¿Por qué no probar? (Capítulo 1)

Elena, una chica de 18 años comienza la carrera de Enfermería llena de ilusión, pero también de dudas sobre qué es lo que quiere y qué es lo que siente ¿Logrará descubrirse a sí misma?

Tic.Tic.Tic.Tic.

(Suena el despertador)

Me llamo Elena, tengo dieciocho años, y comienzo la carrera de Enfermería. Mido 1’70, soy más bien rubia (castaña con mechitas) y de ojos oscuros, casi negros. Mi piel no es blanca, pero tampoco morena… Digamos que estoy en el punto medio. Labios carnosos. Considero que tengo un cuerpo proporcionado, ni muy delgada, ni gorda.

Las 7.00.

¡Noooo! Odio levantarme por las mañanas. Aunque el día era especial, por lo que me levanté sin rechistar. Comenzaban las clases: mi primer día de Universidad. Estaba nerviosa ya que ¡no conocía a nadie!

Me levanté de un tirón, hice apresuradamente mi cama y abrí el armario de par en par dispuesta a buscar el mejor modelo para presentarme a mi nueva clase.

He de admitir que soy una chica bastante coqueta, y me gusta cuidar hasta el mínimo detalle. Dicen que “la primera impresión es lo que cuenta” y por si acaso, intento cuidar mi imagen.

Así pues, tras probarme siete u ocho camisetas y sacar tres pares de pantalones, opté finalmente por colocarme unos pitillo vaqueros bien ajustaditos y una camiseta de transparencias floral. Un conjunto un poco atrevido, pero a la vez no desentonaba, pues era el día de la presentación y era obligatorio ir arreglada. Me alisé el pelo, dándome cuenta de lo largo que lo llevaba ya, ¡me llegaba a media espalda! Me maquillé un poco: polvos, colorete, brillo y… ¡tachán! Ya estaba lista. El resultado era espectacular. Cogí mi bolso y me fui directa a la Universidad.

Las 8.40.

Ya llegaba tarde. ¡Cómo siempre!

La presentación tuvo lugar en el salón de actos, pues éramos los 3 grupos de Enfermería y no cabíamos en un aula de las comunes. Abrí la puerta, rápida y sin pensar, viendo cómo 200 cabezas se giraban para mirar. En ese momento noté cómo me subía un calor por todo el cuerpo, hasta notar ardiendo mis mejillas. ¡Cómo no! Ya estaba más roja que un tomate. Me senté al final, intentando entorpecer lo menos posible la charla que ya estaba en marcha. Después del sofocón inicial, me tranquilicé, y me dispuse a examinar la sala más atentamente.

Actualmente estoy en una época bastante confusa de mi vida. No me aclaro. He estado con chicos… Pero no consiguen llenarme. Siento vacío. Por otro lado, desde siempre he pensado que las mujeres tienen algo mágico. Una sutileza y un estilo únicos. Son delicadas, hermosas… Nunca pensé que me gustasen, creía que era admiración, pero últimamente me sorprendo a mí misma pensando de una manera diferente. Las miro diferente. Creo que sí me gustan. Y si os digo la verdad… ¡Me muero de ganas por probarlo!

Estaba sentada al lado de una chica bastante mona. En lo primero que me fijé fue en los ojazos que tenía. Eran azules. De un azul claro, casi gris. Su pelo era rubio natural. Tenía la cara redondita, y unos labios perfectamente delineados. La verdad es que me dejó hipnotizada… Tenía que decirle algo, ¡no me podía quedar así!

Elena : Menuda charla más entretenida… ¿verdad? –

intento deslumbrarla con mi mejor sonrisa-

Chica : -

Me mira sorprendida

y

se rie por lo bajito

– Y qué lo digas, ya podían ahorrarse estas presentaciones tan pesadas…

Elena : Por cierto, me llamo Elena. Creo que seremos compañeras de facultad… ¡Futuras enfermeras! –

Le guiñe el ojo

Chica : Sí, que tiemblen los enfermos, ¡que allá vamos! –

dijo bromeando

.

Me encantaba esta chica. De verdad. Creo que podría estar mirándola horas. Y de hecho, disimuladamente, así estuve durante toda la ceremonia inaugural. Qué pena que no pudiéramos seguir hablando…

En ese momento, el rector nos dijo que nos podíamos marchar pues ya había terminado el acto. Y en un abrir y cerrar de ojos la gente comenzó a levantarse como si de un torbellino se tratara, y cuando quise darme cuenta, la chica ya no estaba. ¡Mi enfermera había desaparecido¡ Y lo peor es que… ¡no sabía ni cómo se llamaba!

Al llegar a casa, no podía dejar de pensar en esa desconocida y enigmática mujer. ¿Cómo se llamaría? ¿La seguiría viendo en la facultad?... Y esos ojos… De verdad que me habían hechizado.

