¿Por qué no me quieres? (6)

El mundo de la Peque está a punto de desmoronarse al enterarse del nuevo amor de su hermano. Pero la Peque no se da por vencida

Jesús estaba nervioso. Lisa, también. Juntaron sus cuerpos y se besaron con pasión. Las manos de Jesús recorrieron la espalda de la chica hasta llegar a su duro culito, que acarició con mimo. Lisa no dejaba de restregarse contra la dureza que sentía contra su cuerpo.

Se desnudaron el uno al otro. Jesús admiró la belleza de ella. Su piel blanca, muy blanca, en contraste con su negro pelo, en contraste con su negro pubis. Lisa tenía clavados sus ojos en la polla de Jesús, que la miraba, desafiante. Llevó su mano hacia allí y la tomó. Era caliente, suave, dura. La recorrió, transmitiendo placer a Jesús.

Los dos, sin dejar de besarse, cayeron en la cama. La mano de Lisa, acariciando la dura estaca. La lengua de Jesús lamiendo sus duros pezones.

-Jesús...te..deseo.

-Y yo a ti Lisa. Eres..preciosa.

Llevó una mano a su coñito. Primero acarició su suave vello púbico, para luego pasar los dedos por la rajita. La encontró mojada, babosita. Era una delicia pasar sus dedos y sentir como el cuerpo de Lisa se estremecía de placer, como ella gemía suavemente. Sin dejar de acariciarla, empezó a bajar lentamente su cabeza por su cuerpo, basando y lamiendo su piel a medida que descendía. Cuando llegó al monte de venus, aumentaron los gemidos de Lisa. Nunca nadie la había besado en ese lugar.

La mano que acariciaba el coñito pasó a acariciar los muslos, siendo sustituida por los labios y la lengua de Jesús. Se acomodó entre las piernas y admiró aquel húmedo sexo.

-Qué cosa más linda.

Pasó la lengua sobre toda la hendidura. El sabor le encantó. Lisa tenía los ojos cerrados y se mordía el dedo índice. El placer que Jesús le estaba dando con sus caricias era maravilloso. Sentía su lengua subir y bajar por su coñito. Le encantaba como hacía círculos alrededor de su clítoris, como lo atrapaba entre sus labios, chupándolo suavemente, y como le daba toquecitos con lengua.

-Aggggg Jesús....que....me...haces..

No contestó. Siguió comiéndole el coño con placer. Quería hacerla correr con su boca, demostrarle lo que sentía por ella. Bajó un poco e introdujo la lengua en la vagina. La notó estrechita. Lisa no dejada de gemir, su coñito de rezumar aquel sabroso líquido que Jesús tragaba con gusto.

Lisa sintió la llegada del placer. El orgasmo nació en su ser poco a poco, subiendo de intensidad poco a poco. Su espalda se fue separando de la cama, arqueándose, hasta que al final se produjo la explosión orgásmica, que le dejó todo el cuerpo tenso, sus músculos recorridos por el placer, focalizado en aquella maravillosa lengua que no dejó de moverse durante todo el orgasmo. Cuando su espalda volvió a tocar la cama, tuvo que apartar la cabeza de Jesús de entre sus piernas, pues él seguía lamiendo y chupando y su coñito había quedado muy sensible.

Jesús la miró desde entre las piernas, sonriendo. Ella lo miró. Tenía los alrededores de la boca brillantes.

-Uf....Jesús...que cosa más rica me has hecho.

-Ha sido un placer. Tu coñito está riquísimo

-Jajaja! Entonces te debe gustar mucho el marismo

-Jajajaja! Bastante.

Se puso a su lado y se volvieron a besar. La boca de Jesús sabía a ella. Sus manos no dejaban de acariciarla. Y contra su muslo, la dura polla.

-Házmelo...

No tuvo que repetírselo. Con cuidado, Jesús se subió a ella, que lo esperaba con las piernas abiertas. Se miraron a los ojos mientras a tientas, Jesús buscó la entrada. Cuando la encontró empezó a empujar con cuidado, despacito. El coñito de Lisa era muy estrechito y el placer que sentían al entrar en él era sublime. De repente, notó una barrera.

-AG! - Lisa gimió de dolor. - con cuidado...

-¿Nunca lo habías hecho?

-No...es mi primera vez.

Jesús no podía creer que aquella chica tan preciosa nunca hubiese tenido relaciones antes. Se sintió , por una parte, halagado de que fuera él el primero, y abrumado al mismo tiempo por la responsabilidad. Aunque con su hermana también fue el primero, cuando lo hizo estaba borracho y no se acordaba. Ahora estaba plenamente consciente..

-¿Estás segura?

-Sí...mi amor...lo estoy.

Mi amor. Le había dicho mi amor. La besó con ternura y siguió empujando hasta vencer la resistencia. Notó la súbita tensión del cuerpo de Lisa.

-¿Estás bien?

-Sí...pero...para..un momento...me duele un poco.

