¿Por qué me quieres? (2)

Continuación de la historia de amor de Isabel y Víctor. Aunque no pensaba continuarla, me pareció que conocer su boda estaría bien. Espero que les guste

Largo rato estuvieron Víctor e Isabel abrazados en el sofá. Él le acariciaba suavemente su largo cabello. Finalmente, Isabel se durmió.

Víctor la cogió en brazos y la llevó a la cama. La acostó y la arropó. Se quedó allí, velando su sueño. No podía creer que tuviera tanta suerte. Había hecho el amor con su amada. Le había pedido que casara con él,  había aceptado. Oyó la puerta principal. Los padres de Isabel habían llegado. Sin hacer ruido para no despertarla, salió de la habitación.

-¿Cómo ha ido todo? - preguntó Rosa, la madre de Isabel.

-Muy bien, señora. Isabel está durmiendo.

-Víctor, muchas gracias por todo.

-No hay de que. ¿Puedo hablar con ustedes?

-Claro. Vamos al salón.

Los tres se sentaron en los sofás del salón.

-Bien, Víctor, tú dirás.

-Amo a su hija.

-Lo sé.

-Le he pedido que se case conmigo.

La cara de Rosa se iluminó. Juan, el padre dio un respingo.

-Y...y que te ha contestado ella?

-Que sí.

Rosa no pudo contener una lágrima. Se levantó y abrazó a Víctor.

-Hijo mío, no hay hombre en el mundo más adecuado para Isabel. Me has demostrado miles de veces que la amas de verdad.

-Está..Están de acuerdo?

Juan, el Padre se levantó también. Iba a darle la mano, pero al final le dio un abrazo.

-Por supuesto que estamos de acuerdo.

-Les prometo que cuidaré de ella siempre.

-Lo sé.

-Bueno, les dejo. Tengo que contárselo a mis padres.

Antes de que se fuera, Rosa volvió a darle un abrazo y un par de besos. Cuando se hubo ido, se abrazó a su marido. Lloraba. De alegría, por supuesto. Y un poco de pena.

-Juan, se nos casa Isabel. Se nos casa nuestra niñita. Y se irá de casa...

-Mi amor, como se dice en estos casos, no pierdes una hija. Ganas un hijo. Y es un maravilloso hijo.

Intentó disimularlo, pero Juan también estaba muy emocionado.

-No puedo esperar, tengo que hablar con Isabel - dijo Rosa mientras salía corriendo a su cuarto.

Isabel seguía durmiendo. Rosa se sentó en la cama y le acarició el cabello. Se despertó.

-Hola mami...Y Víctor?

-Es tarde. Ya se ha ido

Isabel vio las lágrimas en los ojos de su madre.

-¿Qué pasa, mamá?

-No ha contado lo vuestro. Mi niña...se casa.

Se abrazaron.

-¿Eres feliz?

-Sí. Muy feliz...pero...tengo miedo.

-¿De qué?

-De ser una carga para él. Que se canse..de mí.

-Ese hombre te quiere, Isabel. Y es muy consciente de tu situación. Eso no le ha impedido estar a tu lado siempre. Y siempre lo estará.

Isabel y su madre tenían mucha confianza entre ellas. Se lo contaban todo.

-Mami, esta noche Víctor y yo hicimos el amor. Ya sé que no es posible, pero sentí...sentí placer. Te aseguro que lo sentí dentro de mí.

-Mi vida...debe de ser psicológico. Ya sabes que en tu situación no es posible.

-Pero era tan real.

-Lo importante es que sentiste algo. No importa como. De todas formar, si quieres, consultaremos con el doctor.

-Vale.

-¿Y cuándo será la boda?

-Uf todavía no hemos hablado de nada. Por mí, mañana mismo.

-No hay que precipitarse. Tenemos muchas cosas que preparar.

En ese momento entró su padre. La abrazó también.

