¿Por qué no probar? (Capítulo 5)

Tenía que admitir que para mí, esto estaba conviertiéndose en algo más importante. Ya no era sólo un juego. No quería probar y ya está. María realmente estaba empezando a gustarme como algo más...

La besé. La besé como nunca antes había besado a nadie. Al principio con ternura, una ternura que dio paso a un torbellino de pasión y desesperación. Introduje mi lengua despacio, saboreando cáda uno de los rincones de su boca, empapándome su calidez y deleitándome con la suavidez de su lengua. No podía, ni quería parar de besarla.

La dirigí lentamente a la cama, cuidándo de que no nos tropezáramos, y la tumbé en ella, posicionándome yo encima. Coloqué mis piernas a ambos lados de su cintura, quedando mi sexo encima del suyo. La sensación que me causó fue indescriptible. Estába muy excitada. Me notaba completamente mojada. Y a juzgar por la cara de María, podría jurar que ella también lo estaba. Ambas respirábamos agitadas. Nuestro pulso estaba acelerado. Estábamos a punto de cruzar el punto de no retorno.

.........................

Yo pensaba que quizás aún no era el momento adecuado para dar un paso más, pero mi cuerpo me decía todo lo contrario. Sin embargo, no tuve que tomar yo la decisión, ya que depronto oímos un ruido, y unos pasos... Y tuvimos muy a nuestro pesar que dejarlo ahí, pues no estábamos solas en la casa.

Nos pusimos el pijama, que eran unos shorts y una camiseta de tirantes, no sin robarnos unos cuantos besos más y hacer un poco de las nuestras, pero ahora ya con menos intensidad.

Estábamos hablando cuando abrieron la puerta. Era Eva, que había “revivido” y venía a cambiarse y cómo no, a dormir. Pero en dormir era en lo último que yo pensaba.

Me tocó en el centro. A un lado estaba María y a otro lado Eva...¡Qué situación! No sabía qué hacer, si moverme o quedarme quieta. Para colmo mi cabeza no paraba de pensar. Aunque finalmente, el sueño acabó por vencer la batalla.

Empecé a recuperar la consciencia con la sensación de una caricia...¡Pero qué bien se estaba así! Decidí no abrir los ojos de manera que, fuera lo fuese, no parara.

Notaba cómo unas manos se deslizaban suavemente por mi abdomen. Hacia arriba y hacia abajo. Con calma, sin prisa, pero sobretodo con delicadeza y dulzura. Fueron subiendo poco a poco, acariciando mi clavícula,mi cuello, mi mentón... ¡Pensé que quizás eso fuera el cielo!

Derrepente pararon. Y al poco noté una suave presión en mis labios. Sin dudar, correspondí a ese beso, sin haber abierto aún los ojos. Era un beso muy tierno, sin duda uno de esos besos que te transportan al paraíso...Aunque noté algo diferente. Finalmente abrí mis ojos, encontrandome con la atenta mirada de unos ojos verdes como esmeraldas ... ¡Era Eva!

Elena: ¿Eva?- dije con cara de confusión

Eva: ¡Buenos días! - dijo con una sonrisa pícara al mismo tiempo que se levantaba .- ¿Tostadas o cereales?- me dijo de lo más natural, cómo si nada hubiera pasado.

Menos mal que estábamos solas. María se había levantado ya, y al parecer había bajado con las chicas a la playa, ya que nos encontramos una nota que decía: “Cuando os despertéis dormilonas, ponéos el bikini y bajad a la playa. Os esperamos allí”

Sinceramente, no sabía qué hacer en esa situación. Me había pillado totalmente desprevenida... Aunque si algo tenía claro era que aceptar que pasara algo más entre nosotras era algo que no causaría más que problemas. Ya no era sólo yo, sino también María, con quién estaba empezando algo muy bonito. No podía echarlo todo a perder...

Elena : Oye, Eva... - comencé a decir.

Eva: Mira si es por lo de antes, olvídalo...Fue una completa estupidez.- dijo un poco avergonzada.

Elena: No te preocupes, está bien. No es que me haya molestado...Sino que “no estoy disponible”.- le dije para aclararle un poco.

Ví cómo cambiaba la cara de Eva. Creo que se sorprendió ante mi respuesta, ya que no imaginaba que el principal problema fuera que yo tuviera “algo”.

Eva: ¿En serio? Es toda una pena... Aunque no me extraña que una chica tan guapa cómo tú ya tenga pareja. ¿Y quién es el afortunado o ... afortunada?- dijo indagando.

Elena: Mmm.. No creo que la conozcas.- mentí a sabiendas de que era una mentira fácil de cazar. Sólo era cuestión de tiempo.

Por suerte todo quedó ahí, no hubieron más preguntas, ni más comentarios al respecto. Yo por mi parte decidí no darle más importancia al asunto, y creo que Eva hizo lo mismo. No obstante, no podía negar que yo no era de piedra, y que aquel beso, realmente me había gustado. Yo lo sabía, y ella lo sabía.

