¿Por qué no me quieres? (2)

La Peque sufre por no ser correspondida por su hermano, cada vez más enamorado de Blanca. Pero algo va a cambiar

La Peque lloró largamente contra su almohada. Su amado hermano la había rechazado. Aunque ella le había revelado sus sentimientos, él la rechazó. Se sintió estúpida por haberse desnudado para su hermano esperando que se lanzara sobre ella. En vez de eso, le dijo que se tapara.

Le dijo que era bonita, pero no quiso tocarla. Y a esa Blanca no sólo la tocó, sino que metió su cara entre sus piernas y la lamió. Y se la folló. ¿Por qué a ella no? Seguro que podría ser tan buena como Blanca. Mejor que ella. Pero él no la quería. Decía que sí, pero no la quería. Entre sollozos, se durmió.

Jesús, en su cuarto, se sentía muy mal. Su Peque estaba sufriendo. Le había pedido algo que él no podía darle. Su hermanita era en verdad preciosa, linda, con un bonito cuerpo, pero era eso, su hermanita. También le costó dormirse.

A la mañana siguiente, cuando Jesús se cruzó con su hermana en el pasillo, la saludó.

-Buenos días, Peque..¿Cómo estás?

Ella no le contestó. Siguió caminando y lo ignoró.

-"Ya se le pasará" Pensó Jesús.

Ese día Blanca no vino a la casa. Jesús la llamó y quedaron en otro sitio. No quería que su hermana los viera juntos. Y así, durante varios días, Jesús quedaba con Blanca en otros sitios. Se lo pasaban de miedo los dos.

La Peque pensó que quizás su hermano había dejado a Blanca, que quizás se había pensado mejor lo de amarla a ella. Se puso contenta y otra vez empezó a saludarlo. Su hermano, al ver el cambio de actitud hacia él, también se sintió mejor.

Una noche, viendo la tele con sus padres y Jesús, la Peque se apoyó en el hombro de su hermano, como solía hacer muchas veces. Estaba medio tapada con un manta. Él, con cariño, la abrazó. La Peque puso su mano alrededor del pecho de Jesús.

Se sentía muy bien así, abrazada a él. En ese momento se sentía suya. Oía el corazón de su hermano latir en su pecho. Cerró los ojos y su imaginación voló. Recordó cómo acarició Jesús a Blanca. Recordó como ella lo acarició a él. A su mente volvieron las imágenes de la polla de su hermano corriéndose gracias a la mano de Blanca, llenando su pecho.

La Peque sintió que se mojaba. Se estaba excitando. Con cuidado para que nadie se diera cuenta, empezó a frotar sus muslos bajo la manta, lo que aumentó más su excitación. Sintió un gran placer. Nadie se daba cuenta. Todos miraban la tele.

En su mente, no era Blanca a la que Jesús le comía el coñito. Era a ella. Su amado hermano le pasaba su lengua por toda su mojada rajita. Se frotaba y frotaba las piernas, casi sintiendo su lengua. Y no era Blanca la que se metía en el agua y se clavaba la dura polla. Era ella. Su hermano la follaba, con ternura, con amor...

La Peque se corrió abrazada a su hermano. Trató de disimular su fuerte orgasmo fingiendo una repentina tos. Lo consiguió. Nadie se dio cuenta. Jesús sólo notó que el corazón de la Peque se aceleraba, pero no le prestó más atención.

Ella, abrazada a él, notó que los juguitos de su coño mojaban sus muslos.

Por la noche, ya sola en su cama, se volvió a masturbar, ahora sin tener que disimular. Ahora completamente desnuda sobre su cama, acariciándose con sus dedos. Y cuando se corrió, susurraba el nombre de su amado.

-Ahhhhhhhhhh Jesús...mi amor...que..rico...

Se durmió en seguida, relajada..feliz.

Días después, la Peque estaba estudiando y le entró sed, así que fue a la cocina a por un vaso de agua. Cuando volvía a su cuarto, creyó oír un gemido proveniente del cuarto de su hermano. Con curiosidad, se acercó sigilosamente y pegó el oído a la puerta, pero no oyó nada. Se arrodilló y miró por la cerradura, como una furtiva mirona. Lo que vio le hizo acelerar el corazón.