En su casa, Víctor habló con sus padres. Acogieron la noticia bien. Sabían de las dificultades que tendría la joven pareja, pero conocían muy bien a su hijo. Sabían que su elección era meditada.

-El piso del centro es tuyo.

-Pero...

-Es nuestro regalo de bodas.

-Gra..gracias. Os quiero.

-Y nosotros a ti.

Al día siguiente, Rosa llevó a Isabel a su médico.

-Buenos días, doctor.

-Hola Isabel. Te veo muy bien. Te veo... radiante.

-Doctor Pérez...Me caso!!

-Felicidades. Me alegro mucho. Debe de ser con ese chico. Víctor, no?

-¿Cómo lo sabe?

-Vino todos los días a verte. Vino a toda tu rehabilitación. Llevó tu silla cuando te dimos el alta. Dos más dos, cuatro!

-Pues sí. Con él. Verá, doctor...tengo algunas preguntas. Algunas dudas.

-Para eso estoy yo. Pregunta.

-Bueno. Primero quería saber si llego el momento podría tener hijos.

-Por supuesto. No es nada raro que mujeres parapléjicas puedan concebir, llevar adelante un embarazo y tener un hijo. Si lo deseáis, podréis. Y siempre estaremos aquí para asegurarnos que todo vaya bien.

-Y...esto...me da un poco de vergüenza...

-Te refieres al sexo.

-Sí.

-Ya sabes que no tienes sensibilidad a partir del punto de la lesión medular. Eso no quiere decir que no puedas tener una vida sexual. Sólo que será diferente. Deberás buscar, con la ayuda de tu marido, otras formas de lograr placer. Conozco muchas parejas en tu misma situación. Si quieres te puedo poner en contacto con algunas.

-Doctor..verá...Hice el amor con Víctor. Sentí placer. Lo sentí, ya sabe, dentro de mí.

-Ummm, generalmente es algo psicológico. Aunque hay algunos estudios al respecto. Se han dado casos de mujeres parapléjicas que logran placer sexual total. Conservan parte de su sensibilidad. Se debe a que la lesión no es completa. Quizás sea tu caso.

-Fue real lo que sentí.

-Isabel, fuera o no real, no importa. Lo que importa es lo que sentiste.

-Sí, eso es lo que importa.

-¿Te parezco un descarado si te pido que me invites a la boda?

-Por supuesto que no. Está vd. invitado.

-Muchas gracias.

-Gracias a vd. Le enviaré la invitación.

Cuando salió de la consulta, Víctor la estaba esperando con su madre. La alegría llenó su cuerpo.

-Víctor!!!! Hola mi amor.

El se arrodilló a su lado y la besó.

-Doña Rosa, Isabel, quiero enseñarles algo.

-Víctor, si me sigues diciendo doña Rosa no voy - le dijo, sonriendo.

-Está bien, Rosa.

Las llevó al centro de la ciudad, no lejos de la casa de Isabel. Entraron en un edificio antiguo, aunque reformado recientemente. Con un buen ascensor y adaptado perfectamente para las personas discapacitadas. Subieron al quinto piso y entraron en una casa. Estaba vacía. Era amplia y tenía, como dicen siempre las mujeres, muchas posibilidades.

-Víctor, es un piso magnífico - dijo Rosa - ¿De quién es?

-Es mío...Nuestro - añadió mirando a Isabel.

-¿Cómo?

-Es el regalo de boda de mis padres

-Pero..es...es maravilloso.

-No queda lejos de tu casa, Rosa. Así que podrás venir cuanto quieras.

-Sí. Bueno, no, no. Las suegras cuanto más lejos, mejor.! jajaja

-Mi amor, tus padres han sido muy generosos

-Víctor, Isabel. Nosotros no lo vamos a ser menos. Tu padre y yo lo amueblaremos. Elegid todo lo que queráis. Muebles, electrodomésticos, todo.

Fue demasiada emoción. Isabel se echó a llorar. Su madre la acompañó. Víctor, como hombre, no lloró, por supuesto...( aunque tuvo que mirar disimuladamente para otro lado y secarse las lágrimas).