Al día siguiente, me levanté tarde. El despertador había dejado de funcionar… ¿Por qué? Yo que me había propuesto ser puntual (en un principio)… Me enfundé en unos vaqueros, me puse una camiseta y me coloqué los primeros zapatos que vi. Un conjunto casual, pero no desarreglado. Y me fui volando a la Universidad. Al llegar al largo pasillo que conducía a las clases me di cuenta de que no era la única que llegaba tarde . Allí estaba la hermosa señorita rubia de ojos cristalinos. Al verme me dedicó una sonrisa , y me saludó:

Chica : ¡Buenos días Elena! Llegas un poco tarde, ¿no?

Elena : ¡Hola guapa Lo dice la que llega temprano… –

Le lancé adrede

  • La verdad es que llegamos más de !15 minutos tarde, ¿qué hacemos? ¿Entramos? A mí me da vergüenza… -

Dije bastante apurada (yo es que soy lo más vergonzoso qué pueda existir en el planeta)

-

Chica : ¿Cómo que si entramos? ¡Pues claro que entramos! Para eso hemos venido…

De repente me cogió de la mano, temiendo que fuera a huir en cualquier momento por mi comentario anterior. Abrió la puerta de la clase y juntas nos movimos hacia dos sitios libres que había cercanos a la entrada.

¡Ufff! Creo que casi desvanezco ante el contacto de su mano. Me puse de los nervios, y no sé si fue por entrar tan tarde a clase, o por el simple hecho de entrar de la forma que lo hice con ella.

Chica : ¿Ves? ¡Si no ha sido para tanto! Eres una tontita…-Me reprocho cariñosamente-

Elena :¡Aahh! Con que tontita, ¿eh?... No seré yo quien entre de nuevo a clase cuando llegues tarde… -

Le dije para seguir con el juego

-

Chica : ¡Va, venga Elena! Con lo estupendo que ha estado... ¿No te encanta sentir cómo te sube la adrenalina cuando todos te observan?

Elena : -- ¡Uui, si! No veas, chica, me fascina...-

dije irónicamente

.

Me gustaría sentir la adrenalina por otra razón, la verdad.. jeje

Chica : ¡Pero qué vergonzosa eres! -

me dijo dándome un pellizquito en la mejilla.

Y así pasó la clase entre bromas y tonterías... Esta chica me tenía atontada. Era sumamente perfecta. Tras finalizar la clase, me acordé de que aún no sabía cómo se llamaba...¡Qué delito!

Elena: Por cierto, rubia, no nos hemos presentado como Dios manda, porque yo no sé cómo te llamas... Estamos en desigualdad de condiciones.

Chica : jajajaja Pues si, ¡es verdad! Pérdoname... Soy todo un desastre. -

un desastre encantador, en mi opinión

  • Me llamo María-

y nos dimos dos besos.

Un par de besos que me parecieron demasiado cortos...Quería algo más. Pero tendría que ver cómo.

Elena: Entonces...¿ya somos oficialmente amigas? - Le dije con una gran sonrisa.

María : ¡Pues claro tonta! Ven, que te voy a presentar a unas compañeras de clase.

Aprovechando el intercambio de clase me presentó a algunas de sus amigas. Marta, que era morena, de pelo rizado, y no muy alta (

la empollona

). Eva, castaña con ojos verdes, estatura media, muy bonita, la verdad (

la rompecorazones

). Y Carmen, una chica un poco rellenita, pero muy carismática y divertida (l

a chistosa del grupo

). Y nosotras, dos rubias que no nos quedábamos nada atrás. Era un grupo bastante majo, en el cual encajé bien desde el primer momento.

Nos sentamos todas juntas, en las mesas cercanas a la ventana, y pronto dió comienzo otra de las clases: nutrición. El profesor se presentó, era joven, y bastante simpático, aunque aun así, la asignatura tenía pinta de ser un “coñazo”...

Profesor: Bueno chicos, está ya programado el primer trabajo del curso que me tendréis que entregar la semana que viene. Hay que hacer grupos de dos y elaborar un menú bajo en calorías.

¡Ahhh! ¡Trabajo en parejas! Esa era mi oportunidad...

Elena: María, ya que somos oficialmente amigas...¿qué te parece si nos ponemos juntas?

María : Oye, pues...¡Me parece genial! Jajaja – me dijo guiñándome el ojo

¡Objetivo conseguido! Haríamos juntas el trabajo.

Acordamos vernos dentro de dos días con las ideas claras, y el menú planificado para ensayarlo en una casa. Aprovechando que mis padres no estarían ese día en la mía, la ofrecí para preparar la comida y luego de paso comer.

La verdad es que había pasado muy poco tiempo, pero María y yo parecía que nos conocíamos ya de toda la vida. Habíamos cogido bastante confianza, cosa que sin duda me gustaba mucho, pero a la vez me daba miedo.... Me asustaba la idea de que mi cariño pudiera convertirse en algo más...Enamorarme de ella podía ser peligroso, sin embargo, estaba dispuesta a correr el riesgo.

Este es mi primer relato. No me había decidido a escribir nunca... Pero he optado por descubrir mi faceta cómo escritora. Hay que probarlo todo, o eso dicen... ¿no? :)

Espero que os guste.

Un saludo,

Eli.