Jesús se detuvo. La miró a los ojos. Sus ojos estaban brillantes. Mi amor. Le había dicho mi amor.

-Lisa...te quiero.

-Y yo a ti....

Sus labios se juntaron y se besaron con ternura. Ella se sentía llena, con aquella dura barra clavada dentro de ella. El dolor iba desapareciendo poco a poco. Llevó sus manos a las nalgas de Jesús y las empujó contra ella, indicándole que se moviera. Él la entendió y empezó una suave y lenta penetración.

-Agggggggg

-¿Paro?

-No no...me gusta..no...pares...así...despacito...

La besó en la frente mientras empujaba dentro de ella, profundamente. Las manos de Lisa lo atrajeron hacia ella.

-Ummmm Jesús....que placer.....más...más....

Torció la cabeza hacia un lado, ofreciéndole su cuello. Jesús se lo besó, aumentando el ritmo de sus caderas. Ahora sentía sólo placer, tan distinto al placer que se daba ella a sí misma cuando se masturbaba. Ahora estaba con Jesús. Sentía su calor, sus caricias y... su polla dentro de su coño, taladrándola.

Y una vez más el placer le llegó, naciendo en lo más íntimo de ella e irradiándose por todo su ser.

-Mi amor....me ...voy... a correr.....agggggg que...placer...dios mío..que....

Jesús aceleró sus movimientos. Él también estaba a punto y quería corredse con ella, pero Lisa estalló debajo de ella. Su pecho se apretó contra el suyo, y su apretado coñito empezó a tener espasmos alrededor de su polla. Gemía de placer. Jesús sintió su propio orgasmo estallar y sacó su polla rápidamente del acogedor coñito y se corrió sobre su pubis y su barriga. Luego, jadeando, quedó tumbado al lado de Lisa.

Se miraron y se sonrieron. Lisa se miró y vio todo el semen encima de su cuerpo.  Llevó una mano y lo tocó, esparciéndolo.

La abrazó con amor.

-¿Cómo es que eras...?

-¿Virgen?

-Sí

-No había encontrado el hombre adeudado.

-Vaya! Pues....me halagas.

-He tenido un par de novios, pero no pasamos de caricias y alguna pajilla....pero nada más.

-Espero haber estado a la altura.

-Ha sido maravilloso, bobo

Se besaron más y más, como los dos enamorados que eran. Lisa se dio cuenta de que tenía un poco sangre, así que fue al baño. Jesús admiró su bello cuerpo, su precioso culito mientras se iba.

Estaba enamorado. De eso no cabía duda. ¿Y ahora? ¿Cómo se lo diría a la Peque? ¿Qué pensaría ella? Estaba ensimismado en sus pensamientos y no se dio cuenta de que Lisa había regresado. Volvió a la realidad cuando ella le empezó a besar una rodilla.

-Hola. ¿En dónde estabas?

-Eh? Oh..nada, nada..pensaba

-¿En qué?

-En...lo feliz que estoy al haberte encontrado.

Lisa fue subiendo poco a poco, besando los muslos. La polla de Jesús empezó a cobrar vida..Él se dio cuenta de que también estaba un poco manchada.

-Oh, espera...estoy manchado.

-Tachaaaaaaaaaaaan! - dijo Lisa mostrándole una toallita mojada que había traído.

Le cogió la polla, ya bastante dura, y se le limpió.

-Huy, está fría...

-Pobrecita pollita...

Se acercó y le dio un beso en la punta. Luego otro, y otro. Abrió la boca y la metió dentro, dándole suaves chupaditas.

-Agggg, así está mejor..más...calentito.

Jesús se apoyó en los codos para poder mirar como Lisa empezaba a chuparle la polla, despacito, muy sensualmente. Le miraba a los ojos y pasaba la lengua por todo el tronco, acariciándola con la cara. Le pasaba la lengua alrededor del capullo, y luego se metía la polla en la boca, hasta la mitad. Subía y bajaba, succionando.

-Ummmm Lisa...que...bien...

Ella no decía nada. Sólo lo miraba y sonreía. Preciosa, con su blanca piel, su cabello negro cayéndole sobre los, y su polla en su boca. Su lengua enroscándose alrededor.

Durante varios minutos, sus miradas no se separan. La caliente boca de Lisa cada vez se movía más aprisa, hasta que Jesús empezó a notar el nacimiento de su segundo orgasmo.

-Ummm Lisa....me vas a ...hacer correr si sigues así...

-Quiero que seas el primero en todo...córrete en mi boca.

Volvió a meterse la polla en la boca y chupó con más fuerza. Jesús no pudo más y empezó a correrse. Cada chorro que lanzaba en la boca de Lisa hacía que ella entornara los ojos. La boca se le fue llenando de semen. Parte se lo tragó y el resto resbaló por la comisura de sus labios y fue bajando por la polla, hasta formar un charquito en el pubis de Jesús.

Lisa se sacó la polla de la boca y al miró. Vio los restos de semen.

-Sabe raro.