Su hermano estaba sobre su cama, completamente desnudo, y se estaba masturbando. Tenía cogida con su mano su linda polla y movía su mano derecha arriba y abajo, lentamente. El coñito de la Peque en seguida se humedeció y ella llevó su mano bajo la falda, empezando a acariciarse mirando como su hermano se tocaba.

¿Y si entraba? ¿ Y se ofrecía a hacerle lo que Blanca le hizo? Pondría su mano alrededor de la polla y la acariciaría hasta hacerlo correr. O quizás se le chuparía y no pararía hasta que su boca se llenara del cálido semen de Jesús. Tenía que ser muy rico. Incluso se ofrecería a ser desvirgada y gozar como mujer.

Luchaba con el deseo de entrar y el miedo a hacerlo. Se decidió y lentamente llevó su mano al picaporte de la puerta. Ya tenía la mano en él cuando de repente una chica se tiró en la cama y se puso a chuparle la polla a su hermano. Era Blanca. No la había visto. Había estado fuera del campo de visión.

La mano de la Peque, que estaba apoyada en el picaporte, cayó como sin vida. Seguía mirando. Blanca lamía el tronco de la polla de Jesús. Hasta los oídos de la Peque llegaban los apagados gemidos de su hermano, que gozaba de la cálida y húmeda boca de su amante.

María no veía como mientras Blanca hacía entrar y salir la polla de su boca, Jesús le acariciaba el mojado coñito. Con dos dedos recorría la hendidura, que estaba babosita de excitación. Le metía los dedos en la vagina y luego los sacaba, llevándolos al inflamado clítoris.

Blanca estaba a punto de correrse gracias a los expertos dedos de Jesús, pero deseaba correse con la polla llenándole el coñito, así que se subió sobre Jesús y se sentó sobre la polla, clavándosela hasta el fondo.

La Peque miraba la escena. Blanca le daba la espalda. Veía claramente su culo y parte de su espalda, pero sobre todo veía la polla de su hermano entrar y salir de coño del la chica. Estaba brillante de jugos.

-Ummmmm Jesús....como siento tu polla dentro de mi...

-Blanca..como me gusta follarte el coñito...está tan mojadito y caliente..

-Es por ti....Se me pone así por ti.

Blanca cabalgaba sobre Fernando acariciándose sus lindas tetas, con los ojos cerrados, gozando. Él la miraba. Estaba preciosa, subiendo y bajando sobre él, acariciando sus tetas. No iba aguantar mucho. Se iba a correr, y eso significaba salir del cálido nido. Ella no tomaba nada y no tenía condones.

Ella también estaba a punto de correrse. Notó la llegada lenta de su orgasmo. Lenta pero imparable, hasta hacerla estallar en un mar de placer, en forma de contracciones de su cuerpo. Los espasmos de su coño fueron la gota que colmó el vaso de Jesús, que rápidamente sacó su polla de coñito de Blanca y la sacudió con su mano.

La Peque miraba como la polla de su hermano escupía potentes chorros de blanco semen que eran disparados contra la espalda y las nalgas de Blanca. Igual que aquel semen caía por la piel de la chica, las lágrimas caían por las mejillas de la Peque. Observó como después de sus orgasmos, Blanca se echaba hacia adelante, sobre Jesús. Oyó los besos. El semen ya no caía por la piel de Blanca, pero las lágrimas de dolor seguían cayendo por la piel de la Peque.

Sin hacer ruido, se levantó y regresó a su cuarto. No lloró más. Estaba claro que él no la quería. Que prefería a esa...Blanca. Pero ella lo amaría siempre.

Al rato oyó como Blanca se despedía se su hermano. Jesús, temiendo que la Peque los hubiese oído, fue a hablar con ella.

-Hola Peque. ¿Qué tal?

-Bien

-¿Qué haces?

-Estudiar.

-Bien. Así me gusta. Que estudies. Eso es lo más importante.

-Tú también deberías estudiar y dejar de follarte a esa zorra.

-¿Qué dices?

-Ya me has oído.

-Blanca no es ninguna zorra. Es....bueno, quiero que sea mi novia.

Eso destrozó a la Peque. Las lágrimas volvieron a sus ojos.

-Jesús!! ¿Por qué no me quieres? ¿Por qué no me quieres a mí?

-Peque. Claro que te quiero.

-Pero no como a ella.

-Porque tú eres mi hermana.

-Eso no me importa. Soy una mujer...que te ama. Que te desea.

-Pero a mí si me importa, María.

