¿Por qué no probar? (Capítulo 4)

Dejemos las dudas:llegó la hora de sincerarse.

La alcancé cuando ya estaba casi en la barra del local, y le tiré del brazo suavemente para que se diera la vuelta.

Elena

: ¿Se puede saber que te pasa a tí? .-

le dije entre confundida y enfadada.

Allí estaba María mirándome con esos ojos cristalinos, sus ondas rubias le caían a ambos lados de la cara, y sus labios pintados de rojo me hacían perder la cordura por momentos.

María

: ¿Que qué me pasa? -

dijo haciendo una pausa

  • ¿Es qué no te das cuenta? TÚ me pasas.-

dijo finalmente.

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Y sin dejar tiempo para más, me tomó la cara entre sus manos y me dió un beso. Fue un beso tierno, que me pilló totalmente por sorpresa, ya que no pensé que se atreviera a darme un beso así, en un sitio cómo ese. Pero sin duda yo se lo correspondí. En ese momento sólo éramos ella y yo, lo demás dejó de importar.

Nos separamos, no sin sentir cómo la gente de nuestro alrededor nos miraba. No podía creer que hubiese pasado lo que había pasado. Por suerte nuestras amigas no se habían enterado, pues nos habíamos alejado bastante del lugar dónde ellas estaban.

Elena:

¡Guau! No pensé que fueras así de impulsiva...-

le dije sorprendida

María:

Creo que hay demasiadas cosas que aún no sabes sobre mí.-

me dijo haciéndose la interesante

  • Pero no te preocupes, que yo te las mostraré-

finalizó con una sonrisa pícara.

Me encantó ese gesto final, así que decidí responder a su provocación y me acerqué a ella tomándola por la cintura.

Elena:

Y yo estaré encantanda de que me las enseñes-

le dije al oido pasando mi lengua por su lóbulo para terminar dándole una mordida.

Noté cómo eso la había calentado. La miré y sus ojos eran puro deseo. Sin embargo, tendría que esperar... Me encantaba esa mirada de lujuria, quería jugar un poco más aunque tuviese yo misma que pagar también, pues estaba igual o más cachonda.

La cogí de la mano y me dirigí hacia donde estaban las demás, iba siendo hora de volver y dar señales.

Carmen: ¡Hombre, las desaparecidas!- dijo Carmen al vernos aparecer.

Marta : Algo interesante por el camino, ¿o qué?- dijo con una sonrisa maliciosa.

María: ¡Qué va!, es que había mucha cola para el aseo- mintió María.

Miré hacia donde estaba Eva, qué se veía bastante contenta. Creo que llevaba unas cuántas copitas de más. Se le había acercado un chico bastante mono. Estuvieron hablando un rato, pero en cuánto el chico se le lanzó, ella claramente le paró los pies. La verdad, poco sabíamos de Eva y sus novios... Parecía una chica sensata. Todas pensábamos que quizás no le iba lo de tener “ una noche loca”.

Pronto se reunió con el grupo, diciendo:

Eva : Deverdad chicas, algunos tíos confunden el ser amable, con querer algo más... ¡Baah! ¡Qué les den a todos!- dijo con una carcajada- Hoy es nuestra noche, ¡noche de chicas!

Y seguimos todas bailando, dándolo todo. Fue una noche excelente, nos lo pasamos muy bien. La cámara no paró de disparar el flash a cada momento, y las copas iban una detrás de otra.

Nos quedamos hasta después del amanecer. Salimos a las 8 de la mañana, hora perfecta para ir a tomarnos un buen desayuno. Había un puesto de churros justo al lado, así que decidimos no complicarnos demasiado y tomar eso: churros y chocolate. Lo que dio para unas cuántas bromas mañaneras.

Marta: ¡Pero mirad chicas! ¡Si al final hemos mojado todas!- dijo mientrás metía un churro dentro de su vaso de chocolate.

Carmen : ¡Pues es verdad! Aunque para qué engañarnos, no era la forma en la que esperábamos... - Dijo dándole un poco de realismo a la mañana.

Eva : Desayunando churros...¡Qué irónico! - Dijo Eva poniéndo punto final a las bromitas.

Marta, que apenas había bebido, era la que le tocaba llevarnos de vuelta a casa. Todas las demás íbamos un poco tocadas a causa del alcochol.

Llegamos exaustas tras una noche de locura. Eva, apenas entró por la puerta se tiró al sofá, de dónde parecía que ya no pretendía moverse. Por otro lado Carmen y Marta se fueron a su habitación. Finalmente quedamos María y yo que, puesto que Eva se había quedado muerta en el sofá, teníamos la cama de matrimonio sólo para nosotras.

Entramos en nuestro cuarto, y María que fue la última en pasar, cerró la puerta. Parecía que tenía ganas de guerra... Y si guerra quería, guerra tendría.

Nos miramos por un instante. María vino pronto hacía mí tomándome entre sus brazos y plantándome un beso que me dejo extasiada.

María : Me moría de ganas por hacer eso. No sabes cuánto me cuesta tener que reprimirme y fingir que sólo sómo amigas..¿Sabes? Va a ser difícil mantener esto en secreto.- Dijo sincerándose conmigo

Elena : Te entiendo. A mí me pasa lo mismo...Pero no creo que nuestras amistades estén aún preparadas para ello. Tampoco debemos precipitarnos, hasta que no sepamos nosotras mismas “qué es esto”.- dije yo pensativa.

María: Mira Elena, yo no sé qué me pasa contigo. No sé cuando, ni cómo pasó esto... Simplemente sé que no puedo dejar de pensar en tí, que espero con ganas el momento de volver a verte,que muero de celos si alguien se te acerca, y que si me das un abrazo, siento que el mundo se detiene y no existe nada más. No tenemos por qué ponerle etiqueta a los sentimientos. Simplemente están ahí. Vivámos de la forma en que los sentimos...- finalizó mirándome con esos ojos celestes.

Me dejó sin palabras. Era tan bonito eso que acaba de decirme que no quería estropear el momento con más dudas o palabras absurdas, así que hice simplemente lo que en ese momento el corazón me pedía: besarla.

La besé. La besé como nunca antes había besado a nadie. Al principio con ternura, una ternura que dio paso a un torbellino de pasión y desesperación. Introduje mi lengua despacio, saboreando cáda uno de los rincones de su boca, empapándome su calidez y deleitándome con la suavidez de su lengua. No podía, ni quería parar de besarla.

La dirigí lentamente a la cama, cuidándo de que no nos tropezáramos, y la tumbé en ella, posicionándome yo encima. Coloqué mis piernas a ambos lados de su cintura, quedando mi sexo encima del suyo. La sensación que me causó fue indescriptible. Estába muy excitada. Me notaba completamente mojada. Y a juzgar por la cara de María, podría jurar que ella también lo estaba. Ambas respirábamos agitadas. Nuestro pulso estaba acelerado. Estábamos a punto de cruzar el punto de no retorno...

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Siento haber tardado tanto en escribir la continuación, he estado de viaje unos días... Y también siento que esta vez sea tan cortita. Últimamente no tengo mucha motivación... Pero quiero seguir con la historia.

Gracias por vuestros comentarios, de verdad que agradezco vuestras palabras.Son las que me animan a continuar escribiendo. Intentaré subir el siguiente capítulo lo más pronto posible.

Un saludo,

Eli.