Nos pusimos rápidamente los bikinis para bajar a la playa. También hicimos unos bocadillos, para no tener que volver a casa a comer, y así poder disfrutar por completo de la mañana. Fuimos con todos los bultos a cuestas para terminar así de “instalar el campamento”.

Durante el camino, no pude evitar echarle una miradita a Eva. Estaba realmente buena. Alta, cuerpo esbelto, culo perfecto, y una delantera envidiable. Llevaba puestas sus Rayban y el pelo recogido en una cola alta, lo que le daba un aspecto de lo más sexy... Derrepente me miró y me sonrió. Creo que se había dado cuenta de que la estaba observando..

En tan sólo diez minutos ya estábamos bajando la escalinata que nos dejaba en la playa. Nos bastó andar unos cuantos metros para encontrarnos con unas animadas Carmen, Marta y María, que al parecer ya se habían tomado unas cervecitas.

Carmen: Pero mirad quienes están aquí, ¡si son Eva y Elena! - nos dijo dándonos un apretujón a cada una.

Marta: ¡A buenas horas, chicas! Un poco más y tenemos que volver a casa...- dijo ella.

María estaba tomando el sol, pero al oir nuestra llegada se incorporó de un salto, y vino también a saludarnos.

María: ¡Hola guapas! ¿Os ayudo con lo que lleváis? - dijo cojiendo una de las sillas que llevaba yo, rozando sútilmente mi mano, mientras me miraba y sonreía.

Con ayuda de todas, dejamos las cosas por allí, terminando de levantar nuestro improvisado campamento, y nos quitamos los vestiditos que llevábamos para bajar a la playa, quedando en bikini, como las demás.

María : Chicas, estoy muerta de calor, ¿alguién se viene a darse un chapuzón?- propuso María.

La verdad es que después de la caminata yo también estaba bastante acalorada. Me apetecía ese baño.

Elena: ¡Sí! Yo me apunto – le dije guiñándole un ojo.

Las demás optaron por quedarse en la orilla charlando y tomando el sol, lo cual, para ser sinceros me parecíó más que perfecto.

El agua estaba fresquita al entrar.. Un par de olas bastante altas terminaron por mojarme hasta más arriba de la cintura, así que finalmente opté por sumergirme por completo. Siempre me costaba un poco acostumbrarme al primer contacto con el agua. Tenía la “piel de gallina”.

María: ¿Es que tienes frío? - dijo mientras tiraba de mí para acercarme hacia ella.

Elena : Sí – dije con una gran sonrisa - estoy helada- exageré.- ¿Crees que puedes hacer algo por mí?- le dejé caer.

María: A ver, a ver... ¡Algo podremos hacer!- dijo poniendo sus manos alrededor de mi cintura.

Me entró la risilla floja. La típica risa de “me pongo nerviosa, porque sé lo que vas hacer”.

María comenzó a mover sus manos. De la cintura subió hasta mi abdomen, y del abdomen volvió a bajar a mí cintura, con la intención de seguir ese recorrido descendente, que ya se tornaba peligroso. Me estaba manoseando de una manera que me volvía loca. Obviamente, del frío ya ni me acordaba.

María: ¿Qué tal está el agua, cariño?- dijo divertida - ¿Fría?

Elena: Eeh...Está bien.- atiné a decir.

Si ahora seguía con la piel de gallina, no era precisamente por la temperatura del agua. Me tenía a cien. ¿Cómo podía ponerme esta mujer así?

Noté cómo sus manos ya estaban “ahí”. Me tocaba por encima del bikini, rozaba suavemente cada centímetro de mí cosita. Noté cómo un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Derrepente sus manos se pararon en seco. Me miró, y con una sonrisa malvada echó a correr.

María : ¡Idiota la última!- dijo mientras corría hacia orilla riendose.

Elena: ¡Serás...! - dejé la última palabra en el aire.

¿Cómo me había dejado así? ¡Si estaba que echaba humo! Me sumergí un par de veces para quitarme el sofocón, y salí del mar... ¡Me las pagaría!

Coloqué mi toalla y me tumbé a tomar el sol al lado de ella. ¡Estaba tan guapa! La miré y abrió los ojos, dándome el lujo de contemplar ese color azul que me tenía cautivada. Yo simplemente sonreí cómo una boba, porque así es cómo me sentía cada vez que estaba con ella, cómo una completa atontada...

Tenía que admitir que para mí, esto estaba conviertiéndose en algo más importante. Ya no era sólo un juego. No quería probar y ya está. María realmente estaba empezando a gustarme como algo más...

.....................................................

Aquí os dejo el quinto capítulo. Gracias por todos vuestros comentarios, es emocionante leerlos. Es una de las cosas más bonitas que tiene escribir relatos: ver vuestras impresiones.

Siento tardar tanto en subir las continuaciones. Es que con esto de las vacaciones y tal, estoy un poco dispersa...jajaja

Espero que os guste esta parte.

Un saludo,

Eli.