La Peque gritó con todas sus fuerzas:

-YO PUEDO SER MÁS MUJER QUE ELLA. ¿QUIERES QUE SEA TU PUTA? SERÉ TU PUTA.

Jesús estaba conmovido. Su hermanita estaba sufriendo, pero él no podía hacer nada. Se acercó a ella y la abrazó, tratando de calmarla, pero ella lo rechazó.

-Vete, vete y déjame en paz. Deseo morirme.

-No digas eso ni en broma.

-Veteeeeeeeeeeeeeee

Se fue y la dejó. Estaba hecho polvo. Hecho un lío. No podía hablar de eso con sus padres. Ni con sus amigos. Pensó en Blanca. Quizás ella, como mujer, podría aconsejarlo, decirle como hacer que su hermana comprendiera que lo que pretendía era imposible. Decidió ir por la tarde a verla y hablar con ella.

Durante la comida con sus padres, los dos se evitaban. La situación era tensa.

-¿Pasa algo? - preguntó la madre.

-EH? No, nada.

-Están muy callados.

-Será por los exámenes. La Peque está muy concentrada.

Su hermana le echó una gélida mirada.

Por la tarde Jesús llamó a Blanca para quedar con ella y hablar, pero no la encontró, así que fue a su casa. Necesitaba consejo urgente. Cogió el coche y se marchó.

Cuando tocó en el portero automático de la casa de Blanca, la madre de ésta le dijo que no estaba, que había salido con un amigo. Que a lo mejor la encontraba en la cafetería Oasis. Jesús la conocía, así que se dirigió hacia allí.

¿Un amigo? ¿Qué amigo? Inquieto, apretó el paso. Cuando entró en la cafetería, en una mesa al fondo, la encontró. Blanca se estaba besando con un tipo, que le acariciaba los muslos. El mundo de Jesús se vino abajo. Él, que pensaba pedirle que fuera su novia, su chica, y se la encontraba dándose el lote con otro. Ella lo vio.

-Jesús!! ¿Qué haces aquí? - le preguntó, nerviosa.

-¿Yo? Nada. Tú ya veo lo que haces.

-Esto....Jesús...déjame explicarte.

-¿Quién es este tipo, Blanca? - preguntó el maromo que la tenía en brazos.

-Un estúpido que pensó que era una buena chica. Gracias a dios que me doy cuenta a tiempo. Hasta nunca..

-Jesús...espera.

-Que te den.

El tipo intentó levantarse caballerosamente en defesa de la dama.

-Tío, no te preocupes. Es toda para ti. No me voy a pelear por ella.

Se marchó, con el corazón roto, lleno de rabia. Vagabundeó por las calles y acabó en un bar. Pidió una copa y empezó a beber.

Mientras tomaba copa tras copa, pensaba en lo cruel que era la vida. Él ilusionado con esa chica, dispuesto a hacerla su novia y tal vez, algo más, y ella...Bah. Que le den!!!. También pensó en su Peque. Ella si quería darle todo. Ella sí que no se la pegaría con otro. Pero a ella no podía quererla así. Era su hermanita.

En las películas la gente bebía para olvidar, pero él no olvidaba. Al final, terminó completamente borracho.

-Camadedo...tengo ed vaso vacío.

-Creo que ya has bebido suficiente por hoy, muchacho. Será mejor que te vayas a casa.

-Ya soy maryodcito, capullo. Ponme otra...hip..copa

-No hay más copas en este local.

Se levantó tambaleándose y sacó las llaves del coche. El camarero las vio.

-¿No irás a conducir verdad?

-Vete al cadajo, capullo....Me idé a donde me dé la gana.

El camarero no lo iba a permitir. Era un tipo fuertote y Jesús no estaba en condiciones de nada. Así que saltó de la barra y le quitó las llaves.

-Mañana, cuando se te pase la cogorza que llevas, te las devuelvo.

Le metió las manos en los bolsillos y buscó su cartera. Sacó el carnet de identidad y buscó la dirección.

-¿Es aquí donde vives?

-Capullo

Con gusto le hubiese dato un buen sopapo a ese niñato, pero era el alcohol el que hablaba, así que lo sacó a la calle y lo metió en un taxi, dándole la dirección que había en el carnet.