-Tenemos muchas cosas que preparar.

Esa noche cenaron los seis juntos. Isabel y Víctor, los padre de ella y los padres de él. Fue una agradable velada.

Víctor acompaño a Isabel a su casa. La llevó a su cuarto. A ella le entraron dudas.

-Víctor..¿Estás seguro que quieres casarte conmigo?

-Del todo.

-Pero...voy a ser una carga para ti.

-¿Una carga? Una carga sería el no tenerte. A tu lado soy feliz, Isabel. Te quiero desde que te conocí.

-Y yo a ti. Pero...me asusta que te acabes cansando de mí. No te puedo dar las cosas que una mujer sin mis problemas podría darte.

-Pero yo no quiero que ninguna otra mujer me dé nada.

-Yo no puedo..ya sabes....tener sexo de una manera normal.

-Lo de anoche fue normal. Me satisfizo plenamente.

-Y a mí. Por eso he ido hoy al médico. Se supone que no debería sentir nada..pero lo sentí.

-¿ Y que dijo?

-Pues que a veces algunas mujeres llegan a sentir de verdad. Que a veces la lesión medular no es completa. Creo que es mi caso...Y...¿Querrás tener hijos?

-Si puedes, sí.

-Sí que se puede mi amor, sí que se puede.

Se abrazaron y se besaron. Entreabrieron sus labios y las lenguas se entrelazaron. Él acarició sus mejillas. Deseaba más, pero no se atrevía. Ella lo notó.

-¿Me deseas?

-Sí, mucho.

-¿Por qué no me acaricias?

-Yo..

-No tienes que pedirme permiso. Yo....yo también te deseo. Y deseo saber si lo de ayer fueron imaginaciones mías o si de verdad...sentí lo que sentí.

-¿Y tus padres?

-No nos molestarán...ámame..te necesito.

La acostó en la cama. El se tumbó a su lado. Empezó a quitarle uno a uno los botones de la blusa. Ella lo miraba a los ojos. Su respiración era agitada. Cuando hubo desabrochado todos los botones, abrió la blusa. Ante él aparecieron sus dos pechos, atrapados en un lindo sujetador.

-Eres preciosa, Isabel.

Le quitó la prenda que los cubría. Sus pechos eran turgentes. Llevó a ellos sus manos. Con las yemas de los dedos los acarició, transmitiendo agradables sensaciones al cuerpo de Isabel. Los pezones se endurecieron cuando los atrapó entre sus dedos. La falta de sensibilidad en parte de su cuerpo hacía que las sensaciones en el resto fueran más intensas.

Víctor acercó sus labios a uno de los pezones y lo atrapó entre ellos. Su lengua lo lamió.

-Agggg, mi amor...que rico.

Fue cambiando de pezón a pezón. Isabel acariciaba su pelo. Sintió como una de las manos de Víctor empezó  a bajar lentamente por su barriguita. Sentía cosquillitas.

De repente dejó de sentir la mano. Había llegado a la zona sin sensibilidad. Víctor volvió a besarla mientras seguía bajando la mano. La introdujo por debajo de la braguita y luego entre sus piernas. Acarició con suavidad su rajita. Estaba húmeda. Y cuando acarició con las yemas de los dedos su clítoris, ella gimió.

-Aggg, te siento mi amor, te siento de verdad...No es mi imaginación. Siento tus dedos.

La sensación no era como la de antes del accidente. Era más suave, como más lejana, pero la sentía. No pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas. Y Víctor también se emocionó. Con ella no tenía ahora vergüenza de mostrar sus sentimientos. Como dos niños, lloraran de alegría. Se besaban. En sus bocas notaron el salado sabor de sus lágrimas.