-Bueno..no tienes que dejarlo caer en tu boca si no quieres.

-No he dicho que no me guste.

Para demostrarle lo que le decía, le empezó a lamer y chupar la lechita que había caído de su boca, hasta dejarlo bien limpio. Volvió a su lado y lo besó. Ahora era Jesús el que probaba su sabor en la boca de ella.

Se quedaron abrazados y acariciándose suavemente por mucho tiempo, hasta que Jesús se tuvo que ir.

Y durante todo el tiempo que tardó en llegar a casa, pensaba en la Peque. En como se lo diría. En cuanto entró por la puerta, la Peque se tiró en sus brazos.

-Mi amor!! ¿En dónde estabas? Te he echado mucho de menos.

-Hola Peque.

María fue a besarlo. Lo deseaba. Deseaba que la llevara a su cuarto y le hiciera el amor salvajemente.. Pero él la rechazó.

-Peque, tenemos que hablar.

-¿De qué?

-Vamos al salón.

Se sentaron. El corazón de la Peque le latía con fuerza. Se temía que lo que le iba a contar no le iba a gustar.

-Verás....

-¿Has vuelto con Blanca? - preguntó, asustada.

-No..No se trata de Blanca...Es...otra chica.

La Peque pensó que se iba a desmayar. Aunque nunca pensaba en esa posibilidad, en lo más profundo de su mente sabía que este día llegaría. Sus manos cayeron, sin fuerza, sobre sus muslos. Sus ojos se llenaron de lágrimas, que cayeron por sus mejillas.

-¿La...la quieres?

-Con todo mi corazón. La amo.

Se sintió floja y cayó hacia su hermano, que la abrazó con fuerza.

-¿Por qué no me quieres? - preguntó, bajito, con un hilillo de voz.

-Claro que te quiero, Peque. Muchísimo.

-Pero a ella...a ella la..amas.

-Si. Amo a Lisa

-¿Lisa?

-Sí, se llama Lisa.

Las lagrimas, en silencio, seguían cayendo por las mejillas de la Peque, mojando la blusa de Jesús.

-Es un nombre bonito...¿Es linda?

-Es...preciosa.

Fue como un puñal en su corazón. Su mente buscaba con rapidez una solución. No podía perder a su hermano. Lo amaba con locura. En un vano intento de seducirlo, llevó una mano a su bragueta, pero él la quitó.

-No Peque. Lo siento, pero lo nuestro no puede continuar.

-¿POR QUE NO? No me importa que la veas a ella, pero no me dejes a mi...por favor, mi amor.

El corazón de Jesús también se estaba rompiendo. Al final estaba haciendo sufrir a su hermana. Y todo por no haber parado la situación desde el principio.

-Peque...nunca debimos llegar tan lejos. Todo ha sido culpa mía..Tu..tu cuerpo me excitaba, y no medí las consecuencias. Sólo me importaba el placer que me dabas.

Ella vio por ahí un atisbo de solución para no perderlo.

-Mi amor..yo te puedo seguir dando ese placer. No me importa que no me ames... Pero úsame ..para tu placer...úsame...sólo quiero estar contigo.

-¿No entiendes que no puede ser, María? Sería engañarte a ti, engañarla a ella y a mi mismo.

La Peque se sintió derrotada. Se levantó y se fue a su cuarto. Se echó sobre la cama y lloró desconsoladamente. Cuando Jesús fue a verla, le gritó.

-DEJAME!!! Vete con ella si la prefieres...VETE!

La dejó. Mientras se iba, oía sus llantos. Jesús también tenía ganas de llorar. Pero como hombre, lo evitó.

Esa noche, la Peque no quiso cenar con sus padres y con Jesús. Dijo que se sentía mal. Su madre le llevó algo de cena, que apenas probó. Se quedó en la cama. Ya no lloraba. Maquinaba.

Por la noche, cuando todos dormían, sintió la necesidad del calor de su hermano. Desnuda, como siempre que iba a verlo, entró en su cuarto y se acostó a su lado. Pero sólo lo abrazó. Él no la rechazó. La acogió con dulzura y le acarició el pelo. Al poco, ella dormía.

Se despertó a media noche. Su hermano dormía. En la penumbra, lo miró largo rato. Se dijo que nadie se lo quitaría, jamás. Ni esa Lisa ni nadie.

Pero...lo amaba. Y si él amaba a Lisa como ella lo amaba a él, no podría hacer nada.

Volvió a su cuarto. No podía dormir. Necesitaba a su amor. Su calor, su olor...el placer...todo. Se llevó la mana a su coñito y se empezó a acariciar, pensando que era Jesús quien lo hacía. No tardó en correrse, gimiendo, susurrando el nombre de Jesús.

Y en pleno orgasmo, una loca idea cruzó su mente. Si no podía separar a Jesús y Lisa, quizás...

Era una remota posibilidad, que le llevaría tiempo, pero si le salía bien, él no la dejaría.

CONTINUARÁ