Por Sant Jordi una rosa y un escrito.

Los pétalos de una rosa son de suavidad infinita.

¿Qué tal estás querida? Confió en que bien.

Celebro que mi rosa de Sant Jordi haya llegado a tus manos y a la vez te pido disculpas por no habértela entregado en persona. La distancia nos separa, pero espero que con estas palabras me sientas cercano.

No te he mandado un libro, pero esta rosa es especial ya que incluye su propio manual de instrucciones.

¿Me admites estas instrucciones como ejercicio literario alternativo al libro que te debo? Quiero imaginar un sí por respuesta, así que sin más procedo a detallarte el modo de empleo de la rosa que has recibido.

1.

Aspira su aroma.

¿Puedes oler su delicado perfume? ¿Sí?

Su perfume me recuerda al tuyo, a ese maravilloso aroma que desprende tu piel y que se hace más intenso cada vez que mis labios recorren tu cuello.

2.

Comprueba su tacto.

Los pétalos de una rosa son de suavidad infinita.

-Compruébalo acercándola a tu cara, acaricia tus mejillas y tus labios con sus delicados pétalos. Es una sensación agradable ¿verdad? Es la misma que yo siento cuando las yemas de mis dedos se deslizan por tu piel.

3.

Llévala al dormitorio.

Las excelentes cualidades de esta rosa solo pueden desarrollarse por completo en un entorno apropiado.

-Desplázate hasta el dormitorio con ella.

4.

Deposítala en la cama.

Deja la rosa en la cama y acércate hasta el espejo.

  • Ahora es necesario que te desnudes, pero no, no lo hagas de cualquier manera. Hazlo muy despacio, al igual que lo haces cuando soy yo quien ocupa el lugar del espejo y te contemplo con ojos golosos. Hazlo justo igual, solo que esta vez serán tus ojos los que no pierdan detalle de como poco a poco aparece tu cuerpo desnudo.

-Desabrocha el vestido y deja que caiga lentamente, siente la caricia de la tela sobre tu piel mientras se desliza camino del suelo.

-¡Estás preciosa!

Es momento de que retires también el sujetador.

-Mírate a los ojos, clava tu pupila en la que se refleja en espejo. Atrápala al igual que lo haces con la mía y no la dejes escapar.

-Suelta el broche del sujetador y retíralo muy lentamente descubriendo tus preciosas tetas. Pon la misma pícara sonrisa que pones cuando notas la impotencia de mis ojos para desclavarse de los tuyos por más que tiemblen en dirección a tus desafiantes pezones.

Solo queda la braguita.

-Desliza tus pulgares bajo el elástico y bájalas despacio. Ahora es mejor que liberes tus ojos tal y como lo haces tú con los míos.

-Disfruta de como la tela deja poco a poco al descubierto tu pubis hasta que todo tu sexo queda desnudo y deja que las braguitas caigan finalmente al suelo por sus propios medios.

-Mírate en el espejo y admira tu precioso cuerpo. Siente el frescor que acaricia tu sexo y como tus pezones se endurecen. Ese cuerpo que ves, el tuyo, es el cuerpo que deseo, el que me atrae y embelesa-

5.

Túmbate en la cama.

Tiéndete en la cama y ponte cómoda. Es hora de que vuelvas a tomar la rosa en tus manos.

-Lleva la rosa de nuevo hasta tu nariz y aspira profundamente su. Deja que el perfumado aire expanda tus pulmones mientras respira profundamente sintiendo como tus pechos reaccionan subiendo y bajando acompasadamente.

  • Desliza ahora la rosa por tu mejilla y baja por tu cuello sintiendo la suave caricia de sus pétalos en la piel. Hazlo despacio, tan solo rozando al igual que lo hago yo con las yemas de mis dedos cuando recorro tu cuerpo desnudo.

-Sigue ahora acariciando tus pechos con mi regalo. Deslízala por tus tetas y presta especial atención a los pezones. Mueve la rosa en círculos alrededor de tus areolas y siente como la dureza de tus pezones se incrementa hasta cotas insospechadas.