Aquellos dedos que sentía en su sexo la estuvieron acariciando largo rato, explorando aquel húmedo lugar. El placer, suave al principio, fue yendo en aumento, así como los gemidos de Isabel. Cerró los ojos con fuerza, así como los puños cuando aquel placer llegó a su máximo. Un suave orgasmo la dejó unos segundos sin respiración.

-Agg, Víctor..que...placer...mi amor.

Cogió con sus manos la cara de él y le plantó un besazo en la boca. Desnúdate, le pidió. Él lo hizo, tumbándose luego a su lado. Ahora era ella la que lo acariciaba. Su mano fue bajando por su cara...su pecho...su barriga...su pubis... y su miembro. Lo sintió duro, caliente, en su mano. Lo acarició con delicadeza. Los ojos de él clavados en los suyos. Su mano empezó a recorrer toda la superficie, transmitiendo placer. Se volvieron a besar cuando ella empezó a masturbarlo.

-¿Te gusta mi amor? - preguntó Isabel

-Ummm, sí...me das mucho gustito.

-Quiero....besarte..

-Ya lo estás haciendo..

-No me refiero a tu boca...

-¿Estás segura? - preguntó cuando comprendió lo que ella quería.

-Sí...deseo...hacerlo.

Víctor se arrodilló a su lado, cerca de su cabeza. Se acercó a ella, que lo tomó en su mano.

-Es muy... bonita..y está muy dura.

-Es por ti....Te deseo tanto.

-Acércate más.

Quedó al alcance de su boca. Le dio un besito en la punta. Víctor gimió. Su querido amor le estaba...Cerró los ojos cuando ella abrió la boca y empezó a chuparlo con dulzura. Cuando los volvió a abrir, sus miradas se encontraron. Isabel vio en los ojos de él el placer que su boca le estaba dando. Y eso le daba placer a ella. Empezó a mover su cabeza, haciendo que la felación aumentara de ritmo.

-Ahhh. mi amor....nunca...antes...

No sólo era placer físico el que Víctor sentía. Era algo más. La mujer de su vida lo besaba con amor. Lo lamía con amor. Lo chupaba con amor. Su orgasmo se aproximaba, así que se retiró.

-Víctor...no te vayas...déjame....terminar. quiero...beberte.

-Ohh, Isabel...yo también deseo...acabar en tu boca...pero deseo más hacerte el amor.

Los ojos de ella brillaron.

-Pues házmelo, mi amor..Hazme tuya otra vez...para siempre.

Con delicadeza, Víctor la preparó.   Colocó sus piernas para que quedaran en una postura cómoda. Luego se puso sobre ella. Isabel sintió la penetración del duro miembro. Lo abrazó y lo atrajo contra ella. Sus pechos se clavaron en el de él.

-Mi amor....ummm...te siento dentro de mí..te siento dentro de mí....

Víctor la miró y empezó un lento y profundo movimiento. Estaba demasiado excitado y no quería acabar tan pronto. Quería que ella gozara, así que fue despacito, sin prisas. Acarició y besó su cara. Ella gemía de placer. Sentía en lo más profundo de su ser aquel duro mástil.

-Más deprisa, mi vida...más..más

Víctor aumentó el ritmo, aumentando el placer de ella y de él mismo. Estaba a punto, así que paró..

-Aggg, no..no te pares...sigue.

-Isabel..es que...si sigo....acabaré...

Ella lo miró, seria.

-No te retengas... Lléname de ti..

Entonces Víctor comenzó una penetración más rápida, más profunda. En poco tiempo alcanzó un fuerte orgasmo y empezó a vaciarse dentro de la acogedora vagina de su amada. Los ojos los tenía fuertemente cerrados. Cada espasmo que su cuerpo sentía era una oleada caliente que era enviada dentro de ella.

-Aggggggg Víctor...te siento...me quemas.....AGGGG

Él aún seguía vaciándose cuando el cuerpo de Isabel se tensó y lo acompañó con un intenso orgasmo. Sus uñas se clavaron en la espalda de su amor. Mordió su hombro para no gritar. Víctor notó como la vagina de Isabel se contraía alrededor de su pene.

