente de meterla más a fondo en cada embestida. Oía sus gemidos al perforarme el culo.

Me esforzaba en mantenerle mi espalda curvada, para que me penetrase mejor, pero al final fui perdiendo fuerzas, lo que hizo que tuviera que tirarme del pelo, después de recogérmelo en una coleta de una manera rudimentaria. Eso volvió a hacerme sentir dolor, mucho dolor en la cabeza y en la espalda, demasiado arqueada, aunque si Xavi me la sostenía así sería por follarme mejor, pensé entre dolores. Seguía gimiendo, sin saber si era por dolor o por placer, notando cada vez menos sus embestidas dentro de mi ano, y sintiendo cada vez más cerca su aliento en mi espalda.

Hasta que me la sacó de golpe, soltándome del pelo y dándome la vuelta bruscamente. Le miré. Tenía cara de excitación.  Me abrió las piernas y me la metió en el coño. Su lugar favorito. Su depósito exclusivo, sólo reservado para él. Me mordió las tetas rudamente, mientras me la metía hasta el fondo, Pepito me exploraba hasta lo más profundo de mi intimidad. Me moría de placer. Era su puta, su depósito de semen.  Hasta que noté lo inevitable. Chorros de semen que salían de la punta de Pepito y que impregnaban mi vagina hasta los surcos más inexplorados. Xavi temblaba.

-          Puta, zorra… - acertaba a decir, a duras penas. – Tu coño y tu culo me pertenecen… uffff, me has dejado exhausto hija de puta…

Estaba rojo, temblaba, sudaba y cayó rendido en mis tetas. Parecía dormir, o por lo menos recuperar energías. Yo estaba cansada, dolorida, pero satisfecha por haberle dado ese placer.

Pasaron los minutos, y vi que estaba roncando. Me lo aparté de encima y me fui a dar una ducha. Puede que cuando volviese estaría despierto y me dejaría darle más placer. Pero no fue así. Lo encontré como antes. Durmiendo la mona. Así que me vestí y me fui a casa. Nuestra casa, la de Dani y mía.

Entré. Ya casi me había olvidado de Dani, del decorado de mi casa, de sus costumbres, de cómo le gustaba follarme.

-          ¿Hola?¿Dani?¿Hay alguien? – pregunté nada más entrar.

-          ¡Hola amor! Pasa, estamos aquí. – Me respondió Dani desde el salón.

Estaban jugando a la play, él y dos amigos suyos. Le echaba de menos. Nada más llegar me abalancé sobre él y le di un buen morreo.

-          ¡Eh! ¿Qué haces niña? Que no le dejas jugar!!- me gritaron sus amigos.

Pero a mí lo que menos me importaba era la play, sólo quería darle lo que le había dado a Xavi, sin ser mi novio.

-          Oye chicos, lo siento pero mi chico y yo tenemos cosas que hacer, así que ya os estáis largando. Lo siento Dani, pero es muy importante. – le dije mientras le daba un morreo.

Dani rió, y les dijo que sí, que tenían que irse. Nos quedamos los dos solos.

-          Dani, te quiero un montón, - le dije mientras le acariciaba el cuerpo- pero ya que no estamos mucho tiempo juntos, te haré un regalito en tu cumpleaños amor. Pero para eso aún faltan algunos días, así que de momento…

Me arrodillé ante mi verdadero novio, y le bajé los pantalones y esos bóxers infantiles que llevaba, parecidos a los de Xavi, pero más limpios. Le besé la punta de la polla, que no tenía nombre, mirándole a los ojos, pasando la lengua por el tronco, hasta los huevos. Conocía cada rincón de su polla y sus huevos, cada surco, cada pelito, cada lunar. Sabía qué recorrido le excitaba más, y qué gestos le ponían más burro, cómo le podía hacer correr antes, y cómo después. Dónde le gustaba correrse, y con qué postura por mi parte.

Pero aún así, reconocía que no me excitaba tanto comerle la polla a Dani como a Xavi, a pesar de quererle muchísimo, pero habían cosas que era mejor reconocer. Me encantaba comerle la polla a Xavi, ser su muñeca, su puta, su esclava.

Acabé rápido de Dani. Le dejé satisfecho, corriéndose en mi cara, le encantaba pringarme el pelo, a pesar de querer correrse en mi coño, ya que siempre le había hecho ilusión, pero mi coño pertenecía ya a otra persona…

Nos fuimos a dormir, hasta la mañana siguiente.