¿Por qué no me quieres? (4)

Al fin la Peque consigue lo que tanto deseaba. Que su hermano le haga el amor y la haga mujer de verdad

Los labios de Jesús parecían tener corriente, pues cuando la besó la sintió correr por su cuerpo. Su cuerpo desnudo se pegó al de él. Jesús sintió su cálida y suave piel. Su tetas aplastarse contra su pecho. La peque sintió en su pubis la dureza de su polla, encerrada en los pantalones.

Su hermano llevó sus manos a sus nalgas. Las acarició, apretándola contra ella.

-Peque...esto no está bien.

-Calla..Noto tu deseo... Jesús. Y yo...te deseo... Hace días me hiciste mujer. Pero eso no cuenta. Ahora estás aquí. Ahora me estás besando a mí. Ahora tu mente está clara..Hazme el amor...Hazme mujer.

La Peque se separó de él y se tumbó en la cama. Jesús la miró. Los labios entreabiertos. Los ojos fijos en él. Los pezones se veían duros..Y su coñito..Cuando la Peque vio donde miraba su hermano, abrió sus piernas para mostrarle su deseo. Sintió la mirada de Jesús clavada en su sexo. Los sentía muy mojado. Él tendría que notarlo. Tendría que ver sus labios hinchados, el  brillo de sus jugos.

-Por favor..Jesús...hazme tuya..fóllame

La última traba en la mente de Jesús cayó. Ahora lo que sentía era sólo deseo. Deseo por aquella preciosa mujer que le pedía que a amara..que la follara. Se quitó la camisa y luego los pantalones. La Peque le miró la polla, que saltó dura al ser liberara.

María abrió sus brazos, invitando a su hermano a subirse sobre ella. Aceptó la invitación. Se acomodó entre las piernas de la Peque. Guiño su polla a la entrada de su coñito y se dejó caer sobre ella. Lentamente, pero sin pausa, la polla fue entrando en su hermana.

-Aggggggggggg Jesús..mi amor...por fin...

La Peque sentía como la polla iba entrando en su coñito, lentamente, separando las paredes de su vagina. Y los ojos de su hermano la miraban mientras la penetraba. Cuando toda la polla estuvo dentro de ella, Jesús se paró.

Sin moverse, acercó su boca a la de su hermana y la besó. Sus bocas se abrieron y las lenguas empezaron a buscarse.

Cuando la Peque se dio cuente que lo había conseguido. De que lo que sentía dentro de ella era la dura polla de su hermano. De que los labios que la besaban eran los de él, de que la lengua que la lamía era la de él, todo su deseo acumulado durante tanto tiempo estalló. Sin que Jesús se moviera, sólo con su penetración y sus besos estalló en el orgasmo más intenso de su vida.

-Aggggggggggg mi amor....me ..corroooooooooooo

Los espasmos que recorrían el cuerpo de la Peque hacían que su coñito se contrajera y relajara, apretando y liberando la polla de Jesús. Con sólo penetrarla había hecho correr a su hermana.

-Ummm, Jesús...me he ..corrido..

-Pues todavía no he empezado a ..follarte.

-Hazlo...

La volvió a besar y empezó a moverse. Lentamente. Penetrándola a fondo y moviéndose en círculos. Aumentó poco a poco la cadencia de la penetración.

-Que estrechito tienes el coñito, Peque...que gustito me da...

-Ummm como siento tu polla dentro de mi...me llena toda...Me gusta...me gusta que..me folles..

-Y a mi follarte Peque.

No siguieron hablando porque se volvieron a besar, juntando las bocas. Ahora sólo se oía el sonido de sus gemidos, el ruido de la cama

Jesús se movía cada vez más rápido, más profundo. Aquel coñito tan apretadito le transmitía un intenso placer.

La espalda de María se arqueó en otro orgasmo. Su pecho se elevó y Jesús aprovechó para chupar sus pezones, aumentando el placer del orgasmo de su hermana.

Esta vez no pudo resistir los espasmos de su coñito y sintió como el semen iniciaba su camino sin retorno. Se empezó a tensar a medida que el placer lo invadía, pero tuvo la destreza de en el último momento salir de su hermana, justo cuando su polla empezaba a soltar sus espesos y calientes chorros, que fueron cayendo sobre el pubis, la barriguita y hasta la tetas de la Peque.