Cuando los orgasmos terminaron, se miraron a los ojos. Los dos sonreían.

-Te quiero, Isabel.

-Te quiero, Víctor.

Los siguientes días fueron días de preparativos. Había muchas cosas que hacer. Amueblar la casa, prepararla para las condiciones de Isabel. Hacer la lista de invitados, etc...Todos estuvieron muy ajetreados. Al final, pusieron fecha para la boda.

Unos días después, Isabel recibió una llamada.

-¿Sí? Dígame

-Hola Isabel.

Reconoció la voz de Juan, su exnovio.

-Hola

-¿Cómo estás?

-Bien. ¿Qué quieres?

-Hablar contigo.

-¿De qué?

-De nosotros.

-Ya no hay un nosotros.

-Te echo de menos.

-¿Sí? Ya no sales con la chica del parque?

-No. Pero no iba en serio. Nunca te olvidé.

-Lo que olvidaste es donde vivía.

-Isabel...es que me dolía verte. Me sentía culpable. Yo conducía el coche y a mi no me pasó nada.

-Fue un accidente, Juan. ¿Te lo eché alguna vez en cara?

-No

-Pues entonces! Lo único que sé es que me abandonaste. Tú y todos los demás. Bueno, no todos, sólo uno siguió a mi lado. El único que de verdad era mi amigo.

-¿Puedo ir a verte?

-No.

-Te quiero, Isabel.

-Juan, me voy a casar.

Se hizo el silencio en la línea. Luego habló.

-¿Con quién?

-Creo que lo sabes.

-Con Víctor.

-Sí. Con Víctor.

-El siempre te quiso. Yo lo sabía, pero él nunca hizo nada al respecto. Siempre nos respetó como pareja. Tú...¿le quieres?

-Como nunca había querido a nadie.

-Es un buen chico...Isabel..que seas feliz.

-Gracias.

-Adiós..hasta siempre

-Adiós, Juan.

Él colgó. Isabel se sintió....bien. Se había sacado por fin la espinita que tenía clavada en el corazón. Su pasado había terminado para siempre. Ante ella se iniciaba un feliz futuro. Un futuro con Víctor.

Y llegó el gran día. Todo estaba listo. Víctor esperaba en el altar a su futura esposa. Su madre lo acompañaba. Se abrieron las puertas de la iglesia. El padre de Isabel la traía al altar.

Estaba preciosa. Con su blanco vestido, su velo cubriéndole la cara. Mientras se acercaba, el corazón de Víctor latía como loco. Se decía que era un hombre con suerte. Se iba a unir para siempre al amor de su vida. La única mujer a la que había amado.

Los invitados, en pie, admiraban a la preciosa novia, que sonriente, se acercaba al altar. Al lado del hueco que había sido dispuesto para su silla, había un banco para Víctor.

La ceremonia se les hizo corta. Sus manos estuvieron todo el tiempo entrelazadas. Cuando el sacerdote les declaró marido y mujer, y le dijo a Víctor que podía besar a la novia, el se arrodilló a su lado, le levantó el velo y la besó.

La iglesia entera se puso en pie y arrancó en un sonoro aplauso. Hasta el sacerdote, acostumbrado ya a muchas ceremonias, se sintió emocionado con ésta. Aquella era una pareja especial. Les deseó toda la suerte del mundo.

Todos querían dar la enhorabuena a la nueva pareja. La novia fue besada y requetebesada. El novio, abrazado y besado por familiares que ni conocía. De allí partieron al convite.

Sólo había una cosa que tenía un poco triste a Isabel. El baile. Ella no podría abrirlo junto a Víctor, como era habitual. Había hablado con su madre y con Víctor para que ella la sustituyera. Víctor dijo que no hacía falta, que él tampoco bailaría. Pero ella insistió tanto, que se lo prometió. Isabel se resignó a mirarlos bailar.