Jesús entró en su casa tambaleándose. Menos mal que sus padres ya se habían acostado y no lo vieron en ese estado. La Peque estaba acostada, pero no dormía, y lo oyó dirigirse a su dormitorio. Pero le extraño la manera de caminar. Se asomó a la puerta y lo vio agarrándose a las paredes. Su hermano estaba borracho. Nunca lo había visto así. Volvió a su cama, pero se preguntaba que la pasaría a Jesús, así que se dirigió a su cuarto.

Lo encontró en la cama, sentado, tratando de quitarse la camisa, con la vista ida. Entró y lo ayudó.

-Hola Peque...tú sí que me quiedes...

-Claro que te quiero, Jesús.

-Pues esa puta no...Que le den.

La Peque comprendió que algo había pasado con Blanca. A lo mejor ahora se olvidaría de Blanca  y la querría a ella.

Jesús intentó también quitarse los pantalones, pero no podía, así que la Peque lo ayudó. Al tirar de los ajustados vaqueros, arrastró los calzoncillos, así que dejó desnudo a Jesús, que cayó hacia atrás en la cama, mareado.

Ella lo miró. Sintió ternura hacia él. Lo ayudó a colocarse bien en la cama y lo arropó. Se aprovechó de la situación y le besó en los labios. El cuerpo de la Peque tembló. Jesús se dio la vuelta para dormir, y ella se dirigió de vuelta a su cuarto. Pero antes de salir, se dijo que quizás no tuviese otra oportunidad de abrazarlo, así que cerró la puerta y se metió en la cama de su hermano.

Jesús estaba tumbado de lado, y ella, a su espalda, lo abrazó, pegando su cuerpo al de él. Sintió su calor. Se sentía tan bien abrazada a él. Al poco rato, se durmió.

Jesús se durmió un momento, pero despertó. Se sentía mareado, pero se dio cuenta de que Blanca lo estaba abrazando. Había vuelto con él. Todo había sido un mal sueño. Se dio la vuelta y la besó. La acarició. Ella también lo besaba.

Le acarició el coñito, que estaba mojado. Blanca gemía de placer. Su polla se puso dura. Le iba a demostrar a ella cuanto la amaba, así que se subió sobre ella e intentó penetrarla. Tenía las bragas puestas, así que se las intentó bajar. Ella lo ayudó. Después, la pudo penetrar. Ella dio un pequeño grito y su cuerpo se tensó.

-Ummm, que estrechita estás.

La empezó a follar, besándola y acariciando sus tetas. La sentía temblar, gemir bajo él. Pero el alcohol hizo que enseguida se corriera, llenándole el coñito, por primera vez, de semen. Luego se dio la vuelta y se durmió.

La Peque ya era mujer. Por fin su hermano la había hecho mujer. Pero las lágrimas corrían por sus mejillas. No había sido como ella esperaba. Sólo había sentido el olor a alcohol. Los besos de él sabían a alcohol. No sintió placer, sólo el dolor de la rotura. Tanto tiempo esperando este mágico momento y al final resultó ser así. Un borracho se la había follado, la había desvirgado. Sin amor. Sin cariño.

No tuvo fuerzas para irse. Dio la espalda a su hermano y se durmió.

Lo primero que sintió Jesús al despertarse por la mañana fue un intenso dolor de cabeza. Al principio no sabía en donde se encontraba, pero estaba en su cama. Recordaba vagamente el día de ayer. Recordaba el bar, pero desde la última copa, nada. No sabía cómo había llegado a su casa, a su cama.

Estaba desnudo, y a su lado había alguien acostado. Miró. Era la Peque. ¿Qué hacía la Peque en su cama, con él desnudo? La tocó para despertarla.

-Peque..Peque...

La cabeza parecía que le iba a estallar. Ella se despertó y lo miró. Su mirada era extraña. De miedo, de vergüenza.

-¿Qué haces aquí?

Ella se levantó, sin decir nada. Tenía las bragas a medio muslo, y se las subió rápidamente, sintiendo vergüenza de que él la viera así. Jesús vio un poco de sangre en sus muslos. Miró a la cama. También había una manchita de sangre.

Empezó a comprender. Pero no podía ser. Era imposible. Se miró. Su pene también estaba manchado.

-Peque!! ¿Qué hemos hecho? ¿Qué he hecho?

La Peque salió corriendo, a su cuarto. Jesús se quedó hecho polvo. Se había acostado con su hermana. No recordaba nada, pero lo había hecho.

CONTINUARÁ