-Aprovecha ahora el rigor de tus pezones y úsalos como si de un insecto en busca de néctar se tratasen. Separa los pétalos de mi rosa con ellos, mueve la flor en una espiral entorno al pezón y aprovecha su dureza para abrirla y sentir como lo más suave acaricia a lo más delicado.

Es hora de abandonar tus pezones de caramelo. No temas pronto será mi boca la que juegue con ellos, pero ahora mi rosa debe continuar el descenso por tu cuerpo.

-Deslízala entre tus pechos y desciende acariciando tu abdomen. Da un par de rodeos entorno a tu ombligo y siente las cosquillas antes de continuar el descenso por tu vientre en busca de tu pubis. Acarícialo, mueve en círculos la rosa por él y siente el cosquilleo. Imagina que es el cosquilleo que sientes es el que te produce cuando soplo suavemente entre tus piernas.

  • ¿Tienes las piernas abiertas? Si no es así sepáralas.

-Lleva la rosa a través de tus ingles hasta la cara interior de tus muslos y acarícialos con un suave roce. Dudo si es más delicada la piel de tus muslos o los pétalos de mi rosa pero sin duda me gustaría sustituir la caricia de la flor por los besos de mis labios entre tus piernas.

-Llega hasta la rodilla y cambia ahora de pierna. Sigue el mismo camino pero esta vez hacia arriba por el nuevo muslo y al llegar a tu ingle entretente acariciándola.

-Es hora de que la rosa que te he mandado y la que tienes entre tus piernas se encuentren. Una mezcla de deseo y recuerdo hace que casi pueda oler el perfume de tu sexo desde tan lejos.

-Lleva el capullo hasta la parte baja de tu coñito y deslízalo hacia arriba rozando tu rajita suavemente, me encanta como tus labios vaginales reaccionan cuando los recorro besándolos y rozándolos con mi nariz.

-Vuelve a bajar por tu ingle y retoma el mismo camino hacia arriba. Con cada nueva pasada tu coñito se abre un poquito más y el néctar que tanto me gusta comienza a aflorar de entre sus labios, sí, creo que ya podemos incrementar la intensidad de las caricias cariño.

-Cierra los ojos y vuelve a llevar la rosa al inicio de tu delicioso chochito. Toma el capullo entre los dedos de tu mano y presiona tu rajita haciendo que los labios se abran y los pétalos de la rosa se empapen de tu dulce néctar. Deslízala hacia arriba por entre tus labios e imagina que es mi lengua la recorre cada uno de los pliegues de tu sexo bebiendo con avidez toda esa humedad que me regalas cada vez yacemos juntos.

-Sí, aprieta flor contra flor con los dedos de una mano y acaricia tu clítoris con los de la otra. ¿Está mi botón favorito tan excitado como yo al escribirte estas líneas? Así lo deseo.

-Hunde los dedos en tu sexo cariño, húndelos con fuerza, no importa ya si los pétalos de la rosa se separan por la intensidad de las caricias. Solo quiero que te corras, solo quiero que me sientas y que imagines que es mi glande el capullo que se hunde en tu gruta.

-Me encanta como se tersa todo tú cuerpo cuando el clímax se aproxima, como aprietas y contraes tu coñito arrancándome gemidos de placer. Hazlo ahora, hazlo ahora y aprieta tu rosa al igual que aprietas mi pene cuando se clava en lo más profundo de tu ser.

  • Hoy no podré yo derramarme para ti, pero tú lo harás por los dos. Sigue un poco más amor, sigue un poco más y regálame tu orgasmo en la distancia. Sí, así,

así,

así

-Como me gusta cuando te corres, es el mayor regalo que se puede hacer a un hombre. Tu respiración agitada, tus gemidos, tus músculos tensándose y ese pequeño temblor cuando al fin te abandonas, todo me hace desearte más y más. Hacer que te corras es mi juego favorito.

-Me ha gustado, ¿te ha gustado a ti amor? Cuanto me gustaría ocupar ahora mismo el lugar de esa rosa maltrecha entre tus piernas… pronto, muy pronto.