Llegó el momento. El presentador pidió atención y dijo que el novio y la madre de la novia comenzarían el baile y animó a todos los presentes a acompañarlos después. Los invitados, por supuesto, comprendieron el porqué.

Empezó a sonar la música. Isabel tenía un nudo en la garganta. Deseaba tanto poder bailar con él...pero no podía.

Víctor se levantó. Isabel miró a Rosa, le sonrió. Pero rosa no se levantó. Isabel no entendía. Lo habían prometido. Y entonces, Víctor habló.

-Isabel, ¿Quieres bailar conmigo?

Ella no pudo contestar..Ella ..ella no podía

Víctor se agachó un poco y cogió a Isabel en brazos. Ella no podía creerlo.

-Mi amor, son los novios los que tienen que abrir el baile.

La llevó a la pista y comenzó a bailar con ella. Había silencio en la sala. Sólo se oía la música. Todos estaban pendientes de la pareja que bailaba en la pista. Isabel tenía sus brazos alrededor del cuello de Víctor. Lo miraba. Jamás lo había querido tanto como en ese momento. No pudo contener las lágrimas. De pura felicidad. Daban vueltas por la pista. Sonreían, reían

Rosa miró a la madre de Víctor. Las dos consuegras tampoco pudieron contener las lágrimas. Muchos invitados, tampoco. Los consuegros sacaron a bailar a sus mujeres, y acompañaron a los novios. Poco a poco, los invitados se fueron sumando.

Como en toda fiesta de boda que se precie, alguien gritó:

-Que se besen, que se besen

Fueron complacidos. En brazos de Víctor, Isabel le plantó un besazo en todos los morros a su esposo. Más aplausos.

Ya de madrugada, los invitados se fueron marchando. Los últimos en irse fueron los novios y sus padres.

Al día siguiente se marchaba de viaje de novios. Esa noche dormirían en un gran hotel. Cuando estuvieron a solas en su habitación, ello lo abrazó.

-Gracias, mi amor.

-¿Por qué?

-Por..bailar conmigo...Es lo más bonito que me ha pasado nunca.

-No tienes que agradecerme nada....¿Estas cansada?

-Uf. mucho..ha sido un día lleno de emociones. ¿Y tú?

-También.

-¿Tanto como para no hacerle el amor a tu esposa?

-Para eso, jamás.

La desnudó y la tumbó en la amplia cama. Ella miró como se desnudaba él. Se notaba excitada. Y él también lo estaba. Se besaron mientas sus manos recorrían el sexo del otro. Ella la dura barra que palpitaba en su mano y el la húmeda hendidura de entre sus piernas.

Víctor fue bajando por su cuerpo, besando cada centímetro de piel. Su cuello, sus pechos, sus endurecidos pezones...su ombliguito, que la hizo reír de cosquillas. Y siguió bajando..hasta que su boca llegó a su vulva.

-Aggggg mi esposo...ummmm

Sentía placer, mucho placer...era difuso..no sentía claramente su lengua lamerle los labios de su sexo, lamerle su clítoris...pero sentía un inmenso placer que la hizo estallar en un fuerte orgasmo, mojando la cara de Víctor con sus jugos. Se los bebió.

Cuando la besó, ella notó el salado sabor de su sexo en la boca de él

-Yo también quiero beberte.

Víctor se colocó de manera que Isabel tuviera fácil acceso a su hombría. Aquella acogedora boca, caliente y mojada, ayudada por su lengua y sus manos hicieron que él rápidamente le llenara la boca con su esencia. Y ella, con amor, tragó todo lo que le ofreció.

Estaban agotados. El gran día les pasaba factura. Abrazados, se durmieron.

Por la mañana, más frescos, hicieron otra vez el amor. Su vagina se llenó con el caliente semen de su marido.

Dos años después, nació su primer hijo. Fue una niña preciosa. Sólo había un nombre posible para el primer hijo de la pareja que había triunfado frente a la desgracia. Llamaron a su hija, Victoria.

FIN