Después cayó sobre ella. Los dos se recuperaron poco a poco de su orgasmo. Jesús se acomodó al lado de su hermana, que lo abrazó, apoyando su cabeza en su pecho.

-Ahora sí que soy una mujer de verdad. Gracias mi amor. ¿Te ha gustado?

-Claro que me ha gustado, Peque. ¿A qué hombre le gustaría estar con una mujer tan linda como tú?

-Pues tú no querías.

-Por que soy tu hermano.

-Pero al final lo has hecho.

-No me he podido resistir a tus encantos.

-Jajaja

-Espero que esto no arruine nuestra relación.

-Claro que no, tonto. No te pido nada. Sólo..amor.

-Mi amor de hermano lo tienes, lo sabes. El amor que tú quieres no te lo puedo dar.

-Bueno..ya se verá.

Para que no siguiese hablando y dijese algo que no le gustase, lo besó. Él la correspondió, llevando sus manos a sus tetas. La Peque llevó una de la suyas a su polla, que empezaba a ponerse dura otra vez. En su mano terminó de ponerse como una piedra.

Empezó una suave paja, subiendo y bajando su cálida manita arriba y abajo, a lo largo de la polla de su hermano, que la besaba cada vez con más pasión. Ella acercó su boca a su oreja.

-¿Me enseñas a chupártela? - le susurró.

¿Qué hombre se negaría a enseñar a una preciosa mujer, sea o no su hermana, a chuparle le polla? Jesús, desde luego, no.

Se incorporó un poco en la cama, apoyando su cabeza contra el cabecero de la cama. Abrió sus piernas y le dijo a su hermana que se tumbara entre sus piernas. Ella lo hizo, divertida. Desde arriba, Jesús la veía sonreír tras su polla.

-Cógela con la mano...

-Así?

-Sí..ahora pásate la por la cara. Dale besitos y lametones.

-Vale.

La Peque hizo como le dijo su hermano. Le encantó la sensación de sentir la dura polla en la piel de sus mejillas. Pero lo que más le gustó era la cara de su hermano mientras lo hacía. Era de puro placer, de puro morbo.

Sacó la lengua y empezó a lamer el tronco. No dejaba de mirar a Jesús para ver en su cara si lo estaba haciendo bien. Y precisamente esa mirada suya, esos bellos ojos clavados en el mientras su lengua lamía su polla era lo que más excitaba a Jesús.

-¿Lo hago bien?

-Ummmm, muy bien, Peque. Ahora empieza a chuparla. Por la punta, y te la metes en la boca hasta donde puedas. Y no dejes de mover la lengua.

La Peque era una buena alumna. Iba despacito. Y hacía ruiditos con la boca. De besitos, de lametones, de chupetones. Consiguió meterse media polla cómodamente en la boca, y entonces empezó a mover su cabeza arriba y abajo, agarrando la polla por la base para mantenerla bien sujeta.

-Agggg Peque...qué bien lo haces....

Ella estaba llena de orgullo. Para ser su primera vez parecía que no lo estaba haciendo nada mal. Ya Jesús no tuvo que darle más indicaciones. La Peque tomó la iniciativa. Mamaba un rato y después de sacaba la polla de la boca para lamerla por fuera. Le pasaba la lengua todo a lo largo y cuando llegaba a la cabecita, la pasaba alrededor antes de volver a tragársela. Jesús disfrutaba. Su linda hermanita iba a conseguir que se corriera otra vez. La avisó de su inminente corrida.

-Ummm Peque..estoy a punto de correrme...Cuando..te..avise....te la sacas.. aggg de la boca.

¿Sacársela de la boca? ¿Por qué? Le encantaba tenerla dentro. No pensaba sacársela

Jesús empezó a notar como su orgasmo nacía. Era como un zumbido apenas audible que poco a poco subía y subía de tono. Sólo que no era sonido sino placer.

-Ya!! Peque!! Me corroooo.

Jesús la miraba, esperando que se la sacara de la boca, pero no lo hizo. El primer chorro la cogió un poco por sorpresa, pero los siguientes los recibió bien. La boca se le fue llenando del espeso y caliente líquido que su hermano expulsaba en oleadas de placer. Lo mantuvo en la boca. Cuando Jesús terminó de correrse se sacó la polla de la boca. Lo miró. Se rió y un poco de semen se le escapó de la boca.

-Escúpelo si quieres.

No lo hizo. Se lo tomó de un sólo trago.

-Sabe raro. ¿Te ha gustado?

-Peque, ha sido la mejor mamada de mi vida.

Ella contente, se puso a su lado y se besaron con pasión. Ella se sentía plena, feliz. Darle placer a su amado la colmaba a ella de satisfacción, y de excitación. Le pasó la pierna sobre el cuerpo, de manera que su coñito quedó sobre el muslo de Jesús. Se empezó a frotar, a gemir.

Él la notó otra vez excitada. Así que se propuso devolverle el placer que le había dado con su boca. La hizo girar sobre él, dejándola de espaldas sobre la cama y llevó sus dedos al mojado coñito.

-Estás otra vez mojadita, María.

-Ummmm como me gusta que me llames María.

La empezó a masturbar y se acercó a su orejita. Le susurró

-Te voy a comer el coño, María

-Aggg mi amor...

Empezó a bajar por su cuerpo, besando cada centímetro de su piel. Se entretuvo en los duros pezones, sin dejar en ningún momento de pasar sus dedos a lo largo de la raja del coñito de la Peque, que gemía, derretida de placer.

Se acomodó entre sus piernas. Ella tenía los ojos cerrados. Sintió como su hermano besaba la parte interior de sus muslos, cerca de sus ingles. Jesús, ahora de cerca, admiró el precioso coñito de su hermana. Su aroma lo embriagó. Sacó su lengua y la pasó desde la entrada de su vagina hasta el final de la rajita, en donde lamió el protuberante clítoris.

-Agggggggggggggggg Jesús!! que...ricooooo

La espalda de María se arqueó de placer. Aquella caricia tan íntima de su hermano era maravillosa. La lengua empezó a lamerla, sin dejar de moverse, arriba y abajo, arriba y abajo. También atrapaba entre sus labios su pepitilla y le daba golpecitos con la punta de la lengua. Cuando metió con suavidad un dedo en su vagina, estalló contra la boca de Jesús, que recibió en su cara y en su boca lo jugos del orgasmo de su hermana.

Pero aquella endiablada lengua no se estaba quieta. Seguía lamiéndola, chupándola. Y cuando volvió a atrapar su clítoris entre sus labios un nuevo orgasmo le atravesó el cuerpo.

-Jesús!! Que me mataaaaaaaaaaaaaaaaaaas

La Peque gritaba de placer. No paraba de correrse, de sentir el placer más infinito golpeándola una y otra vez. Al final no pudo resistirlo más y apartó la cara de su hermano.

-Para..para...no...puedo más...

Su coñito estaba demasiado sensible. El roce de la lengua ya casi le hacía daño. Se quedó sin fuerzas, con el cuerpo flojo. Jesús se tumbó a su lado y la abrazó. Ella se acurrucó contra su cuerpo.

-Te quiero, Jesús.

El la besó en la frente. Le había encantado hacer el amor con su hermana, con su Peque. Pero ahora se empezó a sentir mal. Se había aprovechado del amor que ella sentía por él. Un amor que no era correspondido. La quería mucho. Muchísimo, pero como hermana. Se había acostado con María, la mujer. Había sido sexo. El mejor de su corta vida sexual. Había cariño, pero no amor. Al menos no el amor que la Peque quería.

Al poco la Peque se durmió y él, con cuidado, la tapó y se fue a su habitación. Allí siguió pensando. Temía hacerle daño a su hermana. Si estaba enamorada de él no tendría la oportunidad de encontrar a otra persona con la que sí poder tener una relación de verdad. Se propuso no volver a hacerlo con ella. Se propuso convencerla de que aquello no podía ser, que no había futuro, que tenía que olvidarlo.

La Peque despertó al poco rato y no encontró a su hermano a su lado. Se sentía tan bien, tan viva. Al fin su hermano la había amado como a una mujer. La había colmado de placer. Ahora estaba más enamorada que nunca. No podía ser más feliz.

Se vistió y fue a verlo. Lo encontró viendo la tele. Se sentó a su lado y lo abrazó.

-¿Cómo estás Peque?

-No me he sentido tan bien en mi vida...mi amor.

-Peque...tenemos que hablar..

-No. No hay nada de qué hablar. No me pidas nada. No te pido nada. Sólo quiero esto. Estar contigo.

-Pero yo no te quiero como tú me quieres a mí.

-No me importa.

A la Peque no le importaba nada de eso. Con tenerlo a su lado le bastaba. El futuro no le importaba. Sólo el presente. Y en el presente estaba abrazada a Jesús. En el presente acababan de hacer el amor.

Jesús la abrazó. Pero en su cabeza se seguía diciendo que hacía mal. La veía tan feliz..

El resto del día lo pasaron como siempre. Ella estudiando y él se fue a dar una vuelta con los amigos. Hasta los padres notaron que la Peque estaba especialmente feliz, radiante.

Por la noche, en su cama, la Peque no podía dormir. Pensaba en su hermano. Se sintió excitada otra vez. Se empezó a tocar, pero se dijo que por qué tocarse se lo podía tener a él. Sin hacer ruido, completamente desnuda, salió a oscuras de su cuarto y entró, sin llamar en el de Jesús. En la casi total oscuridad de la habitación distinguió el cuerpo de su hermano. Dormía sobre la cama, boca arriba. Con cuidado, se acostó a su lado. Sintió contra su piel el calor de su cuerpo, oyó su cálida respiración.

Empezó a acariciarlo con dulzura, pasando las yemas de sus dedos por su piel de su pecho, bajando lentamente. En su sueño, Jesús dio un suspirito. La mano de la Peque siguió bajando hasta llegar a los calzoncillos. Metió la mano por debajo y agarró con su mano la polla, floja aún, de su hermano. La sintió crecer poco a poco. Le encantó esa sensación. El paso de una cosa floja y arrugadita a la dura estaca en que se convirtió.

La sacó del encierro de los calzoncillos y acercó su boca. La besó. La lamió. Y empezó a chuparla. Le excitaba mucho hacerle eso a su hermano. Su coñito era un mar de jugos.

Jesús se despertó. Sintió un cálido placer. Alguien le estaba chupando la polla. Sintió el calor de un cuerpo junto al suyo.

-¿Peque?

-Ummmm

No iba a volver a acostarse con ella. Se lo había propuesto. Pero sentía tanto placer. Aquella cálida boca, aquella serpenteante lengua que se enroscaba alrededor de su polla.. En vez de rechazarla, llevó sus manos a la cabeza de la Peque y le acarició el cabello.

-Agggg Peque....

-Ummm...ummmmm.

Ella lo necesitaba dentro de ella. Se subió sobre él y se sentó, clavándose la dura polla, que resbaló hasta el fondo de su coñito.

En silencio, empezó a moverse, rotando sus caderas, haciendo que la dura barra frotase las paredes de su coño. Subía y bajaba, haciéndola entrar y salir. El placer era intenso. Y más intenso se hizo cuando en la oscuridad notó las manos de él empezar a acariciar sus tetas.

-Aggg mi amor..como te siento dentro de mí....me gusta..tu polla...

-Peque...que caliente es tu coñito...

-¿Te gusta follarte a tu Peque, verdad?

-Ummm....sí...

Aceleraron sus movimientos. El placer no hizo más que aumentar, aumentar, hasta que los dos llegaron al punto sin retorno.

-Mi vida..me voy a..correr....no...te ...salgas de mi...

-No! Eso no Peque..aggggggggg aggg noooo

No tuvo fuerzas. El orgasmo lo atravesó y su polla empezó a vaciarse con fuerza en lo más profundo del coñito de la Peque, que al sentir aquella lava ardiente quemándola por dentro, estalló en su placer. Cada potente chorro de hirviente semen era acompañado de una contracción de la vagina. Cuando la polla dejó de expulsar su placer, ella aún seguía en pleno orgasmo.

Luego, sin abandonar su posición, cayó hacia adelante y buscó la boca de su hermano. La encontró y se besaron con ternura, con amor.

-Mi amor, me has llenado de calor...

-Esto es una locura.

-Bueno, tendrás que llamar a tu amigo otra vez. Pero esta vez pídele algo para todos los días.

-Para eso tendrás que ir a tu médico. ¿Pero estás segura de esto, Peque?

-Del todo mi amor. Del todo.

CONTINUARÁ.